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Rainbow VS Monochrome por Alphonse Zero

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Notas del capitulo:

...

Poco a poco reconoció el rostro del señor Jordán. Quería responderle, pero seguía agitado de tanto correr. Miró a su alrededor. Los había perdido, pero temía que lo encontraran.

-Dante, dime algo- le pedía Jordán. Notó que estaba herido y además le habían cortado parte de su cabello.

El claxon de varios autos comenzaron a sonar. El auto de Jordán se había quedado parado frente a un semáforo, bloqueando el paso.

-Subamos al auto. Me contarás todo después- Jordán llevó a Dante con él al auto. Subieron y arrancaron de inmediato.

Dante se dio cuenta que había escapado cerca de una carretera obscura, pero logró llegar a una zona céntrica. Fue una suerte que Jordán lo encontrara. También que no lo hubiera arrollado con el auto. Le dolía el cuerpo. Notó algo de sangre escurriendo de su nariz. La limpió con la manga de su camisa. Entonces recordó que estaba rasgada, también las rodillas del pantalón.  

-Te llevaré a un hospital- dijo Jordán mientras conducía.

-No, por favor. Solo quiero ir al instituto.

-¿Bromeas? Estás herido.

-No es grave. No tengo nada roto. Solo son unos golpes. Por favor, solo quiero tomar una ducha e ir a la cama- Dante parecía muy cansado.

Jordán pensó que no sería correcto forzarlo. Quizás y sus heridas solo eran superficiales.

-Bien, tú ganas. Pero iremos a mi casa primero. Está más cerca que el instituto.

Dante no se opuso. Se quedó callado el resto del viaje, viendo por la ventana. Jordán aun quería saber qué le había pasado, pero decidió que debía dejarlo descansar primero.

Llegaron a la casa. Jordán estacionó el auto y cuando Dante se bajó, lo encaminó a la entrada. Cruzaron la puerta en silencio. La sala estaba a obscuras, pero parecía haber luz en la cocina.

-¡Querida!- llamó a su esposa mientras caminaba llevando a Dante suavemente con él.

Bianca estaba sentada en el comedor tomando una taza de té. Iba a responder alegre al escuchar la voz de su esposo, pero al alzar la vista y ver que traía consigo a Dante en aquel estado, se quedó callada. Se levantó de la mesa sin dejar de verlos. Jordán parecía no saber qué decirle, así que ella preguntó.

-¿Qué pasó? ¿Por qué estás herido?- la primer pregunta era para Jordán, la segunda para Dante.

-Lo encontré en la calle camino a casa- respondió Jordán. –Pero aún no me dice qué le pasó.

Dante no respondió. Bianca lo miraba preocupada, pero intentó disimular un poco. De nada servía mostrarse tan vulnerable. Le sonrió cariñosamente mientras seguía revisando con la mirada.

-Tranquilo, no parece tan grave. Pero estás muy frío- dice al tomar su mano. –Te prepararé la bañera para que tomes un baño caliente. Después veremos tus heridas y hablaremos. 

Bianca salió de la habitación. Jordán y Dante se quedaron solos.

-Te serviré una taza de té. Te ayudará a calmarte. Siéntate por mientras.

Dante obedeció y se sentó en silencio. Jordán le preparaba el té sintiéndose impotente. Quería saber lo que le había pasado pero no podía exigirle que le dijera, ¿con qué derecho? Aun si era su hijo, Dante no lo miraba como a un padre.

-Dante, ven un momento por favor- le llamó Bianca.

-Ve con ella. Mientras  yo llamaré a Benjamín para que avise a la escuela que estás bien.

Dante asintió y fue con Bianca. La mujer lo esperaba en el pasillo. Lo llevó consigo hasta el baño donde la bañera se estaba llenando. Fue allí que pudo verse de reojo en el espejo, pero de inmediato alejó la vista.

-Cielo, pensé que tal vez deberíamos cortar tu cabello antes ¿Qué dices?

Dante notó las tijeras en las manos de Bianca. Era verdad, parte de su cabello había sido cortado. No tenía caso conservar el resto, debía emparejarlo.

-Sí, está bien- hablo por fin, aceptando lo que Bianca le propuso.

Sintió las tijeras cortando los últimos largos mechones negros. Las sentía tan cerca del oído que así supo lo corto que lo tenía ahora. Tantos años dejándolo crecer y se perdía en un instante. Bianca daba los últimos retoques cuando se escucharon unos pequeños pasos venir por el pasillo.

-Mami, tengo sed- decía una adormilada Amanda, asomando su cabeza por el marco de la puerta. Despertando de pronto al ver a Dante allí. -¿Dani? ¿Qué pasó? ¿Mami, qué le hiciste al cabello de Dani?- la pequeña de rizos rubios se mostró asustada al ver al chico herido y con el cabello corto.

-Amanda, vuelve a la cama. Iré contigo en un momento.

-¿Pero por qué Dani está así?

Bianca vio que su hija no tenía intención de irse, así que dejó las tijeras a un lado y tomó a la pequeña en brazos.

-Espérame, Dante- dijo mientras se llevaba a Amanda.

Por el pasillo aún podía escuchar a la pequeña preguntando por él, casi al borde de las lágrimas. De pronto otro sonido, el agua de la bañera que se desbordaba mojando el suelo. Dante fue a cerrar la llave rápido. Vio el agua mover el resto de su cabello por el suelo del baño.

Bianca llegó y al ver todo fue por una fregona para secar el agua. Una vez que el suelo quedó limpio, le entregó un pijama de su esposo para que se vistiera después de bañarse.

-Te quedará un poco grande, pero servirá. Pondré a lavar tu ropa para que esté lista mañana.  

-¿Me quedaré aquí?- preguntó algo sorprendido.

-Jordán habló con Benjamín. Ambos creen que lo mejor es que descanses. Mañana volverás al instituto y hablaremos sobre lo que pasó.

Bianca lo dejó y cerró la puerta del baño. Dante se desvistió y con cuidado se metió en la bañera. Estuvo quieto por un rato, solo sintiendo el agua tibia. Le ardían las cortadas y sentía entumecido donde le habían golpeado. Sin embargo, lo que más sentía era la ausencia de su cabello. Pasó despacio sus dedos. Le parecía tan corto, tan poco.

Comenzó a recordar lo que pasó. Se sentía como si hubiera sido una pesadilla, todo borroso, pero era real. Su cuerpo era muestra de ello. Entonces ya no aguantó más. Primero solo gimió un poco, intentando callar al cubrir su boca. Después llegaron las lágrimas, nublando su vista, mezclándose con el agua de la bañera.  

Había tenido tanto miedo. Pensaba que si no hubiese luchado con todas sus fuerzas, si tan solo hubiese dudado un poco, estaría en una situación peor. Esos pensamientos solo lo hicieron llorar más. Sumergió su rostro en el agua, abrió despacio los ojos. Quería que las lágrimas se mezclaran y no se distinguieran entre toda el agua de la bañera.

Vincent apareció en su mente. Ahora pensaba en la fiesta. Seguro se fue sin que él se diera cuenta. Quizás ni se enteró que estaba allí. Pero entonces recordó a Alexander. Seguro estuvo buscándolo por todos lados. Aunque se suponía que el señor Jordán ya había hablado con su tutor. Se preguntaba si todos sabían que estaba allí.

Sacó la cabeza del agua. No podía seguir llorando, tenía que preguntarles a Bianca y Jordán. Se bañó rápido, se secó y vistió. Aún no se atrevía a verse al espejo. Lo evitó a toda costa. Salió del baño y al dar unos cuantos pasos por el pasillo, Bianca fue a buscarlo.

-¿Ya listo? Como dije, te queda algo grande. Pero el pijama te servirá por esta noche. Vamos, te mostraré dónde dormirás- Bianca lo encaminó a la habitación de huéspedes. Cargaba consigo un botiquín.

-Disculpe, quiero preguntarle algo- dijo Dante.

-Claro, dime- Bianca fue y encendió la lámpara de la mesita de noche.

-¿Todos saben que estoy aquí? Me refiero a mis amigos, y a Vincent.

-Sí- dijo Bianca suspirando. –No diré mucho porque quiero que descanses pronto. Vincent y otro chico llamaron a Ben para decir que no estabas. Cuando Jordán llamó a su hermano, todos estaban allí. Así que no te preocupes- Bianca lo invitó a sentarse en la cama.

Dante se sintió algo aliviado. Se sentó como le pidió la mujer y ésta comenzó a revisar y a desinfectar las heridas, luego las cubría con curitas o vendas, dependiendo del tamaño. Bianca se mostraba calmada, pero de cuando en cuando suspiraba con tristeza.

-Parecen más moretones que cortadas- sus ojos se posaron en el cuello de Dante. Vio aquellas mordidas. –Hablaremos más a detalle de esto mañana, pero… ¿Me dirías si te pasó algo muy malo?- Bianca puso su mano sobre la del joven. –Sé que tenemos poco de conocernos, pero puedes confiar en mí- usaba un tono maternal.

No podía contarle, si lo hacía estallaría en llanto y no le gustaba llorar frente a otros. Además que no era algo agradable de decir.

-No es tan grave. Solo quiero descansar.

-Entiendo- Bianca sabía que no debía insistir. -Me iré para que descanses. Si necesitas algo solo llámanos ¿ok?

El azabache asintió. Bianca le acarició un poco el cabello y salió del cuarto. Dante volvió a recordarlo y paso de nuevo sus dedos entre éste. “Tan corto”, pensaba. Ya iba a acostarse cuando el señor Jordán entró al cuarto.

-Perdón, ¿ya ibas a dormir?

-No, aún no. No se preocupe.

-Pensé en traerte el té- fue y colocó la taza en la mesa de noche. –Tómala antes de acostarte. Te ayudará a relajarte.

-Gracias. A propósito, su esposa dijo que habló con mi tutor- comentó Dante.

-Así es. Benjamín ya está enterado, y dijo que hablaría con las autoridades del instituto. No te preocupes por nada. Mañana te llevaré yo mismo.

Jordán hablaba, intentando calmar al chico. Pero sabía que lo que hacía era muy poco. Si tan solo lo supiera, si pudiera llamarlo “hijo” en ese momento y abrazarlo. Quería saber lo que había pasado, lo que sentía. Pero no. No era el momento. No podía decirlo ahora, mucho menos en aquellas condiciones. Solo lo lastimaría más.

-Le agradezco por todo. Usted y su esposa han sido muy amables. Lamento causarles problemas- dijo el azabache.

-No digas eso. No es ninguna molestia- Jordán se sentó a su lado. -Te ayudamos porque te apreciamos y nos preocupas. Amanda también se preocupó, no quería volver a la cama sin saber si estabas bien.

-Ni siquiera la saludé- dice Dante sintiendo algo de pena por la niña.

-Tranquilo, mañana lo harás- Jordán dudó un poco, pero al final puso su mano sobre el hombro del chico, dándole ánimos. –Ahora toma el té y luego a dormir.

-Está bien.

Jordán sonrió en silencio. Se levantó y se fue cerrando despacio la puerta. De nuevo, Dante estaba solo. Suspiró pesadamente. Agradecía el trato que tenía la familia hacia él, pero también le hacía sentir incómodo. Pensaba que sí les estaba causando molestias. Después de todo, no eran  su familia.

Bebió el té con cuidado, aún estaba caliente. El vapor que emanaba de la taza lo relajaba. Trataba de no pensar mucho. Se distrajo en terminar la taza de té, y una vez lo hizo, apagó la luz y se recostó. Cerró los ojos, intentando quedarse dormido de inmediato, sin recordar nada. Pero no pudo.

Se acurrucó pensando en Vincent, en lo preocupado que debió ponerse al saber que no estaba. Tenía ganas de verlo, de abrazarlo, de contarle todo lo que dijo el Diablo. Ahora sabía que había estado jugando con él, todo era solo una venganza. De nuevo le vino la imagen de Vincent preocupado y luego…su madre.

Recordó cuando llegó a casa de aquella vez que lo golpearon en secundaria. Todo el tiempo que estuvo allí, extrañó que fuera ella quien le diera aquellos cuidados. Sin darse cuenta ya estaba llorando de nuevo, pero más calmado. Solo agua salada que salía de sus ojos, y rodaba tranquila mientras lo arrullaba.

Notas finales:

Nos leerémos pronto.

Att. Alphonse Zero 


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