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Baloncesto callejero por Fullbuster

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Desde que se había despedido de Akashi, Daisuke no había dejado de sonreír ni un segundo. Estaba muy feliz por haber pasado más tiempo junto a su ídolo practicando su deporte favorito y por haber conseguido que accediera a volver a jugar con él cuando tuviera más tiempo libre. Aunque el niño aprovechó el momento en que le perdieron de vista al girar la esquina para realizar una pregunta al adulto que le acompañaba.


- ¿Lo estoy haciendo bien? ¿He ganado ya el juego? - le preguntó de forma inocente a Kagami ladeando su cara para poder mirarle.


Flashback


Kagami terminó sucumbiendo ante la mirada anhelante de su pareja y no pudo negarse a su petición... A partir de ese momento, fingiría ser el novio de Aomine. Pero el hombre se dio cuenta de un fallo que tenía todo ese plan y que podría echarlo por la borda.


¿Qué hacemos con Daisuke? - preguntó a los otros dos implicados en aquella treta - Es más que probable que si nos encontramos con Akashi, él estará presente. Si de repente empiezo a actuar como si fuese su padre, seguro que se extrañará y dirá algo. Dudo que se mantenga callado si trato a Aomine como a mi novio. Su reacción nos delataría enseguida, entonces Akashi sabría que habíamos tramado un complot y se preguntará el motivo. Si empieza a pensar intentando hallar una razón a nuestra mentira, podría sumar dos y dos y averiguar la verdad.


Tendremos que ponerle al corriente – sugirió Kuroko.


No podemos hacer eso – se rehusó Aomine mientras se levantaba nervioso de la silla.


Sabía que para que el plan funcionase, debían solucionar ese problema pero se negaba a contárselo a su hijo. Tenía miedo de que se preguntara por qué querían mentir a Akashi y empezase a sospechar que algo raro pasaba ahí.


Hace un par de años que dejó de insistir con sus preguntas sobre quién era su otro padre, pero si le decimos que delante de Akashi debe fingir ser hijo de Bakagami, podría sacar a relucir el tema de nuevo ya que se cuestionará el motivo por el que debe hacerlo solamente con él. Daisuke no me perdonaría si se enterase de que Akashi es su padre de esa forma y no de mi propia boca – les explicó angustiado.


Entiendo tu temor pero es necesario...


No – seguía oponiéndose pese al intento de Kagami por hacerle entrar en razón.


No seas terco, Aomine.


Dejad de discutir – intervino Tetsu antes de que esa discusión alcanzara un nivel superior – No tienes nada de qué preocuparte, Daiki. Tenía pensado proponérselo como un juego en el que participaríamos los cuatro y que tendríamos que jugar frente a todos y no solamente frente a Akashi para que no sospechara nada.


Aomine se relajó con la explicación de su mejor amigo. Si Daisuke pensaba que se trataba de un juego, no llegaría a sospechar que su padre era Akashi, el plan podría funcionar aunque...


De acuerdo, acepto si se lo proponemos de esa manera pero habrá que pensar muy bien el motivo del juego y cómo hacerlo para que capte su atención y acceda a participar. Si no le interesa, no servirá de nada – dijo Aomine.


Los otros dos movieron sus cabezas en señal de conformidad. Entre los tres planificaron lo que le dirían al pequeño de ocho años para que no pudiera pillarles en aquella mentira.


Cuando Daisuke regresó junto a Kise, almorzaron todos juntos la deliciosa comida preparada por Kagami, olvidándose momentáneamente de los problemas y disfrutando de la agradable compañía. Charlaron sobre diferentes temas, se pusieron al día sobre sus vidas sin entrar en temas conflictivos, bromearon entre ellos y rieron con muchas ganas, en especial con las anécdotas de Kise como modelo. Había gente demasiado rara en ese sector y parecía que el rubio había ido a toparse con la mayoría de ellos.


Tras unas distendidas horas, llegó el momento de despedirse del cotizado modelo, quien debía descansar antes de una sesión fotográfica que tenía programada para la mañana siguiente. Aomine creyó que aquél era el momento idóneo para empezar con el plan que habían tramado entre los tres y para contarle a su hijo el tema del juego que iban a llevar a cabo.


Dai, espera un momento – le llamó antes de que se marchase a su habitación a hacer su tarea – Ven, siéntate aquí.


¿Qué pasa, papá? ¿He hecho algo malo? - le preguntó desconcertado por la seriedad con la que le hablaba.


No, para nada – contestó rápidamente al ver que su hijo le había malinterpretado - No te preocupes, no te voy a reñir, más bien todo lo contrario.


Ahora sí que Daisuke estaba totalmente perdido y no tenía ni idea de con qué le iba a sorprender su padre.


Queremos proponerte un juego.


¿Un juego? ¿Qué clase de juego? - preguntó mirando a los tres adultos ya que parecía tratarse de una idea conjunta.


Vamos a jugar que Kagami es tu padre también – le dijo Aomine.


¿En casa?


No sólo en casa, en cualquier lugar y delante de todo el mundo.


¿Por qué? - cuestionó inclinando su cabeza de tal forma que les causó ternura a los presentes.


Taiga quiere comprobar si tiene madera de padre y al mismo tiempo, practicar para cuando decidamos tener hijos – le contestó Kuroko.


Es un poco raro – murmuró Daisuke no muy convencido.


Míralo como si fuese una competición entonces. Los jugadores seréis Kagami y tú. Él interpretará el papel de tu padre y tú de su hijo y quien lo haga mejor, ganará – le sugirió Aomine.


¿Y cuál será el premio? - preguntó con los ojos iluminados por el interés.


Poder presumir delante de todo el mundo que le has ganado – comentó con sorna Aomine sonriendo de forma engreída.


El pelirrojo miró mal al antiguo jugador de baloncesto ignorando el comentario para no ponerse a discutir delante del crío.


Puede que, para hacerlo más real, alguna vez tenga que tratar a tu padre como suelo tratar a Tetsu – cambió de tema a la vez que advertía al niño para que no le pillase desprevenido.


¿Vas a besarle? - le interrogó el niño no muy complacido por el hecho. Le resultaba raro imaginarse a ambos haciendo algo como aquello.


Aomine se sorprendió por la pregunta pero pensó que era normal le acudiesen esas dudas con todo lo que le estaban diciendo. Sólo esperaba que su hijo no cogiese un trauma al imaginárselos besándose.


No, no – negó rápidamente Kagami mirando nervioso a su pareja sin percatarse de la expresión de disgusto que tenía Aomine.


¿Y a ti no te molesta que papá y el tío puedan besarse? - preguntó mirando a Kuroko.


No, si es estrictamente necesario para ganar el juego. Estoy convencido de que Taiga ganará – contestó animando a su novio.


¿Y vosotros qué haréis si solamente tío Taiga y yo jugamos?


Seremos los jueces. Controlaremos que no hagáis trampas y cumpláis las reglas - contestó Tetsuya.


¿Cuáles son las reglas?


Solamente nosotros cuatro sabremos la verdad. Nadie más puede enterarse de que es un juego, debe parecer que tú, Kagami y yo somos una familia, ¿de acuerdo? Delante de todo el mundo fingiréis ser padre e hijo y, cuando sea necesario, que Kagami y yo somos pareja.


¿Y cuánto va a durar el juego?


Hasta que uno de los dos pierda o Taiga sienta que está preparado para ser padre – contestó Kuroko.


Todo aquello era demasiado extraño para el pequeño y así lo reflejaba con sus expresiones faciales. Los adultos estaban nerviosos por si el pequeño no aceptaba y su plan no podía ni empezar a ponerse en marcha. Si eso pasaba, tendrían que pensar alguna otra manera para hacer creer a Akashi que esos tres eran familia.


No termino de entenderlo ni le veo mucho sentido...  - hizo una pausa con el rostro serio que inquietó a los otros – pero si tío Tetsu está de acuerdo, jugaré – terminó con una amplia sonrisa en su boca.


Fin del flashback


- Sí, lo estás haciendo muy bien. Tendré que esforzarme más para ganarte – le contestó Kagami revolviéndole el pelo.


 


Aquella mañana, Aomine se había quedado en la cama sin poder levantarse. Abrió los ojos con pesadez y se dio un golpe con la mano derecha en su frente pensando en lo idiota que había sido al besar a Akashi. Un solo segundo había echado por la borda todo el tiempo que le había costado sacar de su vida a aquel chico pelirrojo. Odiaba a Akashi o quizá hasta eso era mentira, odiaba a su padre, cómo había jugado siempre con la vida de él y se había metido en su relación hasta destruirla por completo. Jamás había visto llorar a Akashi y ahora no podía apartarlo de su cabeza.


Iba distraído pensando precisamente en él cuando fue a cruzar la calle. Debía agradecerle a Akashi su rápida intervención, se jugó la vida cruzando desde el otro extremo para apartarle a él, sabía que Akashi había pasado miedo, creía que le perdía frente a sus ojos y algo en su interior se removió, aún amaba a ese chico y pese a que no quería demostrarlo… lo había hecho. Su corazón había sido más rápido que su cabeza. Tras aquel beso y ver la mirada de sorpresa que le puso Akashi… sólo pudo levantarse y marcharse de allí con rapidez evitando que el pelirrojo le interrogase por aquel acto.


-  Joder – susurró Aomine en la cama - ¿En qué narices estaba pensando cuando te besé? Imbécil – susurró de nuevo sin poder creerse que le había besado de verdad y ahora sólo podía intentar no encontrarse con él.


Su móvil volvió a vibrar en la mesilla por enésima vez, siempre era la misma persona… Akashi. Seguramente querría preguntarle qué había ocurrido el día anterior, querría hablar sobre aquel beso pero Aomine no estaba preparado para enfrentarle, no sabría qué decirle excepto la verdad… que aún le amaba y verle en aquel estado de preocupación le había hecho bajar todas sus defensas, le habían dado ganas de protegerle. No podía decirle eso si quería alejarle de su vida así que dejó que el teléfono sonase hasta que se cansase.


Escuchó la puerta abrirse y supo que sería Kagami con su hijo. Se dignó a levantarse pese a que su cuerpo se sentía cansado. Al levantarse de la cama, sintió un intenso dolor en la rodilla que le hizo sentarse de nuevo en el colchón. Hacía años que la lesión que sufría no le había dado problemas pero hoy… había decidido volver con ese dolor. Seguramente sería consecuencia del golpe de ayer cuando Akashi le apartó de la trayectoria del coche. La caída le había repercutido en su lesión. Se masajeó levemente la rodilla con la mano hasta que la puerta de su habitación se abrió de golpe dejando ver a Daisuke que corría hacia él y se lanzaba encima sonriendo mientras le hablaba que pronto ganaría a Kagami.


Aomine fingió estar en perfectas condiciones para no preocupar a nadie y cogiendo a su hijo de la cintura, lo tumbó encima de él en la cama haciéndole cosquillas y jugando con él. Kagami desde la puerta, comentó que tenía que ir a buscar a Tetsu, habían quedado para comer en un nuevo local del barrio, así que se marchó enseguida. Aomine se levantó para ir a preparar la comida mientras su hijo se duchaba, pero al llegar a la nevera, se dio cuenta de que le faltaban algunas cosas. Resopló antes de ver a su hijo salir ya vestido aún con el cabello mojado.


- ¿Qué te parece si bajamos a la tienda de la esquina y compramos unas cosas que hacen falta? – le preguntó Aomine.


- Lo que quieres es que cargue yo con las bolsas – dijo el pequeño haciendo un puchero con los labios.


- Por supuesto, eres el fortachón de la casa – le sonrió Aomine y su hijo empezó a reírse mientras buscaba una bufanda en la percha de la entrada.


En la tienda, Daisuke corría por los pasillos buscando los ingredientes que su padre le decía y éste disimulaba que se encontraba bien aunque el dolor de la pierna le estaba destrozando. Sabía que era su culpa, había cruzado sin mirar y pese a que Akashi era quien le hizo daño en la caída, también le debía la vida. Estaba pensando en aquello cuando el rostro de su hijo apareció frente a él enseñando una caja de cereales. Aomine resopló al ver la cara de Akashi en la marca de los cereales. ¡De verdad que su hijo admiraba a ese idiota!


- Por favor – susurraba su hijo escondiendo la cara tras el cartón de cereales.


- Está bien, cógelos.


Daisuke se marchó contento en busca de más cosas y Aomine cogió la caja de cereales mirando el sonriente rostro de Akashi promocionando aquella marca.


- Encima ahora te tengo que ver en mi casa – susurró Aomine hacia el cartón de cereales - ¿Por qué no te quedaste en Estados Unidos? Todo habría sido más fácil si no hubieras vuelto.


Al ir a pagar, Aomine tuvo que sostenerse durante unos segundos en la caja esperando a que el dolor de rodilla se le pasara un poco. Sentía que empezaba a perder fuerza así que pidió un par de bolsas para meter las cosas esperando llegar pronto a casa y poder sentarse a descansar. Sería un largo y doloroso día. Ni siquiera sabía si llamar a Kise o a Tetsu para que se llevasen a Daisuke un rato por ahí y evitase verle en esas condiciones.


- ¿Estás bien, papá? – preguntó Daisuke al ver el rostro de dolor en la cara de su padre que se sujetaba en la caja.


- Sí, perfectamente – le dijo Aomine con una gran sonrisa fingida – vayamos a casa.


Aomine pagó la compra y entre los dos cogieron las bolsas para ir a casa. La tienda no estaba lejos, aun así a Aomine se le estaba haciendo todo un mundo mientras trataba de fingir que todo estaba perfecto, no quería asustar a su hijo con algo como esto. En unos días se pasaría el dolor, estaba seguro.


Al llegar a las escaleras, Aomine trató de centrarse en las palabras alegres de su hijo que le hablaba de cómo iba a machacar a Kagami tanto en el juego como en el baloncesto. En el penúltimo peldaño del segundo piso, la rodilla le terminó de fallar y cayó al suelo con un grito de dolor.


- ¿Papá? – preguntó Daisuke al ver a su padre sentarse en la escalera incapaz de levantarse de nuevo.


Daisuke trató de ayudar a su padre pero era demasiado grande y pesado para él así que decidió dejar las bolsas a su lado y salir hacia la cancha por si veía a Kagami o a alguno de sus amigos. Aunque Aomine trató de impedirle que saliera corriendo, fue incapaz al no poder ponerse en pie.


Daisuke no dejó de correr hasta que llegó a la cancha pero allí no había nadie conocido para ayudarle. Recordó que Kagami había invitado a comer a Tetsu al nuevo restaurante que habían abierto pero no sabía dónde quedaba para poder ir a buscarles. Estaba a punto de ponerse a llorar cuando, al girarse, se chocó contra Akashi quien le miró extrañado y preocupado.


- Ey, ¿qué te ocurre? – le preguntó con una sonrisa.


- Es papá, se ha caído en la escalera y no puedo ayudarle a levantarse – comentó.


- ¿Aomine? – preguntó Akashi viendo cómo el niño asentía – Llévame hasta él.


Aomine se agarró a la barandilla encima de su cabeza para tratar de levantarse cuando escuchó que su hijo volvía y nada más y nada menos que con Akashi, el chico al que quería evitar a toda costa.


- Ven aquí – susurró Akashi cogiendo el brazo de Aomine con firmeza para pasarlo alrededor de su cuello y ayudarle a levantarse.


- No necesito tu ayuda – le dijo Aomine enfadado.


- Por supuesto – comentó Akashi sin hacerle caso y pasando su brazo por la cintura de Aomine para ayudarle a caminar mientras se agachaba un poco a coger las bolsas del suelo – te llevaré hasta casa, te dejaré sentado y me marcharé si es lo que tanto quieres. ¿En qué piso vives?


- El quinto – dijo Daisuke aunque su padre le miraba como si hubiera cometido un error al decírselo.


Akashi le ayudó a subir las escaleras dejando que se apoyase en él. Una vez entraron por la casa, Akashi lo sentó en el sofá antes de ir a dejar las bolsas encima de la encimera de la cocina y sacar del congelador un saco de verduras envolviéndolas en un trapo para colocársela a Aomine en la pierna.


Aomine le miró extrañado pero a Akashi le dio igual. Aomine siempre había sido un gruñón, ya le conocía y en parte le hacía sonreír poder comprobar que seguía siendo el mismo Aomine de siempre. Le levantó la pierna en el sofá y le puso la bolsa envuelto en el trapo sobre la rodilla.


- Déjala un rato ahí puesta, tienes la rodilla tan hinchada como un balón de baloncesto.


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