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Eternamente irritante por Blue FireWorks

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Notas del capitulo:

¡Hola! 

He vuelto :D Y os he traído un capítulo algo más largo de lo normal

Antes de que empecéis, os agradezco que sigais leyendo esto, significa mucho para mí ♥

Sin más tardanzas...

DISFRUTEN DE LA LECTURA ♥♥

—Papá…—musitó con una pequeña sonrisa.

Su hermana se puso correctamente de pie al lado suyo mientras que a su padre se le abrieron mucho los ojos al ver a Oliver. Su padre había cambiado mucho desde la última vez que lo vio; sus ojos claros que antes eran de un tono verde brillante, ahora seguían siendo verdes, pero más apagado, su cabello—que anteriormente era castaño claro—lo había perdido casi por completo, aunque aun asomaba algún que otro pelo del mismo color que tenía cuando era más joven y alguna que otra cana. Pero había algo que no había cambiado, y era su sonrisa, esta era tan brillante y sincera como siempre.

—¡Vaya! Veo que también has crecido mucho.

Oliver embozó una sonrisa y lo abrazó conteniendo las lágrimas.

—Os he echado de menos—decía en susurros su padre repetidamente añadiendo ''lo siento mucho'' de vez en cuando.

El rubio estuvo apunto de echarse a llorar, al igual que su hermana y su padre, pero finalmente no lo hizo.

—Vamos a desayunar y podremos seguir hablando—respondió con una sonrisa.

Bajaron al comedor y se encontraron la mesa ya servida con el típico desayuno americano; tostadas, bacon, jamón, huevo, zumo de naranja y tortitas con caramelo.

Al lado de la mesa se encontraba la mujer que los había recibido el día anterior. Esta los saludó con una sonrisa.

—Ella es Samantha. Es la asistenta, tuve que contratarla para que limpiara la casa mientras estuve en el hospital y pues como trabaja muy bien, aun sigue siendo mi empleada—les explicó.

Ambos la saludaron y se sentaron en la mesa.

—Me retiraré, si necesitan algo más, no duden en llamarme—dijo ella marchándose haciendo una leve reverencia.

—Coged lo que queráis, que no os de vergüenza—les dijo.

Ellos tomaron un plato y cogieron algunas tostadas y demás cosas que había allí.

—Llevamos mucho tiempo sin hablar… ¿Ya habéis terminado la universidad?

—Yo no fui a la universidad pero estudié en una academia y soy recepcionista de un hotel.

—Es verdad, no me acordaba… Es fantástico, mi niña. ¿Y tú, Oliver?

—Aún me quedan dos años y medio de carrera. Estudio ingeniería industrial.

—Estoy muy orgulloso de vosotros, hijos míos—sonrió—Vais a llegar muy lejos.

Ellos no supieron qué contestar, tampoco iban a decir algo con la boca llena de comida.

—Sé que os debo muchas explicaciones, pero prefiero llevaros a un lugar donde podamos hablar tranquilamente.

Ambos asintieron. Estaban distraídos terminando su desayuno cuando un par de ladridos se escucharon en la cocina. De pronto entraron dos cachorros pequeños del tamaño de una mano con el pelaje de color marrón claro, casi dorado.

—¡Princesa! ¡Buddy! ¡Volved aquí!—escucharon la voz de Samantha en el recibidor.

Ambos empezaron a corretear alrededor de la silla de ruedas y luego, uno de ellos se dirigió a los pies de Oliver para refugiarse. El chico lo miró. Tenía un lazo rosa en la cabeza y se encontraba jugando con el vuelto de su pantalón.

—Esa es Princesa—le dijo su padre—los adopté cuando supe que su madre había muerto.

Oliver tomó la perrita en brazos y vio como se acomodaba contra él.

—Al parecer le gustas.

—Es adorable—dijo acariciándola.

—Es una pena que tenga que llevarlos a la perrera, no podré hacerme cargo de ellos durante demasiado tiempo…

—¿Los vas a llevar a la perrera?

—No me queda otro remedio—se encogió de hombros.

—¿Puedo quedarme uno?—preguntó Oliver.

—¿Quieres uno?

Se quedó en silencio unos segundos. Siempre había querido tener un perro, pero no podía porque su madre le tenía alergia y… ¿qué mejor oportunidad que esa?

—Sí. Me gustan.

—Pues puedes llevartela si quieres.

Oliver asintió. Levantó la cabeza y vio que Kelly jugaba con el otro perro.

—Entonces yo me quiero quedar con Buddy—dijo.

—Perfecto, me quedaré tranquilo sabiendo que están en buenas manos—hizo una pausa—¿Habéis terminado?

Ambos asintieron.

—Entonces vamos, quiero llevaros a un lugar.

Poco después estaban dentro de un taxi que los llevaba a cual fuese aquel sitio. No tardaron demasiado en llegar, apenas quince o veinte minutos. Al llegar vieron que se trataba de una playa. Una playa inmensa con arena de color blanco que en cierta parte deslumbraba.

—¿Podéis hacerme un favor?—les habló su padre en el asiento delantero—Bajaros y daros un paseo. En seguida iré.

Se preguntaron como iba a hacerlo si tenía que ir en silla de ruedas pero finalmente obedecieron y comenzaron a pasear en aquella playa. Era un día algo frío, no del todo, ya que había sol, pero corría aire. No sabían de qué hablar, así que simplemente caminaron hasta la orilla, se quitaron los zapatos y se acercaron a tocar el agua.

—Hablaste con Diego anoche, ¿no?

—Sí, estuvimos hablando.

—Te oí un poco—dijo—¿Pasó algo?

Oliver suspiró y se encogió de hombros.

—¿Qué pasó? No me digas que habéis discutido otra vez.

—No, no es eso—se quedó callado unos segundos— Un chico está acosándolo para que se acueste con él.

—¿Y te lo ha contado?

—Sí.

—Entonces… ¿por qué desconfías de él?

—No desconfío de él. No sé de qué es capaz ese tipo y me asusta un poco lo que pueda hacer, sobre todo durante mi ausencia.

—Tienes que confiar en Diego. Se ve que te quiere y no creo que te vaya a hacer algo así. Simplemente ten confianza.

—Y la tengo, pero ya te he dicho que me preocupa.

—Es normal, pero intenta relajarte. Papá va a notar que no estás del todo bien.

—Estoy bien.

—¿En serio? No lo creo. Tranquilízate. Es más, llámalo y asegúrate de que está perfectamente.

Oliver suspiró y dudó en hacerlo, pero finalmente tomó su teléfono y lo llamó. Estuvo sonando durante un buen rato y nadie contestó. Se empezó a poner nervioso.

—No contesta—dijo tragando saliva.

—Puede que esté ocupado—contestó ella—No pienses lo peor, Oliver.

—¿Cómo quieres que no…?—su teléfono empezó a sonar, lo miró—Es él.

—Te lo dije.

Y contestó la llamada.

—¿También estabas echándome de menos?

Oliver reprimió una sonrisa.

—Puede.

—Yo sé que sí, ¿cómo te va?

—Bien, es-estoy en una playa.

—¿En serio? Qué envidia—dijo.

—Y-y a ti… ¿cómo te va?

—Bien, normal dentro de lo que cabe.

—¿Ha parado ese de acosarte ya?—preguntó mordiéndose el labio.

—Digamos que… no creo que vuelva a molestarme más.

—¿Por qué?

Diego se quedó callado un par de segundos, como si tratase de buscar las palabras adecuadas para decirle algo importante.

—Porque he conseguido que me deje en paz.

Oliver se le estaba agotando la paciencia con ese tema.

—¿Cómo?—Diego no contestó—Diego, dímelo.

Este suspiró y tardó un par de segundos en contestar.

—Le he pegado un puñetazo—habló al fin.

—¿Qué?—dijo el rubio sorprendido.

—No quiero darte detalles, simplemente me peleé con él.

—Pero...¿ estás bien?

—Puede que me salga algún que otro moretón pero estoy bien, no te preocupes.

—¿Qué pasó para que...?—el moreno lo interrumpió.

—Te lo contaré cuando vuelvas, Oli.

Oliver suspiró resignado. Miró hacia la arena, viendo a su padre sentado en esta en una toalla mientras llamaba su atención con una mano.

—Tengo que dejarte, llámame más tarde—dijo el rubio.

—Está bien, ten cuidado. Te quiero.

—Y yo—colgó y guardó el móvil en el bolsillo.

—¿Y bien?—le dijo su hermana mientras jugaba con la arena que tenía en los pies.

—Se ha peleado con él. No me ha dicho por qué—musitó.

—Pero está bien, ¿no?

—Me dijo que sí, pero...—su padre les hizo una seña para que se acercaran—Nos está llamando, vamos.

Caminaron hasta su padre, vieron dos toallas más en el suelo, frente a él.

—Sentaos, por favor—eso hicieron—Creo que es hora de que os cuente la verdad de todo esto.

Los dos hermanos se miraron confundidos.

—Veréis… Cuando vuestra madre se quedó embarazada teníamos veinticinco años—ambos se miraron extrañados, pues su madre tenía veintiséis años y medio cuando ellos nacieron—No voy a mentiros, no fue un embarazo deseado, pero en cuánto lo supimos lo aceptamos. Ella no quería decírselo a vuestros abuelos porque estaba preocupada por lo que dirían, ya sabéis que ellos siempre decían que teníamos que casarnos primero, así que eso hicimos. Nos casamos y poco después anunciamos el embarazo. Tu abuela quiso saber todo, así que cuando acompañó a tu madre al médico y le dijo que tenía más meses de lo que de verdad llevábamos casados se enfadó mucho. Vuestra madre y yo teníamos un apartamento pequeño, ya que con aquel sueldo no podía permitirme mucho más, hasta que me ascendieron. Empecé a trabajar mucho más porque realmente quería lo mejor para ella… pero por culpa de eso dejé de pasar tiempo con ella.

Por mi culpa cayó en una depresión… Y cuando tenía cinco meses perdió al bebé.

—¿Qué?—soltaron los dos—P-pero no-nosotros… ella nunca nos dijo que…

—Lo sé. Me sentí culpable, muy culpable por haberla descuidado—ambos se quedaron atónitos—Intenté recuperarla, que me perdonase y después de insistir mucho ella accedió. Un año más tarde nos dieron la noticia de que estaba embarazada de nuevo y ella al principio quiso abortar pero no la dejé—suspiró para luego sonreír para sí mismo—Cuando me dijeron que no era uno sino dos, me puse muy contento. Me hacía ilusión y aprendí a cuidarla y intenté siempre darle lo mejor. Estaba muy enamorado de ella—esa vez sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas— Hasta que tuve que venir a aquí por trabajo. Al principio solo eran tres días pero al final me tuve que quedar una semana. Cuando volví vuestra madre ya había dado a luz y os conocí. Ese continúa siendo el día más feliz de mi vida, además del de hoy.

—¿Por… por qué os separasteis?

—Ella nunca me perdonó que no hubiese estado el día de vuestro nacimiento, aunque hice todo lo que pude. Duramos cuatro años hasta que ella me dijo que quería el divorcio, me decía que trabajaba demasiado y os descuidaba. Firmé los papeles cuando me diagnosticaron cáncer -en esa época-, además de que tuve mi primer infarto. Estábamos de acuerdo en que lo mejor para vosotros iba a ser que me alejara, no queríamos que os traumatizara verme de nuevo de esa situación.

—Pero… ¿por qué no…?—intentó hablar Kelly pero la interrumpió.

—No quería que me vieseis al borde de la muerte otra vez… Pero siempre que estaba mejor iba a visitaros. Y...¿para que mentir? Quería ver a vuestra madre porque seguía loco por ella.

Se quedaron en silencio sin encontrar palabras que decir.

—Hice todo lo que pude… Quería veros antes de decir… adiós, posiblemente.

—No digas eso—respondió la rubia abrazándolo con fuerza y poco después Oliver hizo lo mismo.

No les gustaba ver a su padre llorando, pero finalmente lo comprendían mucho mejor todo lo que había pasado y que realmente no era por voluntad propia el haberse separado, sino por su salud y la de sus hijos. 

Notas finales:

Pobre Diego :-c 

No seáis crueles, pronto explicará lo que pasó :D

Bueno al fin se ha revelado lo que verdaderamente ocurrió con el papá de Oliver y Kelly y como siempre me gustaría saber vuestra opinión, teorías, etc por muy disparatadas que creáis que son XD

Volveré prontooo, se os quieree  ♥

¿Review, please?


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