-¡Ya basta Chimuelo!- gritó el joven vikingo con furia y desesperación, su dragón no dejaba que él pudiera revisar al peliblanco cómodamente; la noche anterior cuando lo llevó a casa, éste empezó a actuar extraño también, no era normal. Soltó un suspiro y trató de recobrar la calma.
-Lamento haber hecho eso, pero no es de mucha ayuda el que estés a la defensiva en estos momentos ¿sabes?- acarició la cabeza de su fiel amigo –solo veré si está herido, nada más ¿sí?- pero una segunda voz se hizo presente
-¿Qué diablos…?- Hiccup se sorprendió y volteó rápidamente.
-Tranquilo- dijo lo más serenamente posible mientras se acercaba a la cama para no alarmar al peliblanco que empezaba a recobrar la conciencia y evitar un alboroto innecesario.
Su cuerpo le dolía a morir y no se diga de su cabeza -¿Qué es este lugar?- preguntó con una mueca en su cara.
-Estás en Berk, una isla vikinga y éste es mi cuarto, soy Hiccup y él es mi amigo Chimuelo- respondió el vikingo serenamente.
-¿una isla vikinga? Niño no es momento para juegos, dime donde diablos estoy- estaba confundido e irritado, no podía creer que estuviera en un lugar así, era imposible.
Chimuelo empezó a molestarse también, nadie le había hablado jamás así a su jinete.
-Grrr-
Antes de que Hiccup pudiera voltear y decirle a su amigo que se tranquilizara éste se había adelantado y estaba encima del peliblanco dispuesto a arrancarle la cabeza.
-¡¿Qué demonios?! ¡Bájate!- el peliblanco estaba asustado y aún más pálido.
-¡Chimuelo!- Hiccup se abalanzó sobre él y trató de calmarlo pero la Furia Nocturna no cedía, estaba perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
-¡ES SUFICIENTE!- Hiccup estaba rojo del coraje y respiraba con dificultad.
Nuevamente dio un suspiro y trató de contenerse.
Chimuelo no había visto jamás a Hiccup así, temió que éste fuera a explotar de lo rojo que estaba, no le quedó más opción que obedecer e hizo caso a su jinete pero aún miraba amenazadoramente al “invitado” que estaba paralizado del miedo.
Hiccup no estaba del todo sereno aún, apretó los puños y decidió contarle lo sucedido el día anterior al peliblanco.
Al terminar la anécdota, el peliblanco se sintió avergonzado por lo sucedido hace unos momentos.
-G-gracias y lo siento- estaba muy apenado – mi nombre es Jack Frost-
El humor de Hiccup había mejorado y tenía una pequeña sonrisa en su rostro.
-No hay de qué- respondió el vikingo aliviado-pero, ¿qué fue lo que ocasionó que estuvieras en esta situación?-
La mente de Jack se quedó en blanco, ¿cuál era la razón?, no lograba recordar, o más bien quería ocultarlo, no deseaba revivir esos momentos.
-¿Jack?- la voz del vikingo lo sacó de sus pensamientos.
-N-no lo recuerdo-
-Esto es malo, tendremos que hacer que recuerdes, debes regresar con tu familia-
¿Familia? Las imágenes de ellos pasaron por su mente haciendo que se sintiera culpable por ser cobarde, realmente no quería recordar. Los había abandonado y ellos a él, no quería saber de ellos.
-Y-yo no tengo familia- dijo tristemente.
Hiccup lo miró con pena, la atmósfera se había tornado incómoda de nuevo.
Todo quedó en silencio por unos minutos, Toothless presentía que esto se iba a tornar mal para él. No quería que nadie se interpusiera entre su humano y él. Desde hace un tiempo había planeado enseñarle a Hiccup una habilidad que antes pensaba era innecesaria, estúpida e incluso llegó a pensar que era una maldición pero descartó todo eso cuando le pasó por su cabeza que podría beneficiarlo para poder convivir más con Hiccup, pero se arruinó la oportunidad gracias al “invitado” de éste.
-Bueno- dijo Hiccup estirándose –con todo esto, me he olvidado de checar tus heridas Jack-
¿Checar?
Toothless sintió celos y rabia, ¿acaso ese no era el deber de un curandero? ¿Por qué de todas las personas que hay en Berk siempre le pasan cosas fuera de lo común a sólo Hiccup?, pero al ver como el pálido se quitaba la prenda azul y dejaba al descubierto su anatomía y cómo su humano le untaba pomadas y vendaba sólo sirvió para alimentar los celos y la furia dentro de él; no podía contenerse pero sabía que si atacaba al peliblanco Hiccup lo sermonearía y se alejaría más de él.
-Listo- dijo Hiccup satisfecho –los ungüentos harán que disminuya el dolor-
-Gracias, para ser vikingo eres muy amable, las historias que he escuchado de ustedes solo hablan de matanza y guerras-
Hiccup soltó una risita- lo sé, la mayoría me dice esas cosas, por cierto ¿quieres comer algo?-
-claro- respondió Jack con una sonrisa
-En seguida vuelvo, Chimuelo cuida a Jack por un rato ¿sí?- Toothless solo asintió con pesadez y vio a su amigo cerrar la puerta tras de sí.
-Así que, ¿tú eres su mascota?-
Toothless miró al peliblanco con ira, no era su mascota, era su amigo.
Jack dio un suspiro y se recargó en la cabecera, miró al dragón y notó cómo la ira era evidente en su mirada
-no quiero empezar con el pie izquierdo, seamos amigos ¿Te parece?- trató de sonar lo más relajado posible aunque por dentro sentía como el dragón lo fulminaba con la mirada.
¿Amigos? Inaceptable, pero nada perdía con intentarlo ¿cierto? Siempre y cuando no se acercara demasiado a su Hiccup. Asintió y se acercó a él, al principio Jack pensó que iba a atacarlo y cerró los ojos esperándose lo peor, pero fue todo lo contrario: el dragón se acercó para que le acariciara la cabeza.
-¿Eso es un si verdad?- dijo temeroso mientras acercaba su mano con miedo.
-Vaya, no me esperaba esto- dijo Hiccup riéndose un poco mientras entraba a la habitación con un tazón en manos.
Jack agradeció y empezó a comer, su cara fue de asombro y satisfacción cuando terminó.
-Mis respetos Hiccup, estuvo delicioso-
-Jaja, gracias, por cierto, toma- dijo entregándole su bastón –te aferrabas a él como si tu vida dependiera de ello-
Jack lo tomó y agradeció
-¿Para qué sirve?- preguntó Hiccup con curiosidad
-observa- unos cuantos movimientos fueron suficientes para que unos copos de nieve se hicieran presentes por toda la habitación.
-¡impresionante!-
-¿Cómo lo hiciste?- dijo Hiccup con asombro
-Es una habilidad- respondió alegre de que a Hiccup le gustara y no tuviera miedo de él.
Toothless también estaba impresionado, jamás había visto a un humano hacer tal cosa. Rieron y hablaron por un buen rato, Jack debía guardar reposo por un corto tiempo pero había algo que le inquietaba a Hiccup: ¿Cómo decirle a su padre? Muy apenas pudo asimilar el asunto de los dragones, “de seguro le dará un ataque” pensó. ¿Qué tal a Astrid? Ella ha demostrado ser una fiel y buena amiga. Pero eso sería después, por ahora debía estar al pendiente de su nuevo amigo Jack. Diablos, de nuevo estaba en una situación algo complicada.