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Quiero amarte por Shiochang

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Quiero amarte

Debo darles las gracias a todos mis lectores, no esperaba tanta aceptación para esta historia y es por eso que agrego este capítulo.
Creo que señalé que Golondrina de Invierno sólo era la base del fic, lo que significa que no va a tener el mismo final (Dios me libre), así que ni Dúo domesticado ni Trowa loco, para los que conocen el final de la novela, de aquí en adelante la historia es de mi cosecha casi íntegramente.

Corazón de hielo

Las lluvias volvieron a calmarse, por lo que se pudieron reparar los caminos hacia el pueblo. Heero, Wufei, Odin y Francisco habían presentado un proyecto a gran escala al ministerio de Obras Públicas para pavimentar un par de caminos principales de tal forma que las zonas más rurales no quedaran aisladas por completo durante las grandes lluvias, proyecto que fue aprobado, pese a la oposición de Dekim Barton, ya que los fondos provenían de los mismos terratenientes.
Y en eso estaba Quatre en la capital, no sólo acompañando a su novio que en un par de semanas partiría a Europa, sino que también haciendo tratos con la empresa contratista que se encargaría de realizar los trabajos.
- Odio toda esta burocracia - le dijo a Trowa fastidiado por los retrasos - no quería hacerlo, pero me están obligando.
- No te entiendo - le dijo serenamente.
- Voy a tener que usar mis influencias para acelerar el trabajo - le dijo y levantó el teléfono - Habla Quatre Raberba Winner, deseo hablar con el gerente general - le ordenó a quien fuera que le contestara del otro lado de la línea.
Trowa se acercó a la ventana, estaban en el mismo departamento que Wufei usara la vez que fue con Heero, por lo que le había explicado su novio, entre los tres compraron ese departamento única y exclusivamente para cuando tuvieran que ir a la capital y quedarse por un tiempo, pero que la mayor parte del tiempo estaba desocupado y a cuidado de una empresa de aseo.
- No estoy para excusas - escuchó decir al rubio - si no quiere que tome medidas drásticas va a tener que acelerar su trabajo - algo le dijeron, por lo que el rubio endureció su mirada - Mire, este es un contrato millonario, no es un favor el que nos está haciendo, al contrario, pero le solicitamos a ustedes el trabajo por recomendación del ministerio, ahora, si no pueden hacerlo, es mejor que nos lo digan y buscamos a alguien más - le dijeron algo más y vio al árabe perder la paciencia - ¿que acaso creen que por ser provincianos no podemos buscar a alguien mejor? - casi gritó y se escuchó una respuesta - ¡váyanse al infierno! - le colgó - maldito, cree que porque soy joven no puedo tomar las riendas del proyecto - le dijo al latino - voy a llamar al mariscal Noventa.
- Quatre, no creo que debas exagerar.
- Por supuesto que sí, mi padre me enseñó muy bien que nadie puede pasar a llevar a un Winner, sea quien sea - volvió a levantar el aparato Habla Quatre Raberba Winner, deseo hablar con el Mariscal Noventa - el rubio le hizo un gesto a su novio y este se sentó a su lado - buenas tardes, mariscal, espero no estarlo importunado en este momento, pero es que realmente necesito de u ayuda para solucionar un problema - le dijo recostándose en el pecho de Trowa.
- Según supe, están planeando pavimentar algunas carreteras rumbo a sus ranchos con tus amigos - le dijo el hombre mayor.
- Si, tenemos todos los permisos, pero la empresa contratista que nos recomendó el ministerio no quiere comenzar a trabajar hasta el verano porque dicen que no tienen el personal suficiente - le explicó - pero nosotros no queremos esperar tanto tiempo, usted sabe que estamos comenzando a comercializar nuestros productos y mientras no tengamos un camino adecuado para transportarlas, no podremos competir en igualdad de condiciones de calidad con los otros productos.
- Veré qué puedo hacer - le dijo - quizás otra empresa pueda comenzar el trabajo ahora, espera un poco - lo dejó en espera.
- Quizás Traize o Miliardo pudieran ayudarte también - le dijo Trowa.
- Al primero no puedo acudir porque Wufei me lo pidió expresamente, y a Miliardo, bueno, no quisiera reabrirle la herida a Heero contactándome con él o con Dúo, a ese aún no le perdono lo del verano.
- ¿Quatre? - escuchó la voz del Mariscal.
- Aquí sigo, Mariscal.
- Bueno, tengo tres empresas que estarían dispuestas a realizar el trabajo en la fecha que ustedes estimen conveniente - le dijo - si quieres, puedes venir a comer conmigo y podemos hablar al respecto con uno de los candidatos.
- Si no le molesta que lleve a mi novio.
- Por supuesto que no, pero no sabía que lo tuvieras - le dijo divertido - Me imagino que está contigo ¿quién es?
- Lo debe conocer - sonrió - es Trowa Barton.
- ¿El protegido de Traize Kusrenada? - le dijo asombrado - con razón andaba desaparecido - se rió - bien, los espero en casa, entonces.

Pero el mariscal no les había dicho que tenía otros invitados a comer. Y Quatre se sintió molesto de ver al famoso vizconde llegar con Dúo, si al trenzado no lo quería ni ver, menos quería ver al otro, no cuando presentía que Heero se había endurecido para esconderle su dolor.
- ¡Que gusto volver a verlos! - los saludó el trenzado entusiasmado.
- Si, un gusto - dijo Quatre sin entonación y el trenzado arqueó las cejas - te presento a Antonio Lusac, Vizconde de Hellstick, él es Quatre Raberba Winner.
- Ah, uno de los amigos que conociste en el verano - le dijo aburrido.
- ¿Y cómo van las cosas por allá en tu rancho?
- Bien, como siempre, habría sido un lástima que Heero lo abandonara ya que hemos conseguido hacer grandes negocios últimamente - le sonrió no sin sarcasmo - en especial ahora que cuenta con el apoyo de Francisco ¿sabes que han presentado un gran proyecto al ministerio?
- Bueno, Heero siempre ha sido un gran emprendedor.
- Si, pero ahora ha comenzado a hacer las cosas a gran escala con Francisco, creo que va a viajar con él a Europa para la competencia de los vinos.
- ¿Y vas a dejar que salga del país sin ti?
- Yo debo esperar a que él se case para poder hacer lo mismo con Trowa - le dijo con suavidad esperando el impacto. El trenzado se puso pálido y sus ojos cambiaron de color, aunque consiguió controlarse a tiempo.
- ¿Y por qué debe casarse el primero para que puedas hacerlo? - le dijo el vizconde.
- Quatre, por si no lo ha notado - intervino Trowa - es árabe, así que debe esperar que el hermano mayor, que en este caso casi es Heero, se case para poderlo hacer él.
- Que ridículo - dijo Dúo desviando la mirada.
- Yo no lo considero así - le dijo Quatre - pata mí lo más importante después de Trowa, es la felicidad de Heero, debieras verlo ahora, creo que hizo bien en estar contigo un tiempo, ha aprendido a valorar lo que tiene y lo que es y me parece que hace mucho mejor pareja con Francisco que contigo.
- Así que Heero... - se calló molesto - ese Francisco que mencionas ¿no es el dueño del rancho Franciscano que participó con ustedes en la ruta del vino?
- Es el mismo.
- A Heero no le llamaba mucho la atención su presencia.
- Era porque estaba contigo - se encogió de hombros - pero Francisco te ha desterrado de su corazón y está haciendo muy buen trabajo.
- Sigo sin poder creerlo, es un tipo tan callado, sin apuros, es casi como témpano de hielo ¿cómo le podría gustar a Heero un tipo así?
- Heero también es así, tienen mucha afinidad - le dijo Trowa - y deberías dejar de hablar de tu ex delante de tu novio actual - le dijo al oído al ver al vizconde entrecerrando los ojos molesto.
- Yo no tengo nada con Antonio - le dijo en voz baja.
- Pues no es eso lo que dicen los periódicos y las malas lenguas - se apartó.
- Por cierto, Traize está enojado contigo porque te fuiste sin decir adonde.
- Puede enojarse lo que quiera - se encogió de hombros - de todas maneras estoy viviendo en el rancho de mi novio y trabajando codo a codo con Heero, es divertido aprender cosas nuevas.
- El trabajo en el campo debe ser de lo más aburrido.
- Para alguien que está acostumbrado a las luces de la ciudad, tal vez - le dijo Quatre fastidiado - pero las mariposas de sociedad jamás tendrán el gusto que solemos darnos en el campo ¿verdad, Trowa? No saben lo que significa ver florecer los campos que con tanto cariño hemos cultivado, cada día es una bendición, y si no fuera por nosotros, no estaríais comiendo en esta mesa.
- Perdonen que los haya dejado tanto tiempo a solas - se excusó el Mariscal Noventa - pero como ya se conocen...
- No se preocupe, Mariscal - le sonrió amablemente Quatre - ¿qué noticia nos tiene?
- Aquí están las propuestas - le entregó cuatro carpetas - quizás quieras estudiarlas un poco antes de decidir.
- Sabe que mi padre confiaba en su palabra, Heero también lo hace, así que yo hago lo mismo - le dijo Quatre muy seguro - si usted me recomienda un contratista, ese hará el trabajo.
- Eres muy generoso, Quatre.
- Mi padre me enseñó todo lo que pudo de negocios, aunque creo que tuvo mejor discípulo en Heero - volvió a sonreír.
- ¿Y qué clase de trabajo van a realizar? - dijo el vizconde
- Urbanización de varios caminos rurales - le dijo Quatre - Wufei, Odin, Francisco, Heero y yo creemos que, con esos caminos en óptimas condiciones, podremos mejorar la calidad de los productos que producimos y bajar los costos de los mismos. Además, estaríamos permitiendo el acceso de nuestra gente a los productos que nosotros no tenemos al poder viajar tranquilamente al pueblo, les damos acceso a la educación y a otras cosas que antes no tenían.
- ¿Para qué darles tantas cosas? Deben ser felices con lo que tienen.
- ¿Escuché al Duque de Dermail? - dijo el Mariscal Noventa preocupado - estos muchachos son pioneros en la protección de la producción agrícola, los mejores terratenientes que pueda tener esta tierra, no esperaba que usted, vizconde, fuera tan retrógrado.
- Pero son inversiones millonarias.
- Heero hizo los estudios de factibilidad antes de proponer el proyecto - le dijo Trowa - y según nos pudimos dar cuenta, todo esto redundará en que, en un par de años, todos los ranchos beneficiados aumenten sus ventas al 200%, aumentando sus ganancias en igual proporción.
- Ese muchacho siempre piensa en grande - sonrió el Mariscal y movió las carpetas - esta es la mejor empresa para realizar este trabajo - se la entregó - y no me has contado de la rosa que están exportando.
- ¡Ha sido un acierto de Heero! - dijo Quatre entusiasmado - nunca esperamos que esa rosa tuviera tanta aceptación, apenas habíamos enviado una remesa de unas mil a Francia cuando nos llegaron encargos de todos lados, así que Heero tuvo que mandar a construir dos viveros más y, aún así, no nos hemos dado abasto con ellas - sonrió - y hemos tenido que contratar más gente desde que instalamos la refinería de harina y la envasadora de levadura. Usted sabe que somos autosuficientes, pero aún hay muchas cosas que no producimos, pero Heero pretende reabrir las fábricas que se cerraron tras la muerte de papá, aunque ello signifique luego no tengamos tiempo ni para respirar.
- Ese es un tipo muy ambicioso, ya que los negocios son tuyos.
- Estás muy equivocado - le dijo el rubio molesto - si Heero no hubiese tomado las riendas de todo cuando apenas tenía 16 años, habríamos perdido hasta el rancho luego que mi padre falleció, tuvimos que liquidar cuanto capital teníamos para salvarlo.
- Si, Heero era un niño todavía cuando asumió semejante responsabilidad - dijo el Mariscal - nadie daba un peso por la fortuna de los Winner, pero él no sólo los sacó a flote, sino que terminó la escuela con las mejores calificaciones que existen, entró becado a la Universidad y se recibió con las calificaciones máximas, muchas familias lo querían por yerno, pero él regresó al rancho Winner y en estos últimos tres años se ha dedicado a devolverle el buen nombre que tenía cuando el padre de Quatre lo administraba.
- Heero nunca me contó al respecto - le dijo Dúo.
- Ustedes se dedicaron a otras cosas en vez de conocerse - le dijo - además, Heero es muy orgulloso, pero no le gusta andar contando cosas como esas, no le gusta hacerse notar de esa manera.
- Heero es un gran muchacho, me gustaría que se casara con Silvia, son buenos amigos.
Dúo apretó los puños, pero su cara no mostró ninguna expresión, le dolía que Heero lo hubiese olvidado. Solo que no pensaba que fuera su culpa, después de todo él no había querido dejarlo todo para estar a su lado.
- Bueno, Heero habla muy bien de ella - dijo Quatre - pero ¿cree que ella aguantara el estilo de vida que tiene Heero? Si ya casi ni se le ve en casa.
- Bueno, ella tendría que hacer un sacrificio si lo quiere como esposo ¿no?
- Pues hay algunos que dirían que es muy grande el sacrificio que se hace por tener un amor así - dijo Quatre decidido a fastidiar a Dúo - quizás Heero cediera un poco, pero es algo que debe darse de ambas partes.
- Por supuesto, la pareja la forman dos, no puedes pedir sin dar - se volteó hacia Trowa - y tú pronto partirás a Europa ¿no?
- Si, en dos días me voy - suspiró el latino - me hubiese gustado que Quatre se pudiera ir conmigo, pero me doy cuenta que pasaría mucho tiempo solo mientras yo estudio, así que ambos hacemos un sacrificio, yo me dedico a mis estudios por completo esperando volver a su lado y él se dedica a trabajar esperando mi regreso en el rancho.
- Cuando Trowa regrese podrá ejercer en el pueblo, Heero quiere que mejoremos el pequeño hospital ya que sólo hay un médico y mucha gente a la que atender - dijo Quatre.
- Sí, de aquí a un par de años no serán ya un pequeño pueblito, como dice Miliardo, serán un gran centro rural.

Los meses del invierno le dieron el paso a la primavera, el campo estaba florecido por doquier, muchos colores matizaban los jardines y amplios sectores de los terrenos agrícolas. El invierno había traído mucha agua, pero ese año no había sido tan malo como en otras ocasiones, no había pérdidas, los árboles tendrían más frutas de las que se consumieran por lo que Heero podía ver, en especial los Naranjos y los Duraznos, que el año anterior habían perdido la mitad de sus flores a causa de las terribles lluvias.
- Pareciera que el rancho quiere recompensarte por todos los sacrificios que has hecho por él - le dijo Quatre mientras caminaban por uno de los tantos invernaderos de rosas revisando los cientos botones de estas mientras las mujeres se dedicaban a revisar que las matas no tuviesen ni pestes ni bichos - nunca había visto tanta abundancia.
- Es porque le hemos mostrado el amor que le tenemos, Quatre.
- Y nos devuelve el amor con sus mejores frutos ¿no?
- Por cierto, creo que recibiste carta del tuyo ¿no?
- Si, Trowa me contaba el tipo de vida que hace allá en Francia - suspiró - dice que está estudiando mucho, que se está especializando en enfermedades de tipo estomacal, pero que ha tenido demasiados síntomas de las mismas, que la vida por allá no es grata, que trabaja, estudia y duerme y ni tiempo tiene de comprarme algún recuerdo, pero que apenas pueda se va a pegar una arrancadita a la Torre Eiffel y se va a sacar una foto para mandármela.
- Ya veo, pero ahora estás más tranquilo ¿no?
- Por supuesto, me ha mandado una carta muy detallada de sus acciones en París, por eso era tan gruesa - salieron del invernadero - Heero ¿qué pasó con esas acciones que ibas a comprar?
- No las adquirí, creo que la bonanza de la Bolsa de valores está por acabarse.
- ¿Qué quieres decir?
- Es que estuve leyendo en el periódico que muchos han estado especulando con las acciones de ciertas empresas dedicadas al rubro que ha hecho inflarse las ganancias en la bolsa, pero bastará con que el valor del precio del crudo caiga para que se produzca una debacle.
- Pero nosotros tenemos acciones de una petrolera.
- Si, pero nuestra fortuna no corre peligro porque no está basada en las ganancias que estas producen.
- Lo que quiere decir...
- Que si la Bolsa central llegase a caer, nuestras pérdidas serían ínfimas en comparación a las de otros personajes - siguieron rumbo a la casa - y creo que ese sería mi gran momento.
- No te entiendo.
- Dekim Barton es uno de los mayores especuladores en la bolsa de valores, creo que ha puesto toda su fortuna en ello, podría ofrecerle en ese momento un precio ridículo por su rancho y me lo vendería.
- Heero, eso, viniendo de ti...
- Estoy pensando como un hombre de negocios - lo interrumpió - y piensa en todo los beneficios que le daríamos al pueblo si él se va, sabes perfectamente quien más frena nuestros avances es él. Y si quedase en la quiebra, podría ayudar a sus trabajadores.
- ¿Y cuando crees que puede ocurrir semejante catástrofe financiera?
- Espero que me llamen de la petrolera para informar sobre el precio del crudo, según me dijeron hace poco, el oriente medio está por entrar en un nuevo conflicto, lo que sería en detonante de la debacle.
- Mi padre decía que serías un tiburón, ya veo que tenía razón.
- Viniendo de tu parte, eso es un terrible insulto - le replicó.
- Pero si te quieres comer a un tremendo pez gordo.
- Bueno, me quiero comer un pez - le sonrió divertido - pero ni tremendo ni gordo, recuerda que ya viene guarda abajo, sólo es cosa de esperar un poco.
Entraron en la casa y se encontraron a Wufei que estaba degustando afanosamente un enorme pastel de crema que le había dejado Rasid.
- Don goloso está de visita - dijo Quatre riendo.
- ¿Por qué me iba a negar a probar una de las delicias de Sally?
- ¿Y se puede saber qué te trae por aquí? Porque no creo que fuera sólo tu olfato - le dijo Heero burlón.
- Por supuesto que no, sabes que Francisco me llamó de Europa para informar que esta tarde es la final y que tanto sus vinos como los nuestros han llegado a la última fase de la prueba, así que le dije que estaría aquí esperando los resultados con ustedes - dejó el plato vacío a un lado - además, quería informarles que el duque de Dermail ha puesto a la venta su hacienda, dicen que para comprar más acciones de una petrolera, pero lo que pide es demasiado - les dijo la suma.
- Wufei, no vayas a ofertar por ella, aguanta un par de días - le dijo Heero - a ti te conviene tener esos terrenos, pero en poco tiempo podrás comprarlos a un precio irrisorio.
- ¿Sabes algo que yo no sé?
- La Bolsa de valores se va a desplomar de un momento a otro y tengo planeado comprar el rancho de Dekim.
- Si tú lo dices - accedió - pero vas a tener que echar abajo la casona, según me dijeron está plagada de termitas.
- Quemaremos la casa hasta los cimientos y haremos una nueva - señaló - tengo todo planeado, hasta el mínimo de los detalles.
- Siempre lo haces - se quejo Quatre - y pretendes hacer casa aparte única y exclusivamente para darnos más intimidad a Trowa y a mí.
- Por supuesto, no quiero hacer de violinista.
- Señores, la tetera está hervida ¿les sirvo el té? - les dijo Rasid.
- Si, con otro de esos pasteles - pidió Wufei.
- A este paso vas a engordar como vaca - le dijo Quatre.
- Mm, al menos así cierto personaje me dejaría en paz de una buena vez.
- ¿Se puede saber quién es tu acosador?
- El mismo de siempre - dijo el chino fastidiado - todas las semanas me manda un regalito con una nota pidiéndome que lo visite, que tiene cosas muy importantes que decirme, pero siempre le respondo lo mismo: NO. Si tanto quiere hablar conmigo ¿por qué no viene en persona?
- Tal vez porque teme que no lo recibas - le dijo Quatre.
- Me gustaría darle una buena patada en su trasero.
- Por Dios, Wufei - se rió Heero - te apuesto que si el tipo viniera a verte, lo recibes con los brazos abiertos y luego lo echas a patadas.
- ¡No lo haría!
- ¿A qué le respondes? - dijo Quatre divertido y el chino se puso rojo y se dedicó a comerse el segundo pastel sin decir palabra.

Heero estaba mirando el estanque donde había llegado una familia de patos salvajes, era la primera vez que llegaban al lugar y había decidido no importunarlos si estaban anidando, ya averiguaría de qué raza eran y si estaban protegidos por ley.
Hacía un par de días que había llegado la noticia de la debacle financiera de la Bolsa de valores, tal como había vaticinado, y había hecho su oferta por el rancho de Dekim Barton. Por supuesto, el tipo no lo había ni pensado antes de aceptar venderlo por lo que él le ofrecía, del mismo modo que el Duque de Dermail con Wufei, ya que ello le permitiría salvar otros negocios, pero había tenido él que pagar los derechos del traspaso.
Regresó tratando de no molestar a las aves y se acercó a donde su pinto esperaba amarrado de uno de los postes de la valla. No entendía por qué siempre regresaba a ese sector del rancho, allí había divisado por primera vez a Dúo, pero creyendo que se trataba de una chica.
- Lo que es estar enamorado - le dijo al animal que lo miró - uno se pone idiota por una cara bonita - suspiró soltando a la bestia y se montó - si sigo viniendo aquí nunca lo voy a sacar por completo de mi mente - giró al caballo y enfiló rumbo al rancho.
Se detuvo al ver un vehículo estacionado frente a la cerca, así que avanzó hacia él antes de reconocer a uno de sus ocupantes, a Wufei le daría un ataque cuando se enterara.
- Bienvenidos al Rancho Winner - les dijo muy tranquilo.
- Buenas tardes, Heero - lo saludó Traize - espero que no les moleste que viniera sin anunciarme - se disculpó.
- No te preocupes - desmontó y abrió la cerca - Quatre y Wufei deben estar en la casa tomando el té a esta hora - dijo mirando el reloj - ese no deja de venir, en especial si Sally ha preparado algún postre.
- ¿El señor Chang es muy goloso?
- Por supuesto que lo es - le sonrió Heero - si Quatre lo dejara, se comería la fábrica de mermeladas él solo, o la de manjar.
- Quizás se enfade mucho.
- ¿Han tenido problemas?
- Lady Une se puso furiosa porque papá perdió mucho dinero en la Bolsa de valores y rompió su compromiso - le dijo Marimeia.
- No fue una gran pérdida, de todas maneras - agregó él.
- Supongo que no, pero hubo otros que por poco y quedaron en la calle - le dijo señalando el rancho vecino - tan pronto la propiedad este traspasada, eliminaré la casa y construiré una nueva.
- Ah, tú le compraste el rancho a Dekim - dijo Traize y se dirigieron a la casona Winner - y debes haber sido tú quien le compró al duque de Dermail.
- No, fue Wufei - le dijo desmontando al llegar a su destino - necesitamos las tierras para ampliar las zonas de cultivo sin dejar sin zonas de crianza a los animales.
- Por lo que me contó el mariscal Noventa, han crecido mucho a últimas fechas - le dijo Traize siguiéndolo hacia la casa con su hija a su lado - has estado muy ocupado, por lo visto.
- Un poco, pero esto será más cuando empiece la época de la abundancia al comienzo del verano, cuando estemos en nuestra máxima producción.
- Heero, regresas temprano - le dijo Quatre - vaya, tenemos visitas - y vio la mirada de su amigo, comprendiéndola casi de inmediato - pasen, le diré a Rasid que traiga más té - señaló y fue rápidamente con el hombre mayor, no quería perderse por nada la cara del chino.
- ¿Descubriste algo de los bulliciosos visitantes del estanque...? - Wufei se calló al ver a Marimeia delante de él, lo que significaba una sola cosa, porque ella no podría haber llegado sola al rancho Winner - Traize - susurró asombrado - Pero ¿qué haces por estos lados? - Le sonrió a la niña y le dio un beso en la mejilla ignorando a su padre.
- Wufei, necesitamos hablar - le dijo Traize en voz baja - por favor.
- Veamos cuál es su reacción - le dijo Heero al oído a Quatre y este sonrió.
- Lady Une se enojó mucho con las pérdidas financieras de papá y rompió su compromiso - le dijo Marimeia como quien cuenta una historia ajena.
- ¿En serio? - su mirada cambió y se volteó a mirar al senador que asintió con la cabeza - pero no debió ser una pérdida tan grande ¿verdad?
- Si li dices por Lady Une, no - sonrió este y el chino lo abrazó - si lo dices por mi fortuna, salvé más de la mitad.
- Claro que me refiero a ella, tonto - se apartó y se percató de las miradas divertidas de sus amigos - y ustedes no me miren así - los amenazó.
- Gané la apuesta - le dijo Heero riéndose por lo bajo.
- ¿Acaso te estás burlando de mí, Yuy?
- Venga, no te enfades, al menos alguien ya se reconcilió con nosotros - intervino Quatre para evitar la pelea - además, soy quien debe pagarle a Heero con un cajón de naranjas que todavía no sabemos cuando y cuantas serán.
- Pues en la repartición veremos, tendré dos cajones más que tú.
- Miliardo envió a Europa a Dúo un día antes de la caída de la bolsa, así que supongo que la mayor parte de su fortuna aún está a salvo - les dijo sentándose al lado de Wufei - pero no he sabido de ellos, andaba en una misión Diplomática en La Haya.
- Ese trenzado es un ingrato - dijo Wufei - ni una postal manda.
- Siempre ha sido así - le dijo Marimeia - debe estar tan entretenido con el famoso vizconde yendo de fiestas en fiesta que ni de la familia se acuerda.
- ¿Podemos olvidar a la golondrina ingrata? - dijo Heero tratando de no dejar traslucir su dolor - después de todo, está muy lejos para echarlo de menos.
- Y Sally preparó un delicioso pastel para que nos olvidemos de las amarguras pasadas - agregó rápidamente Quatre para que la niña no siguiera con el tema del trenzado. Pero si lo veía, le partiría la cara, se prometió.
- El Mariscal Noventa me comentó que estaban urbanizando el lugar para mejorar la calidad de los productos que obtienen del rancho y que pretendían reactivar las fábricas ¿cómo les va con eso?
- Bueno, lo primero estará listo antes que comience el verano, Odin se hizo cargo de vigilar las labores de los contratistas - le dijo Wufei - y en cuanto a las fábricas, ellas sólo podrán comenzar a funcionar en la época de la abundancia, por ahora sólo fabrican mermeladas a pequeña escala, igual que el manjar y los derivados de la leche.
- Venga, vayamos al comedor a servirnos el té - invitó Quatre al ver a Rasid.
- Estaba por traerles una bandeja - le dijo él.
- No te preocupes, estaremos más cómodos allá - le dijo Heero - y podremos darle el bajo al pastel de Sally.
- Sigo pensando que tienen la mejor cocinera del mundo - les dijo Traize - siempre prepara lo mejor de lo mejor.
- Pues ella dice que es por la excelente calidad de los ingredientes que ocupa en sus preparaciones - le dijo Wufei.
- Tal vez, pero de todas maneras ella influye en que todo quede delicioso.

A mediados de primavera llegó una carta de Trowa, este era muy detallista de las actividades que realizaba día a día al contárselas a Quatre, pero a este le llamó la atención que le mencionara que había ido a una fiesta y nada más, como si temiera decir algo malo. Claro que el resto de sus actividades se las contaba con todo lujo de detalles, pero de la fiesta no decía nada y era por eso que estaba preocupado.
Caminó rumbo a la biblioteca para consultarle a su amigo al respecto y se detuvo al escuchar a Heero hablando por teléfono en tono preocupado.
- No, no creo que sea buena idea en estos momentos - decía su amigo - eso sí, Francisco se puede hacer cargo de aquello - un silencio que lo puso alerta - de acuerdo, ve a la capital y averigua lo que puedas.
- ¿Qué ha pasado, Heero? - le dijo entrando en la biblioteca.
- Un atentado terrorista en un hospital en Paris, las noticias no dicen mucho, así que Wufei, que ya salía para la capital, va a tratar de averiguar algo por medio de los contactos de Traize porque él dice que es el hospital en el que trabaja Trowa.
- No puede ser - dijo palideciendo cayendo sentado en el suelo - no he sentido nada, así que él debe estar bien.
Heero no quiso comentar que estaban demasiado lejos como para que él presintiera algo con respecto a su prometido, prefería tenerlo tranquilo por el momento, ya luego iría a verlo si era necesario.
En eso sonó el teléfono y Heero lo levantó esperando que no fueran malas noticias, ya tenían bastantes.
- Heero Yuy - contestó.
- Habla Silvia Noventa - le dijo la voz femenina del otro lado - Traize me ha pedido que llamase a Wufei, pero nadie me contesta de su casa.
- Wufei partió rumbo a la capital - le dijo - ¿Sabes algo de Trowa?
- Bueno, aún no sabemos mucho, sin embargo se ha sabido que él estaba trabajando en el hospital a la hora del atentado, pero las autoridades no quieren decirle nada a nadie y Traize está preparando el viaje a Francia.
- Ya veo - suspiró mirando al rubio que se había puesto de pie y acercado a donde él estaba - ¿va a ir solo?
- Por eso trataba de comunicarme con Wufei, quiere que lo acompañe.
- Entonces dile que está en camino y que nos llame en cuanto tenga algo, que Quatre está desesperado por su novio.
- De acuerdo - le dijo ella y le colgó.
- ¿Saben algo? - le dijo sentándose en el sillón frente al escritorio.
- No, dice que las autoridades no quieren informada hacia el extranjero, así que Traize va a ir a investigar en persona y quiere que Wufei lo acompañe.
- Pero, algo saldrá en las noticias ¿no?
- Ve, si quieres, a verlas, pero creo que sólo te vas a poner nervioso, es mejor que esperemos noticias de primera mano.
- No me podría estar tranquilo - le dijo mostrándole la carta que aún tenía en la mano - creo que es un poco extraña, me cuenta que asistió a una fiesta pero no me da detalles, no como del resto de sus labores en el hospital.
- Quizás consideró que la fiesta no valía la pena detallártela porque estuvo muy poco tiempo o porque se aburrió mucho sin ti - le dijo - venga, vamos a tomarnos un té para que calmes los nervios - lo tomó del brazo y lo llevó al comedor - Rasid, necesitamos algo para calmar los nervios - le dijo al mayordomo y este asintió.
- ¿No me estás ocultando nada, Heero?
- Por supuesto que no - le dijo sentándose a la mesa - simplemente estoy tratando que te calmes un poco.
- Estoy seguro que estarías muy nervioso si fuera tu novio el que pudiera estar herido en medio de los escombros de un edificio atacado por terroristas.
- Quatre, sé que no comprendo a cabalidad lo que estás sintiendo en estos momentos, pero no sacas nada con enfadarte conmigo, eso no ayudará a Trowa a estar a salvo.
- Aquí está el té de valeriana - le dijo Rasid sirviéndole a Quatre - lo calmará y podrá esperar noticias... - el ruido estridente del teléfono lo interrumpió.
- Yo voy - le dijo Heero y se fue corriendo a tomar el aparato - Heero Yuy al habla - dijo al tomarlo.
- Menos mal que eres tú - suspiró la voz masculina del otro lado - habla Miliardo Peacecraft - le dijo identificándose - he llamado a la casa de Traize, pero me dijeron que había ido a comprar los pasajes para venir por Trowa.
- ¿Estás allá? - dijo mirando por encima de su hombro para cerciorarse que Quatre no lo hubiese seguido.
- Si, ¿Quatre está a tu lado?
- No, le encargué a Rasid que le diera algo para tranquilizarlo.
- Bien, lo que pasa es que sabemos a ciencia cierta que Trowa estaba en el hospital trabajando cuando ocurrió el atentado, que han removido gran parte de los escombros del sector siniestrado del hospital, pero sólo han sacado cadáveres, mas del personal médico no se ha tenido noticias, excepto que aparentemente estaban del otro lado del edificio, así que cabe la posibilidad que estén bien, pero es Dúo quien ha resultado herido.
- ¿Qué? - dijo sintiendo que un nudo se le atoraba en la garganta, puede que estuviera enfado con él, pero eso no significaba que lo quisiera herido.
- Verás, el Vizconde desgraciado ese lo drogó en una de las tantas fiestas que dio la legación de su país y Dúo tuvo una reacción alérgica, así que me vi obligado a dejar que pasara la noche en el hospital para que le hicieran un lavado intestinal, pero resulta que es ese el sector más dañado del hospital...
- ¡Si atrapo a ese vizconde le voy a sacar las entrañas!
- Si no lo atrapo yo primero - aceptó el rubio - de todas maneras, me informan que acaban de sacarlo del hospital con unas cuantas heridas, con el brazo fracturado, pero nada serio.
- Gracias a Dios - suspiró.
- Si, al menos así podré mandarlo de regreso al país, sin embargo, no tengo quien se encargue de él en casa, dudo que Relena quiera cuidarlo.
- Mándalo al rancho, estoy seguro que aquí podrá reponerse bien.
- Gracias, apenas tenga noticias de Trowa, les volveré a llamar - le cortó y Heero se regresó al comedor.
- Rasid, necesito una valeriana también - le dijo al mayordomo.
- ¿Quién era? - le dijo el rubio intrigado.
- Miliardo - le dijo dejándose caer en una silla - me dijo que posiblemente Trowa estaría a salvo, pero que es Dúo quien está herido.
- ¿Es mi idea o lo sigues amando, Heero?
- El primer amor nunca se olvida - le dijo Rasid sirviéndole el té a Heero.
- El maldito ese que lo rondaba lo drogó y el pobre tuvo una reacción alérgica que lo obligó a pasar la noche en el hospital, así que estaba en la zona que recibió parte del impacto del atentado. No es nada serio, según Miliardo, pero lo va a mandar de regreso al país y yo me ofrecí para cuidarlo mientras se recupera por completo.
- ¿Estás seguro que es todo lo que te dijo?
- Bueno - se quedó pensativo - hasta el momento han rescatado a casi todos muertos, pero que estaban seguros que el cuerpo médico estaba del otro lado del edificio.
- Yo debería ir a buscar a mi novio - se puso de pie.
- Quatre, Traize te lo va a traer de regreso, siéntate.
- Pero, quiero cuidarlo.
- Traize ya debe estar en camino, si ellos lo encuentran se lo entregarán a él, recuerda que es su protegido.
- Claro, como a Dúo te lo van a enviar de inmediato.
- No seas ridículo, Quatre, podría ser que lo encuentren mientras vas viajando y lo envíen de regreso y se crucen en el camino, es mejor que lo esperes aquí.
- No pienso quedarme de brazos cruzados a esperar por mi prometido.
- ¿Quién ha dicho algo así? - le dijo tratando de no perder la paciencia - puedes aprovechar el tiempo de arreglar una habitación para que tu novio esté cómodo mientras esperan su boda.
- De acuerdo - se apaciguó volviendo a sentarse.
- Además Miliardo dijo que iba a llamar apenas tuviese noticias.
- Dios, mi pobre Trowa, herido y en un lugar extraño - comenzó a beberse el té dando pequeños sorbos mientras contenía a duras penas las lágrimas.
- Que muchacho este, si tu padre te viera... - suspiró Heero.

Dos días pasaron antes que Quatre tuviese noticias claras de lo acontecido, su novio había intentado ayudar a la gente que había quedado atrapada entre los escombros y, en medio del derrumbe, había quedado atrapado, sus heridas no eran graves, sin embargo, padecía de amnesia y Traize y Wufei se lo traían de regreso junto con Dúo, quien se veía pálido y ojeroso.
Heero le había encargado a Rasid que fuera por los pacientes, reteniendo de paso a Quatre en casa, no quería que este tuviera un shock al ver a su novio, por lo que le había dicho Zech el pobre no recordaba siquiera su nombre, así que tendrían que ser pacientes con él. Además, había un problema, una chica había dicho que era su hermano y les había salido pelea para traerlo de regreso, si no fuera por todos los papeles que llevaba Traize, quizás no lo hubiesen podido sacar del país.
- Supongo que las habitaciones están listas - le dijo Heero en un afán de distraerlo de sus problemas.
- Trowa se quedará en la habitación aledaña a la mía y Dúo, n la del lado de la tuya - asintió - espero que queden cómodos.
- Parece que ya vienen - le dijo mirando el camino - vamos.
Quatre se detuvo en la puerta detrás de Heero mientras este ayudaba a Dúo a descender del automóvil, el muchacho estaba bastante desmejorado, según podía apreciar, pero le llamó la atención su prometido, Trowa lo miraba con curiosidad.
- ¿Quatre? - le dijo caminado hacia él - eres Quatre ¿verdad?
- Si, lo soy - lo abrazó con fuerza.
- A alguien que recuerde - le dijo Wufei - entremos, no es bueno para ellos exponerse al frío - agregó.
- ¿Por qué me parece que oliste el pastel que Sally preparó para recibir a nuestras visitas? - se burló Heero abrazando a Dúo, se veía tan frágil su pobre amorcito.
- No molestes - le dijo ruborizándose.
- Wufei es capaz de oler uno de los pasteles de Sally del otro lado del continente - le dijo Quatre a Trowa sonriendo.
- Por cierto - intervino Traize abrazando al chino - creo que no les hemos dado la noticia aún - sonrió.
- ¡Iba a ser una sorpresa para la cena! - le dijo Wufei sonrojado.
- No creo que sea una gran sorpresa si es lo que pienso - le dijo Heero entrando con Dúo pegado a su costado.
- ¿Y cuando se casan? - agregó Quatre.
- No se vale, me conocen demasiado - se quejó Wufei.
- No te enfades, sorpresa hubiese sido que nos dijeran que estás embarazado - le dijo el rubio divertido.
- Te voy a cortar la cabeza - lo amenazó rojo hasta la raíz del cabello.
- ¿Me vas a decir que es cierto? - dijo Heero asombrado.
- Te conocen muy bien, amorcito - se rió Traize.
- Eh ¿no crees, Heero, que deberían mostrarnos nuestras habitaciones? - le dijo Dúo incómodo.
- De acuerdo - lo ayudó a subir al segundo piso.
Heero no dijo nada, pero le parecía extraña la actitud que había tomado el trenzado para con su amigo chino, al parecer algo le molestaba, no podía ser que estuviese celoso porque él jamás mostró interés ni por él ni por Traize, entonces ¿por qué esa aversión repentina por ellos?
- Heero, lamento tener que llegar en semejante estado a tu rancho - le dijo el trenzado sentándose en la cama - mi mundo se ha puesto de cabeza en tan poco tiempo que ya ni siquiera sé para donde voy ni lo que quiero.
- No es tu culpa - le dijo acercándose a la ventana - Miliardo me contó lo que pasó, así que no te preocupes por eso - se volvió hacia él - además, este ya no es mi rancho - le señaló - le pertenece en exclusiva a Quatre, tan pronto como mi casa esté lista, me mudaré.
- ¿Te vas? - dijo asombrado - creía que jamás abandonarías a Quatre.
- Tan pronto Francisco consiga los permisos comenzaremos a construir una casona nueva en donde estaba el rancho de Dekim Barton - le explicó - creo que es hora que cada cual haga su vida, en especial ahora que Trowa está de regreso con él.
- Supongo que con Francisco hacen buenos negocios - le dijo mirando el suelo - después de todo a él Quatre lo acepta porque vive cerca ¿no?
Heero se quedó un segundo en silencio antes de poder procesar lo que Dúo estaba insinuando ¿Acaso creía que tenía algo con Francisco? Ahora que lo pensaba, el mismo Quatre le había insinuado que estaba trabajando muy bien codo con codo con el otro terrateniente.
- Dúo, creo que te has equivocado - se sentó a su lado - te estás contagiando con Quatre, él quiere que me case pronto para poder hacerlo también, así que ha tratado de emparejarme con quien sea siempre que lo considere digno de ser mi esposo ¿Sabes que hasta me propuso a Silvia Noventa?
- ¿No tienes nada con Francisco?
- Es un buen amigo, nada más - lo abrazó - anda, no te deprimas, a tus ojos no les viene tan feo color.
- Y te pusiste poeta - se burló empujándolo contra la cama.
- Sin embargo, he notado un ambiente tenso entre tú y Wufei.
- Ese chino se la ha pasado sermoneándome por lo de Antonio ¿crees que si hubiese sabido que aquel trago que me estaba ofreciendo era una potente droga me lo hubiese tomado? Ni yo soy tan idiota - se acomodó en su hombro - por lo que me dijo Miliardo, se supone que la famosa droga me iba a poner deseoso de los placeres sexuales, pero reaccioné de otra forma y él se borró del mapa luego de dejarme en el hospital.
- Bueno, de todas maneras ha resultado ser lo mejor ya que te diste cuenta de la calaña del tipo ese - le acarició la nuca.
- Y yo que estaba considerando su propuesta de matrimonio, y resultó que lo único que quería de mí era lo que le estaba negando - suspiró.
- Lo siento, Dúo, me temo que fue mi culpa.
- No, yo sé que fue Relena la que le dijo que nosotros habíamos sido más que amigos, se rió en mi cara luego que este me dejó.
- ¿Y Miliardo no hizo nada al respecto?
- No le he dicho nada, no quería causarle más problemas, ya que ella me amenazó con decirle a la prensa que el protegido del embajador era un drogadicto y eso haría daño en la carrera de Miliardo.
- Que tipa más antipática, pero yo me encargo de ella.
- ¡Vas a tener que pagar la apuesta! - escucharon a Wufei riéndose detrás de la puerta.
- Pensé que el orgullo de Heero era más fuerte - se lamentó Quatre - si sigo así me voy a quedar sin mi mitad de las ganancias.
Heero se enderezó y abrió la puerta de golpe.
- A lo que han caído, a espiar por los cerrojos de las puertas - los regañó - parecen mirones.
- Yo les dije que se iba a enojar - les dijo Trowa apoyado en la pared, pero Traize se estaba riendo.
- Bueno, creo que vamos tener que preparar otra boda - dijo este último.
- Lo lamento, pero Heero y yo somos sólo amigos - les dijo Dúo mirando a Heero - nada más.
- Entonces, no he perdido la apuesta - dijo Quatre.
- Estos tipos - dijo Heero - supongo que ya le mostraste su habitación a tu prometido - le señaló a Quatre - para que vayamos a tomar el té.
- Claro que sí - le dijo fingiéndose ofendido - veníamos a buscarlos para eso precisamente - agregó como si lo anterior no hubiese sido importante.

Dúo comenzó a recuperar su buen aspecto rápidamente, se sentía mucho mejor, pero era muy poco lo que veía a Heero en realidad, este iba y venia revisando las labores del campo todos los días, en especial de las nuevas fábricas. Además, la tarde anterior se apareció Francisco buscándolo porque al fin había conseguido los permisos para destruir la casona vieja y construir la nueva en el que fuera el rancho de Dekim Barton, ahora llamado Zero.
- Vamos a comenzar de inmediato - dijo Heero y se volvió hacia él - quizás quieras acompañarme en esto, debes estar aburrido de ver los arrumacos de Quatre a Trowa - le ofreció - a mí me parece que el latino se está haciendo para que mi amigo le cuide más - le dijo al oído y se vio forzado a sonreír.
- De acuerdo - le dijo - esos dos no ven nada más que ellos cuando empiezan.
- La casa entera será demolida y haremos una gran hoguera, claro que con la presencia de los bomberos para evitar cualquier desastre, ya que los expertos me han confirmado que estaba plagada de termitas.
- Odin dijo que si te hubieses quedado en el ejército, habrías llegado a general, siempre te preocupas de todos los detalles, por muy mínimos que sean.
- Ese tipo no puede quedarse callado - dijo molesto.
- ¿Por qué jamás me has contado lo que te pasó allá?
- Tuve una muy desagradable experiencia allá - suspiró moviendo la cabeza - quizás más adelante te lo cuente, cuando estemos solos en mi casa, no quisiera que Quatre se enterara de todo eso, se pondría insoportable.
- Quatre me dijo que me iba a matar si te hacia daño.
- Quatre se siente como si fuera mi hermano, es sobre protector aunque a mí no me guste, no le hagas caso - salieron al patio - Aura, vamos al Zero a ver la demolición de la casa vieja, no regresaremos hasta la noche.
- Claro, patrón, si el amo Quatre me pregunta, le informaré de su salida.
- Dudo que se acuerde de mi existencia hasta la cena - le dijo y silbó a sus perros que aparecieron de inmediato - vamos, chicos, cuiden a Dúo.
- No necesito dos guardianes - le reclamó este subiéndose en el caballo.
- No te enfades, es que han visto varias serpientes por allí, no quisiera que te espantaran el caballo y terminaras igual que Quatre el verano pasado.
- De acuerdo, pero no creo que me vaya a caer.
- Tal vez no - se montó también - pero así tampoco debo preocuparme yo que alguna aparezca - se acomodó el sobrero - vamos - torció bridas y se encaminó hacia el otro rancho con Dúo a su derecha.
- Debe ser terrible tener tantas responsabilidades - le dijo.
- Ni tanto, lo malo es no tener con quien compartirlas - le explicó - pero ese no es mi problema, yo tengo con quien compartir todo esto.
Dúo mantuvo silencio, Heero estaba tan cambiado, antes le sonreía, pero ahora mantenía una distancia prudente de él, casi podía sentir el hielo cuando estaba a su lado. Claro, si das indiferencia, indiferencia recibes, pero no debió ser así, eran amigos y él lo quería mucho, entonces ¿por qué no aprovechar? Pero eso sería ser amigos con ventaja, aunque la idea le agradaba.
- El primer año pienso encargarme solo de todo, pero tan pronto todo esté correctamente establecido, voy a entrenar un capataz que me alivie el trabajo.
- Heero, quiero preguntarte algo - le dijo poniéndose a la par con su caballo - últimamente he notado que te mantienes a distancia de mí ¿acaso estás enojado conmigo por lo que pasó en el verano?
- Pensé que no querrías que te recordara lo que fuimos - replicó.
- Pues me haces sentir como si todo aquello que vivimos hubiese sido un error.
- De cierta forma lo fue - lo miró y puso una mano en su rodilla - Dúo, nosotros jamás pensamos que iba a ser de nuestra relación cuando el verano acabara, para mí significaba un gran cambio, pero para ti pareció ser una aventura que terminó tan pronto se acabó el verano, me pedías mucho y no ofreciste nada a cambio y supongo que por eso mantengo mi distancia, no lo hago de forma intencional, es algo instintivo, pero prometo no volver a hacerlo.
- Me gusta que seas sincero conmigo - puso la mano sobre la de su amigo - y sé que tienes razón - suspiró - pero siempre he sido muy impulsivo, me gustabas y pensé que podías ser quien llenara mis días sin pensar que éramos tan distintos como el día de la noche, que nuestros mundos eran tan lejanos como la tierra de la luna, simplemente quise vivir el momento sin pensar que ello nos podía terminar haciendo daño y por eso me tienes de regreso aquí, por seguir a otro muchacho igual de alocado que yo.
- Que a tu querido vizconde no se le ocurra asomar su nariz en un lugar donde esté yo, porque te juro que no solo le voy a borrar la sonrisa sobradora que se gasta, sino que le voy a dar tal paliza que ni su propia madre va a poder reconocerlo después que se la parta - giró la cara - nadie le hace daño a los que quiero.
- Entonces ¿aún me quieres? - dijo sorprendido.
- Por supuesto que sí - le respondió del mismo modo - te quiero a ti, quiero a Quatre, a Trowa, a Wufei, a Odin, a Traize...
El trenzado desvió la mirada al comprender sus palabras, lo quería como a un amigo y como tal lo protegería de quien quisiera hacerle daño, y él, como idiota, se había ilusionado al escuchar sus palabras.
- Mira, ya llegaron los bomberos - le dijo apurando el paso de su caballo fingiendo no notar la tristeza que había oscurecido los ojos de Dúo - parece que tendremos espectadores para la quema - le dijo - apura, debemos llegar a dar la función - insistió al ver que se quedaba atrás.
Dúo apresuró el paso, debía olvidarse que Heero alguna vez lo había amado, ahora eran sólo amigos, él mismo se había encargado de destruir todo lo que pudo haber sido si lo hubiese dejado florecer y madurar hasta dar frutos.
- Patrón ¿es verdad que le va a prender fuego a la casona vieja? - le dijo uno de los trabajadores que había "heredado" de Dekim.
- Es verdad - le dijo y se acercó al jefe de demoliciones - empecemos.
Y como le habían dicho lo expertos, un solo golpe le bastó para que se viniera abajo, por lo que de inmediato le prendieron fuego por los cuatro costados y una gran llamarada surgió de los escombros mientras miles de chispas se esparcían por el aire siendo controladas las llamas por los bomberos que no permitían que se convirtieran en focos de incendio.
Heero caminó hacia donde estaba Dúo y lo tomó de la mano para llevarlo hacia donde no daba el humo, podía ver su rostro lleno de tizne del hollín que traía el humo, pero le llamaba la atención ver sus ojos cuajados de lágrimas ¿por qué se habría puesto así? Y sin pensarlo, lo abrazó y el trenzado ocultó el rostro en su hombro llorando amargamente, buscando consuelo en su calor.
- ¿Qué sucede, Dúo? - le dijo acariciando su nuca con ternura.
- ¿Recuerdas que te conté que Miliardo me había recogido siendo niño?
- Claro, pero ¿qué tiene que ver con todo esto?
- Era demasiado pequeño para recordarlos, pero sé que un sacerdote me encontró en la calle cuando apenas y tenía dos años, él puso la denuncia en la policía de un niño extraviado, pero jamás nadie me reclamó, así que crecí en la iglesia del Padre Maxwell al cuidado de varias monjitas, en especial de la hermana Helen, un día, estando en el colegio como a dos cuadras de la casa parroquial, vi el humo que se veía a la distancia, pero cuando al fin llegué a ella, se había quemado por completo y pese a que los bomberos no me querían dejar pasar, me escabullí y vi los cuerpos calcinados de aquellos que habían sido mi única familia - le contó llorando - según dijeron había sido un satánico quien mató a todos los que estaban allí y luego incendió todo para no dejar rastro, pero él no alcanzó a escapar, también murió en el incendio, yo me salvé porque estaba en la escuela, pero me quedé en la calle, nadie me quería.
- Lo siento tanto, Dúo, no pensé que esto te afectara así - trató de consolarlo.
- No podías saberlo - se abrazó más a él.
- Vamos, los malos momentos debemos tratar de superarlos - le besó la frente - es difícil dejarlos atrás, pero tú eres un valiente.
- Menos mal que Relena no sabe todo eso, de seguro se burlaría todavía más de mí de lo que ya hace - suspiró.
- Por cierto, hable con Miliardo ayer, así que su querida hermana debe estar sufriendo su furia en estos momentos - lo hizo alejarse de la hoguera - vamos a revisar el lugar, no podemos volver de inmediato al rancho, conociendo a Quatre, sospechará algo y querrá los detalles.
- Eres muy dulce cuando quieres, Heero - le sonrió separándose un poco - creo que me siento mucho mejor ahora.
- Quizás te cuente lo que me pasó en el ejército - lo guió al otro lado de la casa - pero quiero que me prometas que nunca se lo vas a contar a nadie o te cortaré la cabeza - lo amenazó.
- Por supuesto que no, tal como tú guardarás mi secreto - levantó la derecha.
- Me retiré del ejército cuando terminé el servicio obligatorio pese a que el oficial al mando me tenía propuesto para entrar a la escuela de oficiales - le dijo - muchos dicen que el tiempo allí te hace hombre, pero nunca te advierten que tengas cuidado con los que no lo son, un alto oficial "probaba" a los posibles cadetes y, como yo me negara, me trató de violar. Por supuesto, no contaba con mis reflejos y le di feroz paliza, pero el cobarde me mandó encerrar en una celda diciendo que lo había atacado sin motivo y cuando estaba medio dormido lo intentó de nuevo - miró al suelo - me defendí como pude y al final conseguí evitar que me ultrajara porque los guardias escucharon la pelea, pero me dejó muy maltrecho.
- Dios, pero ¿no lo echaron del ejército?
- Era el hijo de un alto coronel - negó con la cabeza - pero sí lo castigaron ya que me había dejado muchas marcas que el médico del regimiento señaló como pruebas de intento de violación, en especial ciertas magulladuras que tenía en la entrepierna y las heridas que tenía en donde tu sabes. Hubo un sumario interno, así que apenas me dijeron que me podía ir me marché.
- Y no le contaste nada a Quatre ¿o acaso no se dio cuenta?
- Cuando regresé a casa ya no tenía ni rastro del ataque, así que preferí no contarle nada a Quatre o a Wufei ¿para qué preocuparlos por algo que no tenía remedio? - suspiró moviendo la cabeza - pero aún tengo algunas muy malas costumbres que no me he podido quitar, como te habrás dado cuenta cuando despierto.
- ¿Cómo cuando se te acercan por detrás o cuando te toman por el hombro al estar dormido? - le dijo sorprendido - recuerdo que te traté de abrazar por la noche y terminé de espaldas en el suelo contigo encima.
- Fue por eso, no fue tan terrible, lo he superado bastante porque fui capaz de defenderme, pero inconscientemente reacciono mal.
- Lo próxima vez que trate de abrazarte por detrás, lo tendré en cuenta - se rió.
- Y yo tendré que recordar que no te gustan las grandes hogueras.
- Bueno, no veo que más podamos hacer aquí ¿por qué no vamos al pueblo a divertirnos un rato? Lo digo porque sé que nunca lo haces - dijo al ver la cara que le ponía - te hará bien distraerte un poco.
- Mm, quizás podríamos ir a ver al arquitecto y elegir la nueva casa que se construirá en este lugar - le ofreció - y después podemos ir de compras al pueblo, después de todo tendré que comprar todo nuevo para mi casita.
- Me imagino que eso de casita ha de ser un sarcasmo - le dijo riendo todavía.
- Bueno, debes pensar que la casa del Rancho Winner fue pensada para una familia numerosa, siendo árabe, su padre esperaba tener hijos por montones.
- Y Quatre ¿pretende seguir sus pasos? - le dijo caminado de regreso a donde los esperaban los caballos.
- No lo sé, quizás eso debería hablarlo con Trowa, después de todo es el interesado en el asunto ¿no te parece? - sonrió - espero que no te moleste.
- Serán ellos quienes sufran con los muchos niños que quieran tener.

El paseo por el pueblo fue bastante instructivo y divertido, Heero y Dúo habían visitado al arquitecto y habían elegido una casa de estilo colonial con patio central y de un piso. Heero le había pasado el brazo por los hombros y le había señalado el estilo del jardín, este tendría una pileta en medio de dos grandes rosales de esos que tanto le gustaban que aromarían el ambiente en las tardes de verano. Y Dúo se sonrió complacido, eran casi como una pareja escogiendo la casa en la que iban a compartir el resto de sus días, donde crecerían los hijos que tuvieran y tuvo que ocultarle el rostro al ruborizarse pensando en cómo los harían.
- Bien, ya tenemos la casa, ahora podemos pensar en divertirnos en grande - le dijo Heero - podemos ir a comprar, a ver una película, ir al circo... No, allí iban a ir Quatre con Trowa - se interrumpió - venga, dame una idea.
- Vamos al cine - propuso - quizás una película de acción o romántica.
- No esperes una película muy moderna, de esas que ves en la capital, aquí normalmente llegan atrasadas - le advirtió caminado hacia el cine.
- Mientras no tenga que ver "lo que el viento se llevó", estará bien.
- No es para tanto - lo volvió a abrazar y lo llevó a la taquilla a comprar los boletos - no será la gran cosa, pero Aura me dijo que era buena.
- Pero es una película para niños - le señaló el cartel.
- No creo que el "Cid" sea una película para niños sólo por estar en dibujos animados - le dijo Heero - recuerdo que cuando estaba en la escuela quería ser como él, claro que yo habría mandado de paseo al rey a la primera.
- ¿Y quién habría sido tu Doña Jimena en ese tiempo?
- Mm, es ese tiempo no tenía ni idea de lo que significaba tener pareja - se encogió de hombros - tenía otras cosas en la cabeza ¿sabes? Como aprender a montar o cazar cachorros de puma.
- ¿Cazabas cachorros de puma? - le dijo sorprendido.
- Claro que sí, hasta que el papá de Quatre nos pilló y nos hizo devolverlos. Al monte donde los habíamos cazado.
- Estabas bien loquito ¿qué habría pasado si su mamá los hubiese seguido?
- Lo mismo nos dijo el padre de Quatre, estuvimos castigados una semana por eso, no podíamos salir de la casa luego que volvíamos de la escuela.
- Mejor vamos a ver la película, no se vaya a llenar la sala - lo tomó de la mano y entraron en la sala medio vacía.

Era bastante tarde cuando los dos llegaron a la casa, iban un poco achispados riéndose de tonterías o haciendo morisquetas ridículas que los hacían reír de lo lindo. Pero ambos se pudieron dar perfecta cuenta que alguien los estaba esperando en el recibidor.
- ¿Se puede saber de donde vienen a estas horas de la noche y en semejante estado? - les dijo un Quatre realmente furioso, cosa que hizo que Heero usara al trenzado como escudo.
- Este es mi valiente caballero - se rió divertido sin captar en el lío en que estaba metido - fuimos a divertirnos un poco - le dijo.
- ¡Y mira como me devuelves a Heero! - le gritó de malas pulgas.
- Te lo devuelvo un poco borrachito, pero contento ¿a qué sí, Heero bonito?
- Quatre nos quiere matar - le dijo al oído - pero estoy contento.
- No habrás abusado de Heero por estar borracho - lo amenazó.
- Dúo no me ha hecho nada que yo no quisiera - lo defendió Heero con ferocidad abrazándolo por detrás - pero ¿no podemos hablar mañana? Tengo sueño y hambre ¿no crees que debimos cenar en el pueblo?
- A ti se te ocurrió ir a bailar sin haber cenado - le recordó.
- Cierto - se rió tontamente - quizás Sally haya dejado algo para nosotros en la cocina, aunque sean un par de emparedados ¿no crees, amigo mío?
- Se merecen irse a la cama sin comer - dijo Quatre entre dientes - pero luego no me lo perdonaría ni yo, así que les prepararé algo, vengan.
- Ves, te dije que Quatre no podía ser tan malo - le dijo Dúo.
- Es que tú no lo conoces bien - le dijo Heero sin soltarlo - ni querrás conocerlo, es un auténtico peligro.
- Cállense los dos y siéntense a comer - les dijo aún molesto - después se irán directamente a dormir, cada uno a su habitación.
- No pretendemos hacer nada diferente - le dijo Heero sentándose y mirando como su amigo rubio les servía una abundante comida fría.
Comieron en silencio y Quatre los vigiló hasta que los vio entrar en sus respectivas habitaciones y estuvo completamente seguro que ambos estaban acostados ya, quizás Heero ya no estuviera enamorado del trenzado, pero, como dice el dicho, "donde hubo fuego, cenizas quedan", era mejor cuidarlos que no volvieran a caer en lo mismo.
Se separó de la puerta de Heero y caminó hacia la suya, mientras Trowa no estuviera recuperado de su amnesia, no podría haber nada entre ellos, pero ¿cómo hacer que recobrara su memoria? Tendría que armarse de paciencia.

Los días iban pasando con relativa calma y, pese a los temores de Quatre, entre Heero y Dúo no parecía haber nada más que una agradable camaradería que parecía fortalecerse cada vez más. Lo bueno de eso, se decía Quatre, es que Heero ahora pasaba un poco más de tiempo en la casa, se veía más relajado y tranquilo, como si estuviera tomando un segundo aliento para volver a empezar a trabajar. Suspiró, si era tal como temía, la época de abundancias le quitaría el descanso a su casi hermano.
- Ayer fuimos a ver como quitaban los escombros de la casona vieja - le decía Dúo a Trowa - y no saben la sorpresa que nos llevamos ¿sabría Dekim Barton lo que escondía la casa? Yo creo que no - prosiguió sin darle tiempo a ninguno de los dos a responderle - o no le habría vendido el rancho con tanta facilidad a Heero - sonrió.
- Pero ¿qué fue lo que se encontraron? - dijo Quatre interesado.
- Cuatro enormes arcones llenos de monedas de oro, Heero me dijo que eran galeones españoles, así que fuimos con un joyero y nos dijo que valían una verdadera fortuna - señaló la cifra - así que Heero pretende invertirlo en el re acondicionamiento de la lechería y no sé que otras infraestructuras del Zero, dijo que así funcionarían mucho mejor.
- Estás muy entusiasmado con el proyecto - le dijo Trowa y el trenzado se sonrojó - es casi como si lo sintieras tuyo.
- Bueno, lo que pasa es que Heero me ha involucrado mucho en sus proyectos, decisiones y me siento tan bien haciendo algo útil, que es difícil no poner gran entusiasmo en todo - se defendió - pero debieran ver la casa que escogimos, tiene un estilo colonial con patio central, en medio va a haber una glorieta y un jardín lleno de rosas duales que tanto me gustan. Además Heero me prometió que me dejaría escoger el mobiliario y la decoración de la casa cuando esta estuviera lista - sonrió - me muero de ganas que ya lo esté, pero el arquitecto dice que no lo será hasta que comience el verano, se deben fijar bien los cimientos para una construcción de esa envergadura, además de todo el trabajo extra que significa tener abastecida de agua la glorieta.
- Deberías respirar - le dijo Heero riendo al entrar en la sala donde sus amigos conversaban - pero te tengo una noticia - le sonrió y se sentó junto a Quatre - el arquitecto ha decidido empezar por tu glorieta, así que debemos ir a la capital a buscarla ¿qué te parece?
- Genial, quizás podríamos pedir un catálogo en una casa de antigüedades para ir eligiendo el mobiliario de la casa ¿no crees?
- Como quieras - le dijo complaciente - iremos mañana temprano para estar de regreso por la noche, no hay tiempo que perder.
- Creo que ya es hora del té - señaló Quatre.
Dúo sonrió y salió de la sala para buscar a Rasid.
- Heero ¿qué pretendes al permitir que él se involucre tanto en los preparativos de tu casa? Casi lo puedo ver eligiendo hasta la cama en que vas a dormir, como si fuera tu esposo o algo parecido - lo regañó Quatre en voz baja.
- Quizás no te parezca bien, Quatre, pero creo que Dúo está comenzando a tomarle el gusto al trabajo del rancho ¿cómo sabes si finalmente no lo conquisto y decide quedarse conmigo sin que yo se lo tenga que pedir?
- Después de todo lo que pasó, has decidido perdonarlo y darle una segunda oportunidad - le dijo molesto - quisiera saber donde dejaste tu orgullo, ese que impidió que te viéramos llorar cuando te diste cuenta que eras sólo un amor de verano - lo regañó.
- Quatre - le dijo poniéndose de pie - eso fue un golpe bajo y lo sabes.
- Pero es que tengo razón, Heero, te estás haciendo ilusiones con el trenzado loco ese, ahora está entusiasmado porque está embarcado en el proyecto de la nueva casa, pero ¿qué va a pasar cuando esta esté terminada? ¿Acaso vas a inventar miles de cosas nuevas solo para poder conservar su interés? Porque según lo veo, lo tienes atado a eso, y no a tu cariño.
- Creo que estás siendo brutalmente cruel - dijo con voz helada - una vez me dijiste que ibas a respetar mis decisiones y acciones aunque no estuvieras de acuerdo con ellas, pero, por lo visto, haces lo que te conviene.
- Por supuesto que no - le reclamó - sólo quiero evitar que vuelva a herirte.
- Quatre - le dijo su novio que había callado porque no comprendía el intercambio - creo que Heero tiene derecho a hacer con su vida lo que mejor le parezca - lo abrazó - sé que lo quieres mucho, pero es su felicidad la que está en juego, no la tuya, déjalo que luche por ella.
- Rasid pregunta si tomaremos el té en el comedor o aquí... - se calló al ver a Heero de pie junto a la ventana - no habrán estado discutiendo ¿verdad? - dijo al presentir lo tenso del ambiente.
- Por supuesto que no - le dijo Heero caminado hacia él - sólo que Quatre y yo hemos tenido una diferencia de opinión - admitió mintiendo a medias - tomemos el té en el comedor, está más tibio que aquí - propuso.
- Ah, Rasid me dijo que quizás no debiéramos ir a la capital mañana, por lo del clima ¿sabes? Dice que el pronóstico no es bueno, que caerán terribles lluvias este fin de semana y que no te gustará dejar el rancho en semejantes condiciones ¿qué haces cuando llueve mucho?
- Simple, vigilar el estero, las salidas de agua, los estanques y tranques, que las plantaciones nos se aneguen, que los frutales estén protegidos, que los animales estén a resguardo en caso que haya una tormenta eléctrica, ese tipo de cosas - le sonrió caminando hacia el comedor - hay mucho trabajo en esos momentos, porque no podemos calcular cuando va a comenzar a llover y menos cuando va a detenerse.
- Me gustaría ser de alguna utilidad en esos momentos.
- Bueno, esperemos que nos sea tan grande como dice Rasid - se sentó a la mesa junto con Dúo y recién notó que Quatre y Trowa no estaban con ellos - me temo que Quatre no se ha tomado muy bien que Trowa me diera la razón - movió la cabeza negativamente.
- ¿Qué fue lo que realmente pasó? Porque no me trago eso de la diferencia de opiniones, ustedes muy pocas veces discuten.
- Es por lo de la casa nueva en el Zero - suspiró - me temo que Quatre no comprende que debo hacer mi vida separado de él.
- Patrón, parece que ha comenzado a llover - le dijo Rasid sirviéndole el té - y el amo Quatre ha dicho que ellos tomarán el té junto a la chimenea de la biblioteca - le informó.
- Si, Quatre está enfadado conmigo - suspiró Heero.

A media noche llovía a cántaros, así que Heero, armado de varias linternas a baterías, había salido del rancho con la mayoría de los trabajadores para evitar un desastre. Sabía que esta era la ultima de las lluvias de la temporada antes que llegara la abundancia, pero solía ser la más dañina, porque mojaba las frutas que comenzaban a cuajar, se llevaba más de la mitad de las flores de los frutales más tardíos y podría inundar las plantaciones haciendo que más de la mitad de las plantas se pudrieran por el exceso de agua. Pero lo pero siempre podía ser la crecida del estero, ya que, aunque encausado, se llenaba de piedras y lodo que arrastraba hacia abajo causando estragos, en especial si llegaba a desbordarse ¿cómo olvidarse del alud que fue el que provocó la muerte del padre de Quatre? No podía permitir que una cosa así volviera a ocurrir, nadie, ninguna de las personas que estuviera a su cargo pasaría semejante penuria, no si estaba en sus manos evitarlo.
Cubrieron con lonas extensas zonas de frutales, llenaron de zanjas las plantaciones para que el agua corriera hacia los canales, taparon los invernaderos y fueron hacia el estero rezando porque este no hubiese comenzado a crecer antes de tiempo.
- Informan del rancho Franciscano que el estero se desbordó y que se nos viene encima - le dijo Aura contactado por el radio.
- Debemos abrir la represa, entonces - ordenó Heero montando en su caballo y salió seguido de varios trabajadores a todo galope hacia la represa. Esta estaba construida con sacos de arena, así que en trabajo sería fácil, pero el agua había comenzado a subir rápidamente y Heero se tuvo que meter al agua junto con sus hombres para poder retirarlos.
Trabajaron varios minutos hasta conseguir que el agua pasara del otro lado y el nivel del estanque bajara bastante, pero el tiempo comenzaba a agotarse y no los sacaban todos.
- Si el agua llega, arrastra el resto y provoca más daño - dijo en voz alta y miró a su caballo - tengo una idea - se volvió a montar y a empujones del animal, secundado por los demás, consiguió derribar por completo los sacos.
- ¡Viene bajando el agua! - fue el grito general y a duras penas alcanzaron a salirse del cause del estero para que nos los arrastrara.
- Patrón, debiera ir a cambiarse - le dijo Aura - se podría resfriar.
- No, aún queda demasiado trabajo por hacer - le dijo al ver que el estero perdía fuerza - debemos ver si podemos ayudar a los damnificados.
- Como usted ordene, patrón - acataron y todos volvieron a montar y comenzaron a seguir el sendero de destrucción que había dejado hacia arriba el estero, aunque todos estaban empapados hasta los huesos.

Continuará...

Bueno, espero que les haya gustado y otra vez quiero dar las gracias por su paciencia, estoy intentando actualizar lo más rápido que puedo. Por cierto, este ha sido el penúltimo capítulo ya que la novela sólo contaba con cuatro y yo ya me pasé de lo que tenía planificado.
No adelanto nada, así que tengan paciencia una vez más, estoy haciendo lo mejor que puedo, no creo que tenga tanto tiempo como para terminar el siguiente, siempre antes de vacaciones de invierno es cuando más trabajo tengo, así que quizás no escriba más que unas líneas.
Espero que me dejen, como siempre, sus comentarios, aunque no se los responda, les juro que los leo y los guardo ya que llegan directamente a mi correo (opción que me gusta ya que no tengo que pasarme en la página para saber si los tengo)
No sigo hablando o no voy a terminar nunca, pero los quiero mucho.
Wing Zero (Me han pintado de color rosa, creo que fue culpa de Dúo, no creo que a Heero le guste la idea ¿o no?)

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