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Rainbow VS Monochrome por Alphonse Zero

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Notas del capitulo:

Espero disfruten el capítulo, que aunque corto es algo conmovedor. 
:3 

Tan pronto terminaron las clases, Dante subió al autobús que lo llevaría a la casa de Teresa. Iba vestido con el suéter azul y la gargantilla que le dio Vincent, quizá porque quería verse bien para él, pero no se sentía así. Aun cuando moría de ganas de verlo, tenía miedo.

Llevaba días sin hablar con él, sin saber nada. Era su culpa, ¿pero qué podía hacer?, cada que pensaba en llamarlo surgían los recuerdos de todo lo que pasó. Eran pensamientos con los que no quería lidiar, pero evidentemente no podría evitarlos por siempre. Así que sí, tenía miedo de enfrentar la realidad.

El camino le pareció mucho más corto que la última vez, para su mala suerte. Bajó y caminó unas calles hasta llegar a la casa. No había llamado a nadie para avisar que iría, así que nadie le esperaba. Se paró frente a la puerta, quiso tocar, al mismo tiempo quiso correr. Tocó al fin, esperó, y escuchó los pasos aproximarse a la puerta.

-¡Ya voy!- escuchó gritar desde dentro. A los pocos segundos, Teresa le abrió. -¡Dante, estás aquí!- la expresión de alegría y sorpresa vino acompañada con un fuerte abrazo.

-Sí, hola- dijo un tanto tímido.

-Tenemos días sin saber de ti. Tu madre ha estado esperando a que le llames.

-Lo sé, hoy hablaré con ella para explicarle.

-Salió a comprar unas cosas. Volverá en un momento. Pero no te quedes allí, pasa. Les prepararé algo a ti y a Vincent.

Dante entró a la casa. Odiaba admitirlo, pero se sentía aliviado de que su madre no estuviese por allí en ese momento. Acompañó a Teresa a la cocina, quien preparó algo de té y sacó unas galletas del estante.

-¿Cómo te ha ido en la escuela?

-Bien, aunque agotador con los exámenes finales.

-Lo  imaginé. Se lo dije a Vincent muchas veces, que fuera paciente, que seguro estabas ocupado con la escuela.

-¿Cómo está él?- un sentimiento de culpa iba cargado con esa pregunta.

-Mucho mejor. Pero sigue en cama, el doctor dijo que descansara mucho. En realidad está más calmado de lo que imaginé, pero no deja de desesperarse a veces. Es difícil para él quedarse quieto.

-Lo sé- dijo con cierta nostalgia. Aquellos días en que el semestre iniciaba, cuando se conocieron. Aquél chico alegre… ¿seguirá allí?

Teresa colocó la tetera y dos tazas en una bandeja. Colocó también un azucarero, cucharas y el paquete de galletas. Dante la siguió de la cocina al pasillo, hasta dar con una puerta llena de calcomanías de estrellas, arcoíris, y otras cosas coloridas.

-Vincent, te traje algo de té, y algo más para animarte- le gritó desde detrás de la puerta, giñándole el ojo a Dante.

-Pasa- respondió el chico a secas.

Dante abrió temeroso la puerta de la habitación. Posters y más calcomanías en las paredes, un librero lleno de todo menos de libros, una alfombra purpura y afelpada, y una cama llena de comics. Sí, ese era definitivamente su cuarto. Él estaba recostado, usando una pijama colorida, leyendo, pero al verlo entrar se incorporó de inmediato.

-¡Sorpresa! ¿No te dije que vendría pronto?- Teresa fue y dejó la bandeja en la mesa de noche. –Los dejaré solos para que charlen. Estaré en la cocina si necesitan algo- Teresa salió de la habitación.

Ambos chicos se vieron, pero no se dijeron nada. Vincent estaba congelado, viendo a Dante con cierto asombro. Por su parte, Dante evitaba los ojos de Vincent a toda costa. Aun así, caminó hasta donde estaba la mesa de noche.

-¿Quieres que te sirva el té?- preguntó mientras acomodaba las tazas. La mano de Vincent alcanzó la suya, deteniéndolo.

-Te extrañé- le dijo Vincent. Su voz era más dulce de lo que Dante recordaba.

El azabache no pudo contenerse más y se echó a llorar, cubriendo su rostro con ambas manos. Vincent lo jaló hacia él y lo abrazó. Le rodaron unas lágrimas también, pero estaba tranquilo.

-Perdóname- le decía entre sollozos. –Perdóname por no estar contigo estos días, por alejarme así.

-Tranquilo, Dani. No estoy molesto contigo- le consoló acariciando su espalda.

-¿En serio?

-En serio- le aseguró. –Sí, estaba triste, pero entiendo que estás pasando por momentos difíciles.

-Vincent- pronunció su nombre con anhelo, y lo abrazó con fuerza.

-¡Ah! Espera…-se quejó Vincent.

-¡Lo siento!- se separó de inmediato. –Olvidé tu herida.

-Está bien, ya no me duele tanto- Vincent vio el rostro de Dante. Sus ojos llorosos le producían ternura, aunque preferiría no verlo llorar. –Vamos, siéntate- le hizo espacio en la cama para que se sentase a su lado.

Dante se sentó y ambos juntaron sus hombros. Tomaron sus manos y se quedaron en silencio un rato, sólo sintiendo entre sus dedos los del otro, su calor.

-Estoy feliz de verte- le dijo Vincent para calmarlo.

-Yo también, aunque me veas llorando así- se secó las lágrimas con la manga de su suéter.

-Te ves muy bien- dijo refiriéndose a cómo iba vestido.

-¿Incluso así?- Dante pasó la manos por su cabello.

-Sí, incluso así- Vincent se acercó a su rostro. Estiró su mano y acarició el cabello de su ángel. Luego su mejilla, por donde una lágrima más rodó. Luego a su nuca, atrayéndola hacia él.

Por fin un beso. Un leve roce al principio, y luego un profundo suspiro ¿Hace cuánto…? ¿Hace cuánto que no se habían besado? El sabor era tan dulce que los ahogaba. Se separaron despacio y se vieron a los ojos. No tardaron en volverse a besar.

 

 

 

Como Dante se había ido a la casa de Vincent, los chicos no tuvieron más opción que quedarse a estudiar de nuevo en la biblioteca. Pero ese día en especial ninguno estaba poniendo atención a sus libros.

-¿Cómo estarán esos dos?- se preguntó Cris, rompiendo el silencio.

-Ni idea- respondió Stan. –Dante ha actuado tan raro últimamente.

-Lo sé, desde que volvió del hospital.

-Creo que tiene que ver más con la charla que tuvo con el hermano del profesor. Fue justo después de esa charla que se puso así.

-¿Pero qué pudo haberle dicho que lo hiciera actuar tan raro?

-Raro- repitió Jeff con tristeza.

-Llámenme loco, pero… ¿no les parece que ese hombre se volvió muy cercano a Dante en muy poco tiempo?

-Sí, es verdad. Pero fue él quien encontró a Dante la noche que huía de Damián. Es normal que le esté agradecido después de haberlo acogido en su casa después de esa experiencia tan desagradable- dijo Cris.

-Aun así…- Stan vio como entraba a la biblioteca el profesor Benjamín.

Ben buscaba a Dante y los chicos. Cuando los localizó en una de las mesas fue directo a ellos, pero notó que Dante no estaba.

-No está aquí- dijo Stan de inmediato.

-Tengo que hablar con él, ¿dónde fue?- preguntó.

-A casa de Vincent. Fue a verlos a él y a su madre- respondió Cris.

-Ya veo, es bueno saberlo. Cuando regrese díganle que vaya a verme a mi oficina.

-¿Por qué razón? Si se puede saber- insistió Stan.

-Es algo que nos compete sólo a nosotros.

-Tiene que ver con su hermano, ¿verdad? Ese hombre con el que Dante se molestó la otra noche- dijo con mucha seguridad.

Stan tenía una capacidad de deducción que Benjamín admiraba, pero que aborrecía a veces. No podría mantener los secretos por mucho más tiempo, lo sabía, pero quería hablar con Dante antes de que la bomba estallase.

-Sólo díganselo- se dio media vuelta y se fue del lugar.

-Fuiste algo agresivo, Stan- le dijo Cris.

-¿Pero viste que oculta algo?- insistió Stan.

-Sí- le respondió.

-Muy sospechoso- agregó Jeff.

 

 

 

Dante sirvió el té antes de que se enfriara. Le dio una taza a Vincent y tomó una para él.

-¿Cómo están los chicos?

-Están bien. Tienen muchas ganas de verte. Querían venir hoy, pero les pedí que me dejasen venir solo. Aún así, mañana estaremos todos aquí.

-No sé por qué siento que recibiré un gran sermón de Stan- dijo con desánimo.

-Yo creo que estará feliz de verte. En el hospital no pudo hacerlo, pero estuvo muy al pendiente de ti.

Dante se había calmado ya. Temía que llorase de nuevo, pero tuvo que preguntarle. -¿Cómo está el profesor Ben?

-Oh, sobre eso…- Dante se puso serio de nuevo. –No he hablado con él desde que volví del hospital.

-Pasó algo, ¿verdad?

-Sí- Dante suspiró pesadamente. Era duro hablar de ello, pero debía hacerlo. –Jordán habló conmigo esa noche y… bueno, tú ya lo sabes, ¿verdad?

-Sí, lo sabía- Vincent temía que Dante se enojara con él. Después de todo tenía derecho a ello, le había ocultado una verdad tan importante por mucho tiempo. –Perdona que no dijera nada. Creí que no me correspondía ser yo quien te lo dijera.

-No te preocupes- dijo, para sorpresa de Vincent. –Y tienes razón, nadie más que él podía decirme algo así.

-Pero te dolió, ¿no?, enterarte de que él es…

-No lo digas- le interrumpió Dante. –Ahora no quiero hablar de eso.

-¿Pero entonces cuándo? Dante, sé que es difícil pero no puedes escapar de ello por mucho tiempo más. Creo que lo mejor es que lo enfrentes de una vez.

Dante miró la taza de té, vio su propio reflejo en ella. Aquél día estaba tan enojado que sólo pensó en irse. Pero recordaba bien la cara de sufrimiento de Jordán cuando se levantó de la banca.

-Siento que no puedo. No puedo perdonarlo. 

Notas finales:

Gracias por seguir leyendo. Hace tiempo que no los leo. Por favor, no duden en andarme sus comentarios :3 

Nos leemos pronto (espero).

Att. Alphonse Zero.


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