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UNA VERDADERA FAMILIA por Ina Laufeyson

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Sentry, entre la confusión y el miedo, junto a Hailstrum llevaron a Loki de inmediato ante su rey, informándole que algo le pasaba al príncipe pero Laufey ni siquiera se volteó a mirar a su hijo como tampoco mostrar el mínimo interés en el desespero de Sentry. Parecía estar pensando más en otra cosa o tal vez viendo algo mucho más interesante frente a él, dando la señal de que no le importaba haberlos o no escuchado.

Furioso, Sentry se llevó a un inconsciente Loki, lejos del palacio. Sabía que Loki aún respiraba pero no despertaría hasta tener las medicinas que solo las nornas pudieron brindarles. Tal vez lo peor era sentir cómo Loki entraba en un estado cálido, sufriendo de una fiebre. Aunque los jötnar eran inmunes a las enfermedades, para Sentry Loki no dejaba de seguir siendo un jotun e iba a hacer lo posible por cuidarlo.

—Hailstrum. —Llamó la atención del grandulón que silenciosamente se mantenía a su lado —¿Cómo podemos ir a Nornheim?

Sentry puso a Loki encima de muchas mantas, cubriéndolo hasta casi taparle enteramente. Sabía que el viento y el clima de Jotunheim no favorecerían en nada la salud de Loki.

—Necesitamos el Cofre de los Viejos Inviernos —susurró Sentry, ya que Hailstrum seguía callado.

El reino de las nornas podría proporcionarle de las medicinas o lo que sea para ayudar a Loki, si ellas habían logrado mantenerlo con vida casi un milenio, ¿por qué Sentry no podría? Pero para ello necesitaban del cofre, así Laufey volvería a ser temido y sus allegados podrían darse la libertad de ir a otros reinos y obtener lo que quisieran.

—Necesito que lo cuides —le dijo a Hailstrum después de haber pensado en silencio. Quiso acariciar la frente de Loki pero se contuvo, ya tendría tiempo. —Yo iré a hablar con nuestro rey.

🌟🌟🌟

Un día antes a la coronación del nuevo rey de Asgard, Thor estaba feliz pero también se mostraba nervioso. Y lo peor era que Odín, el Padre de Todo, le había aconsejado en conseguir una compañera, una reina  a su lado para que su pueblo confiara más en él y estuvieran seguros de tener un príncipe o princesa para seguir con la línea de sucesión al trono.

—¿Una reina? —había preguntado Thor, con nerviosismo —no necesito más reina que mi madre.

—No seas ingenuo, Thor —dijo Odín—. Necesitas formar una familia.

—Aún hay tiempo para eso, además necesito encontrar a dicha “reina”.

—Hijo, justo frente a ti y a tu lado hay una mujer digna de amar.

Thor sabía que se refería a Sif. Pero él no podía amarla como a una esposa, no cuando era su amiga de la infancia: era como su hermana.

Y esa misma tarde, cuando Thor daba un largo paseo por los bosques de Asgard, necesitando relajarse para el día siguiente, escuchó una alarma. La llamada de emergencia de Heimdall, el guardián del Bifrost, se escuchó en todo el reino. Y Thor se dirigió rápidamente al puente mientras volaba por los cielos gracias al Mjolnir. Al llegar vio que había Gigantes de Hielo. Eran pocos, seis en total. Y uno era un monstruo en forma de algún gran animal que habitaba en Jotunheim. Thor lo derribó dejándolo caer al abismo mientras sus amigos llegaban a tiempo para ayudar a Heimdall y acabar con los demás jötnar.

Cuando Thor estuvo delante de Odín, empezó a informar de lo que había sucedido y entonces cuestionó casi con la rabia incrustada en cada palabra.

—¿Cómo es que intentan entrar a Asgard cuando tú y su rey han firmado una tregua de paz?

—No lo sé. —Respondió Odín, cansado. No estaba seguro pero sabía que algo no andaba bien cuando esos guerreros intentaron entrar a través del puente conociendo los riesgos.

—Padre, lo mejor será ir a Jotunheim y obligarlos a hablar —sugirió Thor como si estuviera listo para una guerra.

—No, lo mejor será olvidar esto —replicó Odín.

—¿Pretendes que finjamos que nada de esto sucedió?

—¿Qué pasó, Thor? No sufrimos ninguna pérdida.

Claro que Thor no entendía esa buena actitud de su padre, perdonando indirectamente al enemigo. Thor se retiró a sus aposentos a romper cosas porque era obvio que no sabía cómo expresar su ira, su miedo, evitar que Jotunheim volviera a causar otra guerra. Monstruos, pensó. Su deseo siempre fue ir a Jotunheim para acabar con su rey ya que había dejado tuerto a su padre.

Solo Frigga, su madre, era la única en comprenderlo pero deteniéndole a cometer alguna locura.

Al día siguiente, siendo el día de la coronación, millones de personas llegaron desde diferentes reinos para presenciar el nombramiento del nuevo rey y rendirle tributo.

La ciudad dorada de Asgard, mostraba a los asgardianos casi eufóricos y fue mucho más cuando Thor hizo presencia, dando grandes gritos de victoria como si de una guerra triunfante llegara. Levantó las manos, contagiando más la alegría en todos. Cuando al fin estuvo a unos metros delante de su padre, se atrevió a guiñar a su madre y lanzar una mirada de complicidad a sus amigos. Entre el vitoreo, Odín era el único que no se había contagiado de las sonrisas para mantener el semblante serio, contemplando a su único hijo, sin poder creer que estuviera ahí haciendo todo lo contrario de lo que le había dicho: “todo tranquilo, relajado, que no se oiga ni la mosca volar”. Era Thor, y dentro de sí sabía que eso iba a pasar.

Odín se puso de pie y dando un golpe al piso con su lanza, llamada Gungnir, todo el mundo guardó silencio, y empezó su discurso. Presentó a Thor como su único hijo, y su heredero.

—He defendido Asgard desde…

Mientras tanto, en las sombres del palacio de Asgard, tres jötnar lograron su cometido para llegar hasta el salón de reliquias de Padre de Todo.

Odín miró fijamente a su hijo para empezar el juramento que correspondía debía hacerse en presencia de todos los reinos.

—¿Juras preservar la paz en los nueve mundos?

—¡Lo juro! —respondió Thor, al instante. Dejando claro que ni siquiera había tomado atención a la pregunta. Estaba ansioso de ser el nuevo rey, y como primer mandato sería atacar a Jotunheim, exterminando para siempre a ese mundo.

—¿También juras dejar tu arrogancia y tu estupidez a un lado?

—¡Lo juro!

—Entonces yo Odín, Padre de Todo… —gracias a ciertas habilidades que Odín poseía, pudo sentir la presencia de gigantes de hielo en su reino.

Los jötnar entraron en el salón de reliquias, encontrándose a su paso muchos artefactos de gran poder y quizá más fuertes que el mismo Cofre de los Viejos Inviernos, pero ellos quería lo que pertenecía a su reino y sobre todo, porque así tal vez podrían ayudar a su príncipe.

Odín liberó al Destructor, el guardián que protegía las reliquias. Éste terminó lanzando llamas a los jötnar, acorralándolos para que no escapasen y empezar a asesinar uno a uno. Pero Odín llegó a tiempo para detenerlo y volver a encerrarlo.

Thor estaba detrás, con la furia plasmada en su rostro porque habían interrumpido un valioso momento que debería de ser el más importante de su vida.

—Otra vez —dijo Thor tratando de mantener la calma —, otra vez… y esta vez irrumpieron el salón de reliquias.

Odín se quedó ahí mirando los cuerpos sin vida de sus guardias y de los jötnar, aunque uno parecía aún aferrarse a la vida. No podía comprender cómo es que esos jötnar no robaron lo primero que vieron.

—Todo está bien —dijo Odín, poniendo en su lugar el Cofre de los Viejos Inviernos.

—¿Todo bien? —Thor preguntó, empezando a perder la paciencia —¿Qué habría pasado si lograban escapar con cualquier reliquia?

—No lo hicieron. Pagaron con sus vidas.

—¿Es todo lo que vas a decir? ¿No harás nada?

—Siendo tú el rey, ¿qué harías?

—Ir a Jotunheim y acabar con ellos. —La respuesta de Thor fue tan sincera que a Odín le llegó un golpe de la realidad: Thor nunca estuvo listo para asumir el trono.

—Como no eres el rey, no se tomará tu sugerencia.

Thor se quedó estupefacto, intentado no destruir todo el salón. Ya tarde se le vinieron posibles respuestas y especulaciones que pudieron haberle hecho cambiar de opinión a su padre como el hecho de que si los jötnar habían llegado tan lejos, era posible que un día, él mismo amaneciera muerto producto de un asesinato. Y tal vez si hubiera dicho que buscar respuestas, pacíficamente, era mejor que ir a pelear, Odín no le habría pedido su ausencia en lo que restaba el día.

Por casi dos días, Thor había reunido a sus más leales amigos y su mejor amiga Sif, para hablarles de su perfecto plan: ir a Jotunheim. Cualquiera que fueran las consecuencias, debían ir y darles una severa advertencia.

—Es una locura.

Era la única respuesta que obtuvo una vez presentaba su plan. Ninguno de sus amigos se sentía motivado siquiera para prepararse a la pequeña batalla que Thor quería iniciar. Ante mucha insistencia, Sif y Fandral fueron los únicos que añadieron otros planes, cambiando la pelea por una conversación.

—Podríamos ir, si prometes no levantar la ira de los jötnar —planteó Sif.

Thor aceptó con una fingida sonrisa; esa idea no le gustaba para nada, pero era la única forma de que parte de su plan se llevara a cabo. Los cinco se dirigieron hacia el Bifrost, después de prepararse y tomar sus armas por si alguna criatura los amenazaba.

—Si Padre de Todo trata de castigarnos, diremos que nos obligaste —dijo Fandral palmeando el hombro de Thor.

Heimdall, el guardián de Asgard, les dio paso libre a los cinco para que pudieran hacer su viaje a través del Bifrost. Él sabía todo lo que había estado pasando en Jotunheim. Siempre trataba de poner atención a lo que pasaba en otros mundos, y prestar oídos a todo lo que pudiera amenazar a su rey. Es así como Odín ganaba las batallas, gracias a Heimdall, quien podía ver todas las estrategias del enemigo. La habilidad que Heimdall poseía era codiciada por muchos otros reyes pero él solo servía a los reyes asgardianos.

Así que abrió un portal hacia Jotunheim para que el príncipe Thor empezara a aprender que no todos tienen malas intenciones y una raza como los jötnar no eran unos monstruos en su totalidad.

—Que mi padre no se entere —le dijo Thor antes de marcharse.

🌟🌟🌟

Cuando Loki despertó sintió una calidez que no sentía desde que las Nornas habían muerto y su hogar había sido destruido. Notó que la calidez provenía de muchas mantas que forraban todos los muros de la habitación y el piso. Hasta él estaba recostado en un montón. Entonces recordó que se había desmayado. Se levantó lentamente reconociendo las mantas: era lo que los Jötnar usaban para confeccionar sus ropas si así se los podía llamara a esas  pequeñas prendas que llevaban.

Miró a su alrededor y vio que se encontraba solo en un cuarto grande, que nunca antes había visto. Le dio vértigo estar de pie y volvió a recostarse. Y en eso Hailstrum entró que por ser tan grande, a cada paso, hacía temblar toda la habitación.

—Hola —Loki intentó sonreírle—. Ya desperté y estoy mejor… —tras un largo silencio, Loki volvió a hablar —¿Cómo consiguieron tantas mantas sin que mi padre se opusiera?

Hailstrum evitó mantener contacto con Loki, y se puso a revisar el cuarto como si algún animalito hubiese entrado cuando los animales en Jotunheim eran gigantescos. Loki intentó hablarle de nuevo, aun sabiendo que a Hailstrum no le iba bien eso de conversar, es más odiaba que le hicieran preguntas. Pero eso no impedía que Loki lo amara, solo él y Sentry eran su única familia. Así que preguntó lo de siempre: dónde estaría Sentry.

—Estuviste inconsciente por tres días.

Loki normalmente a veces solía tener mareos y si se desmayaba, siempre despertaba en un corto tiempo, por lo que ahora escuchar que fueron días le extrañó. Supo que Hailstrum no le diría una frase más, y menos al verlo en un estado casi nervioso. Por eso, Sentry podría explicarle o bien regañarle ya que le había advertido que debía protegerse del frío porque las nornas ya no podrían traerle medicinas nunca más.

—¿Y Sentry? —volvió a preguntar.

Hailstrum mostró una expresión afectada al escuchar por segunda vez ese nombre. Loki se puso de pie, temeroso. Por alguna razón sentía que algo iba mal.

—Solo Laufey lo sabe…

Loki salió disparado del lugar con una manta que Hailstrum consiguió lanzarle. Incluso ese acto le pareció extraño, en otras circunstancias, Hailstrum lo habría acompañado.

A penas pudo llegar al palacio, aminoró sus pasos al sentir un extraño cansancio que se apoderaba de todo su cuerpo, sintiendo ganas de vomitar. Le costaba respirar como si algo oprimiera su pecho. Muchos jötnar lo miraban con evidente molestia, aunque no pasó desapercibido su curiosidad al ver el estado en que Loki se dirigía hacia su padre. Cuando al fin llegó ante Laufey, Loki cayó de rodillas y no como muestra de respeto, si cayó fue porque no podía más estar de pie.

Laufey estaba ahí, siempre estaba sentado en su trono, planeando en silencio la forma de dominar los mundos. Y a sus costados estaban dos jötnar como guardias.

—Rey Laufey —empezó a decir Loki mientras Laufey hizo lo de siempre: ignorarlo. —Me informaron que solo usted sabe dónde está Sentry.

—Retírate. —solo eso dijo, sin siquiera mirarlo.

—…Necesito saber si sucedió algo malo —rogó Loki.

Laufey hizo una seña para que los guardias los dejaran solos. Éstos salieron lentamente, atormentando con sus miradas a su propio príncipe. Loki tomó aire para mantenerse tranquilo, era la primera vez que estaba a solas con su padre, hasta el miedo recorrió por sus venas, creyendo que sería al oportunidad perfecta de Laufey para asesinarlo.

—No mereces estar vivo. Solo causas muchos problemas —empezó a decir Laufey con desprecio en cada palabra que salía de su boca —. Tu debilidad condujo a Sentry a ser un insolente y desobedecer mis órdenes.

—¿Qué quiere decir? —preguntó Loki, quedamente al ver que su padre guardó silencio.

—Hace días, Sentry envió seis jötnar y uno de nuestros monstruos a Asgard. Todos murieron.

—Pero, ¿por qué? Todos sabemos, sobre todo Sentry sabe que es peligroso ir a Asgard.

—La respuesta solo puedes ser tú y tu debilidad. Y hoy… —Laufey ahora desvió su mirada del pelinegro —, Sentry abrió un portal directo a los grandes salones de Asgard. Fueron por el Cofre de los Viejos Inviernos.

Loki empezó a respirar entrecortadamente, sintiendo cómo la garganta se le secaba. Sabía que su padre jamás mentiría.

—¿Volverá?

Laufey guardó silencio. Y ese silencio era todo lo que Loki necesitaba, sin poder evitarlo derramó lágrimas rehusándose a aceptar que Sentry estaba…

—Regresará. Usted también lo cree, ¿verdad? —dijo Loki con una sonrisa temblorosa.

—Está muerto. Quien entra al salón de las reliquias, perece. Nadie escapa con el Destructor como guardián.

—¿Por qué lo dejó ir? Pudo impedírselo…

—Desde que naciste, Sentry me ha desobedecido. ¡Tú cegaste a uno de mis mejores soldados! —le increpó.

Loki se puso a llorar en silencio, dándose cuenta que Sentry había entrado en un estado de ansiedad por él y para salvarlo había tomado medidas desesperadas como ir hasta Asgard a robar el Cofre de los Viejos Inviernos. Sabía que los gigantes de hielo sentían que no eran nada sin el cofre delante de otros reinos.

Se odió así mismo de ser tan débil. Ahora solo le quedaba Hailstrum. Apenas se puso de pie cuando Laufey hizo lo mismo, pasando de largo del pelinegro para ver el portal que se abría en el cielo. Un guardia entró para informar quiénes estaban llegando pero Laufey le hizo una seña para que guardara silencio porque sabía muy bien que eran Thor y sus amiguitos. Podía saberlo por el poder que emanaba el hijo de Odín.

Loki trató de secar sus lágrimas sin importarle lo que fuera que llegaba. Tal vez eran elfos oscuros, pero poco importaba. Se estremeció cuando unos grandes brazos lo levantaron del suelo; era Hailstrum que lo escoltaba al cuarto en que Laufey le había restringido de su libertad los últimos cincuenta años.

Ya adentro, Loki empezó distraerse jugando con su cabello para no hablar con Hailstrum sobre Sentry. Sin duda, al final sería culpa suya esa pérdida. Pensó en cómo todos siempre decían que su error había sido nacer, sacudió la cabeza para alejar esas palabras ya que no quería ponerse a llorar o su padre se enojaría. Así que una pequeña curiosidad le hizo espiar a los seres que pisaron su mundo.

“Los asgardianos tienen nuestra estatura, aunque tienen la sangre cálida y no sean azules, se parecen a ti”. Cuando Loki cuestionaba a las nornas por qué era tan diferente a los Gigantes de Hielo, ellas solían responderle así, incluyendo siempre a los asgardianos y a veces a los midgardianos.

Notas finales:

 


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