El despertador empezó a sonar a las seis y media de la mañana, lo que anunciaba la hora de levantarse. Oliver se desperezó primero y se sentó en la cama para apagar la alarma. Luego le dio un par de toques en el hombro.
—¿Qué?—musitó Diego aun medio dormido.
—Tenemos que levantarnos ya.
—Pero el otro día el profesor dijo que no iba a haber clase a las ocho, sino a las diez—contestó él con los ojos entreabiertos.
—Ah, es verdad, lo había olvidado...—se volvió a tumbar—Siento haberte despertado.
—No importa—murmuró pegándose más al rubio, apresándolo con ambos brazos.
Oliver no se opuso, simplemente se quedó quieto, aprovechando aquel momento hasta quedarse dormido de nuevo.
—Oli—lo despertó cuando ya había pasado una hora y media—. Ahora si tendríamos que levantarnos, ¿vamos a la ducha?
—¿Los dos?
—Sí. Ambos tenemos que ducharnos y juntos podríamos ahorrar agua…
—Está bien—enrojeció hasta las orejas
—Está perfecto—concluyó con una sonrisa, acercándose a él para darle un casto beso en la mejilla.
Se dirigieron al baño para lavarse los dientes antes de ducharse. Escucharon una especie de ladrido en un tono bajo y dirigieron su mirada al suelo. Buscaron con la mirada hasta que finalmente vieron a una pequeña bola de pelo durmiendo en una camiseta que Oliver había dejado al lado de la cesta de la ropa.
—¿Debería ponerme celoso?—dijo riendo el moreno.
—Deberías. Te voy a cambiar por ella. Es mucho más tranquila que tú—contestó siguiéndole el juego.
Después se acercó a ella para llevarla al salón y que ellos pudieran ducharse tranquilos. Cuando volvió al baño, Diego ya estaba metido dentro de la ducha. Se dejó únicamente la ropa interior puesta y abrió la puerta de la ducha. Enrojeció al instante.
Diego no llevaba nada puesto. Absolutamente nada. Bajó su mirada al suelo y trató de formular una frase pero no lo consiguió, en su lugar escuchó la sonora risa de Diego.
—¿P-podrías ponerte algo?—murmuró al fin.
—¿Por qué? A mí me gusta estar así—tomó el brazo de Oliver y lo forzó a entrar en la ducha.
Oliver se sonrojó hasta las orejas.
—Oh, vamos. Ya me has visto así, además, hay confianza, ¿no?
—S-supongo que si—murmuró para luego quedarse paralizado al sentir como sus brazos volvían a apresarlo contra su cuerpo y sus labios siendo capturados por los del otro.
Se estremeció al sentir un contacto tan íntimo, haciendo que su corazón empezara a latir con mucha más fuerza. Correspondió al beso, que se estaba tornando lento, cosa que desesperaba a Oliver. Mordió su labio inferior para tener acceso a su boca. No era un beso especialmente tierno, era más bien todo lo contrario a eso. Sus labios se movían desesperadamente sobre los otros como buscando un contacto más profundo. Oliver acabó respondiendo al beso de igual manera. De un momento a otro, ya había llegado al baño sin haberse separado demasiado para respirar, solo lo necesario. Oliver se apartó para tomar aire. No llegaron a mucho más esa mañana. Después de ducharse, vestirse y desayunar se dirigieron a la universidad como de costumbre.
Aquel día le había asignado un trabajo en equipo, en el cual se harían grupos de tres. Oliver se debatía entre hacer equipo con Luz y Jack o con Diego, al final fue la profesora quien lo decidió. Jack y Luz harían equipo con Danielle—una amiga de Luz— y ellos dos con otro chico llamado Alan—a quien apenas conocían—.
Alan era el típico chico que se sentaba solo al fondo de la clase sin hablar con nadie porque era extremadamente tímido. El trabajo era arreglar una placa base de ordenador, cosa que había estado estudiando semanas atrás. Echaron un vistazo a la placa que tenía un par de piezas dañadas. Diego buscó una de las herramientas y se dispuso a empezar.
—E-ese no es—escucharon hablar a Alan en un tono bajísimo.
Diego se fijó bien.
—Ah, tienes razón. No me di cuenta—continuaron trabajando en la placa hasta el final de la clase.
A medida que transcurría la clase, Diego se ponía más nervioso. Alan no hablaba con ninguno de los dos directamente, solo murmuraba y miraba a Oliver por el rabillo del ojo. Para alivio de Diego, esa clase solo duraba 50 minutos.
A Oliver, en cambio, el chico le parecía trabajador. Era inteligente y sabía lo que hacía, así que había sido bastante ameno para él.
—Ha sido e-entretenido trabajar con vosotros—musitó Alan cuando ya había terminado la clase.
—Sí, deberíamos hacer más trabajos juntos—intervino Oliver quien se llevó una mirada seria de Diego.
—C-claro—sonrió tímidamente para luego recoger un par de libros de su mesa y marcharse.
Ellos también empezaron a coger sus cosas.
—¿A qué vino eso?
—¿A qué vino el qué?
— ''Deberíamos hacer más trabajos juntos''—dijo tratando de imitarlo.
Oliver bufó.
—Yo no hablo así y estaba siendo simpático.
—¿Simpático? Para el trabajo en pareja que hay que entregar la semana que viene, ¿lo harás con él?
Oliver reprimió una carcajada.
—Diego, ¿Estás celoso?
—No—contestó, Oliver levantó una ceja—. Un poco.
—Eres un idiota—murmuró empujándolo levemente con el brazo.
—¿Interrumpimos?—dijo Luz acercándose a ellos.
—No—contestó el rubio dirigiéndole una mirada envenenada.
—¿Cómo te fue en el viaje? Jack me contó que te habías ido a ver a tu padre—le dijo saliendo del aula.
—Sí, estuvo bien. He hablado bastante con él y ahora solo tendré que esperar a saber si la operación sale bien.
—Eso espero—respondió ella.
Salieron del edificio.
—Oliver, ¿podemos hablar?—dijo de repente Jack.
—Claro, ¿de qué?
—Solos, a ser posible.
Oliver frunció el ceño y asintió.
—Adelantaros, en seguida vamos.
Luz y Diego se alejaron, este último con cara de pocos amigos.
—¿De qué querías hablar?
—Joe va a volver.
—¿Qué?—fue lo único que pudo articular.
—Ha conseguido trabajo aquí. Dice que en Londres no tiene mucho que hacer. No tiene amigos.
—No me extraña…—murmuró pensativo.
—¡Oliver!—lo ''regañó''.
—¿Qué? Tú también hablas mal de Diego.
Jack levantó una ceja.
—Es diferente y además, estábamos hablando de Joe.
—Ya, ya—hizo una pausa—¿Por qué querías decírmelo?
—Por nada, para que lo supieras.
—¿Cuándo viene?—preguntó.
—Este viernes.
—Ah… Solo espero que no vuelva a molestar a Diego.
—No lo creo, se arrepintió de verdad cuando hizo lo que hizo—contestó.
—¿Te gusta?
Jack suspiró.
—N-no, somos amigos.
Ahora fue Oliver el que levantó una ceja.
—Cuando te vea con él, puede que me lo crea.
—Cree lo que quieras—se encogió de hombros comenzando a caminar hacia la parada de autobús.