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Reemplazando a mi hermana por Fullbuster

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Itachi caminaba nervioso en la sala del Trono. Pain había llegado al castillo después de haber pasado la noche en el bosque y su hermano y Naruto habían llegado poco antes sin haber tenido oportunidad de hablar con ellos para saber qué narices había ocurrido, pero Pain quería marcharse del castillo. No le quedó más remedio que acelerar el plan y es que Deidara, le había soltado que creía que estaba embarazado.


Itachi había comentado que podría ser un riesgo para el niño viajar ahora al país de la lluvia, algo que nadie terminaba de creerse pero aun así, Pain aceptó de buen grado que un médico revisara a Deidara y dijera si realmente estaba embarazado o no. El médico no tardó en entrar por la sala del trono en busca de Itachi y éste corrió hacia él desesperado por tener noticias.


- ¿Y bien? – preguntó Itachi.


- He hecho lo que me ordenaste. Le he dicho a su majestad de la Lluvia que ese chico está embarazado.


- ¿Y lo está? – preguntó Itachi esperando que no lo estuviera.


- No, aunque he encontrado restos de semen en su interior.


- Lo siento, eso ha sido por mi culpa – comentó Itachi.


- No se disculpe, el Rey no debe por qué justificarme nada. No descartaría que pudiera aún quedarse embarazado pero desde luego sería muy extraño que se quedase de Pain. Como me ordenó usted, le he dicho a su majestad que Deidara necesitaría reposo y nada de sobresaltos, le he prohibido mantener relaciones sexuales con él metiéndole algo de miedo por si le hacía daño al niño. No creo que deba preocuparse por ese chico, Pain pareció entenderlo y estaba contento de tener un heredero.


- Muchas gracias por habernos ayudado. Aquí tiene lo que acordamos – comentó Itachi dándole una bolsilla llena de monedas que el médico ocultó enseguida de la vista de la gente.


- Siempre es un placer servirle. Si necesita cualquier otra cosa, sólo avíseme.


El médico se marchó enseguida cruzándose en la puerta con Konan. Hizo una leve reverencia a la Reina y siguió su camino. Konan entró y caminó hasta la ventana por la que Itachi observaba su reino.


- Es un reino tranquilo y soleado – sonrió Konan.


-  Lo es – dijo Itachi sonriendo también.


- Pain… está como loco con lo del heredero.


-  Me lo imagino, es lo que quería.


- Deja de fingir conmigo ¿Vale? Sé que Deidara no está embarazado, al menos no en este momento. Has mantenido relaciones con él un par de veces, es posible que en unas semanas veamos resultados pero poniéndome en el peor de los casos, es posible que tampoco se quede embarazado y tendréis un problema. Fingir estar embarazado es una brillante idea para que Pain le deje en paz pero… ¿Qué ocurrirá si no se queda de verdad y en unos meses se ve que no lo está? Toda la ira de Pain caerá sobre él. Ese muchacho estará en más peligro que nunca.


- Esperaba haber acabado el asunto antes de que Pain se enterase que todo era una mentira.


- Si por un casual ese chico no se queda embarazado, te prometo que cuidaré de él. Voy a intentar que Pain me deje su cuidado a mí para que no sospeche nada. Yo misma me encargaré de contratar un médico allí que siga mintiendo sobre su estado.


- Te lo agradezco. ¿Qué quieres a cambio?


- Algo muy sencillo – comentó Konan – quiero ver caer a Pain y a Orochimaru, ellos me arrebataron a mi familia, me obligaron a casarme, les he tenido que aguantar durante años, verles caer y liberar a mi familia es suficiente para mí.


- De acuerdo. Te prometo que cuando el reino caiga en mi poder será lo primero que haga, liberar a tu familia.


- Gracias.


Konan hizo una reverencia para excusar su salida y empezó a caminar de nuevo hacia la puerta para marcharse de la sala, dejando así a Itachi solo con sus pensamientos y sus preocupaciones aunque algo más relajado al saber que contaba con una aliada dentro del territorio enemigo.


- ¿Estarás bien, Konan? – preguntó Itachi y ella sonrió aunque no se giró a mirarle.


- Sí. Tengo un buen guardaespaldas – le comentó Konan haciendo referencia a Hidan y es que era en el único en el que confiaba ahora mismo de aquel Reino.


- Cuidadle por mí – comentó Itachi volviendo a mirar por la ventana y Konan se giró nuevamente a mirarle haciendo de nuevo una reverencia para marcharse.


Al día siguiente, todo el séquito de Pain puso rumbo a su país. Itachi observó desde la ventana como se marchaban sin perder de vista a Deidara. Sabía que él también le estaba mirando desde abajo aunque trataba de disimular como si observase todo el castillo. Subió al carruaje y partieron enseguida.


- ¿Les dejas marchar sin más? – preguntó Sasuke a su espalda.


- Sí – dijo Itachi.


- Pero habrá algo que puedas hacer, no puedes dejar que se lleven a mi hermano – gritó Naruto enfadado.


- Naruto… cálmate. Deidara lo decidió así. No quisimos contarte nada por si te oponías pero créeme… tú hermano sabe lo que hace. Más me duele a mí verle aún en las garras de Pain pero no puedo ni quiero ir contra su decisión. Está decidido a reconquistar su Reino y no voy a impedírselo. Ahora en vez de gritar tanto podemos empezar a organizar el ejército, lo vamos a necesitar.


Aquel último mes nevó sin detenerse en el país del fuego y llovió como nunca en el Reino de la lluvia. Deidara miraba desde la ventana como caían aquellas gotas empapando el cristal. Konan que tejía pacientemente frente a la poca luz que entraba por la ventana, observó a Deidara absorto en aquel mal tiempo.


- ¿Pensativo? – le preguntó Konan mirando como Deidara no quería tejer.


- Lo siento – se disculpó volviendo a coger la tela entre sus dedos.


- ¿Ha ocurrido algo con Pain? – preguntó.


- No, desde que sabe que estoy embarazado se porta bastante indiferente conmigo. Ha mandado a sus criados a que me atiendan, creo que sólo le preocupa que le dé un heredero fuerte y sano, nada más. Al menos me ha dejado en paz – sonrió.


- Entonces… ¿Piensas en Itachi?


- Sí – dijo mirando de nuevo a la ventana – últimamente me he estado sintiendo extraño y creo… que podría estar embarazado. Tengo un poco de miedo de que pueda ser de Pain.


- ¿Puedo confesarte algo? – preguntó Konan mirándole con cierta sonrisa.


- Claro.


- Estoy asustada también. No estoy en la mejor de las posiciones en este momento, pero te aseguro que si estás embarazado, lo más probable es que no sea de Pain.


- ¿Por qué dices eso? Él estuvo conmigo muchas veces, incluso antes de que volviéramos aquí.


- Porque yo estoy embarazada, Dei – dijo Konan – no soy yo la que no podía dar hijos. Creo que es él, pero los hombres jamás aceptarán algo así. Es más fácil decir que la culpa es nuestra. Si Pain se entera que estoy embarazada sabrá que es él quien tiene un problema, sabrá que este hijo no es suyo y que he estado con alguien más. Él lleva meses sin tocarme. ¿Te ha visitado el médico?


- Ayer – dijo Deidara – no tengo dudas de que estoy embarazado pero… no sabía de quien.


- Estuve años aquí encerrada al lado de Pain, intentando darle el heredero que tanto quería y no hubo ningún efecto. Ahora estoy embarazada y no es de él. Creo que es de Itachi el hijo que esperas.


- Te guardaré el secreto.


- No sé cuánto tiempo podré ocultar mi estado hasta que el resultado sea completamente visible. Pain ordenará mi muerte si lo sabe y la de este niño también. No puede enterarse.


- Te cubriré todo lo que pueda – le dijo Deidara – igual que tú me has cubierto a mí todo este mes fingiendo estar embarazado de Pain. Acabaremos con el reinado de Pain, ya lo verás. ¿Es de Hidan? – preguntó Deidara sonriendo y Konan sonrió levemente.


- Ya sabes que sí.


- ¿Y él lo sabe?


- Se lo dije hace unos días.


- Debe estar feliz.


- Y preocupado – comentó Konan – si esto  llega a oídos de Pain nos matará a los tres sin dudarlo. Hidan es su consejero más leal, o eso cree él. No sabe nada de todo lo que pasa a su sombra.


- Estará demasiado ocupado pensando en el hijo que voy a darle yo, seguramente ni se fijará en ti.


- Eso espero – sonrió Konan – Deberías contárselo a Itachi.


- No sabría cómo.


- Puedes mandar una paloma desde lo alto del tejado.


- Pero si interceptasen la carta podrían descubrir todo.


- Seguro que tienes algún sistema para poder escribir algo sin que nadie se dé cuenta.


- Algo se me está ocurriendo – comentó Deidara sonriendo.


 


Itachi estaba sentado en el sillón leyendo un libro frente a la chimenea intentando no darle más vueltas al asunto de Deidara. Quería pensar que estaba bien aunque no había recibido noticias desde hacía un mes. La angustia la llevaba por dentro pero no podía hacer nada más que confiar en Deidara. Apartó sus ojos unos segundos de aquellas letras para mirar la nieve caer por la ventana, se estaba acumulando en la cornisa.


La puerta sonó en aquel momento y sorprendido, indicó a la persona al otro lado que pasase. Iruka entró con una carta en la mano comentando que acababa de llegar y era para él. Parecía venir de una paloma del Reino de la lluvia. Itachi más sorprendido aún, ordenó que cuidasen esa paloma por el duro y frío viaje que había tenido que soportar y cogió la carta como si de oro mismo se tratase. Una sonrisa se escapó de sus labios al ver que era de Deidara, claro que la sonrisa se le borró de la cara cuando leyó un simple “Gracias por la estancia en su castillo” en tinta negra. ¿Eso era todo lo que tenía que decirle aquel chico?


Aquello no era propio de Deidara y cuando iba a dejar la carta encima de la mesa, recordó algo que solía hacer de pequeño, la tinta invisible con zumo de limón. Era algo simple pero eficaz, sus padres nunca pillaron aquellas notas en las que se hablaban de todo. Se acercó al fuego de la chimenea y le dio un poco de calor hasta que las letras empezaron a aparecer. La sonrisa volvió más que nunca cuando entendió cómo estaba la situación, estaba esperando un hijo suyo y Konan estaba embarazada de Hidan. Era el momento oportuno para rescatarle, pronto el ejército estaría listo aunque era preferible esperar a que el frío cesase.


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