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Anhelando la lejanía por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~~~~

 

Bueno me demoré, sip, lo siento, pero esque he tenido muchos trabajos y pruebas y fulllll que hacer. De todos modos les traje un capítulo laaaargo como recompensa

Además que no sabía en dónde cortarlo, así que ñeee lo dejé así

 

Bueno solo diré que me demoré mucho en las revisiones y en escribirlo, obviamente es porque fue el capi más largo que he hecho hasta ahora

 

Bueno no les canso más y sigan en su lectura ^^

 

 

Una bella mujer junto a los bastardos, eso pensaba Stella cuando se reunió con los inversionistas. Mantuvo una serena sonrisa mientras acomodaba su cabello largo, ondeante y lila. Stella solo recibía órdenes de Reborn, ese maldito que adoraba, pero la razón de estar allí arriesgando su vida era por el chiquillo dueño de ese oscuro y extraño corazón. Nunca imaginó ver a Reborn tan enganchado con alguien… pero si recordaba la bonita sonrisa y la mirada llena de vida de aquel chico, lo entendía, hasta ella se vio disfrutando de esa compañía, al igual que el otro muchacho de mirada chocolate, dos personitas que te traían calma y diversión, hasta extrañaba verlos en la cafetería que algunas veces visitaba a pesar de que esos dos no estuvieran allí. Eran unos buenos chicos, inocentes, fuertes, amables, de corazón enorme, divertidos… y Stella los iba a ayudar, así tuviera que seducir al hijo de puta de Daemon, lo iba a hacer, iba a entrar en esa maldita casa y sacar la mejor ruta para una emboscada, los iba a sacar de allí como fuera

Ahora asistía a otra de esas reuniones junto con Kusakabe, ambos con porte sereno fingiendo no conocerse. Eso no era tan falso, después de todo solo fueron informados de la existencia del otro porque debían aliarse en esa farsa. Estaban reunidos a los actuales inversionistas, eran máximo  diez y diez personas más como dueños de la empresa original. Todos discutían para acordar cómo diablos ganar más dinero o cosas por el estilo, Stella daba su buena opinión ofrecía el dinero y Kusakabe la apoyaba cuando era necesario. Daemon se las jugaba todas, ofertando enormes cantidades de dinero con tal de que los resultados se vieran pronto, era arriesgado pero certero. Ese hombre era de temer cuando de negocios se trataba, algo que lo demostraba era la enorme fortuna que se presumía tenían los Tonakai, rumores del bajo mundo que no estaban lejos de la verdad. Stella lo sabía, ella mismo ingresó a cierta base de datos con información exclusiva de esa gente, dinero lo tenía por todas partes del mundo, en empresas, en asociaciones mercaderes, puertos, paraísos fiscales, empresas anónimas, en todo y a eso le aumentaba el tráfico de blancas, droga y demás cosas rastreras. Stella miraba la sonrisa ladeada de ese peliazul y le correspondía con un gesto sutil mientras acomodaba su cabello y ponía de nuevo atención al que charlaba sobre el nuevo proyecto

 

-los apoyaré – fue Daemon quien levantaba su voz cuando el muchacho de la presentación terminó – mejoren un poco su campaña publicitaria y si necesitan apoyo financiero para agrandar el alcance de la promoción visual, los apoyaré

-secundo a Spade-san – Kusakabe sonreía mientras los demás solo asentían

-con esto señores, finalizamos la charla de hoy – el expositor daba su reverencia respectiva y todos allí correspondían en un gesto amable, se levantaban para irse como era costumbre, era una típica reunión de socios

-me parece que todos aquí nos tratamos muy formalmente – Stella conversaba con el hombre de alado – además todos parecen de corazón duro y sin remordimientos

-eso señorita, caracteriza a un empresario – sonreía aquel hombre mientras recogía sus cosas

-pues siendo la única mujer de aquí propongo reunirnos a comer para fortalecer nuestros lazos – muchos de los hombres allí sonrieron pues que una mujer como ella, de tal belleza, deseara hacer amistades era tentador y una oportunidad de divertirse con alcohol también

-me parece una maravillosa idea – apoyaba otro de los sujetos en esa junta – llevamos más de un mes en reuniones, ya es hora de celebrar algo

-pues propongo que la celebración se dé cuando se lance la campaña de publicidad – apoyaba otro – una cena para festejarlo

-me encantaría – sonreía Stella ignorando a cierto peliazul y riendo por los comentarios de los otros socios

-conozco un buen restaurante, es acogedor, las meseras lindas y bastante discreto – pronunció al fin Daemon, dando a notar su porte dominante y su poder de convencimiento eficaz

-recuerde que hay una mujer presente – reía Kusakabe – no queremos ofenderla

-no hay problema – Stella miraba a todos y sonreía como cualquier colegiala intentando ganarse a un chico que le gustaba – además tengo aquí suficientes hombres, con alguno me debo divertir a pesar de que los demás no me presten atención – rieron en conjunto y pactaron la dichosa cena para dentro de dos semanas… pero para Stella eso era mucho tiempo

-parece inconforme con la fecha Stella-san – Daemon se acercó a la mencionada con sigilo, Stella por su parte fingió asustarse al tenerlo cerca

-lo estoy… la verdad pensé que la campaña estaría en marcha más pronto… quince días es una pérdida de dinero, alguien se nos podría adelantar, quien sabe – hablaba mientras caminaba a la salida, ondeando su cabello lila con cada paso, cuidando su hablar y su sutil sonrisa

-usted me parece una mujer muy interesante, ¿le parecería tomar un té?... cerca de aquí hay un lugar adecuado

-es usted muy amable Spade-san – lo miraba con ingenuidad – pero declino – el más alto parecía molesto pero lo disimulaba bien – le prometí a Kusakabe-san ir con él  para charlar ciertos aspectos de este negocio

-entonces pueden incluirme, podemos discutir un poco sobre el tema – insistió y Stella festejaba mentalmente pues su presa… estaba cayendo

-seguro a Kusakabe-san no le molesta – sonreía Stella quien localizaba al mencionado con la mirada y se acercaba para comentarle de la nueva inclusión

 

 

“Un golpe de suerte” pensaban ambos personajes, fomentar amistad con el enemigo, conocerlo, encontrar el lado débil, saber todo de él… y sorprenderse de lo osado que podía ser, o de lo poco discreto pues ni Stella ni Kusakabe pensaron llegar a un restaurante en la zona de los Tonakai, subir al segundo piso y encontrarse con el hermano menor del Spade. G, conservando ese porte elegante, se presentaba y con galantería halagaba la belleza de Stella, incluso lanzando algunos comentarios de doble sentido que a Stella le hacían reír. Pero la sorpresa mayor fueron los camareros… o mejor dicho, los que allí se presentaron con una reverencia para llevarles la primera orden que cada uno solicitó

 

-permítame señorita – esa voz Stella la reconocería en cualquier lado, era la de Tsuna y… cuando levantó para mirar al que lo atendía, lo certificó. Llevaba un kimono bastante lindo, con toques de rosa y… jamás lo vio tan… tan melancólico y vacío. La pelilila se guardó para ella toda la tristeza que recorrió su cuerpo al ver a tan bello ser con una capa de dolor que era palpable… y sonrió

-wow es un lindo camarero – decía la mujer mirando al castaño y sonriéndole ampliamente

-no es camarero – G hablaba con calma mientras dejaba que Tsuna le sirviera su porción – es mi pequeño novio – se jactaba de hombre culto, porte elegante y aun así acariciaba las piernas del castaño sin importarle el lugar en donde estaban

-tiene buen gusto – sonrió Kusakabe controlándose por no ir, cargar a Tsuna y llevárselo a su jefe

-lo tiene – Daemon ya escuchaba los pasos del segundo camarero que les servía la entrada de aquel almuerzo repentino – aunque no es por nada… pero no me quedo atrás –

-parece que tiene un gusto particular por los donceles – Stella miraba a Lambo quien no levantaba su mirada, evitaba verla y simplemente sonreía como una muñeca mientras realizaba su tarea… era una muñeca de porcelana, linda, bien arreglada, sonriente, con las mejillas adornadas de un tono rosado y vacía, sin alma alguna – ¿cuál es tu nombre, pequeño? – la pelilila se moría por ver a ese muchachito en tal estado, quería abrazar a ambos donceles pero no podía, su papel estaba marcado y lo seguía sin dar muestras de nada que no quisiera exteriorizar

-Lambo – al fin la veía… pero no mostraba ninguna reacción, era como si en verdad se vieran por primera vez…excepto porque esa mirada opaca, la cual no formaba parte de los recuerdos de Stella – pero puede llamarme como guste – el ojiverde hacia una reverencia mientras salía en busca de los paltos restantes, fingía… eso estaba claro

-¿y el tuyo? – Kusakabe fingía, fingía… fingía bien pero quería al menos que Tsuna lo mirara de frente

-Tsunayoshi – la misma sonrisa de muñeca que Lambo mostraba, las palabras vacías de Tsuna mientras lo observaba, sin reacción, como si hiciera las cosas en automático – con su permiso – hacia una reverencia retirándose a paso lento

-son bellos de verdad – Stella quería matar a ese par de idiotas, por llevarse a esos chicos, por maltratarlos pues vio con claridad las marcas de las muñecas de Lambo y una marca de posesión en el cuello de Tsuna – ¿se ganaron la lotería o qué?

-encanto natural – sonreí G y Stella juraba que un día de esto le partiría la cara

-pero el castaño tiene algo diferente – mencionó Kusakabe, una frase al aire pero…

-es porque lleva a  mi hijo en su vientre – G sonreía feliz de la vida sin percibir que Kusakabe debajo de la mesa se apretaba los puños con fuerza – le da un aire dulce y único

-felicidades – Stella estaba impresionada y lo demostraba – aunque será un lindo niño pues el doncel es bello y usted… es encantador –

-gracias… Tsuna es todo lo que amo – el pelirrojo brillaba… qué ser tan vil e indigno de un ángel como Tsuna

 

Que encantadora escena, sentados en una mesa cuadrada, G y Daemon en un lado y los otros dos con la mirada directa a los donceles a lo lejos, quienes los miraban con tristeza y negaban con la cabeza como adivinando las ganas de Stella y Kusakabe por atacar y sacarlos de allí “hay muchos” fue lo que Kusakabe leyó de los labios del castaño quien sonriendo acariciaba su vientre y se adentraba a la parte de atrás de ese nivel, escapando de su visión. Lambo se quedó viendo a Stella y sonrió “no hagan nada” agachando la cabeza también desapareció de la vista de esos dos y la conversación de la mesa seguía siendo grata, divertida, interesante, al menos en apariencias

Lo peor que ese par tuvo que soportar fue ver como los chicos eran tratados como mascotas, recibiendo órdenes, cumpliéndolas sin excepción, dejar que los besaran o abrazaran. Incluso Tsuna se tuvo que sentar en el regazo de G y ser mimado por unos minutos, reposando su rostro en el pecho de ese pelirrojo con una sonrisa tímida y que Kusakabe sabía que era fingida… que horrible era sentirse impotente cuando Daemon besaba las manos de Lambo o le regalaba un beso en los labios cada vez que hacia algo bien… las dos horas más largas de la vida de Stella y Kusakabe… y el comienzo de un terrible odio hacia los Tonakai “deberíamos vernos otra vez… los invitaré a mi casa en la siguiente ocasión” fue la oferta de Daemon y a pesar de lo arriesgado que era,  tanto como Kusakabe como Stella aceptaron con gusto esa invitación

 

 

 

¿Tortura o justicia?

 

 

 

Reborn se hallaba sentado en una silla de madera, finamente tallada, parecía cómoda puesto que el azabache se recargaba totalmente en esta y respiraba con tranquilidad. Era una habitación bastante amplia, el azabache se hallaba jugando con su fedora entre sus manos mientras estiraba un poco una de sus piernas, no había nada en el suelo, la luz solo reflejaba una parte del piso, el perfil del hombre estaba lleno de sombras por la escasa luz y se veía aterrador. Tarareaba, bajito, pero lo hacía, era una tonada melancólica como las que se tocan en un funeral, sus dedos jugaban con una de sus patillas… se levantó para hundirse en la oscuridad mientras balanceaba su fedora entre sus dedos… regresó momentos después sin el objeto y lo reemplazaba un dardo.

Se volvió a sentar en esa silla. El silencio de aquella habitación estremecería a cualquiera pero para ese azabache parecía no provocarle nada. Una gota irrumpió en ese silencio, una gota que se estampó en el suelo a pocos pasos de donde el azabache estaba sentado y sacó una sonrisa burlona del mismo, quien con la mayor de las calmas levantaba la mirada al techo y apretaba un botoncito del control que de su traje sacó, las luces resplandecieron de forma ligera mostrando el contenido de la parte superior de esa habitación.

Atados, dos cuerpos atados en lo alto de ese techo, estaban boca abajo así que Reborn veía el sufrimiento en esos rostros, amordazados, colgando… una plataforma los mantenía bien sujetos, manos, codos, torso, rodillas, tobillos, estómago, cintura… todo bien atado con amarras de cuero, parecían esos condenados a muerte que en las películas se presentaban, llevados con máxima seguridad hasta su ejecución. Amordazados y vendados, su ropa rasgada en algunas partes, machas rojas en otras. Otra gotita se estampaba contra el suelo y Reborn sonreía al ver que el color rojizo predominaba en esa zona… muchas gotitas formaban un tapiz rojo en el suelo. Jugó con el dardo entre sus dedos unos momentos mientras analizaba a los prisioneros en su cuarto de tortura, eligió, apuntó y acertó de forma precisa. Justo en el brazo izquierdo de uno de los cuerpos que enseguida empezó a quejarse pues el dardo se incrustó en la piel con violencia, haciendo que un hilillo recorriera el objeto hasta terminar formando una gotita de sangre que por gravedad caía al suelo y se unía a sus compañeras

 

-quítale las vendas y la mordaza – ordenaba con diversión. Un chico de cabellos negros salió de la oscuridad y con un largo palo con un gancho al final, cumplía la encomienda

-maldito – jadeó una voz masculina cansada, apagada, cargada de dolor

-me halagas – sonrió Reborn cuando la otra persona jadeaba desesperada, soltando gemidos de dolor por el dardo

-ya basta – rogó la fémina mientras sollozaba – ya no más

-suéltala, déjala ir

-resultaste un amor de persona – se burló Reborn mientras ordenaba al chico retirarse, pronto escuchó el sonido de la puerta y de nuevo estaba en soledad – cuidando de tu esposa…. Se me remueve el corazón, Ikuto

-ya pagué mi error, maldita sea llevo aquí más de una semana… estoy muriéndome – se quejaba el anciano removiéndose cual gusano

-mejor aún – sonrió Reborn – me ahorrarás saliva y energías… hablar con ustedes ya es una tarea tediosa

-Reborn-san… ya basta, ya no más tortura – Yuriko sollozaba desesperada,  su mente estaba quebrada

-¿así les rogó Lambo? – su rostro se endureció mientras se levantaba y hablaba con la mirada al dirigida al vacío, oscuro vacío – ¿qué ya no le hicieran más daño? ¿Qué no lo vendieran? ¿Qué lo rescataran junto a Tsuna?

-Lambo era al único que podíamos sacar… nos rogó para que lo sacáramos a él… Tsuna también lo pidió, era muy difícil a sacar a más…

-¡mentira! – por primera vez levantaba su voz, se había controlado tanto – ¡mentirosos de mierda! – se hundió en la oscuridad nuevamente y sacaba tres dardos en su mano – ¡conozco a mi mocoso! ¡El no dejaría a Tsuna por nada de este mundo!

-gya… agh… agh… AAAAHHHH – las quejas de dolor no se hicieron esperar

-ya… ya no – rogaba Ikuto, llorando por el dolor

-ustedes  dos lo iban a sacar a él y estaba claro que mi mocoso no dejaría a su amigo atrás… preferiría quedarse a compartir la tortura – Reborn tiró el último dardo para completar con su desahogo momentáneo

-maldición… ¿cuán cruel puede ser con un par de ancianos?

-apenas comienzo – gruñó el azabache mientras se hundía en la oscuridad aterrando a los que colgaban del techo, haciéndolos lagrimear, llorar todo lo que debieron llorar cuando perdieron a cada uno de sus hijos

-les haré sufrir todo lo que Lambo debió sufrir bajo sus mandatos, reprimiéndose por complacerlos, protegiéndolos y aguantar las malditas exigencias y amenazas de Lampo – encendió las luces mostrando todos sus instrumentos para esa ocasión, látigos, agujas, martillos, algunos objetos que el par de ancianos no sabían para que servían… incluso había ciertos bichos rastreros en compartimentos de cristal – me quitaron a mi mocoso y por eso… desquitaré mi furia con ustedes dos

-¡ya basta!

-querían venderlo como algún objeto – gruñía mientras tomaba una soga y empezaba a hacer descender a Ikuto hasta dejarlo de pie, erguido, de fácil acceso, rostro con rostro, mirada con mirada – les importaba más el dinero – gruñó al verlo a su altura y lo golpeó con fuerza – ¡MI MOCOSO LOS AMABA! – respiró profundo para calmarse y mantener su estoica expresión – debieron traerlos a ambos y esta tortura no hubiese sido necesaria

-ya no… suéltalo por favor – rogaba Yuriko removiéndose desde su prisión aérea

-lo dejaron con esos imbéciles que abusan de él cuanto deseen – gruñó con rencor mientras buscaba algo entre los materiales a disposición – Stella lo vio… ella me lo dijo – reía con demencia mientras tomaba unos guantes y agarraba un gusanito que se retorcía entre sus dedos – tan vacío como una muñeca, tan maltratado como un juguete

-se veía feliz, tiene todo lo que quiera – Ikuto trataba de aparentar calma pero estaba temblando al ver esa cosa oscura que se retorcía

-¿feliz? – reía con ganas – ¡bajo el techo del tipo que abusa de su cuerpo todos los malditos días! ¡No seas infeliz!

-¡NO ERES QUIEN PARA JUZGARNOS! – lloraba Yuriko removiéndose desesperada – ¡ERA MI HIJO! ¡SOLO POR MI HIJO! ¡EL OTRO NO ERA NADA MÍO!

-si conocieran a sus hijos sabrían que acciones tomarían – con su otra mano obligaba a Ikuto a abrir su ojo

-muérete Reborn – gruñó el anciano

-muérete tu primero, maldito idiota – gruñó el azabache mientras acercaba esa asquerosa sanguijuela al ojo del anciano y la posaba en el área blanca justo alado del iris, lo escuchaba gritar en pánico, de dolor tal vez – y esto… solo es el comienzo, MIENTRAS NO TENGA A LAMBO DE NUEVO CONMIGO … USTEDES… SUFRIRÁN MI IRA – gritó mientras salía de esa habitación azotando la puerta e ignorando los gritos de ambos sujetos de tortura

 

 

 

La querida doc dice…

 

 

 

-no debería arriesgarse – Lambo miraba a la doctora que terminaba de revisar a Tsuna. Por orden de G, Bianchi tenía que realizar todas las revisiones en la mansión, incluso tenían algunos instrumentos básicos, pero los ecos y demás, ella exigía que sean en la clínica y en esta ocasión no era diferente – es yakuza… si se enfada podría…

-de eso me encargo yo – Bianchi les sonrió mientras terminaba de realizar el eco y capturaba la imagen

-no haga cosas imprudentes, puedo soportar esto y más – Tsuna tenía miedo por aquella mujer, la misma que en las semanas que lo trató era lo más cercano a gentileza que tenían aparte de Asari y Yamamoto – G se enfadará

-aunque si en verdad va a hablar con Daemon… – Lambo temblaba al quitar el gel de la barriguita de su amigo – mejor déjelo así, en verdad, con Daemon no hay como razonar… con G supongo que será más sencillo que con el mayor de los hermanos… - el ojiverde hizo una mueca de desagrado que hizo que Bianchi sintiera ternura – y G no es una ovejita blanca que digamos

-soy doctora, cuido de mis pacientes y ustedes son especiales – sonreía al verlos – dos pequeños que florecen en medio de hierbas malas – reían bajito – ustedes esperen aquí, hablaré con G y Daemon ahora mismo

-¿con los dos al mismo tiempo? Está loca doc – Lambo quería detenerla pero la mujer no se veía indecisa

-dime Bianchi y si… con los dos, un solo golpe – suspiró pesadamente al imaginarse el largo tiempo que tendría que pasar hablando con ese par de yakuzas – las enfermeras los atenderán en cualquier cosa

-suerte… la va a necesitar

-gracias

 

 

Y así la pelirosa caminaba fuera de esa sala, pocos pasillos le separaban de ese par de yakuzas engreídos. Suspiró al imaginarse como sería enfrentarlos, largo, tedioso y hasta un poco aterrador. Aunque tal vez no sería tan aterrador como tratar con esa pelinegra, pero bueno… ya estaba aquí, no podía retroceder. Ingresó a la sala de espera y el pelirrojo casi la acorrala con preguntas y exigencias. Bianchi solo los miró y pidió que la siguieran hasta su oficina. Las enfermeras, incluso los guardias de seguridad temblaban pues ya sabían quiénes eran esos dos que caminaban detrás de la doctora, además que algunos de los subordinados rondaban por allí hasta recibir órdenes… era horrendo tenerlos por allí, ya varios habían renunciado y solo los valientes permanecían en la clínica. Bianchi sabía del peligro y aun así seguía en su labor, no era una mujer a la que intimidaran con facilidad y a pesar de eso sus manos le sudaban cuando ingresó a su oficina. Cerró la puerta pidiéndoles a ambos varones que se sentaran. Respiró profundo mientras pensaba por dónde empezar

 

-nufufu debería hablar y no hacerme perder el tiempo – Daemon sabía que la doctora le tenía miedo, así que era divertido de cierta forma

-señores, necesito tratar con ustedes algunos detalles sobre la salud de Sawada-san y Bovino-san – los miró con seriedad mientras acomodaba algunos papeles y limpiaba sus manos en su mandil por debajo de la mesa

-mi niño está bien, ¿verdad? – hablaba G con seriedad, tenso como cualquier padre primerizo, que gracioso… Bianchi quería reírse pero mantenía su rostro neutral y posicionaba sus codos en el escritorio  para darse soporte mientras entrelazaba sus dedos

-la salud de ambos es difícil

-¿qué tiene Tsuna? – exigía saber mientras que Daemon se borraba esa sonrisa de la cara mirando a la doctora con interés

-Es fácil de interpretar –  Bianchi se sentaba contra el respaldo de su asiento – dos situaciones de peligro con amenaza de aborto, debilidad y por lo que me ha contado exceso de sueño y desmayos en los últimos días… podría volverse una situación en donde bajen las defensas, disminución de glóbulos rojos, déficit de…

-¿qué me quiere decir? Vaya al grano y deje esos términos médicos – exigió G ya furioso de escuchar todas esa palabras neutrales

-si sigue así el embarazo será complicado, peligroso si lo quiere poner en el peor de los casos – vio el rostro de G, preocupado y demás, lo normal en un padre – y eso no es solo con Sawada-san, Bovino-san está bastante debilitado, maltratado en ciertos aspectos

-¿acaso me está mandando una indirecta Bianchi-san? – retó Daemon

-no es una indirecta Spade-san, es una aclaratoria. Esto es ocasionado por estrés acumulado, mala alimentación, carencia de vitaminas y otras cosas acumuladas, en resumen… su estado emocional influye mucho en su bienestar físico

-si va a sermonearme no quiero escuchar nada – Daemon se veía indignado – buscaré otra especialista que sepa hacer su trabajo callada y sin quejarse

-cualquier médico le dirá lo mismo que yo… a menos que el miedo que le tenga sea tan grande que solo medique a ambos poniéndolos en peligro con el tiempo – no se amedrentó y siguió con su regaño – dígame usted, ¿qué prefiere?... un médico fastidioso que le dé el mejor trato a los pacientes y asegure que ese par estén en capacidades aptas de salud para así dar herederos fuertes y sanos en todo sentido… o un médico que por el miedo deje de velar por sus pacientes y simplemente les diera cosas para que aparenten estar saludables y a futuro terminaran con herederos enfermizos o peor aún, sin ningún heredero porque el cuerpo del doncel rechaza a todo feto provocando un aborto instantáneo – los mirada retadoramente, frunciendo su ceño ante la duda de esos dos – usted elije Spade-san

-buenos argumentos – sonrió Daemon al ver que esa señorita no parecía amedrentarse por el hecho de estarle reclamando a un Yakuza – y aun así no me gusta su actitud, ya mucha libertad le doy trayendo a mi pertenencia a ser atendido aquí

-usted hace eso porque sabe que soy la mejor obstetra y tengo los mejores equipos, medicamentos, facilidades, personal, voluntad – sonrió débilmente al ver que Daemon chasqueaba la lengua

-ella tiene razón en eso – G reía divertido al ver a esa doctora enfrentar a su hermano sin miedo – la apoyo, quiero a Tsuna y a mi hijo sanos y supongo que tú quieres a Lambo fuerte como para llevar a un hijo tuyo a futuro…

-no pienso esperar mucho – sonreía el peliazul bromeando con su hermano – un hijo con esos ojos verdes sería un buena adquisición

-no trate a una persona como un objeto – reclamó Bianchi ya harta de ver a esos dos como si negociaran para tener un heredero perfecto – así que… si están de acuerdo les daré indicaciones básicas – completó cuando ganó la atención

-hable – ordenó Daemon y Bianchi ignoró esa mirada de superioridad

-vamos primero con Tsuna ya que G-san es más razonable – el mencionado sonrió ignorando el bufido de su hermano – Tsuna está frágil emocionalmente, es por las hormonas en este periodo, está estresado y supongo que usted es el culpable

-no me calumnie, lo trato como un tesoro… tiene todo lo que necesita

-eso no es lo que yo percibo – de nuevo entrelazo sus dedos mirando al pelirrojo – el embarazo ya de por sí está en riesgo…  el sexo constante queda prohibido

-¿y a usted qué demonios le interesa eso? – G de inmediato frunció su ceño y levantó su voz

-me importa porque Tsuna está frágil, el pequeño está alojado en la parte baja y en el peor de los casos donde la actividad sexual sea… brusca, por decirlo así, traería peligro de daño al bebé – vio al pelirrojo tensarse – no quiero eso y usted tampoco así que se aguantará sus necesidades sexuales y dejará a Tsuna dormir tranquilo

-usted no puede prohibir eso – comentó Daemon admirado por la valentía y la serenidad de la doctora que no se intimidaba por las miradas asesinas ni el aura negra de ambos

-puedo, y lo receto – miró a G con frialdad – nada de sexo, y si tanto daño le hace a su ego… puede hacerlo solo una vez a la semana, con cuidado, siendo gentil y sin obligar a Sawada-san a hacer nada que él no quiera. Pero prefiero que use su mano para desahogarse – ella lo decía en serio pero Daemon se moría de risa y G fruncía su ceño

-qué mala suerte hermanito

-quisiera matarla querida doctorita – amenazó G – pero… si eso trae a mi hijo sano y salvo al mundo…

-me impresiona – halagaba Daemon a la doctora

-a eso se le incluye algunas vitaminas que le recetaré, lo visitaré si es posible una vez por semana pues su peso no es el indicado, buena alimentación, sin estrés. Evite discusiones, gritos y lo que sea que lo altere

-así que lo quiere ayudar y por eso lo vigila cada semana – se quejó Daemon lanzando uno de los objetos de la mesa – no me engaña

-señor, tengo ética profesional, solo hago mi trabajo y así me amenace mi prioridad es la salud de ese bebé y la de los dos donceles. Me enfrentaré a usted si es necesario

-que ruda – se burlaba G

-¿entonces que me recetará para Lambo? – el peliazul frunció su ceño mirándola con desconfianza

-algo parecido – miró a ese peliazul enderezarse y apretar los puños – disminuir el sexo hasta que sus heridas sanen… y si no se ha dado cuenta, soy consciente de todos los daños corporales del jovencito

-¿y a usted que le importa?

-me importa y mucho, pues si no hay una curación efectiva puede enfermarse. Una infección puede ocasionar fiebre excesiva, daños en órganos alternos como riñones, hígado, en el peor de los casos envenenamiento por vía sanguínea… y la palabra envenenamiento ya es preocupante, ¿no cree?

-¿qué quiere que haga? – perder a su posesión no era gracioso, por lo menos escucharía con atención

-ya se lo dije, reduzca su apetito sexual, déjelo sanar. Lo medicaré pero  necesito su ayuda… nada de maltrato durante el sexo, golpes, heridas sangrantes son peligrosas, las mordidas transmiten bacterias y puede ocasionar problemas – Bianchi se desahogaba al detallar el tratamiento, ganada la atención que debía… los tenía en sus manos – además, debo cuidar de la salud del pequeño ojiverde, tiene una ligera infección y además esta anémico. Su estado de estrés está afectando a su salud en general… así que al menos hasta terminar la medicación debe dejarlo tranquilo

-me está diciendo que…

-no digo nada más de lo que debo – la mirada verdosa de Bianchi se posaba en los dos individuos – como ya les dije, de ustedes depende el buen estado de esos dos… y que ninguno caiga en enfermedades más graves pues ambos están perdiendo peso con rapidez, no quiero que entren en depresión o en anorexia… y una cosa más, por el momento Bovino-san no debe embarazarse, está delicado y no queremos perdidas que se pueden evitar

 

 

Como imaginó con Daemon las cosas fueron más difíciles, discutieron durante varios minutos, las intimidaciones no faltaron y aun así Bianchi se mantenía firme en su postura alegado su profesionalismo y falta de miedo ante las posibles acciones que podía tomar Daemon si llegase a engañarlo, pero al final logró su objetivo, lo convenció. Además descubrió que los pensamientos del mayor de esos hermanos influían directamente en el menor, pues si Daemon negaba algo, G empezaba a dudar y terminaba apoyando a su hermano. Par de idiotas, pero ella tenía una misión y esos jovencitos dependían de ella, así que se iba a arriesgar hasta las últimas consecuencias

 

 

Idiota por desesperación…

 

 

 

Una calle vacía, común en esos días, transcurría las diez de la noche y estaba calmado, de pronto un ruido… un gato tal vez, un maullido, un basurero cayéndose y un auto a toda velocidad cruzaba derrapando. El movimiento brusco resonó en la noche pues el giro de improvisto que daba ese vehículo, causó que perdiera el control y girara un par de veces, derribando cajas, basureros e incluso se llevó consigo un puesto callejero que no había sido guardado y estaba en medio de un callejón. El auto era blanco y denotaba las marcas de varios golpes que sufrió en el transcurso de su carrera para escapar de la amenaza que llegaba con treinta segundos de diferencia en un auto negro como las hebras de aquel que lo conducía

Aceleraron de inmediato, las llantas sonaban sobre el asfalto, dentro del auto banco gritaban para que aceleraran mientras se comunicaban con los otros tres autos, entre ellos un camión con cargamento de cierto negocio que trataban de completar, tenían que saber si ellos lograron escapar del enemigo. Pero la comunicación era nula lo que significaba solo una cosa… fracaso y con ello… su condena. El auto negro los golpeó por la retaguardia haciéndole perder el control y chocando contra un poste, en total cuatro tripulantes… saldo final: un muerto por golpear directamente con el poste, tres heridos, uno de gravedad pues golpeó el vidrio con la cabeza y ahora sangraba en abundancia. Se quejaban de dolor pero su instinto de supervivencia era más grande, trataron de huir, de pedir ayuda a sus secuaces pero la puerta se abrió de repente. Apenas pudieron quejarse cuando ya besaban el pavimento y sentían el pie en su espalda que les impedía moverse. Varios pasos más, daban cuenta de que estaban rodeados, una zona vacía, un accidente de tráfico, las llamadas de emergencia pero ellos eran profesionales y en un momento ya tenían a los dos heridos menores en una camioneta, condujeron unos minutos y así como fueron retenidos con la cara en el suelo de ese vehículo fueron arrojados fuera de la misma forma

 

-qué demonios – gruñía uno de los heridos cuando lo obligaban a levantarse y dar la cara – así que eras tú… maldito bastardo

-solo habla cuando te lo ordeno – ahí fue el primer golpe, una tonfa, un movimiento fugaz y un sonido característico de un cuerpo al caer en el suelo duro

-¿qué quiere uno de los Inagakai con nosotros? – decía cierto hombre de mirada marrón – ¿eh?

-tu jefe… ¿dónde y cuándo puedo ubicarlo fuera de la mansión? – su mirada azul metálica brillaba por la iluminación de los autos, ira destellaba de aquel iris

-¿y cree que voy a traicionar a mi líder? – bufó el cautivo

-lo harás sino quieres morir – amenazó mientras con el extremo de su tonfa lo obligaba a levantar el rostro

-mátame entonces – un golpe brusco le rompió la nariz y cayó inconsciente

 

No eran los únicos en el lugar, varios eran los individuos que ahora formaban parte de la pesca del día. Los autos capturados de aquellos infelices, ahora eran todos custodiados por Kusakabe y sus subordinados, quienes dejaban que su jefe se desahogara, que liberara el estrés acumulado durante meses. Hibari volvió a preguntar a uno por uno, amenazante, furioso, desesperado… los cuerpos caían al suelo sin rastro de consciencia, todos iban a ser mordidos hasta la muerte si no daban la información que Kyoya necesitaba

 

-dame información acerca de la mansión principal – exigió una vez más apretando los dientes al ver el rostro ensangrentado del sujeto

-púdrete asqueroso Ina…gakai

-¿dónde está Tsuna? – continuó ignorando lo dicho por ese tipo

-en donde merece estar una puta… en la cama de mi jefe – otro caído, un salvaje golpe le dio de lleno en todo el estómago incluso sonó algún hueso desafortunado

-si no quieres morir… habla – gruñó ya harto de que cada herbívoro solo le diera negativas

-Kyo-san… ya basta, parece que nadie dirá nada – Kusakabe trataba de calmarlo pero era imposible, sabía que su jefe ya estaba por sobre el límite, por eso ordenó esa emboscada, por eso mancharon las calles de ese líquido rojo

-jajaja – uno de los caídos que sangraba por la herida se atoraba con su propia esencia, tosía, pero se reía a la vez – idiota… idiota

-¿de qué te ríes? – fue Kusakabe quien lo levantó para que su jefe lo viera de frente – ¡habla!

-el cargamento tenía…. hora de llegada… y si eso no basta – sonreía con malicia – uno de nosotros ya dio la señal de alarma… hacia la central – uno de los caídos se reía también mientras levantaba un brazo y mostraba el celular

-¡SEÑOR!… ¡¡ES EL SEGUNDO INAGAKAI!! – gritaba antes de que alguien le quitara el celular, pero era tarde

-esto es guerra entonces – la voz del fondo era la de G, para mala suerte,  uno de los caídos se levantó de pronto y le arranchó el celular  al enemigo

-¡SEÑOR BUSCAN A TSUNA! ¡LO QUIEREN A ÉL! – y Hibari lo noqueó en seguida al desgraciado,  tomando el aparato y con furia escuchando esa voz

-es una pena, perdiste la única oportunidad para atacar – se reía G detrás de ese aparato – paré a los cuatro hombres que querían infiltrarse… sus almas se irán al infierno como la tuya en un futuro… te mataré con mis propias manos

-veremos quien perece primero, maldito herbívoro

-escucha… Tsuna es mío y me dará un hijo – Hibari apretaba el aparto con violencia – nunca… nunca lo tendrás para ti

-te mataré – gruñó antes de romper el aparato acabando con aquella estúpida llamada

-Kyo-san… nos encargaremos de lo demás, desapareceremos la evidencia – Kusakabe intentaba pararlo pero sabía que perdía el tiempo

-los quiero a todos a mi disposición, enjaulados como ratas. Yo mismo me encargo de cada uno de esos herbívoros rastreros – fue lo que dijo antes de llevarse a rastras a uno de los Tonakai bajo el mando de G, se desahogaría con el tipo, hasta que su ira disminuyera

 

Estaba furioso, no solo porque habló con el imbécil que tenía a Tsuna… sino porque antes de romper el aparato escuchó algo, una vocecita bajita y suplicante “G-sama… ya basta” la voz de Tsuna, quebradiza, asustada, frágil y… SU Tsuna estaba bajo las garras de ese hijo de puta y lo peor era que él no podía hacer nada… no por ahora

 

 

 

El dolor del conocimiento

 

 

 

Tsuna tuvo la mala suerte de estar presente cuando G atendía la llamada de uno de sus subordinados, generalmente no le importaba, es más, no ponía atención. Pero escuchó esa voz al fondo y su corazón saltó, emoción, dolor, ira, temor, felicidad, amargura, todo junto pues esa voz al teléfono era “Kyoya” susurró para sí mismo mientras seguía con su tarea de preparar el té como a G le gustaba, pero en cierto punto puso atención, las amenazas, los golpes de fondo, los gritos y su nombre… que doloroso era escuchar su nombre en esa pelea. Se sentía dolido, traicionado, usado, vacío… desquebrajado, la realidad lo golpeó duramente cuando escuchó la palabra Inagakai, quiso llorar pero sabía que no era buena idea y al final rogó. Ese “G-sama… por favor” pudo ser interpretado como un pedido de liberación pero no. Tsuna sonrió y mostró la taza de té que humeaba “se va a enfriar” fue lo que dijo cuándo G colgó, siguió en su faceta fingiendo que no escuchó nada, que no reconoció la voz de fondo. Fingió bien, charló con su señor, comió en su compañía y salió de la habitación hasta el cuarto que compartía con Haru y Lambo, pues ahora se le permitía dormir con Lambo… en base a la consultas con Bianchi sus vidas se tranquilizaron un poco, al menos hasta que les dieran el visto bueno y recuperaran su vitalidad, eso lo sabía pero aun así estaba feliz de tener paz momentánea

 

-bienvenido – lo recibieron con una sonrisa y Tsuna respondió con otra, cerraron el fusuma, se sentaron y ahí…

-lo escuché – se rompió… Tsuna se rompió, sus lágrimas se desbordaron, pero mantenía su sonrisa falsa, se tapó la boca cuando sintió que sus sollozos no los podría aguantar

-deja esa faceta y llora tranquilo – fue Lambo quien presintió algo y se acercó al castaño abrazándolo, acunándolo y susurrándole que se tranquilizara, pero Tsuna se atoraba con sus propios sollozos, mordiendo la tela que tenía la yukata del pelinegro para acallar su dolor

-¿estas mejor? – fueron varios los minutos en esa situación, con Tsuna llorando sin gritar. Las tres personas en esa habitación no dieron señales de que aún estaban despiertas ya que apagaron las luces para fingir la calma normal – ¿qué pasó, Tsuna-san?

-lo escuché… – susurró ya recostado en su futón, en el mismo que uniendo los tres se formaba una gran cama cómoda en donde las tres personas compartían el lamento del castaño. Haru tomaba las manos de Tsuna y Lambo lo abrazaba por la espalda – lo escuché a él

-¿quieres decir a…? – Lambo se sorprendió pues no pensó saber de aquel azabache

-Kyoya… – sollozó bajito – me está buscando… el muy maldito me está buscando – gruñó bajito mientras se encogía aferrándose a su vientre con la una mano y apretando la mano de Haru con la otra

-Tsuna…

-¿por qué me emocioné cuando lo escuché decir mi nombre? – se lamentaba mordiéndose el labio para no emitir los sollozos

-porque lo amas – le respondió el ojiverde colocando su mano sobre la que Tsuna tenía acariciándose el vientre

-porque debe ser importante para ti – dijo Haru sonriendo débilmente

-no quiero eso… no quiero… – se reprochó internamente por la emoción momentánea, por el latir desbocado al recordar esa voz y las miles de promesas que se dieron – el infeliz me engañó… el infeliz… el maldito

-Tsuna… ¿por qué no te aferras a ese sentimiento? Te está buscando… te ama Tsuna – Lambo trataba de entender el accionar de Hibari, era un idiota y todo pero si estaba buscando al castaño a pesar de que a estas alturas ya debería saber en la situación en que estaban… significaba que aun quería una vida juntos… un amor real, tal vez era eso, sonaba bastante bonito

-Tsuna-san debe tener fe… el vendrá por usted y lo sacará de aquí

-¿con un hijo de por medio? – el castaño se reía mientras limpiaba sus lágrimas con fuerza – ¿qué crees que piense al verme?… ¿qué soy una zorra? ¿Qué ya no valgo nada?… ¿qué ya no valgo sus esfuerzos? ¿Qué estoy tan manchado? ¿Qué ya no tengo arreglo?… sentirá asco de lo que soy ahora – suspiró profundo para parar sus lágrimas absurdas – él no merece mis lágrimas, el no merece mis sentimientos… el no merece que yo sufra por su recuerdo

-y aun así estás enamorado todavía – susurró Lambo apretando su abrazo con cuidado de no dañar al pequeño que crecía

-que se meta su amor por donde más le entre – gruñó con rencor mientras cerraba sus ojos con fuerza

-¿y si viene por ti? – preguntó Haru con timidez

-dejaré que me saque y los llevaré conmigo a los dos – sonrió de forma melancólica – y al ser libre… lo abofetearé y le escupiré en la cara

-Tsuna, no te llenes de rencor – Lambo besó al mejilla de Tsuna con cariño – ellos no se merecen ni eso

-lo odio… y transformaré esto de aquí… – se agarró el pecho – en algo diferente

-piensa en tu hijo Tsuna-kun, le hará daño

-si… lo siento, olvidaré esto… no te preocupes, la herida sanará con el tiempo

-mejor así – sonrió Lambo resignado – ahora a dormir par de tontos, mañana es un nuevo día y saldremos de paseo

 

Lambo sabía que esto iba a afectar a Tsuna, tenía el mal presentimiento de que todo se volvería negro en ese castaño… ese amor peligraba y se oscurecía. En la mente del ojiverde solo pasaba una cosa “del amor al odio hay un solo paso” pero tenía fe… su mal presagio debía estar errado

 

 

 

Su plan falla debido al idiota… vigilancia

 

 

 

I-pin caminaba a paso firme, con rapidez, era las tres de la mañana y dejó a sus niños bien dormidos. Su furia estallaba, eso lo demostraba el paso constante y fuerte que daba a cada segundo, su corazón latía con fuerza, solo tenía puesto la pijama de dos piezas, pantalón corto como le gustaba, en tono rosa pues fue regalo de Tsuna, lo usaba para recordar y tener buenos sueños y ahora… sus dientes apretados y la violencia que usó para abrir el fusuma decían todo lo contrario a lo que representaba ese color. I-pin pensaba en lo que habría hecho su hermano mayor, no tenía detalles pero rogaba porque no fuera nada grave, nada que arruinara sus planes

 

-¿dónde está? – ingresó a la sala que Alaude usaba para descansar. Su hermano al igual que ella estaba despierto, seguramente por la misma razón… una llamada por parte de Kusakabe que les informaba de lo sucedido, del fallo de su misión repentina

-no lo sé… y cálmate – fue su simple respuesta, él no podía darse el lujo de perder el control. Era el mayor de ellos, era maduro, era el jefe

-¿no llega? ¡El muy maldito no llega! – bufó la chica tirando de sus trenzas

-linda pijama – se burló con la esperanza de que la mente de I-pin se asentara en la tierra

-¡no estoy para bromas Alaude-niisama!

-siéntate y espera

-hasta eso podríamos hablar de tu insomnio – la chica hizo lo que su hermano decía, suspiraba, se calmaba y esperaba, se perdía en la calma de la noche… en el silencio, no tardó mucho para lograrlo, todo estaba en su mente – deja de ser tan idiota y ve al hospital

-no quiero hacerlo, no hasta que halle a Tsuna

-eres tan bobo como Kyoya – se reía bajito pues ahora le parecía cómico ver a su estoico hermano estar deprimido. Se recargó en la espalda de su hermano, posando su mejilla en el hombro del rubio – solo ve y bésalo en la primera oportunidad

-no te metas en esto, I-pin

-tú lo amas, él te ama… ve a verlo aunque sea de lejos, observa su recuperación, averigua si abrió los ojos – se abrazó a su hermano buscando su calor como cuando era niña – sino puede ser muy tarde

-¿me vas a dar lecciones de vida? ¿Una mocosa como tú? – gruñó pues nunca le agradó recibir sermones

-malo – hizo un puchero y reía – pero si… te lo digo porque sé que es verdad, lo vi en Lambo… fue feliz cuando conquistó a Reborn, no importa  si después sufrió, él siempre me fijo que nunca se arrepintió de lo que hizo… porque fue feliz

-si te digo que iré a verlo… ¿te callarás?

-shi~ - sonreía satisfecha – así te quitarás el mal humor

 

Podrían haberse reído toda la madrugada, contarse anécdotas, hablar de la vida como cuando eran niños, recordando las felices tardes de pizza y… no, a quien estaban esperando, llegó. Tenía los ojos azulados llenos de furia, los cabellos alborotados y la ropa manchada de sangre ajena. Alaude pidió explicaciones, I-pin pidió explicaciones y Kyoya los ignoró, pero los informes que les dieron a la madrugada eran reales. El segundo Hibari acorraló a una carga de los Tonakai y se quedó con los miembros activos de esa familia, los chismes volaban

 

-dejen de molestar – hablaba con rabia intentando irse pero…

-¡¿qué hiciste, idiota?! – I-pin lo enfrentó cortándole el paso – ¡di qué fue lo que hiciste!

-a un lado

-HABLA – gritó enfadada

-¡quítate!

-¡QUE CUENTES! – ordenó Alaude perdiendo la calma al ver a los chiquillos peleoneros – habla Kyoya… ¿qué hiciste?

-si quieren saber… no obtuve nada de los herbívoros bajo mando de G… tiene a Tsuna y en verdad procreó un hijo – Kyoya soltó cada palabra con rabia e iba a irse hasta que…

-¡IMBÉCIL! – I-pin lo abofeteó con fuerza – ¡MALDITO IMBECIL! – retomó la agresión con fuerza, sus ojos negros repletos de rabia

-¿cómo te atreves? – Kyoya levantó su mano para responder a dicha agresión, pero Alaude lo detuvo e I-pin sonrió. Pues la pelinegra aprovechó ese digno acto de varones defendiendo a la débil doncella, para dar un golpe a puño cerrado justo en la mejilla de su azabache hermano y de paso lo pateó para que junto a Alaude cayeran al suelo

-¡así que de verdad atrapaste a los subordinados de G! ¡Maldito imbécil! – le insultó apuntándole con el dedo, mirándolo con rabia y queriendo matarlo de una buena vez

-¡herbívora atrevida! – podía ser su hermana menor, podía ser mujer, podía ser la jodida reina pero la iba a poner en su lugar, esa agresión se las iba a cobrar

-¡quieto Kyoya! ¡Recuerda que es nuestra hermana! – y nuevamente Alaude lo detenía a tiempo, sujetándolo por la espalda, deteniendo los brazos de Kyoya e impidiéndole moverse debido a la llave que le aplicó

-no golpea como una mujer – se quejó Kyoya tratando de liberarse, pelearía con I-pin, lo iba a hacer

-¡PUES SOY MÁS FUERTE QUE USTEDES CUANDO ESTOY HASTA EL CUELLO DE RABIA! – les gritó con furia – ¡ACABAS DE ARRUINAR MI PLAN DE RESCATE!

-¿qué dices? – Kyoya procesó esas palabras con rapidez, ¿acaso dijo, su plan de rescate?

-ACABAS DE DAÑAR LA OPORTUNIDAD DE SACAR A MIS HERMANOS DE AHÍ – les gritó sin darse cuenta que rebeló su accionar secreto – ¡ACABAS DE DAÑAR LA PUTA OPORTUNIDAD! -  hasta los sirvientes huían de esa disputa, las cosas se pondrían feas si la menor de las Hibari perdía el control

-¿qué oportunidad? – se quejó Alaude levantando su voz y manteniendo al azabache detrás de él. Kyoya también la enfrentó gruñendo bajito y apretando sus puños

-ERA MAÑANA… ¡MALDITO IMBÉCIL! – se jaló de los cabellos y empezó a arrojar todo a su paso para desquitar su rabia y frustración, poco le importaba que sus hermanos le exigieran una y otra vez que explicara las cosas, ella solo pensaba en que Tsuna y Lambo todavía estarían en esa maldita mansión – TANTO TRABAJO DESPERDICIADO POR LA ESTUPIDEZ DE MI HERMANO

-¡EXPLÍCATE! – exigieron Los Hibari

-CON LA PUTA CARGA… G Y DAEMON SALDRÍAN DE LA PUTA MANSIÓN – les gritó apuntándoles con el dedo y arreglaba su cabello de paso – ATACARÍA AL MEDIO DÍA… ATACARÍA AL MEDIO DÍA… LAMBO Y TSUNA SALDRÍAN DE AHÍ – los vio con rabia y ahí agarró consciencia… jadeaba debido a los gritos que dio y se reprendía mentalmente por haber dejado que su lengua se aflojara

-¡tenías un plan escondido! – gruñó Kyoya – ¡¿por qué no lo dijiste?!

-por esto – les sacó el dedo del medio de su mano derecha y pateó lo que había tirado al suelo gritando de rabia en el proceso  – porque presionarías, porque arruinarías todo… ¡PORQUE TE SALDRÍAS DE CONTROL AL SABER QUE ESTÁBAMOS A UN PASO DEL TRIUNFO!

-¡nunca le mientas a tus hermanos! – le regañó Alaude

-¡debiste decirme todo y te ayudaba! – Kyoya era el más descontrolado tratando de agarrar a su hermana pero I-pin era más rápida y terminaba lanzándole cosas para alejarlo

-¿así? ¿De esta forma? – la pelinegra sonrió irónica – EL MALDITO ACUERDO ERA QUE NOSOTROS NO HARÍAMOS NADA POR EL MOMENTO… TODO ESTABA EN MANOS DE KUSAKABE Y STELLA

-DEBISTE SOLTAR LA LENGUA, HERBÍVORA

-¡BASTA! – gruño Alaude – nunca más hagas algo a escondidas – amenazó a I-pin – y tu Kyoya… nunca más vuelvas a romper un acuerdo. ¡AHORA CALMA Y VAYAN A DARSE UN BAÑO PARA QUE LES VAYA LA RABIA! – y eso le incluía a él también

 

I-pin salió a prisa, sabía que lo arruinó todo pero ya poco le importaba. Si Kyoya hubiese atacado a unos pocos o dañado algún negocio de los Tonakai no habría problema, siempre había conflicto entre yakuzas, es más, si hubiese sido eso, G y Daemon hubiesen tenido que salir de igual forma, a averiguar lo ocurrido… ¡pero no! A su estúpido hermano se le ocurrió atacar de frente y peor que eso… dar a entender que estaba buscando a Tsuna, ¡maldito idiota sin cerebro! Dañó toda su operación de meses, maldito fuera Kyoya y su impulsividad. Debía iniciar un nuevo plan y lo peor es que ahora Alaude desconfiaría de ella y la vigilaría todo el tiempo. Hacer algo a las espaldas de tus hermanos era malo… que te descubrieran era peor, pero que lo arruinaran con sus estupideces, eso I-pin no lo iba a perdonar. Por supuesto que no les iba a decir de su siguiente plan, se quedaría calladita, actuaría desde las sombras y tendría resultados positivos… eso lo juraba

 

-Colonello-san… malas noticias – hablaba con furia mientras caminaba un poco por los jardines cercanos a su habitación y lejanos a la de sus hermanos

-¿qué pasó ahora-kora? – su aliado rubio parecía somnoliento, normal a esa hora de la mañana

-el idiota de mi hermano se descubrió solo, realizó un ataque que terminó en una enorme falla y lo peor es que habló con G

-maldita sea, todo estaba listo-kora

-ahora mi hermano mayor desconfía de mis acciones, no le gustó nada que planee algo a su espalda – suspiraba para calmarse, ahora sus palmas le ardían y su garganta también

-¿qué harás-kora?

-¿puedo confiar en usted para que me dé información en secreto? – sonreía pues convencerlo de actuar a espaldas de Colonello fue fácil, siendo amigo cercano de Reborn sabía perfectamente que si algo se descubría Japón se llenaría de sangre y eso había que evitarlo

-claro, todo sea por Lambo

-bueno ahora solo hablaré por teléfono con usted Colonello-san, seguro y mi hermano me pone seguridad extra. Kyoya también me estará vigilando y supongo que cree que lo traicionaré y me llevaré a los chicos lejos de él para dárselos a alguien más

-pero solo quieres verlos libres-kora

-cuando uno está desesperado piensa cosas irrazonables… no hay problema, ahora dependo de usted – sonreía I-pin ya más calmada aunque tuvo que respirar profundamente muchas veces

-confía en mi-kora

 

Y así I-pin empezaba un nuevo plan, sería más difícil ya que no podría comunicarse en persona con sus aliados, pero ya tenía algunos que la apoyaban. Seguiría planeando todo como hasta ahora, lo único malo era que los Tonakai estarían más alerta, las vigilancias más duras y las posibilidades de éxito más bajas. Aun así la pelinegra sonreía porque todo debía marchar como se debe… debía tener la mente clara y despejada

 

 

 

Cariño…

 

 

Alaude caminaba por los pasillos de ese hospital, según sus guardias el camino estaba despejado y el paciente sin visitas. El rubio subía por las escaleras de emergencia con lentitud, solo lo vería un momento, en silencio… I-pin tenía razón, más le valía al menos acercarse y calmar su alma, pues el tiempo lejos de aquel jovencito le estaba haciendo daño. Respiró profundamente mientras se dirigía a esa habitación, vio a una enfermera salir y ella le confirmó que Giotto dormía. Tenía dudas, tenía culpas, tenia de todo y aun así seguía visitándolo… su hermana tenía razón, debería ser egoísta al menos una vez

Ingresó como otras veces, admiró al cuerpo recostado en esa cama de hospital, estaba respirando pausadamente, la luz de la mañana le llegaba apenas pues la cortina estaba ligeramente cerrada. Esos cabellos alborotados habían sido cortados, incluso un detalle tan pequeño como ese era notorio para Alaude, quien se quedó recargado en la puerta, en silencio, admirándolo. Según los reportes médicos, Giotto despertaba de vez en vez, hablaba un poco y volvía a quedar dormido sin tiempo exacto para despertar nuevamente

 

-Alaude-san – fue el susurro que el rubio escuchó impresionándose demasiado o culpando a su maldita suerte de estar allí cuando Giotto despertaba – Alaude… Alau… – el mencionado dudó un segundo en si debía responder, pero mayor era su propia estupidez y necesidad de hablarle

-lo siento – pronunció manteniendo su voz tranquila, sin mirarlo directamente

-¿por qué? – y allí Aalude levantó su mirada, observando esos ojos azules brillar debido a las lágrimas que Giotto derramaba – porque…

-lamento no encontrar a tu hermano – supuso que esas lágrimas fueron su culpa, así que se acercó con cautela extendiendo su pañuelo y limpiando el caminito que dejaba cada gotita transparente

-no has venido… a verme – como un niño soltó el reclamo, frunciendo el ceño y dejando sus lágrimas descender – tonto…

-cualquiera dudaría en decirme algo así – sonrió con sutileza y Giotto correspondió

-eres idiota – levantó su mano para tratar de tocar la mejilla de Alaude pero aun no tenía una movilidad completa, su recuperación sería larga después de todo – no es tu culpa

-me pediste que protegiera a tu familia y no lo hice – recordaba cuando veía a Giotto desangrarse en sus brazos, ese pedido y esa sonrisa antes de verlo caer en la inconciencia, que mal recuerdo era, atormentándolo cada noche

-no puedes hacer todo… no eres absoluto – sonrió cuando Alaude tomó su mano y la acarició con las suyas – protegiste a los demás y…

-pero dejé a tu hermano en problemas, es mi culpa que ahora este desaparecido… discúlpame

-yo… escuché muchas cosas mientras no podía moverme –

-debes saber todo – soltó la mano de Giotto, dejándola reposar en el vientre del paciente, acarició su mejilla y empezó a hablar, contándole lo que hizo con Tsuna, cuando lo marcó, el por qué lo hizo, cuando dejó que se fuera de Namimori y perdió control sobre el castaño, como dejaba a alguien cuidar a los miembros de los Sawada y al final contó como su hermano menor cuidó del castaño durante un tiempo, también relató lo que pasó entre Kyoya y Tsuna… y al final… de cómo estaba tratando de sacar al castaño de casa de los Tonakai – fue mi culpa al no mantenerlo protegido como se debe… lo lamento

-Tsuna… está en peligro – afirmó mientras dejaba sus lágrimas salir, no podía responder a eso, sin querer se enteraba de esa tragedia, sabía que sus padres no le contaban todo y solo le dijeron que su hermanito estaba desaparecido pero… – ¿está en esa mansión?… como… como un… – no quiso terminar la frase pues el dolor era tan fuerte que su garganta se cerraba

-debes odiarme y lo entiendo – iba a quitar esas lágrimas pero se detuvo, sabía que ahora ese joven doctor estaría más que dolido – lo lamento

-lo traerás conmigo, ¿verdad?

-haré hasta lo imposible

-gracias – fue lo que dijo mientras veía el dolor en aquel tipo estoico  y falto de emociones, al menos para la gente era así pues Giotto sabía que ese hombre era dulce cuando llegabas a tomarle confianza… dulce, amable y hasta cariñoso en ocasiones

-yo te amo – ni siquiera pensó mucho en lo que decía – pero sé que es un sentimiento que te traerá dolor… por eso me alejaré, traeré a Tsuna y después los dejaré en paz

-no… por favor… no – le aterraba esa posibilidad, no quería alejarse de Alaude, eso sería una herida que jamás sanaría… a pesar de todo, a pesar de la situación

-solo te causo dolor, lágrimas, melancolía

-Alaude…

-es mejor así – sonrió apenas la ver la desesperación en ese rubio con sonrisa de ángel. Secó esas lágrimas con su pulgar y… – ¿puedo besarte?

-si

-te amo Giotto… gracias por despertar – susurró antes de agacharse hasta posar sus labios sobre los de aquel ser, se quedó así unos instantes, unos segundos, se separó ligeramente y besó la frente de Giotto – mi dulce médico – bromeó

-Alaude… – pero no terminó de hablar porque sus labios fueron aprisionados nuevamente, con dulzura, movimientos suaves, lo que soñó y lo que también sería lo último que tendría por parte de Alaude

-lo siento – susurró cerca de aquellos labios y a paso apresurado salió de allí, era demasiado para él… los sentimiento no eran lo suyo y los dejaría así… como debe ser, en silencio, en una caja en lo profundo de su alma

 

Giotto se quedó admirando la puerta con la esperanza de verlo nuevamente, pero sabía que Alaude era uno de esas personas que eran duras consigo mismas, más duro que con los demás. Un error significaba la desgracia para Alaude y Giotto solo suspiró, pues confiaba que Tsuna regresaría a su lado, que lo vería sonreír otra vez y sabía… también que perdería contacto con el jefe de los Inagakai…

 

 

 

Mirar de lejos es lo más difícil

 

 

 

Como lo dijo tiempo atrás, Daemon los llevó a su mansión para charlar algunos negocios y fortalecer lazos, el maldito cretino idiota se la tragó entera, Stella quería reírse en su cara pero mantenía su faceta firme. Una empresaria seria, analítica, sonriente y astuta. Compartían una amena conversación plagada de bebidas y bocadillos servidos por las mujeres de la casa y la curiosidad le picaba pues Lambo no aparecía, pero aun así se mantuvo callada

 

-señor acaban de llegar – informó una de las sirvientas – G-sama vendrá aquí pronto

-¿su hermano salió a pasear? Que buena vida – sonreía Stella, observando como ingresaba el pelirrojo y se despedía de cierto castaño que reverenciaba y seguía con su camino… pero no vio a Lambo

-bueno, creo que esta inversión no nos rendirá las ganancias que necesitamos – Kusakabe seguía con su papel, un hombre jamás sería curioso, se centraría en sus asuntos

-pues creo que si le damos el suficiente impulso sería efectivo – seguía Daemon mientras Stella saludaba al recién llegado y lo ponía en corriente

 

Todo normal, todo bastante creíble, simplemente perfecto y llegó el momento del ataque, justo cuando llegaba la hora de disfrutar una comida. Stella paseaba con calma por los pasillos dirigiéndose al comedor, halagaba el buen gusto, disfrutaba de ver cada jardín, memorizaba cada detalle y habitación, disimuladamente observaba a los sirvientes y las funciones que desempeñaban. Tenía memoria fotográfica para esos asuntos y como extra, después de disfrutar la amena charla y deliciosa comida…

 

-¿podría ver los demás jardines? Si son como este, serán hermosos – sonreía al admirar el pequeño estanque con peces que tenía el Tonakai – quiero copiar sus ideas

-será un placer, ¿desea acompañarnos Kusakabe-san?

-pues me encanta la combinación que tiene entre lo moderno y lo tradicional, así que también tengo curiosidad

-genial – y sin esperar Stella ya estaba un paso delante de los dos hombres

 

Y así Stella se paseó por allí fingiendo que ponía atención a los jardines y en cuanto Kusakabe lograba desviar la atención momentánea de G y Daemon, ella se daba el lujo de recorrer cada rincón y hacer un mapa mental de todo. Hasta que al fondo vio algo que la inquietó, en el pasillo Lambo corrió por allí, con curiosidad siguió sus pasos hacia ese lugar y escuchó el alboroto

 

-¡G-sama, Tsunayoshi-san se desmayó! – una de las sirvientas salió desesperada

-¿qué le sucede a ese chico? – se asustó Stella viendo la desesperación en la empleada – puedo ayudarles… seguí un curso de primeros auxilios

-por favor, Stella-san – obviamente Stella tenía algunos cursos de esos, sabía lo esencial y lo usó a su favor – guíala hasta la habitación – ordenó G a su sirvienta – llamaré a la doctora para que venga de inmediato

-cálmate G – hablaba con paciencia Daemon pero ignorado como estuvo, terminó siguiendo a su hermano. Y con él, un Kusakabe que se mordía el interior de la mejilla para no correr a ver qué pasó con el castaño

 

Fue un caos, Stella atendía a Tsuna, ordenaba algunas cosas para hacerlo despertar, lo básico, lo recostó, verificó el pulso… y acarició la curvatura que el castaño tenía. En su mente maldijo al imbécil de G que engendró un pequeño ser en esa asquerosa situación. Tsuna se merecía una vida tranquila, una vida feliz con una familia estable, no lo que ahora tenía, no ese sufrimiento mezclado con un dulce regalo. No se merecía estar en aquella mansión encerrado como una mascota y obligado a atender a un hombre que seguramente le causaba asco cada vez que lo veía, quiso llorar pero se aguantó

Kusakabe estuvo ayudando en lo que pudo, trasladando a Tsuna en sus brazos hasta el cuarto que seguramente usaba como habitación, en donde también vio a Lambo y a una chica castaña que tenía un vientre hinchado. Imaginó un montón de cosas y verificó algunas, pues Tsuna parecía llorar entre sueños, apretando sus puños como si sufriera… tuvo una dolorosa necesidad de abrazarlo pero no lo hizo y se apartó para que G se acercara, vio el estoico estado de Daemon y quiso gritarle que al menos se dignara a fingir preocupación o que al menos dejara de amenazar a Lambo en susurros, dándole órdenes mudas de irse y llevarse a Haru. Toda su angustia acabó cuando la doctora llegó y los sacó a todos

 

-espero que perdonen este inconveniente – se disculpaba Daemon al despedirlos

-ha sido un susto, pero espero que el muchacho esté bien – Stella era mujer, sus emociones se reflejaban sin que nadie sospechara – se veía tan frágil

-Bianchi Osuma es la mejor en su profesión, ella se hará cargo – explicaba con calma sonriendo disimuladamente como todo un buen anfitrión

-debe cuidarlo, tiene a los siguientes líderes – habló Kusakabe con seriedad y calma

-no se preocupen… todo está bajo control

 

Y ambos infiltrados se aguantaron las ganas de entrar de nuevo y llevarse a los chicos, en vez de eso sonrieron, se despidieron y entraron a sus autos respectivos, sin decir nada y sin mostrar nada. Al menos ya tenían lo que necesitaban, un mapa mental de esa mansión, al menos de la mayor parte  

 

 

 

Días, semanas, meses más… días, semanas, meses menos

 

 

 

 

Lambo estaba recostado observando el amanecer, miraba a su lado a Tsuna y a Haru, había pasado ya mucho tiempo desde que llegó a esa mansión, recordaba cada día, cada marca, cada noche angustiosa. Suspiró profundamente pues en esos días que su mente jugaba sucio, se despertaba con ganas de recordar el pasado, de rememorar lo vivido. Primero en su mente vio a I-pin jovencita, cuando eran niños se conocieron en una inesperada tarde. Poco a poco recordó todo lo que pasaron juntos, lo que rieron y lloraron juntos, recordó como la relación con su hermano mayor se iba destrozando con el pasar de los años, recordaba las sonrisas de su madre, las palabras de su padre, en esa época en donde vivía feliz.

Por mala suerte recordó a Reborn, cuando lo vio por primera vez en clases, cuando tuvo que pedirle tutorías, el día en que se dio cuenta de que le gustaba su profesor, los días en que podía quedarse estudiando con él y percibir el aroma a café que desprendía… ese aroma que aún conservaba intacto en su memoria. Se reía bajito pues estaba poniéndose sentimental y teniendo pensamientos sin sentido, pues por culpa de ese idiota de hermosas patillas ahora estaba en ese calvario. Si tan solo Reborn le hubiese dicho que tenía enemigos, que era de una familia mafiosa en Italia y que su tatuaje en el brazo era el símbolo de la familia Stracci, todo hubiese sido más fácil. Lambo tocaba su brazo aun en la oscuridad, pensando en lo que pudo haber pasado si es que Reborn se hubiese dignado a contarle su origen y pasado, tal vez se hubiese rendido y pediría protección a ese idiota, tal vez si Reborn le hubiese pedido que se fuera con él… lo habría hecho sin dudarlo pues lo amaba a pesar del dolor del abandono, a pesar de que ese patilludo era un idiota, despiadado, orgulloso, sádico y demás… lo hubiese seguido pues en esos días ya sabía que sus padres no eran sus padres, que Lampo era un hijo de puta a servicio de los Vindice y que planeaba ser vendido a algún buen postor… si tan solo Reborn hubiese abierto la puta boca esto no hubiese pasado y él mismo le hubiese contado los miedos que tenía, le hubiese dicho que compró una propiedad para empezar a huir con su familia… pero nada fue así.

Lambo recordaba con claridad el cuerpo ajeno, el agua resbalando por ese cabello, por cada trozo de piel. Podía rememorar las veces en que fue acorralado en la bañera y aquellas expertas manos lo tocaron, las veces en que dejaba que Reborn le enseñara las partes más sensibles de su cuerpo y le respondía con gemidos avergonzados… ¡maldito idiota pervertido! recordaba los jueguitos en donde terminaba atado a una cama, con venda en los ojos y sufriendo de espasmos debido a la explosión de placer que lo embargaba con cada mordida en su piel y la tortura en sus pezones. Era increíble que su piel se erizara solo por esos recuerdos, si cerraba sus ojos veía esos pozos negros que lo observaban con deseo, percibía el perfume mezclado con el aroma de café, podía recordar el tono de voz de ese idiota y volvía a estremecerse sin siquiera ser consciente de ello… amó a Reborn, lo amó tanto que dolía. Lambo estuvo dispuesto a ceder a todo lo que le pidiera y terminó así, siendo usado como objeto de venganza… que perra suerte tenía y aun así aun recordaba con cariño la cita en aquel encantador sitio, lleno de lagunas, de verdes colinas. De la sonrisa sutil del azabache de patillas, de cómo sus dedos jugaron con esas rizadas extensiones que caracterizaban al que fue el amor de su juventud, que imbécil era por recordar esos detalles y aun así, le sacaban una sonrisa

Pero eso quedaba en el pasado, ahora su alma estaba destrozada, no confiaba en nadie más que en contadas personas. Lambo cambió sus sonrisas por una cara estoica, fingía estar experimentando placer en la cama de Daemon, fingía sonrisas cuando alguien ajeno visitaba el lugar, sentía odio por cualquier hombre que lo mirara con doble intención, sentía pánico si un hombre lo tocaba… que desgracia y le importaba poco que alguien que decía amarlo lo estuviera buscando para sacarlo de esa cárcel. Estaba seguro que no soportaría la cercanía de Reborn, que le tendría asco y resentimiento, que su mente lo obligaría a odiarlo y estaba dispuesto a ceder ante aquello… debía odiarlo, debía odiar a todos, debía seguir el mismo camino que Tsuna, quien terminó por desprenderse del amor que decía sentir por Kyoya, o al menos así parecía.

La barriguita de Tsuna estaba grande, la barriga de Haru estaba más agrande todavía, ese par se volvía fuerte y él no se quedaba atrás. Lambo era la mente siniestra en todo esto, él pensaba, él actuaba, él velaba en secreto por esos dos que con esos vientres hinchados eran vulnerables. Él tenía aliados fuera de esas murallas, él hablaba con ellos y tenía un plan, un plan que se retrasó la anterior vez pero que ahora… estaba a punto de comenzar y en esta ocasión nada podría truncar su escape, en esta ocasión sonreiría debido a la victoria y la libertad que anhelaba… anhelaba la lejanía… lejanía de aquella asquerosa mansión

 

 

El ojiverde se levantó con cuidado para no despertar a sus compañeros, últimamente Daemon se había calmado bastante, G de igual forma lo seguía… ¿por qué? Era simple, la doctora venía a revisión, así que los dejaban en paz para que esa pelirosa no encontrara muestras de estrés en ellos. Era increíble lo que esa especialista logró hacer, calmó a las fieras y disminuyó los maltratos, el cuerpo de Tsuna y Lambo incluso de la propia Haru estaba al cien por ciento, fuertes, ágiles, despiertos y eso era muy bueno. Poco le importaba que después de la revisión Daemon lo obligara a estar con él tres días seguidos… pobre mierda de hombre creyéndose el dueño del mundo. G se parecía mucho a Daemon, más bien era influenciado por el mayor, era como un pequeño animal que imitaba a su madre para poder aprender a sobrevivir. Lambo se reía de esa relación extraña entre hermanos, seguramente era porque se criaron sin su madre, al menos eso decía Asari, a quien en ese momento saludaba con una sonrisa pues en las mañanas era el encargado de revisar su cuarto, ¿por qué? Porque hace unas semanas alguien había intentado ingresar dentro de sus murallas, solo fue un rumor y los tres tesoros ni sabían de eso, pero fue lo suficiente para que G y Daemon se pusieran alertas…. Tenían miedo a perderlos, estaba claro, las dos joyas de la casa, uno de ellos tenía al heredero de la siguiente generación… así que Asari y Takeshi eran los designados a revisar cada centímetro del cuarto y otro sujeto más los ayudaba. Lambo aprovechaba para despertar a los bellos durmientes, platicaba un poco con el joven de negros cabellos y mirada marrón, terminaba de llevarse a Haru y Tsuna a la otra sala para tomar su medicina y desayunar. Con calma transcurría su día y esperaban la visita de esa doctora que podía ser el demonio cuando se trataba de defender a sus pacientes, era linda… era amable y eran…

 

 

-bien, empezaré con su revisión – Bianchi conversaba con esas tres personas, en un cuarto privado, donde los implementos para pesarlos, medir presión y demás se hallaban a disposición exclusiva. Podían pasarse un par de horas sin ser molestados, el mismo tiempo en que todos revisaban la casa y las habitaciones. A veces Daemon exageraba, incluso alguien revisaba los medicamentos de los donceles el fin de semana para prevenir una estafa

-la consciencia pesa – se reía Haru al ver como todos se movilizaban revisando cada rincón en especial el cuarto de los tres

-son exagerados – bufaba Tsuna ignorando todo el alboroto, cada uno colaboraba con lo que decía Bianchi, disfrutaban de esas horas en compañía de alguien diferente para variar. A lo lejos, Asari daba el reporte de que no encontraron nada extraño y daba la reverencia de siempre para que G y Daemon se calmaran

-no encontraron nada, la seguridad es perfecta – sonreía un jovencito de cabellera platinaba que ingresaba a la habitación, sus ojos verdes eran vivaces pero mantenía una expresión serena aunque su fruncido ceño mostraba lo salvaje de su personalidad – de aquí nadie sale o entra sin autorización – Daemon dejaba a ese muchacho junto a los tres tesoros para que observara la revisión y allí estaba ahora, sentado, apoyándose en una de las paredes y fumando un cigarrillo a pesar de sus quince años. Lambo se reía al verlo pelear con Yamamoto de vez en cuando, tenían la misma edad, criados juntos desde pequeños. Ese par se llevaban como perro y gato… mejor dicho como un gato huraño, ese era Hayato, y un amable cachorro juguetón, ese era Takeshi

-no deberías fumar, Gokudera-kun – regañaba la doctora – te dañarás los pulmones demasiado pronto, no llegarás a tener una vejez tranquila

-usted no en da órdenes doc… concéntrese en su trabajo y déjeme en paz

-qué carácter – criticaba Lambo divertido al verlo actuar así, pero si llegabas a tratarlo más afondo podías ver que era una persona inteligente y amable… al menos con Tsuna lo era

-me importa poco lo que usted piense, Lambo-san – fruncía el ceño y seguía con lo suyo

-no seas malo con Lambo, Gokudera-kun – y Tsuna lo manejaba como a un cachorrito, pues le agarró cariño y por ciertos sucesos el peliplata también terminó encariñándose con el castaño

-lo siento Tsunayoshi-san – le daba una sonrisa pequeña a Tsuna y volvía a su puesto, el jovencito solo miraba en silencio, así era siempre, Tsuna regañaba al peliplata y este en seguida rectificaba su comportamiento. Lambo suponía que el chico se veía atraído por la forma maternal que Tsuna tenía al tratar a los más jóvenes

-bueno entonces te traigo el medicamento – sonreía la doctora mientras se acercaba a Lambo, depositando las pastillas mostrando la cajita y anotando las indicaciones de todos a la vez. Cada cosa solo era para mantenerlos en vigor, pues su salud era perfecta en ese momento y… – este también – un frasquito de color café pero que permitía ver el líquido dentro del mismo, con etiqueta en color blanco y letras negras, típico de un farmacéutico – este primero y diez… o hasta doce horas después, debes tomar este – Bianchi le extendía otro pero con etiquetado en color celeste visiblemente diferente – no lo olvides

-claro – Lambo guardaba todo ante la atenta mirada de Hayato que a pesar de todo… era fiel a los Tonakai, porque era su familia, la única que conocía. Pero hubo dos frasquitos que el ojiverde con sutileza guardó en una de las mangas del yukata que llevaba – ¿quieres revisarlo, Hayato?

-no es necesario, vi todos – mencionó con desgano – ahora doctora, mis jefes quieren hablar con usted… creo que quieren planear lo del parto de Haru y a futuro el de Tsuna

-encantada – sonreía Bianchi dejando a todos allí. Los tres recogieron todo y se encaminaron al cuarto, ese era su rutina… cambiada ligeramente por algunos hechos como el de este día

 

 

Reían de vez en cuando, se quejaban muchas veces, se burlaban de los demás, pedían algo de comer a las sirvientas. Se daban tiempo para poner sus manos en el abultado vientre de Haru que con siete meses y un poquito más, estaba cada vez más cansada. O también intentaban adivinar que genero tenía el bebito de Tsuna que con sus cinco meses se movía bastante en las tardes, ese día Lambo sonreía un poco más acariciando con disimulo el par de frasquitos entre su ropa, de los cuales solo él sabía de su existencia, pues no quería revelar nada hasta que llegara el momento adecuado.

Fue en la tarde en donde pudo sacar aquellos frasquitos de su escondite y guardarlos debajo de uno de los tablones que descubrió estaban flojos, uno justo en la entrada del cuarto de baño que usaban solo ellos… y solo era por unas horas ya que esa noche pasaría con Daemon, después regresaría a ducharse, los recogería e iría a dormir con un Tsuna caprichoso que exigió que Lambo descansara a su lado en esa habitación, cosa que G permitió pues ahora Tsuna parecía más dócil, más amoroso y sus sonrisas conquistaban el corazón de ese pelirrojo. Lambo se jactaba del buen maestro de actuación que había en esa mansión… era su triunfo personal

 

 

¿Rescate o escape?…

 

 

3 de octubre, el tiempo pasaba muy rápido para quienes desesperados sonreían al ver que todo su duro trabajo se iba a completar ese día. En la mañana Alaude informaba a I-pin que debía ir a una reunión a no sé dónde para que verificara los negocios actuales, la pelinegra accedió con una sonrisa pues también se llevaría a sus dos hijos para ir de paseo porque se los prometió. Así la mansión quedó  bajo vigilancia de los dos hermanos Hibari y empezaba la operación. Reborn llegaba poco después con una sonrisa y un andar tranquilo pues liderarían la emboscada desde el frente. Todo fue planeado con detalle, incluso tomando en cuenta las ciento de posibilidades adversas a ese suceso, ningún detalle se les escapó y la fecha era ideal, pues según sus informantes todos los Tonakai estarían allí, incluso el par de líderes. I-pin fue quien lanzó una fecha cercana al azar, cambiaron algunos detalles y si… fue la fecha indicada y con algunos cambios se la aceptó, aunque claro a I-pin no se le informó que ese día sería el rescate. ¿Por qué? Simplemente porque Alaude tenía cierta sospecha de su hermana desde que sucedió el último altercado entre hermanos, no creía que la pelinegra tuviese malas intenciones con Lambo y Tsuna, pero más valía prevenir solo por si acaso

En silencio organizaron ese día, solo los tres hombres que ahora se saludaban sabían que ese día seria la emboscada directa, un exterminio, una redada, como desearan llamarlo, pues su furia caería sobre los Tonakai de la forma más dura que existiera. Debían esperar unas horas pues el momento de ataque perfecto sería a medio día en donde todos almorzaban. Kusakabe, Koyo, Irie, Stella, Colonello, Basil y otros eran los líderes de los escuadrones encargados de capturar a los Tonakai repartidos en los diferentes puntos de Japón. Ese día el mundo aprendería que cuando le jodes la vida a un Stracci o a un Inagakai era una condena de muerte, nadie quedaría en pie pues la plaga se extermina desde sus cimientos, sin dejarle oportunidad de levantarse y resurgir, sin dejar ninguna brecha para que tomaran venganza… sin compasión, sin culpa, solo venganza

Recibían informes a cada hora, uno a uno, los negocios de los Tonakai eran estropeados, los hombres desaparecidos en silencio, atacados en supuestos robos, desgracias como incendios, la sociedad vivía de actos violentos de vez en cuando y a los tres hombres de allí poco le importaba lo que pensaran los civiles. Solo esperaban a que llegara la hora indicada para montar en sus vehículos y salir en camino. Alaude era el que se quedaría en casa, administrando como jefe de operaciones, era cauto y a pesar que su sangre hervía al pensar en una pelea, ya se desquitaría con los capturados. No había problema alguno que solo por ese día se quedara tranquilo en casa, mirando los monitores, rastreando al enemigo, observando todo por las cámaras de los vehículos que estaban bajo su mando… eso parecía una guerra y así debía ser

 

-señor, todo está en marcha, puede venir – eso alegró el día de Kyoya quien se levantó para irse primero
-Reborn mueve tu trasero porque nos vamos a divertir-kora – fue la llamada que le informaba al azabache de patillas que también tomara su auto y fuera a el lugar de batalla

 

 

 

Mansión…

 

 

 

Sin saber nada en esa mañana, Lambo, Tsuna y Haru atendían a sus obligaciones, eran pocas pero las tenían, cuidar de los señores de la casa era la principal, así que sonrientes y serviciales acompañaban a los líderes que ese día decidieron descansar, disfrutan en familia como hace la gente normal. Tsuna se quedó en el regazo de G quien acariciaba su vientre como lo más maravilloso del mundo. Haru solo estaba sentada en medio de todos, sirviendo el té o el sake para los invitados cercanos a donde ella estaba sentada, la castaña acariciaba su vientre y con ello mostraba que los Tonakai pronto tendrían tres niños a los cuales heredar ese imperio y Lambo, el ojiverde, era el que iba de aquí para allá con las botellas y teteras, sonriendo a todos, comportándose como un buen chico servicial… aunque por su mente solo pasaban pensamientos nada agradables sobre todos y cada uno de los asistentes

Llegaron las visitas de esa mañana, pues el motivo de todo ese atareado festejo era solo un buen negocio que se concretaba. Bermuda estaba allí, Jager y Lampo también, festejaban el dinero del ultimo negocio, con alcohol y risas, música y bailarinas… típica fiesta

 

 

-que buen trabajo haces, hermanito

-ojalá te pudras en el infierno – bufaba Lambo quien le cedía su taza de té y después seguía con los demás – pero el peliverde era insistente y con una sola mirada a Daemon, recibió la autorización para seguir al pequeño Bovino y molestarlo un poco

-oye, soy tu hermano mayor y la única conexión con el exterior, deberías tratarme mejor

-me importa una mierda – dijo pues ya salió de ese salón e iba a la cocina por mas bebida y bocadillos

-¿y si te doy algo de información? ¿Me darías esa botella de allá? – apuntaba a una de las especiales bebidas para ese festejo, pero solo Daemon la pedía pues era demasiado fuerte para algunos

-un castigo por complacerte no vale la pena – frunció su ceño y trató de ignorarlo, pero era difícil si se atravesaba cada rato en su camino

-¿y si es un mensaje de I-pin? – susurró en el oídio del pequeño

-toma y escupe – lo llevó  a una esquina apartada, dándole la botella y amenazándolo para que hablara con disimulo

-pues… abre bien la oreja porque será lo único que diré… – así se acercó hasta Lambo y susurró

 

Un susurro que sorprendió al jovencito de ojos verdes para después hacerlo sonreír. Allí no quedó aquello y el menor le susurró algunas cosas más a su hermano mayor dándose con ello una conversación rápida y silenciosa. Poco después terminó su plática, Lampo cerró la boca antes de ir con su líder y participar del festejo, pero mantuvo una sonrisa falsa y una mirada preocupada. Lambo solo siguió con su día pero su mirada tenía un poquito más de brillo que en otras ocasiones, cosa que solo algunos podían notar. Su secreto de ese día… se quedaría así… como un secreto

 

 

 

Afuera…

 

 

 

-el auto de Bermuda acaba de salir – informaba uno de los subordinados de Kyoya y uno de Reborn. Fue automático, fue un imprevisto que les facilitó resolver otro inconveniente con los autos decisivos para esa masacre, el que transportaba el armamento extra

-sigue con lo de los civiles – ordenaba Kyoya, pues ordenaron hacer un simulacro en esa zona, para que los vecinos no salieran heridos. Un simulacro de terremoto y así las calles y casas se vaciaron, nadie sospecharía nada… nadie sabría nada, sin testigos, sin errores

 

 

Una hora después de que los Vindice abandonaran esa mansión ya era tarde, muy tarde, casi las dos y alguien del interior, uno de sus agentes infiltrados, informaba que también empezaron con el almuerzo bastante tarde y que tenían media hora para que todos terminaran, así que era el momento de actuar… mientras los unos sacian su hambre, los demás sacian su sed de venganza. Uno a unos los autos se posicionaron  alrededor de la zona del simulacro, otros ya ingresaban para el ataque, todo en silencio y discreción. Uno a uno terminaban con los vigilantes de los Tonakai en los alrededores, cada uno tomaba su puesto en todas las entradas que sabían estaban allí, pues Stella les facilitó los planos que de alguna forma consiguió. La calma, el viento silbaba, dos azabaches tomaban posiciones en las dos entradas principales, dos frentes que atacar en esa mansión, los subordinados callaban y…

 

 

-¡ES UN ATAQUE! – ese grito les tomó por sorpresa y los que afuera de la mansión esperaban la orden para empezar, miraban al sujeto que tomaba aire para gritar de nuevo – ¡ALERTA A TODOS!… ¡ES UN ATAQUE!... ¡NOS ATACAN! – un enemigo estaba subido en la pared que rodeaba a la mansión, gritaba como loco y un solo disparo lo hizo callar a la vez que su cuerpo caía sin vida al interior de esos jardines

-ahora – fue la simple orden de Reborn, quien todavía tenía el brazo extendido, el mismo que sostenía el arma homicida. El azabache de patillas sonreía con malicia al ver que su equipo sin esperar más treparon el muro, disparaban a todo el que se encontrara allí y poco después hicieron estallar la gran cerradura de la puerta por donde los vehículos ingresaban, la misma que cayó estrepitosamente permitiendo así... tener acceso al interior de la mansión sin restricción alguna – segundo Hibari – se burlaba por el radio que usaba para la comunicación – ya saben del ataque así que nada es con sigilo, solo entra y desata tu furia

-no me lo tienes que decir... ya me di cuenta – gruñó Kyoya dejando de lado la comunicación para dar un paso al frente y observar como sus subordinados ya abrían la puerta principal. Usó sus tonfas para golpear a uno de los tipos en la entrada, lo agarró de la corbata y… – dime donde esta Tsuna o te morderé hasta la muerte

-púdrete, hijo de puta – decía riéndose pero no duró mucho cuando el otro empezaba a desquitar sus frustraciones con ese cuerpo débil y altanero

-entonces lo haremos de la forma difícil

 

 

Alaude observaba todo desde su hogar, sonriendo al ver como se salía de control y solo reinaba la violencia, veía los cuerpos caer y sabía que era inevitable, ellos mismo se lo buscaron. Bebía un poco de vino mientras observaba a todos sus subordinados sentados frente a los monitores para fijarse en detalles y reportar lo sucedido, organizar a los demás autos, registrar qué zonas ya eran dominio de los Inagakai. Muchas vocecitas pero Alaude no se molestaba, solo seguía viendo la cámara que demostraba que su hermanito amaba destrozar algunos huesos y narices con las tonfas que él mismo le dio como regalo de cumpleaños cuando Kyoya cumplió los diez años… fue una buena inversión

 

 

Dentro…

 

 

 

-señor es un ataque, las puerta principal y la entrada para los vehículos… están abajo – llegaba uno de los subordinados jadeando y sangrando la ceja pues le rozó una bala, se escuchaba a lo lejos los gritos, disparos y demás…

-¡listos todos! ¡Ya saben que hacer! – gruñó Daemon pues no se esperó algo así ese día – ¿quiénes son?

-los Inagakai – dijo el subordinado

-Yamamoto y Gokudera, ustedes se encargan de Tsuna, Haru y Lambo – ordenó G quien sin pensarlo dos veces velaba por los tres tesoros sobre todas las cosas – ¡CORRAN AHORA! – ordenó y en seguida el par de jovencitos ayudaban a pararse a Tsuna y Haru para después a paso apresurado guiarlos a la habitación que estaba en el centro de la mansión y que tenía el acceso para la salida de emergencia

-esto no me gusta – se quejó Asari quien con los demás miembros que aún estaban en el comedor se apresuraban a salir – me haré cargo señor, no pasarán de la primera etapa

-te lo encargo Asari… protege todo, incluso con tu vida – gruñó Daemon quien ya se dirigía a su propio cuarto para sacar sus armas favoritas y permanecer coordinando las defensas

-sí, Daemon-sama – dio una reverencia antes de salir directo al frente de batalla con su demás compañeros

 

Tsuna, Lambo y Haru se asustaron al escuchar varios disparos en  la entrada, la mansión era enorme, pero de todas formas sentían que las balas estaban a pocos pasos de ellos, era el miedo guiándolos. Yamamoto sacó su siempre fiel katana, con la cual se defendía mucho mejor que con las armas. Gokudera preparaba unas barras de dinamita que escondía en su ropa manteniéndolas en el bolsillo más cercano para una rápida acción, y como segunda opción cargaba con un arma cedida por el propio G cuando cumplió quince, pues era su maestro. Apresuraron sus pasos al ver a la gente ir a la batalla, jadearon al llegar y allí en su cuarto no sabían que hacer, ¿o sí?

 

 

-bien chicos, esto es así – Lambo se paró para verlos a todos – o nos preparamos para defendernos nosotros mismos… o terminaremos siendo presa de los enemigos y posiblemente usados para chantaje de G y Daemon – los jovencitos lo miraban impresionados pero el ojiverde  solo sonrió

-bien, supongo que es hora – sonreía Tsuna mientras se acercaba a Gokudera – escúchame Hayato

-¿qué sucede Tsunayoshi-san?… debemos salir rápido por la puerta de emergencia, al refugio y esperar que Daemon-sama nos busque – reaccionó después de sacudir un poco su cabeza, ver a Lambo como un líder lo impresionó un poquito

-escúchame – pidió con la voz amable, tomando el rostro del menor y mirándolo con dulzura – no tienes que vivir en este mundo tan bajo, saldremos de aquí

-¿qué es lo dice? – se quedó quieto al ver que el castaño hablaba en serio

-el que ataca es… es alguien que viene por nosotros – Tsuna apuntó a Lambo y a él mismo – pero si tú vienes con nosotros… yo te protegeré

-Takeshi, ¿sabes si hay armas cerca? – preguntaba Lambo y Takeshi pensaba mientras miraba por los pasillos a la gente correr

-si… creo que…

-¡pero somos parte de los Tonakai! – se quejó Gokudera aferrándose a la yukata del castaño – debemos ser fieles y…

-¿fieles a quienes toman a la gente y las obligan a pertenecer a su familia?… mírame Hayato… me quitaron todo en esta vida y me obligaron a quedarme aquí en contra de mi voluntad – se quejó Tsuna frunciendo su ceño, y apretando los hombros del joven peliplata

-pero son mi familia – respondió con duda, sin saber qué hacer

-ahora yo seré tu familia – sonrió besando la frente del menor – por favor… no mereces estar aquí

-vámonos, Gokudera – sonreía Yamamoto – yo sí quiero irme… pues soy fiel a quien salvó mi vida – Takeshi miró a Lambo con una sonrisa – no me quedaré a esperar que los jefes busquen una excusa para matarme

-¡cállate! nadie pidió tu opinión friki de la espada – se quejó mientras pensaba con rapidez, ¿qué iba a hacer?

-Gokudera, quiero que me acompañes – insistió el castaño y al final solo recibió un asentimiento del jovencito. La mirada suplicante de Tsuna bastó como para convencerlo o tal vez fue algo que el chiquillo vio o escuchó hace tiempo

-pues necesitarán estas – sonreía un hombre encapuchado desde la puerta mientras extendía sus manos con dos armas en cada una – son ligeras y fáciles de usar

-¿quién eres y qué quieres? – Yamamoto y Hayato se pusieron en modo defensa ante las tres personas que tenían que proteger

-hahi… ¡ese es tu padre! – decía la castaña quien al tener miedo se le cortaba la lengua, pero al ver a ese hombre soltó esa información sin pensarlo

-¿papá? – Lambo se puso serio al ver como el anciano se quitaba la capucha y mostraba su viejo rostro y… – ¿qué te pasó? – se horrorizó al ver esa fea cicatriz

-cosas de la vida – decía mientras giraba su rostro evitando mostrar la quemadura con la figura del símbolo de la familia inagakai… tampoco quería recordar a quien se la hizo – ¡ahora muévete Lambo! ¿Sabes cómo usarla?

-no confío en ti – frunció su ceño advirtiendo con la mirada para que los más jóvenes no bajaran la defensa

-mi vida depende de que los saque – miró a todos, mientras recordaba a cierto azabache de patillas que furioso parecía el mismo demonio – así que, ¡corre!

-vamos – dijo Tsuna calmando a los más jóvenes – mi intuición me dice que no miente – susurró pero estaba asustado, en pánico… quería irse antes de que algo saliera mal

-confía en mí, hijo mío – sonrió con dulzura pero ni así Lambo se ablandó con su padre. Tomó las armas y con ambas  le apuntó a su padre

-al frente, Ikuto – hizo que su padre le diera la espalda y mantuvo el arma firme, con el cañón apretando la espalda del anciano – donde te vea… no hagas nada raro y muévete

-eso me entristece – soltó sus palabras con dolor, ver a su hijo menor en esa situación era duro

-debo proteger a mi familia – gruñó el ojiverde mientras les indicaba a los demás que tomaran una de las armas restantes y lo siguieran – así que supongo que sabes la vía de escape, al frente anciano, ¡camina rápido!

-supongo que me lo merezco – sonreía Ikuto cuando empezó a caminar

-vamos chicos – Tsuna se guardó una de las armas, con temor ya que nunca usó una. Haru estaba pálida al tomar la suya y los otros dos jovencitos simplemente… se callaron y dejaron que Tsuna los tomara de las manos y los guiara al frente

 

 

Allá…

 

 

 

Hibari ya traspasó las barreras que pensó eran las más complejas, caminaba por el pasillo en busca de cierto castaño pero no lograba encontrarlo. La mansión era amplia, ya varios de sus hombres se repartieron por el lugar pero hasta ahora no recibía señales de que el castaño se mostrara. Caminaba a paso calmado mientras reconocía el lugar, mejor dicho, apreciaba puesto que jamás pensó estar allí. Ingresó a una sección vacía, cuando su instinto le gritó y sin pensarlo mucho, se apartó dos pasos hacia un lado. Un disparo se dio enseguida, impactando en donde había estado escasos segundos atrás, sonrió al ver al autor de aquel ataque… el cabello rojo y el tatuaje singular

 

-así que vienes a tu encontrar tu propia muerte – sonreía Kyoya al enderezarse y ver con diversión el ceño fruncido del otro

-Hibari Kyoya, patético Inagakai – sonreía G en burla mientras le apuntaba – ¿acaso no te quedó claro que Tsuna es mío?

-¡no te atrevas a nombrarlo con tu asquerosa boca!

-entonces hazme callar – gruñó mientras empezaba a disparar, mas Kyoya le lanzó un tatami directo al rostro – joder – lo esquivó apenas, pero perdió de vista al azabache y el golpe le avisó

-kamikorosu – gruñó al darle con su tonfa directo al rostro – Tsuna es mío

-jajaja – se reía cuando se levantó – lleva un hijo mío – sonrió con burla, eso no puedes cambiarlo – intentó disparar pero Hibari fue más rápido usando su tonfa para golpear la muñeca del pelirrojo y por ende despojarlo de toda arma

-una pelea para destrozarte con calma – sonrió el azabache mientras preparaba sus tonfas, sonriendo cuando el otro se levantó y apretó los puños

-veamos qué tan bueno eres – el pelirrojo se lanzó al ataque sin pensarlo, pero la tonfa cortó el impacto de su puño y la otra le dejaba sin aire, eso iba a ser difícil

-que débil – sonrió para empezar con su masacre, sin dejarlo respirar, sin darse oportunidad de descanso y…

-idiota – sacó su compañera favorita,  una navaja y la calvaba en la primera oportunidad que tuvo. El brazo del azabache empezaba a sangrar y era hora del contra ataque, pues no por nada su entrenamiento de vida se daba diariamente. G era hábil en el intercambio de puños, era hábil manejando a su compañera, era hábil en quitar vidas y… Hibari sonreía al sentir su ira florecer, darle fuerzas para enfrentar al maldito que le quitó a su pequeño conejo. 

-cobraré todo el daño que le hiciste a MI Tsuna – sonrió mientras empezaba con la verdadera masacre

 

 

 

 

Reborn también estaba dentro pero no tenía la misma suerte que Hibari, pues ni bien Daemon lo vio, mandó a todo su arsenal a detenerlo. El maldito cobarde usaba a sus subordinados como distracción mientras se adentraba entre los pasillos, pero claro, el mejor asesino era Reborn y lo demostró. Con agilidad daba disparos certeros, quitándose de encima a las molestias que le impedían perseguir al infeliz que lastimó a SU PROMETIDO

 

-cobarde – gruñó cuando salió de todo ese grupo que empezaba a enfrentar a su escuadrón – ¡maldito cobarde! ¡Ten los huevos para enfrentarme!

-que vocabulario más indecente nufufu – decía mientras salía de entre una de las habitaciones – pero te equivocas si crees que estaba huyendo

-rata asquerosa, ¡dame a Lambo de una maldita vez!

-mi juguete es personal – sonrió con malicia incrementando la furia del azabache de patillas – maldito Stracci

-maldito Tonakai, raza inmunda

-que rudo – susurró mientras esquivaba la primera bala y sacaba su arma también – así que supongo que quien apunte bien… será el ganador

-así veo – susurró mientras disparaba y enseguida usaba una puerta con escudo. Dos tres, cuatro disparos, municiones de sobra, escondites que Daemon conocía a la perfección le daban ventaja. Ambos disparaban a matar pero ninguno lograba acabar con su oponente –

-eres bueno – sonreía Daemon mientras cargaba su arma nuevamente y con rapidez se asomaba al pasillo y disparaba unas tres veces pero no había nadie. Fue tarde cuando vio al tipo de fedora patearlo en el rostro y hacerlo golpearse con la pared, soltando el arma en el proceso – que…

-instinto – sonrió mientras lo pateaba de nuevo y lo agarraba del cuello para levantarlo. Daba gracias a Stella que le facilitó los planos como para saber que esa habitación tenia doble ingreso y eso facilitó su movilidad y ataque sorpresa  – lo diré una vez más… ¡¿dónde está Lambo?!

-idiota – tenía otra arma guardada y disparó pero Reborn se quitó a tiempo – tu instinto es el de un animal – se reía pero un golpe en su espalda lo hizo tambalearse

-y tú no tienes nada – reía con malicia mientras golpeaba el rostro de ese maldito peliazul – y eso que aún no conoces mi verdadera ira –

-nufufu veamos entonces – sonreía Daemon mientras se limpiaba la sangre del labio

-como regalo te diré algo – sonrió Reborn con malicia – fui yo quien le quitó la virginidad a Lambo

-¿qué? – susurró pues según el recordaba, las cosas no fueron así… a menos que esos malditos…

-ese lindo cuerpo fue mío muchas veces, Lambo me pertenece y eso nunca lo cambiarás – por supuesto Daemon entró en furia al entender que lo engañaron en esa compra.

 

Se dio un intercambio de golpes y balas cuando alcanzaban las armas tiradas en el suelo, insultos, una pelea de asesinos a sangre fría y el que muriera primero sería el débil e iluso

 

 

 

Por allá…

 

 

 

-por aquí – guiaba Ikuto sin inmutarse cuando noqueó a algunas sirvientas que al verlo querían advertir al líder – ¡vamos!

-tu padre da miedo – se quejó Haru al ver a las muchachas tiradas en el suelo

-lo sé – frunció su ceño mientras seguía. Lambo no perdía de vista a su padre adoptivo, sabía que era un delincuente pero no pensó que fuera asesino… al menos no hasta ese momento, pues para el horror de los presentes, Ikuto acababa de quebrar el cuello de una de las sirvientas

-daba muchos problemas – se excusó el anciano mientras seguía

-Takeshi – esa voz hizo que todos voltearan excepto por Lambo que se mantenía apuntando a su padre, confiaría en los demás para que miraran por él – así que convenciste a Hayato – jadeaba Asari quien tenía una mancha de sangre en su hombro y una katana ensangrentada en la mano

-vamos, Ugetsu – se quejó Takeshi mientras tiraba de la mano de su primo para que siguieran el camino sin interrupciones

-Lambo-sama – todos se sorprendieron por el respeto que mostraba el recién llegado hacia un Lambo que ni se inmutó y solo asintió para que el otro siguiera – al frente hay dos… uno de ellos es el que usted llama Reborn… está a punto de llegar a esta sección, los demás lo retrasarán

-entonces ahorrémosle el trabajo – sonrió el jovencito bajando las armas y sonriendo – papá ve y avísale que…

-¡CUIDADO! – Gokudera se interpuso entre el disparo que iba directo al castaño – agh… maldición… mgh

-¡Hayato! – se alarmó Tsuna al verlo sangrar  el brazo del jovencito – ¡¿qué rayos?!

-¡AL CUARTO, AHORA! – gritó Lambo y empujó a Tsuna, Hayato y Haru hacia una habitación y cerraba la puerta de golpe. Sin pensarlo disparó al avistar quién lo atacaba… debía respirar y apuntar para desarmar al enemigo

-¡que rayos! – Ugetsu se ponía enfrente de Takeshi para resguardarlo y tomaba el arma que le lanzaba Lambo esquivando. Mientras tanto un nuevo disparo resonaba, el atacante se escondió en el pasillo de inmediato – ¿quién rayos eres? ¿Por qué atacas a los tesoros de la familia?

-porque ahora que todo está de cabeza… tomar el mando será fácil – esa voz Ugetsu la reconoció… era uno de los fieles seguidores de Daemon pero al parecer también era el más traidor de todos – así que lo siento por el tesoro… pero los herederos no nacerán

-malnacido – gruñó Ugetsu reconociendo a Naishi, pero sin pensarlo recibió un golpe en el rostro que lo hizo caer y con él, Takeshi también lo hizo

-así que el traidor eres tú – Lambo sonreía al entenderlo, esto era un motín… un peligroso y asqueroso motín – papá eres un hijo de… – pero el apretón en su cuello lo obligó a callarse y con fuerza su padre lo forzaba a caminar por el pasillo mientras que otro disparo hacia que Asari y Takeshi rodaran lejos de él, inevitablemente

-¡callado! – gruñó mientras apretaba el cuello de su hijo con fuerza hasta verlo ponerse rojo – suelta el arma – un disparo rozó la muñeca del Bovino haciendo que tirara el arma que apretaba con fuerza – es tuyo – Ikuto soltó a Lambo cuando el enemigo estuvo en frente y dejó al menor a su suerte. Ikuto siempre supo que Lambo jamás le dispararía… era demasiado amable para eso… Reborn se había sacado la lotería con su hijo menor

-el dinero lo valió – sonrió Naishi cuando apuntaba hacia Lambo, quien ya no podía hacer nada más que retroceder con miedo mientras tosía tratando de respirar normalmente – el primero… aquí cae – sonrió antes de apretar el gatillo. Tsuna gritó cuando abrió la puerta y vio lo que ocurría

-¡LAMBO! – pero ahí quedó su voz pues la bala pasó al cuerpo, la sangre brotó, el miedo surcó a los presentes y… Tsuna podía jurar ver todo en cámara lenta, mido, desesperación, ansiedad… todo se unió al ver a Lambo cerrar los ojos resignado a morir

 

-¡maldito, te mereces la muerte! – Asari gruñó mientras sostenía el cuerpo del anciano enfrente suyo como escudo – TRAIDOR – escuchó otros disparos pero el anciano era su escudo y por ende… el escudo de Lambo también, pues el pelinegro estaba detrás suyo, en shock al ver lo ocurrido

-joder – se quejaba el anciano que no vio a qué momento ese tal Asari se levantó y lo agarró como protección para evitar que las balas llegaran al cuerpo de Lambo – maldición… agh – tosió una vez derramando la sangre acumulada en su boca, jadeó cuando el dolor recorrió su cuerpo pues Asari lo había lanzado en contra del enemigo y… de su cuerpo brotaba el líquido que lo mantenía con vida

-que cruel… usar a tu padre – se burló Naishi preparando su arma nuevamente. Ese hombre no dijo nada más cuando una detonación paró la pelea – ¡que cruel! – susurró mientras posaba su mano en el pecho en donde la sangre brotaba… miró su mano, sintió la punzada, entendió que era él quien se desangraba. Soltó un par de carcajadas, vio al que lo había condenado a muerte y volvió a reír… jamás se lo imaginó. Observó su alrededor antes de caer de espaldas, sus ojos abiertos, su mirada vacía, su cuerpo sin alma… estaba muerto y a su lado, Ikuto dejaba de convulsionar para terminar quieto como una piedra… dos vidas arrebatadas como juicio por su traición

 

-¡Lambo-sama! – exclamó Asari cuando reaccionó y regresó a ver a la persona quien había disparado – ¡Lambo-sama! – repitió al ver como el mencionado temblaba mientras mantenía sujeta el arma con ambas manos, estaba asustado, estaba en shock

-¿qué hice? – susurró Lambo al ver los cuerpos tendidos a pocos  metros de dónde él estaba sentado… sus ojos se abrieron más mientras procesaba su accionar – yo… lo maté – susurró mientras lloraba de repente… su instinto movió su cuerpo tomando el arma cercana pero… – papá… papá – se lamentó al ver al difunto

-su padre era un traidor – dijo Ugetsu mientras lo levantaba y llamaba a Yamamoto que junto con Hayato sujetando de las manos de Tsuna y Haru los guiaban por el siguiente pasaje – no es momento para lamentaciones – dio un breve abrazo al jovencito y después solo tiró de Lambo para terminar de atravesar los pasillos faltantes – ¡debemos salir de aquí!

-manché… mis manos – susurró mientras regresaba a ver y reconocía el perfil de su padre y del otro hombre – lo maté… y papá… papá…

-murió salvando su vida – dijo Asari mientras arrastraba al jovencito, quien aún en ese asqueroso mundo seguía siendo amable – y si no… piense que yo lo maté y castígueme después de salir de aquí

 

Pero la mente de Lambo solo escuchaba el ruido de los disparos a lo lejos, retumbando como si quisieran recordarle que él mismo acababa de matar a alguien… “lo maté” era lo que se repetía mientras caminaba, sus lágrimas brotaban sin control y solo paró cuando una bofetada lo trajo a la realidad. Era Haru que también llorando le gritaba que no tuvo la culpa y solo trataba de sobrevivir… Lambo solo respiró profundo y tragándose el dolor momentáneo terminó encabezando al grupo buscando la mejor salida de ese asqueroso lugar… debía buscar a quien lo sacaría de allí

 

 

 

Por ahí…

 

 

 

Hibari estaba feliz por destrozar a ese infeliz y reconocía que G tenía resistencia, iba a seguir con su pelea hasta que uno de los Tonakai se interpuso gritando que los tesoros estaban siendo robados, justo antes de que un disparo acabara con la vida de ese entrometido. Hibari se distrajo solo un momento y G le había lanzado a uno de sus subordinados y salió corriendo desapareciendo entre los pasillos. Kyoya procesó todo con rapidez, “los tesoros” debían ser Lambo y Tsuna. Sin pensarlo dos veces y terminando con todo obstáculo salió corriendo persiguiendo a ese pelirrojo que seguramente pensaba en lo mismo que él… salvar a Tsuna, tenerlo para sí mismo, estrecharlo en sus brazos, recuperarlo en todo sentido

Pasaron horrendos minutos en que no sabía en dónde diablos estaba. Se desorientó y al querer correr a otro pasillo chocó con alguien, en seguida sostuvo sus tonfas listo para la pelea pero escuchó al otro cargar un arma. Sus movimientos se detuvieron al  reconocer a Reborn, se miraron en silencio un par de segundos…

 

-se llevaron a esos dos – habló Reborn antes de seguir con su carrera – ¡apúrate niño!

-eso te lo digo a ti – se quejó Kyoya quien apretaba su carrera y se adentraba por los pasillos

-señor… terminamos al frente – se escuchaba por el comunicador que Hibari tenía en el oído

-Reborn… acabamos con nuestro lado-kora

-cariño, tenemos a todos acorralados en la parte trasera, solo falta invadir el centro – Stella reía triunfal mientras veía las cámaras a una distancia segura de aquel atentado, podría ser de todo pero ella no servía para un combate físico, prefería los asesinatos silentes y sin riesgos – todo despejado, puedes ir sin apuro

-es hora – sonreía Reborn triunfante mientras tomaba a una de las sirvientas y le apuntaba – ¿dónde están Lambo y Tsuna?

-dos pasillos allá – respondía temerosa – por favor no me mate

-no perderé el tiempo – gruñó antes de soltar a la mujer y arrojarla a los jardines

-los demás se harán cargo – y la mujer chilló cuando un par de hombres la agarraban y la llevaban de los cabellos a Dios sabe dónde – herbívoros idiotas

 

 

Cada líder de escuadrón daba la afirmativa, un éxito total. No sabían cuánto tiempo pasaron luchando, poco les importaba pues solo tenían en mente que pronto tendrían a esas dos personas en sus brazos. Incluso Alaude desde la mansión festejaba los buenos resultados de todo aquello. A paso rápido Reborn y Kyoya abrieron los fusumas para averiguar en donde estaban, pero era su frustración al no hallar nada… hasta que alguien llamaba por celular a Kyoya

 

 

-Kyo-san… encontré la habitación, está en el centro, justo al lado del jardín que tiene rosas blancas y rojas plantadas – ambos azabaches regresaron por sus pasos pues ese lugar lo pasaron poco antes

-Reborn-san… esto no le va a gustar – habló Basil con seriedad pero le dio paso al par de hombres que ingresaban con temor… si, esos dos hombres duros y serios tenían miedo, miedo de encontrar a sus amores y a la vez… haber llegado tarde pero…

-¿qué es esto? – Kyoya veía el vacío cuarto, con rastros de destrozos mínimos, podría deberse a un apurado visitante que solo buscó algo específico y se lo llevó – ¿y Tsuna? – gruñó

-Lambo – Reborn levantó su voz pero se quedó callado al ver unos papelitos pegados en las paredes, se acercó y los leyó. Terminó enfurecido y al parecer a Kyoya tampoco le gustaron esas palabritas. Revisaron el cuarto y encontraron otros más – ¡maldición!

-¿qué más tienen? ¿Los encontraron? – gruñó Kyoya a sus subordinados quienes negaron con la cabeza hasta que…

-señor… había una salida externa, la usaron y hay huellas de llantas – jadeaba uno de los involucrados en esa redada

-señor – otro entraba y con respeto informaba – hay un cuerpo conocido… es Ikuto

-¡que paso aquí! – gruñó Reborn arrojando esa hojita arrugada debido a la presión que le hizo. Dejó escapar a ese idiota de Ikuto rastreándolo constantemente, hace un par de días le perdió el rastro y ahora estaba aquí… ¡y muerto!

-Reborn, encontramos evidencias pero solo videos, y una nota… no te va a gustar-kora

 

 

Enfurecidos, Kyoya y Reborn se reunieron con el rubio en esa habitación, había una caja fuerte abierta y vacía, en el piso CDs destrozados a pisotones y una nota más, con una letra que Reborn reconocía. Furioso pateó las cosas de lugar y Kyoya se desquitó con las paredes e incluso con la caja fuerte. Colonello apenas pudo recuperar uno de los cd intactos y puso las notas en orden, admirándolas y soltando una risita mientras apretaba sus puños por el enfado… al parecer llegaron tarde

 

Claramente se veían esas notas, y no eran nada agradables, solo decían:

 

 

 

 

 

Puto el que lo lea

 

Muérete idiota

 

Las doncellas custodiadas por el dragón se cansaron de esperar al príncipe azul y decidieron salvarse solas. Engañaron al carcelero y escaparon en un auto deportivo que le robaron a un narcotraficante

 

Llegaste tarde, imbécil

 

Nunca pedí que me rescataras

 

Ellos están enfadados y yo los odio a ustedes sin conocerlos

 

Si eres Daemon, métete la rabia por el culo… o mejor métete un palo

 

Si eres G, roncas, maldito cabrón. Ve al médico, idiota

 

Si es alguien más… ¿quién rayos eres?... ¿y por qué arruinas nuestro calmado plan de escape?

 

Querido Daemon, la puta a la que violabas todas las noches, descubrió la clave de su maldita caja fuerte y te dejó sin nada. Bastardo, espero que mueras pronto… con amor Lambo Bovino, recién libre, recién feliz
PD: Destruí todos tus malditos videítos y lo disfruté mucho

 

 

 

Reborn tenía un aura negra rodeándolo pues reconocía la letra de Lambo en algunas notas, Kyoya dijo que las otras eran de Tsuna y un par no sabían de quien se trataba. Pero el asunto esencial era que…

 

-se salvaron solos – reía Colonello mientras estrujaba una de las notitas – mataré al mocoso por hacerme este desplante-kora

-cuando te encuentre, Lambo… no caminarás un mes

-conejo resentido

 

Raro, extra-raro, gracioso por demás y Stella al enterarse cayó de espaldas al no aguantar las carcajadas. Pero cuando estuvo ya lista se fijó en las cámaras, no tenía un punto ciego alrededor de la mansión así que… ¿Cómo rayos escaparon sin ser vistos?

 

 

 

 

Lejos de allí… en la libertad

 

 

 

 

-¡qué bien se siente ser libre! – sonreía cierto ojiverde quien estiraba sus brazos al salir de ese auto y caminaba unos pasos

-la ruta de escape subterránea solo lo conocían los cercanos al jefe – decía un alto pelinegro quien cargaba todavía con una de las katanas que robó de esa mansión

-aunque arriesgado pero divertido jajaja – sonreía un pequeño azabache de ojos marrones

-están locos – se quejaba un malhumorado peliplata

-¡OTO-CHAN! – ese grito los sacó de su pequeña plática y vieron como Lambo al fin sonreía y sus ojos recuperaban el brillo característico. Todos se giraron para ver al dueño de esa vocecita, pero lo único que vieron era a dos pequeñas sombras correr hasta los brazos de un Lambo que arrodillado en el suelo sonreía y lloraba a la vez… eso fue el principio de su libertad

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

¿qué tal estuvo?

Bueno, no se ustedes pero yo pfff jajajajajjajaja *rueda por el piso*

Me morí de risa con lo último, mucho más con ese "Puto el que lo lea" me faltó ponerle la carita :v packman lol

 

Ya poniéndonos serios, me esforcé en incluir todo lo que me pidieron, pero el aborto quedó descartado, pues necesito a ese bebito fuerte y sano pa lo que se viene. Obviamente los planes aun no terminan y seguiré jugando con la mente de los personajes, sip... y con sus mentes también muajajajjaja 

¿soy malvada?

¿qué creen que pasará después?

¿cómo demonios Alaude es capaz de irse dejando a un lloroso Giotto? (¿soy a la única que le gusta ese romance cruel entre esta parejita?)

¿cómo se vengarían ustedes de alguien?

(yo jugaría con la mente de esa persona... bueno eso solo si puedo, porque nunca me enojo con nadie y menos odio a alguien en específico)

Bueno sus reviews, les prometo que los contestaré en seguida, lamento no haberlo hecho hasta ahora pero el tiempo no me dejaba.

Es más, amañana tengo una asquerosa prueba general de la cual me enteré hace dos días... ¡DOS MALDITOS DÍAS! malditas autoridades que no me dicen antes que me iban a evaluar todo lo que aprendí en estos cuatro años de universidad en un solo examen ¡Y PARA MAÑANA! ¡que se jodan!

Lo siento, desquité mi frustración en estas notas n.nu

 

Como siempre digo, si tienen ideas, sugerencias, dudas, reclamos, insultos XD o lo que deseen, pueden dejarmelo en un review o en un mensaje en facebook (KratSn Fics) se los agradeceré mucho porque son mi pan de cada día, no tienen idea de lo feliz que me hace cuando me llega uno

 

Bueno, los veré en la próxima, o si alguien lee "Sin darme cuenta, seduje a mi guardián" los veré el martes o el miércoles ^^ (sip, es promoción XD)

Muchos besos

Bye bye

los amo~


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