Ya era de noche cuando el autobús los dejó frente al instituto. Debían apresurarse antes de que el guardia cerrase la puerta porque podrían meterse en problemas.
-¡Vamos, Dani!- le decía Vincent tirando de su mano.
-Espera, no tan a prisa- Dante intentaba seguirle el paso.
Llegaron a la puerta cuando el guardia estaba a punto de cerrar.
-¿Qué hacen afuera tan tarde?- el guardia los miraba con seriedad, regañándolos con la mirada.
-Tuvimos problemas con el transporte- le respondió Vincent muy tranquilo.
-Viniendo de ti no me sorprendería que fuera mentira. Pasen de una vez, agradezcan que no los reportaré pero solo porque llegaron justo a tiempo.
-Gracias- le dice Dante al guardia. Se sentía aliviado de no haberse metido en problemas.
Fueron camino a los dormitorios. Ya habían pasado el primer obstáculo pero seguía otro al cual temer más.
-Esperemos que el “señor mandón” no haga de esto una tragedia- comenta Vincent.
-Me pareció raro que no nos llamara. Creí que lo haría en cuanto empezó a obscurecer- Dante revisaba su teléfono. Eran las 8:05 pm.
-Como sea. Te acompañaré a tu habitación, no quiero que te regañen por mi culpa- dijo el rubio mientras subía al edificio con su ángel.
No se habían soltado desde hace rato. Aquel día se había sentido largo pero agradable. Dante aún se sonrojaba al recordar cómo habían terminado su cita.
Pronto ya estaban frente a la habitación de Dante y Stan. El azabache abrió la puerta esperando que los regañaran al instante, pero nada, el lugar estaba vacío.
-¿Stan?- preguntó Dante entrando a la habitación.
-Debe estar con los otros dos- dice Vincent.
-Es verdad, se supone que ya llevó a cabo el plan. Me pregunto si funcionó.
-¿Quieres ir a ver?- pregunta Vincent.
-Sí, vayamos. Además, puede que así no nos regañe tan duro.
Ambos chicos bajaron al segundo piso. Una vez frente a la habitación Dante pensó en tocar pero ya que también era la habitación de Vincent, éste entró sin más. No se esperaba lo que vieron al entrar.
-¡E-Entonces Cris…bailó conmigo!- le contaba muy emocionado el pelirrojo a Stan.
-¡Solo lo hice para que pudiéramos charlar!- se excusaba el chico de gafas.
Stan escuchaba atentamente, sentado en la cama de Vincent. Jeff estaba sobre la cama de Cris, sosteniendo a éste sin dejarlo ir.
Vincent y Dante quedaron boquiabiertos al escuchar hablar al pelirrojo. Ya no solo decía el nombre de Cris, estaba hablando de verdad.
-Jeff está hablando- dice Dante muy emocionado, llamando la atención de todos.
-Así que por fin llegaron- Stan les lanzó una mirada acusadora.
-Ustedes se tardaron mucho- comenta Cris.
-¡Dan! ¡V-Vincent!- les saluda Jeff.
-¿Cómo pasó eso?- pregunta el rubio.
-Lo sabrían si hubieran llegado temprano ¿Disfrutaron la película?- pregunta Stan.
-¿Película?- pregunta ingenuamente el azabache.
-¿Cómo supiste que fuimos al cine?- le pregunta Vincent a Stan.
-Me lo dijo el profesor Ben. Lo encontramos ya hace rato en los pasillos. Dijo que ustedes olvidaron esto- Stan les mostró las bolsas de dulces que estaban en la mesa de noche de Vincent.
-Es verdad, las dejamos en su auto- recordó Dante.
-Por cierto ¿Qué hacían en el auto del profesor? ¡Respondan, no han dicho nada!- exigió Stan.
-Tranquilo, capitán amargado, si llegamos tarde fue porque tardamos en el cine y el autobús tardó en pasar- se excusó Vincent.
-¿En serio?- Stan no estaba muy convencido. Miraba a Dante directo a los ojos. -¿Y lo del profesor?- le preguntó directamente al azabache.
-Nos lo encontramos por casualidad y nos invitó a una fiesta de cumpleaños- respondió Dante.
-¿Fiesta de cumpleaños?- pregunta Cris extrañado.
-¡Pastel! ¿Co-comieron pastel?- preguntaba el pelirrojo.
-Eh, sí- le respondió Dante a Jeff. – Veo que tú y Cris ya no están molestos- dice cambiando de tema.
-Es una larga historia- dice Cris. –Pero ahora estamos bien. Lo convencí de dejar los audífonos al menos en lugares tranquilos como aquí en la habitación.
-Sí…afuera es difícil- dice Jeff.
-Ya veo. Pues me alegra poder charlar contigo ahora- le dice Dante sonriéndole.
Jeff le devuelve la sonrisa.
-Sí, parece que estás un paso más cerca de la madurez- le dice Vincent.
-Quisiera decir lo mismo de ti- le dice Stan. –Pudieron habernos hablado para decir que estaban bien. Si no los llamamos fue porque el profesor nos dijo dónde estaban.
-¿Cuántas veces tendremos que disculparnos para que te quedes tranquilo? No nos trates como criminales- se quejaba Vincent.
-Pues deja de actuar como uno- le respondió Stan.
Dante, Jeff y Cris solo reían al verlos pelear. Por alguna razón esta vez no les preocupaba verlos reñir, parecía una tranquila discusión entre amigos. Las cosas quedaron así por el momento.
Después de despedirse de los chicos, y de que Dante le diera a Vincent un beso de buenas noches en la mejilla, él y Stan volvieron a su habitación. Se sentía tranquilo pero ya se esperaba que Stan lo interrogara individualmente, y así lo hizo.
-¿Por qué tardaron tanto? No les creo eso de que fueron al cine- dice Stan muy seguro de sí.
-Eso hicimos- dice algo nervioso el azabache. –Tardamos porque el transporte…
-Dan, no soy tonto- dice viéndolo directo a los ojos. –Se fueron desde muy temprano, solos, y vuelven hasta el anochecer. ¿Crees que no puedo imaginarme a dónde fueron realmente?
Dante se siente algo avergonzado. Se sienta en su cama y pensando que después de todo Stan es su amigo y debe tenerle confianza, le dice:
-Bien… nosotros fuimos a un motel.
Stan se sorprende de la sinceridad de Dante. No se esperaba que fuera tan directo.
-¡Ese enano!- se queja. -¿Por qué lo dejas hacer todo lo que quiere?
-Yo también quería- le responde.
Stan se sorprende aún más.
-Vincent no me obligó a nada. Ambos quisimos- dice mientras su rostro se pone rojo.
-…Entiendo- dice Stan, suspirando y tirándose a la cama. –Supongo que no puedo regañarlos por eso. Solo no bajes la guardia nunca- le recomienda.
-Lo tendré en cuenta- le responde Dante.
Ambos chicos van a dormir. Había sido un largo día y debían descansar. Dante se quedó despierto un rato, pensando en todo lo que hizo ese día. Fue una linda cita, rara a momentos, pero siempre agradable al estar junto a Vincent.
En la otra habitación, Vincent hablaba con los chicos.
-Tu método fue algo extremo- dice Cris al tiempo que le entrega las esposas. –Aunque funcionó.
-A casos extremos medidas drásticas. Ustedes no nos dejaron opción- Vincent tomó las esposas y las puso en una caja bajo su cama.
-G-Gracias por los dulces- le dice Jeff a Vincent.
-Sí, gracias por eso. Te tomaste muchas molestias en conseguir esos cupones y tarjetas- dice Cris.
-Bueno, tampoco íbamos a dejarlos sin nada en medio de la plaza. Era lo mínimo que podía hacer. Además…creo que compensa un poco el mal rato que te hice pasar ayer- dice refiriéndose a cuando lo vio besarse con Dan.
-Fue algo…inesperado. Tampoco creas que me hiciste pasar un mal rato, solo no me lo esperaba.
-¿De qué…hablan?- pregunta el pelirrojo.
-Nada, cosas de adultos- le dice Vincent a Jeff. –En todo caso no se repetirá, así que quédate tranquilo- le dice a Cris.
-Está bien- Cris no lo dice pero se siente un poco aliviado.
-¡Yo quiero saber!- Jeff tira del brazo de Cris esperando a que le diga.
-No es importante, Jeff. Mejor vamos todos a dormir.
Jeff se queda algo inconforme pero no insiste más. En su lugar va al sofá a comerse lo que le queda de dulces. Después de un rato todos estaban durmiendo. Todos menos Vincent.
Se había quedado pensando en todo lo que ocurrió ese día. Los momentos dulces en su cita con Dante, los apasionados también, pero igual pensaba en la fiesta de cumpleaños y en cómo aquella visita a casa de Amanda cambiaría la vida de su amado ángel.
El hombre manejaba de regreso a casa. Ya estaba anocheciendo, el cielo pasaba a tener unos tonos rojizos y luego a obscurecer poco a poco. Al llegar, se estacionó frente a la casa y bajó del auto. Entró a la casa y fue directo al jardín. Bianca acababa de recoger la basura.
-Qué bueno que llegas ¿Me echas una mano?- le pregunta a su esposo.
-Claro- responde algo serio y va a recoger las mesas y sillas para guardarlas.
Su esposa notó algo raro en él, pero por el momento no dijo nada.
-¿Dónde está Amanda?- pregunta de pronto.
-Se quedó dormida. Fue un día muy activo para ella, se la pasó corriendo y jugando.
-Sí, es verdad- dice en un tono serio. Recoge las últimas sillas y las apila todas juntas.
-¿Ocurre algo, Jordán?- le pregunta su esposa.
-N-no, nada.
-No me mientas. Te conozco muy bien- dice Bianca. Lo toma de la mano y lo hace sentarse junto a ella en una banca del jardín.
Jordán permanecía en silencio, con la mirada perdida. Desearía no pensar, apagar su mente un instante.
-Siempre te pones melancólico en el cumpleaños de Amanda pero hoy estás mucho más triste.
-Es porque ha crecido mucho.
-Sí. Es una niña muy lista y audaz. Incluso tiene nuevos amigos, aunque sean mayores que ella- dice Bianca entre risas.
Sin embargo, aquel comentario hace ensombrecer aún más el semblante de Jordán. Ello lo nota.
-¿Jordán? Dime que te ocurre- le suplica.
-No puedo- dice con la voz entrecortada.
-¿Cómo que no puedes? ¿Ocurre algo malo?- su mujer le mira preocupada.
-¡Dije que no puedo!- le grita.
Bianca no se esperaba aquella reacción. Incluso Jordán se sorprendió de haberse expresado así.
-Perdona… no es tu culpa. Es algo mío- dice ocultando su rostro.
Bianca le toma la mano con fuerza.
-Soy tu esposa, eso hace que tus problemas sean míos. ¿Crees que me quedaré tranquila al verte así? Solo dime, sin importar qué sea yo te escucharé… por favor- vuelve a suplicar.
Jordán sabía que si quería arreglar las cosas debía empezar por contarle a su esposa. Pero le era tan difícil.
-Es sobre…
-¿Sí?
-Es sobre Dante.