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Batman deja de ser Batman por Polaris

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CAP 14: Sobrevaloraste

 

            Moscú era un buen sitio, si te gustaba el frio. B estaba congelándose desde que bajo del avión. Técnicamente había corrido al auto.

            Damian no se hacía ilusiones, en cualquier momento, Clark bajaría del cielo para acompañarlos a su hotel. Así que mejor comprender la idea de que el viajecito con B sería de todo menos tranquilo.

            Milagrosamente eso no paso.

            Bruce estaba echo bolita con sus cobijas y gabardinas. El único capricho en el que todos estuvieron de acuerdo en conservar en el guardarropa de B. Las largas capas y sacos cardigans debían de estar con B. como un sello personal, una clase de estancia de supremacía familiar. Como la capa que había dejado muy atrás.

            Sonaba ridículo pero B se veía bien.

           

-¿Podemos salir de inmediato? – Cuestiono Siberia – Los museos son hermosos.

 

-No lo creo – Denébola se adelantó a Damian – Bruce tiene frio. Mejor nos quedamos a repasar un poco y jugamos en el hotel. Supe que tiene  piscina aclimatada y otra echa de puro hielo – Damian apostaba a que ninguno de esos enanos soportaba la espantosa baja temperatura que se clavaba como agujas en una ducha en la nieve o en el área especial que el hotel tenía sobre el hielo – Quien pierda en los Naipes, salta a la piscina fría.

 

            Damian no veía el final de esa tortura.

            Al llegar por fin al living, Damian dejo a B atrás. Tenía un límite. Uno que había sido traspasado desde hacía mucho por las chacharas que se hablaban, decían, tiraban… todos eran unos mequetrefes insoportables. Pubertos que se creían genios sólo por asistir a uno de estos eventos. Que le vieran. Tenía tres doctorados y no los presumía… mucho.

            Clark se hizo a un lado, no fuera que Damian se lastimara chocando contra él. Romperle la nariz no estaba en los planes. Por tentador fuera.

 

-B – Saludo. Bruce sonrió bajo su bufanda y sus mejillas rojas, heladas, se estiraron para decirle que le daba gusto verle. Una mueca que a Sharia´a enterneció - ¿Un buen viaje?

 

-Es mi primer viaje en un avión – Confeso – Padre nunca me llevo con él a sus negocios… era muy pequeño para entender – Alcanzo a decir. No debía de quejarse con Clark – Habían granjas llenas de nieve. Se veían como puntitos.

 

-¡Bruce! – Los botones estaban llevando su equipaje a recepción – Quiero ver las habitaciones – Insistió Siberia – Más te vale haber reservado en un buen hotel.

 

            Clark no pudo evitar pensar que era lo que podría hacerle creer a esa niña que el Putín no era el mejor hotel de la zona. Un Resort que incluso tenía estrellas Michelin por su cocina. Sólo le faltaban las baldosas de oro. Los tres hombres que estaban al servicio exclusivo de ellos las veinticuatro horas al día, cortesía del hotel, le guiaron a sus aposentos por  elevador. Lujo por donde se viera. Clark registraba la seguridad de los pisos. Su visión se paseó por los muros de concreto, el lobby de madera, hasta las duchas y la tubería, más allá del aislante y cubiertas para atrapar cucarachas, no había nada. Suave empapelado, decoraciones y pinturas que, bueno, costaban más que su ropa de reportero de un año. 

            Siempre los Wayne con sus excentricidades.

            Al menos Damian no estaba ahora dando jugosas propinas con la oración “Hacerle un favor a un Wayne es lo mejor que puedes hacer”. Al parecer Dick había sabido suavizar al niño y la pérdida de su padre, de alguna manera le hacía actuar mejor frente a B.

            Seguía habiendo mucho de Damian principito mimado pero, en un mejor sentido.

 

-¿Te quedaras, Clark? – Kent no podía llevarle la contra a B – Hay mucho espacio.

 

-No creo que sea lo correcto, B – Titubeo – A Damian no le gustara. Además, no tengo reservación – No podía pagar algo así – Vine a verte competir – Él no tenía problemas con ir y venir de un lado a otro. Bastaba con trasportarse desde la Atalaya o volar. Que importaba el método.

 

-Puedes quedarte en mi cama, Clark – Damian al escucharle, empujo adrede el florero de la mesa a su izquierda, cruzado de brazos e inquisidora mente planeando un plan de asesinato como Clark no le explicara la situación… no le gustaba que su padre tuviera que compartir cama con el alienígena… con ninguno de los viejos camaradas – ¡D!

 

-Yo lo pago – Dijo Damian, con calma, adivinando la real preocupación de su padre. B estaba actuando como lo haría con sus padres… pagando cada error, destrozo, desatino y al menos debía de entender que él no se desquitaría en su grácil figurita de porcelana, no, no señor… él no golpearía a su padre de porcelana. Eso era su padre. Un enclenque ser que ocupaba separarse de potenciales peligros – No me fije – B se mordió los labios – Johannes te habla. Creo que están saltando en sus camas.

 

            Bruce se apresuró. Tenía que poner orden.

            Había prometido que todo estaría bien. Sus padres tenían que saberlo. Él era capaz de ser un buen hijo.

            B les dejo solos.

 

-¿Reviviendo viejos tiempos? – Pregunto, caminando como Alfred. Asechando a Superman con su gracia gatuna. Afilando las garras y tensando los músculos correctos, rebuscando en sus bolsillos la Kriptonita en polvo - ¿Kent?

 

-Bruce no te lo dijo – Afirmo – Era vergonzoso para él – Damian asintió – Es un espantoso habito espiar, Damian – Se animó aconsejar. Sabiendo de antemano que sus palabras eran un fastidio. Damian no aceptaba algo que no fuera de Richard.

 

-B no recuerda nada.

 

-Sólo fue una noche, Damian. Estábamos de misión y terminamos compartiendo la cama porque no había de otra. Te aseguro que fue la noche más incómoda para los dos. No somos, éramos- Se corrigió de insofacto. Lamentando las palabras – No éramos precisamente pequeños – Damian arrugo la nariz.

 

-Era mejor que uno se quedara en el suelo – Como hacia Richard cuando debían de compartir espacio durante las misiones. No se quedaban en el mismo suelo. Mantenían una distancia conveniente el uno del otro, para conservar la privacidad de no tragarse las patadas nocturnas o las flatulencias que el príncipe de las nalgas se aventaba después de una cena  - Padre debía de preferirlo.

 

-Pero hubiera perdido – Dijo - ¿Acaso Batman era menos que yo? ¿Más débil? – Damian chisto – Exacto. Y Bruce pensaba lo mismo. De ninguna manera iba a ceder. Dormir con un hombre en la cama no es…- Más bien para Bruce, recordó con afecto – Para Bruce era importante no salir de nuestra cama.

 

            Damian, enojado por como sonaba aquello, le salto encima, sujetando con sus piernas el cuello, sentándosele encima, reventándole el polvo en la cara. La nubecita verde que se formó, redujo a Superman a una bola quejosa y enojada en la alfombra dorada.

            Clark esperaba un ataque. Si. No era un pendejo que no fuera advertido por Bruce del carácter de su vástago. Sin embargo, que lo hiciera por algo tan viejo, era toda una sorpresa.

            Damian puso distancia. El polvo no duraba mucho. Su padre había creado el arma pensando en destabilizar a su aliado por segundos. Fracciones de segundo para… a decir verdad, Damian no comprendía el motivo. Quizá B le hablaría, trataría de llegar a su amigo con la palabra… quien sabe, definitivamente no sonaba a su padre pero entre los asuntos que Batman y Superman se traían, todo distaba de ser normal.

            No era como con Prince, era distinto.

            Diferente.

            Personal.

            Cómo si dejar que Superman conociera su rostro y comiera todos los sábados en la mansión después de salir a montar los purasangre Wayne, le dieran cierta ventaja en el lenguaje de los murciélagos.

            Cosa que debía de dejarle en claro, que ya no era válido.

           

-No te quiero cerca, Kent – Le advirtió – No me hagas decírselo a Grayson.

 

-Un bebé quejándose – Le ataco.

 

-Grayson tiene menos humor – Richard Grayson era el maestro polla, si, Damian no desacreditaba la infinita lista de amantes. Pero esa fachada de dientes blancos, y acrobacias circenses que de seguro le sacaba provecho al momento de usar su boca con alguien en el sexo, escondía, y muy bien, su lado malo… el que no era tan noble – Drake no es el único que merece ir al asilo Arkham.

 

.

.

.

 

            Denébola observaba la desesperación de B. el pobre chiquillo lejos de relajarse en la batalla de almohadas, intentaba que no rompieran algo. Que las sábanas siguieran limpias. Que no mancharan las paredes con sus sucios zapatos. Que guardaran las toallas, ya que, en una extraña muestra de cordialidad y confianza, Shari´a había dejado el pudor y se encontraba, después de tomar una ducha, con las tetas al aire y el bonito coño perfumado, tratando de que Einar dejara su ropa atrás.

            Siberia seguía haciéndose la dama fina y parloteaba sobre sus muchas respuestas para la entrevista que les harían después de ganar. Si la mitad de esa confianza se la tuviera B, no estaría mal, pensó Denébola.

 

-B, relájate – Sugirió. Muy de cerca. Susurrándole en el oído. Tratando de que los demás no notaran lo tenso del ambiente. Ellos no eran estúpidos, de ninguna manera. Pero, de ahí a meterse demasiado en la vida de su compañero… pintaban la línea de la “ignorancia” – Ya se calmaran. Cuando se les baje el azúcar.

 

-¿Quién dijo algo de comer dulces? – Resolvió Einar, terminando por empujar a Shari´a al suelo. Volviendo  abotonarse la camisa – Yo traía mi termo lleno de Ron. Ron, pequeños. Delicioso Ron dulce – Si… Einar era muy joven para beber, pero a nadie le importaba. Sus padres tenían otros menesteres que atender y mientras que fuera productivo, su hijo podría llenarse hasta el culo de cocaína y todo pintaría de maravilla – Wayne me da grima. Detesto su cara de estirado. Debe de tener un palo en el culo, metido muy a fondo.

 

-Entonces Dami sería feliz – Shari´a se atacó de la risa - ¿Quién estaría mal con eso? – B evito mirar sus senos que rebotaban con suavidad y cierta cadencia por la edad, arriba y abajo por las carcajadas que soltaba – Damian Wayne la reina de los palos.

 

            Einar le siguió en la risa.

 

-¡Damian es muy bueno! – Salió B a defenderle. Se puso frente a Einar, pasándole de largo a Denébola que le echo un vistazo a Siberia que estaba por unirse a la fiesta – Es un excelente Wayne. El mejor. El Wayne que mis padres quieren que yo sea – Confeso – Por eso es tan serio. No le caen mal – Todos pensaron en lo poco que Bruce conocía a Damian. Ellos sí que entendían lo poco que el creído les sosportaba- Él es muy amable. No hablen así de mi familia.

 

-Ya, ya – Concilio Denébola, deteniendo a Einar. Si alguien odiaba al príncipe engreído ese era su amigo – No es tanto un insulto, B – Le facilito.

 

-Pero… Damian…

 

-Brucie – Ronroneo Siberia - ¿Qué es un palo? – Todos guardaron silencio. Atentos a la respuesta.

 

-Una vara de madera – Contesto y Shari´a volvió a retorcerse de la risa. Pataleando y golpeando. Apenas pudiendo respirar - ¿Qué? – Los chicos se obligaron a recordar, entre lágrimas, que Bruce seguía siendo el más pequeño de ellos. Que podía tener un cerebro prodigioso por el que lo incluyeran en el equipo, si, si, y la enorme fortuna que sólo otorgaba el pluss de la exclusividad que deseaban en su pequeño club de tobby… si, pero Bruce seguía siendo un niño que no entendía del albur ni de adolescencia - ¿Dije algo mal?

 

            Bruce se sintió tan pequeño.

            Tan tonto.

            Era un idiota porque no sabía ni porque se estaban burlando de él.

 

-Bueno… es que, sin ofender – Aviso – Tu primo es la reina del drama – Le dejo así – La reina de los palos – Denébola apenas consiguió no reírse – Es una forma de llamarle más maricon que gay… como sinónimo de exagerado y miedica. Es una jerga usada en los barrios o entre los amigos cercanos. Am, como una clase de aceptación.

 

-No suena así.

 

-Es normal burlarse entre amigos… Damian no lo es, pero tú: ¡Vaya que si lo eres! – Resolvió Shari´a – Y debes de admitir que tu primo es lindo, si…- Einar bufo – Tú cállate – Le dio un codazo a Einar, por fin consiguiendo mandarlo al suelo. Shari´a aprovecho para quitarle los pantalones, así sin desabrochar. Bajando todo de golpe - ¡Listo!

 

-¡Estas muerta! – Sentencio Einar.

 

            Shari´a uso a Denébola de escudo.

 

-Los amigos bromeamos, B.

 

-Y RESPETAMOS – Concluyo Einar, tratando de usar la cobija para hacer una toga griega – Casi suena a que no has tenido muchos amigos – Maniobro su sospecha sobre el agua, con el tacto que le caracterizaba - ¿B?

 

            Denébola le soltó un almohadazo a Bruce.

 

-Te aseguro que no pasa nada – Confeso – Hasta podemos traer a Damian – Las reacciones fueron vario pintas y B ya no comprendía si Damian era apreciado o no - ¿O contamos historias?

 

            Damian escuchaba el alboroto tras de la puerta. Junto con Kent.

            Querían asegurarse de que Bruce estaba bien.

            Quien los mirara pensarían en que tan enfermos estaban. Pero es que nadie comprendería su miedo.

            Damian quería partirle la cara a ese grupo de subnormales. Pero su padre, hizo lo que nunca, le defendió. Dio la cara por él.

            Se sintió feliz.

            Inmensamente feliz.

 

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            Decir que Siberia era una damita pesada era poco. La chica ataviada con guantes y sombrero de piel, al que, Damian ofendía simplemente por existir, andaba por todos lados. Hablando en voz alta, pidiendo que le sacaran fotografías para presumir en su Facebook.” Si no está en Face, no existe” dijo a media maratón de flases en el desayuno. Bruce sólo presionaba los botones que le decían y cuando  consideraba que una foto a escondidas era buena idea. De entre esas, Siberia simplemente salía preciosa.

 

-Eres bueno en esto, Bruce – Elogio Shari´a – Deberías considerar entrar al taller de fotografía en la escuela. Siempre piden nuevos miembros. Por alguna razón nunca les duran.

 

-Es porque se mueren de hambre – Atino Einar – Si se quedan mucho en el lugar sus papis los desheredan – Bruce entonces dejo de tomar más fotos, casi de inmediato – Ningún rico de verdad se queda en las artes. Esos son las ovejas negras.

 

-Déjalo, esta amargado porque no puede hacer lo que quiere. Ya sabes. Es el primogénito. De seguro… abras tenido lo tuyo -  B no dijo nada y paso a seguir viendo las pinturas junto con Siberia – Einar – Le llamo molesta.

 

-No es mi culpa que sea de papel – Argumento – Debe de irle peor si esto le afecta.

 

-No puedes sospechar que sus padres le traten tan mal –Einar levanto los hombros – Ellos no se ven así. Digo, la pinta de Jason no se ve… - Einar rodo los ojos – Quizá si se vea un poco cabrón, pero los padres aman. Para eso están hechos.

 

-Corrección, querida hada come arcoíris – Se burló – Los hijos están hechos para el capricho de los padres. Y bruce no es diferente. Es sólo un buen caballo al que se le mira la dentadura antes de montarlo. Te aseguro que lo comprometerán apenas tengan la oportunidad de poner una empresa nueva, o de salvar la fortuna familiar. Para eso son los hijos de los riquillos – Shari´a no supo que decir – El legado Wayne ha estado en crisis ¿Cuánto? Tres veces por año. Cada tanto está en quiebra.  Hasta crees que Lucius Fox está en empresas Wayne sólo por su inteligencia, que sí, pero ¿Y el romance de su hija con Timothy Wayne? Claro que no pueden dejar ir a un erudito como ese, así que enredaron las sábanas. Así todo queda en familia.

 

-Si Timothy siguiera con ella. Pero terminaron – Einar alzo su perfecta ceja – Chismes de revista.

 

-Eres una acosadora, Shari´a.

 

            Shari´a sonrió, como si no supiera que la cosa iba con ella y fue hasta donde el pequeño Wayne se hacia el occiso. Ella estaba tentada a hacerla de celestina. Denébola parecía muy interesado en Bruce. Igual y fueran imaginaciones suyas y la fascinación repentina fuera únicamente por ser el nuevo trapito sucio al sol. Quizá eso. Quizá no. Denébola los había sorprendido cuando les llego con Bruce.

            Y ellos comprendían la necesidad de su amigo por encontrar casos de caridad emocional. Denébola era tan ególatra con complejo de héroe por sus particulares circunstancias familiares que consideraba a los desvalidos como un tema maravilloso que llenaba sus vacíos.

            O, igual y estaba pensando demasiado.

            Igual y la cosa sólo era “Denébola le gusta Bruce” y lo pondría como a un consorte. Parecía que en la familia Johannes era normativo tener amantes y concubinas, de distintos orígenes como indiferente sexo. Un sistema que se regía por algo que no comprendía.

           

-Prueba esto, B – Shari´a pillo a Denébola metiendo de contrabando un poco de comida. Según por la cara de Bruce, se trataba de un dulce tradicional – Hay más – Shari´a no sabía aun a bien que pensar – Te compraré todos los que quieras – Y con eso, ella comprendió que debía de ser la celestina de esa relación – Hay una historia sobre esa pintura.

 

            Siberia y Einar no le creyeron ni una palabra. Los trazos y concepto posmodernista evitaban que tuviera un mito atrás.

            Los surcos y las texturas eran divinas, casi que se podía sentir la tierra en los puños, y la fragancia en el aire. Soplando dentro del corazón una ventisca helada. Hiel. Enterrándose en fuego. Quemando.

 

-Una criatura baja de los cielos – Bruce siguió observando las sombras y los brillos, puliéndose en el reflejo de la luna violeta finamente esbozada con el pincel o los dedos -  Moribunda, pequeña e incauta, se sumerge en un caldo de hierbas y magma – Bruce pensó que ese ser humano se parecía demasiado a una bestia meta morfa, un murciélago – Lo que sale es monstruoso – El verde burbujeante contrastaba con el violeta nocturno. Un cuadro extraño – Dicen que quien lo pinto debería de estar muerto. Dicen que es inmortal. Dicen que camina entre los vivos. Dicen que es el Diablo.

 

            Bruce definitivamente lo creyó.

            Parecía uno de los cuadros de Damian. De los que tenía en su habitación creativa. En  la que secretamente había husmeado.

 

-Pero…

 

-¡Patrañas! – Dijo Shari´a – Si eso fuera cierto, Bruce, el Diablo no estaría perdiendo el tiempo conquistando museos.

 

            Bruce no estaba seguro.

           

-La Cabeza del Demonio debe de estar muy ocupada haciendo que otros se maten entre si – B se encontró pensando en las palabras de Einar. Las que cuidadosamente creía entender. Como un concepto que no significaba exactamente lo que se intentaba decir. Eran en el orden justo para inquietarlo – Mejor vamos a comer. Esto me está aburriendo.

 

            Bruce siguió pensando en lo dicho.

            Inquieto porque creía que debía de saber algo.

            Pero nada pasaba por su cabeza.

 

.

.

.

 

            Tim bostezaba con fuerza tras leer un vanidoso y vergonzoso mensaje de R´as.  Cuando le llegaba la tentación de ser meloso, el Demonio tenía una forma extraña de reclamarle a distancia. Y mejor que sus hermanos no se enterasen. Seguro vomitaban de tanta miel. ¿Quién andaría imaginando que R´as era un sensible de las artes?

            Aún tenía mucho trabajo en sus manos.

            Con tantos desertores y otros ladrones, la empresa no se iba a pique de suerte. Las acciones estaban siendo vendidas y cambiadas. Tim había visto poco esas transas. Significaba que seguían sin confiarle.  Mejor mantener a esa gente fuera de su vista. Y con él tan ocupado, el patrullaje estaba en manos de Jason y Dick que se turnaban el patrullaje. A veces haciendo equipo, en otras, Dick usaba el manto de Batman y cazaba ladronzuelos. Asegurándose tener encabezados en donde le vieran a primera lectura matutina.

            Todos debían de saber que Batman estaba vivo.

            Que pese a no tener actividad en las últimas semanas, ahora estaba de vuelta y el clan murciélago semi completo. Las chicas hacían un excelente trabajo en sus ciudades y les hacían un buen equipo, cuando no se ponían de divas. Oh porque ellas querían su propia historia.

            No las culpaba.

            Y la verdad, no quería hablar con Steph. No había manera de hacerle frente cuando deseaba hablar de lo que fueron.

            De lo que aún podrían ser.

            Así que mejor no andar con ella en los patrullajes.

           

-Te traje el almuerzo -  Dick se abrió paso – Alfred me lo dio apenas supo venia. Seguro que él te lo traía pero ya sabes… no ha podido ser el mismo desde lo de B – Alfred había optado por encerrarse las tardes cuando no le ocupaban. Ni siquiera sabían cómo demonios mantenía la mansión chirriando de limpia. Ellos apenas y veían al viejo mayordomo, al abuelo, ellos no estaban seguros de que se alimentará bien. Y su puerta se mantenía cerrada – Quiere de vuelta a su hijo.

 

-El hijo de Jason y Roy – Carraspeo - ¿Quién imaginaria que esos dos terminarían así?

 

-Si... ¿Quién? – Esa molestia sorprendió a Tim – No me mires así – Tim insistió, abriendo su almuerzo sin despegar la vista de Dick – No – Tim no se rindió – Ni lo pienses – Tim siguió en silencio - ¡Basta!

 

-No hago nada.

 

-¡Eso mismo! – Tim rodo los ojos – Estoy celoso – Admitió.

 

-Lo sabía – Dick bufo. Él llevaba mucho ocultándolo – Roy te sigue gustando.

 

-Desde siempre.

 

-Esta con Jason – Dick miro al suelo – Richard Grayson… no puedo creerlo – El rubor cubrió las mejillas – Esta con nuestro hermano – Dick se mordió los labios – No puedes quitárselo.

 

-Quizá no quiera hacerlo…

 

            Tim tardo unos segundos en comprender.

            ¡Él no estaba mejor!

            ¡Que salía con R´as Al´Ghul!

            ¡Pero joder!

 

-ES TÚ HERMANO – Recalco. Dick rodo los ojos. Claro que Jason era su hermanito. Su remplazo. El chiquillo que usaba sus trusas en verde y se balanceaba por la ciudad. Era el Robin que Tim admiraba cada noche. Era la Capucha Roja, la muerte en cuero y botas. Jason era mucho, un renegado, marginado, una persona que valía la pena - ¡¿Pero qué coño te pasa por la cabeza?!

 

-Técnicamente no somos hermanos – Se atrevió a rebatirle. Tim le lanzo un pedazo de jitomate del delicioso emparedado de cinco pisos con pepinillos y aceitunas - ¡Tim!

 

-Esa es la excusa más patética que has puesto en años. ¡Años! –Subrayo – Pero… ¿Cuándo?

 

-Siento que Roy piensa lo mismo. Lo conozco. Sé que él también lo quiere.

 

-¡Pero esto es el colmo! – Se quejó - ¡¿Ahora viertes en Roy tus deseos?! – Dick no podía contarle todo lo que Roy era. Todo lo no santo que era. La clase de amante que acostumbra orgías y tríos. Y que se lo montaba con StireFire y Jason. Que él no era nuevo en su sueño y bueno… no creía que Tim apreciaría los detalles. Roy tenía una lista larga de cosas en la cama que superaba algunos mitos - ¿Y?

 

-Jason no va a mover ni un dedo para que esto se de – Tim no estaba muy seguro de que existiera un “esto” – Si fuera sólo Roy, ahí se queda. Pero estoy yo. La tensión se siente, se respira. Jason anda pensando si entrarle al juego de ser Martha con todo el teatrito de los besos y la cama, junto con el amor eterno, o, divorciarse. Y esta Roy, al que, de por cierto, no puedo ni quiero dejar.

 

            Tim suplicaba al demonio que siempre les oía. Pedía una explicación del porque su familia amaba complicarse la vida.

 

-No puedo con esto – Suspiro – Pero si vas a moverte, que no sepa. No quiero ser cómplice.

 

            Dick calibro que tan mal vendría que Tim usara su inteligencia para crear planes que le beneficiaran. Todo podría pasar.

 

-Anda, apúrate que debemos de ir por B – Apresuro Dick – En unas horas tenemos que empacar – Tim bebió de su café - ¿Quieres manejar el jet? – Ofreció – Seguro que te ayudara a liberar estrés.

 

-Más bien nos estrellaríamos – Dick sonrió. Ese era el Tim que conocía – Yo voy en calidad de bulto. Voy a dormir todo el camino – Bostezo – Siempre podemos poner el piloto automático. No es como si nos fueran a disparar apenas entremos al país – Durante esas misiones a otros sitios, nadie se separaba mucho del volante. Nunca se sabía cuándo es que deberían de esquivar misiles o ataques marcianos  - ¿Hablaste con Jason?

 

-Está muy seguro de que B necesitara tres pares de zapatos sólo por si se tropieza en el escenario. Juro que parece un verdadero padre – Se burló – Anda todo estresado. Quiere que todo salga bien – Todos querían eso – Jason teme no hacerlo bien. Teme convertirse en Martha. Creo que tocar a Bruce le da cierto desconcierto. Quiere mucho a B. Pero teme hacerlo mal.

 

            Por supuesto que Jason tenía esa pesada carga.

            Era facilísimo lastimas y castrar sin ser consciente. Jason no debía de sucumbir ante la imagen de Martha, no debía ni podía. 

           

-¿Sabes? – Repentinamente Tim cambio de hilo – Si me equivoco sólo un poco, Bruce no tendrá nada – Dick arrugo su ceño – La prensa espera que cometa algún escándalo y los buitres de la directiva me vigilan. Temo no poder hacerlo bien.

 

-Tim – Drake le vio directo a los ojos – Confió en ti – La confesión quito el plomo de la mente -  Si alguien puede mantener la empresa Wayne, eres tú, hermanito. Eres él único en que Bruce puede confiar. Siempre estuviste con él y para él, aun cuando los demás le pensamos perdido o muerto. Para nosotros era un caso perdido, pero, tú, tú siempre respondiste – Tim se relamió. Eran malos recuerdos. El sentimiento de rechazo le azotaba debes en cuando… esa soledad que le orillo a tomar el brazo de R´as cuando todos le llamaron loco y le dieron la espalda – Y sé, que no le fallarás nunca. Pero, Timi, no creas ni por un minuto que todo lo que puedes hacer por B es mantener la empresa familiar, lo que realmente debes de hacer para él, es un sitio seguro.

 

-¿Y podremos? – Cuestiono dando por terminado el día. Como decía Dick, ya tenían que ir a la mansión por sus maletas. B les esperaba con esos ojitos sedientos de amor porque le vieran los segundos que brillaría - ¿Contigo como Batman? ¿Con Talia detrás? ¿Con Gótica? No estoy del todo convencido de repetir la fórmula.  Es como si no quisiéramos que Bruce mejorara. Como si quisiéramos vengarnos por lo que nos hizo. Por cómo nos acogió. Él era un hombre de la noche cuando te puso bajo su ala, nunca te quiso como compañero y sin embargo, terminaste con las trusas verdes y las botas de duende. ¿Y si pasa lo mismo? ¿Si no queriendo B termina viéndonos, admirándonos como le admiramos cada noche hasta que nos dejó estar a su lado? ¿Si hacemos lo mismo?

 

            Dick trago duro.

 

-Es muy fácil decir que no sucederá. Que no pasara. Pero… ¿En serio?  Bruce no pudo parar a ninguno de nosotros cuando le dijimos que deseábamos estar con él, saltando sobre techos y arrestando a los malos. ¡Y era Bruce! ¿¡Quienes somos nosotros?! – Rugió - ¡No somos nadie, Dick!

 

-Somos sus tíos –Tim se contrajo – Somos su ahora familia. Somos todo lo que tiene. Y B será lo que queramos que sea. Y creo que no va a regresar jamás a las calles. Nunca. No es cosa de que le dejemos que nos diga algo. Él nunca sabrá que estamos bajo los antifaces. Nunca se enterara de que sus padres andan golpeando traficantes. Nadie sabrá y nadie le dirá. Es Bruce. Ni la Liga dirá una palabra. B esta fuera de toda discusión. Nadie, ni R´as, ni alguien lo hará. Él estará a salvo. Para eso estamos. Se lo debemos. Lo pagaremos. B nunca volverá a probar la sangre, ni a sentir sus huesos rotos. Nadie le reventara en la madrugada, ni le asfixiara. No volverá a estar solo. No, Tim. Para eso estamos nosotros.

 

-Sólo pienso en la posibilidad – Dick entendía. Ese era el trabajo de Tim. El segundo más inteligente en su familia. Tim debería de ser quién cargara con el manto. Él debía de seguir el legado pero, Dick comprendía que Tim jamás lo haría. Que andaría ocupado siendo el Consorte de las Sombras – Tú eras un niño mucho menos listo que B y descubriste la cueva.

 

-¡Oh, cállate!

 

            Se despidieron de la secretaria que permanecía apostada frente a la puerta como si pudiera escuchar una sola palabra de lo dicho. Lo bueno de su oficina era la insonorización. Divinas egocentricidades de Bruce. Perfectas para mantener el espionaje en intentos fallidos. Con un giño entre ellos, sabían a quién deberían de despedir para el día de mañana.

            Llegaron a su hogar sin problemas y siguieron de liso hasta donde Roy y Jason les esperaban con maletas en mano, viendo la televisión, aburridos hasta el hartazgo.

            Roy no volvió a mencionar a Oliver desde que regresara y Dick sentía que la plática con el mentor de su Roy, no salió tan bien.  Igual y sólo fueran impresiones suyas, infundadas.

 

-¿Qué hay de bueno? – Pregunto Dick.

 

-Luisa Lane está secuestrada por un terrorista – Dijeron al unísono los cuestionados. Tim pensó en lo curioso que sonaban ambas voces.

 

-¿De nuevo? – Tim se miró las uñas – Pobre Superman.

 

-¡A él le gusta! – Aseguro Jason – ¿Porque otra razón estaría a sus pies? Provocando tanto escándalo…Y luego se queja de que lo consideren una amenaza pública – Jason cogió de las palomitas que Roy traía. El entretenimiento apenas comenzaba - ¿Cuánto a que el grandote aparece en diez minutos?

 

-Menos – Aseguro Tim – Damian menciono que no los acompaño al recorrido - Damian se reportaba cada cinco horas. Transmisiones cortas con su cara de palo en donde les aseguraba que Bruce se la estaba pasando fenomenal con sus nuevos y fastidiosos amigos – Así que, en cualquier instante, Clark entra partiendo el cielo con su silbido.

 

-Dame – Dick enterró su mano dentro del bol y cogió en su puño un buen botín - ¿Nunca se han preguntado como Lane siempre carga a un buen camarógrafo? Digo, jamás pierde escenas importantes.

 

-Pura suerte – Menciono Tim, viendo como el mencionado llegaba en medio del desastre – Cinco dólares a que lo vemos todo.

 

-Veinte a que Chester termina con la cámara rota – Aposto Jason.

 

-Echo.

 

            Roy pensó en lo terribles que eran.

 

.

.

.

 

            Después de ver a Bruce irse con sus compañeros a turistear, y de que le pareciera que no le necesitaba sobre su hombro, y teniendo en consideración que Damian estaba escondido bajo disfraces tan sólo a diez metros de distancia, su presencia era innecesaria. Bruce tenía que desenvolverse sin vigilancia.

            Sentir esa libertad.

            Así que se despidió de él, sabiendo que ante cualquier revés, estaría en un parpadeo con su súper velocidad.

            Escuchaba a Bruce hablar a lo lejos. Tan claro como si estuviera a su lado. En otra época, era una maldición, pero apenas consiguió la discriminación de estímulos, podía ejercer atención y fijación. Todo muy práctico. Y mentiría si no confesara que en su adolescencia le sacaba provecho durante los exámenes. Tenía compañeros que susurraban al escribir, y él, captaba todo sin errores.

            Su oído estaba entrenado.

            Así fue como escucho su nombre por sobre la tranquila voz de Bruce, gritado por la voz de su amada al otro lado del mundo. De repente, el nombre de Luisa se repetía en diferentes voces y en un instante consiguió saber que era lo que sucedía.

            Se quitó la ropa, la dejo caer mientras volaba de regreso a Metrópolis, en las zonas rocosas que rodeaban el lado sur de la ciudad. Muy cerca de donde la zona militar hacia sus pruebas armamentistas y en las que, un campamento terrorista se había asentado, huyendo de las presiones políticas de su propio país. Las contradicciones entre naciones siempre estaban presentes. Esos hombres eran asesinos en nombre de personas poderosas. Siquiera lo eran por religión o convicción, sólo la necesidad de hacer la guerra para poder comer.

            Un destino diferente del de muchos.

            Les prohibieron entrar a ese lugar hasta que el gobierno diera luz verde. ¿Pero que hacia Luisa? Iba corriendo con sus tacones y faldas a conseguir la premisa del líder. Tratando de mostrarle al mundo que todos tenían derecho de saber.

            Este escenario era bastante repetitivo.

            Al menos no estaba contra seres mitológicos o de las zonas supernaturales.

            Llego con su postura de bailarina, la misma con la que Bruce le hacía burla. “Esto no es el concurso de balett, Clark” y aterrizo. Con una escaneo, supo que las bombas, metralletas y demás armas de mano eran insignificantes. No representaban un peligro. Es más, si las disparaban su piel las mandaría de regreso por el rebote, y quizá heriría a alguien. Pero ese no era su problema.

 

-Te dije que me soltaras – Dijo Lane, con la sonrisa ganadora – Te lo dije – Clark se abstuvo de decir algo. Por una vez no estaría mal que su mujer se quedara con la plana de los deportes - ¿Y si mejor me cuentas del porque estás aquí, antes que Superman me saque de aquí?

 

            Bustos enseño sus dientes, coronados por metal barato y amalgamas negras. El seguro dental no era prioridad para rebeldes o mercenarios. Lane sintió la sangre írsele a los pies, helándole. Esa no era la faz de un hombre arrinconado… sino de un cazador a punto de lanzar su mejor trampa.

 

-¡Superman!

 

            Bustos no era idiota. Apenas Luisa Lane entrara a sus momentáneas tierras, comprendía que el Dios de la Tierra llegaría con sus brillantes colores. Los americanos siempre con sus trampas. Sus viles formas. Las más crueles. Las que usaban lo que podían. Era mucho que usaran a Superman como un perro. Lo mismo que hicieran con ellos, poniéndolos en contra de los suyos, prometiéndoles paz y libertad. La extradición para sus invasores… al final toda una farsa que les exilio de su amada tierra y se veían ahora mendigando a sus ingratos ex camaradas por un poco de honor y pan.  

            Usarían a esos idiotas para aniquilarlos. Y lo que Superman atacaba estaba bien. Así que nadie extrañaría a un montón de mercenarios asesinados por el dios del mundo.

Y contra él, Bustos entendía que no tenían oportunidad.

            Pero si Superman pensaba que perdería sin pelear, sin salvaguardar a sus pequeños que ya deberían de estar muy lejos, a salvo, estaba equivocado.

            Haría tanto ruido que sólo le viera a él.

            Que bajo había caído alguien que se decía proteger la humanidad.

 

-Si veo que te mueves un poco, le corto el cuello – Clark negó internamente. Nadie era más veloz que él… Flash no contaba - ¡Fuego!

 

            Clark ni se molestó en esquivar.

            Craso error.

            Con impresión sintió la Kriptonita atravesarle la piel e instalarse en su carne, quemando e impidiéndole respirar correctamente. Sus piernas flaquearon y el cosquilleo que le reventó fue un atroz.

 

-Tristemente no tenemos mucha – Confeso Bustos – Luthor no quiso darnos más.

 

            Clark trago adolorido, sabiendo que la cantidad no era suficiente para matarle. Apenas una dosis para mantenerlo quieto. Envenenado pero lucido.

            Parpadeo… una vez y luego otra, y trago duro, espantado. Afectado. Rogando porque no fuera cierto y resultara una alteración por la kriptonita.

            Sin embargo, la voz de Bruce, chillando por Damian le confirmo por quinta vez que era real, que las palpitaciones que podía notar en su infantil cuerpo, andaban por las nubes. Suplicando por ayuda.

           

-¡BATMAN! – Grito, apenas pensando en que Chester no había dejado de trasmitir en vivo. La única desesperada manera de disculparse por tener que sacar a Luisa antes.

 

            Se fue contra Bustos y consiguió a su mujer, sin mayor esfuerzo y olvidándose del otro infortunado, se largó a toda prisa.

            Luisa no podía abrir los ojos.

            La velocidad era mucha.

 

-¿Clark? – Se atrevió a preguntar. Extrañada porque la arrojara casi sin cuidado sobre el pasto y sin otra señal más - ¡¿Clark?!

 

-No hagas que te maten.

 

            Luisa no entendió nada.

.

.

.

 

            En las heladas tierras, los chicos seguían en sus hora libres. Tratando de aprovechar. Los viajes grupales siempre reforzaban los lazos.  Con hambre y gula, entraron a una pequeña locación con bizcochos y bebidas calientes, a pedido de Denébola que aseguraba que el sitio de lindas macetas y pequeño tenía buenas referencias en face.

            Desde su lugar, Damian seguía a ese grupo. Aburrido por tantas paradas.

            Si B quería ver buenas cosas, que se lo pidiera y listo, le enseñaría todo.

 

-Extraño a Cedric – Menciono Shari´a, de repente, recordando como al mencionado le gustaban los bombones con su chocolate mentolado.

 

-A Shari le gusta el rarito – Canturreo Siberia – Ya sabes que a él no le va el frio. Prefiere su colección de cómic en su cuarto.

 

            Denébola sonrió. Esas dos siempre discutían por cualquier tontería.

            A lo mejor algún día se tomaran las cosas en serio.

 

-Esta es una linda cafetería – Dijo Denébola a Bruce que seguía concentrado en tomar su chocolate caliente. Seguía pensando en el cuento que Johannes le expusiera hacía rato. La sensación era extraña - ¿Qué dices, B?

 

            Bruce miro los lados.

            Las tejas pequeñas y artesanales. Los ribetes de las ventanas, y las muescas en el ladrillo. Todo a mano y viejo. Quizá el lugar era un negocio familiar.

 

-Es linda – Concedió – Incluso tienen show en vivo – Denébola giro a donde Bruce señalaba, y extrañado, sintió un mal presentimiento, no recordaba que en el fichaje en internet dijeran algo sobre entretenimiento y apenas reconociera a quien les señalaba con su blanco dedo desde la barra, tembló – No sabía que el morado y verde combinaran tan bien.

 

            Lo siguiente que Bruce sintió fue a Denébola arrojándosele encima apenas la lluvia de balas recorriera por sobre sus cabezas, encajándose en la avenida de enfrente, matando a unos transeúntes. Siberia chillo. Shari´a grito. Einar poco podía creer que Joker estuviera tan lejos de cuna mater.

            Las mesas estallando y las botellas quebrándose llenarían las pesadillas de Bruce.

            El resto de las personas, salieron gritando, llamando a la policía.

            Damian salto sobre uno de los hombres del Joker, le desparramo sobre el suelo. Su disfraz no engañaba a Jack. Él reconocía a un pajarillo cuando le veía. Se rio y disparo sobre Damian, confiado en su victoria.

            Damian intento presionar a una batalla uno a uno, pero Joker, le esquivaba. Le dejaba con sus perros rabiosos. Con los deformes circenses que más parecían fenómenos de terror. Y en esa danza macabra, Joker quedaba cada vez más cerca de Bruce.

 

-¿Pero que tenemos aquí? – Se burló – No recuerdo pedir un pajarito rostizado – El rojo labial le provoco arcadas a Damian. Ya que recordaba poder olerlo, cuando en el pasado se le había acercado casi a punto de besarle pero que en vez de eso, le alimento con gusanos, se trataba de una vaselina que mezclaba drogas para poder controlarle. Una broma que Joker usaba no muy a menudo. Damian se quitó la máscara de luz - ¿Será que el destino nos quiere juntos? ¡Nah!

 

-Payaso demente – Atino a insultar. Esquivar los golpes era complicado si tenía la atención en B.

 

-Hay que ponernos un poco creativos, Babybat – Damian le arrojo un cuchillo que alcanzo a coger. Joker lo detuvo al vuelo. Como si entrenara con la Liga de asesinos. Como si pudiera competir contra él… - Sé que me extrañas pero no hay que ponernos sentimentales. ¿Qué tal si dejamos nuestro rencuentro para otro día? Haz cita con Harley. Hoy quiero a mi amor de vuelta.

 

            Damian exhalo asustado.

            Iba tras su padre.

            ¡Lo sabía!

            Sus codos dolieron  al reventar las quijadas de los tipos feos. Uso las rodillas y salto, impulsándose con las paredes, siempre apuntando a Joker.

 

-¡Salgan de aquí! – Les grito a esos idiotas que seguían congelados en el suelo, hechos ovillos y suplicando por su vida. Tenían a su padre con ellos - ¡Largo! Estorban.

 

-¿¡Damian!? – Bruce no entendía que pasaba. Su primo estaba combatiendo a esos terroristas que parecían no asombrados por el simple hecho - ¡Damian! – Denébola lo jalo hacia afuera - ¡Damian! – Shari´a y Einar se arrastraron por el suelo, cortándose las rodillas y las manos con los cristales esparcidos, saliendo primero porque ellos no tenían a un escandalizado niño en manos - ¡Damian! ¡No! ¡Damian!

 

            Damian alzo los puños, cubriendo su cara y órganos vitales… desarmado y sintiéndose como si estuviera peleando por su vida en la arena de Nanda parvat. Lo bueno es que siempre había peleado en desventaja. No le molestaba que tuvieran sus cutres juguetes. Debía de darles tiempo a los tres idiotas para que vinieran a buscar a su padre. Tenía que ganar tiempo. Poner distancia entre Joker y B.

            No necesitaba ganar.

            Ocupaba distraer.

            Ser un Wayne no importaba… que le fotografiaran, que le vieran… él no dejaría a Joker avanzar.

            Joker era bueno esquivando lo que pensaba serian certeros golpes. Demostrando porque era el contrincante de su padre. Quien siempre llevaba al extremo a Batman. Uno pensaría que sus delgados brazos no encontrarían la fuerza de romper un tallarín, la realidad era que si se lo proponían pareciera que podría levantar un elefante. Y con esa fuerza, impactaba sobre el pequeño cuerpo de Damian, que sobre el suelo, estaba arrinconado después de que le rompiera las costillas.

            Un trabajo rápido y limpio para Joker.

            Jason sabia de que Joker era más creativo.

            Todos en el clan lo conocían.

            Desesperadamente, Damian le enterró un tenedor en la pantorrilla, defendiendo a Bruce con la nada de fuerza que le quedaba.

            Dolía ser tan inútil.

            Pero los impactos en su cráneo, los golpes sobre sus ojos y nariz, los huesos rotos eran mucho para tan corto encuentro.

            Joker era mejor luchador que él. Que su madre.

            Joker le demostró que pese a no ser un hombre de combate, podía hacer mucho daño.

            Sintió las manos escalando por su barbilla, sujetándolo y elevándolo, sosteniendo su peso muerto. Lo dicho, ese maldito bastardo era más fuerte de lo esperado. Le encajo las uñas por defecto, ya que lo que le apretaba eran los dedos.

 

-Bueno – Medito – Podría hacerme un favor – Se dijo – Tu madre está ansiosa por tenerte de vuelta. Apuesto a que eres un niño malcriado que se fue de casa porque no le dejaban comer helado después de decapitar a unas sucias putas que hacían mal su trabajo – Damian intento liberarse sin éxito - ¿Cierto? Pero antes, hay ciertas cosas que quiero que me digas.

 

-Muérete – Le alcanzo a escupir y Joker no pudo pensar en la similitud entre pajaritos. Jason, el otro chico mantequilla, antes de matarle, le hizo lo mismo. Los modales no eran bien aprendidos en ese clan. Al menos Harley sabía cómo tratar con los invitados.

 

-Lástima que no tengas opción.

 

            El beso fue inevitable.

            Esos labios entrando en su saliva, abriéndole la boca para la danza forzada que le dejaba laxo y dispuesto.

            Damian no sabía si esa había sido idea de Poison que le copiara a Joker o a la inversa. Pero ese puto labial era la maldición sobre la tierra y no supo que fue lo que conto antes de desmayarse.

            Su único consuelo había sido apretar la alarma para sus hermanos.

            Y suplicaba porque salvaran a Bruce.

 

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Notas finales:  

AQUÍ ESTOY!!!!

Bueno, después de tanto... debo de empezar a creer que aunque quiera escribir siempre hay algo que me lo impide. Esta vez me quede toda la noche, de lo contrario no lo terminaba. Y lo iba a colgar en la madrugada pero se fue el internet… así que bueno, ahora sí.

 

Muchas gracias por sus lindos comentarios. Recuerden que esos minutitos que se toman, en el alimento de todos los fickers.

Así que cuando pueda, contestare. Lo prometo

Por ahora gracias por leer…

 

Evanences… preciosa, gracias.

Vi, Patiki, Lady, Maik… y todas ustedes que siempre me dan sus ánimos y me dejan saber qué tal va la historia, gracias.

Gracias por dejarme presentarme.

           


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