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Baloncesto callejero por Fullbuster

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- Dai, llévate a ese bicho fuera de aquí – le mandó Aomine moviendo las manos indicándole que lo alejara de él.


- ¿Entonces no nos lo podemos quedar? - les preguntó a su padres poniéndoles ojitos.


- La única forma de que se quede ese bicho aquí es si se convierte en el almuerzo del gato – le contestó Aomine.


- Papá, ¿cómo puedes decir algo tan cruel? - le preguntó con tono recriminatorio a la vez que pegaba al ratoncito a su pecho en un gesto protector.


Dai miró al animalito viendo cómo movía su pequeña nariz al olfatearle, haciéndole cosquillas en los dedos con sus bigotes lo cual provocó la risa del pequeño.


- Mirad esta carita, ¿no os da pena? - extendió sus brazos con el roedor entre sus manos acercándolo primero a Aomine.


- Daisuke, ni se te ocurra... aléjalo de mí – gritaba Aomine arrastrándose hacia atrás hasta que se topó con el borde de la mesa.


- No me da miedo usarlo contra... - tuvo que hacer una pausa para estornudar por culpa de la presencia del gato - ...ese nido de enfermedades con patas si se acerca a mí – chilló Akashi extendiendo el bate frente a él al ver que su hijo se había girado hacia él y daba unos pasos.


El pelirrojo vio cómo el niño le miraba ofendido y volvía a proteger al animal pegándolo a su pecho.


- No le escuches, pequeñín, no eres ningún nido de enfermedades con patas, eres una buena mascota – se dirigió al ratón tapándole las pequeñas orejas con una mano.


- Ah, no, no, no. Eso sí que no. Ya tenemos una mascota que me provoca urticaria, no necesito otra más – se opuso Akashi terminando la frase con varios estornudos seguidos.


- Pero...


- Venga, Daisuke, será mejor que nos llevemos a este minino tan mono de aquí antes de que tu padre se ponga peor – intervino Masaomi acercándose al pequeño y quitándole el roedor de los brazos. Era la primera vez que cogía un ratón con sus propias manos pero ni siquiera lo pensó antes de hacerlo.


- ¿Qué vas a hacer con él? - le preguntó preocupado Dai.


- Los ratones prefieren ser libres y vivir aventuras por el mundo, así que lo dejaremos fuera para que recorra el jardín a su antojo, hasta podemos montarle un nido para él – improvisó para tranquilizar al niño – le diré a uno de los sirvientes que nos ayude en la tarea.


- Vale, si es feliz, entonces de acuerdo – le contestó sonriente mientras cogía al gato entre sus brazos – Llevaré a Ki-chan a su cuarto.


- Y después, date una buena ducha de agua caliente y quítate esa ropa – le ordenó Akashi pensando en que su hijo había abrazado al ratón. ¡A saber dónde había estado ese bicho antes!


- Me aseguraré de ello – le tranquilizó Masaomi adivinando los pensamientos de su hijo y acompañando a su nieto - ¿Por qué le has puesto Ki-chan al gato? - le preguntó a Daisuke mientras se marchaban.


- Me recuerda a un amigo de papá por el color de su pelo – oyeron que le contestaba antes de desaparecer por uno de los pasillos.


Al quedarse solos, Aomine y Akashi bajaron por fin de los muebles, aliviados de verse liberados de aquel pequeño monstruo.


- Nosotros también debemos deshacernos de esta ropa y desinfectarnos, y mientras lo hacemos, mandaré a que fumiguen el sofá nuevo – dijo Akashi.


- ¿No crees que estás exagerando? - se burló Aomine.


- No, para nada. ¿Sabes...?


- De acuerdo, de acuerdo – le interrumpió al adivinar que le iba a bombardear con miles de datos sobre los ratones. Era mejor rendirse antes que escuchar el discurso que iba a soltar – Le prenderemos fuego a la ropa si hace falta – le dijo mientras le empujaba hacia fuera del salón en dirección a su dormitorio ganándose la mirada molesta del pelirrojo, porque sabía que le estaba dando la razón porque no quería escuchar sus argumentos.


Tras asearse y cambiarse de ropa, Akashi y Aomine salieron al mismo tiempo de sus respectivos cuartos y caminaron por el pasillo hacia la cocina, cuando vieron a su hijo tratando de convencer a Masaomi de algo, por lo que se acercaron para averiguar qué era.


- ¿Qué ocurre? - preguntó Aomine.


- Papá, dile al abuelo que no te importa que se quede a comer con nosotros– se giró el pequeño hacia su padre con ojos de súplica.


- Yo...


- Daisuke, no quiero molestar. Sólo necesito hablar contigo un momento y me marcharé – se dirigió a Aomine.


- No, quédate a comer, por favor – le suplicó – por favor – dijo esta vez mirando a sus padres.


Tanto Aomine como Akashi estaban sorprendidos con Dai, creían que aún estaba cabreado con su abuelo al descubrir todo lo que había hecho, pero parecía que le había perdonado o al menos había elegido intentarlo y darle una segunda oportunidad, aunque podían entenderle. El pequeño no sabía lo que era tener un abuelo, por lo que era normal que, al presentarse la ocasión de descubrirlo, la aprovechara.


- Está bien, puede quedarse. Después de todo, voy a preparar una nueva receta y seguramente sobrará – dijo Akashi quitándole importancia al asunto – es mejor no desperdiciar comida, ¿no? - miró a Aomine para ver si estaba de acuerdo con que Masaomi se quedara a comer.


- Claro – accedió al ver la cara de ilusión de su hijo – no cuesta nada poner otro plato.


- Gracias – agradeció Masaomi sorprendido y emocionado el gesto por parte de ambos.


Todos se dirigieron a la cocina, donde Akashi se puso a cocinar contando con la sorprendente ayuda de su padre, a quien jamás había visto usar un cuchillo a no ser que fuera para cortar su bistec bien asado, y la ayuda de Daisuke, mientras Aomine se dedicaba a leer la receta y dar instrucciones.


Tras degustar un delicioso almuerzo y menos incómodo de lo que esperaban, Akashi llevó a Daisuke a la cancha privada dejando que Aomine y Masaomi salieran al jardín para hablar tranquilamente.


- Y bien, ¿qué querías decirme? - le preguntó un poco a la defensiva la antigua estrella del Tôô mientras tomaba asiento y ponía en alto su pierna para aliviar un poco el dolor que había comenzado a sentir. Parecía que el hombre frente a él estaba cambiando pero seguía desconfiando de él.


- Hay... - hizo una pausa dubitativo, nada propio de él – hay algo que no sabes y que debo contarte y también disculparme.


- ¿El qué? - le miró extrañado y sorprendido.


- Como sabrás, desde que Sei volvió, he estado intentando separaros...


- Vaya, no tenía ni idea – comentó sarcástico Aomine.


- ...Pero no he estado trabajando solo – continuó Masaomi dejando pasar el comentario del otro.


-  ¿De qué estás hablando?


Esas palabras llamaron la atención del antiguo jugador de baloncesto, provocando que se tomara en serio la conversación.


- Alguien más me ha ayudado en mis planes, alguien que compartía el mismo objetivo que yo – le respondió.


Aomine clavó su vista en el gran empresario con el ceño fruncido, aunque en realidad no estaba realmente mirándole, sino que su mente trabajaba a gran velocidad intentando averiguar de quién hablaba Masaomi, pero no tardó demasiado en dar con la respuesta.


- Takumi – murmuró más asombrado de lo que se hubiese imaginado. Jamás se le hubiese pasado por la cabeza que su jefe hubiera llegado al extremo de colaborar con Masaomi para retenerle a su lado.


- Así es, Takumi Touya accedió a ayudarme, pero ayer cambiaron las tornas y fue él quien me llamó para pedirme ayuda y evitara que vinieras a vivir con Sei – le explicó – yo me negué porque me he dado cuenta de que he obrado mal al comprobar lo mucho que amas a mi hijo y ver lo feliz que es cuando está contigo. No voy a meterme entre vosotros nunca más, pero dudo que ese hombre vaya a tirar la toalla. Sólo quería advertirte que tuvieras cuidado porque, ahora que está solo, no sé de lo que será capaz de hacer con tal de tenerte.


Masaomi miró con ojos dudosos a ese moreno que parecía intentar asimilar toda la información que estaba recibiendo. Las manos de Aomine se tensaban por segundos apretando los puños como si se sintiera dolido o traicionado, algo que entendió muy bien Masaomi.


- Estás enfadado conmigo y lo entiendo. Obré mal.


- No es contigo – dijo Aomine sorprendiendo a Masaomi – bueno… no nos confundamos, sigo sin confiar en ti, me hiciste mucho daño en el pasado pero por eso mismo, sabía que podía esperar cualquier cosa de ti, que harías lo que fuera para separarme de tu hijo, pero Takumi… de él no lo esperaba. Creí que era sincero cuando decía ayudarme y ahora me doy cuenta de que lo único que le importa es tenerme sea como sea. En este momento, siento que él no me quiere, que sólo soy un trofeo que piensa que puede conseguir a cualquier precio, me siento utilizado y asqueado.


- ¿Sabes? Cuando mi esposa falleció, perdí toda la fe en el amor, sabía que nunca encontraría a nadie como ella y renuncié al amor obligando a Sei a renunciar también por mi culpa. Siempre quise que Akashi fuera perfecto, el mejor. Mi mujer era la única que realmente le entendía y le apoyaba. Nunca he sido un buen padre y no podía ver los verdaderos sentimientos de mi hijo, mucho menos los tuyos. Mucha gente ha tratado de apoderarse de nuestra fortuna y no quería que le ocurriera algo así a Akashi, no quería que sufriera por un amor material y que le dejasen tirado en cuanto obtuvieran de él lo que querían. Cuando me dijo que venías de un barrio pobre… me enfadé, eras exactamente de esas personas de las que trataba de alejar a mi hijo y sólo ahora me doy cuenta de que amas a Sei de verdad. Nunca había visto tantas risas en una casa como ahora, ni siquiera cuando vivía mi mujer, Sei reía tanto como contigo. Y tú… nunca pediste nada en todos estos años excepto estar con mi hijo. Creí que te desharías de ese niño y seguirías con tu carrera deportiva al no haber obtenido el dinero de nuestra familia, pero me has demostrado una valiosa lección. Así que una vez más me disculpo por haber dudado de tus sentimientos. De Takumi, sólo creí que necesitabas saberlo.


- No me enamoré de Seijuuro por su dinero. Al principio… cuando empezamos a jugar al baloncesto en el mismo equipo, tenía algo de envidia de él. Siempre tenía buenas zapatillas, una mansión, unos padres que le adoraban, sabía tocar el piano y el violín, era… perfecto. No me fijé ahí en él, empecé a fijarme en él cuando murió su madre. En su vida, nada material había cambiado, seguía teniendo sus lujosos coches, su dinero, su mansión, su piscina, sus zapatillas… pero había cambiado lo más importante de su vida, no soporté ver la tristeza en sus ojos pese a que parecía tenerlo todo… le faltaba lo más importante. Creí que yo podría sustituir un poco de ese gran amor y hacerle feliz de nuevo. Supongo que todo salió muy mal entre nosotros – sonrió con cierta tristeza Aomine – llegué a ver cómo era él en realidad, no el Akashi a quien todos temen, no ese chico perfecto – Aomine sonrió de golpe – vi a un enano al que le gustaba mandar pero que en el fondo, era dulce y buscaba desesperadamente una salida a su mundo perfecto, vi que buscaba divertirse y lo hacíamos, mientras duró nuestra relación nunca faltaron las risas.


- Sé lo que ocurrió con tu familia, que te echaron de casa cuando eras muy joven y siempre has salido adelante tú solo. Hice las cosas muy mal en el pasado y me siento estúpido al pedirte algo así pero… me gustaría formar parte de la vida de Dai y de la vuestra. No soy el mejor padre, Seijuuro puede decirlo abiertamente pero… si me das una oportunidad, me gustaría poder ser un padre para ti y para Sei, quiero cambiar y sé que puedo hacerlo si me ayudáis.


- Déjame pensarlo un poco. Podemos hablar de esto cuando vuelva… ahora quiero hablar con Takumi en persona.


- Puedo acercarte al local si quieres y esperarte fuera para traerte.


- Te lo agradecería – le comentó Aomine con una sonrisa tratando de confiar en el que una vez, fue su mayor rival en la lucha por Seijuuro – dame un segundo, tengo algo que hacer y podremos irnos.


En el trayecto hacia el local que dirigía Takumi, ninguno de los dos habló aunque Masaomi no podía apartar la vista de aquel chico del que durante años dudó, ese chico del cual pensaba que sólo quería a Sei por su dinero y ahora… sólo ahora… se daba cuenta de que se equivocaba. Sonrió al recordar la escena con el ratón, aquellos dos eran exactamente iguales y desde luego no podía imaginarse una casa mejor para Daisuke, una casa llena de risas, de amor… pero para ello, aún debía unir a esos dos chicos que durante años se ocupó de mantener separados. Por lo menos sabía que Aomine seguramente no volvería con Takumi y eso ya era un paso, por primera vez, Masaomi se sintió completamente satisfecho con una de sus acciones, hacer algo bueno le había llenado de felicidad, una felicidad que hacía años había perdido y jamás esperó volver a encontrar.


Tal y como Masaomi prometió, esperó en el coche mientras veía a Aomine bajar para adentrarse en aquel local. Entró por la puerta trasera, la más cercana al despacho de su jefe. Ni siquiera se molestó en tocar a la puerta, estaba demasiado enfadado como para hacerlo. En cuanto la puerta se abrió, Takumi se giró a mirar aquellos profundos pero desafiantes ojos de Aomine.


- Vaya, no esperaba verte por aquí hoy. ¿Qué tal tu convivencia con el padre de tu hijo?


Aomine ni siquiera se molestó en contestar. Buscó en uno de los bolsillos internos de su chaqueta un papel y lo desplegó dejándoselo encima de la mesa.


- Ya tengo una fecha para nuestra boda – le aclaró Aomine haciendo sonreír a Takumi, se le notaba feliz – nunca – aclaró éste sorprendiendo a su jefe – ésta es mi renuncia al trabajo, dimito así que no hace falta ni que me pases la indemnización, no quiero nada de ti.


- ¿Qué estás diciendo, Aomine? – preguntó con grandes dudas cogiendo el papel de la renuncia para leerlo atentamente.


- Lo que digo es que no vas a volver a intentar comprarme, ni vas a utilizarme, ni mucho menos me tendrás en tu cama. Puedes pactar con el mismo diablo si así lo deseas, pero no voy a volver a poner un pie aquí, no volveré a estar frente a ti. Esto se terminó.


- Ese bastardo de Masaomi te ha ido con el cuento, ¿eh? – sonrió Takumi arrugando la hoja en su mano – aun así, sólo eres un chiquillo, Aomine, no tienes trabajo, ni dinero y debes mantener a un niño, sin hablar de tu problema en la rodilla. ¿Qué harás sin mí? Yo te he mantenido hasta ahora.


- Me las apañaré solo, como siempre he hecho – le aclaró Aomine – no dejaré que mi hijo esté al lado de un hombre que es capaz de manipular a quien sea sólo para tenerme en su cama.


- Ya te he tenido en mi cama.


- Sí, pero sólo mi cuerpo. Jamás podrás tenerme a mí porque sigo enamorado de Akashi, nunca le olvidé y lo sabes.


- ¿Vas a casarte con él? – apretó los puños con más fuerza.


- No – aclaró Aomine con una triste sonrisa – para él sólo soy una zorra que acepta el dinero que le da su jefe por follárselo. Pero se acabó, no volveré a rebajarme, ni ante ti ni ante nadie.


Por un segundo, Takumi consiguió ver en los ojos de Aomine aquella intensidad que una vez vio. Sólo era un crío arrogante cuando lo encontró, un crío que se negaba a acostarse con él por dinero pero al que acabó doblegando a su voluntad en cuanto necesitó pagar las facturas de su hijo. Ahora lo entendía, Akashi había vuelto y con él… la arrogancia y la autoestima de Aomine, Akashi había vuelto a sacar a flote a esa pantera que una vez pareció estar domada pero que ahora volvía a sacar las garras con mayor intensidad que antes.


- Te crees muy valiente ahora que está Akashi a tu espalda – susurró Takumi – pero tú mismo lo has dicho, para él sólo eres esa zorra que se acuesta por dinero. ¿Cuánto crees que tardará en ofrecerte dinero por tus favores?


- Supongo que tendremos que esperar a verlo – susurró Aomine – pero una cosa tengo clara… él no me ha pedido nada y se ocupará de que no le falte nada a nuestro hijo, no se está aprovechando de mi situación como intentaste hacer tú. A él sólo le interesa que Dai esté bien y feliz. Es lo único que necesito saber. Por primera vez… voy a confiar en la decisión de mi hijo, no te soporta, no podría obligar a mi hijo a vivir con un manipulador como tú y tenerle siempre enfadado, a Akashi le idolatra, está feliz. Un día cuando seas padre lo entenderás. Adiós… Takumi.


Takumi observó cómo Aomine se dirigía de nuevo hacia la puerta para abrirla y marcharse. El enfado iba en aumento, en aquel momento era incapaz de controlarse, Akashi le estaba ganando la partida, se llevaba a ese chico de su lado y no podía permitirlo, Aomine iba a ser sólo suyo, así lo decidió desde la primera vez que lo vio y le ofreció en contrato de Slamball, la pasión del moreno debía ser sólo para él.


Se apresuró a dar la vuelta a la mesa tirando el papel de la renuncia al suelo y lanzando la mano contra la puerta que Aomine trataba de abrir para cerrarla de nuevo. Aomine se quedó paralizado un segundo al ver lo rápido que había reaccionado Takumi aunque jamás esperó que éste le cogiera de la cintura con fuerza empotrándole contra la puerta, agarrando sus muñecas antes de que pudiera defenderse.


- ¿Qué coño haces? – preguntó Aomine enfadado.


- Tú no te irás con Akashi, prometiste casarte conmigo y sólo mío serás. ¿Me oyes? – le gritó enfadado.


- Estás enfermo – le gritó Aomine tratando de librarse de su agarre, pero Takumi acabó apartándole de la puerta para tirarle al suelo.


El quejido de Aomine se escuchó por medio local al sentir aquel dolor en su rodilla cuando golpeó con violencia contra el suelo. Por un segundo, las lágrimas trataron de escapar por el dolor, pero se negó a dejarlas salir, no delante de aquel individuo. Al ver que Takumi se acercaba hacia él para colocarse encima, trató de cubrirse con las manos para alejarle, aunque era incapaz de levantarse por su rodilla. Aomine sabía que aquello no acabaría nada bien, si sólo estuviera mejor, si no tuviera esa lesión y pudiera defenderse en condiciones, pero no… ahora ya no podía hacerlo. Takumi cogió con fuerza sus muñecas presionándolas para inmovilizar al chico. Aomine volvió a quejarse al sentir el dolor en sus manos, pero no pudo hacer mucho excepto tratar de apartar su cara de la de un Takumi que insistía en besarle.


Una de las manos de Takumi subió levemente la camiseta de Aomine dispuesto a quitársela cuando se escuchó la puerta abrirse. Por primera vez en su vida, Aomine se quedó perplejo al ver cómo Masaomi le pegaba un puñetazo a Takumi alejándole de él, lanzándole al suelo a su lado antes de ayudarle a levantarse.


- Ey, ¿estás bien? – le preguntó preocupado al ver los ojos aterrorizados de Aomine.


- S-Sí – aclaró Aomine – Gracias.


- Ven aquí, déjame ayudarte – le comentó al ver cómo su pierna temblaba del dolor, aunque prácticamente todo su cuerpo estaba temblando por el miedo.


Masaomi pasó el brazo del chico por sus hombros para ayudarle y miró una última vez a Takumi que intentaba incorporarse tras el puñetazo recibido. Aquello pareció hacerlo reaccionar. Su mirada cambió a una de terror, ni siquiera podía creerse que hubiera llegado a caer tan bajo como para tratar de tener a ese chiquillo a la fuerza.


- Joder – lloró de la indignación – lo siento, Aomine – susurró – lo siento, no volveré a hacerlo. Yo… lo siento mucho, no sé qué me ha pasado. Te juro que no volveré a hacer nada en tu contra, te lo prometo – lloró desconsolado aquel hombre pero Aomine no podía creerle.


- Sácame de aquí, por favor – susurró Aomine hacia Masaomi – no quiero volver a verle.


- Aomine – gritó Takumi al ver cómo Masaomi le pasaba a su chófer a ese chico antes de acercarse él solo frente a él.


- Si vuelves a ponerle un dedo encima, yo mismo me ocuparé de que tengas que recoger todo y desaparecer de esta isla, porque te encontraré donde estés y me ocuparé de arruinarte la vida. ¿Te ha quedado claro? – le preguntó Masaomi cogiéndole del cuello de la camiseta y obligándole a mirarle.


- Sí. Lo siento.


- Ya puedes correr – le dijo Masaomi – porque si mi hijo se entera de lo que has hecho, no habrá lugar seguro para ti.


En el coche, ninguno habló pero Masaomi estaba seguro que Aomine estaba muy afectado por lo sucedido. Siempre había sido un chico fuerte, que sabía valerse por sí mismo y ahora esa lesión le estaba impidiendo hasta poder defenderse. Debía ser duro para él sentirse tan inútil.


- Llora si quieres – le susurró Masaomi – no diré nada.


- No quiero que Akashi sepa esto. Es capaz de matarle y no quiero meterle a él en un problema.


- No le diré nada a mi hijo. Te lo prometo.  


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