Capítulo Séptimo:
Comprensión y sorpresa.
La brisa azotaba sus cabellos, por las desoladas calles del sector Cinco, ansioso, nervioso y emocionado por llegar a visitar a su lindo pelirrojo, el moreno caminaba a pasos rápidos, a pesar de que en su cabeza todavía rondaban los problemas con respecto a lo sucedido con Sephiroth, eso no le impedía sentirse como se sentía ante su visita a su amado; lo había conocido en una de las misiones de Shin-ra, debido a que el alegre joven, también trabaja allí, como turco, pero trabaja allí… A su parecer, fue amor a primera vista, el simple hecho de ver su cálida sonrisa, sus hermosos ojos esmeraldas y su viva cabellera roja, era una perfecta vista, en su complejidad era simplemente hermoso; en el momento que lo vio se quedó perdido en su mirada, exponiendo sus sentimientos ante sus compañeros, llevándose una que otra “Bromita” de Génesis, mientras que Sephiroth parecía indiferente mirando de reojo… Sephiroth… nuevamente la angustia invadió su cuerpo, recordó la cara de tristeza y culpabilidad de Génesis cuando le contó lo ocurrido, y la ira y dolor que sintió al imaginar la cara de satisfacción que describió Génesis al verlo marchar.
Perdido en sus pensamientos, casi llegando al sector Seis, chocó fuertemente con una persona, que al igual que él, caminaba por ahí, rápidamente se disculpó, e incorporándose nuevamente, intentó ayudar al desconocido.
-Lo siento, yo no estaba prestan… ¿Reno? –Preguntó sorprendido.
-¡Oh! ¡Angeal! –Abalanzándose al mayor le dio un gran abrazo.
>>Justamente iba a buscarte.
-¿Oh? ¿Enserio? –Correspondiendo al abrazo, sonrió.
-Pensé que me habías olvidado. –Estiró los labios en son de puchero.
-Jamás. –Afirmó mordiendo los estirados labios, que el pelirrojo había dirigido hacia su cara.
-A-Angeal… -Apretando los labios miró hacia un lado, levemente sonrojado.
-Humph.
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El cansancio consumía su cuerpo, la tristeza, desesperación e impotencia invadían su mente, haciendo casi imposible tener la idea de dormir, pese a haber dicho que iba a ir por Sephiroth, no sabía exactamente qué hacer, donde buscar, si quiera que decirle para persuadirlo, pero no se daría por vencido, no, no lo perdería nuevamente; contaba los días, horas, minutos, segundos, para volver a escuchar su voz, ver su hermoso rostro y su esbelto cuerpo, esas hermosas y finas hebras de cabello platinado, para poder tocarlo, hablar con él, y ver esa hermosa sonrisa, aunque difícil de conseguir…
Pensar en Sephiroth fue el único modo que el pelirrojo cayera dormido, muchos dirían que, debido al cansancio dormir sería la tarea más fácil, pero, el temor de cuando despierte otro de sus seres queridos se haya marchado, le quitaba el sueño casi inmediatamente, dejándolo somnoliento, moviéndose casi por inercia.
***
Al abrir los ojos se encontró acostado en un gran pastizal dorado, su espalda estaba recostada a un gigantesco árbol, cuyas hojas estaban rojas y anaranjadas, por esto supuso que estaban en otoño, al levantarse y mirar a su alrededor, no se encontró con nada más que un interminable campo de trigo, y el único árbol que podía apreciar era en el cual estaba parado, intentando inspeccionar el árbol, le daba vuelta, y, al llegar a un punto, vio sentado en el otro extremo a un hombre, vestía de negro y llevaba el cabello largo hasta sus caderas y de color platinado, que caía suavemente en el suelo, se acercó corriendo hacia el hombre, y se paró justo a su lado, estaba jugando con una rama de trigo mientras su mirada se perdía en el inmenso pastizal.
-¿Sephiroth? ¿En verdad eres tú? –Afirmó Génesis con un brillo en sus ojos.
-¿Quién soy, si no soy Sephiroth? –Habló sin despegar la mirada del pastizal.
-…¿Por qué te fuiste? –Preguntó Génesis mirando el suelo.
Sephiroth por fin quitó su mirada del horizonte, y lo miró directo a los ojos, y compuso una mueca con su mano, indicándole que se sentara a su lado.
-Me fui porque no me podía quedar…
-¿A qué te refieres con eso?
-Tu… tu felicidad es importante para mí.
-¿Lo dices por Vincent? Yo estaba confundido, pensé que él era quien me hacía sentir así, pero en realidad eras tú, ese día en la cocina, no pude comprender el porqué me había intimidado tanto con tan solo verte, ahora lo entiendo, yo realmente te amo, te amo demasiado, Sephiroth, volvamos a casa, juntos…
-¿Me amas? –Posó una de sus manos en la mejilla del pelirrojo, quien por acto reflejo la acarició.
-Así es.
Mientras que veía la cara del general acercarse a la suya, por fin había comprendido que estaba soñando, pero no importaba, iba a disfrutar ese sueño, en donde podía estar con Sephiroth, Los labios del general se acercaban entreabiertos, y Génesis respondía de igual forma, al sentir al fin el rose de sus suaves labios con los suyos, lo hicieron estremecerse, dejando salir un gemido ahogado por la lengua de Sephiroth, la cual entraba y salía de su boca, lamía suavemente sus dientes y labios para después succionarlos delicadamente, separaban sus labios en busca de aire y se volvían a fundir en un beso, más fuerte que el anterior, las manos del general acariciaban lentamente su espalda, subían y bajaban a sus caderas, enterrando suavemente las uñas en círculo, le hacían dar descargar eléctricas por la columna, y sentía que algo empezaba a despertar en su entrepierna, mientras que el peli plata se percataba de la reacción que había provocado en Génesis, lo acostó suavemente en el pastizal de trigo, quitando suavemente la roja chaqueta del comandante, y luego retirando el suéter, dejando al desnudo el marcado torso del pelirrojo, delineándolo con los dedos, le regaló una mirada lasciva envuelta en lujuria, y se volvía a acercar para fundirse en un beso, lleno de deseo descomunal y lujuria, acariciando delicadamente la espalda de Génesis, sus labios bajaron hasta su cuello, haciendo un camino de besos y succiones a su paso, mientras la pierna del general, hacia una pequeña presión en la entrepierna de Génesis, haciendo que éste se mordiera el labio para contener el gemido que amenazaba con salir; no obstante las manos de Génesis no se quedaron quietas tampoco, subían lentamente desde las piernas del general, acariciando suavemente su miembro ya erecto que se podía aprecia por encima de la tela, al tiempo que su otra mano subía por su pecho intentando arrebatarle la chaqueta; al ver las intensiones del que estaba bajo suyo, Sephiroth detuvo sus acciones y quitó lentamente su chaqueta, provocando aun más al pelirrojo, quien lo miraba sumamente sonrojado, con los labios entreabiertos y con una expresión de necesidad en el rostro.
Con su torso al desnudo, dejando ver su tonificado cuerpo, blanco y hermoso, Génesis delineaba las líneas que marcaban sus abdominales, y, al mirar al rostro de Sephiroth, se encontró con una sonrisa que nunca había visto, la sonrisa llena de lujuria y deseo de Sephiroth; los pensamientos lascivos empezaban a brotar de su mente, dejando atrás todo rastro de cordura alguna, y con una desenfrenada pasión acercó los labios del general a los suyos, haciendo que estos se chocaran y les causara dolor, no obstante no pareció importarles en lo más mínimo, pues continuaron con su alocado y pasional beso, las caricias de Sephiroth se hacían cada vez más pretenciosas, y posando una de sus manos al miembro despertado en su totalidad, bajó los pantalones de Sephiroth, dejando su piel expuesta ante sus ojos, los labios del peli platinado se retiraron de los labios de Génesis, bajaban succionando todo su cuerpo, cuello, pecho, abdomen y al estar a menos de un centímetro de su pelvis, aquella sensación de sus besos empezaban a desaparecer, haciendo que Génesis se alarmara, aun no se quería despertar.
-Entonces… quédate con él. –Fue lo que dijo Sephiroth al marcharse, con un tono frio y lleno de ira profunda.
Intentando gritar el nombre de Sephiroth, implorarle que no se fuera, que no lo dejara nuevamente solo, que Génesis solo lo amaba a él, que Vincent ya no significaba nada más que un amigo para él, su voz no salía, haciendo que su garganta se estrujara de dolor, viendo como el Sephiroth que hacía unos segundos lo estaba tocando de una manera increíble, se alejara, tal y como lo había hecho esa noche, dejando a Génesis con sus ojos rojos y su garganta hecha un mar de dolor.
Al despertarse se llevó unos de sus dedos hacia sus ojos, y efectivamente las lagrimas habían brotado, después de casi tocar el cielo al comenzar el sueño, terminó con lo que más le atormentaba, ver a Sephiroth marcharse por su culpa. Toda sensación de placer se esfumó, la tristeza lo tomó nuevamente, y se incorporó de la cama, suspirando con decepción.
***
La noche empezaba a caer, el cielo con diferentes tonalidades de rojo hacían evidencia de esto, había logrado dormir un poco, pero solo logró eso, y no más, tomando una ducha para aliviar su somnolencia, se alistó para seguir investigando el paradero del general; bajando las escaleras, se situó hacia el salón, y, encontrándose con Angeal, vagamente afirmó.
-¿Has encontrado algo?
-¿Dormiste bien?
-Sí, aun no respondes mi pregunta.
-Sí, sé donde se encuentra.
-¡¿Por qué no me lo habías dicho?! –Preguntó irritado el pelirrojo.
-Porque no estabas en condición, ni de verlo, si quiera en enfrentarlo.
-Enfrentarlo… -Susurró para el mismo mientras miraba hacia el suelo, en su mente jamás pensó en pelear contra Sephiroth.
-Bien, si ya te encuentras mejor, no perdamos más tiempo y vamos por él.
-¿No necesitamos permiso para ir allí?
-Sí, pero ahora eso no importa.
-¿Entonces como piensas llegar ahí? Te recuerdo que ni tú ni yo sabemos pilotear un helicóptero.
-No hace falta que lo piloteemos ninguno de los dos, tengo alguien que se ofreció ayudarnos.
-…
Llegando al puerto de helicópteros de la compañía Shin-ra, se encontraron con un delgado pelirrojo, quien los miraba divertido y con una gran sonrisa, Angeal se le acercó y le regalo un pequeño y tierno beso en los labios, Génesis empezaba a entender el por qué Reno había aceptado involucrase en este caso; dispuestos a partir, una mano abstuvo al comandante de entrar al helicóptero, mirando rápidamente hacia atrás, se encontró con Zack, quien iba acompañado de Strife, regalándole una cálida sonrisa.
-Nosotros también vamos. –Afirmó Zack.
-No puedo asegurar sus vidas, así que mejor absténganse. –Frunció el ceño mientras los miraba.
-Iremos aun así. –Agregó Cloud.
-¿Estás de acuerdo con eso? ¿Zack? Puede ser peligroso, después de todo no es ni más ni menos que Sephiroth. –Alzando una ceja, le dedicó una mirada de incredulidad a Zack.
-Le intenté decir que podía encargarme de esto yo solo, pero… -Rascándose la cabeza afirmó, dejando salir un audible suspiro.
-Yo también soy un SOLDADO, sé defenderme solo, a demás, no lo dejare ir solo. –Dijo Cloud con determinación en su voz.
-Bien, si tanto insisten, no perdamos más tiempo, andando. –Afirmó el comandante mientras subía al helicóptero.
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La oscuridad de la noche empezaba a caer, recostado en su cama, jugaba con su cabello mientras su mirada se perdía en el techo de la habitación, sus pensamientos eran indescifrables, el peli-platinado parecía perdido, pero conservaba su actitud indiferente, un sonido hizo que este se levantara de sus aposentos, caminando rápido hacia donde este provenía, se topó con una amarga sorpresa, Lyon, su nuevo camarada, estaba de rodillas frente a la capsula donde se encontraba ese escuálido joven.
-Sephiroth… Yo, no sé si lo que estoy haciendo esté bien.
-Eso no es de mi incumbencia.
-Sí, lo sé, pero, tal vez no sea capaz de mirarla y decirle todo lo que hice…
-…
-Pero, ¿Lo hice por ella? ¿No? ¿Ella entenderá, verdad? ¡¿Verdad?! –Sujetando al general por el cuello de su abrigo, gritaba irritado.
-Cálmate. –Agregó sereno.
-Lo siento, me dejé llevar. –Volviendo a su pose naturalmente fina, recobró la compostura.
>> Lamento si te hice preocupar.
-No hay problema. –Tal vez, el peli-plata lograba entender un poco el sentimiento de su semejante.
-¡Señor Lyon! –Corriendo hacia ellos, Cassie gritó con preocupación.
-¿Qué sucede?
-E-Están aquí. –Intentando recobrar el aliento, fue lo único que atinó a decir.
-¿Quiénes?
-E-El pelirrojo que estaba junto con Vincent, y más SOLDADO.
Sephiroth miró rápidamente a la chica, con sus ojos abiertos de par en par, reflejando sorpresa; frunciendo el ceño y maldiciendo internamente, suspiró y se dirigió con sus nuevos camaradas hacia el lugar donde estos se encontraban.