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UN ANGEL ENCADENADO por Starfugaz

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Notas del capitulo:

 Agradezco su paciencia, como apoyo a esta historia nwn

 


CURIOSIDAD


EN EL PALACIO


Kuroko caminaba hacia uno de los balcones de su hogar, viendo fijamente el  horizonte deseando ver aunque sea a la distancia el distrito Pet, su mirada celeste estaba fija en ese lugar, para cerrar sus ojos e imaginar el rostro del alfa pelirrojo, haciendo que su rostro se sonrojara y su corazón palpitara como loco pero solo los entreabrió cuando la verdad le caía de golpe. Ese Pet lo odiaba solo por ser un príncipe, uno de los verdugos que esclavizaba a su gente, y él no tenía voz para reclamar a sus demás amigos, a sus casi hermanos mayores, solo dejo caer un par de lagrimas de dolor para caminar más cerca del balcón con la esperanza de ver aunque sea la punta de la catedral de los Pets. 


—Príncipe tenga cuidado al pararse ahí, un descuido y puede caer —dijo una joven sirviente que iba pasando pero al notar como ido a su príncipe y muy cerca del barandal podía correr el riesgo de caer y los demás príncipes irían por su cabeza por no cuidar al más pequeño del grupo.


—Lo siento, estaba viendo algo —respondió el peliceleste para retirar su vista al paisaje y dirigirse a la joven que solo asintió para verlo salir del lugar  a caminar en el jardín real —Desearía verlo de nuevo —susurro al aire para mirar al cielo, buscando si en alguna nube encontraría el rostro del Inu pelirrojo.


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Estaba frustrado, deseaba concentrarse en su libro de estrategias pero era imposible, cada momento recordaba la humillación que vivió con ese neko pelinegro, la risa traviesa, de superioridad que le dedico una vez, que obtuvo su amuleto jamás lo olvidaría.


—Estúpido, neko, nanodayo —susurro Midorima para cerrar fuertemente su libro a este paso, jamás volvería a tener paz, pero solo entrecerró los ojos tratando de respirar lentamente, podía ser un molesto animal pero tenía su encanto sus ojos, unos hermosos ojos llenos de curiosidad, de valentía y un orgullo en alto, tanto así que no se intimido cuando lo tenía acorralado, todo lo contrario lucho sin quitar su risita, esa risita que le estaba molestando y era de seguro que ni Aomine había logrado desquiciarlo tanto como lo hizo ese tipo, pero lo buscaría, claro que lo haría porque ese ladrón era de seguro que iba a volver a su territorio y cuando lo iba atrapar con las manos en la masa, era mejor que se rogara a sus santos, porque le haría hablar donde dejo su amuleto de la suerte.


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Patada, golpe, patada, puño, giro, patada voladora eran los golpes que practicaba Aomine, su entrenador solo dio unos paso atrás, su príncipe estaba furioso, más de lo normal Daiki tenía su carácter. Carácter que controlaba con golpear un saco de arena, o entrar con él o alguno de sus discípulos pero ahora, era diferente estaba realmente enojado, la furia se podía sentir en cada golpe que daba.


—tranquilo muchacho —pudo atinar el entrenador para esquivar por poco otra patada voladora de su aprendiz pero este solo gruñía por lo bajo, al notar que era mejor dejarlo solo, solo salió del cuadrilátero para enseñarle el saco de arena, fue cuestión de segundos en que Daiki salto del lugar para caer con gracia al suelo y dirigirse a su nuevo blanco, se posición para con sus brazos se acomodaron para practicar boxeo sus puños cerrados dieron en el lugar exacto, moviendo el saco.  No se dio cuenta que estaba solo pero realmente necesitaba descargar todas esas emociones, era la primera vez que se, sentía de esa forma, fuera de su zona de confort y todo la culpa la tenía ese Pet, rebelde y raros ojos dorados.


atrévete acercarte y veras lo que pueden hacer estos colmillos de bebé en tu cuerpo, si llego a morderte“


Maldijo su mente, al recordarle la voz de ese ladrón, tan cargado de orgullo, tuvo que dar una secuencia de golpes en el saco para evitar pensar en la piel blanca del rubio, era tan suave, tan tersa, tan inmaculada. Se detuvo al imaginarse que no haría él, si pudiera morder ese cuello, esa piel, corromperla pero al darse cuenta a donde iba esa línea de pensamientos, tuvo que correr por una botella de agua fría y tirársela toda en su cara


— ¡Qué demonios acabo de pensar! —se reprendió mentalmente para mirar el lugar vacio, se trono el cuello para regresar a su entrenamiento, era ilógico estar pensando en esas tonterías.


“Eres un maldito imbécil, de verdad crees que venderé mi libertad, y más por un chico mimado como tú “


Al recordar que ese tipo, se atrevió a rechazarlo, a él que era el príncipe, un simple Pet rebelde se dirigió a él, peleo como un soldado de sus filas, jamás bajo la mirada al suelo, sino todo lo contrario le hizo frente, esos ojos, esos labios de tentación, lucharon para dejarlo en ridículo, si alguna vez miraría a ese niño, le daría una buena lección de respeto a los mayores.


Aunque no lo quisiera admitir, ese Inu le provocaba curiosidad, la forma en que lo trato, pero sus últimas palabras, él junto a sus amigos era consciente que cada pets que estaba esclavizado por un humano era porque había decidido vender su libertar por dinero, jamás había atacado el distrito de mascotas para arrancarles las crías a esos animales, entonces porque ese rubio le restregó en la cara esas duras palabras, llenas de dolor, angustia, rabia, lo sintió impotente, y por una milésima de segundo tuvo tentado abrazarlo, pero deseo que desecho cuando recordó que uno de ellos mato a su padre, que eran una raza maldita, que él debía odiarlos con cada gota de su sangre.


“Son unos cobardes los de tu tipo, hombres que se creen Dios, que hacen actos tan atroces, tu gente nos roba, roba a las crías para hacerlo esclavos, nosotros robamos porque no tenemos opción y tú me decís, TE ATREVES A DECIR QUE NOS VENDEMOS POR QUE LO DESEAMOS. Muchos no tenemos opción, ustedes sean encargados de robarnos nuestra libertad, esclavizarnos como animales”


—Lo más seguro, fue que me mintió —menciono para salir del lugar, ya era suficiente por ese día.


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Desde que era niño, se acostumbro a dar órdenes y esas se cumplieran, por su carácter y voz de mando, nadie se atrevía a contradecirlo, nunca había encontrado alguien que le llamara la atención, hasta ese noche, su mirada morada, su cabello, aunque actuaba como niño, era un guerrero, lo intimido pero en un sentido bueno, por primera vez se sintió que era un omega, que tembló al estar en la presencia de su alfa.


Ver esa actitud relajada, rayando al falto interés, aburrimiento del rostro de ese alfa, era como si, sus guardias fueran mondadientes,  ver esa mirada morada sin interés en su batalla, pero para su mirada no paso percibido la preocupación del tipo. ¿Quién era más importante que él?


Observar esa grandes como fuertes manos pelear sin el mínimo de esfuerzo, le lleno de curiosidad de saber cómo serian esas mismas manos si recorrieran su cuerpo, sentir esa mirada cargada de lujuria sobre su cuerpo, marcándolo  como pareja y tener los bebes de él…Abrió grandemente sus ojos al darse cuenta a donde iban la línea de pensamiento. El un omega puro, pensando en eso y en especial con un Pet solo le dio ganas de darse golpes en la pared, haber si de esa forma se le ordenaba las ideas.


 


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Alex seguía cuidadosamente con su mirada el entrenamiento de sus hijos, como amigos, eran formidables, dignos de sus linajes, su pequeño Ryota era un gran experto en utilizar las armas blancas, como espadas, dagas, puñales, en sus ojos se miraba la fiereza a la hora de combatir, como los expertos en cuerpo a cuerpo, Taiga, Murasakibara, Tatsuya, tenían en sus venas el fuego de la batalla, aunque su gigante a veces, le costaban entrar a la zona, pero cuando lo hacía era indetenible. Shun y Takao eran unos genios en las estrategias, combates, como sus maneras únicas de tratar a las personas. Eran sin dudar a dudas guerreros.


Pero como toda madre, presentía que algo les había pasado en la batalla, están distantes, curiosos los alfas se quedaban  observando largo rato al palacio como si desearan ver algo o alguien, y eso le preocupaba como nada, eran pequeños en cuanto a su madurez, ¿Qué sabían ellos del amor? Eran inocentes, en esa área y temían que les rompieran el corazón a todos ellos, incluso Kise que juraba jamás enamorarse.


Realmente tenia la necesidad  de saber quienes habian sido los que lograron despertar la curiosidad de sus pequeños, que magnificas personas hicieron ese milagro.


 


CONTINUARA…


 

Notas finales:

Espero sus comentarios, tomatazos, amenazas de muerte nwn

 


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