Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Baloncesto callejero por Fullbuster

[Reviews - 139]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Aomine observaba desde el banquillo, con un portafolios lleno de papeles con tácticas y datos, a todos esos jugadores de diferentes edades darlo todo en la cancha con tal de conseguir la victoria, incluso aunque sólo se tratase de una práctica. Tomó nota del fallo que acababa de ver en la estrategia y apuntó a su lado posibles ideas para mejorarla, justo cuando el sonido del silbato del entrenador, que estaba sentado a su lado, retumbó en todo el pabellón.


Aomine volvió a su trabajo, explicando al entrenador los fallos que había visto y alguna manera de solventarlo. Akashi, capitán del equipo, miraba absorto a su chico, siempre le había gustado cuando ese morenazo se ponía serio, le excitaba mucho aunque no era el momento oportuno para entrar en sus juegos. Quizá mañana sería otro día, era la gran boda de Kagami y Tetsu, seguramente tendrían muchos escondrijos donde esconderse y tener algún desliz sexual sin que nadie les pillase.


Cuando todos se marcharon al vestuario, Aomine cogió la única muleta que llevaba ahora y caminó con ella hasta la oficina del entrenador para ultimar algunos detalles. Pronto se quitaría también esa muleta que, según él, ya no le hacía falta, pero los médicos insistían en que la mantuviera de apoyo un poco más hasta que su rodilla se fortaleciera.


El sonido de alguien tocando a la puerta abierta captó la atención tanto del entrenador como de Aomine. Los dos se giraron inmediatamente para ver a Akashi allí de pie, con su bolsa al hombro observándoles.


- ¿Habéis terminado? – preguntó Akashi – voy a ir a por el coche. Te espero en la puerta, Dai – le aclaró a su novio.


- Voy enseguida, Sei – le comentó Dai con una sonrisa.


Momoi que entraba en ese momento, se disculpó al igual que lo hizo Akashi al girarse y chocar contra ella. Aomine no podía discutir que los primeros meses trabajando allí había sido algo extraño, Momoi no terminaba de darle buena espina o quizá era simplemente porque aún recordaba el beso que su novio le había dado aquella noche donde le tendieron la trampa, sin embargo, con el paso de los días, se fue dando cuenta de que no tenía que preocuparse por aquel asunto. Momoi era una chica sencilla, muy directa, una chica que no quería problemas y asumía las cosas, sabía perfectamente sobre la relación de ambos y al final… hasta Aomine le había cogido cariño, tanto… que casi la veía como a una hermana pequeña. Ahora hasta miraba de reojo a los chicos con los que salía y trataba de aconsejarle. ¡Nunca había un chico bueno para ella! Pero es que Aomine… los miraba siempre con ojos críticos y protectores.


Una vez Aomine llegó hasta el coche, Akashi quiso bajar para abrirle la puerta, pero antes de que pudiera hacerlo, Aomine ya se estaba subiendo al coche.


- De verdad que no hay quien sea romántico contigo – aclaró Akashi sonriendo.


- ¿Ibas a abrirme la puerta? ¿Crees que soy una damisela en apuros o qué?


- No he dicho eso, pero quería ser romántico.


- Arranca el coche, Sei, quiero llegar pronto a casa y descansar. Mañana es la gran boda.


- Ni me lo recuerdes…


- ¿Piensas ponerte tu elegante vestidito? – preguntó un divertido Aomine.


- Jamás me pondré esa cosa que Kagami desea.


- Le arruinaste su pedida de mano.


- Y ya me disculpé por eso, pero fue vuestra culpa por hacerme creer cosas que no eran.


- ¿Nuestra culpa? ¿Es mi culpa que te pusieras así de celoso?


- Sí – dijo claramente – sabes lo posesivo que soy con mis cosas y me estabais mintiendo.


- ¿Tus cosas? ¿Ahora soy algo de tu propiedad?


- Siempre has sido de mi propiedad – sonrió Akashi.


- Que egoísta y egocéntrico eres siempre, Sei – susurró Aomine.


- Y cómo me encanta cuando te enfadas y pones esos morritos de puchero. Mañana en la boda nos lo pasaremos bien, ya lo verás. Y no… no me pondré ese absurdo vestido.


- Eso ya lo veremos – susurró Aomine con una sonrisa juguetona mientras apartaba su vista hacia la ventanilla.


Pese a que Akashi escuchó aquel susurro, prefirió simplemente sonreír, Aomine siempre era terco y cabezón, seguramente le tocaría ponerse ese absurdo vestido para ir a la boda. Él había destrozado la pedida de mano de Kagami, sabía que le harían pagar por aquello de una u otra forma.  Pensar que él siempre fue un chico serio… Aomine sacaba su parte juguetona. Ni siquiera podía ver su vida lejos de él.


Pasaron primero por la cancha de baloncesto del barrio a recoger a Daisuke. Él había quedado para entrenar junto a sus antiguos compañeros mientras sus padres trabajaban. Allí, nada más poner el primer pie Akashi fuera del vehículo, observó con orgullo a su hijo realizar su famoso movimiento del “rompetobillos”, consiguiendo que el trasero de Kagami tocase el suelo de la cancha y le permitiera encestar.


- Ése es mi chico – aclaró Akashi sonriendo.


- ¿Le has enseñado tu movimiento secreto? – le preguntó Aomine frustrado – eres increíble, a mí nunca me lo enseñaste.


- Tú ya eras demasiado bueno con lo que sabías. Si te lo hubiera enseñado, no podría ganarte – le sonrió Akashi – sigue siendo un no, no voy a enseñártelo a ti.


No era ningún secreto para nadie que Akashi guardaba a cal y canto sus movimientos, nunca habrían pensado que pudiera confesar sus secretos a alguien, pero ahí estaba, bajando la guardia con su hijo. ¡Hasta le había arreglado la destrozada cancha del barrio para él! Ahora hasta parecía una cancha de verdad comparado a lo que tenían antes.


- No puedes ir por ahí enseñándole tus trucos a Dai – se quejó Aomine.


- ¿Por qué no?


- Porque soy yo el entrenador del equipo escolar en el que está.


- ¿Y qué? El truco se lo enseñó su padre. No tengo la culpa de que me contratase la NBA – sonrió Akashi – si los padres de los otros chicos supieran jugar, también les enseñarían.


- Hay una cosa llamada equilibrio y si le enseñas esos trucos a Dai, lo desequilibras.


- Le enseño a ser el mejor – aclaró Akashi.


- No hay remedio contigo.


- Vamos… he visto tu equipo escolar – sonrió Akashi – necesitas un par de Daisukes para ganar este año – sonrió aún más.


- Dios… van a pensar que mi hijo tiene favoritismo – se llevó la mano a la cabeza.


- Equilibrio – se reía Akashi – por favor, devuélveme al antiguo Aomine, ése que decía “el único que puede vencerme soy yo mismo” – imitó su voz – ahí no te importaba el equilibrio, sólo ganar. Y con mi técnica secreta, os voy a dar el campeonato escolar. No me lo agradezcas tan rápido, ¿vale? – le lanzó el sarcasmo antes de darle un gran beso – voy a por Dai y nos vemos en el coche.


- Vas a dormir en el sofá – le amenazó Aomine aunque con una sonrisa.


- No lo creo, intentarás seducirme para que te cuente la técnica del “rompetobillos” y si te portas bien… puede que te la confiese – le aclaró guiñándole un ojo.


Aomine no pudo hacer otra cosa que sonreír. Ese pelirrojo le conocía demasiado bien, se sabía sus trucos de seducción para obtener información y lo peor de todo… es que sabía cómo esquivar esa bala.


Al día siguiente, mientras se preparaban para ir a la boda, Daisuke no pudo evitar preguntarle a Akashi el motivo por el que no llevaba el vestido que Kagami le había regalado. Al principio no supo muy bien qué contestar, hasta que observó las sonrisas de su hijo y su novio, descubriendo lo bien que ambos se lo estaban pasando con aquella venganza de Kagami, aunque para mala suerte de todos los presentes, Akashi se puso su fino smoking de Armani.


- Coge el vestido – susurró Aomine a su hijo – lo llevaremos en el coche por si acaso.


Dai con una maquiavélica sonrisa, se dispuso a hacer caso a su padre, y sin que Akashi se enterase, coló el vestido en el maletero. Aquella boda prometía mucho. Pese a que Sei se olía que algo ocurría por el tenso silencio del interior del coche y algunas sonrisas que se le escapaban a ambos acompañantes, no sospechaba absolutamente nada sobre la travesura.


La ceremonia fue muy emotiva, y aunque Aomine trataba de retener las lágrimas con todas sus fuerzas, le era imposible, tan sólo pudo camuflarlas, pero allí estaba, su mejor amigo desde el colegio casándose, encaminándose a una nueva etapa de su vida junto a su novio desde el instituto. Aun así, lo mejor de todo fue conseguir ver a Akashi con su vestido paseando por el pasillo con los anillos. Aquello consiguió sacar las risas de sus compañeros.


- Disfruta de esto, Kagami – susurró Akashi al llegar – porque el día que yo me case mi venganza será peor.


El resto de la boda fue tranquilo. El menú de la boda lo había elegido específicamente Kagami y todos sabían lo exigente que era él para la comida. Lo único extraño, fue a la hora del baile, cuando Himuro, padrino de boda de Kagami, ya que ambos se consideraban como hermanos, salió corriendo de la pista de baile tratando de tapar cierta intimidad que empezaba a crecer bajo sus pantalones y se metía hacia el interior del edificio bajo la atenta mirada del pelirrojo.


- ¿Y eso? – preguntó Kagami – Qué raro que Himuro se comporte de esa manera, no es propio de él.


- Oh, mierda – exclamó Akashi mirando con complicidad a Aomine.


- Joder – exclamó Aomine dándose cuenta de lo que ocurría - ¿Dónde están los caramelos? – preguntó Aomine y Tetsu les indicó con la mano la mesa de los niños.


Akashi, ya vestido con su elegante smoking, corrió como alma que lleva el diablo hacia la mesa apartando un recipiente con el envoltorio de su cara impresos en él. Era increíble cómo Daisuke podía confundir unas pastillas de viagra con unos caramelos. Por suerte, pese a Himuro y el mal momento que pasaría para bajar su erección, los niños no habían llegado aún a comer ninguno.


- Hay que poner un correctivo a Daisuke – le aclaró Seijuuro a Aomine.


- ¿Un correctivo? Eso es como decir que vamos a castigarle.


- Eso mismo, necesitamos un correctivo y algo eficaz para que deje de coger estos productos y sacarlos de la casa. Ya veo que cerrar todo con llave no sirve.


Aomine no pudo detener la risa al ver cómo uno de los invitados, arrastraba bajo la suela de su zapato un trozo de papel higiénico que se le había pegado con el rostro de Akashi impreso en él.


- Yo voy a matar a Dai un día, te lo aseguro – sonrió Akashi.


- No es cierto. Lo adoras. Es tu ojito derecho.


- Esta boda es un infierno.


- Esta boda es la más divertida en la que he estado – sonrió Aomine dándole un apasionado beso a Seijuuro – y además… esta noche te recompensaré por tus esfuerzos – le susurró mordiendo sensualmente la oreja de su chico.


- Empieza a mejorar la boda – le aclaró con una gran sonrisa.


Fin


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).