Insomnio
Harry se sentó abruptamente en el colchón, sudaba frio y estaba tembloroso, sacudió la cabeza y se froto la cara con las manos, estaba seguro de haber tenido una pesadilla, el problema era que no recordaba absolutamente nada, lanzo un largo suspiro y se incorporó. Miro alrededor intentando ubicarse en el espacio-tiempo, la oscuridad se tragaba todo, encendió la lámpara de noche, reconoció el cuarto que le habían asignado en la hostería, las paredes blancas y los muebles rústicos le hicieron sentir más confiado, consulto su reloj de pulsera, eran las cinco y quince de la madrugada.
El muchacho sabía que era inútil volver a acostarse, no lograría conciliar el sueño, por lo que decidió ir a la cocina y buscar en la alacena algo de comida, como era lógico no había nada, intento ahora en el refrigerador, nada, debió haber comprado algo antes de ir a dormir. En esos momentos se le antojaba algo caliente para hacerle sentir más confortable, miro al vacío un momento, al cabo de unos segundos tomo la decisión de salir a ver si encontraba algún local abierto, se puso ropa abrigadora y cogió algo de dinero.
Bajaba las escaleras con sumo cuidado para no provocar ruidos, se rió mentalmente, esa escena se le hacía familiar, llego a la planta baja, recorrió el lugar con la mirada, se veía tan lúgubre y espeluznante cuando no estaban aquellos ancianos atendiendo el pub, de alguna manera sus chispeantes ojos azules aportaban un poco de carisma al lugar. Camino despacio hasta la puerta de entrada, se desconcertó un poco cuando la vio cerrada con llave.
—Señor Potter —dijo una voz en la oscuridad.
El moreno se estremeció y giro su cuerpo de tal manera que su espalda quedara tocando la puerta, espero a que el dueño de la voz se apareciera, Severus Snape surgió de entre las sombras, sus ojos negros brillaron en la oscuridad.
—¿Qué hace levantado a estas horas? —pregunto el mayor quedando frente a Harry.
—Insomnio —susurro.
—Ya veo, espero que no esté pensando en salir a la calle pues esa puerta se abre a las siete en punto —comento Snape.
A Harry le pareció que la voz de aquel hombre sonaba exactamente igual a la de un profesor de preparatoria excesivamente estricto.
—No lo sabía, solo quería ir a buscar algo de comer —se excusó.
Snape se quedó pensativo unos momentos, decidiendo si era buena idea lo que estaba a punto de decir, finalmente se rindió.
—Venga conmigo.
Harry lo siguió de vuelta a las escaleras, Severus abrió la puerta de su departamento y entro.
—Pasa —pidió el mayor.
El moreno así lo hizo no sin cierta reticencia, cuando estuvo en la sala se dedicó a inspeccionarlo todo, ese cuarto era muy diferente del suyo, las paredes eran de un suave color arena y lo que predominaba eran libros de todo tipo, cuadros de paisajes silvestres y detalles que le dejaban entre ver la personalidad de su dueño.
—Siéntate, ¿Qué te gustaría comer?
—Yo…me gustaría algo caliente, si no es mucha molestia —respondió Harry saliendo de su ensoñación.
Severus saco una tetera y la lleno de agua, no tenía ninguna comida preparada pues casi siempre iba a la cafetería que estaba a dos cuadras cuando quería algo, sin embargo lo que nunca faltaba en su cocina era el té negro y las galletas de mantequilla, de alguna manera se sentía como una abuela, el agua estuvo caliente al cabo de pocos minutos, preparo el juego de té y lo acomodo en la mesa, a Harry se le iluminaron los ojos.
—Por el momento es todo lo que tengo, casi nunca cocino —dijo Severus sentándose al lado del muchacho.
—Esto es perfecto, muchas gracias señor.
Ambos se llevaron el caliente brebaje a los labios, Harry sintió de inmediato el confort que necesitaba, Severus recargo la cabeza en su mano.
—Ummm señor ¿puedo hacerle una pregunta?
Severus asintió.
—¿Qué hacía despierto a estas horas?
Al mayor se le ensombreció el rostro.
—Insomnio, supongo —respondió escuetamente.
Harry entendió la indirecta, Severus no quería hablar sobre el tema.
—Ayer, Dumbledore hablo sobre un trabajo, ¿podría explicarme en qué consiste? —pregunto el menor cambiando de tema.
—No es difícil, pero conlleva cansancio físico, soy el guardián del cementerio y mi trabajo es mantenerlo todo en buen estado, además de proporcionar los servicios necesarios en caso de que se lleve a cabo un sepelio —respondió Snape.
—Eso es muy interesante, y ¿Dónde entro yo?
—Serás mi ayudante, lo único que tienes que hacer es lo que yo te pida que hagas —concluyo Severus mirando los ojos verdes que causaban estragos en su salud mental.
—En-entiendo —tartamudeo el moreno, la feroz mirada negra lo dejaba sin palabras.
—¿Terminaste?
Harry asintió. Severus retiro el juego de té y empezó a lavar los trastos.
—¿Necesita ayuda? —pregunto Harry.
—No por ahora, una cosa, me gusta que me trates con respeto pero el hecho de que me hables de usted me empieza a incomodar, puedes tutearme —murmuro Snape.
La razón principal que tenía Harry de hablarle de aquella manera era que se sentía intimidado por la mirada del mayor, sumado a eso estaba el hecho de que Severus le había llamado “señor Potter” cuando estaban abajo.
—Lo hare, si usted también lo hace —replico el moreno.
—Bueno, entonces Harry será mejor que regreses a tu apartamento y te prepares para una jornada de trabajo manual.
El menor sintió un cosquilleo en el estómago cuando Severus pronuncio su nombre de aquella manera.
—Está bien, hasta ahora…Severus.
Harry salió por la puerta y se apresuró a su departamento, se cambió la ropa por una más cómoda y abrigadora.