El sobre manila y la pareja curiosa
Harry se recostó en una cama matrimonial, estaba cansado de tanto vagar por las calles, se había ido de la casa de locos pero no tenía un plan fijo para su vida a partir de ese momento. Hizo un repaso mental de lo que había sido la jornada de aquel día.
Lo primero que hizo fue caminar hacia el pueblo más cercano, porque a esas horas de la madrugada no había ningún transporte público, se lamentó por aquellos huecos en su plan y esperaba que un autobús mágico se apareciera en medio de la noche corriendo a toda velocidad dispuesto a llevarlo a Londres por una mínima cantidad de dinero, pero eso no ocurriría, así que siguió caminando hasta que estuvo completamente amanecido.
Una vez en el pueblo, se adentró en la primera cafetería que vio abierta, pidió una tarta de melaza (su favorita) y un té, cuando termino su desayuno miro por la ventana y se preguntó que debería hacer, entonces recordó el sobre manila que le había dado su primo y la curiosidad lo invadió, lo saco de su mochila le dio vuelta al hilillo rojo que amarraba el sobre, dentro encontró dos papeles, “cartas” pensó el moreno, una estaba escrita en una hoja cuadriculada como arrancada de una libreta, la otra era bastante vieja pues el papel blanco estaba amarilleando, además de una increíble suma de dinero, miro alrededor, nadie le estaba prestando atención, guardo el dinero en la bolsa de su chamarra heredada, ya luego contaría cuanto era.
Abrió el papel que se veía más reciente, contenía las siguientes palabras:
Muchos rumores corren sobre ti en todos lados, deberías saber que en nuestra casa no eres más que un huérfano cuyos padres murieron en un accidente de coches, pero he escuchado a mi madre hablar de ti con un tono de escándalo que probablemente nunca entenderé, no me interesas en absoluto pero pensé que encontraría nuevas formas de molestarte si sabía más de ti, así que investigue, deberías buscarte en google te saldrían un millón de resultados, no sé si sean todos verdaderos pero son muy interesantes. Como sea si quieres más respuestas tendrías que ir al valle de Godric, te daré dinero para asegurarme de que no regresaras a casa, no te quiero de vuelta aquí, sabía que te irías en algún momento, por eso me asegure de robar lo suficiente para tu escape.
Y eso era todo, Harry tuvo que leer aquella carta tres veces más y ni aun así comprendió de qué diablos estaba hablando su primo. Cogió el otro papel y lo abrió, este decía:
Petunia, querida hermana, algo malo ha pasado, por favor cuida de mi bebe, te lo suplico.
Para cuando termino de leer aquellas pequeñas líneas, una camarera se le acercó.
—¿Desea ordenar algo más?
—N-no
—¿Se encuentra bien?
—Sí, solo ¿podría darme la cuenta?
—Por supuesto.
La muchacha se alejó preocupada, el chico de ojos verdes se veía realmente devastado y a punto de llorar, aquel rostro tan atractivo que ella había notado desde que se acercó por primera vez, había cambiado completamente al leer esa extraña nota, él se puso pálido y sus ojos se llenaron de lágrimas, la muchacha suspiro, no había nada que pudiera hacer, le llevo la cuenta al chico y él tomo sus cosas y se fue.
Harry tomo las colchas color arena y se envolvió en ellas cuando recordó las escuetas palabras que su madre había escrito con caligrafía perfecta en aquel papel ¿algo malo ha pasado? ¿a qué se refería? Una luz se ilumino en la mente del moreno, lo único que tenía que hacer era ir al Valle de Godric y buscar respuestas. El muchacho no se percató cuando se quedó dormido.
Eran las tres de la tarde cuando el chico despertó, había tenido sueños extraños, todo eran luces verdes y gritos, busco sus anteojos en la cama, se le habían caído mientras dormía, se levantó y tomo una ducha para aclarar sus ideas y despertar del todo. Cuando estaba por vestirse noto que toda la ropa que llevaba en su mochila eran las ropas extra grandes y usadas que aun conservaban el aroma de su primo, arrugo la nariz y se puso unos pantalones, una playera y una chamarra, lo demás lo tiro en el cesto de la basura del baño, compraría ropa nueva ese mismo día.
Salió del hotel y fue directo a un café internet para consultar google maps, tuvo el impulso de poner su nombre en el buscador pero se dominó, no quería caer así de bajo, cuando encontró lo que buscaba, imprimió el mapa y fue a los grandes almacenes de ropa, quería verse bien y estar cómodo, borrar todo rastro de haber estado con los Dursley. Una vez adquirida su nueva colección otoño-invierno, fue a King Cross en taxi, compro un boleto para ir a West Country, comió un típico plato de fish and chips en la calle y se subió al tren.
Miraba por la ventana a la multitud de personas que se despedían de sus amigos y familiares, una escena conmovedora, entonces la puerta del compartimiento se abrió y entró un pelirrojo lleno de pecas, parecía tener la misma edad que él.
—¿Te importa si me siento? Todos los vagones están llenos.
Harry asintió con la cabeza, el pelirrojo se asomó hacia atrás y llamo a alguien.
—Hermione querida, encontré un sitio.
El moreno observo como la pareja se sentaba y acomodaba frente a él, la chica era castaña y tenía unos alocados risos, era muy guapa. No habían pasado ni tres segundos cuando el pelirrojo saco una bolsa, dentro habían múltiples caramelos.
—No deberías comer eso, te hice un emparedado de carne —replico la castaña que había abierto un libro y lo estaba leyendo.
—Pero la carne esta seca —se quejó el pelirrojo.
—Entonces espera a que lleguemos a casa de tu madre Ronald.
Harry los veía divertido, entonces sus ojos se encontraron con los de la castaña.
—¡No puede ser! ¡Eres Harry Potter! —grito emocionada.
El moreno frunció el ceño.
—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunto atolondrado.
—¿Bromeas? ¡Eres famoso! Hasta mi novio de pocas luces sabe quién eres ¿verdad amor? —pregunto, la chica estaba realmente excitada.
—Sí, Harry Potter el niño que vivió —dijo el pelirrojo sin mucho interés.
—¿De qué hablan? —pregunto compungido Harry.
—Dime ¿tienes la cicatriz? —pregunto entonces el pelirrojo.
Harry se quedó en blanco, la cicatriz en forma de rayo que se había hecho cuando fue el accidente, claro que la tenía, se levantó el flequillo para mostrarla.
—Genial —fue todo lo que exclamo el pelirrojo.
—Me llamo Hermione Granger y él es Ronald Weasley, estamos encantados de conocerte en persona —dijo la castaña extendiéndole una mano.
Harry la estrecho.
—Bueno, ya saben mi nombre —contesto Harry.
La castaña le sonreía.
—Estamos por ir a West Country, con una pequeña parada en casa de la madre de mi novio, estoy haciendo un trabajo de investigación sobre ti —comento Hermione.
—¿Por qué sobre mi precisamente?
—Es lo más interesante que pudimos encontrar en el libro de historia moderna —dijo Ronald.
—Eso es verdad en parte, yo quería trabajar con un acontecimiento social desarrollado en Inglaterra que hubiese dado un giro en todo el mundo —comento Hermione.
—¿Qué es ese acontecimiento?
—No me puedo creer que no sepas nada de ti mismo —sentencio Hermione.
Harry miro por la ventana con semblante irritado, no era su culpa que sus tíos jamás hubieran mencionado nada al respecto.
—Lo has hecho enfadar —dijo Ronald.
—Lo siento Harry —se disculpó la castaña.
Él los miro alternativamente.
—Está bien solo ¿responderían a mi pregunta?
—Claro, bueno Harry, en los días oscuros como le llaman algunos historiadores, hubo un grupo dirigido por Tom Marvolo Riddle también conocido como el Lord oscuro, ellos eran una especie de secta que buscaba el poder y la pureza de la sangre, ellos cometían terribles asesinatos contra los mestizos e impuros, nadie podía detenerlos, la policía no hacía nada en su contra pues los habían sobornado, a ese grupo se les conoció como mortífagos, casi todos ellos provenían de familias ricas y poderosas, por eso nadie les ponía un alto, hasta que surgió otro grupo, la orden del fénix dirigida por Albus Dumbledore, estuvieron en constantes peleas hasta que un día termino con la muerte de Tom a manos de una mujer, tu madre, pero dicen que antes de morir el Lord te hizo esa cicatriz asegurando que tu serias su sucesor.
Harry se quedó impactado y trato de asimilar aquella información.
—Es nuestra parada —dijo entonces Ron.
La pareja tomo sus cosas y se despidieron del taciturno moreno.
—Tal vez nos volveremos a encontrar, tengo la intuición de que así será —se despidió la castaña.
—Hasta luego Harry —dijo Ronald sonriendo.
—Hasta luego.
El moreno los vio marcharse y se quedó pensativo.