Alistair era un hombre muy exitoso en sociedad, am tal vez con su estatura fuera considerado un hombre muy pequeño y su acento marcado fuera motivo de burla, pero nadie podía burlarse de su título en ingeniería mecatrónica en Oxford, mucho menos por tener la empresa más exitosa del país y ser considerado uno de los hombres más ricos y sexys del mundo… además tenía a su lado al amor de su vida y nada podía hacer que se deprimiera.
William tiene una modesta carrera, nunca fue de los más destacados en la universidad pero siempre se enorgullece de haber mantenido su beca en la prestigiosa universidad de Oxford y obtener su título en medicina, además está casado con el hombre más maravilloso de todos, el carismático y vanidoso Alistair Korsakov.
El matrimonio Bradbury lleva años juntos, 8 para ser exactos y aunque en un momento fue difícil hacer pública su homosexualidad, ambos supieron cómo salir adelante. Se conocieron en un pub cerca de la universidad, William siempre cuenta lo cautivado que se sintió con aquella sonrisa y la calma que lo baño al reflejarse en esa mirada, a Alistair le encanta contar lo que sintió en cuanto vio al rubio “pensé que debía ser mío” siempre dice. En realidad no quiere sonar cursi al relatar cómo sintió su corazón parar, cómo la tierra dejo de girar y su respiración se detuvo…… y entonces todo fue paz, el estrés de la escuela desapareció, los problemas familiares le parecieron nimiedades y por primera vez en la vida se sintió feliz consigo mismo, dejó de reprocharse su orientación sexual, dejo de sentirse un fenómeno y se aceptó a sí mismo.
William criado por un tradicional matrimonio inglés en Londres, recibió de inmediato el apoyo de sus padres cuando les presento a su novio.
Alistair criado por un tradicional matrimonio ruso en Moscú, recibió de inmediato un ultimátum, cuando por teléfono les conto sobre su orientación sexual. Él debía elegir entre su pareja y su familia… Lleva 8 años sin hablar con sus padres.
Al terminar ambos sus carreras en Oxford, decidieron mudarse a Nueva York donde ahora viven felices, donde son aceptados y se rodean de gente que les quiere.
Un día mientras Alistair trabajaba en la oficina decidió tomar un trago para relajarse y encendió el televisor lo primero en aparecer fueron las horripilantes noticias de aquella ley anti propaganda gay en Rusia, el moreno no pudo evitar suspirar pesadamente negando con la cabeza pues en esos momentos se avergonzaba de su nación. Entonces todo cambio, un boletín de último minuto avisaba de una extraña explosión en las calles de Moscú, el centro de la capital destruido por completo, ningún sobreviviente en kilómetros a la redonda……
Alistair se levantó de inmediato y tomo el teléfono para llamar a su hermano
-¿Bueno? ¿Alistair lo has visto?- contestaron de inmediato
-¡Si Vladimir! ¡Dios esto es horrible! ¿Saben que sucedió?
-No, pero no puedo ponerme en contacto con papá…
-Por eso te llame Vlad, sabes que a mi jamás me contestarían- suspiro el moreno
-Quiero suponer que están bien Al, no han dicho el alcance de los daños y no saben el motivo de la explosión…
-¿Me avisaras en cuanto sepas algo?- susurro Alistair angustiado
-En cuanto me comunique con ellos te lo hare saber
-Gracias hermano, te quiero
-Yo también te quiero Alistair…
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William estaba en la clínica, después de una guardia tan atareada lo único que deseaba era dormir un poco, y si lograba hacerlo en brazos de su esposo agradecería al cosmos, llevaba casi 24 horas sin ver a Alistair y se sentía incompleto, así que decidió tomar un breve descanso para llamar a su marido, sin embargo cuando entro al cuarto de descanso lo que vio en la pantalla lo impresiono, al ver las imágenes de Moscú completamente destruida la sangre se le helo en las venas y no pudo evitar angustiarse por sus suegros, tal vez ellos no lo quisieran pero después de todo eran los padres del amor de su vida y por ese simple hecho les debía muchísimo
-Impresionante ¿no?- le comento el Dr. Johnson que se encontraba en el sofá- Rusia quedara devastada después de esto, están en pleno conflicto político civil, y la guerra con Ucrania… deberían olvidarse de sus olimpiadas
-Si…- apenas logro decir cuando encontró su voz- terrible…
-Espere un poco… Dr. Bradbury su esposo nació allá, ¿cierto?
-Si… si me disculpa- se alejó de su compañero y saco el celular, debía llamar a Alistair aunque su llamada ya no sería tan bonita como él había deseado
-¿Bueno? ¿William?- contesto su esposo, en su voz se notaba que había escuchado la noticia
-Acabo de enterarme amor- le dijo deseando poder estar a su lado- ¿Sabes algo de ellos?
-No… he llamado a mi hermano pero no contestan ni en casa ni el móvil…. Will, tengo miedo
-Lo se… hablare con el jefe de cirugía y estaré contigo en una hora más tardar
-¡No! No puedes dejar el trabajo así, yo estaré bien, no te preocupes amor
-ahora dímelo en forma que te lo creas…- se rio- Te veo en un rato Al….
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Un hombre (si se le puede llamar hombre) de 2.10 mts de estatura, y cabello negro y hermosos ojos de un azul tan profundo como el océano, su piel tan pálida como la nieve y unos labios carnosos de color durazno se encontraba sentado en el piso helado acariciando amorosamente a un hermoso lobo ártico.
-¿Qué es lo que les han hecho?- susurraba aquel hombre al lupino mientras sus ojos se llenaban de lágrimas- quedan tan pocos… tu deberías tener una enorme familia, ¿qué es lo que te han hecho?
-Querido… debemos continuar- susurro otro hombre de grandes ojos verdes y piel tan oscura como el azabache, su cabello negro tranzado llegaba a su cintura, fácilmente alcanzaba 2.50 mts de altura
-No puedo… yo… sigo preguntándome que hicimos mal- dijo poniéndose de pie y alisando sus extrañas ropas de color gris (una especie de pantalón ajustado y una casaca que daba el aspecto de la piel de un rinoceronte, acompañada de unas botas del mismo color)
-Los dejamos solos demasiado tiempo- susurro el otro en respuesta tomándole de la mano y acercándolo a su cuerpo- confiamos en ellos y les dejamos solos… ¡mira lo que han hecho! A mí también me duele, y tal vez no podamos pero es lo que debemos hacer…
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Alistair y William se encontraban abrazados en su sala, el moreno sollozaba desgarradoramente desde el pecho mientras su esposo intentaba consolarle en silencio, hace apenas unos minutos habían recibido la llamada de Vladimir, quien ahogado en lágrimas les había comunicado que sus padres habían fallecido en aquel atentado junto con absolutamente toda la población de la capital rusa. Ambos se quedaron en el sofá hasta que el cansancio los venció.
Al día siguiente Alistair parecía haber perdido algo en su interior, se movía sin razonar lo que hacía, cual zombie y su esposo le miraba preocupado
-Al… tal vez debamos ir a ver a tu hermano- susurro deteniéndolo en la cocina- Ambos lo necesitan
-No… yo… tengo proyectos y tú no puedes dejar a tus pacientes…
-Amor, tu eres más importante- le dijo tomando su rostro en sus manos
-Llegara la carta…- susurro Alistair con los ojos cristalinos por las lágrimas- no podemos irnos
-Al…
-Estaré bien Will, y Vlad tiene a su familia, los niños le ayudaran a estar mejor y nosotros tenemos que esperar para ver a Alan
-¿Estás seguro?
-Si amor- le abrazo con fuerza y lo beso en los labios- mientras estemos juntos todo estará bien