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Anhelando la lejanía por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Bueno no tengo mucho que decir.... ñeee si tengo que decir mucho 

La verdad pensé que me habían abandonado, pero powwww me llegan algunos reviews, y lo más interesante es que les encantó lo que les pasó a nuestros pequeños Tsuna y Lambo... bueno no a todas, pero sip, la verdad me emocioné mucho al leerlo, fue tan hermoso y culposo a la vez!!!

 

Bueno, no les canso más por ahora jejejje

Pueden leer el capi con calma y nos leemos en las notas finales~ 

 

 

 

 

Hibari tenía una clara idea de lo que debía hacer, usando a sus subordinados más fieles, ocultos entre las sombras. Planeaba un ataque, uno decisivo que traería a Tsuna a su lado, un negocio de los Tonakai, un lugar en el que ese engendro estaría. Un lugar en donde podría estar su castaño, pues el tráfico de blancas era un negocio apreciado por aquellos malnacidos. Según sus informantes había un castaño entre los jovencitos que serían obligados a prostituirse, uno con características similares a Tsuna, y si era verdad o le tocaron un solo pelo a su pequeño… los Tonakai  conocerían su furia, los iba a morder hasta la muerte, romperles cada hueso existente en sus cuerpos…

 

-Kyo-san tenemos todo listo – Kusakabe siempre estuvo a su lado, desde el inicio, sin protestar por sus órdenes, lealtad en la más pura forma y por ende fue el primero en contactar con Tsuna tiempo atrás. El segundo de los Hibari vigilaba al hermano de Giotto desde las sombras puesto que era una de las órdenes de Alaude en ese entonces. Aunque el azabache odiaba hacer lo que la cabeza de familia le decía, en esa ocasión lo agradeció infinitamente… tal vez su hermano predijo lo que iba a ocurrir

-pueden empezar – aún recordaba la primera vez que vio a Tsuna de lejos, cuando charlaba con Kusakabe, la sonrisa sincera, la mirada agradecida, de alguna forma ese muchachito parecía brillar ante cada expresión… era un libro abierto – avísame cuando ya todo este reparado – exigió mientras veía a Kusakabe dar una leve reverencia y salir corriendo alejándose con prisa del auto

 

Kyoya se perdió momentáneamente en sus memorias, desde hace semanas que pasaba lo mismo, solo podía culparse por no haberse llevado a Tsuna de ese lugar. Podía recordar cada expresión de Tsuna, las sonrisas, las muecas de desagrado, el temor, la rabia, incluso cuando hacía leves pucheros sin darse cuenta, las expresiones que más le gustaban eran las de vergüenza, esa mejillas rojas eran tentadoras, tanto como para morderlas con delicadeza, cosa que hizo en algunas ocasiones. Los besos inexpertos por parte del castaño, esa bochornosa expresión que tenía Tsuna cuando le robó el primero casto ósculo antes de pedirle definitivamente que le perteneciera… palabras exactas que usó, la fragilidad que mostraba en ese cuerpo delgado, muchas veces tuvo la sensación de que podría romperlo si lo tomaba con mucha fuerza. Aun recordaba cuando le quitó la virginidad, nunca en su vida había tratado a alguien con tanto cuidado, valió la pena pues se volvió adicto a aquella piel, a escuchar esos gemidos, a unirse con el más joven y desatar sus pasiones

Pero por sobre todas esas cosas estaba el alma bondadosa que tenía, un aura tranquilizadora y cálida, solo con estar cerca de él… su soledad desaparecía instantáneamente, lo llenaba de júbilo. También estaba esa fuerza de voluntad férrea, su castaño no era para nada una criatura débil, por el contrario… mucho más si enfrentó solo a los problemas ocasionados por la marca que le fue tatuada en la espalda. Gruñó al recordar eso, peleó con su hermano mayor cuando se enteró, pasaron a los golpes e insultos, un lío que ocasionó el terror en la mansión. Eran muchas las razones por las que Kyoya no quería soltar a Tsuna jamás, por eso quería protegerlo incluso de sí mismo, intentó luchar contra lo que sentía pero el deseo de tenerlo para él… fue más fuerte, salió de las sombras hasta estar delante de aquel castaño, su más grande triunfo en esa vida. Si algo le pasaba a Tsuna, el azabache  nunca se lo iba a perdonar, le juró protegerlo y ahora… no sabía ni siquiera en donde estaba

Kyoya se mantuvo en un coche lejos del lugar en donde todo empezaba, no podía mostrar su cara por ese sitio, no podía arriesgarse a que descubrieran que provenía de una familia enemiga. El plan era sencillo, Kusakabe rodearía el lugar, sus subordinados tomarían a todos los que en ese local se encontraran, pero claro, siempre había inconvenientes. Tenía una pantalla en el auto, en donde varias cámaras le daban una visión general del exterior. Los hombres vestidos de policías especializados, que incluso tenían los logotipos de la SAT, claro que era pura pantalla, los chalecos antibalas, los rifles y demás armas de diferente denominación, los cascos que impedían ser reconocidos. Kusakabe era el que los lideraba, podía verlo dando las señales con las manos para que los grupos tomaran posiciones, un par de autos estaban fuera de aquel lugar, lo que evidenciaba que dentro estaban los malnacidos. Cuando su reloj dio la alarma empezó todo, Kusakabe levantó el brazo bajándolo de inmediato con fuerza y ahí lo demás grupos ingresaron por todos los lados posibles.

Dentro de ese lugar se empezaron a escuchar los gritos, los subordinados de los Tonakai ni bien se vieron descubiertos sacaron sus armas, los disparos empezaron instantáneamente. Otros pocos de los Tonakai les gritaban a las chicas y donceles que se metieran a las habitaciones de la parte trasera, las empujaban sin importarles si los dañaban, los obligaron a ingresar en un sótano, oscuro, húmedo, todos allí arrinconados uno junto al otro, lloraban debido al miedo y la desesperación, prisioneros de aquellos malnacidos, encerrados como ganado. Kusakabe lideró a los que estaban al frente del ataque del  supuesto SAT, vio caer a dos y combatía con los otros que impedían su paso. Caos, minutos eternos de puro caos en el cual algunos salieron heridos, hasta que al final suspiraban tranquilos teniendo en custodia a los involucrados. Un grito de victoria y como si en verdad fueran policías de fuerzas especiales usaron sus radios esperando órdenes para llevarse a los custodios para las investigaciones, claro… investigaciones

 

 

-señor… los tenemos. Operación exitosa – Kusakabe jadeaba mientras revisaba los rostros de los que ahora estaban esposados en el suelo, no reconocía a ninguno

-iré de inmediato… los quiero a todos los involucrados en las camionetas, custodiados permanentemente hasta que lleguen a su destino

-¡entendido! – Kusakabe suspiró satisfecho pues notaba la ligera emoción en la voz seria de su jefe – ¡vamos todos! ¡Los quiero en las camionetas en cinco minutos!

-señor… encontramos a los prisioneros – informaba otro de los chicos, todos conservaban sus cascos así que solo sus voces lograban identificarlos

-informen al jefe en cuanto llegue, por lo pronto… calmen a las mujeres y donceles

-¡si señor! – hizo una seña de respeto antes de unirse  los otros dos que empezaban a interrogar a las primeras personas que se arriesgaban a salir del sótano

 

 

Hibari usaba el mismo uniforme que los demás, tenía que seguir con ese absurdo juego aunque no le gustara. Parqueó su auto cerca de los demás, tenía puesto el casco mientras pasaba ignorando a los malnacidos que peleaban para entrar a la camioneta. Ya se las cobraría después. A paso apresurado ingresó hasta toparse con Kusakabe, quien sacándose el casco lo guiaba a la zona, aunque aún tenía puesto ese pasamontañas que apenas dejaba ver sus ojos y parte de sus mejillas, Hibari lo imitó para así dejar de sentirse asfixiado y entró a la habitación. Vio alrededor de veinte chicas y en frente de ellas estaban alrededor de quince donceles que temerosos formaban un escudo para las personas más jóvenes… Hibari sintió indignación al ver que entre todos había menores de edad, jóvenes de tal vez catorce o quince años… unos niños aún

 

 

-dicen que estaban en custodia desde hace meses – informó Kusakabe

-¿todos?

-algunos van más de un año, otras solo un mes o menos

-¿Cuántos?

-son 39, todos están en buenas condiciones de salud… pero el trauma es palpable

-y el asunto que me concierne – habló con calma refiriéndose a su castaño

-lo siento… solo fue una confusión – decía mientras miraba a un par de chicos sentados en una de las esquinas. Era verdad, un castaño con ojos chocolates se mostraba temeroso, de piel un poquito bronceada pero con los cabellos lisos y largos, un lunar en la mejilla derecha… no era a quien Hibari buscaba

-tsk… – enfurecido como estaba, arrojó el casco a una de las paredes de forma tan brusca que terminó por trisarlo, el ruido hizo que los presentes se asustaran notoriamente, agrupándose más y formando un pequeño grupo rodeado por los donceles más altos – usa el contacto en esa área… déjalos en buenas manos – fue la última orden mientras salía

-¡si señor! – suspiró con melancolía, Kusakabe compartía la frustración de su jefe, Tsunayoshi era una persona gentil, no le hacía daño a nadie, el pelinegro no quería verlo dañado – los llevaremos a un examen médico, tomaremos sus testimonios, un examen psicológico y serán enviados a sus casas – informó observando como el brillo en esas miradas crecía. Le daría uso a los contactos en la policía que tenía y devolvería a cada uno de ellos a sus hogares, aunque claro, todos aquellos chicos ya no serían los mismos, mancillados, destrozados… ellos tendrían que superar eso solos

-gracias señor – chillaron algunas de las chicas – ¡muchas gracias! – sollozaban agudamente, temblaban de la emoción y el miedo de ser engañados una vez más

-no me lo agradezcan a mi… es la orden de mi jefe – habló con seguridad, pues los Hibari no se metían en negocios tan crueles como la trata de blancas, por el contrario, las evitaban y denunciaban esos asquerosos centros de violencia sexual

 

 

Frustrado, cierto azabache pateó lo que estuvo enfrente, era la tercera vez que fallaba en una redada para capturar a los Tonakai, sus fuentes de información no le brindaban los resultados que deseaba, furioso se iba a desquitar con los custodios… les sacaría la información personalmente. Sea como sea les haría soltar la lengua, les obligaría a darle una pista para infiltrarse en los dominios de los Tonakai, o al menos saber en qué parte de los dominios de esos yakuzas tenían como prisioneros a Tsuna y Lambo… su tiempo se iba  acabando, su límite de cordura estaba llegando… si no tenía una solución clara, tomaría a sus hombres y harían estallar la puerta principal de esa mansión, sin importarle el caos ni las muertes que ocasionara… estaba desesperado… “Tsuna… te encontraré” fue el susurro que dio antes de sentarse en su auto y dirigirse al lugar destinado para los interrogatorios 

 

 

 

Amores parecidos…

 

 

 

Lejos de allí estaba un rubio, muy temprano acudía a cierto hospital, era ya común hacerlo ocasionalmente, pero ahora… se sentía culpable de mirar el rostro de Giotto, pensaba en Tsunayoshi, el menor de los Sawada al que no pudo proteger. Ingresó silencioso, dejando a sus guardaespaldas al final del pasillo para no ser molestado, se sentó junto a la camilla y admiró el rostro dormido de aquel joven médico que lo cuidó con empeño cuando fue herido tiempo atrás. Aquel hermoso joven con dulce mirada, que con una sonrisa se ganaba la confianza de todos… el hermano menor era igual, y ambos lo heredaron de la madre. Nana era gentil, suave, hermosa e ingenua. Alaude sonrió al recordar como Giotto describía a cada miembro de su familia. Posó sus dedos por los cabellos alborotados y ahora sutilmente largos, los mismos que seguramente Nana cortaría pronto. Tenía la tentación de besarlo, como en muchas ocasiones desde que lo conoció, pero como siempre, se reprimía… era gracioso recordar que fue el propio Giotto quien dio el primer paso, un beso tan cariñoso que lo sorprendió esa vez. Si hubiese sido alguien impulsivo nunca habría soltado la mano de Giotto, jamás… pero por querer protegerlo se alejó, limitando su relación… en cierta forma esa pequeña historia se parecía a lo que Kyoya hizo

 

 

-cuanto te amo… – susurró quedito pues se negó a declararse cuando aun Giotto estaba despierto – de verdad lo siento – susurró mientras apretaba la mano inmóvil de Giotto – cometí un error – esperaba una respuesta pero sabía que no la tendría. No desde el día en que Giotto se interpuso en su muerte – Tsunayoshi… no puedo encontra…

-¿usted conoce a mi oto-chan? – esa voz infantil lo puso alerta, se levantó de inmediato… era demasiado temprano y… – ¿usted es su amigo especial?

-tú eres… Skull – confirmó cuando el niño asentía enérgicamente mientras corría hasta subirse a la cama de Giotto. Alaude ya sabía el origen de ese pequeño, adoptado por su gran amor…

-¿quién es usted? – frunció su ceño y entrecerró sus ojos – no es un doctor… tampoco es un chico de limpieza… además que su mirada da miedo

-¿qué haces aquí? – ignoró los comentarios o el simple hecho que el niño se abrazara al pecho de su rubio… era estúpido que le tuviera envidia

-obviamente estoy con mi oto-chan, debo cuidarlo para que cuando despierte sonría al verme – el pequeño pelilila acariciaba los cabellos de rubio, peinándolo con sus dedos – pero aun no me dice quién es usted

-no deberías estar solo – se quejó mientras planeaba la mejor forma de retirarse

-mis abuelitos fueron a comprar el desayuno… yo quise quedarme con oto-chan

-un niño no debe estar solo

-y un adulto que no conozco, no debe estar aquí

-conozco a tu… papá

-entonces no sé qué hacer – el niño parecía pensar con detenimiento – llamaré al abuelito para que me diga que es correcto

-no lo hagas… ya me iré – no quería problemas y sabía que encontrarse con Iemitsu frente a frente sería un error imperdonable

-señor… ¿usted también es amigo de mi tío, de Tsuna-niichan? – Alaude se quedó pasmado por la mirada curiosa del pequeño – ¿sabe dónde está? Quiero hablar con él… quiero que venga – hizo una mueca de tristeza – antes llamaba todos los días… pero ya no lo hace – hizo un pequeño mohín mientras se bajaba de la cama y tomaba un juguete que estaba en el sillón. Alaude no estaba acostumbrando a los niños, mucho le costaba ya tratar con sus sobrinos, quienes al parecer le tomaron cariño – Tsuna-niichan dijo que me traería un regalo y que jugaría conmigo…

-él… lo encontraré – respondió automáticamente cuando vio la tristeza en el pequeño, su culpa aumentaba si veía esos vivaces ojos lilas opacarse debido a la añoranza

-¿Skull, donde estás?, te traje un bollito de… - Alaude se alarmó cuando ingresó cierto hombre seguido por una castaña – tú… ¿qué haces aquí? – gruñó el recién llegado  mientras empujaba a Skull hasta donde estaba Nana, el menor saludando se pegaba a sus pies y le quitaba la comida – ¡LARGO!

-abuelo... él dijo que traerá a Tsuna-niichan – sonreía el pequeño ignorando el enfado de su rubio abuelo

-que usted… ¿usted sabe dónde está Tsu-kun? – Nana ingresó desesperada, dejando a Skull con Iemitsu cerca de la puerta –… por favor… por favor, dígame en dónde está… – suplicó tomando la chaqueta del hombre y aferrándose con fuerza – mi hijo… ¿dónde está? – sus lágrimas se agolpaban de forma instantánea. Ellos nunca habían visto al famoso Alaude, pero esa cabellera rubia, el porte elegante, la mirada serena y azulada… debía ser él

-¡habla! ¡¿Dónde está mi hijo?!… ¡ya me quitaste uno! ¡No me quites al otro! – exigió Iemitsu que teniendo a Skull detrás de él protestaba.

-lo asustan – gruñó al ver que el pequeño había soltado la bolsa de comida y ahora empezaba a gimotear

-lo siento, lo siento – se excusó Nana dejando al rubio cenizo y dirigiéndose a la puerta, tomando al pelilila entre sus brazos – tranquilo… no pasa nada – lo abrazó para que no llorara mientras veía al rubio con suplica, su mirada estaba cristalina, su voz se escuchaba más bajita de lo que era – por favor… – repitió con la voz quebrada

-¡malnacido!… ¡devuélveme a mi hijo! ¡DEVUÉLVEME A TSUNA! – se quejó Iemitsu acercándose con rapidez e intentando agarrar al rubio que según suponía… era Alaude

-no lo tengo – respondió evitando el agarre y haciendo una seña con su mano para que sus subordinados no hicieran más escándalo, pues apenas acaban de entrar y estaban dispuestos a defenderlo – no sé dónde está… pero lo estoy buscando

-¡maldita sea!… ¿acaso quieres acabar con mi familia? – sollozó Iemitsu que víctima del estrés se derrumbaba en lágrimas – te llevas a mis hijos… ¡ERES EL CULPABLE DE QUE ELLOS SUFRAN EN SILENCIO!… ¡TE LOS LLEVAS! – Nana ya lloraba y el menor no entendía que pasaba

-lo siento – pronunció Alaude mientras se disponía a salir pero…

-Giotto – susurró Nana. Todos le pudieron atención de inmediato. La castaña estaba pasmada, ella en medio del caos… apenas pudo ver un leve movimiento en la mano de su hijo… se acercó de inmediato, los presentes se quedaron quietos, expectantes – dime que no me lo imaginé… – susurró Nana dejando a Skull  sentado en el borde de la camilla – Giotto… no le hagas eso a tu madre, responde – sollozó ignorando el shock en los dos hombres restantes que pararon su pelea

-abuelita… oto-chan no quiere que llores – pronunció el pequeño

-¿qué dices? – los ojitos brillantes del pelila la mantenían cautivada

-oto-chan aprieta mi mano dos veces cuando no quiere algo – sonrió mientras se sentaba y tomaba la mano de su padre ante la incredulidad de los presentes – oto-chan… ¿me escuchas?... las peleas no son buenas, ¿verdad?

-querido… – sollozó Nana cuando Skull reía mostrando la mano de su padre que apenas hacia un leve movimiento – ¡querido! – sonrió y de inmediato el mayor se acercó – es… es… no me lo imagino… Giotto

-¿desde cuándo? – ambos mayores miraron al pequeño que ahora había desaparecido de su vista. Cuando lo buscaron con la mirada… estaba delante de un Alaude que impactado se quedó callado cerca de la puerta

-¿el señor que da miedo es la persona especial de oto-chan? – Skull lo miró con duda – Tsuna-nii me dijo que la persona especial tenía el cabello claro, muy rubio y espalda ancha – apunto al hombre alto y entrecerró sus ojos – es usted, ¿verdad?

-¿desde cuándo? – Alaude se arrodilló ante el pequeño y volvió a preguntar – ¿desde cuándo tu padre se mueve?

-no me acuerdo – decía mientras veía sus manitas – el calendario que marcamos el abuelo y yo se movió… uno, dos… un poco más – decía Skull mientras contaba sus dedos – así… seis cambios de hoja – mostró sus dedos y sonrió

-¿por qué no lo dijiste? – se acercó Nana hasta el pequeño

-porque nadie me preguntó – hizo un mohín mientras corría hasta la cama de su padre – él me cuenta cosas cuando aprieta mi mano – sonrió mientras besaba la mejilla de su padre

-Dios santo – susurró Iemitsu que con miedo de tocar la mejilla de su hijo

-traeré a Tsuna de vuelta – comentó Alaude antes de darse media vuelta y encaminarse a la salida – lo prometo… – el mayor de los Hibari no quiso regresar a ver a Giotto, no mientras no encontrara a Tsuna, mientras no supiera en donde estaba con exactitud, no hasta que se gane el perdón de aquella persona que en silencio lo escuchaba atentamente

 

 

Una lágrima se resbaló por la mejilla de aquel hombre que aun postrado en cama daba evidenciaba que escuchaba todo a su alrededor… desde hace seis meses o tal vez más, Giotto estaba consciente… y solo el pequeño Skull lo había notado, un  secreto que acabó de explotar  

 

 

 

 

Reunión…

 

 

 

 

Era 15 de Junio, el tiempo pasaba tan rápido y con ello la desesperación de cierta pelinegra aumentaba. Hacerse cargo de una porción de la familia fue sencillo, tenía porte, tenía inteligencia, tenía la suficiente ira reprimida como para desquitarse con todos aquellos subordinados que se atrevían a cuestionarla… en pocas palabras era temida y ahora, respetada por aquellos bajo su cargo, de una u otra forma logró sobrellevar todo el mar de emociones que guardaba. Conjuntamente con Kyoya y Alaude logró establecer una pequeña organización que buscaba a Lambo y Tsuna, hombres bajo su estricto mando, buscaban en cada rincón de la ciudad y fuera de ella. Según sabía, Kyoya hace tiempo que fue contactado por Reborn y en esa mañana iba a participar de la nueva reunión con esos dos... si volvían a decirle que no tenían pistas o que volvieron a fallar en un rescate… ¡los iba a mandar al demonio!

 

 

-oka-chan, ¿quién viene a verte? – susurró Fuuta al ver que su madre se colocaba ese extraño uniforme de falda y blusa que últimamente llevaba para trabajar

-es un compañero de trabajo, hablaré con él sobre algunas cosas de adultos y luego puedes verlo... ¿de acuerdo? – sonrió ampliamente mientras acariciaba la cabecita de su hijo

-¿lo conocemos? – la pelinegra cargó a su hijo en brazos, mimándolo un poco

-tal vez – sonrió fingiendo que escondía un secreto. Fon dormía a esa hora así que estaba un poco tranquila, le daba tiempo de arreglarse sin problemas

-I-pin-sama, yo cuidaré bien de los niños – aseguraba cierta muchacha de cabello negro y corto, unos ojos grises azulados vivaces y que parecían sinceros. Aunque tenía un semblante serio la mayor parte de tiempo, de vez en cuando se mostraba dulce, calmada y servicial

-Hana-chan, deja de aumentarle el sama a mi nombre... es incómodo... Somos amigas de infancia, deja el formalismo – I-pin se reía bajito al ver a la jovencita, Hana le superaba por cuatro años pero parecía más joven que ella misma

-pero no es correcto – sonrió la muchacha – entonces solo déjeme decirle I-pin-san

-está bien – sonrió mientras dejaba a Fuuta en el suelo – te los encargo, cuídalos bien

-no se preocupe, Mao-san vendrá en mi ayuda enseguida... no estaré sola con los niños por mucho tiempo

 

 

Salió con paso firme, la sala al fondo de la mansión le esperaba, todavía vivía con sus hermanos y era un poco complicado trasladarse al norte cada dos días, pero era mejor así... Namimori era un lugar tranquilo y sin peligros. Cuando ingresó, sonrió con dulzura hasta colocarse en su debido puesto, era la primera vez que trataría a Reborn como uno de sus iguales en ese ámbito mafioso

 

 

-parece que te has acostumbrado a esta vida – habló el azabache observando la calma de la muchacha – te ves mucho mejor que antes

-me siento bien – sonrió mientras observaba a sus dos hermanos en el lugar – supongo que está en mi sangre

-seguramente es eso – sonrió Reborn acomodando su fedora en la mesa, aliarse con las personas que más odiaba era un gran suceso… pero valía la pena si con eso podía tener más zonas bajo vigilancia

-si me disculpa, estoy ansiosa – se puso seria y arregló su cabello mientras miraba a los presentes – quiero información clara, no me sirven los supuestos, teorías, hipótesis, no quiero que me digan esto salió mal… esto y aquello, no le den vuelta al asunto, quiero resultados – exigió cruzándose de brazos

-que ruda – bromeó Reborn a pesar de la mirada furiosa de I-pin – verdaderamente un cambio radical

-la información es clara, los Tonakai nos jugaron una mala pasada – fue Alaude que con tranquilidad colocaba en la mesa algunas fotografías – nos estuvieron vigilando desde hace meses… saben cada paso que dábamos, se encontraban al asecho

-¿y no se dieron cuenta? – Reborn frunció su ceño mientras observaba varias imágenes, en las que algunas contenían a cierto despreciable peliverde

-lo mismo digo Reborn-san – I-pin se reía bajito al escuchar el bufido molesto, que se joda el imbécil que prometió cuidar de Lambo, no estaba para aguantarlo

-la localización de los Tonakai es amplia, el líder… el líder se ha ido al extranjero, mis informantes han dado aviso de que Daemon y G han salido del país – Kyoya trataba de mantenerse sereno, pero ya su frustración llegaba a extremos, solía salir en las noches y morder hasta la muerte a cualquiera que le diese una mínima razón, todo para controlar la furia por falta de información. Sus noches estaban llenas de pensamientos acerca de Tsuna, así que evitaba dormir demasiado, se sentía culpable por lo ocurrido, de alguna u otra forma debió decidirse y traer al castaño a su mansión… en donde lo hubiese mantenido seguro ante el peligro

-concuerda con mis informantes… ellos están en Francia y en Alemania – el azabache de patillas mantenía su pose serena pero en el fondo quería golpear a los dos hombres restantes, pues la alianza había sido infructífera, hasta se arrepentía en algunas ocasiones

-¿nada más?... ¿es en serio? – bufó I-pin chasqueando su lengua – es obvio que no se iban a quedar aquí mucho tiempo, los idiotas ya cumplieron con su adquisición, lo que quieren es presumirla

-hablas de ellos como mercancía – gruñó Kyoya pues no le agradaba pensar que su castaño estuviese tratado como un objeto, alguien tan amable como Tsuna… jamás debió pasar por esto

-¿de qué otra forma ellos los tratarían? – I-pin sonrió con tristeza – es obvio lo que les hicieron, es obvio lo que les pasó… es obvio que es una venganza en contra de nuestras familias – quiso llorar pero hace días que sus lágrimas ya no salían – son mercancías... y si quiero negociar, debo pensar de la misma forma, aunque me asquee – analizando las posibilidades era obvio que Lambo y Tsuna solo eran esclavos de aquellos dos… los donceles eran codiciados por su fertilidad

-I-pin, ¿qué es lo que averiguaste?… hablas como si tuvieras algo más grande que solo un simple chisme – Alaude miraba a su hermana, compartía la misma pena que los presentes, pero a la vez era tan diferente, solo de pensar en la angustia que Giotto tendría…

-por lo pronto… suposiciones – suspiró mientras acariciaba sus manos para darse la calma que necesitaba

-¿y a nosotros nos exigías resultados? – Reborn miró con rabia a la única mujer del grupo, aquella que de alguna u otra forma… le daba mejores resultados que los otros dos

-déjeme terminar – sonrió mientras sacaba un par de fotos y un pasaje de avión – tengo un negocio con alguien especial, me iré a las islas Amani… tengo que ver a un desgraciado

-¿a quién? – Alaude analizó la alegría de su hermana… eso debía ser solo una cosa…

-recuperaré mi apellido de soltera  

-así que lo verás – Reborn entendió que I-pin era la más apta para ser su aliada, la chica tenía planes que escondía, era obvio, pero su efectividad mostraba que dichos planes le traerían a Lambo de vuelta, más pronto de lo que pensó – supongo que le sacarás información

-todo a su tiempo – sonrió con malicia mientras recordaba la información que obtuvo de sus queridos subordinados, uno en especial con el que se encariñó pues era muy servicial – tengo que hacerle creer que está seguro, un problema entre familias por el momento no es bueno

-quiero saber en dónde tienen a Tsuna – Kyoya perdió su calma momentánea  – quiero que le saques todo lo que sabe

-me importa un carajo que es lo que quieras – gruñó I-pin – no puedo arriesgarme a una confrontación sin sentido… piensa un poco, idiota

-I-pin cuidado con lo que dices – Alaude detuvo a sus hermanos que parecían querer empezar a matarse, pero I-pin tenía razón en algo  – pero tiene razón… Kyoya tienes prohibido salir del país

-¿acaso no entiendes que cada día es un infierno para ellos? – Kyoya se puso de pie, mirando a todos con desprecio

-niño... entiende que si arriesgas a Tsuna... el infierno se volverá mucho más ardiente, lo llevarás a un peligro mucho más grande – Reborn admiraba la calma de I-pin, quien sin inmutarse por el comportamiento amenazante de su hermano seguía observando algunas fotos en la mesa

-quiero que me dejen hacer esto… sola

-puedes ir – Alaude obligó a Kyoya a sentarse y escuchar – pero ten cuidado

-entonces aprovecharé para viajar un poco, no me quedaré aquí – Reborn se colocó la fedora ocultando la malicia en su mirada, investigaría un poco por su cuenta, tal vez seguiría a I-pin, o la investigaría, ya decidiría en el camino  – no te preocupes I-pin no soy tan idiota como este niño – sonrió antes de levantarse y prepararse para retirarse – nos veremos en la próxima reunión

-espere Reborn-san – I-pin se levantó, sonriéndole a sus hermanos e ignorándolos inmediatamente – hay dos pequeños que quieren verlo, se puede decir que lo extrañan, si no es molestia me gustaría que los visitara

-I-pin… no lo quiero cerca de mis sobrinos – habló Alaude deteniendo a los dos pelinegros que ya salían a los jardines y a la vez ignorando a su hermano menor que sin decir nada se fue en otra dirección
-te dije que eso es asunto mío – I-pin tomó el brazo del mayor y con una sonrisa lo dirigió a la otra ala  de la mansión

 

-te has vuelto una muchacha rebelde – se reía Reborn, quien solo por molestar a Alaude siguió a la muchacha

-la verdad es que Fuuta ha preguntado por usted, creo que después de lo del rapto de Lambo y verlo a usted en casa cuando los policías nos interrogaron… le dio una especie de seguridad – explicó sintiendo una leve tristeza aparecer en su cuerpo

-pensé que ibas a dejar a tus hijos con los Bovino –

-nunca – I-pin se detuvo antes de llegar a la zona en donde dos pequeñas risas se escuchaban – necesito que me haga un favor Reborn-san

-así que hay algo que me quieres decir a mí y no a tus hermanos… interesante –

-investigue un poco a los Bovino, mamá y papá – su rostro serio le dio a Reborn una pequeña idea de lo que pasaba –  Ikuto y Yuriko Bobino… aunque claro, antes eran los Okubo

-pensé que solo era coincidencia – miró a I-pin quien con furia apretaba sus puños

-si los sigue tal vez pueda obtener información – cuando escuchó el grito de Fuuta soltó lo último referente a trabajo por ese día – mamá es capaz de rastrear a su preciado hijo donde sea… usted debe saberlo mejor que yo

-no te preocupes… hallaré a Lambo como sea

-¡Reborn-san! – cierta figurita de cabellera casi rubia saltaba de felicidad al ver al invitado – me alegra verlo

-¿cómo estas pequeño?

 

Reborn se mantuvo sereno mientras se ponía en cuclillas para recibir al niño, acarició la cabeza del pequeño quien sonriente le contaba las cosas que en esa casa hacía. Fue amable como pocas veces lo era, después de todo esos pequeños fueron su punto de soporte para llegar a domar un poco al mocoso que tenía por prometido. Y que eso quedase claro, por nada de este mundo iba a dejar de buscar a Lambo, el mocoso le pertenecía y mataría a todo aquel que le puso las manos encima. Fon, a su estilo, saludaba al mayor, siendo precavido como siempre, alejado y siempre sosteniendo la mano ya sea de su madre o de su hermano mayor, a Reborn le parecía gracioso que siendo un pequeño tuviese las mismas características que Alaude y Kyoya

 

 

 

 

Reunión… con el hijo de puta…

 

 

 

 

Era una reunión sencilla, el asunto muy básico y era negociar con la familia Kurume para que les cediera la libre circulación en sus territorios para transportar mercancía de contrabando y al final cederían una porción de ganancias. Lampo estaba sentado junto a su jefe, Bermuda; Jager estaba afuera en el auto, era un encuentro premeditado así que la alianza de paz era respetada. Un poco más apartado estaba el líder de los Ukane con sus dos matones de guardaespaldas, pues sus dominios serían los que albergarían la mercancía para su posterior distribución, era un tema que les traía beneficios jugosos, no sería difícil tratar un tema de esa índole

 

 

-parece que alguien tiene la mala costumbre de llegar tarde – murmuró el líder de los Ukane al ver el único asiento vacío – los Kurume deben ofrecer disculpas cuando lleguen

-tranquilo – sonreía Bermuda – seguramente tuvo un percance

-parece que ya están todos – sonrió cierto peliverde que ingresaba con porte elegante y acomodando sus lentes – supongo que podemos comenzar tranquilos

-¿quién eres tú? – habló el líder de los Ukane al ver al desconocido

-el nuevo asesor del líder del territorio norte – sonrió con malicia mostrando sus orbes rojizas – mi nombre es Koyo Aoba, es un placer tratar con los líderes de los Vindice y los Ukane

-entonces toma asiento y empecemos… supongo que tu líder no vendrá – comentó Lampo

-disculpe, mi líder solo me pidió que revisara si estaban ya reunidos – sonrió con malicia mientras daba una reverencia – lo llamaré en seguida

 

 

Nadie habló mientras observaban al chico desaparecer detrás de la puerta, se miraron con cierta curiosidad mientras escuchan los leves sonidos de un par de tacones, allí suponían que el líder de los Kurume vendría con su esposa o amante, o alguna concubina, poco les interesaba.  Lampo se concentraba en el mapa que tenía en las manos, ya repasó los argumentos y la propuesta, poco vio hasta que escuchó como alguien carraspeaba para llamar la atención

 

 

-es un placer verlos – sonrió cierta pelinegra que se aguantaba las ganas de reírse al ver la cara de su esposito legal – aunque a algunos ya tuve el placer de conocer

-¿qué pasó con el antiguo líder? – quiso saber Bermuda y Kai, el líder de los Ukane

-están viendo al líder – sonrió I-pin con malicia mientras Aoba dejaba en la mitad de la mesa un par de documentos y fotografías en donde todos los bienes de los Kurume estaban ahora a nombre de I-pin y por ende de los Inagakai – me lo cedió de forma voluntaria, estaba demasiado viejo para seguir en el negocio y sus hijos… son unos buenos para nada

-nada que hacer – Kai se irguió entonces – pero me niego a tratar con una mujer y…

-antes de nada – interrumpió I-pin mientras con un ademán de su mano ordenaba a otro de sus subordinados colocar un par de documentos en frente de Lampo – si no hay firma… no hay negocio

-Lampo – Bermuda miró a Lampo quien divertido le mostraba a su jefe los papeles del divorcio y de la concesión de custodia de sus hijos a I-pin – fírmalos – ordenó pues no iba a perder tiempo en esos temas

-supongo que esta vez jugaste bien – sonrió Lampo viendo a I-pin quien con la misma sonrisa hipócrita le contestaba – listo

-ahora si – I-pin le ordenaba a su joven subordinado retirarse y solo mantuvo a Aoba y a la recién llegada peliplata a su lado – podemos empezar

-ya dije que no trataré los negocios con una mujer – habló Kai levantándose de repente ante la atenta mirada de Bermuda y Lampo – las mujeres solo deberían servir en la cama

-quieta – sonrió I-pin levantando un par de sus dedos pues su querida subordinada apuntaba al líder de los Ukane con clara rabia – déjalo ir… si por su maldito machismo pierde un negocio como este… todos entenderemos el origen de su estupidez

-maldita zorra – ahora era Aoba quien con arma en mano retaba al líder, mientras que los otros guardaespaldas defendían al suyo – quieres derramar sangre, ¿verdad?

-tranquilo Koyo-kun – sonreía I-pin sin siquiera mirar al hombre que la insultó y concentrándose en Bermuda – supongo que ustedes deberían hacerlo entender, el negocio es de ustedes, yo solo doy mis tierras

-Kai piénselo mejor… este negocio nos brindara millones, sus prejuicios trágueselos por el momento – sonrió Bermuda, pues no sabía que esa chiquilla sería tan persuasiva… además adoraba mucho sus millones como para despreciar un negocio así

 

 

Después de una pequeña charla, los ánimos se calmaron. I-pin estaba feliz de la vida observando el desconcierto de Lampo pues ella no cedía ante nada, ella mandaba a los hombres que allí estaban, ella tenía la ruta adecuada, dominio sobre la justicia en su zona, la misma que hasta hace poco declaró como suya, con una estrategia simple y la destitución pacífica del antiguo líder y los herederos… tal y como lo dijo, ella mostraría su lado cruel, estaba dispuesta a todo con tal de tener lo que deseaba. No cedió nada, pidió el 25% de las ganancias, soportó los insultos entre dientes de Kai, tuvo muchas veces que controlar la furia de Koyo que quería pelear con aquel hombre, soportó el aura asesina que amenazaba con desprenderse de su cuerpo o del de su subordinada, pero ni así cedió

 

 

-bueno señores… me parece que esto no tiene sentido, se los aclaro… 25 por ciento o no hay trato – sonrió antes de levantarse y darles las espaldas

-Kai, ¡acepta, maldita sea! – gruñó Bermuda ya harto de ver la sonrisa de esa mujer a la que nunca consideró una amenaza

-maldita mujer

-subo el precio, 30 % y un beso en mi zapato – se burló mientras cruzaba la puerta

-Kai, ¡con un demonio!

-bien, el 25 porciento

-wow lo que hace el dinero – la pelinegra se devolvió hacia el hombre que la miraba con furia – pero ya dije mis condiciones

-jamás me rendiré ante ti

-solo bromeaba, quiero el 30 por ciento y una disculpa – sonrió mientras levantaba su mano y empezaba la cuenta – cinco… cuatro…

-¡hazlo Kai! – Bermuda no estaba dispuesto a aguantar las estupideces de Kai

-tres… dos… - se estaba divirtiendo al ver la desesperación de los Vindice, hasta quería tomarles una foto

-disculpe mi atrevimiento… disculpe usted I-pin Bovino-sama – gruñó el líder de los Ukane

-uyyy… grave error – sonrió I-pin mientras salía de aquella sala

-¿y ahora qué? – protestó Kai

-es una Hibari ahora – respondió Lambo

-haz algo – ordenó Bermuda empujando a su subordinado

 

 

Lampo siguió a I-pin, jamás pensó que tendría que hacer algo parecido. Pidió disculpas, trató de tomarla por el brazo, pero los guardaespaldas de la ahora tercera Hibari, le impedían acercarse, trató de hacerla enfadar llamándola de forma cariñosa y mencionando a sus hijos pero ella lo ignoró olímpicamente. Cuando ya llegaban al auto de la muchacha sin ninguna negociación o una mirada al menos, Lampo entró en desesperación, no podía perder ese negocio, no podía fallarle a su líder, debía reivindicar su error con los Tonakai, el cual les cortó uno de sus negocios más grandes que tenían

 

 

-¿hay algo que quieras a cambio de que nos permitas usar tus dominios como ruta exclusiva?

-al fin dices algo bueno – sonrió I-pin dándose vuelta aunque ya tenía la puerta de su auto abierta

-dime… ¿qué puedo hacer por la señora?

-señorita… maldito idiota

-disculpe mi osadía, me siento indigno de su presencia – sonrió al tenerla en frente, con ese rostro serio – pero dígame, ¿qué quiere de mí?

-confírmame en donde esta Lambo y Tsuna, que pasó con ellos y por su puesto… quienes y donde están sus dueños – se cruzó de brazos manteniendo la serenidad

-¿solo eso? – se reía bajito por las premeditadas preguntas

-por el momento si

-¿por el momento? – eso sí que le dio mala espina

-tú me perteneces ahora, Lampo

-¿cómo dices? – sonrió con burla

-esta ruta es importante para tu jefe, además puedo anular el trato cuando se me dé la gana – sonrió con malicia – Bermuda te mandará a hacer lo que yo quiera con tal de mantenerme contenta y la prueba es que estas aquí en frente de mi… suplicando mi atención

-así que al fin me tienes a tus pies

-responde lo que te pedí

-los Tonakai, ellos los compraron en cuanto supieron que los primeros compradores eran los Stracci y los Inagakai – sonrió al ver a I-pin con el ceño fruncido

-una venganza… ¿qué más sabes?

-ellos serán usados para dar los herederos al clan, en otras palabras son los juguetitos de los líderes – se mantenía tan calmado como si a quien vendió no fuese su hermano menor

-¿algo más que no sepa?

-G y Daemon se los llevaron de viaje para amansarlos, los traerán cuando cumplan los dos meses de viaje

-¿algo más interesante? – pues lo que escuchaba ya lo sabía

-se encontraran en la casa principal, les encanta estar allí, al menos porque la seguridad es extrema y las concubinas no pueden huir del sitio... es una fortaleza impenetrable

-¿podrás traerme más información acerca de ese sitio?

-no me lo permiten… aunque si tengo una información interesante que G compartió conmigo

-¿qué cosa?

-Daemon es dueño de Lambo, G es dueño de Tsuna… y el menor de los hermanos quiere hijos lo más pronto posible, pues su castañito se convirtió en su más grande tesoro – usó una voz dulce como si contara una historia de amor… se alegraba de ver el pequeño tic que su antigua esposa tenía en la ceja

-¿algo más que añadir antes de que te use como si desahogo personal?

-papá y mamá extrañan a su hija y a sus nietos

-dales mis saludos – I-pin  ingresó al auto y cerró la puerta con fuerza, solo abrió la ventana para ver a Lampo una última vez  – te buscaré si necesito un perro que siga un rastro

-esperaré tu llamada, cariño… lameré tus mejillas con gusto – pero solo recibió un chasquido y el sonido de las llantas cuando el auto aceleró – supongo que… tenemos un trato y me usará para complacerse… que zorra – murmuró Lampo mientras se disponía a regresar con su jefe

 

 

 

 

Tsuna… resiste

 

 

 

Admiraban el paisaje fuera de su ventana, hace semanas que estaban viajando con sus dueños, esa palabra dolorosa que ahora los mantenía prisioneros. Ese día estaban en paz por el momento, encerrados como siempre hasta que G y Daemon regresaran, la vigilancia era constante, mucho más cuando trataron de escaparse en el aeropuerto. Aun no se rendían y querían ser libres, mucho más ahora que un nuevo motivo les cayó encima…

 

 

-Tsuna, ¿estás bien? – lo tomó en brazos sentándolo en la cama

-de nuevo – suspiró mientras se recostaba con Lambo junto a él

-no puede ser… es la segunda vez en menos de dos días – entrelazó sus manos con las de Tsuna besándolas con cuidado

-ya no lo podemos negar – quería llorar nuevamente, algo que hacía constantemente desde aquel fatídico día – los mareos se han vuelto… un problema… ya no servirá la excusa del cambio de ambiente – se frotó el vientre con desesperación respirando profundo para recomponer su mundo

-aguántalo Tsuna – rogó con la voz en un susurro, no sabían si podían escucharlos, así que mejor prevenían

-no podré hacerlo por mucho tiempo y lo sabes – hablaba mientras mantenía sus ojos cerrados, con esperanzas de despertar de esa pesadilla

-Tsuna, si saben que estás… que llevas un hijo… – juntó su frente con su amigo que soltaba finas lagrimas dolorosas – si se enteran, la oportunidad de escapar será nula… aguanta un poco más, solo un poco…

-lo haré – tenían que aprovechar el nuevo viaje dentro de cinco días, tenían que intentar escapar – no sabrán nada

-si te mareas aguantas, si tienes antojos me lo dices y te ayudo… si tienes nauseas me avisas y haré cualquier cosa para que escapes al baño… Tsuna por dios, aguanta un poco más

-no les daré a mi hijo – gruño aferrándose a las sabanas – es mío y de nadie más… no lo usarán para retenernos o aplacarnos

-por eso debemos ser fuertes, Tsuna – abrazó a su amigo antes de que los sollozos salieran de su propia garganta – porque después de que se enteren… todo estará dictado… pero no sucederá… no sabrán nada, no nos vamos a quedar aquí – repetía una y otra vez, en su mente solo estaba la libertad… incluso si con eso tenía que dejar su venganza para después

 

 

Escapar era el plan, aún luchaban cada noche en contra de la voluntad de sus señores, todavía se sentían asqueados por el toque de aquellas manos manchadas de sangre inocente, sentían su alma romperse cada vez que llegaba la noche y los obligaban a compartir un lecho asqueroso. Cada abuso lo recordaban con detalle, cada beso, cada invasión en sus cuerpos, cada orgasmo obligado pues su cuerpo respondía ante estímulos, no podían evitarlo… eso solo los llenaba de odio hacia sí mismos, pero no tenían como impedir sus reacciones físicas. Su única fuente de fuerza era el pequeño bebé de Tsuna, el recuerdo de sus familiares y el pequeño rastro de deseo de venganza que mantenían aplacado pues no querían ser como esos desgraciados… no era asesinos, no eran engendros del mal… no eran nada de eso

 

 

 

Al fin llegó el día del viaje, no les importaba a donde irían, ellos solo se concentraron en que usarían un aeropuerto público, ya no harían un vuelo privado, según escucharon era porque fue un viaje imprevisto y su piloto no estaba disponible debido a enfermedad. Sería su mayor oportunidad, planearon todo en esos pocos minutos que se les permitía estar a solas. Ese gran día despistaron al guardia que les pusieron, lo hicieron empujando a una bella mujer para que el grandote la atrapara entre sus brazos e intentara coquetear. Tsuna se escondió en los baños del aeropuerto, Lambo llegó a los auto en una de las entradas y se hizo notar por algunas personas, para que cuando los buscaran asumieran que salieron del aeropuerto. Cuando corriendo por todo el lugar perdió de vista a su perseguidor volvió a encontrar a Tsuna, se cambiaron de ropa, cabe decir que se robaron una maleta de un desafortunado viajero. Se mezclaron entre la gente y tomaron un vuelo diferente, sonreían felices cuando llegaron a un aeropuerto desconocido después de dos horas de viaje. Se sentían eufóricos cuando olían la libertad y ahora el problema era encontrar a alguien que los ayudara… muy difícil si el país al que llegaron tenía un idioma tan raro que ni siquiera podían acercarse

 

 

 

-parece que están en problemas – un muchacho de cabellera larga y plateada… más bien casi blanca, oculta por una gorra colorida los interceptó, se tensaron de inmediato pero… – si quieren puedo venderles mis boletos… surgió algo y quiero venderlos

-es raro ver un japonés aquí – sonrió Lambo usando sus dotes de actor

-pues digamos que las ordenes de mi jefe siempre me tienen de un lado a otro – sus ojos grises destacaban tanto como su cabello, ondeando a cada movimiento – es insoportable a veces

-claro puedo entenderlo jajajaja – reía Lambo

-disculpe… ¿a dónde es el vuelo? – Tsuna se calmó al no tener un mal presentimiento y sonrió mientras con curiosidad veía el par de boletos en la mano de aquel hombre

-a Korea – sonrió al ver el interés de aquel castaño, si la información que le dio Xanxus era correcta ese era Tsuna – un buen lugar para ir de vacaciones

-oh señor… suena tentador – sonreía Lambo captando la atención de aquel hombre

-claro, el bastardo de mi jefe tiene buen gusto, si puedo venderlos ahora al menos podré recuperar un poco del dinero que perdí en esto – hizo una mueca de desagrado al ver los papelitos

-¿y por qué tu jefe no quiere viajar? – interrogó Tsuna

-el muy idiota siempre hace lo que quiere, ahora me ha dicho que quiere volver a Japón y que le dejara los boletos a bajo precio a un par de personas que tuvieran ganas de viajar – sonrió tratando de mostrar ese lado amable que escondía muy al fondo de su retorcido corazón y personalidad

-entonces los tomaremos – aceptó Lambo, pagaron con el dinero que por cierto sacaron de aquella maleta robada  y se despidieron con apuro, pues el vuelo saldría en media hora

-Xanxus… ya está hecho – llamó a su jefe apenas perdió de vista a esos mocosos

-vuelve entonces… espero que sepan aprovechar esa asquerosa ayuda

-que buen hermano mayor – se burló mientras se colocaba las gafas y se iba – debería recompensarte

-más te vale volver pronto, escoria… sin que nadie te vea

-si… querido jefe bastardo – se burlaba mientras colgaba. Squalo a veces no entendía que pasaba por la cabeza de su jefe y amante, pero poco le importaba

 

 

 

Subieron al vuelo con presura, hicieron todo con cautela, salieron del aeropuerto por la zona en donde más gente había para confundirse entre el gentío, parecía que salieron bien librados pero cuando ya se alojaban en un hotel en lo más recóndito de ese maldito país, se toparon con cuatro hombres en la puerta de su habitación, patalearon, mordieron, golpearon pero al final fue un fracaso, los atraparon de nuevo. El castigo de esa noche… fue tan horrendo como cualquier otro, lo único diferente fue la persona que la aplicaba, G y Daemon tenían métodos diferentes. Tsuna y su pequeño estaban a salvo pues por más enfadado que estuviera G, no usaba los golpes y la razón era simple… G amaba a Tsuna, o al menos eso decía. Lambo se sentía agradecido por eso, podía estar seguro que al castaño no le ocurriría nada grave

Así nuevamente llegaban a otro país desconocido al siguiente día, nadie hablaba su lengua y eso lo complicaba todo. Lambo tenía el labio hinchado, marcas de mordidas en su cuello y un moretón en su brazo, cosa que a Tsuna le asustaba mucho, pues sabía que todo lo peor se lo llevaba el menor, y aun así Lambo seguía insistiendo en huir, a veces Lambo parecía ser el hermano mayor. Intentaron salir del hotel un par de veces, estaban hastiados del encierro, pero los guardias siempre los detenían… y así, ahora tenían cuatro hombres fuera de su puerta y cuatro más en las plantas bajas del hotel… jodida suerte

 

 

 

Era la cena y el platillo consistía en un extraño estofado, Lambo se tensó al ver unas rodajas rojas encima, sabía que eran tomates y Tsuna… Tsuna no podía comerlos, los detestaba desde que cumplió el mes de gestación. Estaban en frente de G y Daemon, tenían que buscar una excusa rápida, Lambo pensó con extrema presión al ver que Tsuna se mordía el labio levemente, tiró un plato sobre sí mismo, machando el pulcro kimono que traía.

 

-ve y lávate – ordenó Daemon al verlo sucio

-lo ayudaré – habló Tsuna ayudando a Lambo a quitarse el resto de comida que tenía encima – volveremos en seguida

-no tarden – G asentía en forma de permiso

-si – escaparon al baño y Tsuna apenas pudo llegar. Devolvió todo lo que consumió hasta ese punto. Lambo vigilaba en la puerta, temblaba mientras observaba que su amigo estaba muy pálido y seguía quejándose del mareo que lo azotaba... el ojiverde  se aseaba con desesperación dada al sentir la adrenalina en su cuerpo, odiaba aceptar que tenía miedo a ser descubierto… tenía miedo de lo que Tsuna sufriría si G se enteraba de su estado, si ya de por si compartían una larga noche a su lado, no quería imaginar la tortura o trauma que el castaño adquiriría si G se le pegaba como chicle todo el maldito día

-no creo aguantar más – susurró el castaño  cuando se lavaba el rostro – el olor no me deja estar en paz

-¿cuantas semanas vamos aquí? – se acomodaba el cabello mientras caminaba de un lado al otro en ese baño amplio

-seis – respondió con pesar pues cada día era un infierno, cada tortura las contaban por minutos – se volverá peor en este mes

-¡demonios! – el ojiverde escuchó la llamada de uno de los matones que tenían como guardias – tenemos que volver… Tsuna, ¿puedes seguir así?

-déjame respirar – suplicó sosteniéndose del lavabo

 

 

Salieron como si nada, Tsuna se veía pálido y gracias a eso les permitieron regresar a su habitación. Después de suplicar un poco, Daemon dejo a Lambo acompañar a Tsuna, sonreían al haber superado otro día pero… su teatro se acabó de repente

 

 

-¡Tsuna! – Lambo apenas pudo sostenerlo cuando lo vio derrumbarse, estaban acabados, su guardia los vio y dio aviso de inmediato… era el fin – por mi cielo… Tsuna… abre tus ojos

-¿qué ocurre? – G llegaba alterado, ese tipo que se obsesionó con el castaño desde el principio, excusándose con un amor a primera vista, desgraciado idiota… si en verdad lo amara lo dejaría en paz

-se desmayó de pronto… ya llame al médico – informaba el tipo, a un preocupado G que sostenía al castaño entre sus brazos

-llévalo al cuarto – ordenó Daemon y G cargo a Tsuna quien seguía inconsciente

-Tsuna… despierta – Lambo ya sabía que estaban condenados, usarían al pobre pequeño para mantenerlos a raya.

 

Fueron minutos de pánico para Lambo, pues vio a ese medico acompañado de una enfermera que ingresaban a la habitación, él se quedó en el pasillo bajo la vigilancia de Daemon.  El ojiverde se cohibía bajo esa mirada, los ojos que veía cada noche encima de si… le tenía pánico, un pánico que le costaba disimular, era por eso que apartaba la mirada o simplemente se concentraba en sus manos. Tsuna en la habitación era revisado por el médico hasta que despertó, el castaño alterado se alejó del médico de inmediato guiado por el trauma de su violación, no dejaba que ningún hombre lo tocara, síntoma que Lambo compartía… pero desgraciadamente traían una enfermera y no tuvo opción, cuando la voz de G sonaba enérgica y furiosa hasta cierto punto, Tsuna solo tenía que agachar la cabeza y ceder.  G salió dejándolos solos y Tsuna rogaba porque se confundieran, rogaban porque la mujer se desmayara o se fuera al infierno pero… no era el día de suerte

 

 

-felicidades… el bebé está sano, solo son síntomas de la etapa en la que se encuentra – Lambo quiso gritar que era mentira, pero eso sería causar la ira de su dueño así que solo se mordió el interior de su mejilla y permaneció en silencio

-¿qué cosa? – G se veía entre confundido y feliz al mismo tiempo

-Tsunayoshi-san está esperando un hijo – dictó el médico y Lambo solo se encogió en su asiento – G-sama será padre muy pronto

-parece que me ganaste en eso – reía Daemon antes de que G ingresara a ver a un Tsuna que seguramente derramaba lágrimas sin control. Lambo por su lado solo observaba el suelo

-seré padre – dijo por última vez sonriéndole a su hermano  antes de cerrar la puerta de la habitación

 

-sabes que ahora están ligados a nosotros… querido Lambo, desde ahora te comportarás correctamente… no tienes opción – dictaminó apenas se vio a solas con su pequeño esclavo

-vete al infierno – gruñó y al instante recibió una bofetada

-si aprecias la vida de tu amiguito o del pequeño bebé… te comportarás – su mirada severa hizo temblar al menor

-¿acaso eres tan hijo de puta?

-soy el demonio si quiero – Daemon lo volvió a abofetear con más fuerza, en el fondo disfrutaba de amaestrar a su adquisición… era divertido – ¿entendiste?

-si – el ardor en sus mejillas era el menor de sus problemas, ahora su prioridad estaba en proteger al pequeño ser sin culpa de nada

-¿si qué? – sonrió con malicia

-si Daemon-sama… mi señor – sintió un enorme asco cuando sus palabras salieron, observó el piso hasta que Daemon lo tomó del mentón y le plantó un beso… derramó finas lágrimas pues ahora… ya no podía siquiera desobedecer una orden… Daemon era capaz de todo

-muy bien – sonreía con malicia – más te vale ser sumiso a partir de este momento, actúa como una buena esposa – susurró en el oído del menor que temblando levemente trataba de permanecer en calma… Daemon disfrutaba de difundir miedo en ese pequeño ojiverde, cada vez que lo veía temblar era un enorme placer

 

 

 

En la habitación, lejos de todas esas amenazas, el castaño solo cerraba sus ojos mientras el pelirrojo tomaba sus manos y besaba sus muñecas. Tsuna se tragó el dolor, no le daría el gusto de sollozar, el nudo en la garganta lo ahogaba y ni siquiera quería escuchar a su actual… dueño

 

 

 

-estoy muy feliz – sonreía G, emocionado al saber que tendrá un niño

-mi hijo

-nuestro hijo – suspiró cansado – entiéndelo Tsuna

-si me amas como dices hacerlo… déjame libre – pidió con la voz quebrada, luchaba contra sus emociones pero… perdía la batalla con solo ver a G

-eso no lo haré – acarició las mejillas y deslizó sus dedos por las hebras rebeldes – te amo y te quiero cerca

-¿obligándome a amarte? Estas siendo irracional... el amor no es unilateral – se quejó sentándose en aquella cama

-que te quede claro que jamás te separaras de mí, mucho menos ahora – gruñó enfadado el pelirojo

-no te amo – se armó de valor una última vez, pues sabía que G no le permitiría volver a comportarse mal… usaría a su hijo para mantenerlo en calma y sumiso

-haré que lo hagas… te obligaré si es necesario – apretó la mano de Tsuna entre la suya

-¿usarás a mi hijo para eso? – sus lágrimas brotaron sin control, ya no aguantaba

-de ser necesario, si… por nuestro hijo… una familia unida se forjará – fue la condena de G

-mi hijo – susurró temblando ante esa mirada que prometía volver de su vida una pesadilla

-nuestro… Tsuna grábatelo en la cabeza, es NUESTRO HIJO – el castaño no dijo más, cerró sus ojos mentalizándose su futuro, ahora debía cambiar el plan, debía encontrar una forma de irse de ese mugre… nunca tendría a su hijo en ese asqueroso ambiente… no lo haría.

 

G besó la frente de su castaño con delicadeza, le ordenó recostarse y descansar… Tsuna… solo obedeció, debía proteger a su pequeño de las garras de ese par de malnacidos

 

 

 

 

Mamá y papá… son usados

 

 

 

 

Reborn no tuvo que averiguar mucho, Stella ya tenía lo que necesitaba. El azabache veía el informe con las fotografías actuales de esos dos… Yuriko Okubo e Ikuto Okubo, dos de los más reconocidos estafadores del bajo mundo y esa noche Reborn los iba a visitar, llevaba una cajita con un postre… obviamente llegaría en son de paz, al menos en apariencia. Tocó el timbre un par de veces antes de ser recibido por la mujer de edad que sonriente le daba la bienvenida

 

-les parece si dejamos las apariencias – sonrió al ver como el mayor de los Bovino dejaba esa sonrisa falsa y se ponía serio – supongo que ahora ya podemos tratarnos como iguales

-se tardó más de lo que pensé – habló en dueño de casa mientras con la mirada ordenaba a su esposa servir un poco de té y cortar la tarta

-es porque quise hacerlo ahora – caminaron hasta el comedor, sin decir nada se sentaron y se miraron unos segundos – iré al grano, quiero a Lambo de regreso y ustedes me ayudarán

-¿por qué debería hacerlo? – se quejó Ikuto

-porque es su hijo – pronunció con ironía mientras observaba la tristeza de aquella mujer – a pesar de que lo querían vender… es su hijo

-así que sabías de ese tema – el mayor no se inmutó, ni incomodó – debo aclarar que los rusos lo tratarían muy bien… me aseguraría de que estuviera bien atendido y en buenas manos

-que vil… si ya me tenían como el prometido de Lambo debieron resignarse a protegerlo para mi

-nunca lo dejaría en manos del hijo de Ricardo – opinó Yuriko por primera vez – tienes esos genes podridos… sádico, prepotente, orgulloso… nunca desearía un yerno de esa calaña

-¿y entonces ibas a venderlo al mejor postor en un país lejano? ¿En dónde no sabrías que tan bien lo trataban? ¿En dónde el jefe mafioso es conocido por su seriedad y sangre fría? Podría reírme pero no me causa ninguna gracia – su voz adquirió un tono duro, autoritario

-no me intimida, Reborn  – sonrió Ikuto – si lo hiciera jamás me hubiese propuesto hacerle creer que se casaría con Lambo… para después quitárselo y cederlo a alguien con mayor estatus

-estás tentando a tu suerte Ikuto – gruñó Reborn

-no amenace a mi esposo – ordenó Yuriko mientras probaba su té – no tiene idea de lo que nosotros somos capaces de hacer

-¿van a intentar matarme?

-si llega a ser una amenaza… lo pensaríamos – contestó Ikuto

-que lindos suegros iba a tener – sonrió divertido, de aluna forma retorcida disfrutaba de la plática

-¿quién lo envió? – preguntó Yuriko mientras analizaba la situación con calma

-tan perceptiva como siempre – Reborn miró a la anciana y sonrió con malicia – debería saber que su hija los quiere mucho pero está resentida

-así que I-pin ya lo sabe – suspiró la mujer – lo bueno siempre se termina… era una buena hija y me dio un nieto hermoso

-es lamentable que se haya alejado – Ikuto simplemente siguió comiendo sin ver al invitado – pero supongo que perdimos a nuestros nietos también

-Fuuta nos pertenece – comentó la anciana con tono seguro, como si se tratara de… un objeto

-no debería decir eso nunca más, I-pin los… I-pin es sobreprotectora – se rectificó el azabache, no estaba seguro de que tanto estaba dispuesta a hacer I-pin, mucho menos contra esos ancianos

-ya hablaremos con ella – Yuriko dejó todo de lado mientras observaba a Reborn – ¿qué quiere?

-que use sus habilidades para encontrarlo y me dé camino para poder traerlo de vuelta a mi lado… o mejor aún, que trabaje para mi

-no me convence

-una madre deseará la felicidad de su hijo menor

-para que lo sepa… la fortaleza de los Tonakai es impenetrable

-y usted podría entrar sin problemas – reconocía el talento de esa mujer, la mejor estafadora de todas, aunque quien la veía jamás se daría cuenta de cuanta maldad ocultaba esa mujer

-así que reconoce mis dotes – sonreía la mujer divertida

-quiero que me ayude

-¿y que recibiremos a cambio? – el anciano intervino, sonriendo al ver a su esposa en esa actitud mandona

-protección y fortuna… es obvio que ustedes quieren eso

-nos conoce bien – Ikuto soltó  una leve risita

-entonces, ¿qué me dice? – debería asquearse al tratar con ese par, pero solo sentía pena, tan viejos y tan vacíos

-quiero la cuarta parte de toda tu fortuna – sonrió Yuriko con malicia – y a Fuuta

-con los niños no se negocia – frunció el ceño, Fuuta era uno de los pocos infantes que le agradaban, esa mujer era el demonio

-entonces que sea a mitad de tu fortuna – se corrigió sintiéndose triste por no poder tener a su querido nieto con ella

-¿pondremos un precio, les parece?

-bien… haremos cálculos si desea

-solo una cosa – Reborn miró a los ancianos – si fallan los mataré con mis propias manos… tienen un mes para traerlo frente a mi… sino pues… ya saben lo que sucederá

-se aprovecha de dos viejos – se defendió Ikuto

-me lo dice quien se robó dos niños… los mismos que eran hijos de los policías que estaban a punto de atraparlos y que a más de eso… - sonrió antes de sacar un cigarrillo y encenderlo – ¿Qué dirían Lambo y Lampo cuando se enteren que fueron ustedes los que asesinaron a sus padres biológicos?

-no te creerán nada – Ikuto ni siquiera se inmutó o negó esa acusación

-tengo pruebas – pura mugre, eso era todo… pura mugre, ahora se arrepentía de haber dejado a Lambo con esos dos, quiso hacerse el ciego desde el principio, creyendo que dos ratas podrían cambiar – pero por el bien de mi pequeño y adorable prometido… no diré nada, así que…

-bien… lo tendrá en sus manos en menos de un mes – suspiró Ikuto – solo necesito que me ayude con una cosa… tres hombres fuertes, lo demás va por nuestra cuenta

-es un trato – sonrió Reborn y estrechó la mano del anciano y después de una sonriente Yuriko que mencionaba estar feliz de traer a su pequeño hijo de vuelta

 

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

¿Cómo estuvo?

¿qué hará Hibari? ¿qué hará Reborn? ¿qué hará I-pin? ¿qué harán todos? XD

Bueno hice sufrir a muchas, y ahuyenté a muchas más, pero si... veo que también a muchas les gustó lo que ocurrió, es raro y eso me fascina, me han dado ideas, y sip, las tomaré y haré champus, el único problema es que son sugerencias todas muy distintas entre sí... bueno, ya tenía escrito la mitad del siguiente capítulo y la idea de lo que seguía, así que no todas las ideas serán plasmadas en el fic... pero les tengo una buena noticia, gracias a sus comentarios ya tengo la trama final ajajja, no bien forjado, pero la idea sip, muchas gracias por eso

 

Debo advertir que el drama sigue, las cosas se complican tantito y empiezan las cosas bizarras... o algo parecido, todo será explicado poco a poco, pero si, insisto, tendrá final feliz

Sus reviews los responderé con calma, porque tengo que tomar todas sus sugerencias y copiarlas, analizarlas y hacer pasta~ jajajja

Aviso que me demoraré un poco en actualizar, por falta de tiempo y porque como ya dije, empezaré a enredar todo ^^ pero a mi me está gustando jajajja

Desde el siguinte capítulo podemos decir que es la segunda temporada jajajjaja, porque sin darme cuenta llegué a la página 300 y crearé otro documento para continuar, bueno me desvié del tema jejeje

Muchas gracias por sus review, en verdad son mi fuente de inspiración, mi paga y los adoro

 

Como siempre digo, sus sugerencias, ideas, críticas o un simple saludo XD ... pueden dejarlo en un review o en un mensaje por face, les responderé con cariño

 

No les canso más y me despido

besos

bye bye

*huye*


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