Capítulo Tercero:
Olvidar y superar.
La noche fría y sola, hacían que la habitación donde se encontraba se tornara lúgubre, y su ánimo decayera aun más, si eso era posible, tras haber presenciado tal escena, Sephiroth quería simplemente alejarse y olvidar lo sucedido, ver la cara de felicidad que reflejaba Génesis cuando este hace unos pocos minutos le habló, a pesar de que él conocía muy bien que Génesis no tenía ni idea de lo que él sentía por él, sentía impotencia y rabia, odio hacia ese hombre, y sobre todo decepción, jamás lograría la meta que se había impuesto, él nunca había experimentado eso con nadie, pues desde muy pequeño siempre le enseñaron que él estaba destinado a ser un General de Guerra y no más, que no tenia sentimientos, y que si llegaba a demostrar debilidad moriría fácilmente, sin embargo, ya se había rendido a la posibilidad de volverlo a toar como en aquella mañana, ya no pertenecía a él, es más, nunca lo hizo, ya no había nada que hacer, solo olvidar y superar, bueno, es más fácil decirlo que hacerlo.
Las primeras gotas de lluvia empezaban a caer del cielo, haciendo que el estado emocional en que se encontraba Sephiroth empeorara, no obstante, dada la personalidad del peli platinado, no reflejaba ni una pisca de lo que le ocurría; no quería saber nada, ni de Shin-ra, ni de sus subordinados, ni de sus compañeros, quería estar solo, y así lo hizo durante tres días, pero, el deber llamaba, y por más de quería sufrir en silencio, su sentido de la responsabilidad no se lo permitió más, haciendo que éste volviera a su oficio.
Todas las miradas del edificio se centraban en él, había desaparecido durante tres días, nadie sabía su paradero, a pesar de que mandaron decenas de soldados a su búsqueda, nadie dio en el blanco, tal parecía que el único que sabía el por qué el general había desaparecido era Angeal, por esto mismo, trataba de justificar a su amigo; llegar a ese edificio fue mortal, después de todo, muy bien sabia que tarde o temprano tendría que encontrarse con el pelirrojo, no sabía exactamente lo que le diría al verlo, tal vez, lo trataría indiferente, como siempre, había decidido desistir de confesársele, ahora solo serían lo que siempre habían sido, amigos y compañeros.
La noticia que el Gran Sephiroth había vuelto, se esparció en un instante, llegando a los oídos de sus dos compañeros, pero antes, Rufus llamó al general a su oficina, pues, como todos, quería una explicación de lo ocurrido, pero esto no impidió al pelirrojo salir en su búsqueda, le debía una explicación del por qué se fue y antes que lo hiciera, le había tratado de esa manera.
Una vez, ya en la oficina del presidente, se excusó de la mejor manera que encontró, pero, aun así se llevo un buen regaño de parte del presidente, el era el héroe, el más importante SOLDADO de Shin-ra; eso no es que le importara en realidad, como se podría llamar héroe si ni siquiera podía salvarse a sí mismo, pues sí, no estaba en peligro de muerte, pero tal vez, él se sentía de esa manera; tras salir de su reunión con el presidente, Génesis se encontraba recargado en la pared, frente a la puerta, cruzando una de sus piernas y con su libro preferido en mano, tal parecía que lo estaba leyendo antes de que el general saliese.
-¿Por qué te fuiste sin decir nada? –Habló serio.
-No necesito la aprobación tuya para irme ¿o sí? –respondió frio y serio.
-Pudiste habernos avisado.
-No necesito de niñeras, bien me puedo cuidar solo.
-¡Ese no es el problema! –Alzando la voz, afirmó.
-Entonces ¿Cuál es? –pregunto indiferente a la actitud del pelirrojo.
-Fue, ¿Fue por mi culpa? –Contestó con un tono de culpabilidad y tristeza.
-No. –Obviamente había sido culpa de él, pero, a pesar de todo, el lo amaba y ver tal expresión en el rostro de su amado, le partía el alma en dos.
-Entonces, ¿Por qué la última vez que nos vimos, me ignoraste?
-Deseaba estar solo, no fue mi intención que te sintieras mal; si eso es todo lo que tienes que decirme, me retiro.
-Sephiroth, ¿Es que no confías en mi? ¿En Angeal? Sabes muy bien que nos puedes decir tus problemas.
-Mis problemas no pueden ser resueltos, ni por Angeal, ni por ti, ni siquiera por mí.
Tras decir eso, dio media vuelta y se marcho, dejando un agrio sabor en la boca del comandante, esa última frase le dolió, no sabía bien el porqué, él estaba viendo sufrir a alguien importante para él, y no podía hacer nada, o tal vez si… pensando esto fue directamente a ver a su amigo, lo encontró entrenando a nuevos cadetes aspirantes a entrar a SOLDADO, a su lado se encontraba Zack, así que pudo interrumpir, dejando a cargo al SOLDADO de primera clase, Zack, podía hablar tranquilamente con Angeal, y así fue.
-Génesis, ¿sucede algo malo? –Comenzó Angeal, pero el muy bien sabía a lo que venía su amigo.
-Angeal, ¿Sabes el por qué Sephiroth se encuentra de esa manera? ¿No? –A pesar de que le hizo una pregunta, sonó como una afirmación.
-Sí, lo sé, y por esto mismo, no te lo puedo decir, pero, tú deberías saberlo, a veces debes prestar más atención a los que te rodean, puede que ahí halles la respuesta.
-¿Quieres decir que en verdad es mi culpa? –Preguntó preocupado.
-No sé qué habrás hablado con Seph, pero si él te dijo que no era tú culpa, debes hacerle caso, no le presiones, ya se le pasará.
Inconforme con el consejo de Angeal, se marchó, provocando un suspiro en el moreno que dejó atrás, ¿Aun no lo entendía? Tal vez él debía hablar con Sephiroth; es verdad que dejarlo sufrir en silencio, podría resultar fatal, Angeal, sabía bien que los sentimientos que tenía el peli plata, le iban a destrozar tarde o temprano, él no pudo evitar lo inevitable, a veces deseaba que todo fuera como antes, cuando nadie sentía nada por nadie, solo aprecio.
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El ambiente se tornaba tenso, el lugar que parecía una especie de laboratorio, se tornaba fúnebre y oscuro, y ahí estaba él, Lyon, altivo y serio, con el ceño fruncido miraba hacia sus subordinados, dio un largo y profundo suspiro y exclamó.
-Sigan buscando.
-¡Si, señor!
Al darse media vuelta, la luz que daba a su cara se tornó un verde brillante, y una sonrisa se dibujó en su rostro, parecía estar fascinado al ver tal escanea, frente a él se encontraba una especie de capsula de vidrio, con un liquido verde en él, y dentro de este se encontraba el cuerpo de un joven, su piel tan blanca como la nieve al igual que su cabello, estaba desnudo y en posición fetal, respiraba a través de una maquina de oxigeno conectada a su boca, e innumerables cables salían de todo su cuerpo, tenía un aspecto frágil, tanto que parecía que con tan solo tocarlo se rompería, divagando mientras admiraba al pequeño cuerpo del joven que estaba ahí, entro la misma chica anterior.
-Cassie. –Comentó sin darse la vuelta.
-Señor Lyon, tengo buenas noticias.
-¿Lo encontraste? –Aun sin mirarla.
-Sí, aquí está su información.
-Déjala ahí.
-Con su permiso.
Después que la joven se marchara, le dedico una última mirada a la capsula y se tornó a los sobres que estaban sobre la mesa, sacó una foto, sonrió, y siguió a la información, empezó a susurrar lo que parecían cifras, tal vez, algo que media la fuerza del individuo, si, el muy bien quería que su ejemplar fuera fuerte, pero no le servían ninguno del trió legendario, el cuerpo de la pobre criatura no lo soportaría, así que este era su mayor posibilidad.
-Vincent Valentine. –Comento a susurros y sonriendo.