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Reemplazando a mi hermana por Fullbuster

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El rey caminaba con prisa por los pasillos y los sirvientes se inclinaban al verle pasar, pero Itachi ni siquiera se inmutaba en responder, ni se percataba de ellos, simplemente seguía caminando a paso ligero en busca de su hermano pequeño que desobedecía una y otra vez sus órdenes. Estaba un poco cansado de tener que estar aguantando sus impertinencias.


Había elegido para su hermano una buena esposa, la hija pequeña de los Namikaze. Esa unión les traería un gran beneficio si conseguían recuperar el reino que perdieron hace ya doce años aquella dinastía. Todos los consejos le decían que era una mala unión, que sólo traería guerra a su país y era cierto, Itachi lo sabía. Siempre había luchado por mantener la paz pero esto era algo que le debía a ese reino. Sus padres ya desde niño le decían que un día se casaría con el heredero al trono de los Namikaze y su mayor sueño era ver ambos reinos unidos, eso jamás llegó debido al fallecimiento de Deidara.


Aún recordaba Itachi lo mal que se llevaban ambos cuando eran niños, ambos discutiendo porque no querían casarse el uno con el otro mientras sus padres les forzaban todos los veranos a convivir juntos para que fueran conociéndose, al final… acabó tomándole un gran cariño a aquel chico de tan solo ocho años que no pensaba ni por asomo en lo que era el amor.


Itachi por aquel entonces ya tenía sus quince años, la palabra amor no significaba nada para él pero empezaba a fijarse en cosas que antes no lo hacía y es que aquel chico empezó a atraerle. Jamás se habría imaginado que pudiera enamorarse de la persona con quien le obligarían a contraer matrimonio, pero lo hizo. Al enterarse de su muerte, jamás se recuperó de aquel golpe pero ahora podía hacer algo por ese reino vecino al que tanto aprecio tenían sus padres.


Sasuke por otro lado no entendía nada de lo que pasaba, lo único que quería era seguir con sus juergas, pasar todas las noches fuera del castillo en esos burdeles de mala muerte follándose a todo lo que pasaba por delante de él, le daba igual hombre o mujer, sólo le importaba el sexo y ya estaba harto su hermano de eso. Ino sería una buena esposa para él, lo tenía asegurado.


Entró por la habitación de Sasuke sin dudarlo y sin llamar, él era el rey, no le hacían falta las formalidades. No esperaba encontrarle allí, pero extrañamente estaba… aunque ocupado como de costumbre. Él tumbado en la cama mientras un jovenzuelo del servicio le montaba con desesperación y una muchacha que servía en la cocina le lamía y succionaba los huevos dándole ambos placer.


- Fuera todo el mundo, quiero hablar con mi hermano – dijo Itachi y el chico quiso levantarse cuando Sasuke le cogió de la cintura y le dijo que siguiera, que estaba a punto de correrse – he dicho que fuera – les gritó pero Sasuke cogiendo la cintura del chico hizo fuerza levantándose y bajándole para clavarle en su miembro hasta que con un jadeo se corrió. Le dio una palmada en el trasero y le dijo que se retirase.


Itachi estaba cansado de esas insubordinaciones de su hermano, de que hiciera lo que le diera la gana. Ahora lo último era decidir no casarse, había montado uno de sus escándalos ante el consejo diciendo que él jamás se casaría. ¿Quién narices se creía que era para decidir destrozar el beneficio de dos reinos por sus caprichos de una noche? Los sirvientes salieron corriendo cogiendo sus ropas intentando cubrir su desnudez y pasaron al lado de Itachi agachando la cabeza, pero éste no les dijo nada, no era su culpa, sino la de su hermano que se creía con potestad como para pasar por encima de sus decisiones. Los sirvientes cerraron la puerta tras ellos.


- ¿Quién narices te crees que eres para pasar por encima de mí? – le preguntó Itachi gritando.


- El príncipe del país del fuego – dijo con ironía colocándose una bata para tapar su desnudez.


- Entonces le debes respeto a tu rey, porque sigo siéndolo.


- Pero tienes devoción por tu hermanito – dijo intentando camelarle.


- A mí no me vengas con esas, Sasuke. ¿Qué es eso de que no vas a casarte? Yo mismo te he buscado a la mujer perfecta para ti, me ocupé de ello.


- No voy a casarme, ya te lo dije. Nadie me atará jamás a un matrimonio, eso no es divertido. ¿Acostarme siempre con la misma persona? Por favor… eso no está hecho para mí.


- Me da igual si está hecho para ti o no… me da igual si quieres seguir corriéndote las juegas por la noche, te apañarás tú con tu mujer pero ese matrimonio va a llevarse a cabo porque los dos reinos dependen de ello.


- Entonces cásate tú con ella, eres el rey, no hay mayor alianza que la de un rey.


- No puedo casarme con ella, Sasuke.


- ¿Por qué? Sería lo normal, tú necesitas una esposa, estás soltero y eres el rey.


- Porque ella no tiene reino – le dijo su hermano – no es digno para un rey casarse con alguien sin reino.


- ¿Pero sí es digno para un príncipe? – preguntó.


- Sí, Sasuke. Algún día cuando yo no esté tú gobernarás y si he conseguido devolverle el reino tendrás la posesión de dos reinos en tus manos.


- Eso me gusta – dijo sonriendo pensando en cuántas caras nuevas podría follarse del otro reino.


- Eres increíble – le dijo con sarcasmo – sólo piensas en follarte todo lo que está frente a ti. ¿No te das cuenta que les estamos ayudando? Necesitan ese matrimonio y un rey está demasiado alto para lo que ellos pueden ofrecer ahora mismo.


- Pero ofreces a tu hermano. Yo no soy carne para la venta, no me vendas de esa forma.


- Ya está acordado, Sasuke. De hecho ha habido un pequeño problema hace unos días, han cambiado a tu mujer.


- ¿Qué?


- Un mensajero nos informó ésta mañana muy temprano. Naruto Namikaze será tu esposo, pero no te preocupes, es capaz de darte un heredero.


- Pero… ¿Qué narices ocurre? Primero me queréis casar por la fuerza con una chiquilla y ahora me traéis a un chico. ¿Qué está pasando?


- No nos han dicho los detalles, a ti lo único que te debe importar es que te casas en una semana con ese chico. Empieza a pensar lo que haces, porque tus actos nos afectan a todos.


- No pienso tocar a ese chiquillo – se quejó Sasuke.


- Por dios, Sasuke… te follas a todo el mundo, no hay mujer ni hombre en este reino al que no hayas metido en tu cama – le recriminó su hermano – es un buen chico lo que te hemos buscado, nadie le ha tocado jamás, es virgen, inocente, atractivo y muy inteligente, le han inculcado los mejores profesores que ha podido tener y tiene un trágico pasado a su espalda. Compórtate tú a la altura como estoy seguro que él se comportará a la de un príncipe.


- Por mí me lo follaba en cuanto le viera – le dijo Sasuke – pero hacerlo sería como daros el gusto a todo el consejo y a ti por saliros con la vuestra y forzarme a aceptar un matrimonio que no quiero. Si me casáis… pongo a Dios por testigo que no tocaré a ese chico, os quedaréis sin descendencia.


- Más vale que des un heredero – le amenazó su hermano – o te arrepentirás de contravenirme.


- No voy a casarme – le gritó Sasuke cabreado viendo cómo su hermano le daba la espalda para marcharse.


- Oh… sí te casarás – le dijo Itachi con ojos que daban miedo – porque si no lo haces te exilio del reino, te buscarás la vida por tu cuenta y puedes pudrirte en tus burdeles hasta que se te caiga la polla. ¿Te queda claro? Yo no pienso mantener en mi reino a un príncipe que no es capaz de obedecer ni de mirar por los intereses de su pueblo. Sólo eres un crío egoísta y malcriado. Tú decides, contraes matrimonio con Naruto Namikaze o estás desterrado.


Sin más que decir, Itachi salió del cuarto de Sasuke escuchando cómo éste lanzaba algo contra la puerta que se cerraba enfadado por la decisión. No le había dejado más opción que amenazarle pero dos reinos enteros dependían de que ese crío se casara. Naruto no había puesto tantas pegas como su hermano y estaba tan harto de aguantar sus tonterías que no le vendría nada mal un esposo que estuviera tras él aconsejándole, alguien inteligente que le impidiera seguir cometiendo locuras y que le enseñase el camino recto a seguir. Él ya no podía controlar a su hermano tras la muerte de sus padres, se había lanzado a una vida de prostitutas y sexo desenfrenado con todos los sirvientes del maldito castillo desobedeciendo siempre que podía las órdenes de su hermano.


Otra de las cosas que le preocupaban era conocer el motivo por el que habían decidido intercambiar a Ino Namikaze por Naruto Namikaze. Tampoco es que le importase mucho el cambio, quizá Naruto tendría más carácter por ser un hombre y pusiera en orden a su hermano Sasuke, al menos lo esperaba.


Saber que era el hermano del que iba a ser su esposo antaño le removía el estómago, le creaba cierta sensación de remordimientos por no haber sido capaz de hacer nada por aquel reino hacía doce años. Ahora tenía veintisiete años y aunque nadie se enteró de aquella sublevación hasta dos días después de lo ocurrido, aún se sentía culpable. En aquel entonces, a sus quince años participó en la búsqueda del cuerpo del que habría sido su esposo si las circunstancias no hubieran cambiado, si no hubiera fallecido en aquel ataque a su ciudad. Jamás lo encontró.


Llegó al salón del trono y miró por la ventana, estaba amaneciendo y es que él siempre madrugaba demasiado, las noches eran un infierno para él, Deidara siempre se le aparecía cuando cerraba los ojos y se sentía tan culpable que le impedía dormir. Observó aquel cielo rojizo que intentaba clarear con los primeros rayos del sol.


- ¿Dónde fue a parar tu cuerpo, Deidara? – susurró - Déjame encontrarte para poder darte el entierro que te mereces y poder descansar al fin.


- Majestad – escuchó a su espalda que le llamaba su más fiel guardaespaldas, Iruka Umino.


- ¿Sí, Iruka? – preguntó – pasa, por favor.


- Majestad… como ordenó he ido a entregar el mensaje sobre el compromiso. Kakashi Hatake, tutor y regente de los herederos al trono me recibió y me comunicó la posibilidad de sustituir a Ino Namikaze por Naruto Namikaze.


- Sí, el consejo aceptó la propuesta. ¿Entregaste nuestra respuesta afirmativa?


- Sí, majestad y como me ordenó he tratado de averiguar el motivo del cambio.


- ¿Te dijeron algo?


- No, señor, se mantienen recelosos y me comentaron que cuando Naruto esté en la corte, él mismo traerá los hechos de lo ocurrido.


- De acuerdo, esperaremos entonces para conocer qué ha ocurrido. Gracias por tus servicios, Iruka, puedes retirarte – Iruka fue a retirarse cuando Itachi volvió a girarse hacia él – Iruka… manda que prepararen mi montura, voy a salir.


- Sí, majestad, ahora mismo. Avisaré a su escolta.


Itachi se preparó para salir a montar a caballo y cuando subió a él, sus guardaespaldas le siguieron también a caballo. Se dirigió hacia el llano donde el río ya apenas llevaba corriente. Era un paso fácil a las tierras del viento y miró desde la colina hacia el lejano castillo de la ciudad, ahora un reino oscuro, sin vida y sin brillo, había perdido todo su esplendor cuando los Namikaze fueron brutalmente asesinados. Ese reino, él mismo lo recuperaría para Naruto, se lo debía aunque fuera para quitar algo de culpabilidad de su atormentada conciencia por lo sucedido a Deidara. Esto sólo sería el inicio de una guerra que pronto iniciaría.


Miró entonces el río y se agachó tocando el agua, recordando cómo arrastró el cuerpo de Deidara, o eso le habían contado. Días enteros lo buscó y todas las mañanas venía a este mismo lugar preguntándose… Dónde llevó la corriente ese cuerpo para que nadie pudiera encontrarlo.


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