No era únicamente que fuera lento en escribir, es que también tenía que pensar con cuidado lo siguiente que iba a escribir. Tenía cosas que evitar, Vorona le había hecho una lista y él se había dado cuenta de que eso era lo que más evitaba esa persona.
No dar a conocer tu sexo, tu edad, la ciudad donde vives, tu estado civil, tu estado económico, tu trabajo o escuela, tus horarios de ningún tipo, tus planes de salir, etc.
La parte más difícil era la de no revelar que era un hombre. Todo lo limitaba. Estuvo a punto de decirle sobre su trabajo varias veces y tuvo que borrar Ikebukuro en múltiples ocasiones de su mensaje antes de enviarlo. El único fallo que su contacto había cometido hasta entonces fue el de decirle que constantemente estaba a solas. De eso en fuera no sabía nada. Ignoraba si era un hombre o una mujer, aunque por la forma de hablar solía deducir que era una mujer. No tenía idea de su edad, ocupación, residencia ni nada. No era como si fuese a tener el atrevimiento de preguntarle pero sí que le daba curiosidad. Había intentado sacarle la información con preguntas bastante generales pero lo había atrapado.
“jojo Sé lo que tramas. Lo siento, también quiero saber de ti pero la confidencialidad es algo que he decidido respetar en esta ocasión sólo porque has llegado a una faceta de mí que no quiero que descubras a quién pertenece. Sin encuentros fuera de este ámbito.”
Y Shizuo tuvo que aguantarse.
Estaban en un descanso en las oficinas de la agencia de préstamos y cobros. Shizuo estaba platicando en su celular.
-Cuando te incité a que probaras ese tipo de vida no creí que te atraparía de esa forma- Le dijo Tom que lo había observado desde hace ya un rato – Acá comenzamos a sentirnos solos sin la atención de Shizuo. –Dijo señalándose a él mismo y a Vorona quien no negó nada.
Shizuo levantó la mirada y se disculpó. Guardó su celular y trató de mantenerse así durante el trabajo. Para su sorpresa eso fue increíblemente difícil. Antes se preguntaba qué era lo que incitaba a las personas a estar atoradas en esas cosas electrónicas, ahora sufría esperando el momento de leer y contestar los mensajes de esa persona.
-¿Cómo se llama? – le preguntó Tom en otra ocasión cuando atrapó a Shizuo dándole una “rápida mirada” a su celular.
-¿Quién?
-Vamos. ¿Por qué otra razón te obsesionaría a ti estar tan al pendiente de los mensajes que te llegan? Se trata de alguien más, una persona que aparentemente se ha vuelto tan importante que es imposible ignorar. ¿Cómo se llama?
-No sé su nombre real, se trata de un amigo de internet después de todo. Su seudónimo es Psyche.
-Así que Psyche. – Tom sonrió ligeramente - Creo que romperás el corazón de tu kouhai.
Shizuo no escuchó eso último pues al mismo tiempo que Tom pronunciaba esas palabras un mensaje le llegaba y aunque intentó fingir que no, toda su atención se fue hacia ese aparato que tenía en el pantalón.
“Ayer un tipo malo me siguió. Ojalá eso no pasara.” – fue el primer mensaje que Shizuo recibió un domingo en la mañana.
“¿Estás bien? ¿Te hizo algo?”
“Nop. Soy veloz y lo perdí rápido. Es extraño decirle a alguien que deseo que esas cosas se detengan. Eres una persona muy rara ¿Cómo sacaste esa parte de mí? Más te vale que no seas algún tipo malo que se quiere aprovechar de mi o lloraré”
“No lo soy. No quiero que llores.” – El hombre más fuerte de Ikebukuro- así era como llamaban a Shizuo las personas. Alguien con quien no debes meterte si quieres estar a salvo. A quien es mejor evitar. <<Odio la violencia>> se repetía pero era consciente del daño que podía llegar a hacer y con esa forma de ser se había hecho a la idea delo difícil que sería que alguien se mantuviera sin peligro de terminar dañado cerca de él. ¿Estaba en lo correcto si decía que no era un tipo malo?
Tal vez sí, protegía a Tom y a Vorona (aunque esta última no lo necesitaba del todo) Alejaba los peligros de la pequeña Akane y era la única con la que de verdad había podido reprimir un ataque de ira. Y se encargaba de que Kasuka siempre estuviera bien, claro que era recíproco y que no siempre salía del todo bien. Como fuera, si tuviera la posibilidad de proteger a esa persona, estaba seguro de que lo haría y que no perdería el control arrasando con todo a su paso. Psyche le daba paz. Y él quería devolverle eso.
“Mañana iré a un lugar peligroso con un tipo que da miedo.” Le mandó Psyche en una ocasión. “Existe la posibilidad de que no te mande mensajes por un tiempo, pero lo mantendré al mínimo. No quiero cortar comunicación contigo.”
“¿Por qué vas si es peligroso? Yo te puedo proteger si quieres” A Shizuo no le agradaba que esa importante persona fuera y se lanzara a la boca del lobo como si nada. Aunque ofrecerse no era precisamente inteligente. No sabía dónde vivía o a dónde iba a viajar y él tenía trabajo.
“Si, me gustaría sentir protección. Pero no, sin conocernos en persona ¿Recuerdas? No es la primera vez que voy. Sobreviviré. Y tú me consolarás con tus mensajes.”
Al día siguiente Shizuo se sintió algo solitario sin los mensajes que ya se habían vuelto una costumbre. Y para empeorar su día, notó la presencia de una pulga bastarda que no debería estar allí.
--
“Soy Tsugaru. Un placer”
Esas habían sido las primeras palabras de ese nuevo integrante del chat.
<<Cada vez se unen más personas>> Pensó Izaya en aquella ocasión. Y eso le agradaba. Izaya ponía atención a cada cosa que las personas escribían para de esa forma descubrir todo lo que pudiera sobre ellas, si tenía la posibilidad de adivinar su verdadera identidad lo hacía. Pero Tsugaru se tardaba tanto en escribir que no había nada que sacarle y se le hacía algunas preguntas directas como Kanra se mostraba reacio a contestarle. Setton solía defenderlo “No tiene experiencia” eso era irrelevante para Izaya, todos eran interesantes así que siguió intentándolo. Llegó un momento en que le pareció que esa persona lo detestaba. Era algo frecuente.
Izaya era parte de una gran variedad de chats, foros y grupos con diferentes identidades para conseguir alguna información sin que nadie se percatara de ello. En todas, su comportamiento era diferente y por ende todo desencadenaba una gran cantidad de variables. Una identidad era Psyche, alegre, amoroso, tierno, positivo. Y con ella volvió a encontrar a Tsugaru en otra parte con los mismos problemas de comunicación. Decidió acercarse de otra forma.
No se esperaba para nada que fuera una persona tan amable. Respetaba todas sus anécdotas por más extrañas que fueran y mostraba interés en todo lo que quisiera decirle. Su experiencia hizo que rápidamente sus mensajes fueran más largos y fluidos. Lo que más impactó a Izaya fue que descubriera su fachada.
“No te pido que me digas nada personal pero deja de intentar engañarme, no es necesario” Le había dicho después de que Izaya le contara lo increíble que se la había pasado en una reunión con unos amigos. <<Cree que intento parecerle genial>> Así que Izaya pensó que era una buena idea aparentar ser una personas con problemas que intentaba fingir estar bien. Le dijo que en realidad no se la había pasado tan bien y le contesto: “Aún no confías en mi pero eso es más cercano a la realidad”
Por primera vez Izaya se sintió observado.
Todos los mensajes de esa persona eran muy agradables. Parecía que se preocupaba por él. No era algo que Izaya quisiera o anhelara pero no le molestaba en absoluto. <<¿Si le digo la verdad lo notará?>> Así que en contra de todo lo que se supone estaba establecido como sus reglas personales decidió confiarle una faceta total del real y verdadero Izaya Orihara –Soledad–.
¿La respuesta?
“Está bien. Yo no te dejaré a solas.”
Izaya nunca había sentido esa extraña sensación recorrer su cuerpo. Era cálido. Quería que perdurara. Y, quizá por primera vez en su vida, pensó << Está bien aún si no descubro nada de esa persona>>
Decidió tomar el riesgo de contarle con más sinceridad lo que él en verdad pensaba o sentía. Fue liberador y lo llenó de vitalidad. Ahora tenía una incontrolable necesidad de hablarle constantemente.
Para el frio y calculador informante eso no era bueno. <<Tuve miedo>> Se percató Izaya un día <<Cuando esa persona me comenzó a seguir, ese extraño escalofrío que me recorrió por un instante… fue miedo>> Era lo peor que le pudo haber pasado. Y se lo contó a Tsugaru.
“Es normal asustarse” le había contestado “Me gustaría estar allí para ti”
Y de pronto ya no pareció tan malo.
El corazón de Izaya extrañamente estaba palpitando más de lo que debería. No le desagradaba del todo pero no le emocionaba en lo que se estaba transformando. Esa persona, amable y tosca, cada vez llenaba más y más su cabeza.
Un trabajo lo llevaría a Ikebukuro de nuevo. Eso lo hacía pensar de inmediato en varias personas.
El clan Awakusu, Kida, Shizuo… gente que no lo soportaba, que lo odiaba y deseaba su muerte. <<A eso pertenezco>> Sabía.
“Sería hermoso si nadie me odiara” le confesó a Tsugaru. << ¿Qué me pasa? No… ¿Qué está haciendo Tsugaru conmigo? >> Se preguntó después.