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El Último Zorro por HarukaChan

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Notas del capitulo:

*He revivido de entre los muertos (?)

 

*Primeramente, disculpen la tardanza. Debido a que por estar en la "patria me robaron y tristemente no había podido volver a escribir. También estaba el hecho de que regresé a la universidad y bueno. Ya saben la triste historia (?)

 

*De antemano espero que les guste y muchísimas gracias por seguir la historia en los distintos medios donde la subo *u*

No hagas llorar a Naruto, Sasuke. —un pequeño pelirrojo de grandes orbes celestes fruncía el ceño mientras abrazaba a un niño más pequeño de ojos más oscuros que los suyos.

—Ya te he dicho que lo sueltes ¡Me pertenece, renegado! —el azabache superaba en altura al pelirrojo –no mucho- pero eso le daba una sensación de mayor poder.

—No se peleen… —un muy joven Naruto dejaba escapar un par de gruesas lágrimas. El azabache le había gritado fuertemente al encontrarlo jugando con Gaara.

—Tus estúpidos celos siempre hacen que termine llorando ¡Estúpido perro! —odiaba en demasía cuando el azabache se ponía tan ridículo. Siempre hacía que el pequeño rubio se sintiese mal y llorara. Cosa que odiaba.

—¡Grr! No es tu problema. —“Lo es”le replicó aquel ser que debía haber desaparecido eternamente, provocando que su humor empeorara.

—¡Ya basta! ¡Llevémonos bien! —no soportaba ver a sus dos mejores amigos discutir por su culpa. Los quería a ambos, eran las dos personas con las que pasaba más tiempo, pero parecía que no podían respirar el mismo aire sin sentirse molestos el uno con el otro.

Un suspiro escapó de los labios del tigre al igual que del lobo, que se mantuvieron mirando por un rato antes de sonreír ladinamente. Ellos podían entenderse de alguna manera. —Vamos a dejarlo por ahora, entonces. —

—Me parece buena idea. —comentó Sasuke con serenidad. —¿Qué tal esto? Naruto ve a esconderte y la persona que te encuentre recibirá un beso de premio. ¿Te parece, Gaara? —cuando el contrario asintió, sonrió satisfecho, no perdería.

—¡¿Ah?! No es justo… —sus mejillas se tiñeron de un leve tono carmín, y ante la señal de los mayores empezó a correr. Corrió y corrió, internándose al bosque. Y más pronto que nunca dejó de ser consciente de su ubicación.

“¿Dónde estoy?” pensó para sí el pequeño zorro pero nada de lo que veía se le parecía a algo que recordara. Pronto se sintió presa del pánico y no dudó en pedir ayuda. —¡Sasuke! ¡Gaara! —pidió una y otra vez por sus amigos, pero ninguno apareció.

La oscuridad empezó a adueñarse lentamente del paisaje, cubriendo con sus sombras cualquier rastro de luz y repentinamente sobre el suelo, iluminado por el último rayo de sol se encontró con lo que más temía: sus padres en un charco de sangre…

 

El último zorro despertó de golpe, sudado; por sus mejillas rodaron un par de lágrimas rebeldes que simplemente no pudieron quedarse en contenidas en la comisura de sus claros orbes. —A Gaara también lo olvidé… Ellos eran mis buenos amigos… —susurró con voz suave y una sonrisa nostálgica. Recordaba vagamente la sonrisa de su madre y de su padre, pero sin duda alguna recordaba claramente cuando los vio partir de ese mundo. Ahora la pregunta que rondaba su mente era: ¿Había sido verdaderamente un accidente? Esas lagunas mentales no ayudaban a que se decidiera.

—¿Por qué justo ahora?...  No quiero tener esta clase de recuerdos tristes cuando tengo que entregarme a alguien únicamente para ser libre… —un pequeño suspiró escapó de sus labios, era deprimente. Su vida en sí era una comedia, a veces pensaba en lo lindo que podría ser el cachorro que naciera de su vientre y le entraban unas enormes ganas de huir antes incluso de concebirlo, tal vez después sería muy tarde.

El sonido de un golpe en su ventana lo hizo voltear, encontrándose sorpresivamente con un buitre, llevaba en su cuello una cinta roja por lo que de inmediato supuso de quién era ese animal. Se apresuró a correr el cristal para tomar la carta que llevaba en el collar, y no pudo evitar acariciar su cabeza. —Te lo agradezco. —le anunció, dejando que alzara el vuelo de nuevo.

Se dirigió a su cama después de haber cerrado el cristal y abrió la carta. La letra del pelirrojo era como siempre cursiva y llamativa, era muy bonita en realidad, y a pesar de todo el contenido era preciso: “Ven cuando puedas a mi casa, es de urgencia.”

Seguramente el lobo no estaría de acuerdo, pero no importaba, iría con la excusa de revisar las plantas.

 

Entre tanto en la sala de la mansión de los Uchiha, los dos hermanos se encontraban compartiendo el desayuno.

—Todo salió demasiado perfecto para ti ayer. ¿No es así? —Itachi estaba sereno, incapaz de mostrar alguna expresión que demostrara alegría o enfado con el contrario.

—Era natural que todo saliera bien, pero ese perro tenía tu olor. ¿Tú lo mandaste? —estaba molesto, odiaba que su sucio hermano se metiera en donde no lo estaban llamando, y más si se trataba de cosas relacionadas al zorro. Naruto le pertenecería y no necesitaba del apoyo de ese hombre.

—Ve tú a saber. Yo no pienso afirmar o negar nada. —su mirada subió al ver una cabellera rubia y sonrió de lado. —¿Vas de salida, pequeño zorro? ¿No vas a usar la ventana esta vez? —

—Buenos días, no, esta vez voy a salir por la puerta principal, como me corresponde —sonrió alegremente ante la idea, y no pudo evitar mover sus orejas confiado. —Voy a ir a trabajar un rato en el jardín de Gaara. ¿Me acompañarías hasta allá, Sasuke? —

—¿Ah? ¿Por qué debería llevarte a ver a otro hombre? —“Por favor…” tuvo que suspirar ante la cara que ese zorro le estaba mostrando. A veces podía ser muy malcriado. —Bien, pero desayuna primero. —ahora que el menor lo había recordado, se le hacía difícil ser malvado con él.

—Parece que te estás creciendo un poco, Naruto. Es bueno, eres la esposa de un Uchiha. —cerró sus orbes con calma, antes de volver a abrirlos y levantarse. —Los dejaré solos, nos vemos más tarde. —comentó, antes de abandonar la sala.

—Hasta luego, Itachi. —con calma tomó asiento al frente del contrario, sonriendo. —Gracias, quiero ir a trabajar un rato con las plantas para distraerme. —la joven pelirrosa fue la encargada de servirle un sándwich y un café con leche, por lo cual agradeció, dedicándole una mirada cariñosa en forma de saludo.

—Ya que normalmente no lo pides de tan buena manera, no puedo negarme. Pero te iré a recoger antes de que anochezca y no quiero retrasos ¿Comprendido? —al ver cómo el contrario asentía y se disponía a comer su desayuno, gruñó con suavidad. Era verdaderamente molesto que no hubiese cambiado en tanto tiempo. Le  recordaba lo muy suyo que era en su juventud.

—Si me complacieras más a menudo no me quejaría tanto. —“Después de todo soy un prisionero”… En ese pensamiento no todo era verdad, él podía huir pero muy en el fondo no quería hacerlo.

—Ya veremos. —no tenía muchas ganas de perder su valioso tiempo, tenía que hacer un par de cosas antes de que la luna se pusiera en el punto más alto del cielo. En ese momento ese lobo sería suyo y se aseguraría de dejar su semilla en el útero de ese chico. Era un alivio que los zorros no necesitaran una estimulación de sus órganos anónimos, pues, aunque no lo notaran, ya estaban bien desarrollados y listos para alojar a los cachorros.

 

El menor de ambos Beast continuó con su desayuno sin apuro, aunque era más que tarde para decir que era temprano: las 10:30 am marcaba el reloj de la cocina.

Y cuando terminó ya faltaban diez minutos para las once, era increíble lo rápido que se iba el tiempo. El lobo empezó a apurarlo y terminó por desesperarse. Fue así como a las once en punto ya se encontraba en el jardín principal de la mansión del pelirrojo que ya lo esperaba sentado sobre una silla.

Naruto pudo notar cómo la mirada del lobo chocaba con la del dueño del jardín y suspiró. —Nos veremos luego, Sasuke. —con suavidad acarició el imponente hocico de ese perfecto canino para después dirigirse al tranquilo pelirrojo. —Buenos días, Gaara~ —

—Vendré por ti luego. —con suavidad movió su cabeza, para darle la espalda al rubio y alejarse de allí. Lo menos que quería era tener que soportar a ese antiguo compañero de juegos que tan insoportable le parecía ahora.

—Buenos días. Pareces estar algo cansado ¿No estás durmiendo bien? —le indicó con la mano al contrario que se sentara frente a él, en la silla libre. Iba a arruinarle los planes a ese insoportable animal.

—No mucho… Tuve una pesadilla. Por cierto, Gaara… Lo siento, por olvidarte a ti también. —le dedicó una pequeña sonrisa antes de sentarse, relajando sus hombros.

—¿Lo has recordado todo? —ante la negativa, suspiró. Había algunas cosas que era mejor no recordar y en el caso del contrario prefería que se mantuviesen en lo más profundo de su memoria, por el mismo bien del zorro. —No tienes que forzar tus recuerdos, eras muy joven y fueron demasiadas cosas que se acumularon en su momento. —

—Gracias por preocuparte, pero a veces creo que hay algo realmente importante en esas lagunas que no han vuelto a mí. Tal vez esos recuerdos sean tristes o me hagan sentir lástima de mí mismo, pero no importa, todo estará bien. —en sus labios había una sonrisa segura, no tenía duda alguna de lo que quería.

—Eres muy fuerte Naruto. Pero lo que te tengo que decir tal vez cambie un poco tu forma de pensar sobre algo que siempre has querido. —suspiró con pesadez. Lo que estaba haciendo era cruel y al mismo tiempo no había mejor manera de mantener al contrario a salvo. “¿Es con respecto a Sasuke?”. —En efecto. —

—Antes de que digas algo, Gaara… No hay mucho que vaya a cambiar, porque me he resignado. Tendré al cachorro del lobo y me escaparé dejándoles el heredero que tanto quieren. Después huiré muy lejos y nunca volveré… —

No pudo evitar sentirse indignado por lo que había decidido el sol de su vida, no tenía sentido. Con seguridad afirmaba que no podría dejarle su cachorro a Sasuke. —Luego hablaremos más detalladamente de eso, pero por ahora. Ayer fuiste secuestrado, ya lo sé. Y el perro que te atrapó es seguidor de los lobos. Seguramente todo fue una trampa para que sintieras atracción por ese estúpido lobo. —

Puso atención a la cara con la que el ojiceleste hablaba, en esos momentos parecía estar más molesto que nunca o por lo menos no recordaba haber visto tantas expresiones juntas en él. —Así que todo fue una mentira también… —una sonrisa apareció en su rostro. Se sentía traicionado.

—El lobo es un animal peligroso, tal vez no tan grande como un oso, un león o un tigre, pero tiene lo que ninguno de ellos puede asegurar eternamente: libertad. Por eso debes tener cuidado con ellos. —le partía el corazón verlo con una expresión tan triste. Sasuke lo había roto.

—Escapa conmigo, Naruto. —por fin su verdadera intención había logrado salir a flote sin ningún problema. Esa era el verdadero objetivo de citar a su amigo allí.

—¿Eh? ¡¿Eh?! —su rostro era la expresión misma de la sorpresa, nunca hubiese imaginado que el pelirrojo fuese a pedirle tal locura y no pudo evitar sentirse avergonzado. Ese chico siempre estaba buscando la manera de protegerlo de todo. —No creo que sea una opción… —

—¿Por qué? Podemos irnos a otro país, preferiblemente a Australia donde tengo mayor poder que aquí en Japón. Allá ni siquiera los ancianos podrán molestarte, y si tú deseo es vivir libre eso es lo que voy a darte. —con lentitud se levantó para acercarse al rubio y tomar su rostro. —Piénsalo… —

Se sintió repentinamente atraído ante esos orbes pálidos que siempre se habían fijado únicamente en él, por lo que no pudo evitar hacerse un poco hacia delante, buscando el olor dulzón que había entrado a sus fosas nasales. —Porque no voy a poder escapar de Sasuke. No importa cuán lejos vaya, él seguramente irá a buscarme… —

—No te puede obligar… No quiero que por su culpa termines verdaderamente roto. Es una locura lo que quieres hacer, irte… Dejándoles a tu cachorro… Seguramente morirás de tristeza. No quiero que la persona que ilumina mis días muera por culpa de un mentiroso. —lentamente bajó su rostro y pronto sus labios se encontraron con los ajenos, uniéndose en un beso que el zorro no despreció.

Sus mejillas se tiñeron con un leve tono rosa, era inevitable. Besar al pelirrojo no era para nada como besar al azabache; podía sentir en cada una de sus caricias lo mucho que quería protegerlo y reconfortarlo. Tenía miedo de que toda esa amabilidad fuese una mentira. —Gaara… —

—Lo siento, debo dejar que lo pienses, sin embargo, me gustaría que te decidieras a escapar. El amor no debe ser destructivo… —comentó, antes de regresar a su asiento y observarlo. Como siempre el rubio era demasiado adorable para su instinto animal, quería devorarlo pero no lo haría. No caminaría tras las huellas del lobo que lo estaba intentando destruir.

Por otro lado sabía perfectamente que el rubio no le daría una respuesta afirmativa, por el simple hecho de que como en tiempos pasados no podría “abandonar” a Sasuke. Ese chico que con sus tonterías siempre lograba lastimar al zorro, estaba solo, y por eso el ojiceleste simplemente no podía abandonarlo. Ni en esos momentos ni en el pasado. Era doloroso tener que ver cómo la persona que tanto quería proteger era rota de poco en poco.

 

—Voy a considerarlo, pero debes saber que no tengo intenciones de escapar, por lo menos no en el futuro cercano. —desvió la mirada sintiéndose estúpido. ¿Acaso se había vuelto masoquista desde el inicio de todo? No podía asegurarlo o negarlo.

—Esperaré pacientemente, así que no tienes que apresurarte. —le daría el tiempo que fuese, incluso si pasaban años antes de que se diera cuenta de que el Uchiha era como una droga que consumiría hasta el último respiro de su vida.

—Gracias, en el pasado también… Tú siempre te preocupabas por mí. —cerró sus orbes por un momento, se sentía más cansado de lo normal y sabía que no tendría pesadillas si su sueño era vigilado por el tigre de Tasmania.

 

 

El pelirrojo se entretuvo mirando cómo el contrario luchaba contra Morfeo, aunque por supuesto perdió antes de si quiera intentar retarlo. Le divertía verlo cabecear, pero el caballero que era se apresuró a llevarlo a uno de los cuartos de visitas, y se tomó el atrevimiento de recostarse con él, recordando los viejos tiempos. —No tienes que preocuparte por nada, así como tú lo hiciste en el pasado conmigo… Esta vez será mi turno de salvarte. —

 

 

Naruto no cayó en cuenta nunca de cuánto tiempo pasó, pero cuando despertó ya se encontraba en su habitación –dentro de la mansión Uchiha- no recordaba ni siquiera haberse quedado dormido. —¿Qué hora es?... —se preguntó a sí mismo y al ver la luz de la luna filtrarse por la ventana, suspiró. No pensó que su cansancio acumulado explotaría justamente en esos momentos.

—Parece que por fin despiertas. —el lobo estaba oculto por la sombras de la habitación, con una mirada digna del mejor depredador. —¿Tanto te divertiste con ese estúpido tigre? —

De un movimiento se incorporó, el aire olía a peligro y los orbes rojos del mayor se lo estaban afirmando. —Pues sí, al parecer como en el pasado, el único que se preocupa por mí realmente es él. —

—¡Grr! —frunció el ceño mientras se acercaba peligrosamente a la orilla de la cama, sus instintos lobunos eran más fuertes que nunca y ni siquiera el contrario iba a contenerlo. —Él no te necesita tanto como yo. —

—Tú no necesitas de mí, lo único que te sirve es mi cuerpo, mi útero más precisamente… Deberías pensar más en ello, el único que estaba verdaderamente enganchado por el otro en el pasado era yo. —sintió el impacto de un cuerpo contra el suyo, y lo único que supo después era que el lobo lo estaba besando.

No pudo contener más tiempo la rabia que estaba sintiendo en su corazón, y se arrojó contra el rubio, posesionándose de sus labios sin reparo alguno. Pudo sentir el sabor de la  sangre ajena –seguramente producto de un labio roto- e inminentemente se sintió aún más excitado.

—¡Espera! ¡Detente! —logró articular cuando pudo empujar al contrario, sin embargo el azabache era mucho más fuerte y volvió a ser puesto contra la cama.

No estaba teniendo ningún reparo, no iba a tener consideración alguna. Lo marcaría como suyo de una vez por todas. —Puedes ir a que ese hombre te lama las heridas después, pero ahora eres mío. —gruñó con molestia, encargándose de desgarrar las prendas del contrario, que se retorcía inútilmente.

Desde un principio sabía que sus posibilidades de escapar eran casi nulas, Sasuke Uchiha lo superaba en tamaño y fuerza, por no mencionar en edad lo que era sinónimo de experiencia. —¡Déj…! —fue interrumpido nuevamente por los labios ajenos y esta vez en compañía de su lengua. Inevitablemente sabía lo que iba a pasar, y no pudo evitar liberar un par de lágrimas.

Por fin el contrario dejó de resistirse, era lo mejor para que no terminara más lastimado de lo que ya terminaría. Sin ninguna consideración desabrochó su pantalón, ya su erección le molestaba desde hacía rato. En un lugar muy remoto de su corazón una voz le susurraba que aquello era incorrecto, que estaba mal, y que al terminar todo aquello se sentiría miserable. Pero no se escucharía ni siquiera a sí mismo.

—Los lobos son lobos… No son buenos o malos, simplemente son lobos… —murmuró, antes de que su cuerpo recibiera la primera estocada de esa tortuosa noche. Sin preparación, sin lubricación, podía sentir cómo era desgarrado por el hombre que en sus días de niños le prometió proteger su sonrisa.

No entendió las palabras del contrario, y tampoco le importaba. Necesitaba saciar sus ganas de él, incluso cuando éste se negaba a aceptarlo no podía esperar más. Por eso se encargaría de tomarlo tantas veces como fuese posible esa noche, y no importaba si para ello lo rompía. Por eso empezó con embestidas fuertes, que fueron seguidas por leves jadeos. —Y… Ya me has hecho esperar lo suficiente, Naruto… —

—¡Grr! —un fuerte gemido amenazó con escapar de sus labios, pero no, contuvo aquellos malditos sonidos mordiéndose los labios. No importaba cuánto dolor su cuerpo estuviese experimentando, ninguno se comparaba con la herida que se había abierto en su corazón. La ausencia de calidez en las acciones del lobo lo hacía estar consciente por primera vez de que la realidad era tan cruda como se la habían mostrado en un principio.

—Me perteneces ¡Eres sólo mío! —aseguró con seguridad el azabache que se mantenía sobre el rubio, embistiendo el estrecho interior que lo apresaba en esos momentos. Y aunque se suponía que lo estaba disfrutando… ¿Por qué se sentía tan vacío? Había estado esperando por ese momento desde hacía años, y ahora que por fin obtenía lo que tanto quería, no lo estaba disfrutando.

El rubio se cubrió el rostro, incapaz de dejar que ese hombre siguiera deleitándose con sus lágrimas, que resbalaban una tras otra por sus mejillas. Con cada nueva embestida dirigida a su interior, su cuerpo temblaba, se estremecía y de sus labios pequeños gemidos ahogados eran suprimidos.

Sasuke Uchiha era un depredador completo en esos momentos, y dejarse llevar seguramente le saldría caro en el futuro. Pero en esos momentos no iba a dejar que su corazón lo guiara, no lo necesitaba, el instinto no dejaría que ese zorro escapara de sus garras nunca más. Esa era la verdad.

La primera mordida sobre su piel casi lo hizo gritar, provocando que sus labios se separaran para dejar escapar un quejido de dolor. —D… Déjame Sasuke… Yo… Yo creía en ti… —sentía repulsión ante ese chico que sin duda alguna había causado miles de sensaciones nuevas en su corazón y ahora con la misma facilidad echaba cualquier esperanza abajo.

—Todo es tu culpa… Es tu culpa por no entregarte a mí por las buenas. —la voz ronca y firme del lobo resonó con fuerza. Estaba llegando al  límite de su excitación, y no dudó en llenar con su semilla el interior ajeno, asegurándose de que nunca olvidara a quién le pertenecía. Naruto Uzumaki no podría escapar del lobo jamás.

—¡Ahhm! —su espalda se arqueó, en consecuencia del clímax forzado al cual llegó. De sus orbes celestes las lágrimas no dejaban rodar. ¿Por qué de pronto se sentía con frío? ¿Por qué de pronto parecía que cualquier rayo de luz había sido cubierto por oscuras nubes? Era simple: Sasuke había aplastado todo lo bueno que pensaba sobre él.

Repentinamente el lobo se sintió frustrado, por lo que abandonó el interior ajeno con la misma indiferencia con la que lo había invadido. La sangre en las sábanas fue lo que menos le importó, seguido por las marcas de colmillos en el cuello del ajeno. —Si intentas escapar, en la próxima ronda dejaré que Itachi se una. —era una mentira, una mentira dicha por alguien estúpido. ¿Qué carajos le había hecho a la persona que iluminaba su oscuridad? Simplemente algo que ni siquiera el buen zorro perdonaría.

Cada parte de su cuerpo dolía, punzaba… Y sin embargo, su corazón era el más afectado. Se cubrió con las sábanas, acurrucándose en posición fetal mientras temblaba. ¿No había sido todo aquello una pesadilla? ¿No podía despertar? ¿Entonces? ¿Por qué no podía odiarlo? Incluso cuando lo estaba destruyendo, no podía odiar completamente a ese hombre de cabellos azabaches.

—¡Grr! Más te vale que cuando vuelva sigas aquí. —el rubio no le decía nada, no le afirmaba que lo odiaba, no lo maldecía o le deseaba mal. ¿Por qué mierda no hacía nada de eso? Lo estaba esperando, quería que lo odiase, que viera lo malo que era para así no tener remordimiento ante lo que acababa de hacer. Pero como siempre, Naruto era muy diferente a la media.

Sasuke no podía quedarse allí observando lo que había hecho, por eso se dispuso a escapar apenas se acomodó la ropa. La imagen de un pequeño Naruto en su mente, ahora estaba rota preguntándole ¿Por qué? En esos momentos ni siquiera el mismo sabía la respuesta. Pero no le entregaría al zorro a nadie.

 

 

En la primera planta de la mansión Itachi Uchiha bebía una taza de café. —Siento hasta un poco de pena por el pobre zorro… —una sonrisa ladina se formó en sus labios. —Bueno, todo sea por y para la sangre. —sabía que su hermano menor no podría verse al espejo por un tiempo, así que todo iba perfecto. —Ahora tenemos asegurado el futuro. —después de todo eso era lo más importante para el futuro, por eso no había dudado en “provocar” lo que había ocurrido esa noche.

 

 

Durante esa luna llena en la mansión de los Uchiha alguien murió…

No, más bien algo dentro de alguien desapareció.

¿Fue la voluntad del zorro lo que pereció esa noche?

No, ¿Fue entonces la esperanza que el zorro tenía en el lobo?

Posiblemente.

El zorro seguramente nunca olvidaría esa noche de Luna Llena. 

 

 

 

 

Notas finales:

*Gracias por leer~ 


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