Un grito bastante agudo despertó a todos. Al abrir los ojos, se dieron cuenta de que estaban en su dormitorio y no en el comedor, donde, si mal ninguno de ellos recordaba, se habían desmayado después de beber el extraño té con sabor a mierda.
— ¿Pero qué-?— iba a preguntar Cole, pero se vio interrumpido por la misma voz que antes lanzó el grito al aire.
— ¡Joder no!
Todos voltearon a la dirección proveniente de la voz. Demasiado tarde, ya no había nadie.
Kai había corrido fuera del cuarto.
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— ¡Ya estaba olvidando lo tierno que eras de pequeño, Kai!— gritó burlona la pelinegra, viendo a cada uno de los cinco niños que se hallaban a su lado.
— ¡Tú parecías hombre de pequeña! ¡Además yo soy el mayor, algo de respeto!— refunfuñó el castaño, haciendo reír a la chica.
Todos estaban caminando hacía el destino donde deberían cumplir su misión. Nya tenía que hacerse pasar por la tutora de los "niños" mientras que el Sensei Wu era el abuelo —algo que se le podría dar bastante bien.
—Una pregunta, ¿cuántos años nos quitó esa basura de té?— se aventuró el moreno, siendo secundado por Jay que asentía frenéticamente.
—Eh...— La pelinegra dudó antes de responder.— No sabría decirles con exactitud, pero probablemente más que la última vez.
—Eso lo explica todo.— Kai se cruzó de brazos, bastante malhumorado.
Los demás soltaron una ligera risita, seguida de un golpe en la pantorrilla por parte del castaño. Todos se quejaron, aún conservando su sonrisa divertida; Kai parecía hechar humo por las orejas.
—No seas tan infantil, Kai— le regañó su hermana. Una sonrisa en sus labios apareció—. No es tu culpa que de muy pequeño parecieras una chica.
El rostro del mencionado cambió de un rojo a otro, mostrando todos los matices posibles. Jay y Cole empezaron a reír a todo pulmón, inclusive el anciano repremía una risa. Zane frunció el ceño, dándose cuenta de cómo humillaban a Kai; a pesar de también querer reírse a lágrima viva. Lloyd sonrió, pero no de manera burlesca, sino de una forma boba. El castaño los miró a todos fulminándolos.
—Bueno, ya hemos llegado.— Nya paró en seco su andar, todos los demás le siguieron. Observaron el malditamente grande portón que se elevaba ante ellos.
— ¿Es una escuela o un internado de millonarios?— se burló Cole.
—Antes que nada, ¿había antes una escuela así en Ninjago?— Jay se mostró incrédulo.
—Eso no importa ahora.— La pelinegra se acercó al anciano, susurrando algo.
—Otra pregunta.— Lloyd alzó la mano.— ¿Cómo diantres vamos a localizar a mi padre?
—Bueno, no es que sea muy normal ver a un niño con cuatro brazos, cuerpo semi-esquelético y piel más oscura que la noche, la verdad...— rió el castaño claro.
—Estábamos justamente hablando de eso Nya y yo— habló por fin Wu—. Será algo que deberán averiguar ustedes solos.
—Oh, qué genial. Salto de la felicidad.— Kai seguía con su mal humor.
—No sé, chicos...— susurró Zane, nada más para los cinco—, pero esto es una trampa.
—Y que lo digas— secundó el castaño oscuro, rodando los ojos.
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— ¿Tú eres la tutora de los niños?— Una señora, tal vez algo gorda y con lentes, rubia analizó a la pelinegra pasando después a los cinco ninjas que sonreían nerviosos. Aquella mujer daba miedo.
—A-Así es— tartamudeó.
—Ya veo... ¿Y usted, señor?— pasó su mirada inquisidora hacia el viejo.
—Abuelo de uno de ellos.
—Ya veo— repitió, ahora mirando el monitor de su computadora. Acto seguido, se quitó sus lentes y masajeó con su dedo índice y pulgar el puente de la nariz—. Están de suerte, aún tenemos vacantes.
—Lo dice como si estar aquí fuera trabajo...— murmulló Cole.
—Mas que trabajo, suicidio— habló Jay por lo bajo. Los demás soltaron una risita.
—Bien.— Todos volvieron a su posición original cuando se percataron de que había sido descubiertos por aquella mujer.— Por favor, diganme su nombre... Empezando por ti, niña.
Los cuatro sobrantes se echaron a reír sin poder contenerse, siendo fulminados por varias miradas.
—Er...— balbuceó el castaño—. Kai Smith, señora.
—Nombre extraño para una niña...
—Y que lo diga...
Las risas se hicieron presentes otra vez.
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—Todos ustedes son un par de imbéciles— gritó Kai, pegando a los chicos en el costado.
Ya habían dejado atrás a Nya y a Wu. Estaban en un cuarto, que bien podría ser una copia casi exacta de su habitación en el navio.
— ¡Admitelo, fue cómico!— chilló el castaño claro, sobándose el lugar del golpe—. Después de todo, no es tu culpa parecer chica— recitó—. ¡Y tampoco que esa mujer esté ciega!
—Te volvería a golpear, pero creo que ya has recibido bastante.— Se echó de cara en la cama.
—Gracias— dijo sincero.
—No creo que sea tan malo, Kai...— Lloyd sonreía.
—No hables, Lloyd.—Kai ni siquiera se dignó a mirarlo.— A ti no te van a obligar a usar falda.
—Viendo el lado positivo, tu uniforme es rojo— rió el moreno.
—Creo que a ti sí te voy a golpear de nuevo, Cole.
— ¡No, por favor!— gritó en tono entre sarcástico y suplicate.
Un mutismo se hizo presente después de aquellas palabras.
Todos suspiraron, exhaustos. Kai se incorporó de la cama y se fue al baño, llevándose en mano un paquete envuelto rojo.
—Me lo pondré antes de que me arrepienta— explicó, relajado—. Hagan lo mismo, cuarteto de inútiles.
Cerró la puerta tras de sí y los demás se encogieron de hombros, obedeciendo aquella petición.