Allí estaba Hiyuu, sentado en una silla más modesta que su trono, pero mirándome con el mismo deje de superioridad típico en la realeza. A su lado, alguien estaba sirviéndole el té con una calma envidiable.
...era el chico que había entrado al castillo la noche anterior, aquel al que había seguido.
—Te presento al conejo blanco.—me susurró Hiro, y la advertencia del hombre vestido de azul empezó a dar vueltas en mi mente
“Ten cuidado…”
*************
—Llegas tarde.—fueron las primeras palabras de Hiyuu
—No podía salir del laberinto…—me excusé
—Acércate.—
Miré a Hiro en busca de ayuda, pero ya no quedaba nada de él entre mis brazos, así que me dirigí hacia Hiyuu, sin perder de vista al “conejo blanco”, que servía té al rey como si se hubiera estado entrenando años exclusivamente para ello.
—¿Qué ocurre? ¿Tanto te gusta Yo-ka?—me preguntó una vez estuve frente a él
—¿Ah?—también atraje la atención del mencionado
Así que así se llamaba...
—Es mi mayordomo.—
—Ah…—
—¿Por qué has entrado en el laberinto?—me miró directamente a los ojos, y sentí la necesidad de reverenciarle
—Quería...salir de aquí…—confesé, y levantó una ceja ante mi “ofensa”
—¿Perdón?—
—Quiero volver a mi casa…—
—Te dije que no podías salir de aquí.—se levantó, y la taza de té cayó al suelo, haciéndose añicos
Di un par de pasos hacia atrás, pero el criado de aquella mañana me agarró para que no pudiera escapar.
—Si tanto te gusta el laberinto pasarás la noche allí.—
—¡¿Qué?!—aquel tipo me levantó—¡Suéltame!—
—Ichiro, ya sabes qué hacer.—Hiyuu se dio la vuelta, dándome la espalda...y fui encerrado entre los rosales
Jamás aquellos tallos habían parecido tan altos, ni los caminos que formaban tan estrechos. A medida que pasaban las horas me desesperaba más y más, y comencé a pensar que no existía una salida. Unos pasos ajenos a los míos hicieron que mi corazón comenzara a acelerarse:
—¿Sa...Satoshi? ¿Eres tú?—pregunté, estaría incluso aliviado si apareciera, pero los pasos cada vez se acercaban más y no había respuesta
Puse mis brazos frente a mí, intentando protegerme del aire...personificado en Yo-ka.
—¿Ah…?—
—¿Estás bien?—me preguntó, sostenía un pequeño farol en su mano derecha, ya que empezaba a anochecer
—Sí...estoy bien.—no sabía si debía fiarme de él
—Siento que Hiyuu haya sido tan duro contigo, es que no le gusta que le desobedezcan.—
—Pero yo me quiero ir a mi casa… ¿No hay una salida por aquí?—
—La hay, pero no hacia donde tú deseas ir.—
—¿Entonces…?—
—Solo Hiyuu puede sacarte de aquí.—
—¿Hiyuu?—
—Llegan personas como tú a menudo, no eres el primero...y no siempre acaban bien.—
—¿Él los...mata?—pregunté, con hilo de voz
—Eso pensaba que haría contigo, pero ha sido benevolente. Cuando llegue el alba abriré el laberinto para ti, y podrás volver a tener audiencia con él.—
—¿Te...te vas a ir ahora?—
—Sí.—
No quería quedarme solo allí a oscuras…
—Quédate conmigo por favor.—le pedí, olvidando la advertencia
—Claro, si así lo deseas.—nos sentamos en el césped, alumbrados por el pequeño farol, apoyados en las plantas repentinamente duras como piedras
La noche nos cubrió por completo, y el tono de voz de Yo-ka varió, asemejándose más al que tenía cuando lo vi por primera vez.
—Yuuki.—
—¿Sí?—
—Cuando le pidas ayuda a Hiyuu...ten cuidado.—me miró a los ojos, y su pelo iluminado por la luz de la luna volvió a captar mi atención
Visto de esta forma era un chico realmente guapo…
—¿Lo tendrás?—estaba a pocos centímetros de mí, y no pude más que asentir mientras sus labios se posaban sobre los míos
No me di cuenta de lo que estaba pasando hasta que se tumbó sobre mí en el suelo. Me sentía como en trance, ajeno a todo pero al mismo tiempo terriblemente consciente de cada uno de los movimientos que hacía.
—Mm…—estaba rasgando mi vestido con las uñas, y yo se lo estaba permitiendo, arrullado por sus besos
—Pasaremos la noche juntos en el laberinto…—sus labios rodando por mi cuello—¿Sí…?—
—Sí…—el tono de mi voz ni siquiera sonaba propio
Lo siguiente que recuerdo son escenas brumosas de Yo-ka moviéndose sobre mí, el farol roto en el suelo y el aceite quemando mi mano, agarrada a la hierba para no resbalar. También recuerdo sus gemidos en mi oído, y la sensación de mareo cuando se corrió dentro de mí, los arañazos, los mordiscos...el dolor…
El dolor fue lo único que quedó de aquel encuentro cuando desperté, tirado en mitad del laberinto, con el vestido hecho jirones y la marca de lo que parecía ser un zarpazo en mi abdomen.
—Ah…—llevé mi mano a mi cabeza, y al notar el ardor que sentía en mis dedos pude ver que la quemadura había sido real, y de hecho el farol roto seguía a mi lado
Así que lo demás también había ocurrido de verdad…
—No hiciste caso a la advertencia de la oruga.—levanté mi cabeza un par de centímetros para mirar a Hiro, sentado sobre uno de los muros de espinas como si se tratara de su propia cama
—¿Ah…?—aún me sentía algo mareado como para procesar la información
—El conejo blanco te ha engañado.—repentinamente estaba abajo conmigo—Y se ha llevado lo que quería.—se inclinó sobre mí para lamer la herida de mi abdomen, y extrañamente el calor de su lengua me alivió el dolor—Ha debido estar bien.—se relamió—Una lástima que me lo perdiera.—
—Ya...ya no me duele…—
—Lo sé.—se puso sobre mí—Al final deberías fiarte del que menos esperabas.—sonrió—Agárrate a mí si quieres salir de aquí.—
Lo rodeé con mis brazos y el suelo debajo de mí se volvió blando. Estábamos sobre una cama.
—¿Y esto…?—pregunté, con el pelo de Hiro cayendo sobre mí, y sus ojos de gato observándome fijamente
—También aceptaría un gracias.—me dio un beso en los labios, y en condiciones normales lo hubiera empujado por tal acción, pero me sentía sin fuerzas—Vaya...estás acabado… ¿Estaría muy mal de mi parte aprovecharme del hechizo del conejo…?—empezó a moverse sobre mí, frotándose como...un gato—Es tentador…—me besó, esta vez fue mucho más largo, y se valió de los agujeros que ya tenía mi vestido para tocarme por debajo de la ropa
La sensación era distinta en esta ocasión...el trance era similar pero...las caricias de Hiro se me tornaban cálidas un momento y frías al siguiente. Besos dulces y mordiscos después, un contínuo sube y baja que no parecía tener fin...pero un ruido se escuchó detrás de la puerta...y Hiro desapareció.
—¿Ah…?—me encontré confundido y desorientado en ese momento, recuperando el control sobre mi cuerpo poco a poco...y Hiyuu entró a la habitación
—¿Qué haces en mis aposentos? ¿Te ha traído Yo-ka?—inquirió
—No...lo siento ya...ya me voy…—usé todas mis fuerzas para incorporarme en la cama, pero entonces pensé en lo que me había contado Yo-ka—Hiyuu-san…—
—¿Sí?—
—Tú puedes ayudarme a salir de aquí verdad…—
—¿Por qué debería hacerlo?—
—Haré lo que quiera…—
—¿Lo que yo quiera? ¿Qué puedes tener para ofrecerme?—
—Fue usted el que...quiso mantenerme como sirviente...y dijo que era su tipo.—
—Sí, pero no me gusta que nadie los pruebe antes que yo.—señaló la herida de mi abdomen, ya menos notoria gracias Hiro
—Ah…—
¡¿O sea que quería sexo?!
—Qué has estado haciendo en el laberinto.—sus dedos por mi cuello, acariciando los mordiscos...y no volví a sentir ningún dolor
Su contacto era cálido, cálido de verdad. Toda molestia que pudiera tener desapareció de repente, y sentí la necesidad de estar cerca de él.
—¿Qué...qué es esto…?—mi corazón comenzó a palpitar rápidamente de nuevo
—Soy el rey de corazones. Serás mío con solo tocarme.—mi vestido roto desapareció, y me encontré completamente desnudo frente a él, sin una sola cicatriz en mi cuerpo—¿Lo entiendes ahora?—dejó mi cabello suelto, y se quedó mirándome a los ojos
No, en realidad no entendía nada, no sabía por qué era débil ante todas estas presencias, y mucho menos a qué se debían sus particulares poderes o qué pintaba yo en todo esto, por qué estaba allí ahora y por qué solo quería que Hiyuu me besara.
—¿Lo sientes?—sus dedos acariciando mi mejilla—¿Sientes el calor?—
—Sí…—dejé que me acercara a él, y acabamos besándonos finalmente, con los ojos cerrados y la mente en blanco y rosa a la vez
—Bien…—sus manos bajando por mi pecho, mi cintura, con calma...yo por mi parte tuve que buscarme apoyo en sus hombros, y de un momento a otro ambos estábamos desnudos en la cama, besándonos como si lleváramos años conociéndonos y estuviéramos enamorados desde el primer momento en el que nos vimos.
Caí en la ilusión del amor de Hiyuu. O quizá su amor había sido lo único real que había sentido desde el día anterior. Las rosas comenzaron a crecer en los mástiles de la cama, y cada movimiento de nuestros cuerpos estaba acompasado con nuestras voces, voces que se acallaban al momento la una por la otra. Labios sobre labios, dedos entrelazados, sábanas enredadas, y mentes unidas.
Fue entonces cuando lo vi. Vi aquello que no era real y a la vez sí. Momentos en los que Hiyuu y yo nos besábamos, Yo-ka y yo discutiendo, Hiro andando de mi mano...parecía una vida distinta a la mía, algo en lo que había participado sin saberlo…
Puede que aquella fuera mi vida...y que los labios de Hiyuu ni siquiera estuvieran besándome ahora…
...pero el calor que sentía en mi pecho me hacía querer quedarme en ese lugar, realidad o no.