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Quiero amarte por Shiochang

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Notas del capitulo: Perdonen que no responda sus comentarios, pero sí, la histria esta basada el glondrina de invierno, pero sólo eso, no significa que vaya a seguir igual
Quiero amarte

Estoy atenta a lo que está pasando, casi no he tenido comentarios, aunque espero que la situación se revierta.
Advertencia: Es yaoi y este capítulo tiene un poquito de limón al final.

Contrastes

Dúo estaba de pie en la estación esperando que Miliardo llegase con los boletos, estaba más que molesto, su amado Heero no había querido irse con él a la capital, le había dicho que no podía abandonar así a Quatre, menos cuando el rancho necesitaba más de un administrador, que lo alcanzaría cuando las cosas estuvieran más tranquilas, pero a él no le hacía ninguna gracia tener que esperar, aunque hubiese cedido sólo por no perderlo.
- Estás más callado que de costumbre, Dúo - le dijo Traize - no debieras preocuparte por volver a verlo, Wufei me dijo que Heero iba normalmente a fines del verano a la capital a entregar ciertos documentos al abogado de Quatre, así que seguramente lo verás por allá.
- Yo esperaba que se fuera conmigo.
- Yo también quería que Wufei se fuera conmigo, pero se negó en rotundo, él no puede abandonar su rancho así como así, así que me he tenido que conformar con esperar que vaya a verme.
- Pero Heero es sólo el administrador del rancho Winner - insistió.
- Son dueños a partes iguales - le recordó - además, Heero es quien ha sacado adelante a Quatre, ha sido su pilar mucho tiempo como para atreverse a abandonarlo todo sólo porque tú se lo propones.
- Quatre nos envió unas cuantas cosas - les dijo Trowa y suspiró - me hubiese gustado que viniera a despedirse personalmente y no que las mandara con uno de sus empleados.
- Quizás no quiera comprometerse demasiado - dijo Dúo.
- Tal vez - aceptó - me dijo que tenía una promesa con Heero que pensaba cumplir aunque le doliera en el alma hacerlo.
- ¿Qué clase de promesa hicieron?
- No lo sé, se lo pregunté, pero no quiso contestarme.
- ¿Sabes si Heero realmente piensa ir a verme a la capital?
- Bueno, Quatre estaba bastante molesto con nosotros ¿sabes? Me dijo que no quería que le estuviéramos metiendo ideas locas en la cabeza a este o no nos volvería a dirigir la palabra nunca más. Creo que Heero, por lo que me contó Aura, le dijo que debían buscar un nuevo capataz para el rancho y Quatre se enfureció mucho.
- Bueno, estamos listos - dijo Miliardo - Relena y Dorothy ya están en el tren, nos toca a nosotros - miró a los que estaban allí - vaya ¿por qué esas caras?
- Quería que Heero se fuera conmigo.
- Y ni siquiera sabemos cuál será el resultado de la cacería del puma - dijo Trowa - todos apostaban que Heero lo conseguía.
- Yo sólo espero que esa bestia no le vaya a hacer daño a Heero - dijo Dúo.
- Les dio fuerte ¿eh? Pues ni modo, ellos pertenecen aquí y nosotros a la capital, sería complicado para uno o para otro adaptase a algo nuevo.
- Miliardo, no me digas que te vas a ir sin despedirte de mí - le dijo una voz masculina - que ingrato.
- No sabía dónde estabas, Odin.
- Ultimando los preparativos para la cacería con Heero, no podemos dejar las cosas al azar, como me lo hizo notar hace un rato, si el puma se nos escapa, le haremos daño y estaremos metidos en problemas con la ley.
- Entonces, Heero se desocupó de la reunión - empezó Dúo buscándolo con la mirada, aún con la esperanza que este lo fuera despedir.
- En realidad, yo me fugué de la reunión para despedirme, Heero no podía abandonarla porque es él quien lleva el mando - sonrió - si se hubiese quedado en el ejército, habría pintado para general, estoy seguro.
Se escuchó un llamado en el andén y los cuatro se despidieron de Odin para luego subirse al tren, aunque dos de ellos no estaban muy contentos con los resultados obtenidos de las vacaciones.

Heero suspiró cansado, su trabajo le había costado mantener las ideas claras y no pensar en el adorable ser que partía de regreso a su hogar, siempre había sido capaz de mantener sus prioridades en su sitio, pero ahora sólo quería estar al lado de su adorado trenzado.
- Creo que el puma esta vez no se nos escapa - dijo Wufei muy seguro.
- No lo sé, el animal está resultando demasiado listo ¿no se les escapó antes de la jaula en la que lo metieron en el rancho de Dekin Barton?
- Ah, yo creo que no fue culpa del puma, en realidad - señaló Quatre - más bien de los mismos trabajadores. Supe que había prometido una recompensa a quien lo cazara, sin embargo, una vez en su poder, se negó a entregarla.
- Escuché a Miliardo y a Zech hablando de él - les dijo Wufei - creo que planeaban una intriga política para sacarlo del senado o algo parecido.
- Dekin siempre ha sido un abusador, hace un año no dejó que se aprobara una ley que favorecía a los trabajadores agrícolas sólo porque lo perjudicaba a él - le dijo Quatre - nunca paga los accidentes laborales y al que no está en condiciones de trabajar le descuenta los días que no trabaja y ni siquiera se preocupa de mandar un médico.
- He tratado muchas veces el asunto con él - admitió Wufei - pero no escucha, espero que alguien le pueda poner atajo.
- ¿Ya terminó la reunión? - entró Odin mirando a los que quedaban en la sala.
- Te escapaste antes que termináramos - lo regañó Heero cruzándose de brazos - menos mal que tu capataz es más responsable que tú y se quedó a asumir tus responsabilidades.
- No podía dejar que él se fuera sin despedirse de mí, no soy tan frío como tú - le replicó molesto.
- Yo me despedí de Dúo antes que él se marchara del rancho de Wufei, sabía que tenía una reunión importante.
- Pues él esperaba verte en la estación - le informó.
- Pues hay cosas que tienen más prioridad que un capricho de verano - le dijo Quatre con suavidad, pero afiladamente.
- No creo haber sido un capricho de verano para Miliardo - lo defendió.
- Pero ¿te hizo alguna propuesta o te prometió volver? - le dijo fastidiado.
- Suficiente - dijo Heero al fin, sabía que el rubio estaba atacando al albino única y exclusivamente porque este le había tocado sin querer un punto sensible, y eso el pequeño árabe jamás lo dejaba pasar - vayamos a casa a prepararnos para la cacería - le puso una mano en el hombro al rubio - además, tengo hambre, supongo que es tarde y no hemos almorzado - miró a Wufei - Supongo que nos acompañarás.
- Claro, sabes que no me pierdo las deliciosas comidas que prepara Sally.
- No veremos más tarde - dijo Odin saliendo de la sala bastante molesto, Quatre había dado en el clavo, si bien había pasado bastante tiempo con el rubio Miliardo, este jamás le propuso nada, ni lo invitó a ir a verlo o le dijo que volvería más adelante. Maldito Quatre, sí que sabía agrandar las heridas.

Heero había estado en silencio en todo el viaje de regreso al rancho. Claro, no era un gran conversador, pero tampoco se quedaba sin contestar tanto tiempo, cuando se conseguía entablar una conversación con él, uno podía darse cuenta que no era un campesino bruto ni nada por el estilo, Heero era un joven culto, siempre al tanto de todo y bien informado.
- Estás enfadado ¿verdad, Yuy? - le dijo Wufei.
- Enojado debería estar yo con él - dijo Quatre al ver que el aludido no respondía - mira que pretender abandonarme sólo porque se enamoró.
- No digas idioteces - le dijo Heero - te dije que necesitamos otro capataz porque no puedo hacerlo todo sólo ¿acaso no has notado que cargo con la responsabilidad de todo? - le dijo este enfadado - además, tú y yo tenemos un trato que no estás cumpliendo ni de broma.
- ¡No voy a permitir que te vayas del rancho sólo porque un muchacho al que apenas conoces te lo pide! - le gritó - piensa un poco.
- ¡Jamás dije nada sobre irme del rancho!
- Oh, no seas mentiroso, me dijiste que debía buscar un nuevo capataz para el rancho para cuando te fueras a la capital.
- Pero nunca dije que no iba a regresar al rancho - le contestó de vuelta - todos los años voy a la capital y regreso ¿por qué ahora iba a ser diferente?
Wufei miraba a uno y a otro sorprendido, era raro verlos discutir por algo, pero sabía bien que ambos eran personalidades fuertes a su manera, aunque al parecer no tuvieran roces, de seguro más de alguna vez habían pensado diferente y tenido sus choques, pero hubiese preferido no quedar en medio de una batalla entre ellos.
- ¡Porque ese trenzado idiota te pidió que te fueras con él!
- Dúo no es idiota - le dijo Heero con los dientes apretados - y sí, me pidió que me fuera con él, pero yo me quedé contigo ¿qué más muestras de lealtad de mi parte quieres, Quatre?
- No debiste enamorarte de alguien que te iba a sacar del rancho.
- Quatre - intervino Wufei - sobre el corazón no se manda - agregó - además, creo que estás siendo demasiado egoísta con él, después de todo, se ha sacrificado por ti desde que perdiste a tu familia, creo que estás condenándolo al dolor.
- ¡Heero me prometió que jamás me abandonaría!
- Eso sería válido cuando tú tenías 14 años y ambos estaban niños, pero ahora él debe seguir sus sentimientos.
- Yo llegué al rancho a trabajar con ocho años - le dijo Heero con la voz quebrada - mis padres habían muerto en la crecida del río ¿recuerdas, Quatre? Me quedé sin hogar ya que Dekin Barton decidió que ese lugar le perteneciera a otra familia que sí pudiera trabajar para él. Tu padre me contrató por compasión, me dedicaba a criar a las gallinas y a recoger los huevos, pero tenía un techo y comida todos los días. Tú apenas ibas al colegio, así que decidió mandarme a mí también, pensaba que era bueno que tuvieras un amigo educado en el rancho, y lo hice bien, tanto que me permitió estudiar otras cosas, ya que no descuidaba mis labores en ningún sentido. Cuando tenía 10 me permitió aprender a marcar ganado y a catar vinos, de a poco me gané su confianza y a los 16 era el ayudante del capataz, poco antes que la única persona que había confiado en mí muriera. Y tuve que ser fuerte por los dos, he salido adelante para ti, entonces ¿por qué me niegas la oportunidad de amar?
- Tú no entiendes, Heero, si te dejo partir ahora, ese muchacho te hará daño, no quiero ver que te quiebres por amor.
- Quatre, es mejor sufrir por amor que nunca haber amado - le dijo Wufei - y lo que estás haciendo es herir mucho más a Heero de lo que quizás pudiera hacer Maxwell ¿Cómo sabes si el trenzado loco está verdaderamente enamorado de él?
- Sé que él encuentra a Heero un joven interesante, capaz, fuerte y decidido, pero no creo que sus sentimientos sean más profundos que una admiración que nació del día que Heero le dio caza al toro y quiere más que nada su fuerza porque sabe que él pondrá el corazón en sus manos.
- E insisto en que te equivocas, sólo has visto la superficie de Dúo, estás demasiado obsesionado en mantenerme a tu lado ¿por qué no te buscas a quien amar y me dejas tranquilo?
Wufei movió la cabeza, sabía que Quatre adoraba a Heero, pero que su cariño no pasaba de la admiración al hermano mayor que lo sostenía, pero quizás ahora Quatre estuviera dándose cuenta de lo que era en verdad Heero y su amor estuviera cambiando de rumbo.
- Te quiero como el hermano que me regaló tu padre al permitirme estudiar - le dijo Heero al fin - pero él me pidió que el día que me enamorara buscara a alguien fuera del rancho, de ser posible, para que tú maduraras sin mi sombra.
- Heero, yo también te quiero como hermano, es que no quiero que sufras.
- Quatre, yo siempre he cuidado que no cometas errores al decidir algo ¿verdad? Porque ese era mi deber como hermano mayor, pero creo que he sido demasiado sobre protector contigo y ahora se está volviendo en mi contra, creo que es hora que ambos maduremos por separado.
- Heero, me prometiste que no me dejarías hasta que yo encontrara mi pareja ideal - le recordó.
- Lo sé, Quatre, pero tú no buscas a aquella persona porque no quieres que yo te deje - le replicó - y espantas a cuanto intenta acercarse demasiado a mí - suspiró - mira, es mejor que dejemos esta discusión por ahora, hablaremos cuando regrese de la ciudad y veremos que hacemos al respecto ¿te parece?
- Está bien, Heero.
Entraron en la casa más tranquilos, pero Wufei seguía pensando en lo que había dicho Quatre, bien se notaba que el trenzado era un tanto superficial y algo coqueto, un joven mundano y conocedor, a diferencia de Heero que, si bien era educado y todo eso, tenía menos experiencia y quizás el árabe lo hubiese comprendido mejor que su amigo. Y también debía tener en cuenta que Traize estaba encaprichado con tenerlo a él, así que iba a hacer lo mismo que Heero, no iba a tomar una decisión hasta verlo cara a cara en la capital, no se iba a hacer ilusiones para que este no las destrozara luego.

La cacería del puma se efectuó esa misma noche, ya que este había entrado en los terrenos del rancho Winner. Heero estaba escondido detrás de unos matorrales conteniendo a Wing y a Zero, esos dos galgos parecían actuar como extensiones del propio Heero, le obedecían ciegamente, eran de lo más extraños ya que nadie había podido domesticar y entrenar así a otros animales.
- Ya casi es hora - le dijo Wufei por el radio.
- Bien, que enciendan los censores de calor - ordenó y se sentó en el suelo entre sus dos canes - apenas les dé la orden, lo empujarán hacia la jaula - le acarició las orejas a Wing y luego a Zero - ahora.
Y ambos animales saltaron a ladrarle al puma que se engrifó entero, pero retrocedió lo bastante como para que los otros perros comenzaran a acosarlo, tiró zarpazos y mostró los dientes, pero no hería a nadie, mas no retrocedía como para que cayera en la trampa.
- No podemos atraparlo - le dijo una voz por el radio y escuchó un gruñido a su costado, el animal había saltado por encima de los perros y se acercaba a la cerca por el sector en el que se encontraba.
- ¡Enciendan las luces halógenas! - ordenó y estas encandilaron al animal, sin embargo, arañó el hombro de Heero - diantre - se quejó y cogió el rifle cargándolo con el dardo tranquilizante, retrocedió un poco, se lo echó al hombro, apuntó y dio en medio de la barriga del puma - que venga en veterinario - pidió por el radio - me temo que es una hembra - hizo un gesto de dolor y soltó el rifle, le escocía la herida en el hombro.
- Va en camino, pero ¿lo aturdiste? - le dijo Quatre preocupado.
- Claro que sí, aunque me hirió, no lo hice a tiempo.
- ¿Es grave tu herida? - le dijo Odin apareciendo por un costado con cuatro de sus hombres que movieron al animal hasta la jaula con cuidado.
- No lo creo, pero me arde.
- Quatre, manda a Rasid para que cure las heridas de Heero - le pidió el albino al árabe por la radio.
- Ya va en camino - le respondió.
- ¿Y los de la protectora? - dijo Heero molesto, la herida era más dolorosa a cada momento que pasaba.
- Les dio miedo estar tan cera de un animal salvaje, así que se quedaron junto al camión en que lo van a trasladar - le dijo destapando la herida - está fea.
- Y duele - se quejó con los dientes apretados, pero en eso llegó el veterinario con Rasid en el auto - misión cumplida - dijo y se desmayó.

Quatre se paseaba preocupado por los pasillos frente a la habitación de Heero, según le había dicho Rasid, la herida que este había recibido en el hombro derecho era bastante profunda y se le había infectado con gran rapidez, por lo que Heero ahora estaba delirando por la fiebre, aunque aquello significaba que este estaba luchando por su vida y el médico lo revisaba.
- ¿Hay algo que pueda hacer por él? - le dijo al médico al verlo salir de la habitación de su amigo intentando controlar los nervios.
- Tranquilo, creo que ya pasó lo peor - le sonrió el hombre mayor - la fiebre bajará al amanecer probablemente, pero deberá reposar por varias semanas ese brazo si no quiere que sufra un desgarro.
- A Heero no le va a gustar nada, es tan activo.
- Bueno, deberá guardar reposo un par de días y usted deberá buscar en qué entretenerlo hasta que se recupere por completo.
- Quizás sea hora que yo ocupe su lugar - suspiró moviendo la cabeza - casi siempre le dejo todas las responsabilidades a Heero - le explicó - por eso estaba allí cuando la puma esquivó a los perros.
- Me parece bien que lo ayude con eso, pero debe haber algo que él pueda hacer sin mover demasiado el brazo derecho.
- No se preocupe, sé que cosa puede intentar hacer sin mover ese brazo - le sonrió - me haré cargo de él.
- ¿Cómo está Heero? - dijo Wufei entrando en el pasillo - todos afuera están más preocupados por su bienestar que por la famosa puma.
- ¿Era hembra? - dijo el galeno asombrado.
- Si, Wing, Zero y los otros perros siguieron su rastro y encontraron su madriguera, tenía tres crías, así que irán de camino al zoológico mañana a primera hora - le explicó.
- Al menos Heero estará contento - le dijo Quatre - pero debemos mantenerlo lejos de las labores del rancho por un tiempo.
- Esa si que va a ser una tarea titánica - se rió el chino divertido.
- Bueno, pero al menos lo habré intentado.
- Te ayudaré en lo que pueda - le ofreció el chino.
- Bueno, yo me voy de regreso al pueblo, hay una epidemia de cólera y no quiero que avance más.
- Doctor, permita que uno de mis trabajadores lo lleve de regreso - ofreció Quatre - y no dude en pedirnos lo que sea, siempre que lo podamos conseguir, lo tendrá - agregó.
- Gracias, no es nada grato viajar por estos senderos tan tarde, aunque no haya asaltantes ni nada parecido, pero prefiero ir cómodo.
Wufei los siguió con la mirada mientras el rubio acompañaba al médico a la salida y se lo encargaba a Aura. Lo esperó en silencio frente a la puerta de Heero, debía avisarle a Quatre de otra cosa.
- Te noto un tanto preocupado, Wufei.
- No lo sabía, pero los del Zoológico filmaron la cacería del puma - le informó - y mañana en la mañana nuestro querido amigo saldrá en las noticias ¿sabes que han interrogado a todos los trabajadores respecto a él?
- Así que Dúo se enterará que Heero cazó un puma.
- He hablado un rato con el productor, el jefe del equipo venido de la protectora no está nada de feliz con el reportaje ya que ellos quedaron muy mal parados por su actitud, así que lo más probable es que tarden una semana en ponerlo a la luz, pero si van a informar que ustedes regalan al zoológico cuatro pumas, tres cachorros y una hembra adulta.
- De todas maneras es publicidad para el rancho - caminó un par de pasos - quizás podamos aprovecharnos de aquello ¿qué me dices?
- ¿Qué es lo que pretendes, pequeño?
- Bueno, es que si tenemos otros visitantes, quizás Heero encuentre a alguien que de verdad sea adecuado para él y se olvide del trenzado.
- Quatre, creo que es mejor que te olvides de esa idea, sólo lograrías que Heero quiera volver al trabajo y se empecine en ir a verlo.
- Si, tienes razón - suspiró - pero quizás pudiéramos hacer mejores negocios, ese tipo de cosas las puede hacer Heero en casa, además, pronto será la cata de los vinos del año pasado, quizás pudiéramos hacer una ruta.
- Mm, así nos veríamos favorecidos todos los que tenemos vinos - asintió - hablaré con los otros dueños y dejaremos que Heero la planee.
- Exacto, así se olvidará de todo lo demás.
- Pero ¿crees ser capaz de tomar el lugar de Heero en sus otras funciones?
- Tendré que serlo - le dijo decidido.
- Bueno, pues te deseo mucha suerte - le sonrió.
- Gracias, la voy a necesitar.

Claro que Quatre había sido capaz de tomar el lugar de Heero en las labores diarias del rancho, pero admitía que los zapatos le estaban quedando grandes, por las noches estaba tan cansado que no tenía ánimos ni de preguntarle a Heero como iba con el proyecto que le habían presentado con Wufei.
- Al fin entiendes porque no quiero hablar durante la cena - le dijo Heero medio en serio, medio en broma.
- No sé como puedes cenar y jugar a las cartas luego de trabajar tanto - se quejó terminado de comer - me voy a dormir, buenas noches.
- Buenas noches - le sonrió y se quedó solo en el comedor. En estos días había estado planeando no sólo la ruta del vino como querían Quatre y Wufei, había estado preparando a su sucesor como capataz, quizás Quatre por ahora pudiera hacerse cargo, pero en algún momento colapsaría, tal como tantas veces estuvo cerca de hacerlo él al principio. Claro, lo había superado, pero era pensando en el futuro de ambos y Quatre no estaba hecho de la misma madera que él.
- Joven Heero, debería irse a dormir, aún no está repuesto - le dijo Rasid al retirar los platos.
- ¿Crees que Quatre se enoje cuando se entere que Aura es el nuevo capataz?
- El amo Quatre podría sentir que usted no lo cree capaz de llevar las riendas del rancho - le dijo Rasid convencido.
- Si, pero quizás admita un poco de ayuda, yo siempre la he necesitado y se la he pedido a Aura sin que él se entere.
- Bueno, pero usted es muy diferente del amo Quatre - le recordó.
- Es cierto - suspiró - pero tendrá que admitir algún día que no puede dejarme amarrado al rancho de por vida.
- No creo que quiera hacerlo, es que está demasiado acostumbrado a tenerlo a su lado, pero creo que pronto va a reaccionar solito.
- Esperemos que si - se puso de pie - buenas noches, Rasid.
Heero caminó a su habitación en silencio mirando la luz de la luna llena que se filtraba por la ventana ¿qué estaría haciendo Dúo a esas horas? Esperaba que estuviese durmiendo tranquilamente en su cama y no en alguna fiesta alocada de las que tanto le había hablado.
- Dúo, ¿serás capaz de esperarme? - suspiró entrando en su habitación, ya hacía una semana que el trenzado había partido de regreso a la capital y ni una llamada había tenido de su parte ¿Sería que era cierto lo que le decía Quatre respecto a él, que simplemente había sido un capricho de verano? No lo quería creer, pero la duda comenzaba a entrar en sus sentimientos.

Dúo se sentó a ver la televisión, no pensaba ir a la famosa fiesta de gala con Relena, él era de la misma opinión que Marimeia, con la oxigenada no se podía disfrutar de nada, era enfermante de pesada, de todo y todos hacía los comentarios más hirientes. Y el hecho que Heero no hubiese querido venirse con él era el tema principal de sus conversaciones cada vez que tenía la desgracia de toparse con ella.
El día anterior se enteró por casualidad que Heero había cazado a la puma que ahora le pertenecían al zoológico y sabía que ese día iban a mostrar la filmación de la cacería en el rancho Winner. Su chico era muy capaz y en la mañana lo llamaría para recordarle su prometida visita, ya vería cómo lo haría para que Heero no quisiera regresar al rancho y se quedara definitivamente con él. Suspiró, echaba tanto de menos las tardes que pasaba a su lado, mejor dicho los ocasos, pero se había sentido a salvo en sus brazos, protegido y amado como nunca. Y si no fuera por la pesada de Relena, lo habría llamado cada noche desde que lo dejó, pero como ella siempre andaba pendiente de lo que hacía o dejaba de hacer, nunca consiguió llegar al teléfono.
- Espero que ya estés listo para salir - le dijo ella plantándose frente a él.
- No voy a ir - le dijo el trenzado acomodándose mejor en el sillón - me quedaré aquí descansando de tu presencia.
- Mira, remedo de macho...
- Sabes que tus insultos me rebotan - la cortó Dúo fastidiado - no puedes obligarme a hacer nada, así que puedes irte por donde viniste y dejarme en paz de una buena vez por todas.
- Mientras seas el protegido de mi hermano...
- Relena, soy el protegido de tu hermano, no su esclavo - la cortó - y puedo hacer lo que se me pegue la gana porque soy mayor de edad.
- Le diré a Miliardo que...
- ¡Dile a tu hermano lo que quieras, pero déjame en paz! - le dijo perdiendo la paciencia y ella se dio media vuelta furiosa, nadie la gritaba - por fin.
Se dedicó a mover los canales ¿en cuál le dijo Trowa que transmitirían la cacería? Era un idiota, pero tenía arreglo, lo llamaría por teléfono.
- ¿De verdad no vas a ir a la fiesta? - le dijo Miliardo sin asomo de enfado.
- Tú sabes que no me gustan las fiestas a las que va Relena - le dijo tranquilo - y sabes por qué ella me lleva.
- Es tu decisión - le sonrió - de todas maneras no creo que sea muy entretenida, Traize me dijo esta mañana que no podrá ir porque Marimeia está enferma y no quiere dejarla sola.
- Eso significa que Trowa tampoco irá.
- Supongo que no, así que mejor te quedas en casa, yo iré a la fiesta con Relena para mantenerla a raya - suspiró - había pensado en buscarle un esposo rico, pero con el carácter que se gasta, va a ser muy difícil que nos deshagamos de ella.
- Trowa me contó que transmitirían la cacería del puma en el Rancho Winner hoy - el rubio asintió - ¿sabes de casualidad en qué canal es?
- En el canal 85 - sonrió divertido - pero espera que Relena y yo ya no estemos aquí para ponerlo, sabes como se pone cada vez que se acuerda de tu querido Heero.
- Lo sé, es una envidiosa - le sonrió y puso un canal con noticias.

Heero se despertó esa mañana con más animo que el resto de los días desde que su querido trenzado se fuera, esa noche había tenido un buen sueño, así que esperaba que fuera un presagio de buenas cosas. Se vistió con dificultad ya que le dolía el brazo cuando lo movía demasiado y luego se fue al comedor, de seguro Quatre ya había desayunado y se había ido a las faenas, aunque esperaba que le pidiera ayuda a Aura.
- Joven Heero, hay una llamada para usted - le dijo Rasid
- ¿Si? ¿Y quién llama?
- Se trata del joven Dúo - le dijo y Heero se apresuró a ir al estudio y tomó la llamada con el corazón latiéndole alocadamente, su trenzado al fin se acordaba de él.
- Buenos días - dijo admirado que su voz sonara tan tranquila.
- Buenos días, Heero, espero no estar sacándote de tus labores - le dijo Dúo - perdona que no llamara antes, pero con Relena pendiente de lo que hago, es algo difícil - se excusó.
- No importa, corazón, estaba seguro que tenías un buen motivo para no llamar, pero que te acordabas de mí de todas maneras.
- Por cierto, anoche transmitieron la cacería por televisión ¿estás bien? Me di cuenta que la puma te arañó el hombro antes que la aturdieras ¿es por eso que estás en casa a esta hora? Debieron avisarme, yo habría ido a verte...
- Dúo, respira - le dijo divertido - estoy bien, aunque me duele un poco el brazo cuando lo muevo. Y no sabía que iban a pasar la cacería por la televisión, Quatre no me dijo nada al respecto - se sentó en el sofá junto al teléfono - pero hubiese estado feliz que vinieras a verme, estos días han sido de los más aburridos por aquí.
- Supongo que con el hombro en semejante estado no estarás montando ni haciendo ningún movimiento brusco.
- Quatre se ha encargado de llevar las riendas del rancho - miró la mesa - pero yo estoy preparando con Wufei una ruta del vino, quizás quisieras venir a la cata del vino del año pasado que pretendemos mandar al concurso en París.
- ¿Cuándo es? - dijo el trenzado y se escuchó un ruido de papeles.
- Es el 25 de este mes, ya sabes que dentro de poco se iniciará el año escolar y la mayoría de mis ayudantes se van en ese tiempo.
- Bueno, creo que puedo ir - le respondió - lo que quiero saber es cuándo vas a venir tú a verme, quizás puedas venirte conmigo ¿no crees?
- No lo sé, siempre después de la catadura hay mucho trabajo por hacer, se deben embotellar los vinos que ya están listos y sellar aquellos a los que les falta tiempo de maduración.
- Heero - se quejó - pero podría quedarme toda la semana allá - insistió.
- Bueno, debo hablarlo con Quatre primero.
- Está bien ¿Te parece si te llamo esta noche? Así podré prepararlo todo con tiempo y sin estorbos - lo escuchó reír - me gustaría hablar más contigo, pero cierta bruja que se las da de dama puede aparecer el cualquier momento y prefiero no verla el día de hoy, te dejo, cuídate mucho y no hagas fuerza con tu brazo herido ¿de acuerdo?
- Claro que no, gracias por llamar.
- Te quiero mucho, Heero.
- Yo también - le respondió y se cortó la comunicación.
- ¡Joven Heero, un accidente! - entró diciendo Aura preocupado.
- ¿Qué ha pasado? - dijo dejando el auricular en su lugar saliendo a la entrada - pero ¿cómo?
- Una serpiente asustó al caballo del amo Quatre - dijo otro de los trabajadores - el animal se encabritó y lo lanzó al suelo.
- Pero no es para que esté en semejante estado - le dijo señalando al rubio que estaba con un brazo y una pierna inmovilizada.
- Se me enredó un tobillo en el estribo - le dijo el rubio con los dientes apretados - no alcancé a sacar el pie a tiempo.
- ¡Rasid! - Heero llamó al mayordomo y este se apareció frente a él - ve por el médico, yo me encargaré de llamarlo - se volvió hacia los hombres que sostenían a Quatre - llévenlo dentro, estará más cómodo.
- Pero aún queda mucho trabajo por hacer y no irás tú - le dijo Quatre.
- Aura se puede hacer cargo ¿verdad?
- Claro que sí, patrón - le dijo este y entraron al salón cargando a Quatre para colocarlo sobre el sillón con mucho cuidado.
- Bien, hazte cargo de las faenas, yo me encargo de Quatre - dijo Heero levantando el auricular. El médico casi de inmediato le contestó y Heero le explicó por qué lo necesitaban en ese momento en el rancho y que Rasid iba a buscarlo. El médico le dijo que estaría listo para atender al rubio en cuanto el hombre lo llegase a buscar - ahora sí la hiciste buena, Quatre.
- Estaba distraído o Sandrock jamás me hubiese botado de su lomo - admitió - sólo te causo problemas ¿verdad?
- Ay, Quatre - suspiró cansado sentándose frente a él - eres todo un caso.
- Supongo que ahora sí estamos forzados a buscar un capataz que se haga cargo de todo en el rancho ¿no?
- He estado pensando que quizás Aura sea el más adecuado para tomar las riendas de las faenas del rancho - le dijo - no digo que vaya a dejar de trabajar, pero así tendremos más tiempo para dedicarnos a otras cosas, hay muchos negocios que son manejados por gentes extrañas.
- Tienes razón, el rancho es autosuficiente y tenemos aquí mucha gente de confianza, gente que ha estado con nosotros desde siempre.
- Podemos poner de nuevo en funcionamiento algunos otros negocios, podría aprovechar el viaje a la capital para averiguar...
- Ya estás pensando en el idiota de tu trenzado - lo interrumpió.
- Ni es mío ni es idiota - lo cortó - y sí, estoy pensando en él.
- Pero si el infeliz ni te llama siquiera - le recordó, pero vio una sonrisa en los labios de su amigo - hay algo que me ocultas.
- Dúo me llamó no hace mucho rato ¿sabes? Estaba preocupado por mí y va a venir a verme - le informó - y no es un infeliz.
- De acuerdo, de acuerdo, no puede ser infeliz si tú lo amas - suspiró - ni es tan idiota si te eligió a ti - rectificó - por cierto ¿cuándo se viene? Porque supongo que se va a alojar con nosotros ¿no?
- Dijo que llamaría esta noche para preparar los detalles.
- ¿Y por qué no lo llamas tú y lo invitas a venirse de inmediato? Le podemos dar una habitación cerca de la tuya.
- Quatre ¿A qué viene este cambio tan drástico de actitud?
- Bueno, creo que tenías razón - suspiró de nuevo - cuando la puma te hirió y estuviste delirando me di cuenta que sólo así podría perder tu amistad, que aunque te fueras del rancho siempre podías volver, en cambio si morías, jamás estarías conmigo de nuevo y yo llevaría el peso de haberte impedido ser feliz.
- Me alegro que al fin reacciones, Quatre - sonrió divertido - pero Dúo no me dejó su número de teléfono - admitió.
- ¿Y cómo se suponía que se iban a contactar cuando lo visitarás en la capital?
- Wufei dijo que él nos contactaría - suspiró.
- Llama a Wufei, entonces, él debe tener el número - lo regañó.

Dúo estaba sentado almorzando solo en casa, todo estaba tan tranquilo ya que la bruja pesada había salido con sus amigas de compras. Claro, Relena no trabajaba, pero siempre se las arreglaba para tener mucho dinero para gastar a montones porque Miliardo le daba, quizás porque ella no tenía donde caerse muerta, vaya a saber uno, pero lo cierto era que no cuidaba los gastos que hacía. Y el rubio tampoco estaba en casa, tenía una junta con otros senadores y le había dicho que comería con Traize y Trowa, aunque este último estaba bastante ocupado haciendo su tesis y preparando su examen final.
- Joven Dúo, tiene una llamada - le dijo el mayordomo, un hombrecito muy mayor que siempre lo trataba bien.
- Gracias, Paige - le sonrió y fue al estudio a tomar la llamada - Dúo Maxwell - dijo y escuchó una risita del otro lado - ¿aló?
- Perdona, Dúo, pero tengo a dos intrusos pegados al teléfono.
- ¡Heero! - sonrió - ¿a qué debo tu llamada?
- Es que Quatre tuvo un accidente y ha reaccionado - escuchó un golpe y un quejido - bueno, él dice sí no te quieres venir al tiro para acá, que nos servirás mucho de ayuda con él fuera de combate.
- Mm, en estos momentos estoy solo en casa - volvió a sonreír - mira, veré si me consigo boletos para irme esta misma tarde y me tendrás allá o esta misma noche o mañana de amanecida ¿te parece?
- Me parece bien - escuchó una risita a teléfono y la voz de Wufei diciendo "te pusiste rojo de puro contento" - te estaré esperando.
- Iré a preparar mis maletas, estoy ansioso de volver a verte - le colgó y corrió a su habitación, sacó una maleta de su closet y empezó a sacar ropa, echaría un par de trajes sexys que había comprado para impresionar a Heero cuando estuviera con él para que no quisiera dejarlo, ropa interior de la misma y unos cuantos trajes de los otros, después de todo sólo Heero debería verlo en esas fachas ¿no? Fue al baño y sacó sus implementos de aseo, el cepillo del cabello, la crema para peinar, el cepillo de dientes, su desodorante y sus sales de baño. Una vez todo listo, regresó al estudio de Miliardo y llamó a la estación, tenía suerte ya que consiguió un boleto de primera para dentro de media hora. Tomó un lápiz del cajón y le dejó una nota a su protector, regresaría en un par de semanas, más o menos.
- ¿Va a salir, joven Dúo? - le dijo el mayordomo.
- Si, Paige, voy a ver a un amigo que está accidentado.
- No será el joven Trowa ¿verdad?
- No, él está bien, hasta donde sé - sonrió - volveré dentro de unas semanas, ya le dejé una nota a Miliardo al respecto.
- Entonces, que le vaya bien y que su amigo se recupere pronto.
- Yo le daré tus buenos deseos - le dijo y detuvo un taxi que lo llevó a la estación, esta misma noche dormiría bajo el mismo techo de Heero.

Heero estaba un tanto nervioso, Dúo quizás llegara esa misma noche y él quería recibirlo bien, sin embargo, Quatre había sido enyesado y estaba obligado a estarse todo el tiempo acostado, por lo que este había estado "abusando " de todo el mundo, en especial de Heero, al que no lo había dejado asomarse a la habitación que le habían preparado al trenzado.
- Bueno, debo llamar a Wufei - le dijo Heero aburrido - ¿quieres que te traiga algún libro? - le preguntó.
- Claro, tráeme una novela de piratas ¿sí?
- Está bien - resopló molesto y salió de la habitación del rubio, pero no se fue directamente a la biblioteca, primero asomó la cabeza al cuarto que usaría Dúo y se asombró de lo bien preparada que estaba, en realidad era cierto que el árabe había recapacitado respecto a su amado. Cerró la puerta con suavidad y se fue a la biblioteca a buscar el libro solicitado, pero había varios de éstos ¿cuál querría leer Quatre?
- ¡Heero, ya estoy aquí! - le dijo Dúo entrando en la biblioteca y echándole los brazos al cuello - ¿no estás feliz de tenerme de vuelta?
- Claro que sí, mi trenzado loco - dejó el libro a un lado y lo abrazó por la cintura - déjame saludarte como se debe - y acercó su boca a la suya.
- Ejem - carraspeó alguien desde la puerta - están demasiado ansiosos ¿no?
- Wufei ¿qué diablos haces aquí? - le dijo Heero ruborizado.
- Quatre pensó que te ibas a aprovechar cuando estuvieras solo de comerte al pobre trenzado - le dijo divertido - así que vine a hacer de chaperón.
- Así que quieres hacer de violinista - le dijo Heero y de todas maneras besó en la boca a Dúo - de acuerdo, sufre.
- Y este loco ¿se vino volando? - señaló al trenzado,
- Encontré un pasaje en el tren que salía a las dos, así que llegué pronto porque se venía directo hasta aquí - se acomodó en los brazos de Heero - oye, creo que es mejor que no muevas mucho tu brazo - lo regañó tomándolo por las muñecas - no quiero que sufras un daño permanente.
- Estoy bien, no necesitas exagerar - lo besó en la frente - ven, te mostraré tu cuarto y luego le entregaremos su novela a Quatre.
- Supongo que el que me deje quedarme aquí significa que al fin me ha dado el paso para convertirme en tu novio - reflexionó el trenzado - me gustaría que él también encontrara su media naranja.
- Bueno, quizás podamos ayudarlo en esa dirección - dijo Wufei sonriendo - lo mejor hubiese sido que tu amigo también hubiese venido.
- Trowa está muy ocupado con sus estudios, desde que nos fuimos no le he visto ni el pelo - dijo el trenzado divertido - a propósito ¿cómo está la viejecita a la que atendió?
- Ha estado bastante bien, creo que lo que tenía más que nada era mala alimentación ya que Lucy debía preocuparse primero de alimentar a sus hijos con lo poco que tenía.
- Sí, pero ¿y el hombre accidentado?
- Ah, bueno, lo contraté aquí, así que ha estado trabajando en los gallineros haciendo unos cuantos arreglos hasta que esté totalmente repuesto y pueda retomar sus labores.
- Alguien debería quitarle el poder a Dekin - dijo Wufei molesto.
- Traize y Miliardo han estado hablando de él con otros senadores - le dijo Dúo - todos están de acuerdo en que es un abusador.
Heero le abrió la puerta a Dúo y se sonrió al ver su cara de felicidad, de seguro no se esperaba quedar tan bien alojado.
- ¡Guau! - le dijo a Heero haciéndolo entrar.
- Bueno, es la mejor habitación que Quatre pudo darte - le sonrió - la habitación de al lado es la mía y la del frente es la de él.
- La daré las gracias de inmediato.
- Supongo que te quedarás a cenar, Wufei.
- Si, pero me tengo que ir de inmediato, Hilde está teniendo problemas con algunos trabajadores y es mejor que yo esté allá.
- Vamos, quiero saludar a mi cuñado - les dijo Dúo.

La cena había estado tranquila, Quatre se había lamentado de no poder hacerles compañía, pero Dúo le había prometido ir a verlo luego para que tomaran té con él antes de irse a dormir. Y Heero estaba contento, al parecer ellos iban a hacer buenas migas después de todo, se daba perfecta cuenta que eran ambos muy parecidos en muchas cosas y, si bien el trenzado era más mundano que el rubio, ambos eran muy dulces.
Quatre le sonrió a Heero que estaba sentado junto a la ventana bebiendo su té mirándolos atentamente, pero sin decirles nada.
- Nos estás mirando extraño - le dijo divertido.
- Sólo que me he dado cuenta que los dos se parecen mucho - le dijo dejando la taza sobre la cómoda a su lado.
- ¿Sí? - le dijo Dúo - ¿y se puede saber en qué consiste ese supuesto parecido? - agregó intrigado.
- Bueno... se van a ofender, no diré nada - cambio de opinión e intentó salir.
- Ah, no, de esta no te escapas - dijo el trenzado bloqueándole el paso.
- Bueno, es eso ¿no lo ves? - le sonrió a Quatre y este lo miró sorprendido - y que ambos son... algo así como unos niños - terminó con cuidado.
- Pero soy yo el que te gusta ¿verdad? - le dijo abrazándolo por la cintura.
- Creo que eso está más que claro - lo besó en la frente - Quatre es como mi hermano y por eso es un poquito celoso.
- Pues no solo soy un poquito celoso - le dijo este divertido - soy posesivo y si pudiera los separaría ¿no ven que están dando un espectáculo.
- Entonces nos iremos a mimarnos a otra parte - le replicó Dúo divertido.
- Ah, no tú no saldrás de esta habitación hasta que esté seguro que Heero está bien dormido y en su propia cama - siguió el árabe,
- Intenta detenerme - siguió él en el mismo tono.
- Payasos - les dijo Heero sentándose en la cama junto a Quatre - no me den más motivos para compararlos ¿les parece?
- Ok - le dijo el trenzado sonriendo sentándose a su lado apoyándose en su hombro bueno - pero no me han contado en que va a consistir esa famosa ruta del vino que van a hacer.
- Bueno, es una visita no sólo a los viñedos, sino también a las plantas donde se procesa el vino, se envasa y las cavas en las que este es madurado, se ofrecerán muestras para que los prueben y luego podrán degustar las otras especialidades de cada rancho - le dijo Quatre - por ejemplo, en el rancho del Dragón, podrán probar los mejores quesos de la zona y comprarlos si lo quieren, en el rancho Low podrán degustar las mejores fresas de la zona, aquí comerán las mejores carnes de vacuno y en el rancho Padres, que creo no conoces, podrán degustar los mejores pasteles y tartas.
- Mm, aunque ya cené, se me antojó una tarta - se saboreó el trenzado.
- Hasta en lo golosos se parecen - dijo Heero asombrado.
- Heero, ¿Hablaste con Francisco respecto a lo que serviría en su rancho?
- Aún hay detalles que deben ultimarse - admitió - pero su parte está hablada.
- Podrías llevar a Dúo para que conozca el rancho Padres, así no estarían todo el día encerrados en casa - le propuso Quatre.
- Pero tú te vas a quedar solo aquí - le dijo Dúo - mejor me quedo aquí, así no distraigo a Heero de sus labores y te hago compañía - le sonrió - de todas maneras voy a conocer ese rancho cuando vaya en la ruta del vino ¿verdad, corazón mío? - miró a Heero a los ojos y una leve sonrisa dulcificó el rostro de Heero - te quiero mucho.
- Ya, tortolitos - les dijo Quatre al ver que comenzaban a hacerse arrumacos - si quieren ponerse románticos, se van a ir ¿entienden?
- Se puso envidioso - le dijo Heero - no te enfades, Quatre, ya llegará tu media naranja y querrás que te haga arrumacos y no te importará el lugar.
- Si, claro, es lo que quisieras ¿no?
- Quatre, no te pongas feo - le dijo Dúo divertido.
- De acuerdo, vayan a dormirse ¿quieren? - Heero y Dúo se miraron un segundo y se pusieron un tanto coloraditos - y no me refiero a eso, mentes podridas, cada cual a su cama ¿entendido?
- Ok, ok - le dijo el trenzado apartándose de Heero - buenas noches.
- Buenas noches - le sonrió el rubio viendo como Heero dejaba salir solo al trenzado - Heero, yo...
- Lo sé, Quatre, no te dejaré solo hasta que aquella persona a quien le entregues pos completo tu corazón esté a tu lado - le sonrió - pero según recuerdo, en tu cultura debe casarse primero el hermano mayor para que los menores se casen ¿o me equivoco?
- Está bien, pero prométeme que no lo vas a hacer hasta que estén casados.
- ¡Quatre! - le reclamó - me niego.
- Anda, sé que te portarás bien si me lo prometes.
- Y por lo mismo no te lo voy a prometer - le replicó - quiero estar seguro que Dúo me va a pertenecer sólo a mí.
- Está bien, siempre que no hagan mucho ruido - le dijo divertido - y me lo permitas a mí cuando el amor me llegue.
- Mientras yo no me entere - le dijo riendo - buenas noches - le deseó al salir.
- Buenas noches.

Los días previos a la ruta el vino que Heero había preparado fueron una verdadera locura, había demasiados detalles que ultimar y Dúo se dio cuenta que su amado apenas y tenía tiempo para él, por mucho que él y Quatre lo ayudasen con los papeles, pero el castaño siempre tenía algo que hacer y andaba de un lado para otro supervisándolo todo, controlando que las cosas no fuesen a fallar y preparando un plan de contingencia por si las cosas llegaban a fracasar o si el clima no era el adecuado, u ocurría algo inesperado. Y aquello era molesto, él estaba allí para estar a su lado, quería alguien con quien compartir su vida, no alguien que estuviera ausente todo el día.
- Heero es así - le dijo Quatre presintiendo el enfado del trenzado - nunca le ha gustado dejar nada al azar, me temo que vas a tener paciencia.
- ¡Pero es que ni siquiera deja que otros lo ayuden! - reclamó - se suponía que íbamos a pasar un tiempo juntos, supervisando todo juntos y ha decidido que no porque no sé mucho de estas cosas ¿Acaso cree que no puedo aprender?
- Tranquilo, ya mañana acabará esto y lo tendrás más tiempo a tu lado - le recordó tratando de calmarlo.
- No lo creo, empezará con los preparativos para el embarque de los vinos que enviará a París para la competencia y estará tan ocupado como ahora ¿Es que no se cansa nunca de ser Don Perfecto?
- Dúo, si amas a Heero, debes amarlo tal cual es, no tratar de cambiarlo - le dijo el rubio divertido - si lo cambias, no será la persona a la que amas.
- Lo sé, pero debería darse un tiempo para nosotros, me gustaría que parara un rato y me abrazara ¿sabes que ni un beso me ha dado desde que llegué? Se las ingenia para escaparse cada vez que me pongo amoroso con él y por las noches alega que está cansado, que cuando tenga tiempo lo haremos, así que me veo obligado a dejarlo irse cuando más ganas tengo ¿Será que me está probando? Porque mi paciencia tiene un límite y está muy cerca de llegar a este - suspiró - y no es nada de cariñoso.
- Dúo, Heero creció sin familia, es difícil que él te demuestre su amor cuando nunca nadie se lo ha demostrado a él - el rubio movió la cabeza - quizás debiera ser el propio Heero quien te contara esto, pero él se quedó huérfano a los ocho años y a base de mucho esfuerzo se ganó el respeto de mi padre y el derecho a ser considerado parte de mi familia - le explicó - si quieres saber más, debes preguntarle a él, pero estoy seguro que te ama.
- Si me ama ¿por qué no quiere estar conmigo?
- Supongo que por mi culpa - admitió el árabe y notó que Dúo lo miraba frunciendo las cejas - bueno, es que yo le pedí que me prometiera que no harían nada hasta que estuvieran casados, no - le dijo al ver que el trenzado iba a protestar - Heero se negó a prometérmelo, pero dijo que sería cuidadoso al respecto, quizás se siente un tanto avergonzado al respecto.
- Pues pienso que está siendo un tanto ridículo, si podemos hablar de sexo abiertamente ¿por qué no lo podemos hacer del mismo modo?
- Quizás ese sea el problema, Heero es muy franco al hablar de esas cosas, pero es muy distinto ponerlo en acción.
- Así que le da timidez - se paseó por la habitación - entonces, voy a tener que tomar la iniciativa si quiero que algo pase entre los dos.
- Pero ten cuidado, no me gustaría que Heero se enfade.
- No te preocupes, estará tan contento que ni se acordará de lo que le hice - sonrió - creo que Rasid me dijo que estaría supervisando la limpieza de las antesalas de las cavas uno y dos, lo secuestraré de allí, lo obligaré a darse un baño y después... después te cuento ¿Ok?
- Estás loco, pero buena suerte.

Heero revisó una vez más la lista de las cosas que debían estar listas, ya se había asegurado que en los otros ranchos todo estuviese en su lugar a tiempo, así que ahora le tocaba el turno al suyo. Ya iba de regreso a la casa grande cuando se encontró con Dúo que se veía muy sexy con ese traje negro, aunque admitía que hasta con un saco de papas lo vería igual de sexy, lo que era tener buen físico ¿verdad?
- Te andaba buscando - le dijo abrazándolo por el cuello y Heero no se pudo resistir la tentación de corresponderle - te ves agotado.
- Si, pero al fin terminé con todo - suspiró - ¿para qué me buscabas?
- Tengo algo especial para ti - le sonrió sensualmente.
- ¿Y se puede saber qué es? - le preguntó alzando una ceja dejándose llevar por el trenzado hacia la casa.
- Es una sorpresa - le volvió a sonreír de la misma manera.
- No sé por qué tengo la impresión que pretendes ponerme en tu menú ¿quieres que sea el postre?
- Quatre me dijo que eras franco, pero ¿no crees que es demasiado? - le dijo totalmente ruborizado.
- Me gustan las cosas claras - lo jaló hacia él - y supongo que esta es tu manera de reclamarme por haberte dejado tanto tiempo abandonado.
- Se suponía que yo tomaría la iniciativa - hizo un puchero.
- Pues si así lo quieres, puedes hacerlo - le sonrió - muéstrame lo tuyo.
- Es la invitación más sexy que me hayan hecho nunca ¿sabías? - se separó y lo tomó de la mano para guiarlo a su habitación, una vez frente a su habitación le cubrió los ojos con las manos parándose detrás de él - tengo una sorpresa para ti - le dijo al oído y lo hizo entrar - ¿sabes que te quiero mucho?
- Creo que ya me lo habías dicho antes - le sonrió abriendo los ojos al sentir como Dúo lo soltaba - vaya ¿qué se supone que es todo esto?
- Si quieres, ponte cómodo, ya regreso - le dijo y entró en el baño.
Heero miró la puerta cerrada y se sentó en la cama, si Dúo quería seducirlo ¿por qué no facilitarle el camino? Se sonrió divertido y se quitó la chaqueta y los zapatos, así estaría más cómodo ¿no era lo que él le había dicho? Luego se desabrochó los primeros botones de la camisa ¿era su idea o en esa habitación comenzaba a subir la temperatura? Y Dúo que se tardaba tanto, para cuando saliera, estaría desnudo y dormido sobre su cama.
- Bueno, espero no haberme tardado... - y el trenzado se interrumpió al ver a Heero con la camisa totalmente abierta, los zapatos por otro lado junto con la chaqueta y el cinturón y el cierre de los pantalones abiertos - oye, me dijiste...
- Hace demasiado calor aquí - lo interrumpió - y te estabas tardando.
- Bueno, eso me ahorra un poco de trabajo - le sonrió - venga, démonos un baño relajante y después podremos dormir el resto de la tarde.
- Mm, lo del baño te lo acepto - le dijo Heero quitándose los pantalones y la camisa - lo de dormir, ya lo veremos - le dijo antes de quitarse la última prenda y dejar que el trenzado lo viera tal como Dios lo echó al mundo - ¿vienes?
- Dios mío - dijo sintiendo que se le secaba la boca al verlo así - que pedazo...
- Me avergüenzas - le dijo dándole la espalda y de inmediato sintió los brazos del trenzado rodeándole el pecho - no soy tan distinto de ti.
- Por supuesto que lo eres - le dijo apoyando el mentón en su hombro - estás muy, pero muy bueno ¿sabías?
- Ni tanto - dijo aún ruborizado.
- Te mostraré las diferencias - le dijo - anda métete al agua mientras me desvisto - le sonrió y este le obedeció metiéndose en la tina con agua perfumada hasta dejar sólo los brazos y los hombros al descubierto - mírame bien y te darás cuenta que si bien tengo lo mismo que tú, somos distintos... - se interrumpió al ver la mirada hambrienta que este le daba y se metió al agua a cierta distancia de él, ahora el avergonzado era él.
- ¿Por qué no te acomodas contra mí? - le dijo Heero preocupado.
- ¡Eres muy malo! - le volvió a reclamar - ¿por qué siempre me tomas la delantera? Se suponía que sería yo... - pero la boca de Heero cortó su perorata, él quería acción y no palabras, así quizás Dúo se convenciera de amarlo tal como era y se olvidara de cualquier otra cosa - mm, que bien besas.
- Supongo que tú puedes comparar - le dijo acariciándole el cuello con los labios - en cambio yo, sólo lo disfruto.
- ¿Me quieres decir que a tus veintiséis años no has estado con nadie jamás? - le dijo sorprendido.
- ¿En qué momento? - le dijo continuando su exploración por el cuello del trenzado - siempre he trabajado, y cuando no lo hacía estaba estudiando, el único amigo que tenía era Quatre y ya sabes que es como un hermano para mí - bajó un poco acariciándole el pecho - y luego que falleció el papá de Quatre, menos tiempo tuve d conocer a alguien, hasta que tú llegaste.
- Heero - gimió complacido, era mucho mejor de lo que había imaginado, él nunca... un momento - pero Heero ¿cómo es que sabes acariciarme tan bien si jamás has estado con nadie? - le dijo intrigado, era cierto que le gustaban mucho sus caricias, pero se lo comía la curiosidad.
- Eso no significa que sea un ignorante que no conoce la teoría - le sonrió atrapándole un pezón entre los dientes - además, conozco mi propia anatomía - puso una mano en aquella parte que comenzaba a evidenciar el deseo en el trenzado frotando suavemente - solo es cosa de aplicar lo que uno sabe.
- Malvado - dejó escapar el aire y se echó hacia atrás disfrutando sus caricias - y eso que yo iba a seducirte para que dejaras tus labores.
- Si no quieres, no sigo - le dijo apartándose un poco.
- ¡Ni se te ocurra! - lo atrajo de regreso plantándole un hambriento beso en los labios - me gusta ser seducido por ti.
Heero sonrió ampliamente y volvió a la carga acariciando por todos lados, poniendo todo su cuerpo en acción, frotándose entero contra el cuerpo excitado de su trenzado, que por inercia comenzó a responder a sus caricias con las propias, buscando y encontrando aquella parte tan sensible de su amante, que dejaba escapar suaves gemidos a cada roce.
- Creo... deberíamos... salirnos... del agua... - dijo Heero casi sin voz - se está... enfriando...
- La... calentaremos... nosotros... - respondió Dúo de la misma manera obligándolo a acercarse más a él hasta ponerse sexo contra sexo - ¿quieres?
- Quiero - le dijo buscando su boca en un nuevo beso apasionado.
- Arriba o... abajo - dijo abriendo tamaños ojos al sentir que Heero estaba tomando la iniciativa de nuevo y sus dedos se perdían separando sus glúteos - sea - suspiró entregándose por completo a la invasión de sus dedos.
Heero era muy delicado, no quería dañarlo, se daba cuenta que aquel agujerito estaba demasiado apretado para las dimensiones de su miembro excitado, pero quería estar dentro del trenzado. Así que debía preparar muy bien el camino. Lentamente consiguió dilatarlo lo suficiente para que entrara parte de su sexo, pero pudo sentir como el trenzado se tensaba a su paso.
- Duele - se quejó pero hizo que Heero lo penetrara de un solo envión - ¡ah!
- Dúo, no - trató de salirse de él al ver su expresión de dolor, pero el trenzado evitó que lo hiciera abrazándose con fuerza a su cuello - Dúo, no quiero hacerte daño - lo acarició con ternura.
- No lo haces - lo besó en el hombro - que fea cicatriz te quedó ¿es donde te hirió la puma durante la cacería?
- Si, será un recuerdo de batalla para mis nietos - le sonrió - ¿cómo te sientes ahora? ¿Quieres que me mueva?
- Veamos - Heero se salió un poquito y volvió a entrar - que rico - gimió -adelante, quiero más - exigió.
- Si así lo quieres - unió su boca a la del trenzado y se dejó llevar por la pasión.

Quatre estaba sentado en el jardín leyendo una novela de acción cuando una sombra se posó sobre él. Levantó la mirada y se asombró al ver el brillo de dos ojos color esmeralda que le sonreían con ternura.
- ¿Se puede saber cómo es que tan bella flor se encuentra tan maltratada?
- Un caballo y una serpiente tienen la culpa - se sonrió ante el piropo - y ¿se puede saber cómo es que estás aquí? Te hacía muy ocupado con tu titulación.
- Me di unos días libres, me dolía la cabeza de tanto estudiar - admitió - y creo que por aquí anda cierto desaparecido ¿o me equivoco?
- Si te refieres a Dúo, quizás, pero si no es, no tengo idea.
- Claro que es Dúo, dejó en su casa una nota diciendo que estaría ausente unas cuantas semanas porque un amigo se había accidentado y nada más - se sentó a su lado.
- No veo por qué debiera decir algo más - se encogió de hombros.
- ¡Yo me hubiese venido de inmediato a cuidarte! - le dijo tomándolo con cuidado poniéndolo en su regazo.
- Más bien me habrías usado de excusa para dejar de estudiar - lo regañó.
- Te quiero y lo sabes bien - lo besó en los labios - ¿por qué no admites que tú también a mí?
- Porque te aprovechas del pánico - le sonrió echándole los brazos al cuello - pero si quieres puedes aprovecharte lo que quieras, te doy permiso.
- Pensé que tendría que pedírselo a Heero - dijo intrigado.
- Pues creo que él se está aprovechando del pánico en este momento - le dijo y se rió al ver su cara de sorprendido e intrigado - Dúo pretendía seducirlo, pero me temo que el seducido será él.
- Vaya, entonces, el cazador será cazado - sonrió y se levantó cargando con cuidado al rubio - espero no hacerle daño a tu pierna enyesada.
- Esto fue pura alharaca de Rasid - sonrió él - Heero me reparó la ruptura del hueso al momento, pero de todas maneras me pusieron yeso.
- El que el hueso esté en su sitio no es señal que esté soldado.
- Pero bien me pudieron poner algo menos pesado ¿tienes idea lo que molesta y pica por las noches? - se quejó.
- Ay, Quatre - se rió y entró en la casa con su preciosa carga.

Heero tomó aliento para salir del agua y ayudar a Dúo a salir de la misma, aunque este último apenas y podía moverse, tener a Heero dentro había sido una sensación fantástica, pero debía admitir que había que pagar un precio bastante alto por semejante placer y era que su cuerpo había quedado como desarmado.
- Anda, te daré algo que te quite un poco el dolor - le dijo Heero sacándolo con gran cuidado del agua y Dúo se sintió casi como un niño pequeño en sus brazos - descansa un poco, iré a mi habitación y regreso - le dijo luego de secarlo con gran cuidado cogiendo su bata.
- Bueno, siempre dicen que la primera vez es la que más duele - suspiró Dúo poniéndose boca abajo sobre la cama - y más cuando tu amante la tiene tan grande como Heero - se ruborizó al recordar - de todas maneras ¿de qué me quejo cuando se sintió tan rico?
- Listo - le dijo Heero sentándose a su lado y descubriendo y trasero de la toalla que tenía encima.
- ¿Qué haces? - dijo sorprendido al sentir sus dedos pasarse por la parte más adolorida hundiéndose de nuevo en su ano.
- Tranquilo, te quitará el dolor - le dio un beso en la nuca.
- Pero tu roce me está excitando de nuevo - le dijo ahogando un gemido.
- Mi pobre Dúo - hundió el dedo untado en la pomada hasta rozar con algo dentro del trenzado.
- ¡Ah! - gritó de placer, olvidado por completo del dolor de su cuerpo.
En segundo roce fue más firme y prieto dentro de él ¿Acaso Heero había introducido un segundo dedo en su interior? ¿Y a quién diablos le importaba? Se dijo en silencio disfrutando del placer que lo comenzaba a inundar de nuevo, si Heero se la iba a dar de nuevo, estaba más que dispuesto.
- Dúo, te estás poniendo demasiado apretado.
- ¡Es tu culpa! - le dijo excitado girándose un poco para mostrarle su sexo excitado - anda, dame de nuevo.
- Si es lo que quieres - le sonrió y se quitó la bata acostándose sobre su cama a su lado - pero creí que querías descansar.
- ¿Con tan magnifico ejemplar alterando mis sentidos? - le dijo atrayéndolo hacia él - quiero que llenes por completo mi cuerpo.
- Supongo que ahora te dolerá menos y que estás más preparado - le sonrió moviendo la pierna de Dúo hasta ponerla sobre su cadera rozando levemente su entrada - y tendré más cuidado.
- Eso dices - tomó el miembro de Heero y lo dirigió sin más preámbulos a su interior - ah, que rico se siente - gimió al sentir que algo sensible nuevamente era presionado en su interior - muévete - le ordenó.
- Y eso que estoy arriba - se burló al comenzar a agitarse en su interior y ambos se olvidaron de todo...

Continuará...

No sé si estará quedando como planeaba, ni se parece a la novela en la que supuestamente estaba basada, pero estos niños suelen escapárseme por todos lados, me temo que Heero y Dúo son demasiado apasionados y no se han querido aguantar hasta el siguiente capítulo, sea, se suponía que no tendrían sexo hasta que estuvieran en la casa de Dúo, pero se me han adelantado. En cuanto a los otros niños bonitos, no sé, Trowa y Quatre ya me han dado problemas antes con el Limón, así que me voy a enfocar a Dúo y Heero especialmente, si ellos se dejan, quizás los ponga.
Wing Zero (Espero que pronto se me salga el dulce y sea como se debe).
PD. Quería una historia un tanto cursi, pero no pude.

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