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Rainbow VS Monochrome por Alphonse Zero

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Benjamín conducía con Vincent en el asiento del copiloto y Alexander atrás. Llevaban un buen rato buscando alrededor de donde había sido la fiesta, pero no encontraban ni a Dante ni la camioneta del Diablo.

-¿Están seguros que me contaron todo? ¿No tienen idea de lo que pudo pasarle?- preguntó el profesor. Estaba algo alterado.

-Eso fue todo. Solo le pedí que esperara y llamara si tardaba en salir- explicaba Alexander. -No sabía que no cargaba con su móvil.

-¿Y tú, Vincent? ¿No tienes idea de a dónde pudo ir Damián?

-No, y tampoco me responde las llamadas. Ese bastardo…si le hace algo lo mato- Vincent estaba desesperado. Sus piernas estaban inquietas, quería correr a buscarlo.

Después de encontrarse con Alexander, estuvieron buscando a Dante por todas partes. Incluso pidieron permiso al chico que organizó la fiesta para ver en las habitaciones, pero a excepción de una ventana abierta no había nada de raro.

Vincent estaba por enloquecer cuando el móvil del profesor sonó. Éste se lo entregó al menor mientras seguía al volante.

-Contesta por mí, por favor, y pon el altavoz- le pidió.

Vincent lo hizo y al instante se escuchó una voz.

-¿Benjamín? Soy yo, necesito decirte algo importante- decía Jordán del otro lado de la línea.

-Estoy algo ocupado ahora. Creo que debes saberlo, pasó algo muy serio.

-¿Es sobre Dante? De él quiero hablarte.

Cuando Jordán dijo aquello, Benjamín frenó de golpe.

-¿Qué dice?- Pregunta Alexander.

-¿Sabe algo de Dani?- pregunta Vincent desesperado.

-¿Vincent está contigo?- pregunta Jordán.

-Por favor, no nos dejes en suspenso ¡Dinos!- le pidió Benjamín a su hermano.

-Encontré a Dante camino a casa. Estaba muy alterado y…herido- Jordán hizo una pausa.

-¿Herido? ¿Qué le sucedió? ¿Está bien?- Vincent seguía alterado, más al escuchar cómo encontraron a Dante.

-No es nada grave, tranquilo, está bien. Pero me preocupa que no haya querido hablar del tema.

-¿Puedo hablar con él? ¿Dónde está?- preguntaba Vincent.

-Está tomando un baño ahora.

Benjamín nota lo alterado que estaba Vincent. Se estaciona al lado del camino, le quita el móvil y sale a continuar con la llamada por su cuenta.

-Trata de calmarte- le dice a Vincent.

El arlequín ve como el profesor se aleja un poco para seguir con la charla. Estaba por seguirlo cuando la mano de Alexander lo detuvo sosteniendo su hombro.

-Deberíamos dejar que hablen.

-¿No te das cuenta? Dante está herido, ¿de quién crees que es la culpa?

-Deja que el profesor se encargue. Estás muy nervioso ahora, no puedes manejarlo- Alexander intentaba razonar con él. Claro que también estaba preocupado, pero se sentía aliviado de que lo hayan encontrado.

-Solo necesito hablar con él. Quiero que sea Dante quien me diga que está bien.

Alexander no esperó lo que vio, Vincent estaba llorando. Ocultaba su rostro tras sus manos y agachaba la cabeza lo más que podía. Gemía despacio, intentando callar, pero era imposible esconderse. Vincent no se sentía conforme con saber que el señor Jordán lo había encontrado. Quería saber lo que pasó. Quería escuchar su voz, verlo, abrazarlo. Lloraba de desesperación y rabia.

Después de un rato, Benjamín volvió al auto. Lo encendió en silencio y comenzó a conducir. Vincent se secó las lágrimas.

-¿Iremos por Dante?- preguntó Alexander.

-No. Se quedará a dormir en casa de mi hermano. Mañana lo llevará al instituto.

-Pero… ¿por qué?, ¿eso se puede?- Alexander desconocía la conexión entre Dante y Jordán. 

-Quiero ir a verlo- dijo Vincent en un tono algo autoritario.

-Ya es tarde. Ninguno debería estar fuera de la escuela. Aún debo llegar y explicar la situación y…

-¡Dije que quiero verlo!- gritó.

-Vincent, sé cómo te sientes pero piensa en Dante. Necesita descansar después de todo lo que pasó. Benjamín nota los ojos llorosos de Vincent. –También quiero verlo, pero confío en que Jordán y Bianca cuidarán bien de él por esta noche.

Vincent se resignó. Se quedó callado el resto del viaje. Alexander tampoco hablaba. Pensaba en Dante y en cómo estaría. Si tan solo no lo hubiera dejado solo en la fiesta.

 

 

A la mañana siguiente, Amanda se levantó de la cama y fue corriendo al comedor. Escuchaba a sus padres susurrando, sabía que eso hacían los adultos cuando había problemas. Bianca volteó y vio a la pequeña.

-Hola, cielo, ¿qué haces allí?

-¿Dónde está Dani?- pregunta la pequeña de rizos dorados.

-Sigue durmiendo- responde su padre. –Tuvo una larga noche, es mejor que descanse.

-Te serviré el desayuno. Ve a lavarte las manos- le dice su madre acariciando su cabello.

Amanda va en dirección al baño pero la curiosidad le gana. Se acerca a la habitación de huéspedes, colocando su oído en la puerta. No escuchaba nada. Cuidadosamente abrió la puerta. Pudo ver a Dante descansando en la cama. Éste ya no dormía, miraba el techo de la habitación en silencio. Pronto se percató de la presencia de la pequeña.

-Hola, Amanda- dijo al tiempo que se levantaba. –Buenos días.

-Buenos días…-dijo algo tímida. No dejaba de verlo al rostro.

Dante notó cómo lo miraba la pequeña. No sabía que decirle. Amanda se acercó a la cama sin despegar sus ojos de él.

-¿Estás enfermo?, ¿Te duele?- preguntó la pequeña.

-Un poco- le respondió Dante. –Pero las heridas sanarán pronto.

-¿Por qué mi mamá cortó tu cabello?

La pregunta le desconcertó. Tocó su cabello, sintiendo las puntas.

-Porque ya no tenía remedio- dijo con pesar. –Pero volverá a crecer. Es cuestión de tiempo.

-Me gustaba mucho. Extrañaré tu cabello largo- dice Amanda en un tono triste.

-Igual yo- le responde.

En eso, el señor Jordán se asoma a la habitación.

-Amanda, te dije que lo dejaras descansar- le dice a su hija.

-Ya estaba despierto cuando ella entró- dijo Dante. –No la regañe.

-¿Cómo dormiste? ¿Te sientes mejor?

-Dormí bien. Voy a estar bien- respondió intentando sonreír.

-Ven a desayunar. Te llevaré al instituto cuando termines. Hay alguien que te está esperando allá.

Dante alza la vista cuando dijo aquello. Se levantó y todos fueron juntos a desayunar. Se sentaron a la mesa y Bianca sirvió los platos. Amanda se sentó junto a Dante, Bianca frente a ellos y Jordán en la cabecera. El mayor no pudo evitar ver aquella escena como un desayuno familiar. Le conmovía ver a sus dos hijos juntos, solo lamentaba que fuese en aquellas condiciones.

-A penas has tocado tu plato- le dice Bianca a Dante.

-Lo siento. No tengo mucha hambre.

-Trata de comer un poco al menos. Necesitas recuperar fuerzas- le dice Jordán.

-Haz caso a mi papá- le aconseja Amanda. –Necesitas curarte pronto.

Dante obedeció y trató de comer más. Era verdad que necesitaría fuerzas. No sabía lo que ocurriría, pero seguro el señor Jordán y el profesor insistirían para que les contara lo que ocurrió.

Una vez que todos terminaron de comer, Bianca fue al cuarto de lavado por la ropa de Dante.

-Lavé todo, pero tu camiseta de manga larga está muy rasgada- le decía mientras le entregaba la ropa. –No sé si tenga arreglo.

-Está bien, no se preocupe.

-Te prestaré una camiseta- le dice Jordán, y le pide que lo acompañe.

Ambos van a su habitación y Dante espera mientras Jordán buscaba en el armario.

-Te quedará algo grande, pero te servirá para volver al instituto- le dice al azabache y le entrega una camiseta blanca.

-Gracias- le responde.

Jordán deja a Dante solo para que se cambie. Éste deja la ropa limpia en la cama y comienza a desvestirse. Algo llama su atención. De reojo pudo verse en un espejo que estaba por fuera del armario. Tenía moretones por todos lados. La noche anterior no se atrevió a mirarse al espejo, y ahora que lo hacía se justificaba su miedo. Aquella imagen de él mismo era lamentable. No quiso ver más y comenzó a vestirse.

Como la camiseta le quedaba tan grande, decidió fajarla. El blanco no era de su preferencia, pero no podía quejarse. Ya ni  siquiera le importaba el asunto de la ropa.

Al terminar abrió la puerta encontrándose con el señor Jordán, quien lo esperaba.

-¿Listo? No se ve mal- le comenta. –Pero está haciendo frío como para salir así.

-Estaré bien- le dice Dante.

Jordán no hace caso y va a buscar de nuevo en el armario.

-Creo que tengo algo que sí es de tu talla- dice con cierta emoción. Después de buscar, saca al fin una chaqueta cubierta por una bolsa protectora. Era color marrón y se parecía a las que usaban los aviadores.

-Era mi favorita cuando tenía tu edad. Me alegra haberla guardado por tanto tiempo- se la entrega a Dante.

-No lo sé. Parece ser algo importante.

-Póntela, te cubrirá del frío- le insiste.

Dante toma la chaqueta.

-No sé cómo agradecer todo lo que están haciendo por mí.

-No te preocupes por eso. Solo quiero ayudar a que estés bien- le responde.

Ayuda a Dante a quitar la bolsa para ropa de la chaqueta y éste se la pone finalmente. Jordán no puede evitar verlo y pensar en que se parecía bastante a él cuando joven. Deseaba decírselo, pero por ahora no era el momento.

-Te queda bien. Bueno, es hora. Debemos ir al instituto, te están esperando- dice Jordán.

Ambos salen de la casa, acompañados por Bianca y Amanda. La pequeña quería ir con ellos, pero su madre le explicó que no era posible en esa ocasión.

-Pero podremos vernos pronto, ¿verdad, Dani?- pregunta la pequeña.

-Claro, si tus padres quieren.

-¿A Vincent también?

La pregunta de la pequeña le hace pensar en él. No sabía qué ocurriría al encontrarse de vuelta al instituto.

-Sí, a él también.

Dante se despide de Amanda. Bianca lo abraza cariñosamente, le susurra un “todo estará bien”, y lo suelta mostrando una sonrisa cálida. El chico sube al auto con Jordán y desde dentro se sigue despidiendo de la pequeña Amanda, quien no dejaba de agitar su mano aun cuando el auto se alejaba.

Una vez se alejaron tanto que ya no podía ver la casa, Dante se tornó serio. Jordán lo notó y aunque no sería un tema muy agradable, comenzó a hablar.

-¿Sabes que tendrás que contarles todo lo que ocurrió?

-Lo sé- le responde a secas.

-Sé que no soy nadie para preguntarte, pero… ¿puedes decirme lo que te pasó anoche?

-No sé si pueda. Ni siquiera creo ser capaz de ver a Vincent a la cara.

-¿Vincent?, ¿Por qué no podrías?

-Porque tengo miedo- confiesa el azabache. –No tengo idea de lo que va a suceder después de todo esto.

Jordán ve a su hijo, aparentemente calmado y serio, pero que parecía dejarse derrumbar por el miedo. Si tan solo lo supiera, podría cuidarlo como un padre. Aconsejarlo, animarlo.

-Sé cómo te sientes. Aunque quieres, no puedes cambiar lo que ocurrió. Pero no te dejes llevar por ello. Aún hay mucho que puedes hacer por mejorar las cosas. Tienes a muchas personas que se preocupan por ti. Haz un esfuerzo por ellos.

Dante escuchó atentamente las palabras de Jordán. Le conmovió aquel trato paternal que tenía con él. Desde el principio lo había tratado así y se sentía agradecido. Era la primera vez que experimentaba aquel sentimiento. Se le humedecieron los ojos, pero los secó discretamente.

-Lo haré- le promete. –Gracias.

Después de un rato, llegaron al instituto. Jordán se estacionó y luego llamó a su hermano por teléfono. Dante comenzaba a ponerse nervioso.

-Ya vienen en camino. Salgamos para encontrarlos en el patio- le dice Jordán.

Ambos salen del auto y caminan al centro del patio. Aquella era una mañana fría y algo nublada, pero no había nada de viento. Afuera todo estaba en calma. De pronto, Dante alcanzó a ver a Vincent a la distancia, acompañado por sus amigos y el profesor Benjamín.

En cuanto Vincent alcanzó a ver a Dante, aceleró el paso. Poco a poco comenzó a correr. El azabache por su parte, retrocedió un paso al verlo acercarse. Pero Jordán puso la mano sobre su hombro, animándolo. Entonces Dante avanzó despacio.

Vincent no se detuvo. Cuando lo tuvo cerca, extendió sus brazos y lo tomó con fuerza. Por fin pudo verlo, por fin estaban juntos. Se aferró a él, en silencio. Tenía miedo de verlo a los ojos, pero igual alzó la mirada. Aquello le bastó para saber lo mucho que lo habían lastimado.

-Dante- dijo viéndolo a los ojos mientras los suyos se hacían agua. No pudo hablar más porque comenzó a llorar, ocultando su rostro entre el pecho del azabache.

Dante tampoco pudo decir nada. Una vez que por fin estaba con Vincent, sintió alivio. Lo abrazó y comenzó a llorar también.

Sus amigos y el profesor llegaron a donde estaban. Stan, Cris y Jeff, se acercaron a ellos y sin decir nada se abrazaron entre todos. No hace falta decir que hubo más lágrimas.

Jordán y Benjamín solo observaban. El menor notó lo que Dante llevaba puesto, lo reconocía bien.

-Se parecen mucho- comenta en voz baja.

-Pensé lo mismo.

-Creo que ya es hora de que le digas la verdad.

-No, aún no. Quiero que pase esto primero. No quiero hacerle más daño.

-Pero te necesita- insiste Benjamín.

Jordán observa a su hijo, rodeado por Vincent y sus amigos.

-No pienso dejarlo. Pero por ahora los tiene a ellos. Eso es lo que me deja tranquilo.

Notas finales:

Gracias por seguir la historia.

Nos leeremos luego.

Att. Alphonse Zero.


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