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El Último Zorro por HarukaChan

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Notas del capitulo:

*No tardé tanto como pensaba en un principio (?) 

 

*Saludos a Calum~ <3 muchas gracias por tu review del capítulo anterior. -no olvidó los saludos. 

 

 

 

 

El rubio había decido que escaparía de la mansión en el que lo habían “apresado”, lo cual era un poco estúpido ya que tenía comida, una cama y un baño… Estaba bastante bien a comparación con su antiguo hogar, pero no soportaba seguir siendo un don nadie, un ciego con respecto a todo lo que de verdad le interesaba. Puede que fuera un Beast en físico, pero hasta allí llegaba… No sabía nada sobre ellos y mucho menos había pensado en querer saberlo, sin embargo, allí estaba, huyendo para ir en busca de respuestas con alguien que seguramente se las daría sin pedir nada a cambio.

Por otro lado, su mente daba vueltas con respecto a Sasuke Uchiha, ese hombre que parecía tan malo como bueno. ¿Cuál era su verdadero rostro? ¿Aquel que deseaba cuidar de él o ese que simplemente buscaba un útero para sus cachorros? También estaba esa opresión en su pecho que le decía que había algo más en todo aquel asunto… Pero simplemente o no lo recordaba o era producto de su imaginación. Cosa que era más probable, cuando veía al lobo, simplemente se sentía atraído hacia él, por eso mismo no podía dejarse llevar y permitir que lo utilizara como le diese la gana, no sería juguete de nadie.

—Esperare a la cena, comeré, y luego simplemente huiré por la venta… No es una distancia grande hasta el suelo, sencillamente podría saltar sin ningún problema. —por supuesto que sus habilidades físicas se habían desarrollado de una manera superior a la de los mortales comunes. Para un zorro no sería difícil escapar de ese jardín. Por supuesto se había tomado la molestia de mirarlo por largo rato desde la ventana, así aseguraría su escape sin inconvenientes. Lo mejor era salir de allí en el menor tiempo posible después de salir.

 

No sabía si luego de irse querría volver o si por el contrario, serían los lobos quienes  irían a recuperarlo, cualquiera fuera el caso en esos momentos tenía como objetivo buscar sus respuestas fuera de allí, en algún lugar donde no hubiese intereses de por medio. Cosa que no estaba seguro de que Gaara no poseyera, sin embargo era preferible arriesgarse y confiar en ese hombre pelirrojo que le había tendido la mano aún sin conocerlo.

 

El rubio había decido tirarse a la cama de nuevo, le gustaba la sensación de las sábanas contra su piel. Eran suaves y la cobija en la parte inferior peluda. Se movía inquieto, al igual que su cola. Ya había pasado tanto tiempo desde la última vez que había estado como Beast, sin embargo, se sentía bien… ¿Por qué lo había estado ocultando tanto tiempo? Ya no recordaba la causa exacta. ¿Era el miedo o costumbre? Sencillamente no era importante ya.

Pasaron unos 20 minutos antes de que alguien tocara la puerta. —¿Quién es? —preguntó el ojiceleste. “La sirvienta”, no reconoció la voz, por lo que supuso que en realidad se trataba de una chica. Ahora parecía un loco paranoico por culpa del pelinegro. Se levantó perezosamente, antes de caminar hasta la puerta y abrirla. Para su sorpresa la joven detrás de la estructura de madera tenía el cabello rosa –sí, eso era lo primero que había visto-.

—Buenas tardes, señor Naruto. El amo Sasuke ha mandado para usted algo de comer ¿Puedo pasar? —la joven llevaba la bandeja en brazos, un vaso lleno de jugo y unos emparedados. Eso era lo que el pelinegro le había pedido llevar, ella simplemente obedecía. Al escuchar el “pasa” del rubio, entró, cerrando la puerta tras de sí. Se dirigió hasta la mesa de noche para dejar la bandeja. —El amo me ha pedido que me quede hasta que haya comido. ¿Le molesta? —

—¿Ah? No, no hay problema. Y estaría bien si no me llamas “Señor” no me gusta. Soy un simple chico. ¿Cuál es tu nombre? —sonrió tranquilamente, antes de sentarse en la orilla de la cama con una sonrisa tranquila. Tomó uno de los emparedados, por instinto lo olfateó antes de darle una primera mordida. No había estado comiendo bien, así que le sabía a gloria.

—Sakura Haruno… Sería irrespetuoso de mi parte dirigirme hacia usted de otra manera.  —ya estaba acostumbrada a las bestias, pero ese chico no parecía tener el enorme ego que todos los demás poseían. Ella misma era una “elegida” pero en su sangre el ADN animal estaba tan diluido que había terminado convirtiéndose en la sirvienta de un clan poderoso. Patético.

—Mm… Así que Sakura. ¡No te preocupes!~ Realmente no me importa, y mientras Sasuke no se entere ¿Está bien no? —él no era un príncipe, mucho menos un “amo” por lo tanto no quería ser tratado de forma distinta. Estaba bien siendo él mismo: un chico, un beast, quería ser normal o por lo menos pensar que lo era en su nuevo mundo.

—C…. Creo que está bien, si el amo no se entera… —Ese chico era raro, muy raro, nunca en sus  22 años había conocido a una bestia con una sangre fuerte hablar de esa manera tan despreocupada. Lo natural es que fuesen arrogantes, poderosos, tan seguros que intimidaba alzar la mirada y verlos a los ojos. Obviamente esa sensación no la tenía con el zorro. “¿Qué clase de persona es Sasuke?” esa pregunta sacó de onda a la pelirrosa que sonrió. —Es el hombre que todas las chicas desean. Ya sabes, es apuesto, millonario, y su sangre es una de las más fuertes. He trabajado para ellos desde hace 5 años, pero realmente no puedo darte una descripción real. No habla con las sirvientas, a menos que sea para ordenar —.

—Oh, bueno, no importa, ya con lo que me has dicho tengo más o menos una idea de la clase de persona que es. —no tenía bases para juzgarlo, no conocía nada acerca de él, y por lo que la chica de cabellos rosas le había dicho, la servidumbre tampoco sabría darle respuestas. De verdad que los lobos eran seres extraños. Buscaría en internet luego sobre el comportamiento natural de la especie.

La joven se mantuvo serena, no tenía mucho de qué hablar con ese chico. Sabía la razón de que estuviese allí, todos en la casa lo sabían pero nada tenían que decir. Cualquier cosa que fuese por la sangre estaba bien, por eso incluso cuando muchas mujeres querían estar en la cama del azabache, ninguna se entrometería. La sangre llamaba a la sangre, así de simple.

Al terminar de comer suspiró, por ahora estaría bien. —Gracias, por traerme de comer. —se recostó sobre la cama, “bostezando” y observó cómo la joven tomaba la bandeja y se retiraba con un: “Hasta luego”. No parecía ser una mala persona, incluso se arriesgaría a decir que veía una potencial amistad, sin embargo no era tiempo para tontear. Esperó unos minutos antes de levantarse e ir a ponerle seguro a la puerta. No quería ningún contratiempo.

 

Se estiró lentamente, ya había memorizado la dirección del pelirrojo y conocía la zona, por lo que estaba seguro de poder llegar sin ninguna dificultad. Pero el problema era llegar sin ser atrapado o molestado… El monje en algún momento le había dicho que las bestias con sangre fuerte podían llegar incluso a una “regresión” en la cual sus cuerpos volvían al estado animal. Nunca lo había intentado, así que por ahora debía descartarlo. Necesitaba tener seguridad en sus acciones, eso era lo primordial en esos momentos.

Se acercó a la ventana, abriéndola. Aún el sol no se había ocultado, así que debía aprovechar la claridad. —En estos momentos ser un gato no me hubiese venido mal… —con lentitud se sentó en el borde, y después de columpiar sus pies un par de veces salgó. Cayó de pie, y agradeció en demasía que el cuarto estuviese en el primer piso.

No dudó en empezar a correr hacia la salida, evitando cualquier desvío innecesario. Tenía la impresión de tener una penetrante mirada en su espalda, no estaba seguro de si se trataba de Itachi o su hermano, pero no iba a detenerse para comprobarlo.

 

A unos kilómetros de allí, dentro de una antigua mansión el joven tigre de Tasmania estaba totalmente relajado en su estudio. Tenía sirvientes, algunos marsupiales de menor rango que se habían encariñado extrañamente con él que era una especie extinta. Gaara no lo entendía del todo, pero lo aceptaba, además era un alivio no tener que limpiar ese enorme lugar por cuenta propia.

Por fuera la mansión era como cualquier gran casa japonesa, rodeada de una cerca formada por bambú de unos dos metros de altura. Desde el frente el techo tenía forma triangular y se extendía por sobre los pasillos de la edificación, cubriéndolo, por supuesto también de madera. Las paredes mantenían un color broncíneo y las puertas de un color marrón más claro que el del techo pero del mismo tono que la madera del suelo.

Poseía dos grandes jardines, el principal en el que la variedad de flores y helechos era mayor, acompañados en el centro por un estanque lleno de peces koi. Y el jardín trasero que colindaba en su parte más alejada con un bosque de bambú, en él no había rosas, ni tulipanes como en el jardín principal pero la variedad de lotos era increíble. De verdad que al regente de ese lugar le gustaban las plantas.

 

Como era de costumbre estaba sumido en el lugar que consideraba su santuario, los libros estaban ordenados en cincos grandes estantes dispuestos en orden horizontal y un poco más allá se encontraba el escritorio, justamente donde estaba en esos momentos. El pelirrojo iba vestido con sus ropas casuales, una camisa manga larga de color rojo opaco y unos pantalones cuyo corte estaba sobre sus tobillos. Y no podían faltar sus pantuflas. 

En esos momentos estaba analizando un texto antiguo sobre los antiguos Beast. —Esto es verdaderamente increíble, desde hace tanto tiempo hemos sido seres egoístas... “Todo por y para la sangre” —citó con voz suave, fijando sus fríos orbes sobre la página del libro. En tiempos antiguos aquellos que se negaban a continuar con la línea familiar simplemente eran obligados. Por eso no era de sorprenderse que la gran mayoría de los donceles terminarán suicidándose después de dar a luz.

A pesar de haber estudiado para encargarse de la administración de su empresa, era un curioso, siempre interesado en el pasado de los suyos, que no eran muchos. Conocía a su enemigo mejor que nadie porque él era uno de ellos también. —Eso es todo lo que hemos dejado a través de los años, un camino de penurias, muertes, tristeza, siempre amparado por el hecho de “mantener la pureza”. —simplemente no cabía en su mente algo tan ridículamente egoísta. Y por ello agradecía en demasía que los tiempos no fuesen tan rudos como en el pasado.

Con lentitud dejó el libro sobre la mesa, ya había tenido suficiente, se recargó hacia atrás para cerrar sus orbes. Había sido un día completamente tranquilo para él. “¡Déjenme verlo! ¡Es mi amigo, así que no se metan!” el escándalo de una voz familiar lo hizo levantarse. Primero pensó que era una mala broma de su psiquis pero al ver al rubio entrando de golpe a su estudio se dio cuenta que no era ninguna ilusión. —Espera, Temari, déjalo pasar es un conocido. —con esas palabras las rubia simplemente soltó al rubio que cayó hacia delante.

—¿Seguro, Gaara? Huele a perro… —se expresó la joven con coletas. Normalmente lo habrían detenido afuera, pero ese chico rubio tenía buenas maneras de escapar.

—¡No huelo a perro! ¡Soy un zorro! —no tardó en incorporarse, sentándose sobre el suelo con las piernas cruzadas. Con lentitud se acarició la frente, últimamente estaba siendo demasiado torpe para su propio gusto. “Sí, puedes retirarte” le escuchó decir al pelirrojo y de inmediato se volteó para hacerle una mueca a la chica, que frunció el ceño y salió por la puerta que había entrado.

Un pequeño suspiro escapó de los labios del marsupial. —Ahora… Te escapaste ¿no? Supongo que es culpa de Sasuke. Ese chico nunca ha tenido remedio —con lentitud movió su mano, indicándole al rubio que lo siguiera hacia los sillones individuales dispuestos a un lado de su escritorio. Tomó asiento y espero a que el contrario también lo hiciera.

—Sí, no quería estar allá así que pensé que podría venir contigo. Quiero que me cuentes más sobre las bestias. ¿Estoy pidiendo mucho? —el rubio mostraba una tranquila sonrisa, se sentía cómodo en ese lugar junto al pelirrojo. Esa persona no lo miraba desde arriba, tampoco como si fuese un bicho raro ni un objeto erótico. No lo veía como comida, y eso era un alivio inmenso para el menor. Podía sentarse a hablar con él tranquilamente, sin ningún temor.

—Eres bienvenido a quedarte hasta que quieras, luego le pediré a Temari que preparé una habitación. Y por supuesto que no, eres libre de preguntarme lo que quieras, te responderé con sinceridad. —una leve sonrisa se había hecho dueña de sus finos labios. Era increíble lo rápido que el ojiceleste cambiaba de parecer. Nunca imaginó que éste le fuese a pedir algo como eso después de haberse mostrado tan renuente a dejar el mundo humano. Eso estaba bien, significaba que su naturaleza animal se mantenía casi intacta.

—Mientras escapaba pensaba en lo útil que me sería ser un zorro en esos momentos… Sé que no es un tema fácil para comenzar, pero ¿es muy difícil la regresión? —en sus orbes se notaba la emoción de aquel que está consumido por una curiosidad sincera. Veía el mundo con ojos diferentes, y era gracias a su habilidad de adaptación; el mismo que convertía las peores situaciones en un simple desafío o juego. Era definitivamente un niño.

—No, al contrario, es una buena manera de iniciar. Tienes que recordar que nuestra base son los animales, puede que actualmente tengamos apariencia humana pero según los registros de mis antepasados en tiempos de antaño éramos simples animales. —con tranquilidad estiró sus manos hacia delante, relajando los músculos de su extremidades superiores. —La regresión es la deformación del cuerpo humano al animal, no es algo complicado, al contrario para nosotros los que nos acercamos a la pureza es como un cambio de ritmo en la respiración. Es natural.

Naruto estaba escuchándolo atentamente, ahora que lo notaba la voz de Gaara era fuerte y gentil. Más que nunca estaba seguro de que ese hombre frente a él era bueno. No tenía nada que ocultar, y eso definitivamente era un gran alivio. Aún sentía dolor al pensar en todas las mentiras que le habían dicho durante su vida, pero si se quedaba estancado nunca podría avanzar, ni crecer, por lo que no se arriesgaría. Ni una sola vez había pensado en retroceder. —¿Me puedes enseñar entonces? —

—Vamos a dejar eso para cuando salgamos al jardín, al principio es bueno estar en lugares abiertos. Nunca se sabe cómo vamos a reaccionar al ver el mundo desde la perspectiva de una criatura cuadrúpeda. Centrémonos en la teoría básica de los Beast por ahora. —tampoco tenía la intención de pedirle la perfección desde el primer momento. Le tendría paciencia, ese diamante aún debía pulirse un poco más.

—¡Está bien! Me esforzaré luego por hacerlo bien~ —su mayor emoción estaba dirigida hacia la posibilidad de convertirse en un zorro, eso era más que obvio. —Tengo entendido que las parejas homosexuales pueden procrear… Tengo algunas dudas sobre eso, ya sabes… Pensaba que eso era algo imposible entre dos hombres. —

—Oh… Bueno, es una duda interesante. Como ya sabrás el hecho de que las bestias no seamos tan comunes como antes, nos llevó a evolucionar a un nivel en el cual podemos desarrollar úteros provisionales. Claro que esto es gracias a los “órganos anónimos” en nuestro interior, durante las relaciones sexuales estos se van estimulando, dependiendo de tu “posición” estos se desarrollaran como un útero. Sin embargo, después del parto estos vuelven a su forma primaria. Y para la regeneración de los mismos deben pasar mínimo tres meses. Aunque el tiempo y la proliferación depende de la especie. —hizo una pausa para dejar que el rubio analizara la información. El sonrojo en las mejillas ajenas lo hacía sonreír un poco divertido.

—Creo que lo voy comprendiendo… ¿Y la estimulación es solamente física? —sus orbes celestes estaban sobre los pálidos del mayor que parecía sumamente entretenido. “No, también se implementan hormonas para asegurar el sano crecimiento del útero. Ya sabes, es verdaderamente importante que todo transcurra sin problemas. Los embarazos en machos son delicados.” —¿Delicados? ¿Dan a luz de manera natural? ¿Es muy riesgoso? —nuevas dudas habían aparecido en su mente.

—No lances las preguntas tan rápidamente, es complicado seguir el hilo. Primeramente pueden darse partos naturales como cesáreas, eso depende del médico y del individuo. Hay algunos que pueden soportarlo y otros no, mi madre fue una de las que murió al dar a luz. A pesar de que era hembra, tuvo complicaciones. Así que los embarazos en los beast son de alto riesgo, y por ello se debe mantener una serie de cuidados casi excesivos. —Agradecía en esos momentos haberse instruido muy bien acerca de las bestias.

—Oh… Entonces es algo complicado… —¿Era tan importante la sangre que valía la vida de la madre? No podía comprender esa necesidad ciega de trasmitir sus genes hacia el futuro. ¿No era natural que todo llegara a un final? Ah… Había encontrado la razón ello: Miedo. Un miedo natural a desaparecer por completo.  —Gaara, tú debes conocer mejor a Sasuke que yo… ¿Siempre ha sido así? —

—Tú… —sus labios de inmediato se cerraron, por poco comete un error que le costaría mucho. <<Tú sabes eso mejor que cualquiera>> pensó por unos momentos. Sin embargo, estaba consciente de que el rubio no los recordaba, no recordaba nada de “esa” época en la que se habían conocido. Estaba bien de esa manera, por ahora. —Bueno, no puedo decir que lo conozco mucho. Pero ante mis ojos siempre ha sido una persona egoísta. —

Su rostro se ladeó por unos momentos, hasta que el pelirrojo terminó de hablar. Tenía el presentimiento de que éste le había querido decir algo más, aunque prefirió no darle importancia. No quería dudar de la única en la que podía confiar en esos momentos. —Una persona egoísta… Creo que una buena manera de describirlo, pero hay algo más en él que me tiene inquieto… —

—Es natural, las personas se sienten inquietas cuando un depredador está cerca. Lo mismo va para los beast, si estamos bajo la mirada de alguien más poderosos nos sentimos observados, intimidados, indefensos... —claro que eso también se aplicaba a él, pero con el tiempo se había acostumbrado a las miradas de odio provenientes de otros depredadores.

—Ah… Puede que sea eso… —no estaba muy seguro de eso. En su interior estaba más que seguro de que esa intranquilidad se debía a algo mucho más profundo. —Pero ¿sabes? Tengo el presentimiento de que se siente solo. Posiblemente sean imaginaciones mías, pero de alguna manera se siente como si no fuese tan diferente a mí. —

—Eres muy perspicaz, Naruto. No puedo aclarar tus dudas con ese hombre, porque no lo conozco. —<<Creía conocerlo y me equivoqué enormemente>> se dijo mentalmente. El pasado ya no estaba, y por ello no tenía cosa mencionarlo en el presente. —¿Quieres salir al jardín? —ante la positiva del contrario se levantó perezosamente de su silla.

Cuando el de orbes pálidos se levantó, no tardó en imitarlo, dejando salir sus rasgos animales de nuevo. Era más cómodo para él dejarlos fuera. Y unos momentos después pudo observar cómo el contrario dejaba salir también su cola y orejas. La tonalidad era marrón y la cola presentaba rayas negras.  Le parecía bonita. —Tienes una buena colección de flores. —

—Me gustan, hacen el mundo un poco más brillante. ¿No crees? —sus pasos eran cortos, lentos, no tenía ninguna prisa por abandonar la seguridad de su mansión, pero cada parte de ese terreno le pertenecía. Era su territorio, por lo que se sentía más que cómodo estando allí. “¡Es verdad! ¡Pensé que era el único que pensaba de ese modo!” le escuchó decir al menor, provocando que una sonrisa se formara en sus labios. —No, no eres el único. —

—Es reconfortante no sentirme tan solo. —Declaró el rubio sin ninguna vergüenza mientras pasaban el umbral que daba hacia el jardín. La gran variedad de rosas puestas en diferentes lugares le gustaba. Los lirios, girasoles, geranios, margaritas, lilas, claveles, dalias, entre otras especies de flores que adornaban el precioso lugar. El zorro estaba encantado y su cola lo demostraba.  

—Aunque es difícil mantenerlas de este modo, al igual que los peces Koi… —comentó, dirigiéndole una mirada de reojo al contrario. Claro que le estaba lanzando una indirecta, pero cuando este le respondió un: “Sí, debe serlo” suspiró. Era demasiado despistado, por lo que tendría que hablar de una manera más clara. —¿No te gustaría trabajar para mí? Sé que tienes buenos conocimientos en flores, y te gustan. ¿No te parece una buena idea? —

Un leve sonrojo se extendió por las mejillas del ojiceleste al escuchar ese ofrecimiento. Le estaba ofreciendo trabajo y uno que era perfecto para él. — ¡¿En serio?! ¡¿Puedo?! —su emoción era notable, sus orejas levantadas y su cola moviéndose de lado a lado eran un signo claro de ello. Cuando el pelirrojo asintió, lo abrazó rápidamente. —¡Muchas Gracias, Gaara! —

Por unos momentos el marsupial estuvo atónito, no podía creer que el contrario lo estuviese abrazando. Con suavidad rodeó el cuerpo ajeno con sus brazos y terminó posando la diestra sobre la cabeza de Naruto. —De nada, me gustaría de verdad que trabajaras aquí. No importa si vuelves con los perros, simplemente puedes venir en las mañanas. Las puertas siempre estarán abiertas. —

—Sí, muchas gracias, de verdad. Te agradezco que me veas como un chico más y no como comida. —no tardó en separarse nuevamente del mayor, sonriendo y dejando un espacio entre ellos de unos dos metros. —¿Me enseñaras a hacer una regresión? Tengo muchísimas ganas de intentarlo. —estaba emocionado, como un pequeño niño con un juguete nuevo.

—No es nada. Sí, sí, te voy a enseñar. —cerró sus orbes por unos momentos y al abrirlos le dedicó una sonrisa relajada. —Debes cerrar tus ojos, piensa en un zorro. Analízalo, repásalo, piensa en tu cuerpo volviéndose suyo… No puedes volver a abrirlos hasta que sientas tu cuerpo cambiar. Es simple concentración. —mantuvo su mirada sobre el contrario, sabiendo que le resultaría fácil.

El zorro hizo lo que el contrario le había indicado, cerró los ojos pensando en la imagen de un zorro. Su respiración fue volviéndose cada vez más suave, hasta el punto en el que casi dejó de hacerlo. Poco a poco su cuerpo se tensaba, poco a poco sentía el cambio en su estructura ósea. Y para cuando abrió los orbes ya se sentía completamente diferente. Ahora se apoyaba en cuatro patas y descubrió que Gaara parecía casi un titán de lo alto que se veía.

—Sabía que no tendrías ningún problema para transformarte, tu sangre es muy fuerte.  —se agachó estirando su mano abierta hacia el zorro frente a él, al recibir la pata sobre ésta le sonrió levemente. Era increíble que alguien como el rubio pudiese causar una sonrisa en alguien que normalmente carecía de expresión. —Bienvenido de regreso, Naruto. —

No entendía del todo esas palabras, no había regresado era la primera vez que era una bestia de verdad. Sin embargo prefirió dejarlo pasar de nuevo, moviendo su cola. —Se siente extraño estar en el cuerpo de un ser tan pequeño, pero no me molesta, es cómodo. —un fuerte aullido lo sacó de sus pensamientos, y rápidamente se lanzó contra el pelirrojo, siendo atrapado por éste. —¿Eso fue…?

—Parece que vinieron a recogerte, Naruto. —había actuado por instinto, tomando al canino entre sus brazos para poder sostenerlo. La silueta de un enorme lobo de pelaje azabache estaba justo frente a ellos. Su ceño se frunció casi de inmediato. Obviamente era el menor de los Uchiha, buscando al zorro. —Creo que no entendiste el mensaje cuando escapó de tu casa. —

—Eso no es problema tuyo, deja de meterte en donde no te llaman. —un gruñido escapó del hocico del poderoso animal que parecía bastante enojado en esos momentos. Y claro que lo estaba, se había descuidado y ese estúpido zorro lo había abandonado para correr tras la cosa que lo sostenía. “Es asunto mío desde el momento en que vino a mí por apoyo”, esas palabras provocaron que un nuevo gruñido escapara de sus labios. —Nos vamos, zorro. —

—No pienso regresar para que me mantengas encerrado como a un ave enjaulada. No voy a dejar que me utilices como se te dé la gana. —el animal de pelaje rojizo se soltó de los brazos de su amigo para encarar al contrario. Era obvio que era estúpido, el lobo le llevaba una o dos cabezas de altura, era más fuerte, más grande, si quería lo mataría allí mismo.

—Si es contra tu deseo no tienes que ir. —el pelirrojo estaba de parte del rubio, eso era más que obvio. No se rebajaría  a la estrategia del azabache, pues no pensaba usar la fuerza para tenerlo. Encerrar a un animal que estaba acostumbrado a la libertad era cosa de locos, todos sabían la depresión que ocasionaba y las consecuencias que traía.

—Grr… Creía haber dicho que cerraras la boca. No tengo ningún asunto pendiente contigo. —sus orbes se dirigieron hacia el pelirrojo que se mantenía con el ceño fruncido. Si tenían algo pendiente lo resolverían cuando no estuviese el rubio. —Tú vuelves conmigo, ya hablaremos cuando estemos allí —se fue acercando al zorro que al principio se había alejado de él. —No te lo dejaré —sentenció, antes de tomar con el hocico el cuello del zorro, cargándolo como si fuese un cachorro. “Te esperaré mañana, Naruto” el tigre de Tasmania realmente lo estaba sacando de quicio. Tomó impulso antes de salir corriendo de allí con el pequeño canino atrapado en su mordida.

 

El rubio sabía de una u otra manera que la vista de la enorme y mansión de los Uchiha no traía nada bueno para él. Pero no se había opuesto a ser llevado hacia allá. Por el contrario, toda su mente estaba en blanco, simplemente no podía pensar en nada cuando el lobo estaba tan enojado. Lo intimidaba, lo hacía sentir completamente impotente.

Sasuke no tardó en entrar a la mansión con el zorro en brazos, y con un gruñido le hizo saber a la servidumbre que no quería ninguna interrupción. Subió las escaleras hacia el cuarto del zorro y al estar dentro se apresuró a lanzarlo sobre la cama. —Más te vale tener una buena razón para haberte ido con ese maldito hombre. —no había levantado la voz, pero contaba con que su tono sería lo suficientemente aterrador.

—¡Es mi amigo! ¡Eso simplemente! Además, ¿con qué moral vienes a reclamarme? Tú fuiste el que quiere encerrarme y arruinar mi vida. —el zorro había observado como el lobo volvía a forma humana, quedando únicamente la cola y las orejas como rastro de su verdadero ser.

—Esta es la vida que tienes que vivir, resígnate de una vez y entrégate a mí. —había fruncido levemente el ceño. Definitivamente no iba a dar su brazo a torcer. El zorro le pertenecía y para mantenerlo seguro debía lograr que no saliera de su vista.

—No lo entiendo ¡No quiero entender! No sé cómo puedes estar con alguien únicamente por la sangre. ¡No quiero estar contigo! —su cabeza daba vueltas, y pronto sintió cómo su cuerpo volvía a la forma humana de siempre, quedando al igual que el azabache con sus orejas y cola. —Yo… —no había querido decir eso, ahora sentía un extraño dolor en su pecho.

—Cállate, te he escuchado suficiente por hoy. No vuelvas a huir o la próxima vez que te atrape me aseguraré que no puedas caminar por un tiempo. —ahora estaba de peor humor, y con su molestia se retiró del cuarto, azotando la puerta al salir. Había estado a punto de saltarle encima y golpearlo, pero se había contenido. La risa de su insoportable hermano resonó en sus orejas, estaba con la espalda recargada en la pared.

—Te dije que terminarías asustándolo. Como siempre careces de tacto. —una sonrisa ladina estaba presente en sus labios. Se estaba burlando de su hermano, y cuando éste le lanzó un golpe lo detuvo con su diestra. —Ni se te ocurra, si estás molesto lárgate a rasguñar árboles o algo así. —le dio la espalda después de soltarlo, dirigiéndose hacia la biblioteca de ese piso.

—¡Maldito! —gruñó el menor de los lobos mientras con pasos largos se dirigía hacia la puerta. Estaba molesto, cabreado, tenía tanta frustración acumulada que creía poder matar a cualquiera que se metiera en su camino.

 

Por otro lado el rubio estaba sentado sobre la cama, observando el suelo. Se sentía sumamente mal por haberle dicho esas palabras hirientes al azabache. —Me disculparé mañana…  —se había dejado llevar por el clima de la pelea, y simplemente había soltado lo primero que se le había pasado por la mente, pero él no podía negar del todo el hecho de querer estar con el azabache.

Esas ganas de conocerlo más y más seguían presentes, porque quería hacer desaparecer esa misteriosa aura que lo rodeaba. Simplemente quería convertirlo en algo que pudiese obtener.  —Definitivamente no dejaré que la sangre se convierta en mi razón para vivir. Simplemente no voy a aceptar una regresión de pensamiento. —y es que lo veía de esa manera. El simple hecho de querer a alguien solo por la reproducción era un pensamiento tan antiguo que debía desaparecer.  —Cambiaré el pensar de las bestias. —se estaba proponiendo algo difícil, tal vez imposible, pero si tan sólo podía hacer cambiar a Sasuke se sentiría conforme. 

 

 

 

                                                                                                        

 

 

                                                                                 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                        

 

 

                                                                                 

 

Notas finales:

*Muchas Gracias por leerme y seguir el fanfic <3 

 

*Espero ansiosa sus reviews~ Como siempre, sigo dudosa de cómo lo hago con ellos. -no se acostumbra del todo a la pareja- 


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