Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Llamada perdida. por G-tzii

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Estoy aquí porque... porque ya me conocen, no me gusta dejar las cosas a la mitad y vine, esta es la segunda parte y además, tendrá una tercera. Ya verán luego. Espero que les guste <3

Llamada perdida.

 

Parte II.

 

 

 

Me observan.

 

¿Pero quién? Se supone que nadie puede verme. Busco con la mirada sigilosamente a quién está mandando su mirada hacia mí. Por la pista de baile…

 

Un chico.

 

Lo miró fijamente. ¿Podrá verme? ¿O sólo estará fijando su mirada en la nada? Es moreno, ojos negros, no deja de mirarme. Pero, ¿por qué? Nadie me ha visto antes. Alguien le habla y él voltea. Rápidamente desaparezco del lugar. Odio sentirme observado. La gente mira a la nada y yo estoy ahí. ¿Yo soy la nada?

 

No he podido arreglar mi asunto pendiente. Y estoy aburrido de que miren el horizonte conmigo al frente. Es terrible que alguien mire en tu dirección y no te vea. Todo aquí es terriblemente solitario.

 

Creo que venir aquí no fue buena idea. Estar rodeado de gente te hace sentir más solitario aún y más cuando nadie puede verte. Salí a paso apurado y comencé a caminar. Lo olvidé. No sé dónde estoy. Hace muchísimo tiempo que no dejaba el lugar donde me quedo y hoy quise ver cómo está la vida aquí afuera, ¿cómo llego de vuelta? Me quedo parado en la esquina, mirando hacia el frente, pensando cómo llegar al lugar.

 

Alguien me observa. De nuevo. Pero, ¿por qué? ¿Cómo? Se está acerando, muy rápido. Me quedó estático. ¿No vendrá o sí?

 

Toca mi hombro. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo puede tocarme? ¿Ha podido verme? No puede ser… Me giro lentamente y le miró. Está mirándome, a mí.

 

-¿Me conoces?

 

¿Podrá oírme?

 

-No… -parece nervioso. Puede verme, tocarme y oírme. –Soy Young Bae.

 

Young Bae… la primera persona que ha podido verme.

 

-¿Por qué me hablas?

 

-Por impulso.

 

-¿Por impulso? ¿Hacer las cosas por impulso es cosa de ahora?

 

-Em… -parece que lo puse nervioso.

 

-Podría ser un asesino o un ladrón, y tú me hablas de la nada –O podría no ser nada, pero él no lo sabe.

 

-No creo que lo seas… Sólo… sentí que podrías estar perdido.

 

Él sabe que estoy perdido. ¿Cómo? Ha leído mi mente. Ha tenido un presentimiento al verme. ¿Será él también como la nada? ¿Será igual a mí y estará atrapado en este mundo todavía? Le miró fijamente.

 

-¿Qué eres? –Él frunce el ceño. No, no es como yo. Es normal. Común y corriente. No puedo explicarme cómo me ha mirado entonces. Sonrió levemente, esto es irónico. Él mira mi sonrisa. –Eres adivino, ¿o qué?

 

Cambio el tema.

 

-¿Ah?

 

Es muy lento y un poco torpe.

 

-Sí estoy perdido –admito.

 

-Oh… -él sonríe. -¿No eres de aquí?

 

No, no soy de aquí ni de allá…

 

-Me acabo de mudar –miento. -¿Sabes qué calle es esta?

 

-La tres, ¿a dónde vas?

 

¿Debería decírselo? Quizás puede salir corriendo…

 

-¿Por qué debería decírtelo? Tú podrías ser alguien malo, no confío en desconocidos.

 

-Entonces te propongo conocernos.

 

Él sonríe demasiado. Su sonrisa me ciega.

 

-No lo sé, has salido de la nada.

 

Nunca he conocido a nadie, no después del accidente. Nadie puede verme, ni hablarme. Sólo él. Y quiere conocerme. Quizás debí conocerlo mucho antes… El destino es muy maldito a veces.

 

-Dong Young Bae, 28 años, vivo a tres calles. Acabo de graduarme de música y Artes.

 

Si sólo me hubieras conocido años atrás… me giro nervioso y le dio la espalda. No puede conocerme, porque no estoy ni aquí ni allá.

 

-¿Cómo llego a la calle 12? –No quería decirle a dónde iba, pero pregunté por una calle cercana a donde voy.

 

-Hacia la izquierda. –Dice con sus manos en los bolsillos.

 

-Gracias.

 

Comienzo a caminar, pero me detengo. Trago saliva. Siento que no puedo dejarlo así. Me giro un poco.

 

-Lee Seung Hyun. –Él vuelve a sonreír demasiado. –Tengo 24 años y estudio enfermería.

 

Estudiaba. Estudiaba enfermería, quería salvarla…

-¿Por qué quieres conocerme?

 

-Porque me pareces interesante.

 

-¿Interesante? ¿Es una excusa para invitarme a salir?

 

Yo era bueno para esas cosas. Para las citas. Conocía esas palabras a menudo.

 

-¿Qué? –Se pone pálido. Lo he puesto nervioso de nuevo.

 

-Lo siento –me disculpo. He sido muy grosero. –Siempre me dicen lo mismo y luego me invitan a salir.

 

-Ah… -puedo saber lo que piensa. Sí quiere invitarme a salir, pero ahora no lo hará. Y así es mejor. –Podemos ser amigos.

 

-¿Amigos?

 

No me he esperado aquello.

 

-Puedes confiar en mí. Sólo debes decirme cómo puedo encontrarte y podremos conocernos, y verás que podremos ser amigos.

 

No puedo decirle. No puedo acercarme más. Pero él me mira, me ve, me siente, me oye. Intento irme, pero mis pies no me dejan. Vuelvo a mirarlo de reojo.

 

-Doy un paseo por el parque central todas las tardes.

 

Él ha sonreído por tercera vez.

 

~

 

Él llegó al parque el día siguiente. Y el siguiente y así pasaron los días. Al principio sólo se sentaba a mi lado y miraba el atardecer, era poco lo que yo respondía, no quería que supiera más de mí. Pero fui yo el que permitió el acercamiento en un principio, y a estas alturas ya habíamos tomado confianza.

 

Él venía todos los días. Él me miraba fijamente. Yo volvía a existir cuando me miraba. Volvía a sentir cuando sonreía.

 

No podía dejarlo, porque su presencia me hacía ver todo distinto. Y aquella noche se sintió distinto. Él quería que lo acompañara para una fiesta de Hallowen, pero eso es imposible. Si él quiere que conozca a sus amigos quedarán en vergüenza, mucho más que eso, se aterrará y no volverá a verme.

 

-No quiero –respondí cortante.

 

-¿Por qué? –Él me miró desilusionado.

 

-No quiero compartirte.

 

En cierta parte era cierto. No quería que me lo arrebataran. Yo ya dependía mucho de él. Él era lo único que tenía. Él era el único que me veía, él único que me oía, él único que me sentía. No quería que me lo arrebataran. Él no responde, parece en shock.

 

-¿Qué pasa? –Preguntó entonces.

 

-¿Qué dijiste? –Me mira confundido.

 

-¿Qué no quiero?

 

-Lo siguiente.

 

-¿Qué no quiero compartirte?

 

-Sí, eso. ¿A qué te refieres? –Creo que no es tan lento y torpe como pensé.

 

-Pues eso… hace tiempo que no tenía un amigo tan preciado como tú, no quiero compartirte, Hyung.

 

Hace tiempo que no tenía a alguien a mi lado.

 

-No pasará –asegura. –Porque tú eres más importante para mí.

 

-¿Más importante?

 

¿Soy importante para él? Pero yo no puedo ofrecer nada…

 

-Mucho más. –Él parece seguro. Pero yo no.

 

-¿Crees que lo soy? ¿De verdad piensas que soy importante?

 

-Claro que sí, para mí lo eres todo.

 

Yo no puedo ser tu todo…

 

-¿Todo?

 

-Mi mundo gira en torno a ti.

 

-Tu mundo…

 

Yo no pertenezco a su mundo, y aún así dice eso… qué irónico. ¿Cómo puede él pensar que sólo gira en torno a mí, cuando ni yo mismo existo? La angustia se apodera de mí. Siento las lágrimas correr. No sabía que podía llorar.

 

-¿Por qué lloras?

 

-Hace mucho que alguien no me decía algo tan lindo. –Soy sincero.

 

Él sólo secó mis lágrimas y besó mi frente. Me sentía real.

 

Cerré los ojos disfrutando del tacto suave que él me brinda.

 

Debo regresar. Las rejas de la entrada cierran en un rato. Intento irme, pero él no me deja. Sostiene mi mano con fuerza y pronto siento sus labios sobre mí. Son muy suaves. Es cálido, es delicado. Me trata como si fuera frágil. Se aleja lentamente y me mira fijamente con una sonrisa en sus labios. Lo noto nervioso.

 

-Te quiero –susurra. –Te quiero mucho.

 

Me quiere. Me quiere tanto como yo lo quiero a él.

 

-¿Puedes besarme de nuevo?

 

Quiero quedarme con su sabor. Con su tacto. Con su suavidad. Con sus sentimientos. Quiero irme con todo su aroma en mí.

 

~

 

No he ido a su encuentro.

 

No puedo dejar que me presente a sus amigos y ellos lo tomen por loco. Ha de estar buscándome, quizás. Todavía puedo sentir sus labios. Pero por más que lo quiera cerca, siento que mi tiempo se acaba lentamente. Miro el césped. Miro mi foto, la lápida y veo las flores que hay en el lugar.

 

No puedo dejarlo así. No puedo tener otra deuda pendiente en este mundo. Bajó rápidamente de la pradera y salgo a paso rápido. Caminó lo más que puedo hasta divisar el parque. Han pasado horas desde que debíamos reunirnos.

 

Lo puedo ver. Está de pie frente a la banca mirando a la nada. Tiene su celular en su mano y lo aprieta con fuerza.

 

-¡Young Bae! –Alguien le llama. Miró atrás de mí. Un chico delgado y de ojos cafés pasa por al frente mío y llega hasta él. –Por favor, entiende…

 

Parece que le ruega.

 

-Yo lo he sentido.

 

Young Bae susurra. Lo sé, habla de mí. Él ya lo sabe. Bajo mi rostro. Quizás deba irme sin decirle nada.

 

-Bae… amigo… yo te voy a apoyar, pero debes aceptar la realidad…

 

Young Bae eleva su mirada hasta él, pero no lo mira. Me está mirando. Me acaba de ver. Nuestras miradas se encuentran fijamente. Él medio sonríe. Yo también lo hago. Él ignora a su amigo y camina hasta mí. Su amigo lo mira horrorizado, debe pensar que se está volviendo loco. Yo me alejo dos pasos, no quiero que lo miren como bicho raro.

 

-Lo siento –susurro bajo. –He llegado tarde. 

 

-No importa –susurra y me mira acongojado.

 

-Young Bae, por favor… -su amigo se acerca. No me puede ver, y tiene miedo, se le nota. –Estás teniendo problemas…

 

Young Bae me mira, yo simplemente me alejo unos pasos. Su amigo debe pensar que se está volviendo loco, que está alucinando. Young Bae lo mira y sonríe.

 

-Bro, te agradezco tu preocupación –toma su hombro y luego me mira, el chico mira en mi dirección, pero no ve nada. No me ve. –Pero por favor, no te metas en esto.

 

-Young Bae…

 

Se aleja de su amigo, se acerca a mí despacio. Él nos mira, derrotado y preocupado, se le nota en su rostro. Debe ver a su amigo hablando solo. Yo estaría igual que él. Me siento culpable.

 

-No le caigo bien a tu amigo –suspiro.

 

-A mí me caes bien –él medio suspira. –Eso es lo que cuenta.

 

-Las personas te miran raro… -le dije. La gente a nuestro alrededor lo miraba con el ceño fruncido.

 

-No me importa –repuso.

 

-Lo siento… -volví a decir. –Te mentí.

 

-No importa –vuelve a repetir. Me quiere, me quiere demasiado.

 

-Sí importa –respondo rápido. –Te di mi dirección antigua, debes haberte asustado, ese lugar está hecho un desastre. Lo siento. Supongo que también has llamado a mi antiguo teléfono. Lo siento por eso también.

 

-Seung Hyun…. ¿por qué no me dijiste? –él me miró dolido.

 

-Porque seguramente correrías. O me creerías loco. O simplemente pensarías que el loco eres tú, como ahora te miran los demás.

 

-uhm… -guarda silencio. Sabe que tengo razón.

 

-Has sido la primera persona capaz de verme, de oírme y de tocarme… no quería alejarte de mí, he sido egoísta. Perdón.

 

-No me pidas perdón… -él me mira apenado.

 

-Yo estudiaba enfermería… -comencé. Él me miró fijo. –Mi madre estaba enferma y yo quería cuidar de ella, yo quería curarla cada vez que se sintiera mal. Pero un día tuvimos un accidente… yo nunca pude curarla, supongo que ese fue mi asunto pendiente aquí. Me dejó retenido. No soy ni aquí ni de allá.

 

-Seungri, yo-

 

-Pero, ¿sabes? –Él me miró atento. –Ese día que corría detrás de ti y de repente desaparecí, ¿te acuerdas?

 

-Me acuerdo.

 

-Ese día… cuando doblaste a la calle sin salida, iba un tipo tras de ti con una cuchilla a asaltarte. Desaparecí de la nada, porque fui por él, lo espanté, y el tipo huyó… luego fui a buscarte de nuevo.

 

-¿Cómo…?

 

-Entonces me di cuenta de algo… -él me miraba fijamente. –Quizás mi asunto pendiente aquí no era el no haber curado nunca a mi madre… quizás mi asunto pendiente aquí en la tierra era salvar a alguien más. Quizás, me dejaron aquí porque el destino quería que yo te salvara. El destino te hizo ir a mí, no fue un impulso. Ese era mi asunto pendiente contigo. Cuando volví  a casa ese día por la noche, lo sentí… mi tiempo se acaba, ya he cumplido lo que me faltaba…

 

-Seungri… -sus ojos se llenaron de lágrimas. Podía ver las venas de su cuello haciendo fuerza para no soltar en nudo que se creaba. Quería llorar. Y yo llorar con él. –No te vayas…

 

-Por favor… -él me miró. –Sé feliz…

 

-No… -él comenzó a derramar lágrimas.

 

-Escucha… -tomé su rostro entre mis manos y le miré con una sonrisa. –Quizás no fue esta, pero será la siguiente.

 

Él no me entendía. Frunció el ceño.

 

-Nos volveremos a encontrar, en nuestra próxima vida… -él me miró con sus lágrimas cayendo, yo las iba secando. –Prométeme, que cuando nos veamos en la siguiente vida, te asegurarás de ir por mí y no soltarme jamás. Esa, y todas las vidas que resten.

 

-Lo prometo… -susurró despacio. Yo sonreí.

 

-Gracias por amarme tanto. Gracias por dejarme amarte. Gracias por ayudarme a calmar mi alma. –ÉL se abrazó a mí. Poco le importaba que lo miraran, yo le devolví el abrazó. –Gracias por traerme de vuelta a la vida.

 

-Te amo… -susurró y luego me besó. Yo sonreí.

 

-Yo también… -le respondí y le solté. –Te recordaré como lo más hermoso que viví aquí.

 

Él sonrió y yo comencé a caminar, pero antes de seguir me volteé y le miré.

 

-No quise darte mi dirección real, porque tuve miedo… -él me miró una vez más. –Es cinco calles más abajo, apuesto que lo encontrarás rápido.

 

Yo le sonreí por última vez.

 

~

 

Young Bae apretó las flores que llevaba en su mano con fuerza. Durante las siguientes tres semanas no se había acercado al parque, ni a ningún lugar. Le había asegurado a Ji Yong que estaba bien, que no necesitaba psicólogo ni nada parecido. Y él lo había aceptado.

 

Se había decidido a ir a la última dirección que le dio Seung Hyun. Y estaba seguro que esta era la verdadera.

 

“Cementerio central de Seúl.”

 

Suspiró y caminó lentamente. Era una pradera gigante. ¿Dónde podría estar? Comenzó a caminar lentamente. Estuvo mucho tiempo dando vuelvas el lugar, hasta que vi una lápida blanca y llamativa. Como si estuviera brillando para él. Sonrió levemente y se acercó. Justo debajo había una foto de Seungri sonriendo. Una sonrisa preciosa a ojos de Young Bae. Limpió un poco el polvo de la lápida y leyó atentamente lo que decía.

 

Lee Seung Hyun. 1990 – 2010.

 

“Siempre llevaremos tu sonrisa con nosotros.”

 

Young Bae estaba de acuerdo con ese escrito. Él también la llevaría. Nunca vería otra sonrisa como aquella. Sonrió y dejó las flores en el lugar. Luego miró hacia el cielo con una sonrisa en su rostro.

 

-¿Me estás mirando, cierto? Apuesto que te estás riendo de mí. Siempre lo haces… -hizo un puchero y miró su foto. –Escúchame bien –habló al cielo de nuevo y sonrió. –Te voy a estar esperando.

 

 

~

 

 

17 de Marzo del 3015 – Universidad Yonsei.

 

 

-¡Taeyang!

 

El moreno salió corriendo como loco mientras se reía. Estaba escapando de una pelea con TOP. Luego de darle vuelta encima el jugo del almuerzo el mayor se había enojado y él para rematar le había lanzado una manzana en la cabeza. Entre amigos se podía todo, ¿no? Eso el mayor no lo sabía y ahora sí que se ganaba unas patadas de su parte.

 

Corría pasando de todos los alumnos que estaban en los pasillos. Miró hacia atrás, el mayor seguía corriendo tras él, pero más lejos. Apuró el paso, pero cuando se giró sólo sintió algo duro y terminó chocando contra algo.

 

-¡Ah, fíjate por donde caminas, idiota!

 

-¡Ah! –se puso de pie rápido para poder ayudar al otro. -¡Lo siento!

 

Elevó su mirada y se encontró con un par de ojos cafés mirándole. 

 

 

Notas finales:

Yaaaaaaaaaaaaaaaaa asjdhvsahgjjs esperaré sus comentarios 1313 Espero que les haya gustado, gracias por leer! La tercera parte la traeré a penas la tenga <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).