En algún lugar de Japón, Nico Robin se encargaba de despachar amablemente a otro falso candidato.
- No dejes pasar a ningún hombre más. Estoy cansado.
- Vuestro sobrino sigue ahí fuera
- O quizás no
- Como queráis – y con estas palabras, Nico Robin abandonó la oscura estancia.
- ¿Se supone que conocí en algún momento a esa tal Nico Robin? ¿Y si no me reconoce? ¿Qué le digo, que no recuerdo nada de mi pasado?
- A mí no me parece una mala estrategia, sinceramente – dijo Franky – No quieres mentir, no mientas, limítate a responder las preguntas teóricas con lo que te ha enseñado Sanji-bro y las demás con lo que tengas dentro de ti.
- Esto va a dolerme.
Franky llamó a la puerta de aquella lujosa casa. Algo oscura para su gusto, pero elegante, sin duda.
Frente a nosotros, una mujer esbelta y alta apareció. Su cabello era oscuro, largo y liso, con un recortado flequillo muy japonés.
- ¡SUUUUUPEEEEERRR! ¡Robin estás tan arrebatadora como siempre!
- Y tú tan adulador – respondió la mujer con una amable pero templada sonrisa – Qué inesperado. ¿A qué se debe esta agradable visita?
- ¡Robin-chwaaaannnn! Encantado de conocerla , señorita, permita que me presente – comenzó a hablar Sanji con la voz más seductora que supo imitar.
- Aparta, Sanji-bro, que esta buenorra mujer y yo tenemos que ponernos al día.
- Ugh
- Pasad, por favor, no os quedéis en la puerta, haré algo de té.
- Permite que te presente al príncipe Roronoa Zoro, heredero al trono de Rusia – comenzó a hablar Franky.
- Desde luego… se parece a él – respondió la mujer mientras daba vueltas alrededor de Zoro - Habéis hecho un buen trabajo, lo admito. Pero también se parecían los otros 4000.
Una vez hubo terminado de observarle, tomó asiento en una butaca morada, e hizo una señal para que se sentaran los demás. Su mirada parecía cálida pero en realidad era fría e impasible. Observaba cada uno de los movimientos de los asistentes. Era una estratega nata y una experta mentalista, era evidente, Sanji se había dado cuenta. Prefirió no ser blanco de su inquisitoria mirada y se quedó de pie frente a la chimenea, observando la decoración.
- ¿Cómo te gusta el té, Roronoa Zoro?
- No me gusta el té, soy más de alcohol fuerte o nada.
- Muy bien – contestó con algo que se parecía ligeramente a una sonrisa. La ronda de preguntas teóricas estaba a punto de comenzar.
- Finalmente, te voy a hacer una pregunta que no suelo hacer, pero creo que es necesaria. ¿Cómo conseguiste escapar de palacio el día de la revuelta?
Sanji quería pegarse un tiro, esa era la única pregunta que no habían previsto y ahora dependían enteramente de la imaginación de ese idiota. Estupendo. Fantástico. Maravilloso.
Durante unos segundos, el silencio reinó en la habitación. Todo estaba perdido. De repente, Zoro comenzó a hablar.
- Había un chico… de mi edad… por aquel entonces, claro. Tenía una estúpida ceja rizada en el extremo exterior… Él… era un sirviente, o algo así… Y… abrió una pared.
Sanji sentía que el corazón iba a salírsele del pecho. Ese era él, le estaba describiendo a él. Podría habérselo inventado ahora mismo, si no hubiera sido por el detalle de la pared. Nadie podía haber sabido lo de la puerta secreta.
- Sé que es una estupidez, suena muy tonto, pero es lo único que recuerdo y si no te sirve, lo siento, pero no hay más que esto.
- ¿Y bien, es un Roronoa?- preguntó Franky
- Bueno – se puso en pie – ha contestado bien a todo… - y esta vez esbozó una sonrisa real a Franky.
- Haha, ¡genial! Bueno, ¿cuándo iremos a ver a Mihawk?
- Me temo – comenzó la frase con una expresión bastante más triste – que eso no va a ser posible. Mihawk no desea ver a más candidatos.
- Vamos, preciosa, tienes que ayudar a este muchacho, se está dejando el corazón en el camino. Busca a su familia – Franky intentó convencerla acariciándole el brazo.
La mujer suspiró y miró tiernamente al peliazul – Esta noche hay una exhibición de esgrima y otras habilidades de espada y similares en el teatro. Mihawk estará allí, no se pierde ni una – y le guiñó un ojo a Franky.
- ¡Conseguido! ¡Esta noche vemos a Mihi-bro! - canturreó el peliazul mientras levantaba a Sanji de un abrazo - ¡Vamos a ser ricos!
- ¡Franky, suéltame! Suéltame, venga – y le soltó – él es el verdadero Roronoa Zoro.
- Joder, ya ves, si hasta yo me lo he creído. Le hemos enseñado bien.
- Robin nos quiere llevar de compras - comentó Zoro - no seré yo quien cargue las bolsas.
(Gin)
"¡Chicas!
(Robin)
Sé bienvenido a Japón.
Es una flor de pasión
Entérate bien
Esto es Japón.
Anda, ven.
Te espera el gran
Monte Fuji
Japón es el rey del amor
Lo canta Japón con fervor
(Gin y Kaya)
No hay tranquilidad
Ni en Yakushima
(Sophie y todos)
Pues todo Japón
cantará en Kasuga-taisha
(Duval)
Japón es el rey de l'amour
(Brook)
No cura el gran Brook su glamour
(Usopp)
Hay tanto que ver
(Nojiko)
En Atsuta Shrine
(Shaky)
Pintar es en Japón un honor
(Todos)
Japónes el rey del amor
(Robin)
En un día gris
Ven a Harajuku
Donde en casa es no
En Japón es sí
(Amazonas)
Ganas te vendrán
Al ver un can can
De bailar un can can
(Robin)
¡Un can can feliz!
(Sanji)
Japón es la puerta a su hogar…
Zoro, te voy a añorar…
No hay más función…
Al bajar el telón…
(Todos)
Japón es el rey del amor
(Coby)
Aquí es preciosa cada flor
(Boa)
Venid a bailar
(Trafalgar)
No os perdáis el sabor
(Todos)
De noches sin par
(Kidd)
Donde todo es color
(Todos)
Y nunca se apaga el ardor
¡Japón es el rey…
(Sanji)
…Del a-
Sophie y todos:
-mor!"
Franky y Sanji esperaban al gran Roronoa Zoro en la escalinata del teatro y empezaban a impacientarse.
- No tenemos por qué ponernos nerviosos en absoluto, él es el príncipe.
- Ya lo sé, lo sé
- No, no, no, no, tú no lo entiendes, es ÉL. Yo era el muchacho del palacio que le ayudó a escapar.
- Pero tu ceja no es…
Sanji se levantó el flequillo y le enseñó el otro lado de la cara, esa ceja era de la que hablaba Zoro. Con los años, se había cambiado el flequillo de lado.
- Eso significa – dijo esbozando una gran sonrisa – que nuestro Ronoa es en realidad Roronoa, qué poca imaginación, por cierto… pero ha encontrado a su familia. Hemos encontrado al heredero del trono ruso… ¿Y… tú?
- Yo saldré de su vida para siempre – respondió sécamente alejándose unos pasos de Franky.
- Pero - y antes de poder continuar la frase, Sanji le interrumpió.
- Los príncipes y los pinches, jamás se casan. Y menos con un hombre. No sería aceptado, lo sabes, y ya está.
- Bro… - el peliazul de rascaba la nuca dudoso.
- Esto seguirá adelante, nada es distinto – respondió con contundencia
- Ahora que te has aclarado con tus sentimientos, ¿AHORA RENUNCIAS? – gritó Franky
- NO LE HARÉ RENUNCIAR AL TRONO POR UNA VIDA DE POBREZA, YA LA HA LLEVADO. ES RIDÍCULO – contestó.
- TIENES QUE DECÍRSELO
- ¿Decirme qué? – dijo Zoro a escasos metros de ellos. Vestía un elegante smoking, parecido al de Sanji pero algo más oscuro.
Sanji, sobresaltado, se apresuró a salvar la situación – Lo.. Lo atractivo que estás. Mucho mejor que con esos harapos que llevabas cuando te encontré, encontramos, quiero decir.
- ¿Aprendiendo a decir cumplidos a hombres?
- Algo así – sonrió Sanji tímidamente
Robin apareció de la nada, vestida con un elegante y ajustado vestido púrpura y se agarró al hombro de Franky.
- Deberíamos entrar – intervino Franky