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El juego del despecho por Chiaki28

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Notas del capitulo:

¡Hola mis lectores bonitos! (Sí es que alguien aún me recuerda o existe por aquí)

Acá van notas que a nadie le importan, lean bajo la linea punteada por el fic.

Bueno, han sido muchos años, pasaron muchas cosas, mucha gente, y lo normal en la vida; cosas que a nadie le importa. Pero en mi vida he tenido a dos personas muy importantes que casualmente conocí aquí, una de ellas se fue, no pude decirle adiós, ya no podre, y eso esta bien, no puedo vivir lamentandome eso el resto de mi vida, aunque a veces lo hago.

A la otra personita la lastime mucho porque solo desaparecí, y lo lamento mucho. Eres, fuiste y serás la persona más especial que tengo, nunca nadie me conocerá como tú, nunca disfrutare tanto de hablar con alguien como contigo, de compatir sueños, idioteces, dolor, todo. Lo lamento, sé que cuando la confianza se rompe no regresá a ser lo mismo, pero como te lo dije, y como te lo declaría al frente del mundo estoy dispuesta a darlo todo por ti.

Me pediste que actualizará como prueba y aunque pase toda la noche acá traigo capítulo. Eres una persona muy bella y soy afortunada de tenerte en mi vida, gracias, lo siento mucho, y te adoro, eso nada lo va a cambiar.

.................

Soo, a lo que corresponde, el capítulo lo narra Ritsu, este es lo los capítulos de cierre y ya.

Eso, espero que les guste!

Ritsu Pov.

Es agridulce. La forma en que despierto sobre su pecho acariciado por los primeros rayos del sol, la manera en que mi mano suplica por los roces de la suya, como he empezado a quemar en mis memorias su rostro, su aroma, su sabor a tabaco y café cargado de máquina, como mi cuerpo se amoldó para encajar con el suyo. Es amargo; los celos me consumen, me autodestruyó en un baile sin pareja. Es dulce; vivir en un engaño. Es un enredo y yo soy un desastre.

Takano Masamune; el único culpable y responsable. A veces me cuesta comprender a aquel simple hombre, dice que soy un despecho para excusarse y regresar con ella, dice que se quiere enamorar de mí mientras tenemos sexo y yo empiezo a entender los patrones de mi condena; como una cuerda acariciando mi cuello con una silla a los pies. Tambalea. Tan gráfico y desagradable. Y aun así, como idiota me pongo una venda sobre los ojos, acaricio el terciopelo con las pestañas y doy un salto al vacío por él. Me aterra.

“Te ves cansado” Como si la vida me fuese arrebatada en un aliento para ser devuelta por él “Te dije que no debíamos tener tantas rondas de sexo” Mis ojos lo encontraron. Eran felinos, astutos, seductores y miel.

“No es eso lo que recuerdo yo” Le gruñí cruzándome los brazos; apoyándome en la fotocopiadora de la empresa “Yo me quería ir a dormir porque sabía que hoy tendría una reunión importante” Una sonrisa socarrona se posó sobre sus facciones.

“Lo siento, lo único que recuerdo es como me pedías más” Él acortó la distancia entre nosotros dos; pude oler su perfume “¿Sabes Ritsu?” A tabaco, café, tinta, malas decisiones y un mal final “Te veías realmente sensual gimiendo debajo mío” Con el rostro ardiendo me levanté para cubrirle la boca.

“Estamos en el trabajo” Al sentir algo mojado entre mis dedos los retiré para encontrarme con una juguetona lengua “¿Serás idiota?” Tuve que contener el grito “Miyagi te dijo que te comportarás” Takano rodó los ojos al escuchar aquel nombre.

“Él esta insoportable conmigo, piensa que soy un mal subordinado” Como si mis palabras le hubiesen resbalado él se arrojo sobre mí, dejando que el peso de su cuerpo reposará sobre mis hombros “Con razón se lleva tan bien con Shinobu si los dos tienen una personalidad de mierda” Agradecí mentalmente que nadie pasará por el cuarto de fotocopias a estas horas. Rendido me dejé reposar en contra de la máquina mientras ésta terminaba su impresión.

“No eres un niño para andar haciendo esta clase de berrinches” Bufé tratando de apartarlo, sus manos sobre mi cintura tan solo me paralizaron. Una “En lugar de quejarte deberías estar agradecido con que te deje ser su aprendiz para que puedas subir de puesto” Dos.

“Me gusta mi puesto” Tres.

“Te gustaba más el de tu otra empresa” Diez.

“Ritsu” ¿Cuántas? “Mi lindo noviecito” Ya había perdido la cuenta “Quiero que me mimes en estos momentos” Era una infinidad las veces que había caído por él.

“No voy a hacer algo tan vergonzoso” Farfullé tratando de huir del abrazo, el rostro del azabache se hundió con fuerza sobre mi camisa. Ay no.

Tragué con fuerza, contuve la respiración, cerré los ojos y me lo supliqué; con las manos temblando, el pecho aun ardiéndome y sangrando mientras los trozos en su interior se trataban de acomodar, lo rogué en una frase que nunca escapó de mis labios, con mi cuerpo a su merced y mi voluntad ya gastada. Con un lio de memorias amatistas que cada noche me abofeteaban, con unas camisas que ya no estaban y otras que pronto se esfumarían. Ritsu, por favor. Me lo supliqué de rodillas sobre los cristales de unas fotografías que quemé y aún así estaban ahí para atormentarme, sobre la tumba de dos amistades, sobre las cartas de un admirador y una chica de tacones bonitos. Me lo rogué.

No te enamores de Takano.

“Ritsu” Él me volvió a llamar, jugueteando con mis cabellos, despegándose con lentitud de mi pecho para tomarme el mentón “Quiero que me mimes” Me repitió como si fuese un niño. No pude evitar sonreír, sabiendo que esas suplicas rebotarían en el vacío y no llegarían a nadie. A nadie más que a mí.

“¿Serás idiota?” Le repetí alzándome en la punta de mis pies, rozando sus labios contra los míos. Y me deje llevar otra vez.

Las manos de Takano se aferraron con fuerza a mi cintura; con un movimiento brusco él me levantó para sentarme en la fotocopiadora; mis piernas se enredaron sobre sus caderas, mis manos le revolvieron el cabello. Y el mundo, la vida, mi existencia y la de él, todo dejó de importar para morir en ese beso. Su sabor era amargo y fuerte, sus tactos hambrientos, sus dedos se colaron debajo de mi camisa, no me resistí. La estática caló hasta lo más profundo de mis venas, podía escuchar el palpitar de mi corazón en mi garganta, las piernas me temblaron cuando él acaricio mi cuello. Tan solo cerré los ojos con más fuerza y dejé que su lengua ingresará a mi boca. Aquel beso fue apasionado y agridulce, como el comienzo del romance juvenil que jamás se presentó. Y la dulce historia de amor que en tragedia terminó.

Sus labios se separaron de mi boca para empezar a recorrer mi cuello; sus dientes me rozaron y antes de que pudiese demandar, un mordisco fue reclamado para luego ser besado con lo que esperaba que fuese amor.

“Te dije que no dejarás marcas que pudieran ver en el trabajo” Lo regañe acariciándome el lugar. Maldición, aquello no lo iba a poder cubrir. Imprudente.

“Puedes decir que tu sensual novio te lo hizo” Mi entrecejo se tensó mientras la cabeza me palpitaba.

“Miyagi nos pidió ser discretos” Se lo recalque “Las relaciones en la empresa están prohibidas ¿O ya se te olvido?” Takano bufó de manera infantil antes de apoyar sus manos sobre mis mejillas y acunar mi rostro.

“Él también llega con chupones al trabajo” Me susurró “He visto las marcas de posesión que ese pequeño terrorista le anda dejando, es tan infantil, no es como que Miyagi se esfuerce en esconder su relación tampoco” Para derretirme en una sonrisa.

“Mira quien habla” Bramé.  El sonido de la impresora fue lo que me regresó a la realidad. Maldición “Ahora estoy atrasado por tu culpa” De un saltó me bajé de la máquina para verificar que todos los documentos se hubiesen impreso en orden “Dijiste que si trabajábamos en el mismo departamento no me ibas a molestar”

“Imposible no hacerlo si te ves así de lindo” Musito retirando un mechón de mi frente antes de depositar un beso en ella.

“Como sea, tengo trabajo que hacer” Aferrándome al folio de papeles me dirigí a la salida “Nos vemos para irnos juntos a casa” Balbuceé. No hizo faltar darme vueltas para saber que él estaba sonriendo. Tan predecible.

“Suerte en tu reunión amorcito” Tan impulsivo.

Tratando de acomodar mi ropa y mi apariencia tomé un gran respiro antes de entrar a la sala de conferencias, una sonrisa de alivio fue lo que dibujé al percatarme de que Miyagi era el único que se encontraba en su interior. No había llegado tarde. La habitación tenía una gran mesa de cristal y seis elegantes sillas negras a su alrededor junto a un proyector, las cortinas se encontraban cerradas y había aroma de blanqueador.

“Estuve a punto de mandar un equipo de rescate a la sala de copias” Se mofó aligerándose el nudo de la corbata “Sabes lo importante que son esta clase de juntas, y tú” Su regaño se vio interrumpido por su batalla personal con su ropa “Shinobu no sabe hacer estos nudos, no sé porque insiste en hacerlos por mí todas las mañanas” Suspiro rendido. No pude contener una risita ante el demacrado rostro de Miyagi.

“Debe ser difícil vivir con un estudiante” Musite acercándome “Además Shinobu es bastante malhumorado” Mis manos aflojaron el nudo de su corbata con un hábil movimiento.

“Y es malo cocinando” Suspiró agradecido “Pero él no debe saber que yo dije eso”

“No se lo diré yo” Susurré recordando el repollo que solía preparar todos los días cuando compartíamos apartamento “Pero entiendo bien tu dolor”

“Aun así” Hubo algo en los ojos de Miyagi “Shinobu es perfecto tal como es” Hubo un brillo; enceguecedor, hermoso y especial “No me gustaría cambiar nada de él” En el momento en que nuestras miradas se cruzaron lo comprendí “¿Conoces ese sentimiento?” Aquel algo era amor.

“No” Respondí con sinceridad “No lo conozco” Cuando ni siquiera yo mismo me era capaz de amar. Me había ahogado tanto tiempo por Akihiko, pensando que mi cuerpo era sucio e indigno, recordando caricias y miradas sin pasión, besos muertos, camisas viejas, caricias frías y noches de llanto. Tantos meses de ser un reemplazo vacío, que al final me convenció, la culpa no era del de cabellos de plata. La culpa era del hombre de mirada opaca, ojeras grandes, manos trémulas y un agujero negro en su pecho que se apreciaba en el reflejo de la sala de conferencias. Unos ojos verdes que habían perdido brillo y gracia.

“Bueno” Miyagi trató de aligerar el ambiente tomando asiento; invitándome a hacer lo mismo “Este será nuestro primer proyecto con un manuscrito de poesía” El deber llamó. Me acomodé a su lado extendiéndole los folios sobre la mesa.

“Sí, de hecho me siento bastante curioso por eso” Mi rostro se acomodó sobre mi mano.

“¿Te gusta la poesía?”

“Sí” No vacilé “Shinobu y yo nos unimos a ese club en la universidad” Reí recordando los malos poemas de amor que el rubio le había dedicado a Miyagi desde antes que el de cabellos negros supiera de su existencia. Shinobu era perseverante y decidido. Estaba en deuda con él por presentarme a Takano y ayudarme a escapar de unas cadenas autoimpuestas. Las amaba arrastrar.

“Creo que recuerdo algo de esa fase” Pero sus facciones se deformaron en lugar de sonreír “No se le daba bien”

“No lo hacía” Susurré con melancolía. Los días de universidad no regresan jamás.

Antes de que pudiera seguir charlando con Miyagi un hombre de cabellos blancos y mirada sabia ingreso en la habitación apoyando su maletín sobre la mesa. Él se disculpo por la ausencia de su escritor de cabecera explicando que hoy llegaba de un viaje de negocios y que luego se presentaría en la editorial. Con la aprobación de Miyagi comenzamos a discutir los términos de nuestra alianza. El manuscrito sería un compilado de poemas de amor y tragedia, el cual, yo me encontraría supervisando. El representante de la empresa me mostró los borradores del escritor y algunos bocetos de acuarelas con las que se pretendían acompañar la obra. El trabajo era bueno, amargo y tenía un toque familiar. Era dulce y nostálgico, atrevido pero tímido. Era algo especial, suspire repasando con cariño las piezas, realmente tenía suerte. Yo amaba lo que hacía, a pesar de llevar años en el mismo puesto y haber tenido que luchar contra los prejuicios de mi apellido, yo realmente lo amaba.

Luego de un apretón de manos entre los dos representantes, el de cabello blanco me entregó el número de teléfono de su autor, pidiéndome que acordáramos una reunión entre nosotros dos en el futuro. La alianza había sido cerrada con éxito gracias a la presentación que Miyagi y yo habíamos preparado la noche anterior, el mayor lucía complacido cuando dejó la sala de conferencias insistiendo en que debíamos de conservar las muestras de poemas y las acuarelas. El futuro se veía bastante prometedor.

“Pude notar que te agrado” Fue lo que exclamó Miyagi estirándose al haber estado sentado tanto tiempo “Se nota en tu cara cuando te gusta algo” Me limite a asentir guardando en una carpeta las muestras de poemas.

“Pero no es solo eso” Le explique “Es solo que la manera en que escribe me es muy familiar”

“Quizás piensas eso porque el estilo literario de Sumi sensei es similar” Me aferre a la carpeta como si ésta significase algo especial.

“No es eso” No lo era “Solo hay algo en sus letras” Me lo repetí “Las conozco muy bien” Pero a la vez no lo hacía.

“¿Ya habías leído trabajos de Nao Kiyomiya?” Mi piel se erizó y la respiración se me atoró al momento de aquel nombre ser pronunciado.

“No” Como si esas letras tuviesen algún significado “No suelo leer mucha poesía” Nao Kiyomiya; tuvo eco en las paredes de mi mente y de mis recuerdos; con una linda sonrisa y una cámara de fotografía.

“Por cierto, Onodera, sé que te pedí mantener discreción en el trabajo y eso” Los labios del más alto fueron mordidos con angustia “Pero” Una paralizante, densa y contagiosa “Necesito que hables con Usami” Una que se me impregnó como brea en la piel y la deshizo, dejando desnudo mi corazón.

“Yo no” Hubo nauseas “No lo he estado evitando” Mentí, de manera patética, con una actuación pendiendo de un hilo que se quebró. Y caí al escenario. Las risas no se hicieron de esperar.

“Onodera” Me reprocho de manera paternal “Ya han sido meses, no lo puedes seguir aplazando” Él acarició mis cabellos “Son amigos y lo deberían arreglar” Sus cejas se fruncieron mientras trataba de mantener una expresión de amabilidad “Además, ninguno de los dos está rindiendo bien en el trabajo, él es tu escritor, te conviene tener una buena relación con él, no solo mandarse correos electrónicos con las correcciones”

“Entonces” Sabía que él tenía razón “Iré a hablar con él” Así que incruste los clavos de mi propia cruz.

Miyagi me escoltó hasta el sector de escritura para dejarme con una sonrisa nerviosa y unos ánimos sepultados en los cimientos de la editorial. Nauseas, dolor, ira, enojo, pena, nostalgia, cariño, celos, odio, amor, ansias, miedo. Terror. Solo terror, todo aquel desastre se fundió para explotar en una mirada que esas amatistas y yo compartimos. Akihiko pronunció mi nombre de manera muda, mis piernas retrocedieron, al tic del tiempo le robaron su tac. Nauseas dentro de mi estomago por las mariposas muertas del romance que él dejó, por su perfume, por sus camisas y esa desagradable familiaridad. Dolor por la sangre que mi corazón lloró, por las veces que me tuve que lamer las heridas acunado por la noche y la lluvia mientras él mirada y sonreía para alguien más. Ira por las cosas hirientes con las que sus labios me marcaron, por el poco valor que me dio y por nunca darme siquiera la oportunidad de entrar. Enojo, pena, nostalgia y cariño por lo mucho que lo amé, por las risas con las que me enamoró, por las despedidas que nunca me dio, por los descuidos por teléfono, por las buenas noches que no llegaron y los buenos días que esperé, por el masoquismo en un brindis. Ansias, por su cuerpo acercándose al mío en el pasillo de la editorial. Terror de perdonarlo y tener que dejarlo ir.

Tenía tanto terror.

“Ritsu” Antes de que pudiera hacer algo él ya me había atrapado “¿Qué es lo que?”

“Tienes razón” Balbuceé conteniendo las ganas de llorar “Tenemos que hablar” Las marcas de Akihiko aún se mantenían sobre mí. El primer amor “Vamos a un lugar más tranquilo” No se podía borrar. Viviría siempre con él y para él. Con arrepentimiento.

El de cabellos plateados me tomó de la muñeca para llevarme a su oficina dentro de la editorial; conocía bien aquel lugar; había un gran estante con todas sus novelas, había un escritorio que escogimos juntos cuando recién me gradué, sus diplomas, las fotos de alguien más, un sillón mullido al que me solía escapar para reír y juguetear.

“Éramos buenos amigos” Musite para mí. Esas amatistas me devolvieron una triste mirada.

“Sí” Una tan triste que volvió a romper mi corazón “Lo éramos” Sin intercambiar otra palabra ambos tomamos asiento, manteniendo la distancia; mi cuerpo se hundió entre el polvo y las telarañas de la nostalgia y de su nombre, lo repetí en mi mente como si fuese una maldición.

 Habían tantas cosas que le deseaba reprochar a aquel hombre. Por no amarme y aún así tomarme, por no buscarme y aparecer cuando ya casi lo había olvidado, por decir que si se equivocaría aparecería debajo de mi ventana con lluvia y rosas, cuando estás se marchitaron dentro de mi corazón para pudrirse en el además de romperlo. Lo odiaba por amar a Misaki cuando el castaño y yo solíamos ser buenos amigos, me odiaba por guardar aquel rencor y  por seguirme aferrando a él. Pasamos por tanto; todas mis primeras veces, mis ilusiones, mi cariño ¿para que lo tomó? Sí lo iba a desechar. Me odiaba tanto que me llegaba a lastimar. Me sentía patéticamente solo y asustado. Incapaz de volver a amar, y aun así….

“Quiero ser todo lo que él no fue Ritsu” Estaba cambiando el nombre de la maldición por el de Takano, porque amaba el sufrimiento y que me rompieran el corazón.

Idiota.

“Yo” Akihiko fue el primero en hablar, sus manos juguetearon sobre su regazo, de manera vacilante “Lo siento” Fue lo que liberó “Ritsu perdóname” Sus ojos se encontraban cristalinos, sus palmas acunaron las mías con fuerza para acercarme. Estaba completamente aterrado.

“Yo” Él me silenció.

“Sabía que estabas enamorado de mí desde antes de que te me confesaras, antes de esa noche de copas que tuvimos y yo me aproveché” La respiración se me paralizó, cada lugar que él tocaba dolía “Y aun así tomé ventaja sobre tus sentimientos y te utilicé como reemplazo” La verdad era cruel y dolía. La verdad era azul “Sé que dijiste que aceptabas ser amigos con beneficio” El tiempo era lento y el pasado me atormentaba, susurrándome en mi oreja, acariciándome con sus largos y huesudos dedos “Pero también sabía que esperabas que nosotros estuviéramos en una relación” Aquello fue lo que me enamoró “Perdón” Akihiko podía ser valiente y sincero cuando lo quería. De sus ojos la melancolía emanó en un tenue rastro de lágrimas, acuné sus mejillas, tratando de contener las nauseas en mi interior, el nudo en mi garganta y al pobre Ritsu desmoronándose otra vez por él. Amor.

“También fue mi responsabilidad” Su rostro se restregó contra mi palma; un golpe sordo se escuchó en mi pecho “Sabía en lo que me estaba metiendo y aun así” Nuestros ojos se enlazaron, sosteniendo un nostálgico cuadro, ¿Cuántas veces lo amé en este mismo sofá? ¿Cuántas veces suplique por él? “Aun así esperé que me escogieras sobre él” Le confesé con la cara caliente; por la rabia o por la vergüenza. No importaba.

“Ritsu”

“No” No me aparté “No te lo estoy reprochando o diciéndotelo para hacerte sentir mal” Un golpe en mi cabeza junto con una visión borrosa gatillaron el llanto. Lo había estado conteniendo, acumulando y resguardando por meses. Necesitaba explotar “Pero quería que lo supieras” Ahora ambos lo hacíamos “Akihiko te amé mucho, fuiste mi primer amor, mi primera vez, y eso jamás se ira”

“Entonces ¿No podemos volver a ser amigos?” La pregunta me dejó atónito, el rostro se me cayó junto al orgullo.

“¿Qué?” Más tarde los debería de buscar “¿Amigos otra vez? ¿Por qué tú querrías volver a ser mi amigo?” Pero hace mucho los perdí.

“Ritsu te extraño” Sus manos se aferraron a las mías “Misaki te extraña, nosotros salíamos a divertirnos mucho los tres, podemos regresar a cómo eran las cosas antes de que este desastre ocurriese” Aquella mirada enloqueció mi corazón, me mordí el labio silenciando un sonido de dolor, el pecho me apretaba, me pesaba “Solo olvidémoslo” No podía respirar con aquella tensión, me estaba asfixiado en el aroma de otra marca de cigarrillos y café.

“Esta bien” Y finalmente lo comprendí “Esta olvidado” Con las lágrimas en el rostro, siendo un desastre y con una herida abierta otra vez.

“¿Entonces estamos bien?” Lo comprendí.

“Sí”

“¿Somos amigos de nuevo?” Con una suave sonrisa acaricié sus manos de manera infantil y traviesa, sus ojos se encontraban expectantes y relucían como los de ningún otro hombre lo harían. Nadie sería como Akihiko jamás, Takano no lo podría reemplazar, él era un primer amor, aquella marca no desaparecería.

“No” No desaparecería jamás “No podemos ser amigos nunca más” Su sonrisa se deformó con mi respuesta, él parpadeó, completamente confundido y atónito.

“¿Qué?”  Este era el final “¿Por qué? No lo entiendo” Por supuesto que no lo hacía, nunca se esforzó en hacerlo.

“Porque ahora tengo a un hombre a mi lado, quien me cuida de manera incondicional, a veces me hiere pero me valora, a veces es cruel pero se disculpa” Sin vacilar aparté mis manos de las suyas “Y él me ama lo suficiente como para pedirme estar lejos de ti” Con una venda sobre los ojos, a pasos torpes y ciegos.

“¿Ese idiota que vive contigo ahora? ¿Estás hablando de él?” Él se rio cruzándose los brazos sobre el pecho, de manera altiva y prepotente “Te creía más listo Ritsu” Con las pestañas acariciando el terciopelo, y los pies retrocediendo hacia la nada.

“Estoy hablando de mí” Di mi primer salto de fe “Me cuesta pero estoy tratando de valorarme” Estaba tratando de quererme y de cicatrizar; le estaba haciendo caso a Shinobu “Necesito avanzar con mi vida, y aunque te dije que podía hacerlo siendo tu amigo, te mentí” Lo estaba dejando ir “No me forzaré a verme feliz por ti solo para sostener tu ego” Estaba herido, derrotado y débil “No quiero tener que tratarte fuera del trabajo, eres un escritor muy capaz y me honra hacer equipo contigo” Me limpié las lágrimas del rostro y me levanté “Pero eso es todo” Cansado, magullado, pero de pie.

“¿Entonces todos esos años que fuimos amigos fueron mentiras?”

“Sí” Sostuve su mirada atravesando la tensión “Cada segundo contigo fue una sucia mentira porque te amé” Sin balbucear o retroceder, con el corazón haciendo eco en mis orejas y las palabras atoradas en la garganta. Tan solo se destaparon “Espero que seas muy feliz con Misaki y que te conviertas en una persona digna de él” En contra de él “Fuiste un cobarde al no confesarte, y fuiste un cobarde por usarme, siempre odie eso de ti” De sus brillantes y lindos ojos “Siempre serás mi primer amor, por ende tienes un lugar único e irremplazable en mi vida” De sus intoxicantes y dolorosos recuerdos “No por eso debo quedarme llorando siempre por ti” Me di vueltas para encaminarme a la salida “Te estoy dejando ir, Akihiko” Musite con un último aliento de amargura “Para siempre”

“No tenemos por qué terminar de esta manera” Mi mano se aferró al pomo de la puerta “Hazlo por Misaki, Ritsu, no seas tan egoísta” Esas palabras hirientes y manipuladoras.

“Y nunca vuelvas a hablar mal de Takano” Ya no significaban nada “Al menos él tiene el valor para arriesgarse y vivir su vida en lugar de lamentarse por años” No lo harían más “Espero que te conviertas en alguien mejor, Akihiko” Con una última mirada salí de la habitación.

Yo me convertiría en alguien mejor.

Apenas dejé aquel lugar las piernas me traicionaron al igual que las náuseas, quise vomitar, quise llorar, quise sentir que iba a morir, pero en lugar de eso respiré; con fuerza, rápido, cayendo en medio del vacío a causa de mi salto de fe. Años, una vida, un recuerdo un amor, lo había perdido finalmente, yo lo dejé ir. En lugar de orgullo sentí amargura y tristeza, el rostro se me puso azul. Sabía que no iba a ser fácil tener aquella conversación, porque sería un cierre definitivo para alguien que alguna vez significo más de lo que debió. Y yo no quería eso, no obstante, tenía. Porque lo sabía. Takano pretendía ser fuerte; cuando él soltaba con tanta facilidad que podía superar a Erika y enamorarse de mí, cuando compartía la cama conmigo para luego tratar de escabullirse a una cita con ella, para tratarme de su propiedad y luego llamarme despecho. Yo debía ser más fuerte que él para cuidarlo y protegerlo del mar de infinita tristeza y soledad. Esto me pasó con Akihiko por mi culpa, yo me dejé pisar. Me levante del suelo sacudiéndome los pantalones.

Ya no lo haría más.

Limpiándome el rostro regrese a trabajar junto a Miyagi, quien todo el resto de la jornada laboral mantuvo una mirada de preocupación. Tenía el rostro hinchado y mis ánimos eran inexistentes, aún así escribí la propuesta y le preparé los términos de bienvenida al escritor de poesía. Para cuando obscureció estaba completamente agotado, mi cuerpo no se podía mover de la silla y mi mente se parecía haber suicidado. Un toque en mi hombro fue lo que captó mi atención, Miyagi me extendió un sobre celeste con una sonrisa incomoda.

“Ya te deberías de ir, acabaste por hoy” Tomé el paquete entre mis manos “Y esto te llegó hace un par de horas” Reconocí la finesa del papel y la elegancia de la letra de inmediato.

“Es el admirador secreto” Balbuceé; Miyagi se acarició el entrecejo rogando por paciencia. No funcionó.

“No quiero que me involucren en las cosas que Shinobu hace con ustedes” Extendiendo los brazos, como si de esa manera pudiese eximirse de la culpa “Lo amo pero eso no impide que me perturbe de vez en cuando” Él agarró su abrigo colgado en su silla y salió de la editorial.

“Veamos” Musite rasgando el sobre.

Eres azul.

Es azul la melancolía con la que trabajas y como acaricias los bordes de los libros cuando no quieres parar.

Es azul el aire que te rodeaba en la universidad, cuando levantabas las manos en clase, cuando te avergonzaba el hablar y dormías en la biblioteca.

Es azul el adulto en que te has convertido ahora. Desde tu sonrisa, a tus ojos, a tu mirar.

Es azul el aroma a tulipanes que tu cabello desprende; triste y delicado.

Eres azul en toda su máxima expresión; frío, distante, herido, como una lágrima que cae y se pierde en las marcas que deja la lluvia, como una sombra desolada vagando en medio de la noche rogando por el afecto.

Eres azul a causa de tu primer amor y al juego en que Shinobu te sometió.

Prometo ser el rojo que reviva lo que está esperando ser cicatrizado.

Por favor se mi azul.

Y en ese momento supe porque la poesía de Nao me resultaba tan familiar. Al comparar aquellas cartas del admirador secreto que me había llegado con las muestras que habían quedado en la editorial; contuve el aliento. No había manera de que fuera él, nosotros no teníamos ninguna relación, y aunque su nombre era vagamente familiar, no existía más. Una cámara fotográfica, una sonrisa ingenua y alguien llamando mi nombre a lo lejos.

“¿En qué piensas amor?” Takano me abrazo por los hombros de manera empalagosa “Miyagi dijo que ya te” El ceño del azabache se frunció al ver al delicado sobre entre mis manos “¿Ahora hasta sabe dónde trabajas?” Hubo un grito contenido “¡Voy a hablar con Shinobu! Esto puede ser peligroso para ti, ese sujeto está traspasando los límites” No me pude evitar reír “¿Qué es lo que te causa tanta gracia? Estoy tratando de ser buen novio y tú te burlas de mí”

“¿Sabes?” Con ambas manos acerque el rostro del más alto “A veces puedes llegar a ser algo lindo” Musite antes de depositar un suave beso sobre sus labios. Fue grande mi sorpresa cuando vislumbre un toque de vergüenza sobre el rostro del más alto.

“Si estas tratando de que olvide la carta solo con un beso no va a resultar” Gruño. Rodé los ojos, él podía ser tan infantil.

“¿Hay algo que tengas en mente?” Antes de que una sonrisa lasciva se posara sobre sus labios “Que no sea sexo” Lo interrumpí, colocándome el abrigo.

“Entonces” Murmuró para él mismo “Quiero que me invites a beber” Takano colocó aquella bufanda celeste, que compramos juntos en nuestra primera cita, alrededor de mi cuello “No quiero que te vayas a enfermar” Antes de depositar un beso sobre mi frente.

“Idiota” Nuestras manos se entrelazaron. Ahora se buscaban por inercia, ¿No era curioso?

“Tienes la cara algo hinchada” Susurro preocupado, ¿No era tonto?

“Creo que empezó la temporada de alergias” Me excuse aferrándome a él. Haber sufrido tanto por amor, maldecir, jurar, morir para volver a respirar “También te deberías de cuidar” Haberme destruido tanto en mi primer amor.

“Si es lo que tú dices” Solo para enamorarme otra vez “Te creeré” ¿No es tonto?

Sonreí con el corazón aun doliéndome y el rostro rígido por las lágrimas que derramé. Un primer amor no es algo que se pueda colocar en una caja para arrojarla al fuego, no es algo de lo que se pueda despedir con un adiós, no es alguien cuya imagen desaparecerá por despertar con alguien más. Akihiko quedará por siempre en mis memorias y sus marcas serán siempre mis heridas, sin embargo, él no me evitará la posibilidad de amar a alguien más. Y aunque para Takano esto todavía sea un despecho, soy un idiota que no puede evitar el intentar.

Notas finales:

Honestamente extrañe un monton escribir, no me había dado cuenta la falta que me hacía hasta ahora.

Gracias si alguien leyó hasta acá, lamento mucho la demora, pero en mi defensa, fue antes de la confesión de Ritsu en el manga.

El siguiente será capítulo de Takano, y como les dije arribita, es el arco final ya, quedan como 5 capítulos y se acaba el fic

¡Muchas gracias!


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