Diego puso los ojos en blanco, agarró a Oliver por la cintura y le plantó un profundo beso en los labios. No duró mucho, solo lo suficiente como para que les creyese. El rubio apenas le había correspondido, tampoco le había dado mucho tiempo, pero para cuando se había separado, ella tenía la boca de par en par.
—Y-yo…—tartamudeó—Si-siento… no haberos creído.
—No te preocupes—respondió Diego avergonzado. Y es que aquella situación se había tornado muy incómoda.
—Esto...—musitó ella—¿Falta mucho para llegar?
—No, ya casi estamos—contestó mientras volvían a andar. El moreno le echó un vistazo a Oliver, quien estaba con la cabeza gacha y las mejillas rojas. Reprimió una sonrisa, ¿se podía ser más adorable? No dijo nada, simplemente siguió andando.
Un par de minutos después llegaron. Helen se puso a mirar a un lado y a otro hasta que dio con un chico alto, un poco más que Diego, y bastante musculoso. No podían decir que era feo. La verdad es que estaba bastante… bueno. Tenía el pelo un poco ondulado, de un tono rubio más oscuro que el de Oliver y le llagaba por debajo de las orejas; los ojos azul cielo, que captaban la atención de cualquier chica—o chico— que lo mirase. El moreno se extrañó ya que algo le decía que ese chico se le hacía familiar, pero pensó que probablemente le recordaba a un modelo de alguna empresa.
—¡Andy!—chilló y corrió a abrazarlo.
Ellos se quedaron quietos, sin saber si acompañarla o quedarse allí. Finalmente fue ella la que se acercó a ellos nuevamente, tirando de su novio.
—Muchas gracias, chicos—dijo con una pequeña sonrisa—. Cariño, ellos son Oliver y Diego, unos… amigos míos.
Oliver sintió alivió al ver que la chica no le había dicho de que en realidad se trataba de uno de sus— probablemente—muchos ex. Prefirió que dijese eso. Personalmente no quería que ese tío se pusiera celoso ni nada por el estilo.
—¿Amigos?—soltó con una expresión de desagrado.
—Sí, son mis amigos—él hizo una mueca molesta, se le notaba a kilómetros estaba celoso ya que si las miradas mataran, Oliver y Diego habrían muerto ya veinte veces.
—¿Solo amigos?—levantó una ceja.
—Sí, solo amigos—dijo Helen exagerando la palabra ''solo'', el chico bufó—. No te pongas celoso... No tienes por qué, ellos dos son pareja.
—¿Son gays?—ella asintió—Bah, vaya par de anormales.
Diego levantó una ceja y se contuvo para no soltar algo demasiado obsceno por Helen, mientras que Oliver simplemente sintió rabia. ¿Ser ''gay'' significa ser anormal? Vaya gilipollas…
El tal Andy se dio la vuelta sin siquiera mirar a Helen.
—Perdonadlo, no es muy ''abierto'' de mente. ¡Gracias de nuevo, chicos! ¡Hasta la próxima!
Ella también se dio la vuelta y siguió a su novio. Los otros dos muchachos se despidieron con la mano antes de que lo hiciera, para luego girarse y marcharse en la dirección contraria. Diego suspiró y luego miró al rubio, este andaba con la cabeza agachada. Se acercó para tomar su mano.
—¿Por qué caminas con la mirada en el suelo? ¿Te molestó el comentario de ese tipo?
—Claro que no—contestó levantando la cabeza.
—¿Entonces qué te pasa?
—Nada, solo pensaba.
—Ah, ¿sabes pensar?—bromeó.
Oliver lo miró con enfado.
—Capullo. Te odio.
—No lo creo—contestó Diego riendo—¿De verdad que no te importa?
—¿Debería?
—No. Es solo que… seguro que no va a ser el primer comentario homófobo que nos hagan.
—¿Es que vamos a hacer pública nuestra relación?—Diego negó con la cabeza.
—Oliver, estamos caminando por la calle, juntos, agarrados de la mano, ¿no crees que es pública ya?
—Sí, pero no cuenta, me refería a la gente que nos conoce.
—Ah, bueno… ¿En la universidad?
—Sí.
—¿Tú quieres que lo sepan?
—No tenemos por qué decirlo públicamente, podemos estar juntos y eso pero no es necesario que se lo digamos.
—Estoy de acuerdo—contestó sonriendo.
—¿Qué hacemos ahora?
—No sé, ¿quieres casarte conmigo o algo?
—Eso no, idiota.
—Solo bromeaba, Oli—rió, para luego ponerse serio—Espera, ¿No te casarías conmigo entonces?
—Mira que eres idiota. Solo tenemos 19 años.
—Yo tengo veinte—exclamó Diego riendo.
—Me da igual, yo no.
—Como digas—contestó el moreno.
—Diego,¿no crees que tendríamos que ponernos a repasar?, mañana tenemos que ir a clase.
—Sí, nos vendría bien un repaso. Sobre todo a ti—dijo con una sonrisa algo insinuadora.
—¿Qué? No me vengas con perversiones ahora, estoy hablando en serio.
—El pervertido eres tú, yo me refería a lo último que dimos en física.
—Mentiroso, sé lo que insinuabas.
—No insinuaba nada, pero si tantas ganas tienes de que te...—Oliver lo interrumpió.
—¡Cállate! No quiero que me hagas nada.
—Te lo dije miles de veces, no te haré nada que no quieras—dijo levantando una ceja.
—¡Ves! ¡Deja de poner esa cara de pervertido!
—¿Qué cara?—dijo fingiendo ignorancia.
—Eres un idiota.
—Pues este idiota que tienes como novio es el mejor estudiante de ingeniería industrial.
Oliver levantó una ceja.
—Egocéntrico mentiroso...—musitó.
Al llegar a casa se pusieron a estudiar hasta la hora de comer, luego cocinaron unas patatas con queso y volvieron al estudio. Les ocupó toda la tarde, hasta las siete por lo menos.
—¿Lo dejamos ya? Me duele la cabeza...—pidió el rubio.
—Sí, ya está bien por hoy.
—Entonces creo que me voy a casa.
—¿Ya? ¿No quieres quedarte?—puso cara de ''cachorro abandonado'' y se acercó para colocar su cabeza en el cuello del rubio. Oliver titubeó. Le gustaba sentir al moreno cerca de él después de todo.
—No es que no quiera, es que tengo que preparar todo para mañana…
—Y… ¿te parece si subo luego? Quiero estar contigo… antes de que empecemos con exámenes y no tengamos tiempo para nada…
Oliver se sonrojó.
—¿Estar conmigo?
—Sí, dormir juntos—puso sus manos en la espalda baja del chico riendo.
—No vamos a hacer nada, lo sabes, ¿verdad?
—¿A qué te refieres?
—Sabes perfectamente a qué me refiero.
Diego rió.
—Está bien, solo dormir.
—Solo dormir—recalcó Oliver.
—¿Entonces puedo subir?
—Sí—contestó apoyando su cabeza sobre la de él. Diego se sorprendió un poco, pero luego lo abrazó, estrechándolo entre sus brazos y depositando un beso en la nuca de este.
Se separaron un poco, solo para mirar la cara del otro. Oliver tenía su color característico en las mejillas. De pronto la mirada del moreno se dirigió a sus labios y sin poder resistirlo más lo besó. El rubio lo correspondió de inmediato, sus labios eran adictivos, o quizás lo eran sus besos. No le importaba, el caso es que se había vuelto un jodido cursi que amaba los malditos besos que le daba su estúpido novio.
—Hasta ahora—musitó el moreno contra sus labios.
—Hasta ahora—repitió el rubio alejándose para marcharse. Cerró la puerta tras él.
Mientras subía recibió un mensaje en el móvil. Era de Jack, preguntándole si iba a la universidad, contestó que sí y siguió subiendo hasta finalmente llegar a su apartamento. Poco después recibió otro, también de su mejor amigo: ''Has vuelto con él, ¿no?''.
Oliver por un micro-segundo quiso mentirle, pero no lo hizo. Respondió un ''¿Cómo lo sabes''. Un par de minutos después le llegó otro: ''Te vi con él. Joder, ¿cuándo aprenderás?'', a lo que un leve ataque de rabia le hizo responder ''Probablemente… nunca''.