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Rainbow VS Monochrome por Alphonse Zero

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos!

Por fin nuevo capítulo. 

Bueno, que comience de una vez. 

Stan daba vueltas en el patio de la escuela. Ya estaba anocheciendo, por lo que no debieron dejar salir a Dante de la escuela. Sin embargo no lo habían encontrado por ninguna parte. No sabía qué hacer.

-¿Seguro que no te dijo a dónde iba?- le preguntaba Cris a Jeff.

-Solo dijo…que iría al p-patio- le respondía el pelirrojo, notablemente preocupado.

-Pero no está aquí. No está por ningún lado- decía Stan sin dejar de buscar con la mirada.

-A esta hora no lo dejarían salir- dice Cris.

-Tampoco a Vincent, pero conociéndolo seguro que sabe muchas formas de salir sin ser descubierto.

-¿Crees que Dante hubiera escapado también?- pregunta Cris. –No me lo imagino.

 

 

Una hora antes. Alexander lo llevaba a la parte trasera del gimnasio, justo a un lado de la cerca de la escuela. El lugar estaba lleno de pupitres viejos y otras cosas. Tanto era el desastre que se formaba una torre de metal.

-Tendremos que escalar para poder salir- le decía Alexander, como intentando persuadirlo de lo complicado que sería.

-Bien, vamos- respondió decidido el azabache.

-Ok, pero, tendrás que subir primero. Si te caes, yo te atraparé.

Dante acepta y sube primero. Escala aquella torre metálica con mucho cuidado. No era la estructura más estable, todo lo contrario, y francamente aquello le asustaba, pero no se detuvo.

Subió hasta llegar a la sima. Pero ésta no le permitía trepar tan fácilmente la cerca. Ni siquiera podía ver sobre ella.

-Muy bien, ahora estira tus manos y sostente con fuerza- Alexander seguía abajo, cuidando que la estructura no colapsara y que Dante no cayera.

Dante lo hizo, y tocando el borde del muro con sus manos se impulsó para subirlo. Entonces pudo ver el exterior. Pronto ya estaba sobre el muro. Tan pronto lo logró, Alexander lo siguió. Con mucha más agilidad que el azabache, subió hasta donde estaba.

De allí saltaron hasta un contenedor de basura que les sirvió de escalón. Ya estaban afuera, pero igual podían ser descubiertos. Alexander lo tomó de la mano sin decir nada y comenzó a correr con él. Al estar alejados del instituto y ver que nadie los seguía, se detuvieron.

-Creo que nadie nos vio- comenta Alexander. -¿Ahora qué?

-Debemos buscar un taxi- decía viendo a la calle.

Alexander notó que Dante estaba algo agitado por haber corrido. Vio una banca no muy lejos de allí y lo llevó diciendo que allí seguro pasaría el transporte.

El azabache estaba callado. Parecía muy concentrado en sus pensamientos. Seguramente pensaba en Vincent. Seguro estaba preocupado por él. Alexander no se atrevía a interrumpirlo.

-No puedo creer que tú seas quien me está ayudando- de repente, Dante le habló.

-Oh, pues… no podía dejarte ir solo- dice Alexander.

-Después de cómo te he tratado, aún así me estás ayudando. No lo entiendo. Pero te lo agradezco- Tanto la voz como la mirada de Dante se sentían lejanas.

No importaba que lo tuviese allí junto a él, que estuvieran sentados juntos en aquella banca frente al atardecer, esa no era su historia. Alexander pensó eso en silencio, y junto al silencio de Dante solo quedaba el sol ocultándose frente a ellos.

A lo lejos lograron ver un taxi. Dante se levantó de inmediato y le hizo la parada. Ambos subieron y le pidieron al taxista que los llevara a la calle que Stan había mencionado. Era toda la información que tenían.

-¿Cómo sabremos dónde es exactamente?- preguntó Alexander.

-Pues, es una fiesta. Seguro habrá algo de ruido- decía Dante intentando ser optimista.

Alexander guardó silencio una vez que le respondió. Dante miraba insistente por la ventana, mientras Alexander lo miraba a él. Quería disculparse como se debía y arreglar las cosas, sabía que aquel favor no sería suficiente. Pero la misma situación se lo impedía. Se sentía desanimado, derrotado. No es que lo ignorara, pero se daba cuenta de lo mucho que Dante quería a Vincent. Eso le dolía.

Una vez que llegaron a la calle, bajaron y le pagaron al taxista. Podían ver muchas casas alrededor, sin embargo no fue difícil encontrar la correcta. A lo lejos la música y la multitud hacían notar el lugar de la fiesta.

-¡Es allí!- Dante intentó ir rápido al lugar, pero Alexander lo detuvo.

-¡Espera! No podemos ir aún.

-¿Por qué no?- preguntaba algo alterado.

-Escucha, tenemos que pensarlo bien. No sabemos si esa es la casa del Diablo, tampoco si podremos encontrar a Vincent sin toparnos con él. Creo que deberías dejarme ir a mí.

¡No! No puedo quedarme aquí de brazos cruzados. Vine hasta aquí porque quiero buscar a Vincent. Quiero hacerlo yo- reclamaba Dante.

-Entiendo, pero entiéndeme tú a mí. No voy a dejarte entrar a la boca del lobo si sé que puedes salir herido. Vine contigo para ayudarte, y creo que sería lo mejor si yo busco a Vincent. El Diablo te reconocería de inmediato si te ve, pero quizás a mí no. Tengo mayor oportunidad de entrar y salir sin llamar la atención- Alexander intentaba convencer a Dante, preocupado de que el Diablo lo reconociera como el novio de Vincent y que quisiera hacerle algo.

-Lo entiendo, pero no puedes pedirme quedarme tan alejado de todo. No soy tan frágil. Quiero hacer esto por Vincent, también quiero cuidar de él- La mirada decidida de Dante hacía que su corazón se oprimiera.

-Si quieres puedes quedarte afuera de la casa. Yo entraré a buscar a Vincent. Si no salgo en 15 minutos, llama a los chicos. O mejor a la policía.

Dante no quería perder tiempo discutiendo, así que aceptó los términos de Alexander. Aun cuando no traía consigo siquiera su teléfono móvil.

Ambos caminaron hacia la casa. La música de la fiesta sonaba alta, pero no más que los gritos y risas de quienes estaban allí. El lugar parecía estar realmente lleno, en parte una ventaja para pasar desapercibidos, pero les preocupaba que no fuera fácil encontrar a Vincent.

Alexander dejó a Dante en el porche, a un lado de la puerta de la casa. Notó que de nuevo estaba temblando. No quería parecer aprovechado (tampoco lo hacía por ello), pero lo abrazó rápido antes de entrar a la casa, no sin antes susurrarle algo y sonreírle para mostrarse tranquilo.

Dante lo vio entrar a la casa. Se quedó en el porche, mirando por una gran ventana al interior. Alexander resaltaba por su altura y por llevar la chaqueta deportiva del instituto. Intentaba no perderlo de vista mientras también buscaba a Vincent entre la multitud.

-¿Por qué la cara larga?- le dijo una chica que se acercó a él muy confiada. –Es una fiesta, amigo. Deberías entrar y beber algo- La chica olía un poco a alcohol.

-N-no, estoy bien- Dante sonrió intentando que perdiera interés en él.

-¿Tienes miedo?- la chica comenzó a reír.

-No- Dante se sintió incómodo. Al volver la vista a la ventana, ya había perdido a Alexander.

 

El rubio de ojos avellana atravesó la multitud intentando llegar a las escaleras. Pensaba que ponerse en un punto alto lo ayudaría a encontrar a Vincent. Debía apresurarse, no quería que las cosas se complicaran.

-¿Dónde está el Diablo?- preguntó un chico que parecía venir de la cocina.

-Hace rato que salió a fumar al patio trasero- le respondió otro chico.

Alexander los escuchó y fue siguiendo al chico hasta la puerta que daba al patio. Antes de salir se asomó para ver si podía mirar a Vincent, pero no lo encontró.

-¡Quítate, queremos pasar!- un par de chicos empujaron a Alexander hasta sacarlo al patio. – ¿Qué hace un mocoso de preparatoria aquí?- preguntó en tono burlón.

Alexander rogó porque no haya llamado la atención de todos. Para su suerte, cada quien parecía estar en lo suyo. Miró alrededor. No había tanta gente, pero no miraba a Vincent. Caminó alrededor del patio hasta que vio una pequeña puerta de madera que dividía el patio trasero del pasillo que daba a la entrada de la casa. Entonces escuchó su voz.

-Pareces aburrido. Bien, si ya te quieres ir solo dime todo lo que sepas.

-Ya te dije que no he descubierto quien fue. Si lo supiera te habría dicho.

-Ha pasado mucho tiempo, deberías haber descubierto algo.

Esos eran Vincent y el Diablo. Al asomarse, vio que además estaban un par de los amigos de Damián. Sintió que su sangre se congelaba al verlos.

-¿Por qué no olvidas todo esto? No ganas nada sabiendo quién fue. Ni siquiera podrás volver a la escuela. Solo olvídalo- Vincent trataba inútilmente de convencerlo.

-Pareciera que estás intentando defender a alguien ¿No será que sí sabes algo pero no quieres decirme?- el Diablo sonreía mientras soltaba el humo de su cigarrillo.

Vincent ya no sabía qué decirle. Era obvio que no olvidaría el tema. Fue a la fiesta sin saber muy bien lo que quería hacer. Solo para que no se enojara con él. Pero ahora temía que no lo dejase ir hasta obtener lo que quería.

-Parece que el arlequín ya no quiere hablar- dijo uno de los amigos del Diablo.

-¿Por qué no terminamos ya con esto? No va a decirnos nada- decía otro insinuando que lo golpearan.

-Vamos, no sean tan malos con nuestro pequeño- el Diablo dejó salir más humo de su boca. –Lo dejaremos ir esta vez, pero con una nueva advertencia- Damián sonrió ampliamente. –Cuida muy bien a tu juguetito, porque ya no pienso controlarme.

Alexander supo que hablaban de Dante. Ahora era un hecho, si miraban a Dante allí le harían daño. No dudó y se fue de allí para llevárselo lejos antes de que lo encontraran.

-¿Qué dijiste, imbécil?- Vincent enfureció al oírlo. –Ya te dije que no te metieras con Dante. Él no tiene nada que ver.

-Claro que sí. Porque si te lo robo, aunque sea solo un instante, te hará sufrir tanto que volverás a temerme- el Diablo dejó de sonreír entonces. –Crees que porque ya no vamos a la misma escuela puedes librarte de mí pero te equivocas. Tú sigues siendo parte de esto, sigues siendo mi arlequín, y harás lo que yo ordene.

La mirada fría del Diablo le hizo saber lo serio que era el asunto. Todo se estaba saliendo de control. Debía volver al instituto y decirle todo a Ben. Debían buscar una forma de proteger a Dante en lo que se resolvía el asunto.

-Si no dirás nada más...-Vincent, a pesar del miedo, no dejaba de ver a Damián a los ojos. Mostrando su furia y su fuerza.

-Puedes irte- dijo volviendo a sonreír. –Lamento que no te haya gustado la fiesta. El chico que la organizó no hizo un gran trabajo que digamos. Pero cuando haga una en mi casa, ven y trae a tu amigo. Seguro se la pasarán bien- soltaba humo entre risas.

Eso fue la gota que derramó el vaso. Vincent no se contuvo y golpeó al Diablo en la cara, haciendo que su cigarrillo cayera al suelo. Los otros chicos iban a golpearlo a él cuando el Diablo los detuvo. Soltó su última bocanada de humo en una sonrisa para Vincent. Ambos se quedaron callados. Vincent se fue de allí, más furioso que asustado, y Damián lo observó sin dejar de sonreír.

Vincent fue por el pasillo hasta el patio de enfrente. Una vez que volviese al instituto diría todo, y hablaba de todo. Si era necesario, debían mandar a Dante de vuelta con su madre. También hablaría con la policía. Al carajo si el padre de Damián la tenía comprada también, estaba harto. De igual forma no importaba cómo, no dejaría que se acercara a su ángel.

Estaba a punto de irse cuando alguien llamó su atención. Aquella boba chaqueta deportiva era inconfundible.

-¿Alexander?- dice al ver al otro rubio. -¿Qué demonios haces aquí?

Alexander parecía asustado. Al ver a Vincent se acercó pero aunque sus labios se movían no decían nada. Al final solo dijo: “Dante”, casi en un susurro de súplica.

 Todo su volvió borroso para Vincent

 

 

 

Notas finales:

Mañana la segunda parte. 


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