Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Último Zorro por HarukaChan

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

*Me disculpo por la tardanza pero en una semana terminó clases y prometo que les compensaré la espera (?)

El rubio despertó esa mañana sintiendo más frío que nunca. ¿Por qué todo había tenido que terminar así? No lo sabía, hasta el último momento había querido mantener esperanzas sobre el lobo, había querido creer en su cariño hacia él, y sin embargo la realidad lo había golpeado duramente, demostrándole una vez más que los lobos eran muy buenos mentirosos.

Hizo un intento inútil por moverse… Haciéndole consciente del dolor en su cuerpo, más pronunciado en sus partes bajas. Un intenso frío invadió su corazón, haciéndolo sentí miserable. —Quiero morir… —susurró con voz ronca. Poco a poco se fue incorporando sobre las claras sábanas, dándose cuenta de algunos manchones rojos en la tela.

 

La puerta sonó un par de veces, y el rubio apenas logró cubrirse con la tela. Su rostro mostraba una expresión deformada por el terror, esperaba con todo su corazón que no fuese el lobo… Por eso, cuando escuchó un “con permiso” y divisó la cabellera rosada de  la sirvienta se relajó.

—Disculpa la intromisión, el amo me pidió que te trajera algo para aliviar el dolor y para que comas… —sentía inmensa pena por ese chico de cabellos rubios, que había perdido el brillo en sus ojos. Por primera vez se sintió dichosa de ser una Beast de baja categoría, una de esos que tenía libertad para escoger por lo menos con quién deseaba estar.

—No lo quiero. —anunció de inmediato, y cuando  la contraria cerró la puerta, volvió a dejarse caer. Podía sentir las marcas de los colmillos palpitar al igual que los arañazos en su espalda, posiblemente iban a pasar unos días hasta que su cuerpo se recuperara por completo. Pero ninguno de los dolores que sentía en su cuerpo se comparaba al que sentía su corazón…  

—No puedo obligarte a que lo hagas… Pero por lo menos tómate el analgésico e iré a preparar la tina para que tomes un baño… Debe dolerte mucho… —se acercó con lentitud a la orilla de la cama, ofreciéndole un vaso con agua y la pastilla que sería su salida al dolor. El lobo le había pedido que se encargara del cuidado del rubio ese día, y no había aceptado porque fuese una orden, sino por la preocupación que Naruto causaba en ella.

—Bien… Creo que eso puedo aceptarlo, gracias Sakura. —se dispuso a tomar el medicamento en silencio, dirigiendo sus orbes hacia la nada de un momento a otro. No quería pensar en nada, pues cada uno de sus pensamientos le traía un dolor insoportable. La realidad era más difícil de aceptar de lo que pensaba.

—No tienes que forzarte… Iré a preparar la ducha, y mientras tú tomas un baño, cambiare las sábanas ¿Estás de acuerdo? —al ver que el rubio asentía, suspiró. En verdad era un chico muy fuerte para contener las lágrimas que seguramente quería derramar. Fue aún peor cuando le dedicó una pequeña sonrisa, haciéndola sentir sumamente triste. ¿Qué había hecho el rubio para merecer tal castigo? No lo sabía.

Cuando la contraria se dirigió al baño, simplemente se acomodó, haciéndose “bolita” para abrazarse a sí mismo. No tenía ganas de nada, si pudiese dejar de respirar también lo haría. Hasta ese momento en su mente había estado el hecho de no traicionar completamente la voluntad de sus padres, y sin embargo, en esos momentos estaba seguro de que ellos nunca habrían deseado eso para él. Debía tomar una decisión… Una que fuese para él y no para los demás.

 

 

Lejos de allí, en la mansión del tigre de Tasmania el amo estaba de un humor pésimo, haciendo que el aura del lugar fuese de película de terror.

 

—Parece que fuese a matar a alguien, Gaara. Tienes una reunión de negocios más tarde y no creo que sea correcto que vayas con ese humor. —comentó la Temari mientras le servía una taza de café al pelirrojo.

—Grr… —un suave gruñido escapó de sus labios. Definitivamente quería matar a alguien, pero simplemente no podía por el montón de problemas políticos que ocasionaría. —Ese maldito lobo de nuevo. ¡Le advertí a Naruto que viniera conmigo! —no había mayor frustración que no poder salvar a la persona que se ama—

—Calma, calma. El café te va a saber mal si sigues con esa actitud. —la rubia no se acostumbraba a ver a ese hombre fuera de  sus cabales, pero era natural, después de todo estaban hablando del zorro que tenía preso el corazón de su compañero. —Si quieres podemos raptarlo y traerlo hasta ti, no sería problema. —

—No puedo hacer eso. Porque estaría haciendo lo mismo que Sasuke, pero no lo perdonaré dos veces. Iré por Naruto yo mismo. Sin trucos, sin engaños. Yo no voy a ser otro mentiroso. —comentó con rabia mientras bebía un sorbo de ese insípido café. ¿Cómo es que esa lucha se había convertido en algo así? —cerró sus pálidos orbes, evocando recuerdos un lejano recuerdo.

 

 

El viento soplaba en aquel prado, las ramas de los árboles bailaban entre esas fuertes ráfagas y el cielo parecía estar rezándole a la tempestad, pues no había más que oscuridad. ¿Era esa la predicción de una tragedia? Ninguno de los beast en ese lugar parecía consciente de ello.

Ese día la pelea entre el pequeño Sasuke y Gaara había comenzado porque el primero había arrancado una flor que le había gustado al pequeño zorro.

 

—Te he dicho mil veces que no hagas eso, Sasuke. Sólo porque algo te gusta no debes arrancarlo, mataste la flor. —tenía el ceño levemente fruncido y sus orbes fijos en los negros del más alto. No le importaba cuán grande fuese el lobo, no iba a intimidarlo, mucho menos cuando había hecho llorar al zorrro de nuevo.

—Nadie te preguntó. Naruto dijo que la quería y yo se la di. Eso es todo. —ese pelirrojo siempre lo fastidiaba cuando intentaba tomar el corazón del rubio, pero algún día se desharía de él. Eso era lo que se juraba cada vez que estaban los tres juntos.

—Él dijo que le gustaba, no que la quería. Tienes esa mala costumbre de matar todo lo que quieres. —no había terminado de decir aquello cuando el azabache ya estaba encima suyo. Pero de un zarpazo pudo quitárselo de encima, aunque no fuese de conocimiento común los tigres de Tasmania no eran seres indefensos.

 

El pelirrojo abrió los orbes, nada había cambiado desde esos días. Él siempre buscaba proteger la voluntad del zorro mientras el lobo intentaba arrastrarlo a la fuerza. Por eso quería salvar al rubio, quería evitar que éste fuese convertido en un juguete más del azabache. —Kankuro, haz una llamada a la perrera, diles que voy para allá. Diles que sin importar nada, no van a detener mi paso. —al ver que el castaño asentía, se levantó, dejando el café humeando. 

 

 

Itachi Uchiha fue la persona desafortunada que tuvo que atender el teléfono durante esa mañana, siendo consciente de que tal vez su plan estuviese a punto de ser echado a perder por culpa de un beast demasiado metido para su gusto. Cuando por fin pudo colgar, Sasuke lo miraba expectante. —Como era lógico, viene a buscar al zorro. ¿Qué vas a hacer? —

—No se lo voy a entregar a nadie. —gruñó con frustración el lobo. No importaba cuánto tiempo pasara, simplemente no dejaría que Gaara se quedara con el zorro. Porque era un ser egoísta y ese rubio le había permitido ser un tirano con él, ya no había salvación ni para su alma ni para el contrario. Esa era la verdad.

—¿Y si Naruto quiere irse con él? ¿Vas a detenerlo? —ver a su hermano quedarse callado era uno de esos placeres que rara vez era capaz de disfrutar, pero simplemente no podía privarse de ello durante mucho tiempo. A veces incluso dudaba de cuál era verdaderamente su propio objetivo. ¿En realidad estaba haciendo todo aquello por la línea sanguínea o simplemente eran ganas de hacer sufrir a Sasuke? Algún día lo descubriría.

—No voy a dejarlo. —eso era lo único que podía asegurar, y sin embargo se veía incapaz de ver al rubio después de lo que había hecho. Al ver que la pelirrosa entraba con la bandeja de comida completa, suspiró, ya se imaginaba que el contrario estaría en ese plan. —¿Se negó a todo? —

—Aceptó el analgésico y le preparé un baño para que se relajara un poco, amo Sasuke. —quería gritarle que era un bruto y muchas cosas más, pero sabía que el rubio tenía una oportunidad para escapar, en cambio ella permanecería bajo el mando de los lobos durante mucho tiempo más.

—Oh… Ya veo. ¿Cómo está? —qué pregunta más estúpida, obviamente el zorro seguramente estaba en un estado horrible.

—¿Quiere usted la verdad? —preguntó con voz suave, y cuándo este asintió, suspiró. —Terrible, pareciera que en cualquier momento va a quitarse la vida. Pero es normal ¿No? Usted lo rompió. —cerró los ojos, pensando que recibiría una reprimenda por haberle hablado así a uno de los Uchiha, sin embargo, nada ocurrió. Y ante la petición del hermano mayor de que se retirara, lo hizo de forma apresurada.

—Como siempre ese chico llena de valor a los más débiles. —comentó Itachi con una leve sonrisa. —¿No es increíble? —

—Es porque Naruto es como el sol, ese estúpido de Gaara siempre lo está repitiendo. Pero su luz no podrá conmigo. —el sonido del timbre lo hizo fruncir casi inmediatamente el ceño. No se esperaba que el pelirrojo fuese a cumplir con su amenaza, pero definitivamente no iba a darle la oportunidad de ganarle.

—Bueno, suerte intentando apagar la rabia de ese extinto. —el mayor de los Uchiha se estiró con lentitud antes de levantarse. Tenía asuntos pendientes con un rubio por allí, así que no tenía tiempo de sentir pena por su hermano.

—Ja, cómo si la necesitara. —anunció de forma arrogante mientras se disponía a caminar hacia el recibidor.

 

 

El lobo tuvo que respirar profundamente antes de abrir la puerta, encontrándose con un pelirrojo sumamente cabreado. —No tienes nada que buscar aquí, no voy a entregártelo. —

—No vine aquí a pedir tu permiso, voy a llevármelo, así que déjame verlo antes de que mi paciencia se acabe y tenga que irme por la violencia. —aquellos fríos orbes demostraban la gran rabia que corría por las venas del joven en esos momentos.

—No. Regresa a tu cueva, de donde nunca debiste salir. —sentenció el lobo.

—No me da la gana, vine antes de que mates a Naruto. —de un momento a otro la sangre llegó a sus fosas nasales y sin ningún permiso, corrió, empujando al azabache en el proceso. Su nariz lo guio hasta una habitación que abrió sin problemas, y cuando entró al baño se encontró con el rubio recostado en un agua teñida de carmín. —¡Naruto! —se apresuró a tomarlo en brazos, antes de darse cuenta de que eran las heridas provocadas por el lobo.

El zorro reaccionó tarde, pues cuando por fin sus orbes se abrieron se encontró con el pelirrojo. Tal vez había sido el dolor o el simple cansancio lo que lo había hecho perder la consciencia, ya no importaba. Ahora que veía a Gaara el dolor y el frío en su corazón parecía crecer a niveles insoportable. —Gaara… —las lágrimas empezaron a brotar de sus orbes por fin, se había estado conteniendo pero ya no lo soportaba.

—¿Vas a aceptar mi proposición? —cuando observó como el rubio asentía, suspiró aliviado, definitivamente podría salvarlo siempre y cuando aceptara su mano. Dio la vuelta, encontrándose con el lobo bien plantado frente a la puerta. —Permiso. —declaró, antes de pedirle al zorro que volviese a su forma animal, lo cual hizo sin ningún problema. —Gracias… —ver el pelaje de ese pequeño canino con algunos pelones y heridas le rompía el corazón.

—Déjalo, me pertenece. —el gruñido de Sasuke no se hizo esperar, pero al escuchar el chillido del zorro inmediatamente se detuvo. Ese aullido de dolor era como una daga que atravesó por unos momentos su armadura. —No te lo lleves. —

—Tuviste tu oportunidad, ya no voy a dejar que hagas lo que quieras. —pasó sin prisa a un lado del azabache, sabía que no lo detendría, porque parecía que por fin el lobo era consciente del veneno que emanaba de su cuerpo. —No lo busques, ya lo has dañado lo suficiente. —amenazó, antes de apresurar el paso. Agradecía en demasía que a la salida de ese lugar estuviese Kankuro esperándolo con el auto.

 

 

El viaje se le hizo eterno al lobo, pues no había dejado de chillar y sollozar durante todo el camino hasta que se encontró solo con el pelirrojo dentro de uno de los tantos cuartos de invitados. Estaba destrozado, herido, posiblemente viviría con el peso de haber sido un juguete para Sasuke y nada más. Por fin era consciente que desde siempre le había permitido ser un tirano, y el contrario no supo nunca cuándo detenerse.

—Lo siento… Lo siento Gaara… —terminó por volver a su forma humana mientras se refugiaba en los brazos del contrario, que siempre estaba cuándo más lo necesitaba.

—No es tu culpa, no tengo nada que perdonarte… —con suavidad abrazó al más bajo, acariciándole la cabeza con suavidad. En su interior un remolino de emociones estaba surgiendo, pero por sobre cualquier otro la rabia dominaba. Habría querido matar al azabache que provocó todo, pero sabía que si hacía eso el rubio lo odiaría.

—Es porque no te escuché desde el principio… Todo esto pudo haberse evitado pero fui terco, muy terco… —volvió a sollozar con suavidad, aferrándose al contrario como si fuese su tabla de salvación. ¿Por qué debía sentirse tan triste y miserable?

—Todo estará bien, Naruto… Me encargaré de ello, así que puedes descansar. Ya le pedí a Temari que trajera un botiquín, hay que limpiar esas heridas. Luego te dejaré descansar por hoy y mañana hablaremos con calma. No necesitas que nadie te juzgue en estos momentos. —besó con ternura la frente ajena, provocando que su corazón sintiera paz por fin. El rubio había abierto los ojos, no… El lobo se los había abierto.

—No me dejes solo… —se apresuró a pedir, antes de que el contrario fuese a levantarse de la cama. Tenía miedo, tenía terror en esos momentos de las sombras que pudiesen perseguirlo. Porque si de algo estaba muy seguro el zorro era que Sasuke no lo dejaría ser libre nunca.

El tigre de Tasmania dejó que un suave suspiro escapara de sus labios. —Te acompañaré, no permitiré que seas herido nuevamente, mucho menos volveré a dejar que alguien te utilice. Sólo debes descansar. —en esos momentos su sol estaba irradiando una luz débil, pero aún la tenía… Y mientras hubiese luz, todavía quedaba esperanza para él.

—Bien… Me siento tan cansado… Me duele el corazón… —murmuró, antes de cabecear con lentitud. No creía poder mantenerse despierto por mucho más tiempo.

—Todo a su tiempo, Naruto… Todo a su tiempo. —susurró, dejando que el menor cerrara los orbes y descansara sobre su regazo. No le molestaba, ya se encargaría él de arroparlo y prestarle ropa. No quería verlo nunca más sufrir, pero estaba siendo optimista, la batalla por el último zorro, recién estaba por comenzar. 

Notas finales:

*Muchas gracias por continuar leyéndome~ 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).