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La semana de Jirou por AliceNya

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Notas del capitulo:

Lamento mucho la demora, me fui de viaje porque hubo feriado largo y la PC pues se quedó en casa n_n'. Aquí va el tercer capítulo :)


Capítulo 3: Un rey a tus órdenes

Atobe todavía tenía sueño cuando llegó a la casa de Jirou, pero al menos llegó a tiempo para despedir a la madre del castaño.

- Espero que no te cause ningún problema.

- No lo hará –le aseguró. Si lo único que hace es comer y dormir…

- Confío en que lo cuidarás bien –la madre no era ninguna tonta, por lo que le guiñó el ojo antes de irse en el taxi que la estaba esperando, cosa que desconcertó un poco a Atobe.

Cuando ya se hubo ido, entró a la casa con el juego de llaves que le había dejado y se dispuso a ver a Jirou, quien para variar estaba durmiendo. Su pastilla todavía le toca en 3 horas. Verlo dormir le dio más sueño, por lo que programó su alarma para la hora indicada y, sin siquiera pensarlo mucho, se echó al lado del castaño, ya que, después de todo, era una cama.

Atobe se despertó un poco antes de la hora prevista, y cuando abrió los ojos, vio que tenía a cierto dormilón abrazado a su pecho sin ninguna vergüenza, ¡hasta una sonrisa tenía mientras seguía durmiendo! Qué tierno se ve así… pensó mientras estaba por levantar la mano instintivamente para acariciar el cabello del castaño, cuando se percató de lo que iba a hacer. ¿¡Pero qué me está pasando?! Desde ayer estoy así… Diablos, mejor me levanto a buscar las pastillas. Se alejó con cuidado de no despertarlo y salió de la cama, dejando a Jirou roncando a pierna suelta. No pudo evitar sonreír cuando volteó a echarle un último vistazo antes de salir de la habitación.

- Baka… Kei… chan… –susurró entre sueños.

Al sonar la alarma, Jirou se despertó de un susto. No sólo por el ruido de la alarma, sino porque habría jurado que estaba abrazando a Atobe. Creo que fue un sueño… ¡Pero qué bonito sueño!, sonrió con ese pensamiento, hasta que soltó un gritito poniendo una cara de terror cuando vio al mismísimo personaje de sus sueños entrando a su habitación.

- No deberías gritarle así a Ore-sama, ¿sabes? –dijo con un vaso con agua y la pastilla que le tocaba–, usualmente escucho gritos pero no de terror, sino de admiración.

- ¿¡P-pero qué haces a-aquí!? ¿¡C-Cuando lle-llegaste!?

- Uno, vine a cuidarte. Dos, hace bastante rato. Toma –le tendió la pastilla y el vaso, el castaño se tomó la pastilla y le devolvió el vaso a Atobe.

- Arigatou, Kei-chan –sonrió.

Por Kami, me va a matar de tantas sonrisas…

Fue a dejar el vaso en el fregadero y volvió a la habitación de Jirou para seguir cuidándolo y preguntarle cómo se sentía. Pero el dormilón no estaba.

- Jirou, ¿dónde estás? ¡Jirou!

Silencio total.

- Jirou, tienes que quedarte en cama. ¿Dónde rayos se metió ese chiquillo? ¿¡JIR…AHHHH QUÉ!?

- Jijiji, ¿no fue así como me trajiste a mi habitación? –sonrió bien colgado cual mono en la espalda de Atobe.

- ¿Cómo es que recuerdas eso? –preguntó ruborizándose un poco.

- ¡Entonces no fue un sueño! –Atobe estaba con una cara de póquer: pensó que no tendría por qué decirle lo de la cargada, pero él solito se delató.

- Eh… ¿Te sientes mejor?

- Más o menos, sentía mucho calor pero pensé que era por estar divirtiéndome contigo –rió sin darse cuenta de sus palabras.

- ¿¡…!?

- ¿Dije algo malo? –dijo sintiendo como el cuerpo de Atobe quedaba rígido.

- Ejem, no. Debe ser porque comiste mucho helado. Lo siento.

- No te disculpes, ya me tocaba –no se había enfermado desde hacía varios, varios meses.

Siguiendo con la cháchara, Atobe no tuvo más remedio que llevarlo cargado a la habitación y obligarlo a que siguiera echado, ya que para su sorpresa, tenía demasiada energía.

- Tu madre me dijo que cuidara de ti, así que si necesitas algo, sólo pídemelo.

- Hai, Kei-chan –asintió–, échate conmigo.

- ¿Por qué? –vaya que siempre lo ponía en aprietos sin darse cuenta. Su inocencia no tiene límites.

- Porque quiero ver la TV, baka –respondió como si fuera la cosa más obvia del mundo.

Atobe se dio cuenta de que nadie nunca lo dejaba sin palabras como lo hacía él, nadie lo sorprendía tanto como lo hacía él, aunque muchos creyeran que sólo paraba durmiendo donde se le antojaba. Cuando se recostó a su lado, miró de reojo al castaño: el perfil de aquel muchacho era adorable, siempre sonreía para él y no podía estar más agradecido. Me gusta estar con él. De dispuso a ver la televisión con él, quien había puesto un canal de películas antiguas. Atobe se sorprendió de ello, pero rió en silencio cuando vio que a los 5 minutos ya se había vuelto a dormir; no obstante, él se quedó enfrascado en la película que estaban dando así como en las canciones que componían esa película/musical.

“Here in this room, he calls me softly
Somewhere inside, hiding.
Somehow I know he's always with me
He, the unseen genius.”

- Me pregunto si alguna vez habrá visto esta película –dijo en susurro mientras acariciaba el cabello del castaño, quien se había quedado dormido en su hombro. ¡Ay! Bueno, ya qué… Ya lo hice al final. Siguió acariciando los cabellos castaños del dormilón durante toda la película, lo cual no parecían molestar en lo absoluto al bello durmiente.

Por un momento, cayó en la cuenta de la imagen que ambos podrían tener si alguien los estuviera observando: una típica pareja que veía una película mientras uno de ellos simplemente caía dormido cual cliché y el otro continuaba viendo el filme, ambos abrazados como si fuera una escena hogareña.

Qué ridículo.

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Atobe todavía se mostraba un poco escéptico respecto de sus sentimientos, pero no podía negar la buena compañía que le hacía ese chiquillo escandaloso y encantador a la vez. Como no le tocaba otra pastilla hasta la noche, decidió levantarse y preparar algo para comer, pues ninguno de los dos había comido y ya se acercaba la hora del almuerzo. Preparó algo ‘suave’ para que ambos pudieran comer lo mismo, y cuando hubo terminado, fue a buscar al dormilón.

- Jirou, despierta, es hora de comer.

- Quiero… Kei… chan –murmuraba de nuevo en sueños, claro que esta vez el peligris lo estaba escuchando y un montón de cosas pasaron por su mente.

- Jirou, ya es hora del almuerzo –lo movió pero nada… Hasta que se le ocurrió una idea– ¡PASTEL!

- ¿¡DE FRESA!?

- En tus sueños –respondió con sorna–, ven que Ore-sama ha preparado algo con sus propias manos.

- Yo quería pastel –refunfuñó para luego bostezar.

- No me hagas perder la paciencia, Jirou, que para la próxima te dejaré morir de hambre.

- Está bien, está bien… ¡WOW!

Había una fuente de ensalada, pan para acompañar una sopa estilo italiano que había preparado y spaghetti al pesto. Y como no podía faltar según el estilo de Atobe, una botella de vino tinto con una copa de cristal.

- Siéntate, por favor.

- ¿Por qué sólo hay una copa? –preguntó algo extrañado.

- Porque tú estás con medicación. Tal vez en otra oportunidad me acompañes –dijo con altivez, pero eso no le molestó a Jirou, quien ya empezaba a devorar el pan y la sopa.

- Eshta murhico, Kjei-cham –dijo hablando con la boca llena.

- No me hace falta ver si lo que comes llegará a tu estómago, Jirou.

- Jiji perdón, perdón –poco le importaban los modales cuando la comida era deliciosa.

Terminaron de comer y Atobe se dispuso a limpiar la mesa y la cocina. Jirou lo miraba intrigado pues jamás pensó que Atobe pudiera encargarse él solo de un montón de tareas, sobre todo tareas del hogar.

- No es necesario que me mires con esa cara, ¿sabes? Sé cómo mantenerme por mí mismo –dijo respondiendo a los pensamientos del castaño.

- ¡Kei-chan! –gritó de alegría y lo abrazó por detrás mientras éste seguía en los quehaceres.

- ¿Y por qué de repente tanto amor? –bromeó.

- Es que eres increíble –respondió pegando más su cabeza a la espalda de su buchou.

- Dime algo que no sepa, baka.

- Baka tú.

- Jirou…

- ¿Qué?

- No puedo limpiar si me estás abrazando así.

- Pero no te quiero soltar –dijo fingiendo tristeza.

No pudo más con esa voz y esa manera de mirarlo cuando volteó; correspondió el abrazo del castaño y lo levantó levemente para poder besarlo mientras hacía que éste se aferrara a su cuello. Había tomado por sorpresa a Jirou, quien tardó unos segundos en saber lo que estaba pasando y cerró los ojos para poder disfrutar de aquel beso. Sus labios fueron separados gentilmente por los labios de Atobe, quien hacía sentir mariposas en el estómago al castaño.

Sabe a fresas, para variar.

Notas finales:

Bueno, por si acaso la película es El Fantasma de la Ópera, me encantan las canciones y esa sección de Angel of Music me pareció pertinente n_n. El próximo capítulo lo subo el miércoles, sean pacientes y déjenme reviews para ver si les gusta :)


¡Nos vemos!


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