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Oscuro por uta

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Su mano tembló al abrir la puerta, al respirar el aire del pasillo. De nuevo, su cuerpo volvía a ser suyo, se movía naturalmente, de forma acompasada, obedeciendo sus propias instrucciones. Bajó las escaleras corriendo y entró en el comedor.

Había varias mesas ocupadas, bastantes más que la noche anterior. Normalmente, Luhan evitaba los lugares públicos tanto como le era posible, así no tenía por qué preocuparse de levantar su escudo protector para no sentir las emociones ajenas. Inspiró profundamente y entró.

Jongin le dio la bienvenida con una sonrisa, se levantó como si esperara que se uniera al grupo de su mesa. Luhan le sonrió a su vez, sin darse cuenta de su apariencia, inocente, sensual y completamente inalcanzable. Cruzó la habitación, saludó a Chen y fue presentado a Victoria y Kris Wu. Chinos. Intentó no mostrar ninguna señal de alarma. Sabía que su fotografía había sido publicada en todos los periódicos e incluso en la televisión, durante la investigación de los últimos asesinatos. No quería ser reconocido, no quería volver a vivir la horrenda pesadilla que supuso la mente depravada y retorcida de aquel hombre. No habría lugar para un tema tan horroroso durante la cena.

- Siéntate aquí, Luhan - Jongin le ofreció una silla de respaldo alto. Evitando cuidadosamente el contacto físico, Luhan se sentó. Era un infierno estar cerca de tanta gente. Cuando era pequeño, la cantidad de emociones que percibía lo sobrecogían. Estuvo a punto de volverse loco hasta que aprendió a protegerse, a construir una barrera protectora. Funcionaba a no ser que el dolor o la angustia fueran demasiado fuertes, o si tocaba de forma física a cualquier otro ser humano. O si estaba en presencia de una mente enferma y malvada.

En ese momento, con la conversación fluyendo a su alrededor y todos disfrutando de la cena, empezó a sentir los síntomas clásicos de la sobrecarga de imágenes. Unos agudos pinchazos le atravesaban la cabeza y su estómago protestaba. No sería capaz de comer.

Sehun inspiró el aire de la noche, moviéndose despacio por el pueblo, buscando lo que necesitaba. No era un hombre. No podría soportar tocar la piel de otro hombre. Era muy peligroso que lo hiciera en su actual estado de excitación sexual, estaba muy cerca de sucumbir a la transformación. Podía perder el control. Por eso tenía que ser una mujer. Se movió fácilmente entre la gente, devolviendo saludos a aquellos que conocía. Era un hombre respetado y querido. Se deslizó detrás de una joven fuerte. Su olor era saludable, sus venas estaban llenas de vida. Tras una breve y sencilla conversación, Sehun envió suavemente su orden, pasó su brazo por los hombros de la muchacha. Se internaron en las sombras, inclinó la cabeza y se alimentó. Mantuvo sus emociones firmemente controladas. Le gustaba esta mujer, conocía a su familia. No podía cometer ningún error. Mientras levantaba la cabeza, le asaltó la primera oleada de angustia. Luhan.

Inconscientemente había buscado el contacto mental con el, rozando su mente para asegurarse de que aún seguía allí. Ahora que estaba alerta, acabó su tarea rápidamente, liberó a la joven del trance, continuó con la conversación, riendo amistosamente, aceptando con alivio la mano del muchacha al despedirse, sujetándolo cuando pareció perder el equilibrio. Sehun abrió su mente, se concentró en el hilo que debía seguir. Habían pasado años

– sus habilidades estaban un poco oxidadas – pero todavía podía "ver" cuando quería. Luhan estaba sentado a la mesa con dos parejas. Se veía hermoso, sereno. Pero él sabía que no se sentía así. Podía percibir su confusión, el implacable dolor de cabeza, su deseo de saltar de la silla y dejar atrás a todo el mundo. Sus ojos, brillantes, parecían atormentados, meras sombras en un rostro totalmente pálido. Tensión. Le sorprendió su fortaleza. No había forma de que cualquier otra persona que no fuera él percibiera telepáticamente su agonía. Y entonces, el hombre que estaba sentado a su lado se inclinó hacia el, lo miró a los ojos, su cara reflejaba su inexperiencia, sus ojos deseo.

- Salgamos a pasear, Luhan -sugirió, y dejó casualmente la mano por encima de su rodilla. Al instante, el dolor de cabeza de Luha aumentó, estallando en su interior, golpeándolo detrás de los ojos. Apartó la pierna de la mano de Jongin. Los demonios interiores saltaron, rugieron de ira, se liberaron en una explosión.

Sehun jamás había sentido tanta furia. Recorría su cuerpo, lo reclamaba, se apoderó de él. Aquel tipo podía herirlo, de forma tan casual, sin saberlo o sin importarle. Aquel tipo podía tocarlo mientras era vulnerable y estaba desprotegido. Aquel tipo podía permitirse poner sus manos sobre el. Atravesó el cielo como un rayo, mientras el aire fresco dispersaba su ira.

Luhan percibió su furia.

La atmósfera de la habitación se hizo pesada; en el exterior, el viento empezó a soplar formando diabólicas espirales. Las ramas de los árboles golpeaban los muros de la pensión; el viento hacía sonar las ventanas de forma siniestra. Varios camareros hicieron la señal de la cruz, mirando asustados el repentino cambio de la noche, ahora oscura, sin estrellas. La habitación se quedó inesperadamente en silencio, como si todos estuvieran conteniendo la respiración. Jongin jadeó, llevándose las manos a la garganta, como si tirara de unos dedos fuertes y opresivos. Su cara se volvió roja, con manchas violáceas, tenía los ojos casi fuera de las órbitas. Chen chilló. Un camarero joven corrió a ayudar a Jongin que se asfixiaba. La gente se ponía de pie, estirando el cuello para poder ver.

Luhan obligó a su frágil cuerpo a permanecer calmado. No podía salir ileso con tantas emociones fluyendo a la vez.

- Libéralo

Obtuvo un silencio por respuesta.

El camarero intentaba ayudar a Jongin desde atrás, realizando la maniobra de Heimlich, aún así, Jongin cayó de rodillas con los labios azulados mientras dejaba los ojos en blancos.

- Por favor. Te lo suplico. Suéltalo. Hazlo por mí. De repente, Jongin empezó a respirar dificultosamente, jadeando. Su hermano y Victoria se agacharon a su lado con los ojos llenos de lágrimas. De forma instintiva, Luhan se movió hacia él.

- ¡No lo toques! Fue una orden real, sin que lo aumentara mentalmente, más atemorizante que si lo hubiera forzado con sus poderes. Las emociones de todas las personas de la habitación asaltaban a Luhan. El dolor y el terror de Jongin. El miedo de Chen, el terror de la dueña de la pensión, el impacto que habían sufrido los otros chinos. Lo agobiaban, lo golpeaban hasta hacerlo sentir frágil y desbordado. Pero era su avasalladora ira la que enviaba alfileres punzantes a su cabeza. Sintió nauseas, se le revolvió el estómago y casi se vio obligado a arrodillarse para evitar el dolor, miró desesperado a todos lados, buscando el tocador de señores. Si alguien intentaba tocarlo, ayudarlo, se volvería loco.

- Luhan. La voz era cálida, sensual, acariciante. La calma en el ojo del huracán. Terciopelo negro. Hermosa. Balsámica. Se hizo un extraño silencio en el comedor mientras Luhan lo cruzaba. 

Emanaba autoridad, arrogancia. Era alto, palido, bien formado, musculoso, pero eran sus ojos, llenos de energía, de oscuridad, de miles de secretos los que atrajeron inmediatamente su atención. Esos ojos podían hipnotizar, seducir, como hacía con su voz. Sabía por donde debía moverse para llegar a el, apartaba a los camareros a un lado.

-Sehun, es un inesperado placer tenerte entre nosotros -jadeó con sorpresa la dueña de la pensión.

Echó un rápido vistazo a la rolliza figura de la mujer.

- He venido a por Luhan. Tenemos una cita -Dijo dulcemente pero con tal autoridad que nadie se atrevió a discutir con él

- Me ha desafiado a una partida de ajedrez. La dueña de la pensión asintió con la cabeza mientras sonreía.

- Que os divirtáis. Luhan se tambaleó, se apretaba el estómago con los brazos. Sus ojos de color ambar eran enormes, al sentir que Sehun se acercaba, levantó la cabeza. Estuvo a su lado antes de que fuese capaz de moverse, alargó los brazos para sostenerlo.

- No lo hagas .

Luhan cerró los ojos, aterrorizada por su contacto. Ya no podía con tantas emociones, no sería capaz de soportar las poderosas irradiaciones de su cuerpo. Sehun no dudó un instante, lo cogió en brazos y lo estrechó contra su pecho. Mientras se volvía para salir con el del comedor, su rostro era una máscara de granito.

Tras ellos, los susurros y murmullos empezaron a elevarse. Luhan se puso teno, esperando la descarga sobre sus sentidos, pero él había cerrado su mente y lo único que pudo percibir fue la enorme fuerza de sus brazos. Salieron a la oscuridad de la noche, Sehun andaba con agilidad y elegancia, como si el muchacho no pesara nada.

- Respira, pequeño; eso ayuda. Percibió la pizca de diversión en la calidez de su voz.

Luhan hizo caso de su sugerencia, demasiado exhauso para luchar. Había venido a este lugar salvaje y apartado para curarse, pero en lugar de sentirse recuperado, su mente estaba todavía más maltrecha. Abrió los ojos con mucho cuidado, mirándolo a través de sus espesas pestañas. Su pelo era de color gris, casi blanco, lo llevaba peinado hacia atrás. Su rostro podría pertenecer a un ángel o a un demonio, fuerte y poderoso, con una boca sensual que se curvaba con un amago de crueldad; sus ojos entrecerrados eran oscuros, hielo negro, pura magia negra. Luhan no pudo leer su mente, sus pensamientos o emociones. Jamás le había sucedido antes.

-Bájame. Me siento un poco tonto, parece que me ha secuestrado un pirata o algo así. Se estaban internando en las profundidades del bosque a grandes zancadas. Las ramas de los árboles y los arbustos crujían con el viento. 

Su corazón latía descontrolado. Tensó el cuerpo, empujó los fuertes hombros y luchó en vano. Sehun bajó la mirada hacia su rostro, de forma posesiva, pero no disminuyó el paso, y tampoco le contestó. Era humillante que él ni siquiera percibiera sus esfuerzos por liberarse. Con un pequeño suspiro, Luhan se permitió apoyar la cabeza contra su hombro.

- ¿Me rescataste o me secuestraste?

Mostró sus dientes blancos con la sonrisa de un depredador, de un hombre en busca de diversión. - Quizás las dos cosas.

- ¿Dónde me llevas? -Se presionó la frente con la mano, no quería empezar otra batalla física o mental.

- A mi casa. Tenemos una cita. Soy Oh Sehun y. Luhan se frotó las sienes.

- Puede que no sea una buena idea, esta noche me siento un poco... -se interrumpió al captar con el rabillo del ojo una sombra que seguía sus pasos. Casi se le paró el corazón. Miró a su alrededor, volvió a mirar, lo hizo por tercera vez. Su mano se aferró al hombro masculino

- Bájame, Sehyun

- Sehun-corrigió él sin ni siquiera detenerse. Una ligera sonrisa asomaba a sus labios.

- ¿Has visto a los lobos? -El notó que encogía los hombros con total indiferencia.

- Estate tranquilo, pequeño; no nos harán daño. Este es su hogar igual que es el mío. Tenemos un acuerdo y estamos en paz los unos con los otros. De alguna forma supo que decía la verdad.

- ¿Vas a hacerme daño? -Hizo la pregunta con suavidad, necesitaba saberlo. Sus ojos oscuros, pensativos, se detuvieron de nuevo en su rostro, había una inequívoca mirada posesiva y encerraban miles de secretos.

- No haría daño a un chico tal y como tú estás pensando. Pero estoy seguro que nuestra relación no siempre será serena. 

-Te gusta desafiarme -Contestó de forma tan honesta como le era posible Su mirada hacía que se sintiera suya, como si perteneciera solo a él, y él tuviera derecho sobre Luhan.

 - Cometiste un error al hacer daño a Jongin, lo sabes. Podías haberlo matado.

- No lo defiendas, pequeña. Permití que siguiera con vida por ti, pero no me causaría ningún problema acabar el asunto Sería agradable. Ningún hombre tenía derecho a tocar al hombre de Sehun y herirlo como ese humano acababa de hacer. La incapacidad del hombre de prcibir el dolor que le estaba causando a Luhan no lo absolvía de su pecado.

- Estoy seguro de que no piensas eso. Jongin no tiene la culpa. Se sentía atraído hacia mí -intentó explicar amablemente.

- No volverás a decirme su nombre. Te tocó, puso su mano sobre ti. Se detuvo de repente, en las profundidades del bosque, tan salvaje como la manada de lobos que les rodeaban. Ni siquiera respiraba con esfuerzo aunque había andado varios kilómetros con el en los brazos. Lo miró directamente a los ojos, de forma implacable.

– Te hizo mucho daño. Se quedó sin aliento al notar que bajaba la cabeza hacia el. Su boca se detuvo casi sobre su la suya, tan cerca que podía sentir su cálido aliento sobre la piel.

- No me desobedezcas en este asunto, Luhan. Este hombre te tocó, te hizo daño y no encuentro ningún motivo para que siga viviendo. Contempló su rostro implacable.

– Estás hablando en serio, ¿verdad?

-No quería sentir la calidez que se extendió por su cuerpo después de oír sus palabras. Jongin le hizo mucho daño; sintió tanto dolor que apenas si podía respirar, y de alguna forma, sólo Sehun lo había percibido.

– Mortalmente en serio -Siguió andando, a grandes zancadas. Luhan permanecía en silencio, intentando solucionar aquel misterio. El chico sabía lo que era el mal, lo había perseguido, se había bañado en él, en la mente depravada y obscena de un asesino en serie. Este hombre hablaba de dar muerte como si fuera algo normal. Pero no percibía maldad en él. Sabía que estaba en peligro, Oh Sehun era un grave peligro. Un hombre con poderes ilimitados, prepotente en el uso de su fuerza, un hombre que se creía con derechos sobre el.

- ¿Sehun?. Estaba empezando a temblar

- Quiero regresar. Los ojos oscuros bajaron de nuevo hacia su rostro, percibiendo las sombras bajo sus ojos dilatados por el miedo. Su corazón latía alocado y su cuerpo menudo temblaba.

- ¿Regresar a dónde? ¿A la muerte? ¿A la soledad? No tienes nada con toda esa gente, conmigo lo tienes todo. Regresar no es la respuesta. Antes o después no serás capaz de satisfacer sus demandas, sus peticiones. Cada vez que les ayudas se llevan parte de tu alma. Conmigo cuidándote estarás más seguro. Luhan se abalanzó sobre el pecho masculino, intentando empujarle, pero sus manos quedaron atrapadas por el calor que desprendía su piel. Sehun simplemente estrechó su abrazo, la diversión que le provocaban los inútiles intentos de Luhan daban calidez a su mirada.

- No puedes luchar conmigo, pequeño.

- Tengo que volver, Sehun-Logró controlar su voz. No estaba seguro de estar diciendo la verdad. El lo conocía. Él sabía lo que el realmente sentía, el precio que pagaba por su don. La atracción entre ellos era tan fuerte que apenas si podía poner en orden sus pensamientos.

La casa se alzó delante de ellos de repente, oscura, amenazadora, una confusa masa de piedras. Luhan se aferró a la camisa de Sehun. El sabía que en su estado nervioso no fue capaz de controlar el revelador gesto.

- Estás a salvo conmigo, Luhan. No permitiría que nada ni nadie te hicieran daño. Con los nervios a flor de piel, tragó saliva mientras él empujaba las pesadas puertas de hierro de la verja y subía las escaleras.

- Detrás de ti. Dejó que su barbilla acariciara su sedoso pelo, sintiendo cómo su cuerpo se sacudía en respuesta.

- Bienvenido a mi hogar -Pronunció las palabras dulcemente, arropándolo con ellas, como si se trataran de la luz del fuego o de un rayo de sol. Muy despacio, a regañadientes, lo dejó de pie en el suelo de la entrada. Sehun pasó a su lado para abrir la puerta, después se apartó.

- ¿Entras a mi casa por tu voluntad, libremente? -Le preguntó de modo formal, mirándolo de forma abrasadora, clavándole la mirada en los labios antes de posarla en los ojos. Estaba asustado, podía leer en el fácilmente, un ser salvaje y cautivo que quería confiar en él pero que se sentía incapaz de hacerlo, tentado a salir corriendo, arrinconado, pero deseoso de luchar hasta el último momento. Lo necesitaba casi tanto. Tocó el marco de la puerta con la yema del dedo.

- Si digo que no, ¿me llevarás de regreso a la posada? ¿Por qué quería estar con él cuando sabía que era un hombre terriblemente peligroso? Él lo estaba "empujando"; el podía percibirlo porque sus poderes psíquicos estaban demasiado desarrollados como para no darse cuenta. Se veía tan solo, tan orgulloso, y sus ojos ardían de deseo, hambrientos. No le contestó, no intentó convencerlo, simplemente se quedó de pie, en silencio, esperando. Luhan emitió un pequeño suspiro, sabiéndose derrotado. Nunca antes había conocido a otro ser humano con el que pudiera sentarse y hablar, incluso tocarlo sin sufrir el bombardeo de pensamientos y emociones. Eso ya era una forma de seducción. Traspasó el umbral de la entrada. Sehun lo agarró del brazo.

- Libremente; dilo.

- Libremente. Lo hago por mi voluntad -Entró a su casa, mirando hacia el suelo. No vio la alegría salvaje que iluminó su rostro.

La pesada puerta se cerró tras Luhan con un ruido sordo. Empezó a tiritar y a frotarse los brazos, estaba muy nervioso. Sehun le echó una capa sobre los hombros. Luhan se vio envuelto por su cálido aroma masculino.

Atravesó el recibidor a grandes pasos y abrió las puertas de la biblioteca. Encendió el fuego en un momento. Le señaló un sillón, al lado de la chimenea. De respaldo alto y mullida tapicería, una pieza de anticuario, aunque no parecía nada deteriorado ni desgastado. Luhan estudió la habitación con aprensión. Era una estancia grande, con un hermoso entarimado de madera en forma de mosaico. En tres de las paredes se veían estanterías cubiertas de libros, la mayoría encuadernados en piel, muchos de ellos muy antiguos. Los sillones eran cómodos, la mesita, muy antigua, también estaba en estupendas condiciones. El tablero de ajedrez era de mármol y las piezas estaban esculpidas a mano.

- Bebe esto. Estuvo a punto de saltar de la impresión cuando lo vio junto a el ofreciéndole un vaso de cristal.

- No tomo bebidas alcohólicas. El sonrió de aquella forma que hacía que su corazón latiera desbocado. Su agudo sentido del olfato ya había percibido esa información con anterioridad.

- No es alcohol; es una mezcla de hierbas para tu dolor de cabeza. Una sensación de alarma se extendió en su interior. Había sido una locura ir allí. La situación era la misma que la de intentar relajarse sabiendo que hay un tigre salvaje en la habitación. Él podía hacerle cualquier cosa y nadie acudiría a ayudarlo. Si lo drogaba...Movió la cabeza con decisión.

- No, gracias.

- Luhan- Dijo en voz baja, acariciante, hipnótica - Obedéceme. Sus dedos se curvaron alrededor del vaso, luchó para impedirlo, pero la cabeza le estalló con un súbito y lacerante dolor. Gritó. Sehun estaba a su lado, de pie, cubrió con su mano los dedos que aferraban el frágil cristal.

- ¿Por qué me desafías en algo tan insignificante? Las lágrimas le quemaban la garganta, pero no iba a llorar.

- ¿Por qué me obligarías a tomarla?

Llevó la mano a su garganta, la rodeó y le alzó la barbilla.

- Porque te duele y quiero que el dolor desaparezca. ¿Podía ser tan simple? Sus ojos se agrandaron con la estupefacción. ¿Le dolía la cabeza y quería que el dolor desapareciera? ¿Era realmente tan protector o simplemente le divertía que se acatara su voluntad?

- Yo soy el que decide. En eso consiste la libertad.

- Veo el dolor en tus ojos, lo siento en tu cuerpo. Sabiendo que puedo ayudarte, ¿es lógico que permita que te sigas haciendo daño simplemente porque quieres demostrar algo? - Su voz denotaba confusión

-Luhan, si tuviera intención de hacerte daño, no necesitaría drogarte. Déjame ayudarte - Movía el pulgar sobre su piel con una caricia ligera, sensual, siguiendo la línea del cuello, dibujando su mandíbula hasta llegar a la plenitud del labio inferior. Luhan cerró los ojos y dejó que él le acercara el vaso a los labios, haciendo que el líquido agridulce bajara por su garganta. Sintió que estaba poniendo su vida en manos de aquel hombre. Sus caricias eran posesivas.

- Relájate, pequeño - dijo suavemente - Háblame de ti. ¿Cómo es que puedes oír mis pensamientos? - Sus fuertes dedos iniciaron un relajante masaje sobre las sienes de Luhan.

- Siempre he sido capaz de hacer esas cosas. Cuando era pequeño, pensaba que todo el mundo podía leer los pensamientos de los demás. Pero era terrible oír lo más profundo de cada persona, sus secretos. Oía y sentía cosas a cada minuto - Nunca hablaba de su vida, de su niñez, a nadie y menos a un completo extraño. Pero Sehun no era un extraño. Parecía formar parte de su vida. Una parte de su alma. Era importante que se lo contara

- Mi padre pensaba que yo era una especie de monstruo, un demonio, incluso mi madre se asustaba de mí. Aprendí a no tocar a nadie, a no meterme en una multitud. Era mejor estar solo, en lugares solitarios. Era la única forma de no perder la razón. Durante un segundo los dientes de Sehun aparecieron, amenazantes, quería estar a solas con su padre. Solo unos minutos, para enseñarle lo que era realmente un demonio. Las palabras de Luhan habían despertado la ira en su interior, era una situación alarmante e interesante. Saber que el había estado tan solo hacía tantos años, que había soportado el dolor y la soledad estando él en el mundo lo enfurecía. ¿Por qué no había ido a buscarlo? ¿Por qué su padre no lo había amado y protegido como debía? Sus manos estaban obrando milagros, deslizándose hasta la nuca, sus dedos eran fuertes, su masaje hipnótico.

- Hace pocos años un hombre estaba asesinando a familias enteras, a niños pequeños. Yo vivía con un amigo del instituto y cuando volví del trabajo, los encontré a todos muertos. Cuando entré en la casa pude sentir su maldad, sus pensamientos. Las cosas que pasaban por mi cabeza me daban nauseas, pero fui capaz de localizarlo y finalmente guiar a la policía hasta dar con él. Acarició su sedoso cabello.

- ¿Cuántas veces hiciste lo mismo? - El dejaba que la información fluyera, el horror, el dolor, las caras de las personas a las que ayudaba mientras el realizaba su trabajo, atónitos, fascinados y asqueados por la habilidad que poseía. El vio todos esos detalles compartiendo su mente, leyendo sus recuerdos para conocerla realmente.

- Cuatro. Perseguí a cuatro asesinos. La última vez me derrumbé. Estaba tan enfermo, era tan malvado. Me sentí sucio, incapaz de sacármelo de la cabeza. Vine esperando encontrar paz. Decidí que jamás volvería a hacerlo. Sehun cerró los ojos un momento para calmarse. ¡El se sentía sucio! Podía ver su interior, su alma y su corazón, cada secreto. El era luz y compasión, fuerza y amabilidad. Jamás debería haber visto las cosas que había presenciado. Esperó hasta que su voz estuvo calmada y serena.

- ¿Te duele la cabeza al usar tus habilidades telepáticas? - cuando asintió con un movimiento de cabeza, continuó - y aún así, cuando me oíste, dolorido y desprevenido, llegaste hasta mí sabiendo el precio que ibas a pagar. ¿Cómo podía explicárselo? Lo sintió como un animal herido, irradiando tanto dolor que se el misma se echó a llorar. Compartían la misma soledad. Y el había percibido su intención de acabar con el dolor, con su vida. No podía dejar que lo hiciera, sin importarle lo que le ocurriera.

Sehun dejó escapar el aire de sus pulmones lentamente. La bondad de su carácter, su entrega lo dejó atónito e impresionado. Estaba dudando, no sabía si podría expresar con palabras por qué se había puesto en contacto con él, pero Sehun supo que era algo natural en el entregarse de forma desinteresada. También descubrió que oyó su llamada tan intensamente porque, ese algo profundo en él que alcanzó su mente, había descubierto en Luhan todo lo que necesitaba. Aspiró su perfume, abrazándolo, disfrutando de la maravillosa visión de tenerlo en su hogar, de respirar su olor, de sentir su cabello sedoso entre sus manos, su piel suave bajo sus dedos. La luz del fuego arrancaba reflejos dorados a su pelo. La necesidad lo golpeó con fuerza, con dolorosa urgencia y se deleitó en este dolor porque ahora era capaz de sentir. Se sentó al otro lado de la mesa, enfrente de el, arrastró su mirada perezosamente por sus tentadoras curvas.

- ¿Por qué te vistes con ropa vieja y tentadora? - le preguntó. El soltó una risa suave y melodiosa, los ojos se le iluminaron con esta pequeña travesura.

- Porque sabía que te molestaría. Sehun echó la cabeza hacia atrás y rió. Esta vez la risa era genuina, pura, real. La felicidad lo inundaba y el cariño empezaba a agitarse en su interior. No era capaz de recordar como eran esos sentimientos, pero las emociones que lo atravesaban eran agudas, claras y dejaban a su cuerpo dulcemente dolorido.

- ¿Es necesario molestarme? El alzó una ceja y lo miró, se dio cuenta que el dolor de cabeza había desaparecido por completo.

- Es tan fácil... - bromeó Luhan. Él se inclinó sobre la mesa, acortando la distancia entre ambos. 

 - Eres un chico irrespetuoso. 

-Querrás decir que es muy peligroso.

- Hum, quizás un poco también - Se apartó el pelo de la cara con un movimiento de la mano. El gesto era un hábito inocente pero a la vez increíblemente sensual. Dejó a la vista la perfección de su rostro y la suave curva de su garganta.

- ¿Entonces, es cierto que eres tan buen jugador de ajedrez? - lo desafió con imprudencia. 

Una hora más tarde Sehun se acomodó en su silla, observando su rostro mientras estudiaba el tablero. Tenía el entrecejo fruncido por la concentración, intentado descubrir la estrategia que él seguía. El chico podía percibir que le estaba tendiendo una trampa, pero no era capaz de ver en qué consistía. Luhan apoyó la barbilla sobre la mano, relajado, sin prisa. Era paciente y meticuloso, en dos ocasiones había conseguido ponerlo contra las cuerdas porque él estaba demasiado seguro de sí mismo. De repente, abrió los ojos de par en par por la sorpresa, mientras que una lenta sonrisa asomaba a sus carnosos labios.

- Eres un astuto diablo, ¿no es así, Sehun? Pero tu astucia te puede meter en un pequeño problema. Lo miró con los ojos entrecerrados. Sus dientes se veían muy blancos a la luz del fuego.

- ¿Se me olvidó mencionar que la última persona lo suficientemente impertinente como para ganarme una partida de ajedrez, fue arrojada a la mazmorra y torturada durante treinta años? - Supongo que entonces tendrías unos... dos años - bromeó con la mirada fija en el tablero. Bruscamente, se le cortó la respiración. Se había sentido tan a gusto junto a el, sentía que lo aceptaba totalmente. Obviamente lo creía mortal, con poderes telepáticos muy superiores a los suyos. Sehun extendió perezosamente un brazo sobre el tablero para hacer su movimiento, viendo como el comprendía lo que iba a hacer.

- Creo que esto es un jaque mate - dijo con voz aterciopelada.

- Debería haber sabido que un hombre que camina por el bosque rodeado de lobos sería muy taimado - Le dedicó una sonrisa

 –Una estupenda partida, Sehun He disfrutado mucho. Luhan se apoyó cómodamente en los cojines.

 - ¿Puedes hablar con los animales? - preguntó con curiosidad. Le gustaba su presencia en su hogar, la forma en la que el fuego tintaba de dorado su cabello y las sombras oscurecían adorablemente su rostro. Había memorizado hasta el más pequeño detalle. Sabía que si cerraba los ojos lo vería allí, los delicados pómulos, la pequeña nariz y la exuberante boca.

- Sí - Contestó con honestidad, no quería mentiras entre ellos.

- ¿Habrías matado a Jongin? Sus hermosas pestañas llamaron su atención. 

 –Ten cuidado con tus preguntas, pequeño - le advirtió.

Acurrucó las piernas en el sillón, sentándose encima, mientras lo miraba fijamente.

- ¿Sabes, Sehun? Estás tan acostumbrado a usar tu poder que no te paras a pensar si lo que haces está bien o mal.

- Él no tenía derecho a tocarte. Te estaba haciendo daño.

- Pero él no lo sabía. Y tú no tienes derecho a tocarme, pero lo haces de todas formas – señaló, intentando razonar. Sus ojos brillaron fríos.

- Tengo todo el derecho. Me perteneces - Lo dijo tranquilamente, pero el tono de voz suave dejaba ver una pequeña advertencia

- Y lo que es aún más importante, Luhan , yo no te hago daño. Luhan se quedó sin respiración. Se humedeció los labios con la lengua sin darse cuenta.

- Sehun– elegía las palabras con sumo cuidado, dudando

– Yo me pertenezco a mí mismo. Soy una persona, no algo que se pueda tener en propiedad. De todas formas, vivo en China. Regresaré pronto a mi casa y tengo intención de coger el próximo tren a Seúl.

Sus labios dibujaron la sonrisa de un cazador, de un depredador. La luz del fuego se reflejó por un instante en sus ojos que brillaron como los de un lobo en la oscuridad. No dijo nada. Lo contemplaba fijamente, sin parpadear. Luhan se llevó la mano a la garganta de forma protectora.

- Es tarde; debería marcharme - podía oír el latido de su corazón. 

¿Qué quería de él? No lo sabía, sólo podía pensar que estaba disfrutando de la noche más perfecta y aterradora de toda su vida y que quería verlo de nuevo. Sehun estaba totalmente inmóvil, amenazante. Luhan esperó sin aliento. El miedo lo asfixiaba, lo hacía temblar. Miedo a que él lo dejara marchar; miedo a que lo obligara a quedarse. Inspiró profundamente

- Sehun, no sé qué es lo que quieres de mí – Tampoco sabía lo que quería.

Entonces se puso de pie, emanaba poder y elegancia. Su sombra lo alcanzó antes que él. Tenía una enorme fuerza, pero sus manos fueron gentiles cuando tiraron de el para ponerlo en pie. Se deslizaron por sus brazos hasta dejarlas descansar sobre sus hombros mientras le acariciaba el cuello con los pulgares. Una extraña sensación de calidez subió por su estómago.

Era tan pequeño a su lado, tan frágil y vulnerable.

- No intentes dejarme, pequeño. Nos necesitamos el uno al otro - Inclinó la cabeza para acariciar sus párpados con los labios, enviando pequeñas llamaradas que hacían arder su piel

-Me haces recordar lo que es la vida - susurró con aquella voz hipnótica. Lo besó en la comisura de los labios y Luhan sintió que una descarga eléctrica atravesaba su cuerpo. Se alzó para acariciar la oscura línea de su mandíbula, a la vez que intentaba separarse de él poniendo la otra mano sobre los fuertes músculos del pecho.

- Escúchame, Sehun- dijo con voz ronca - Ambos sabemos lo que es la soledad, la completa soledad. Aún no me puedo creer que pueda estar tan cerca de ti y tocarte sin que me agobien involuntariamente tus pensamientos. Pero no podemos seguir con esto.

El fuego que ardía en sus ojos dejó entrever una pizca de ternura y diversión. Entrelazó los dedos en su nuca.

- Oh, ya lo creo que podemos - El terciopelo negro de su voz era pura seducción, su sonrisa abiertamente sensual. Luhan percibió su poder con todo su cuerpo. Era incapaz de sostenerse en pie. Estaba tan cerca de él que se sentía parte de su cuerpo, rodeada por él, envuelo en su abrazo.

- No tengo intención de dormir con un desconocido por el simple hecho de estar solo. Su risa fue casi una caricia.

- ¿Eso es lo que piensas? ¿Que dormirías conmigo sólo porque estás solo? - de nuevo acarició suavemente su garganta haciendo que su sangre ardiera

-Por esto harás el amor conmigo. ¡Por esto! - dijo atrapando su boca en un beso agresivo. Se sintieron arrollados por un fuego abrasador, por la fuerza del relámpago, la tierra tembló y se elevó bajo sus pies. Sehun acercó su cuerpo esbelto hasta hacerlo sentir su masculinidad, la agresividad de sus músculos. Lo dominaba con su boca, ahogándolo en un mundo de puro placer. Luha no pudo hacer nada más que aferrarse a él, su cuerpo era su ancla en una tormenta de turbulenta pasión. De lo profundo de su garganta se elevó un gruñido fiero, animal, como el de un lobo al despertar. Su boca se trasladó hacia la suave y frágil curva de su garganta, donde el pulso latía desenfrenadamente contra su sedosa piel.

Los brazos de Sehun se cerraron aún más en torno a el, sujetándolo contra su cuerpo de forma posesiva, consciente de que Luhan no podría liberarse de su abrazo. Luhan se sentía arder de necesidad, se derretía encerrado en su abrazo, su piel quemaba. Se movía inquieto rozándose contra su cuerpo, los pezones se erguían dibujándose claramente bajo el fino hilo de su jersey. Le acarició el pezón suavemente por encima del encaje, olas de sofocante calor subían en espiral por el cuerpo de Luhan haciendo que sus rodillas flaquearan y que sólo la fuerza de sus brazos lo mantuviera en pie. Sehun movió de nuevo su boca y su lengua trazó una senda ardiente allí donde se agitaba el pulso en su garganta.

Y entonces su sangre se convirtió en fuego líquido, sintió un dolor abrasador, su cuerpo se retorcía enfebrecido por la desesperación. La asaltaban olas de exquisito deseo. La mezcla de dolor y placer que su lengua estaba provocándole en el cuello era tan intensa que ya no sabía donde empezaba su cuerpo y dónde empezaba el de Sehun. Con el pulgar le echó la cabeza hacia atrás dejando su garganta expuesta, unió la boca a su piel, devorándolo, bebiendo de el. Luhan sentía que su boca le quemaba pero de esta forma satisfacía su propia sed.

Sehun murmuró algo en su lengua natal y rompió la unión apartando ligeramente la cabeza. Luhan sintió que algo cálido caía por la garganta, resbalando hacia el pecho. La lengua de Sehun siguió el rastro, lamiendo la cremosa curva de su pecho. Lo agarró de la cintura, de repente fue consciente del estado de su propio cuerpo, rugía por liberarse. Tenía que reclamarlo como su compañero. Su cuerpo se lo exigía, ardía por el.

Luhan se agarró a su camisa para no perder el equilibrio. Sehun lanzó una maldición muy elocuente, mezclando las dos lenguas, furioso consigo mismo, mientras lo acunaba de forma protectora entre sus brazos.

- Lo siento, Sehun - Estaba asustado, aterrado por la debilidad que invadía su cuerpo. La habitación parecía girar a su alrededor y una bruma parecía envolverlo todo. Sentía un dolor ardiente en el cuello. Inclinó la cabeza para besarlo con delicadeza.

- No, pequeño, estoy yendo demasiado rápido - Todo lo que él era, la mezcla de la bestia y del hombre con cientos de años a sus espaldas, bramaba en su interior para que lo tomara, para que lo conservara a su lado, pero él quería que viniera por su propia voluntad, deseoso de hacerlo.

- Me siento raro, mareado.

Había perdido el control un solo instante, la bestia había surgido hambrienta por la dulzura de su sabor y deseosa de poner su marca sobre el. Su cuerpo necesitaba con urgencia liberarse del ardor que lo dominaba, poseerlo. Pero la disciplina y el control vencieron a sus instintos depredadores. Inspiró profundamente y lo dejó en la silla, junto al fuego. El se merecía que lo cortejara, se merecía conocerlo de verdad, llegar a sentir aunque sólo fuera una pizca de cariño por él antes de unir sus vidas para siempre. Un human. Un ser mortal. Era un error. Era peligroso. Mientras lo acomodaba gentilmente sobre los cojines percibió que algo andaba mal. Su rostro tenía una expresión oscura y amenazadora al girarse. Su cuerpo no expresaba protección, ahora mostraba poder y amenaza.

- No te muevas - le ordenó suavemente. Se movió tan rápido que pareció desaparecer de repente, cerrando las puertas de la biblioteca mientras se dirigía a la puerta principal. Sehun envió una llamada silenciosa a sus centinelas. Un lobo solitario aulló en el exterior, otro contestó, después se unió un tercero hasta formar un coro de aullidos. Cuando el sonido cesó Sehun se quedó esperando junto a la puerta, su rostro era una implacable máscara de granito.

 


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