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Rainbow VS Monochrome por Alphonse Zero

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Notas del capitulo:

Un capítulo algo corto pero que da cierre al anterior. 

Jordán apenas podía creer las palabras de su hermano. Su hijo, aquel que tuvo con Amelia hace más de 16 años estaba allí, en su casa. No sabía qué pensar. Tenía miedo, mucho miedo, y emoción al mismo tiempo. Estaba a punto de llorar pero ni siquiera podía por la impresión.

-¿Pero cómo es posible? ¿Cómo lo sabes?- le pregunta a Benjamín.

-Amelia y yo nunca dejamos de comunicarnos. Ella ha estado en contacto conmigo todos estos años, contándome todo sobre mi sobrino.

Jordán estaba asombrado. Ahora entendía por qué le parecía tan familiar ese chico, pues vestía igual que su madre. No, no solo eso. El chico se parecía a él cuando tenía su edad, aunque un poco más delgado y pálido.

-¡Espera! ¿Él lo sabe?- pregunta asustado.

-No, Dante no sabe nada. Amelia y yo acordamos que lo mejor sería que no supiera nada de ti. Así que me limitaba a recibir fotografías de él y a llamar cada semana para saber cómo les iba- Benjamín saca de su bolsillo una foto. Era la misma que tenía Dante en su cuarto, donde usaba el disfraz.

Jordán tomó la foto y la vio con detenimiento. Miró al pequeño niño que sonreía tímido ante la cámara. Al reverso había un mensaje: “Para el tío Ben”.

-Si Dante me conocía seguro preguntaría por su padre y ni Amelia ni yo queríamos que fuera rechazado por ti o por nuestros padres.

-¿Entonces por qué me lo dices ahora?- Jordán no dejaba de ver la foto.

-Porque eso fue antes. Nuestros padres ya no están, Dante ha crecido y ahora puede entender lo que pasó… y ahora ya no te odio por lo que pasó- dice con franqueza. –Desde que Amanda nació me di cuenta que te pesaba. Supe que sentías culpa.

Jordán escuchaba a su hermano sin despegar los ojos de la fotografía. Sentía una punzada cada vez que Benjamín hablaba, pues todo lo que decía era cierto.

-¿Y qué planeas hacer ahora?- Pregunta Jordán, alzando por fin la mirada a su hermano.

-Yo no haré nada más. Eso es decisión tuya. No puedo involucrarme más de lo que ya hice. Amelia ni siquiera sabe que tenía planeado decirte eso. Pero sé que lo aprobará porque es lo correcto- Benjamín ve la hora en su reloj. –Ya es hora de irnos. Te regalo la fotografía- dice mientras sale al patio.

Jordán se queda solo. Apretó la foto entre sus dedos, aguantando las ganas que tenía de llorar. Se levantó y salió tras su hermano.

 

En la mesa, Dante y Vincent ya habían terminado de comer pastel. Amanda estaba haciendo una pequeña trenza en el cabello de Dante y Vincent reía porque su ángel decía sentirse como una muñeca.

Los niños comenzaron a irse con sus padres, no sin antes despedirse de Amanda y de los chicos.

-Amanda, deja al pobre chico en paz- le decía su madre al ver cómo lo peinaba.

-Está bien, no me molesta- le decía Dante.

-Chicos, creo que es hora de retirarnos- les dijo el profesor a Dante y Vincent.

-¡No, tío!- se queja Amanda. –No se vayan.

-Amanda, tu tío y los chicos deben volver al instituto- le decía su madre.

Jordán llegó a dónde estaban. Ahora no podía dejar de ver a Dante. Su hijo estaba allí, frente a él. Después de tantos años.

-Papi, diles que no se vayan. Que se queden otro ratito más- suplicaba la pequeña.

-Aún es temprano- dice Jordán. –No se sientan obligados a irse por que los otros invitados ya se fueron.

-Lo sentimos, pero tenemos cosas por hacer- dice Vincent un poco frío.

-Tengo que volver al instituto por trabajo y quiero aprovechar para llevar a los chicos- dice Ben.

Amanda se pone algo triste al escuchar que no se quedarán.

-¿Pueden venir otro día?- pregunta la pequeña.

-Claro, si ellos quieren- le dice Bianca a su hija. –Pero solo si pueden. Sé que están a finales de semestre- dice refiriéndose a los chicos.

-No queremos molestar- dice Dante.

-No es molestia. Amanda estará muy feliz si vuelven a venir- les dice Jordán.

-¿Entonces sí vendrán?- les pregunta Amanda a los chicos.

-Creo que sí- le responde Dante con una sonrisa.

Aquello hace que Jordán recuerde a Amelia. Recordaría esa sonrisa siempre. Al igual que su hija él no quería que se fueran. Quería tener más tiempo allí a Dante. Durante la fiesta no tuvo tiempo de conocerlo bien, quería preguntarle muchas cosas.

-Bueno, pues vámonos, chicos, es hora de volver a la escuela- les dice el profesor.

-Pero nosotros no volveremos a la escuela aún- dice Vincent.

-¿Y a dónde se supone que irán?- les pregunta el profesor.

-Iremos a continuar con nuestra cita- dice Vincent con total tranquilidad.

Dante y el profesor se sorprenden de que Vincent dijese aquello tan abiertamente frente a los padres de Amanda.

-Es verdad, porque ustedes se casaron hoy- dice Amanda recordando su juego.

Jordán y Bianca se sorprenden un poco. Para Bianca ya le parecía que ambos chicos eran muy cercanos pero a Jordán le cayó de golpe.

-T-tal vez debamos volver ya a al instituto- dice Dante algo apenado por la situación.

-No, yo quiero ir al cine- dice Vincent.

-Si quieren yo puedo llevarlos a la plaza- propone Jordán de pronto. –Así Benjamín puede volver al trabajo y ustedes pueden ir al cine.

Ben ya se imaginaba lo que planeaba su hermano. Sabía que debía apoyarlo en lo que pudiese, así que lo hizo.

-Pues ya lo oyeron. Creo que es hora de que todos nos vayamos. Me iré a la escuela y ustedes a la plaza, pero vuelvan temprano. No quiero que se metan en problemas.

Y así lo hicieron. El profesor Ben se fue solo en su auto mientras que Dante y Vincent, después de despedirse de Amanda y su madre, subieron al auto del señor Jordán.
Al igual que con el profesor, al principio estaban todos muy callados, pero Jordán sabía que el camino era corto y quería saber lo más posible de su hijo.

-Díganme, chicos, ¿cómo es estudiar en el instituto? Debe ser algo difícil no poder ir a casa en todo el semestre.

-No para mí- dice Vincent. –Es mucho más divertido que estar solo en casa.

-¿Y tú, Dante?- pregunta Jordán, mirando al chico por el retrovisor.

- Yo también estoy bien. A veces extraño mi casa, pero me la paso bien con mis amigos- dice el joven azabache.

-¿Tienes hermanos?- continúa preguntando Jordán.

-No, somos solo yo y mi madre.

-¿La extrañas?

-Sí, más porque vivimos fuera de la ciudad. Pero me llama por teléfono de vez en cuando.

Vincent notaba como el hombre aprovechaba para sacarle información a Dante. Entonces supo que el profesor Ben ya había hablado con él. Pronto ya estaban en la plaza. Jordán se estacionó para que pudieran bajar.

-Listo, ya pueden seguir con su cita- les dice Jordán intentando no incomodarlos.

-Lo siento, debe creer que es raro- dice Dante.

-No, no lo creo. Aunque debo decir que me tomó por sorpresa- intenta decir lo más amable posible.

-Bueno, gracias por traernos- dice Vincent sacando a Dante consigo del auto.

-No fue nada- dice Jordán viendo cómo se iban. -¡Espera, Dante!- dice por impulso al verlo alejarse.

Dante se detiene al oírlo y vuelve asomándose desde la ventana del copiloto.

-¿Sí?- pregunta viendo a Jordán.

Los ojos negros de Jordán se encontraron con los de su hijo. Quería seguir hablando, quería saber más. Pero no podía, no aún. En ese momento decidió que cuando volviera a verlo hablaría con él, pero quería preparar mejor todo lo que tenía que decirle.

Debía explicarle todo lo que pasó y debía pedirle perdón por abandonarlo a él y a su madre. Podía ser que lo odiara, pero quería intentarlo.

-Nada, solo cuídense y no vuelvan tarde a la escuela- le dice con una sonrisa.

-Está bien, no se preocupe. Gracias por todo- le dice Dante sonriendo y se despide de él.

Jordán ve como Dante se va con Vincent dentro de la plaza. Se va pensando en todo lo que pasó. No solo debía contarle a Dante, también a su familia.

 

Vincent tomó la mano de Dante y caminaron un poco antes de que se detuviera. Cuando pensó que había pasado suficiente tiempo, se dio la vuelta llevándose a Dante.

-¡Espera! ¿No iríamos al cine?- pregunta Dante.

-Lo dije solo para que nos dejaran en paz. Vamos a ir a otro sitio.

Dante ya no estaba sorprendido por esto. Todo el día lo había llevado de un lado al otro y cambiado los planes. Al final no fue tan malo, aunque seguía un poco molesto. Caminaron fuera de la plaza, cruzando algunas calles, hasta llegar a un edificio grande.

-Vi-Vincent…esto es…- decía Dante confundido.

-Un motel- dijo Vincent sin problemas.

-¿Qué hacemos aquí?- pregunta Dante algo asustado.

-¿Tú qué crees? Hace tiempo no lo hacemos y ahora estamos solos. Tu madre te dijo que no lo hicieras en la escuela y esta no es la escuela- argumentaba el arlequín.

-Sí, pero…- Dante se sentía nervioso, jamás había entrado a un motel, menos para hacer “eso”.

-No te estoy obligando ni nada- dice Vincent. –Solo si tú quieres entraremos.

Dante lo piensa. Hace mucho que no lo hacían como dijo Vincent. El día anterior se habían besado sobre la cama, pero sintió que no había sido suficiente.

-Bien…- dice nervioso. –Pero debemos volver temprano a la escuela.

-Está bien- le responde Vincent con una sonrisa y lo arrastra dentro del edificio.

 

Entraron a la habitación sin mucha prisa. Dante miraba todo con algo de nervios. El lugar no estaba mal, pero estaba un poco asustado igual. Vincent llevó a Dante a la cama y lo arrojó a ella, posicionándose sobre él.

-¡Espera!- lo detuvo Dante.

-¿Qué ocurre?

-Yo…- empieza a decir nervioso. –Aún no me cubres los ojos.

-Sí, sobre eso. Tiré todas esas cosas a la basura hace tiempo- le dice Vincent buscando algo en el bolsillo de su chaqueta.

-¿Lo tiraste?

-Después de que me contaras sobre tu madre, me sentí un poco mal por haber comprado esos juguetes y haberlos usado contigo. Así que ya no hay vendas para los ojos.

Dante se sonroja al escucharlo. Pensaba que era demasiado vergonzoso para él. No sabía si podría. En eso, Vincent saca algo de su bolsillo.

-También, usaré uno de estos- le muestra el preservativo que tenía guardado. –Supongo que a esto se refería tu madre cuando dijo que nos cuidáramos.

Dante se había quedado mudo. No le parecía mal nada de lo que dijo, pero seguía dándole pena.

-Bien, pero ¿al menos puedes apagar la luz?- le pregunta tímidamente.

Vincent solo sonríe ante la petición de su ángel. Va y apaga la luz de la habitación, luego regresa a la cama. Estaba obscuro pero aún podía distinguir a Dante. Su expresión nerviosa, su cabello largo esparcido en la cama.

Se acercó a sus labios y comenzó a besarlo. Un beso suave que se iba intensificando, su respiración que se agitaba. Comenzó metiendo sus manos bajo la camisa de su ángel, su piel estaba fresca, pero comenzaba a entibiarse con sus manos. Lo desnudó del torso y arrojó su ropa. Se separó un momento para quitarse la camisa igual. Dante temblaba un poco, más cuando se acercó a su cuello. Fue rozando sus labios contra su piel, dejando pequeños besos en el camino, y mientras más bajaba más podía escuchar a su ángel gemir. Terminó por desnudarlo, abrió sus piernas y comenzó a prepararlo.

A Dante le dolió un poco al principio, ya que hacía bastante que no lo hacían, pero se fue acostumbrando. Trataba dentro de lo posible cerrar sus ojos, pero inconscientemente los abría. Solo miraba al techo mientras lo tocaba, pero sentía que podía escuchar todo más claramente al ver. Su propia voz sonaba más fuerte.

-Vincent…ahh…

-Tranquilo, ya casi termino- le dijo Vincent, moviendo sus dedos dentro de él.

Cuando creyó que era suficiente, sacó sus dedos y se bajó la cremallera. Abrió el preservativo y se lo colocó. Se acercó a Dante y lo miró a los ojos.

-¿Estás listo?- preguntó sin dejar de verlo.

-Creo que sí- dijo Dante sin poder despegar la vista de Vincent, aunque fuera vergonzoso.

Vincent se acercó más y comenzó a penetrarlo despacio. Tomaba sus largas piernas abriéndolas y entraba cada vez más. Dante intentó ahogar sus gemidos y cerrar los ojos, pero luego vio a Vincent. Se dio cuenta de que le gustaba poder ver su rostro mientras lo hacían. Se relajó un poco.

Una vez Vincent estaba completamente dentro se detuvo un poco, esperando que Dante se acostumbrara. Luego, comenzó a moverse despacio dentro de él. Pudo sentir la insistente mirada de su ángel.

-¿Ocurre algo? ¿Te duele?- pregunta Vincent algo preocupado.

-N-no… se siente bien- le responde Dante. –Es solo que… es la primera vez que te veo mientras lo hacemos- dice apenado.

-Ya veo- responde Vincent, sonriendo. Se acerca y besa su mejilla. –Entonces seguiré.

Vincent continúa moviéndose, sosteniendo las caderas del azabache, viendo su expresión de placer y sus ojos negros brillando tras una ligera capa de lágrima que los hacía relucir más. Era hermoso, su propio ángel. Lo tomó y lo abrazó levantándolo.

Dante se sorprendió de la fuerza con que lo había tomado. Se aferró a él también. Inconscientemente había comenzado a mover sus caderas, su voz salía con más naturalidad. Se sentía bien y tranquilo al hacerlo con Vincent, no sentía pena, solo sentía placer.
Tal vez se debía a que su relación ya no era como al principio. Se sentía más real, más seria. Solo sabía que quería permanecer a su lado todo el tiempo que le fuera posible. 


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