¡Allen!- grité esperando que volteara, pero no lo hizo al contrario solo pude ver su espalda alejarse tras la puerta, me maldije a mí mismo tratando de aclarar mis pensamientos pero me era imposible pensar algo coherente ‘’ ¿por qué lo había besado? no lo sabía…’’ no lograba entender porque mi cuerpo había reaccionado de tal forma ‘’ ¿me había gustado? ¡Maldición! Claro que me había gustado’’ no dejaba de pensar en el rose de sus dulces labios, en su respiración mezclándose con la mía, toque mis labios con el anhelo de volver a tenerlo cerca, pero como siempre había arruinado todo ‘’eres un idiota’’ me dije mientras me recostaba observando el techo de la blanquecina habitación como si fuese lo más interesante del mundo.
No logré dormir durante toda la noche, y al parecer el Moyashi tampoco, al entrar a la habitación pude notar las grandes ojeras que traía junto con sus parpados hinchados y levemente enrojecidos, no saludo ni dijo palabra alguna, cuando noté que estaba por irse tome su brazo.
Moyashi… siento lo de ayer, no debí hacer eso-
Descuida, no necesitaba tus disculpas-
¿De qué hablas? Lo que hice estuvo mal, no sé qué me pasó-
Si ya terminaste, tengo más pacientes que atender- dijo jalando su brazo para sí mismo.
No puedo negar que me dolieron sus palabras y más que eso, el peso de su mirada, era completamente fría y sin emoción alguna.
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Luego de aquel beso mi corazón no dejaba de latir, al llegar a casa mi mente era un completo caos, no podía dejar de pensar en Kanda, los recuerdos de aquel beso plagaban mi mente y no solo eso, también volvían a mi aquellas palabras que rompieron mi corazón, como si fuera una mala broma imaginaba a Kanda repetirlas una y otra vez luego de aquel beso, me negué a seguir pensado en él pero me era imposible, aun podía sentir sus labios sobre los míos, lloré de impotencia, me sentía un estúpido por haber vuelto a caer ante él, las lágrimas no dejaban de rodar por mis mejillas y sentía mi pecho arder había perdido la noción del tiempo, miré la hora y ya pasaban las 2 de la madrugada, caminé en dirección al baño, necesitaba una ducha para distraerme.
De un momento a otro todos los sentimientos desaparecieron dejando solamente un vacío en mi pecho, no quería salir de mi casa, era el único lugar en el que me sentía seguro y tranquilo, instintivamente mis manos se posaron en mis labios, me sentí un estúpido por seguir pensando en aquel contacto que de seguro no habría significado nada para Kanda, el dolor volvió dando paso a una terrible amargura en mi pecho, no quería volver a verlo, pero ya no era un niño, no podía simplemente volver a huir, debía afrontar mis sentimientos. No volvería a caer ante él, no volvería a dejar expuesto mi corazón y por ello decidí crear una muralla frente a el, una muralla que no permitiera dejar mi herido corazón al descubierto.
Esa mañana miré mi rostro en el espejo, me veía realmente mal, las ojeras y mis parpados levemente enrojecidos por el llanto dejaban ver lo mal que había pasado la noche, pero no me importó, tome un café amargo y salí rumbo al trabajo, al llegar no pude evitar llamar la atención por mi mal estado, mis compañeros preocupados se acercaban a preguntar cómo me encontraba o si me había sucedido algo pero no tenía ganas de responder nada así que solo pasaba de largo, solo haría mi trabajo y volvería a casa.
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Allen había permanecido distante durante toda la semana, cada vez que intentaba hablarle me respondía con monosílabos, podía notar que su sonrisa se había desvanecido por completo y eso me hacía sentirme un idiota, aquellos días me ayudaron a comprender lo que sin darme cuenta siempre había tratado de ocultar, estaba enamorado…yo realmente amaba a Allen y de seguro siempre lo había hecho, pero era una idiota.
Mi Moyashi no quería saber nada de mí, solo se limitaba a hacer su trabajo con rapidez para salir en silencio, y era eso lo que más me dolía ya que ese silencio significaba que ya no le importaba, que ni siquiera valía la pena. Con el paso de los días su mirada se iba desvaneciendo al igual que mis ganas de seguir luchando, mi enfermedad seguía empeorando y estaba seguro de que si no conseguía un donante pronto dejaría de vivir, pero eso no me importaba, la vitalidad que Allen me entregaba con cada una de sus visitas aunque fueran meramente por motivos laborales me hacía querer seguir viviendo.
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Entré a la habitación de Kanda y como era costumbre una gran presión se apoderó de mi pecho casi dejándome sin respirar, en ningún momento puse mis ojos en él, me era realmente difícil mirarlo aún más sabiendo que su condición empeoraba día a día.
Moyashi- lo oí decir con voz apagada y casi en un susurro
Mi nombre es Allen- respondí firme, no quería demostrar debilidad y por ello me dispuse a salir
¡Allen!- gritó tan fuerte que hizo vibrar cada parte de mi cuerpo – no te vayas-dijo y sin darme cuenta me dirigí a donde él se encontraba.
No deberías gritar así, puede afectar a tu condición-
No me afectará más de lo que lo hace tu indiferencia-
No me hagas parecer el malo, ambos sabemos que ese papel te queda mejor- respondí tajante
Por qué estás tan a la defensiva-
Porque ya aprendí que no debo bajar la guardia contigo-
¿No confías en mí?
¿Por qué habría de hacerlo?- dije molesto, el solo permaneció en silencio- Si no tienes nada más que decir debo irme-
Espera, lo siento… yo realmente arruine todo por ser un idiota, nunca quise herirte ahora ni cuando dijiste que te gustaba…-
¿¡Acaso esperabas que me fuera con una sonrisa en el rostro luego de lo que me dijiste!?... eres un idiota-
¡Lo soy Maldición!... Moyashi, pensé que lo mejor sería que te alejaras de mí y por eso dije aquello… fui un cobarde que no quiso afrontar sus propios sentimientos-
Ya no sé de qué hablas-
Hablo de que te amo y siempre lo hice, desde el primer día en que te vi, pero fui un maldito idiota y no sabes cuánto me dolió ver cómo te alejabas de mí.
¡Mientes!- dije mientras las lágrimas comenzaban a resbalar por mis mejillas- ¿por qué sigues jugando conmigo?
Allen, por favor escúchame, no miento y mucho menos juego contigo, solo soy un idiota que no sabe expresar cómo se siente.-
No creo nada de lo que digas, ya estoy cansado de ti- luego de decir eso Kanda se levantó con dificultad y tomo mi mano guiándola a su pecho, de inmediato sentí como este golpeaba fuertemente contra mi mano
Puedes decir lo que quieras, pero mi corazón no miente- lo miré a los ojos y destellaban un brillo que jamás había visto en ellos, mi cuerpo completo temblaba al compás de los latidos de Kanda
Jajá ¡estás enfermo! ¿Cómo quieres que crea esa mierda?- aparte mi mano y le di una última mirada a Kanda antes de salir- no puedo creer que pensaras que caería con algo tan cursi, lamento decírtelo, pero tolo lo que alguna vez sentí por ti desapareció junto a aquellas horribles palabras que dijiste- limpie las lágrimas de mi rostro, ya no lloraría por él ya estaba cansado de hacerlo.
Al llegar a casa logré notar que Cross se encontraba tirado en el sofá, tomé asiento junto a él y miramos la televisión juntos durante bastante tiempo ninguno parecía querer romper el silencio que nos rodeaba pero aun así él fue el primero en hablar.
¿Quieres contarme qué te sucede?-
¿Alguna vez te has enamorado?- pregunte algo incrédulo
Sí…- dijo algo cabizbajo
¿Cómo fue?-
Cuando asistía a la secundaria conocí a tu padre… Mana fue mi primer amor, él nunca supo de mis sentimientos nunca lo deje siquiera sospechar de ellos, fue… realmente doloroso ser su amigo y confidente- Aquella revelación me dejó completamente impactado- en aquella época aun no conocíamos a quien sería tu madre, solo éramos simples amigos, siempre fuimos dos polos completamente opuestos por eso siempre tuve miedo de decirle lo que sentía, incluso pensaba no ser digno de su amistad.
Por qué nunca le dijiste como te sentías, papa lo hubiera entendido…-
Me era imposible encontrar las palabras adecuadas para decirlo sin llegar a arruinar nuestra amistad, confieso que tuve miedo, luego de eso conoció a tu madre y ellos eran la pareja perfecta, sin importar por donde los miraras ellos encajaban completamente, estaban hechos el uno para el otro, yo nunca hubiera pensado en tan siquiera impedir que algo se formara entre ellos, lo amaba tanto que solo quería verlo feliz, y tu madre lograba eso.- me quede en silencio durante todo su relato, jamás hubiera pensado en que Cross amaba a Mana y mucho menos en lo difícil que debió ser ocultar sus sentimientos, él había preferido ver a papá feliz a costa de su propia felicidad, aquella revelación hizo que sintiera un gran pesar en mi pecho con el solo imaginar a mis padres juntos siendo observados por Cross a la distancia.
Yo… nunca imagine lo que debiste sufrir, lo siento-
Descuida esa fue mi decisión, fui yo quien antepuso la felicidad de tu padre antes que la mía, pero no me arrepiento, ver su sonrisa cada día llenaba mi corazón de alegría-
Debió ser duro para ti tener que verlo junto a otra persona-
No sabes cuánto- comentó dolido- ahora… ¿me dirás qué te sucede?- Cross había sido completamente sincero conmigo y era hora de que yo también lo fuera, le conté todo lo que había sucedido desde el principio, él al igual que yo permaneció en silencio mientras yo hablaba, luego de que terminara me miro por un par de segundos
Aun lo amas- aseguró y yo solo me limité a asentir- entonces díselo, sé que tendrás el valor de hacerlo, sabes que lo dijo era cierto, pudiste verlo en sus ojos. No dejes que el resentimiento te ciegue y no te deje ser feliz.
Tengo miedo de volver a ser herido…- dije llorando en su pecho
Todos tenemos miedo, pero vencer ese miedo es lo que te hará más fuerte, no puedes simplemente lamentarte por siempre.
Gracias Cross…-
Aquella noche recibí una llamada del hospital diciendo que Kanda había tenido otra crisis y esta vez había sido mucho peor, tanto así que habían tenido que conectarlo a un corazón artificial, la culpabilidad inundo mi pecho, me culpaba de todo aquello, y mucho más por la forma en que le había gritado sin considerar su condición, lo había llamado idiota pero el verdadero idiota era yo, me vestí y salí lo más rápido que pude rumbo al hospital, al entrar pude ver de inmediato a Komui, el me explico el estado de Kanda, por suerte se encontraba estable y pude pasar a verlo mientras estaba dormido bajo efectos de los sedantes.
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Vi a Allen salir nuevamente de mi habitación, sus palabras realmente me habían dolido y aun no lograba calmar a mi agitado corazón y estaba teniendo dificultades para respirar, lo único que podía pensar era en la mirada cargada de dolor que me había otorgado Allen antes de salir junto con aquellas palabras que tanto miedo tenia de oír, de un momento a otro mi vista comenzó a volverse borrosa y perdí la conciencia.
Para cuando desperté sentía un terrible dolor en el pecho, y no solo por el hecho de ser rechazado si no dolor físico, veía borroso por los efectos de los sedantes, traté de enfocar mi vista para fijarme en el reloj que estaba al costado de mi cama, marcaba las 12 del mediodía, recordaba haber tenido un sueño en el cual Allen me besaba con dulzura pidiéndome que lo perdonara, pero lo había sentido tan real que incluso podía sentir la calidez de sus labios sobre los míos, vi entrar a Komui, él me comento lo que me había sucedido, yo me encontraba realmente débil y casi no lograba comprender lo que decía, excepto cuando escuche el nombre del Moyashi salir de la boca del extraño doctor, había mencionado que efectivamente había estado junto a mi hasta hace unos minutos, lo cual significaba que no había sido un sueño y que realmente había sido Allen quien me había besado, eso lleno mi pecho de alegría que de inmediato deseche por una fuerte punzada, Komui se encargó de revisarme y dijo que debía mantenerme tranquilo.
Me quedé pensando en aquel beso, eso tal vez significaba que Allen correspondía mis sentimientos.