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Reemplazando a mi hermana por Fullbuster

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Deidara entró en la habitación de Konan tras llamar y cerró una vez estuvo dentro. Se acercó a Konan sentándose junto a la ventana mientras la veía tejer. Por un momento sus ojos bajaron hasta el vientre de la chica, apenas se le notaba el embarazo gracias a los vestidos holgados que se estaba poniendo últimamente pero no sabía cuánto tiempo podría seguir escondiendo algo así de Pain.


- ¿Cómo te ha ido con Orochimaru? – preguntó Konan.


- Sospecha un poco de mí – comentó Deidara.


- ¿Te ha dicho algo?


- No, pero lo he visto en su mirada. Sabe que tengo algo en mente, aún así está tan obsesionado con tenerme que haría cualquier cosa por mí.


- ¿Cómo vas a convencerle de que dices la verdad?


- Mostrándole las heridas que me hizo Pain, haciéndole creer que de verdad haría lo que sea por salir de aquí, incluso casarme con él. ¿Sabes algo de Itachi?


-  No me ha dicho nada Pain, pero los del consejo hablaban algo sobre un campamento militar a las afueras.


- Deben de ser ellos. Habrán acampado en el límite del Reino. Mientras no entren aquí no les pueden acusar de infligir las normas pero están más cerca por si necesitan intervenir con rapidez.


Aquella noche, Orochimaru aprovechó la soledad del castillo y la oscuridad de los pasillos para ir hasta la habitación donde dormía Deidara y colarse en su interior. Se acercó a la cama donde el rubio dormía y sentándose en su cama, le acarició el cabello dejando que aquellos finos hilos dorados se enredasen en sus dedos.


Deidara abrió los ojos con pesadez, aún así, reconocía a la perfección aquel aroma, sabía que era Orochimaru. Durante años aquel hombre se había estado colando en su dormitorio de la torre más alta del castillo del Viento, durante años fue su prisionero. Una parte de él le odiaba por lo que significaba verle allí vivo, él había matado a sus padres, estuvo a punto de matar a toda su familia, le había retenido en contra de su voluntad en aquella torre y le había engañado y mentido para que no descubriera quién era en realidad, pero otra parte… le tenía cierto aprecio. Nunca le había hecho daño, le había protegido de todo el mundo, jamás nadie le puso la mano encima, ni le torturaron, ni lo violaron, no le hicieron nada, él le había mantenido a salvo. Pese a que su reinado siempre había consistido en crear y fomentar el miedo, Deidara jamás tuvo motivos para tenerle miedo, aún así… se vengaría de aquel hombre por toda su familia.


- Buenos días pequeño – comentó Orochimaru sonriendo sin dejar de acariciar su cabello.


- ¿Qué hora es? – preguntó Deidara intentando abrir los ojos.


- Demasiado temprano. No te levantes – le dijo con dulzura pero Deidara buscó una de las velas.


Orochimaru cogió la mano de Deidara con suavidad devolviéndola a la cama mientras daba la vuelta y encendía él mismo la vela.


-  ¿Ha ocurrido algo? – preguntó Dei.


- No, sólo tenía ganas de verte.


- ¿Enserio? – sonrió Deidara fingiendo ser aún aquel chico inocente que tanto le gustaba a Orochimaru – Creí que ya no volverías a por mí.


-  Te prometí que volvería.


- Creí que te importa más conquistar ambos reinos que yo.


- Eso jamás Dei. Tú siempre fuiste lo más importante. Ahora nuestro plan saldrá bien, ya lo verás.


- Estoy asustado – le dijo Deidara fingiendo – si Pain descubre lo que tramamos podría poner en peligro a este niño y él es quien heredará todos los territorios.


- Yo no dejaría que le hiciera daño.


Orochimaru metió la mano por el cuello de la camiseta de Deidara hasta apartarla levemente dejando ver su cuello y parte de su hombro. Aún tenía cicatrices de los últimos golpes de Pain. Orochimaru al verlo se sorprendió pero Deidara le apartó la mano con rapidez tapándose de nuevo el hombro mientras agachaba la cabeza.


- ¿Fue él? – preguntó Orochimaru - ¿Se atrevió a pegarte? – preguntó ahora enfadado.


- Ya te dije que la estancia aquí no ha sido precisamente la mejor. Tú nunca me hiciste daño.


- No podría Dei, te amo demasiado como para hacerte daño.


- Por favor, no dejes que Pain vuelva a ponerme la mano encima. Haré lo que sea pero por favor…


- No te preocupes, no dejaré que te haga daño. Acabaré con él y gobernaremos en los dos reinos. Nos casaremos Deidara, seremos felices.


Orochimaru abrazó a Deidara y aunque éste le correspondió, una sonrisa se le escapó dándose cuenta que tenía a Orochimaru bajo su control. Estaba tan enamorado o quizá tan obsesionado con él que no se daba cuenta que ese chico inocente tenía sus propios planes en los que estaba cayendo sin darse cuenta. Iba a recuperar su reino y tomar la venganza por lo sucedido a sus padres aunque aquello fuera lo último que hiciera.


Apenas pasaron dos días desde que Orochimaru había llegado al castillo de Pain. Ambos se encerraban durante horas a debatir sobre el plan de ataque que estaban planificando contra las tropas de Itachi. Deidara no consiguió enterarse del plan, siempre eran cautelosos pero tampoco le dio mucha importancia al comprobar cómo Orochimaru estaba por el momento… de su parte. Todas las mañanas veía cómo echaba unas gotas de algo sobre la comida de su sobrino, seguramente algún veneno. Al menos esos dos estaban el uno contra el otro, a este paso se matarían entre ellos antes de que llegase a entrar Itachi en el Reino.


El resto del día, Deidara siempre iba detrás de Konan. Daban algún paseo por el jardín y tejían en el dormitorio frente a la ventana. Pain le había exigido a Konan que cesase toda actividad sobre Deidara para evitar riesgos en su hijo, así que había dejado de tratarle como a su sirviente hasta nueva orden de Pain. Konan siempre sonreía dándose cuenta de la poca vista que podía tener su esposo para no darse cuenta de todo lo que habían tramado en su contra, pero era mejor así, que estuviera tan pendiente de sus cosas evitaba que viera su relación con Hidan.


Aquella noche Deidara se acostó tarde. Había estado todo el día con Konan trazando algún plan junto a Hidan para escapar todos de allí y marcharse con Itachi en cuanto la guerra diera lugar. Hidan había reunido noticias de que atacarían en breve y debían estar preparados. Durmió lo poco que pudo y es que a primera hora de la mañana, nada más despuntar el primer rayo de sol, nada más el primer gallo cantó la primera nota de su cacareo, las campanas de la gran catedral del Reino de la lluvia sonaron dando la alarma de que el ejército del Reino del fuego estaba entrando por la ciudad arrasando con todo a su paso en dirección al castillo.


Deidara se levantó y corrió hasta la ventana observando el panorama. En el horizonte se veía humo. Preocupado por lo que se avecinaba, se vistió con rapidez para tratar de salir de allí. Ya había hecho suficiente debilitando a Pain gracias a la ayuda de Orochimaru y aquel veneno. Estos últimos días Pain había estado más raro que nunca.


Ya estaba terminando de cambiarse de ropa cuando entró por la puerta Pain con gran rapidez. Deidara se quedó estático de golpe antes de sentir cómo le cogía del brazo con fuerza y lo arrastraba tras él. Intentó soltarse a medida que avanzaban por el pasillo, sólo quería alejarse de Pain pero sabía que no se lo permitiría.


- Suéltame ya, no quiero ir contigo – dijo Deidara de golpe haciendo que Pain se detuviera de golpe.


Ni siquiera le soltó el brazo cuando Pain se giró dándole un bofetón para que se callase y siguiera caminando tras él. Deidara se mordió el labio un segundo antes de volver a levantar la cabeza y mirarle desafiante.


- No voy a ir contigo a ningún lado.


- ¿Crees que me interesas en algo? – preguntó Pain enfadado – Sólo eres un chiquillo, lo único que quiero es mantener vivo a ese niño, él será el heredero de todo esto.


Deidara sonrió. Pain aún pensaba que llevaba dentro a su hijo, no se había parado a pensar ni por un segundo que no fuera de él.


- ¿El heredero del Reino de la lluvia? – preguntó Deidara sonriendo.


- ¿Qué te hace tanta gracia?


- Tienes razón en que será el heredero, pero no de tú Reino. Sé perfectamente quien soy y este niño acabará gobernando en el Reino del Viento y muy posiblemente el del Fuego. Será grande y podrá controlar dos reinos, pero no será el tuyo.


- No puede ser de él – dijo Pain sorprendido – no puede ser de Itachi.


- Es de él. Ni siquiera te has parado a pensar que el problema eres tú. Jamás podrás tener un heredero, no pudiste con tu esposa y no podrás conmigo, da igual cuánto lo intentes.


- No es cierto. Konan no podía tener hijos.


- Por favor… ella está embarazada desde hace meses. Ni siquiera te molestas en dormir en vuestro lecho conyugal. Sólo te preocupas de ti, no te has parado ni un segundo a mirarla y ver lo que ocurría frente a ti.


Pain más enfadado que nunca agarró del cuello a Deidara empujándole contra la pared. Iba a golpearle, lo sabía y cerró los ojos mentalizándose de aquello, pero el golpe no llegó, en su lugar, escuchó la voz de Orochimaru y abrió los ojos con rapidez viendo como le había detenido la mano.


- No te atrevas a golpearle. Suéltale – Pain dudó unos segundos mirando a su tío pero éste se enfadó aún más – Ahora, suéltale.


Pain soltó a Deidara que se alejó de él colocándose a la espalda de Orochimaru viendo la sonrisa de Pain mientras se acariciaba el dolorido cuello.


- Que ciego estás – le dijo Pain – no puedes ver cómo ese chico te utiliza. Estás demasiado obsesionado con él. Va a tener un hijo de Itachi.


Orochimaru se giró hacia Deidara pero éste levantó los hombros intentando indicarle que no sabía nada de lo que Pain estaba diciendo.


- No digas tonterías Pain.


- Es cierto. ¿Por qué iba a venir Itachi hasta aquí y atacarnos si no por él y su hijo?


-  ¿Te has vuelto loco? – preguntó Deidara - ¿Cómo va a ser el hijo de Itachi?


- No digas tonterías.


- ¿Qué está ocurriendo aquí? – escucharon de golpe a Konan tras ellos - ¿Estás bien, Dei?


- Sí – dijo Deidara acercándose hacia ella viendo como la situación se descontrolaba.


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