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Todos los días era lo mismo: me despertaba, tomaba una ducha, desayunaba, iba a clases y luego en la noche iba a cumplir mi castigo con Severus. Hacía una semana que tenía detención con él. Durante las horas que pasaba lavando calderos intentaba calmar mis pensamientos, para así evitar una situación como la que había ocurrido en el primer día de detención. Quería que si entraba a mi mente, solo encontrara recuerdos y pensamientos tontos…que no encontrara que no dejaba de pensar en él.
-Potter-llamó, logrando que los vellos de mi nuca se erizaran y que brincara en mi lugar- qué le sucede?-cuestionó con desagrado- últimamente está más torpe que nunca-dijo con burla
-no sucede nada, señor- aseguré mientras giraba sobre mis talones para mirarlo a los ojos y no darle la espalda. Su mirada era tan profunda, penetrante e intimidante como siempre, logrando que la sangre se me helara
-no es bueno mintiendo-dijo con voz profunda…esa voz que me hacía temblar como una hoja al viento. Cómo quisiera que esa voz fuera usada en una situación distinta…
-le digo la verdad- reafirmé mi mentira-no sucede nada
Era evidente que se había dado cuenta de que mentía, ya que mientras que hablaba, intentaba no mover ni un solo músculo que no fueran los del rostro. Me encontraba como paralizado en el lugar en donde me encontraba de pie. Él solo arqueó una ceja y volvió a corregir los papeles que tenía en frente. Por un momento me quedé quieto en mi lugar, sin saber si quedarme así o volver a hacer lo que estaba haciendo antes. Pensamientos cruzaban mi mente a la velocidad de la luz. Cientos de preguntas se empezaban a formular en mi cabeza: ¿por qué me pregunta sobre si me sucede algo?, ¿será que le interesa lo que pase conmigo?, ¿querrá decirme algo y no se anima?
Al voltear para volver a lavar los calderos, una amplia sonrisa se formó en mi rostro. Todos aquellos pensamientos hacían que un calorcito se instalara en mi pecho sin poderlo evitar. Mordí mi labio inferior para evitar reír y que pareciera un loco.
-señor-dije, llamando su atención. Quería comenzar una conversación, aunque no sabía sobre qué hablarle. Solo quería que esa felicidad durara un poco más- qué clase le gusta más impartir?-pregunté. Era una pregunta bastante tonta e impertinente, pero solo quería escuchar esa voz tan grave que hacía temblar-¿DCAO o Pociones?
-por qué habría de decírtelo, Potter?-preguntó con fastidio
-no lo sé-respondí-solo era curiosidad
Con algo de tristeza por haber obtenido esa respuesta, agaché un poco la cabeza y continué con la limpieza. Los minutos pasaron y el silencio se volvió a apoderar del lugar.
-no lo sé-dijo Severus. La respuesta había tardado tanto que me había agarrado por sorpresa-supongo que ambas
Esa voz sonaba tan hermosa y melodiosa ante mis oídos, que me hizo estremecer… Debía de aprovechar esa pequeña oportunidad y continuar con esa conversación.
-aunque no lo crea, me gusta su clase de DCAO- confesé con algo de vergüenza pero con un pequeño tono de coquetería en la voz
-no me haga reír-contestó con agrura
-le digo la verdad-afirmé-me gusta cómo imparte su clase- sonreí ampliamente. Me encontraba aun de espaldas a él, así que no podía ver mi rostro. Seguro parecía un loco por la forma en la que sonreía sin poder evitarlo
-supongo que esa es la única clase en la que no es tan inútil
¿Acaso eso había sido un alago?...claro, un alago muy a su estilo. No cabía en mi felicidad.
-gracias, señor-dije con alegría
-ojalá también dejara de ser tan inútil en Pociones-agregó con acidez- Si ya terminó, se puede retirar
Cuando iba a contestar, me di cuenta de que ya había terminado, y al parecer él también lo había notado.
-hasta mañana- dije a modo de despedida, y me retiré sin esperar una respuesta a cambio
Como casi todas las noches, corrí por los pasillos y subí por las escaleras, pero en esta ocasión no podía dejar de reír como una muchacha enamorada. Me sentía completamente dichoso. Esa conversación no había durado mucho, pero ese poco tiempo había bastado para hacer que mi corazón latiera con fuerza.
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Con el pasar de los días y las semanas, en cada castigo había un nuevo tema de conversación entre Severus y yo. Solo eran pequeños temas de conversación, pero que hacían que me sintiera sumamente feliz. Hermione se había dando cuenta de eso, y no paraba de preguntar. Ron no decía nada respecto a ese tema, porque solo se quejaba sobre Draco y su extraño comportamiento. Desde aquel día en el tren, no tenía otro tema de conversación que no fuera Malfoy. Día y noche se la pasaba gruñendo y culpándolo hasta por lo que no hacía.
Esa noche, luego de mi castigo, no pude evitar sentir una pequeña tristeza ya que ese día había sido el último de detención. Luego de eso ya no habría más conversaciones que alegraban mi corazón y que hacían que durmiera con una sonrisa dibujada en el rostro. Debía de inventar un modo para poder acercarme a él de ese modo…o de un modo más íntimo.
-de verdad no sé qué se trae ese hurón-volvió a decir Ron
-ya, Ron!-grito Hermione- no dejas de hablar de él. Todo el día te la pasas pensando en él-dijo molesta- Estoy empezando a creer que te gusta
Ese comentario de Hermione causó una risa incontrolable en mí. Lo que decía era completamente cierto, ya que Ron presentaba todos los indicios de estar enamorado, pero no lo quería reconocer, y en lugar de eso solo se quejaba sin parar.
La cara de Ron estaba casi morada por la vergüenza que le había causado las palabras de Hermione.
-no sé de qué hablas-dijo completamente nervioso
-no te hagas el tonto, Ron-comenté- no dejas de hablar de él. No sé por qué no nos dices la verdad si somos tus amigos
-no sé a lo que se refieren-su rostro aun seguía del mismo color que antes-Miren la hora que es-dijo esquivando el tema-ya es hora de ir a dormir- se puso de pie, y sin esperar a que le dijéramos algo, se fue