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Give me love por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus personajes me pertenecen y todo eso hahaha

Aun no decido el dia exacto en el que publicare este fic...paciencia gente hahaha

 

 

Dean cerró la puerta de su departamento y apenas acomodo la camilla portátil en la sala se dejó caer sobre el sillón. No podía creer que hacia tan solo un rato hubiera hecho algo que en su vida jamás hubiese pensado hacer. Su profesor le había repetido no menos de cien veces que a pesar de todo, ellos eran profesionales y con eso se refería a lo que había pasado con la forma en que la gente miraba a veces a los masajistas. Gracias a numerosas mujeres de dudosa reputación, que se hacían pasar por profesionales y que terminaban sus masajes con un “final feliz”, Dean evitaba hablar con desconocidos sobre su trabajo, odiaba tener que explicar que él no hacia esas cosas.

—Soy un idiota—murmuro al tiempo que se cubría el rostro con las manos, decir que se sentía terrible era poco—no puedo creer que yo…mierda—

Estaba seguro que su profesor no se sentiría nada feliz, si es que alguna vez llegaba a enterarse, de lo que Dean hizo mientras le daba un masaje al jefe de su hermano. Quizás podría alegar que había actuado en defensa propia, porque no se le ocurrió otra forma de resguardar su cordura que comenzar a besar la espalda desnuda de Novak ¡El hombre prácticamente estaba gimiendo mientras lo masajeaba! ¿¡Que podía hacer en una situación como esa!?

Al principio lo sonidos que salían de su boca eran simples jadeos en respuesta a lo placentero que debía estar siendo que sus músculos estuviesen siendo aliviados. Algo que no salía de lo cotidiano, después de todo no era la primera persona a la que le daba un masaje. Lo diferente fue la excitación que se apodero de él cuándo Castiel dejo salir un largo gemido que logro erizarle los vellos de la piel. Él era un profesional, esas cosas no deberían afectarle, lo esperable en una situación así habría sido olvidar el asunto y seguir con lo suyo pero… ¡maldito fuera su cuerpo! Pero el sonido lo había excitado como hacía tiempo nadie lo hacía. Se detuvo unos cuantos segundos tratando de volver a pensar de forma coherente pero nada más seguir su labor Castiel volvió a gemir y esta vez para desgracia de Dean, lo hizo levantando un poco el trasero…aquella fue la incitación máxima.

Lentamente y sin detener el movimiento de sus manos, se inclinó sobre él y deposito un tímido beso entre sus omoplatos. El sutil contacto hizo que un suspiro escapara de la boca de Castiel, tragando saliva y al ver que Castiel seguía dormido, volvió a repetir la operación esta vez dejando un camino de besos sobre su espina hasta llegar al borde de su toalla. Cada vez que sus labios se posaban sobre la cálida piel del otro lo oía suspirar y con cada uno de esos sonidos, Dean pudo sentir como su pantalón comenzaba a molestarle. En el momento que iba a hacer a un lado la toalla que cubría a Castiel, su teléfono comenzó a vibrar en su bolsillo, haciéndole saber que la sesión estaba a punto de terminar. Rápidamente volvió a su tarea y cuando estaba masajeando sus piernas el otro despertó, aparentemente sin darse cuenta de lo que Dean hiciera.

Debía sacar al tipo de su cabeza, él era un profesional que podía realizar su trabajo a la perfección, pese a la distracción que el sensual hombre de ojos azules le presentara. Se levantó del sillón y se dirigió a su habitación, antes de tenderse en la cama para tomar una pequeña siesta anoto en su agenda la sesión que tendría con Castiel Novak.

 

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Castiel salió de la cama sintiéndose como nuevo. Hacia tanto tiempo que no dormía tan profundamente que incluso se sintió un poco asustado de comenzar a necesitar los masajes que el rubio le diera para dormir. No es que le desagradara esa idea, pero no le gustaba el hecho de necesitar la ayuda de alguien. Desde niño había sido independiente, incluso podía decir con orgullo que el había levantado la empresa que su padre llevara a la bancarrota y todo por sí solo. Nada más salir de la universidad, que el mismo pagara, comenzó a trabajar en rescatar la empresa familiar y tras varios años esta se alzaba como un ejemplo de recuperación económica. Pese a ese éxito económico, su vida privada no tuvo el mismo éxito. Seguía soltero, viviendo en la enorme casa que fuera la única herencia que se salvara del embargo.

En verdad había tenido muchas parejas, pero ninguna de ellas paso la barrera de las semanas. Las mujeres que se acercaban a él lo hacían por el dinero y las que no, se cansaban de tener una pareja que pusiera al trabajo antes que a ellas.

Después de desayunar cogió su automóvil y se marchó al trabajo. En los próximos días tendría una importante reunión con algunos socios extranjeros de la que dependía la internacionalización de sus productos. Mucho dinero estaba en juego, así que decir que estaba un “poco estresado” era muy poco. Sumado a las escasas horas de sueño que disfrutaba había resultado en un constante dolor muscular que milagrosamente, Dean había podido aliviar tras darle ese masaje. En verdad, el rubio era todo un profesional cuyo único defecto era su mal carácter.

— ¡Vaya, hoy te ves muchísimo mejor!—nada más entrar en la sala de juntas, Sam lo recibió con aquella información que el ya conocía: Dean era un excelente masajista—el hace maravillas con las manos, te dije que lo único que necesitabas era un buen masaje—

—Nunca dije lo contrario, mi único problema es que no tenía tiempo para ir con un verdadero profesional—respondió sentándose frente a la mesa, observando los papeles y gráficos que Sam pusiera delante de el— ¿sabes cuantas personas se hacen llamar masajistas y son solo prostitutas? Ya no volveré a caer en eso—

—Cass, estas exagerando, solo fue una vez que sucedió eso…además, la chica era una belleza—rio Sam tomando asiento cerca de el— ¿te acuerdas? Se llamaba Natsumi te prometió no cobrarte por el “final feliz”—

—Ya lo recuerdo, fue algo totalmente embarazoso—murmuro tomando la carpeta más cercana y examinándola—es una suerte que conocieras a Dean, por cierto, no me dijo su nombre completo ¿de dónde lo conoces?—

—Pues…hay algo que tengo que decirte de Dean y quizás no te guste—una sonrisa avergonzada apareció en el rostro de Sam que comenzó a jugar con los papeles que tenía entre sus manos—si no te lo dije antes fue porque pensé que no aceptarías que el viniera—

— ¿De que estas hablando? ¿No vas a salirme con que él es uno de esos masajistas de “final feliz”, no?—una extraña sensación se instaló en el estómago de Castiel mientras en su cabeza aparecían algunas formas en las que su amigo y Dean pudieran conocerse, una de ellas era que el hombre de ojos verdes también le hubiera dado un masaje a Sam y que este hubiera terminado con sexo. Pese a no conocer demasiado a Dean, aquel solo pensamiento lo enfureció y eso lo sorprendió bastante. En el pasado había tenido algunos encuentros con otros hombres y aunque tuvo sexo con ellos jamás pasó de algo meramente físico. Castiel se consideraba a si mismo bisexual, pero ante todo el mundo él era un hombre completamente heterosexual. Dean parecía de esas personas que se acostaban con alguien diferente cada noche y eso en algún  lugar de su corazón le molestaba muchísimo. Sam tenía una pareja: Gabriel. No conocía demasiado al sujeto pero había que estar ciego para no darse cuenta que estaban locos el uno por el otro.

Dean era alguien guapo pero con una actitud terrible, bueno, el también podía tenerla si lo molestaban lo suficiente. Definitivamente ellos jamás podrían ser una buena pareja…pero que el infierno se lo llevara si el solo pensamiento de Dean yaciendo en los brazos de Sam(o cualquier otro) no le hacía ver en rojo.

—Castiel, Dean es mi hermano. Sé que debí decírtelo antes pero supongo que creí que podrías enfadarte y creer que estaba hablándote de el solo porque es de mi familia—las palabras de Sam lo sorprendieron, hacia unos cuantos segundos estaba deseando estrangular a uno de sus mejores amigos por un sujeto al que conocía desde solo hacia un día—¿no estas enfadado, verdad?—

— ¿Enfadado? No veo motivo por el que hacerlo. Aunque me hubiera gustado que confiaras más en mi—

—Sé que debería haberlo hecho pero necesitaba que comprobaras por ti mismo lo bueno que es Dean haciendo su trabajo—el pelilargo se estiro sobre la silla, feliz de haberse liberado de la mentira— ¿así que piensas que mi hermano tiene una personalidad difícil?—

—Lo pienso porque es la única faceta que he visto de él. Es como si sintiera algo de odio por mí— a punto estuvo Castiel de esbozar una sonrisa, pero eso habría sido muy extraño. Aunque lo cierto es que cada vez que recordaba el primer contacto de Dean, ya no le molestaba tanto el que lo hubiera llamado “señorito”, es más, hasta le causaba algo de gracia—no recuerdo haber hecho algo para ganarme su odio—

—Quizás deba recordarte la ocasión en que saliste corriendo de la cena de  mi cumpleaños ¿lo recuerdas?—

—Sí, lo recuerdo. Esa noche llamo mi secretaria diciendo que había visto en la televisión que estaba quemándose la fábrica cercana a la nuestra. Creo que me marche tan rápido, que lo único que alcance a ver fue la comida en mi plato—

—Ciertamente la viste, lo que no sabías era que mi hermano la había preparado. Se pasó toda la tarde cocinando y cuando vio que te marchabas nada más ver la comida, creyó que te había parecido muy poca cosa y que eras de esa clase de ricos que desdeña cualquier comida que no haya sido preparada en un fino restaurante—

—Oh…mierda, no lo sabía, pero no puede culparme por eso—por fin comprendía porque el rubio lo odiaba y pese a saber que no tenía la culpa no pudo evitar sentirse mal por ello. Dean lo había llamado “señorito” porque pensaba que era un rico engreído—estaba seguro que habías comprado esa comida ya preparada en algún restaurante. Jamás hubiese pensado que era tu hermano quien la preparara. —

—Él se empeñó en hacerla, no tenía demasiado dinero como para comprarme un regalo así que se ofreció a cocinar. —

—Me apena no haber probado su comida—Castiel se veía un poco decepcionado, algo que llamo la atención de Sam. Su jefe era hetero ¿no? Aunque no sería la primera vez que Dean convertía inconscientemente a uno en gay, era su hermano pero tenía que estar ciego para decir que su hermano no era guapo—quizás me disculpe cuando venga hoy. —

—Es una buena idea, pero mientras no sean las cuatro tendrás que ponerme atención a mí—

—Que celoso te has vuelto, está bien te daré toda mi concentración ¿Cómo están nuestras acciones?—

Después de salir de la reunión con Sam y que este le informara, como diariamente lo hacía, sobre las acciones de la compañía, Castiel, creyó que todo lo demás estaría mucho mejor. Sin embargo, nada más entrar a su oficina y enfrentarse a la gigantesca torre de papeles que su secretaria dejara sobre su escritorio supo que sería una muy larga mañana.

Castiel casi podía jurar que estaba leyendo el informe numero treinta. Le dolía el cuello por la posición en la que se encontraba y como si no fuera poco le informaron que las reuniones con los nuevos socios se habían tenido que adelantar. El estrés que desapareciera después de conocer a Dean volvió con la misma fuerza. Tras terminar de leer el informe de contabilidad miro su reloj y se dio cuenta que eran las tres y cuarto. Dean llegaría a las cuatro, no quería importunarlo más por lo que cogió su chaqueta y salió de la oficina.

—Kelly, termine los informes, los deje sobre mi escritorio—la mujer sentada tras el escritorio le sonrió al tiempo que se ponía de pie y rodeaba el mueble. Kelly era su secretaria y una buena amiga. Llevaban trabajando juntos por más de cinco años—Mientras estoy fuera va a venir Dean para darme un masaje, déjalo entrar y ayúdale si te pide algo. —

—Por supuesto, señor—

Mientras caminaba por la calle, Castiel rememoro la mirada confundida en el rostro de su secretaria. Probablemente estuviera pensando en su extraña forma de actuar. Quizás estuviera pensando en que Dean venia solo para tener sexo con él. Sintió como sus mejillas se calentaban al imaginar a Dean desnudo en su oficina.

Si había algo más deprimente que almorzar solo, teniendo de vecinos a una amorosa pareja, Castiel esperaba no descubrirlo por lo que le quedaba de vida. Sabía que no necesitaba una pareja para ser feliz, aunque ese pensamiento no hacia desaparecer la soledad o la incertidumbre que se apoderaba de él cuándo pensaba en el futuro. Tan solo hacía unos meses su relación más reciente había terminado. Caroline, una de sus empleadas, había sido su última pareja. El mismo se encargó de romper con ese noviazgo apenas descubrió que la mujer solo estaba utilizándolo para conseguir lo que quería: ascender en su carrera. Si existía algo que Castiel odiara, era el que los demás se aprovecharan de su confianza.

—Señor Novak, su masajista está esperándolo en su oficina—la voz de su secretaria lo distrajo de su pasado. Casi ni se había dado cuenta que ya se encontraba de vuelta en su oficina— ¿desea que les lleve algo de beber?—

 

Notas finales:

Continuara...


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