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Anhelando la lejanía por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

 

Bueno, el capítulo es pequeño, no tanto... más o menos, pero quise subirlo hoy porque estaba de buen humor XD

 

Les daré algo que quieren... y a la vez algo que no quieren... ya me entenderán al final del capítulo ^^

 

Nos vemos en las notas finales 

 

 

 

El sol resplandecía mostrado la maravillosa vista de ese lugar. Un pueblito pequeño que estaba al borde de las costas, su gente tranquila y amable, sonrientes. Era el sueño de cualquier hombre o mujer que quería alejarse de la tecnológica y agitada vida de la ciudad. Y allí era donde ellos vivían actualmente… lo que llamaban su hogar temporal

 

-nos iremos primero – fue la despedida de dos personas que empezaban a laborar esa mañana, reían mientras caminaban por los caminos de tierra hasta su puesto de trabajo, charlaban sobre ese día, hacían lo normal

-espero que hoy haya buena mercancía – esa mirada chocolate brillaba con la luz del sol, oculta solo por el sombrero que usaba para que los rayos brillantes no molestaran su visión, su piel más oscura debido a los largos días de trabajo bajo el ardiente sol

-sé positivo, será un buen día – sonreía y sus ojos verdes brillaban como cuando era niño, su piel igual de bronceada no perdía el encanto, usaban pantalones cortos y camisetas sin manga, así eran las personas que trabajaban allí

 

 

El ajetreo de la mañana era igual que siempre, los barcos llegaban con mercancía o se preparaban para zarpar y trabajar durante todo el día para volver en las tardes. Y si las redes estaban vacías, cuando los peces no colaboraban, salían por varios días a altamar, con tal de regresar con mercancía para vender en el mercado cercano o viajar unas horas para dejarlo en la ciudad. Era pesca artesanal, no era mucho, pero bastaba para subsistir en ese pueblo. Dos personas más se incluían en la labor, preparando redes, ayudando en las carreras donde llevaban las enormes cajas con mercancía, clasificando los mejores peces, limpiando el bote. Un trabajo duro para las mujeres y donceles, al menos eso decían, pocos eran las excepciones en este pueblo

 

-a la mierda quien dijo que los donceles eran frágiles – reía un hombre quien cargaba la última carga – ¡mira a esos dos!

-a más de bonitos, son unas fieras – se reía otro al ver como dos personas cargaban dos a tres cajas al hombro trasladando los peces hasta el camión que se los llevaría – pero que lindos traseros tienen

-¡lo escuché! – se quejó el ojiverde lanzándole un pescado que impactó justo en el rostro del hombre – mejor cierre la boca y siga con su trabajo – chasqueó su lengua y continuó

-si es una fierecilla – molestaba otro riéndose del recién atacado

-y usted no se salva – la misma dosis pero dada por el castaño que reía al ver que el atacado caía a las aguas – mirones de mierda

-que boca más sucia – se reía el capitán de la embarcación – dejen de molestar o ellos les cerraran las bocas a pescadazos – reía con ganas al ver a sus dos trabajadores irse para seguir con su labor

 

Así eran sus mañanas, una vida dura para personas criadas en la ciudad pero ellos salieron adelanto partiendo desde cero, solo con fuerza de voluntad y ganas de llevar el pan a su casa. El capitán de ese barco recibió a dos donceles, quienes sufridos en esa vida cruel, solo intentaban seguir adelante, les dio trabajo en la cocina de un restaurante hasta que se acostumbraran a la vida pueblerina y cuando los vio ya mejor dispuestos, les dio como tarea ayudarlo en la clasificación de su mercancía. Eran fuertes, eran sonrientes, eran dulces pero a la vez eran unas bestias. Nunca pidió razones de su pasado y es que con solo ver esas miradas vacías con las que llegaron, podía darse la idea de que la vida fue terrible para esos dos y ahora allí estaban, sonrientes saludando a las mujeres que abrían el restaurante… ayudaban en todo y a todos, de la misma forma que las dos mujeres que con ellos formaban un hogar en una casa humilde en los límites del pueblo

 

-jefe, terminamos – reía el castaño – ¿me permite ir al restaurante? Ayudaré a su esposa

-ve Tsuna, ve – sonreía el hombre de edad antes de ver al castaño despidiéndose con un gesto de su mano y desaparecer en  compañía de su esposa

-supongo que yo me quedo ayudándolo en el barco, lo limpio de volada y de ahí me encargo de las redes – se estiraba el pelinegro de rizos para después atarse mejor el cabello

-Lambo, sube de una vez – sonreía el hombre – tenemos que hacer cuentas para su pago mensual

-bien – su sonrisa cálida atraía miradas pero todos allí sabían que nunca tendrían oportunidad con esa persona, pues a más de uno habían rechazado con una sonrisa o con una bofetada cuando las propuestas no eran demasiado decentes

 

Y después de esa jornada todos sabían lo que seguía. Todos menos el individuo recién llegado a ese lugar, un hombre de porte elegante, duro, serio y con dos patillas rizadas que adornaban sus facciones varoniles. Llegó allí sin que nadie supiera, no se lo dijo a nadie, ni siquiera a ese amigo rubio exmilitar. Llevaba mucho tiempo buscando a cierto jovencito y al fin alguien le dio una pista que verificaría ese mismo día. Reborn caminaba por esas calles después de dejar a buen recaudo su finísimo auto, veía todo con calma, un lugar aislado, personas acostumbradas a la paz y seguridad de confiar en los vecinos, un lugar hogareño perfecto para albergar a alguien que quería devolver su despedazado corazón a su estado original. Perfecto para que su mocoso y su mejor amigo vivieran un largo periodo de paz y felicidad… les iba a arruinar su jueguito de gato y ratón que ya le tenía hasta la coronilla.

Preguntó a varias personas por allí y con facilidad obtuvo la información que necesitaba, incluso hubo un par de niños que se ofrecieron a guiarlo. Caminó siguiendo a esos chiquillos que felices de la vida le preguntaban cosas de la gran ciudad y que él respondía con detalle mientras analizaba el sitio, pobre pero reinaba la felicidad… como en los cuentos infantiles. Dos ancianitas halagaron su apariencia y vio a varias mujeres cuchichear después de mirarlo pero terminaban sonriendo, causó un rubor en algunas jovencitas y jovencitos que suponía eran donceles. Típico de Lambo, ocultarse en una de esas zonas donde las cosas cursis y típicas reinaban, si… ese era Lambo a su parecer

 

-señor… allí es donde trabaja Lambo-niichan – sonreía el pequeño de tal vez ocho años o menos – está ocupado pero terminará pronto

-después se irá a ver con su esposa y sus hijos – decía el otro niño – de seguro y hasta lo invita a comer

-¿uno de ustedes podría avisarle que lo estoy buscando? – dijo pues veía de lejos a un chico delgado cargar algunas cosas encima de un barco no muy grande y que seguramente era de pesca como todos los demás

-claro… usted espere aquí, lo traeremos enseguida – el par de chiquillos salieron corriendo en aquella dirección para después, con habilidad, treparse a la rampa que llevaba al interior del barco y gritar dentro, se escuchó murmullos y luego total silencio

-ni te atrevas a escapar esta vez Lambo – gruñó Reborn listo para perseguir a cualquier mocoso de ojos verdes que intentara deslizarse entre sus manos como ya lo había hecho otras veces… escapándose del lugar tan silenciosamente que hasta se ganó el respeto del hitman.

 

Estaba a punto de entrar pues no había ni un solo ruido en ese lugar, iba a tomar a Lambo en brazos y llevárselo a la ciudad de donde no debió salir nunca, pero vio al par de chiquillos aparecer nuevamente jugando entre sí antes de decirle que esperara un momento y después los vio irse como si nada. Bien debía esperar… como si fuera tan fácil, iba a entrar en ese barco él mismo, pero se detuvo cuando vio aparecer a un hombre maduro, que seguramente era el capitán y detrás de este, el chico que buscó por tanto tiempo. Vio como Lambo reverenciaba al hombre, el mismo que le daba dos sobres, por el grosor y la sonrisa del mocoso suponía que era su salario… y el de Tsuna también, pero le molestó de sobremanera ver a Lambo abrazar a ese hombre y después tomar una funda del suelo para proceder a bajar de aquella embarcación. Verlo caminar con despreocupación solo encendió su rabia un poco más, ver que tenía la camisa desabrochada hasta la mitad, su piel clara ahora estaba ligeramente tostada le daba muestras que trabajaba de sol a sol  y por último, apreció ver que ese cabello había crecido hasta media espalda y se dejaba un par de mechones cayendo en su rostro… le pareció un buen detalle, no le sentaba mal

 

-¿cómo estás? – fue lo único que dijo el ojiverde cuando estuvo a unos pasos del azabache – ha sido un buen tiempo desde la última vez

-cinco años, mocoso – estaba enfadado por la actitud del menor, se lo demostró en su tono de voz, un reproche bien fundamentado

-el mismo tiempo que me abandonaste tu a mi… en mi adolescencia – sonrió el ojiverde – ahora sabes lo que se siente –  sin decir más se adelantó pasando junto al azabache, con la mayor de las calmas y hasta bostezando

-no te atrevas a dejarme hablando solo – gruñó enfurecido agarrándolo de la muñeca y obligándolo a voltear – me debes muchas explicaciones, mocoso idiota

-púdrete – fue la inmediata respuesta del ojiverde soltándose del agarre y caminando nuevamente mientras acomodaba el sombrero que traía – si vienes a insultarme así… mejor lárgate, no soporto tu pésimo carácter

- ¡Lambo! – levantó su voz, furioso como estaba, a punto de tomar al mocoso en su hombro y llevárselo pero claro… sabía que no era buena idea

-si quieres hablar como personas maduras – el menor se dio vuelta y sonrió con calidez. Reborn se vio prendido de esa sonrisa, la misma que lo conquistó hace más de 10 años atrás – te aguantas y me sigues en silencio, tengo un par de cosas que hacer

 

Lambo no dio tiempo a contestar, siguió con su caminata, por aquellas calles empedradas caminaba usando solo sandalias y pantalones cortos. Adelantó su paso cuando las casas empezaron a divisarse y entró a lo que parecía ser un restaurante en el centro. Lo vio ingresar y ser saludado por todos, sonreírle a todos y eso solo hacia enfurecer al azabache de patillas pues Lambo se veía feliz con todos aquellas personas… aunque al ver a castaño en ese lugar entendió que era el otro lugar de trabajo de esos dos. Tsuna solo le dio un “Reborn-san… hace mucho que no lo veía… supongo que ya no huiremos, el plazo se concretó”. Reborn entendió que todo eso, solo era un jueguito de ese par… definitivamente los iba a encerrar en una casa sin comunicación al mundo externo cuando esto acabara

Reborn pensó que todo finalizaría allí pero se equivocó nuevamente, el par de jovencitos caminó con prisa hacia las calles centrales del pueblito, y cuando estaba a punto de reclamarles porque lo mantenían caminando sin rumbo… llegaron ellos

 

-¡oto-chan! – el azabache de patillas se quedó a unos pasos para ver aquella convivencia. El chiquillo era Fuuta y detrás de este venía un mocoso de cabellera negra… ese debía ser Fon – te alcanzamos… oka-chan dice que el turno en la clínica se extenderá, así que no vendrá a la cena

-Haru-chan ha dicho que la acompañará para completar sus horas de trabajo de este mes – sonreía el pequeño azabache

-y mis otros niños – sonreía Tsuna quien se arrodillaba en el suelo recibiendo en brazos a tres pequeños que bordeaban la misma edad, tal vez… unos cuatro años –  ¿Cómo se han portado?

-¡bien! – sonreían los tres y Lambo se les unía abrazando y besando sus mejillas, a cada uno por igual…

 

Reborn solo miró la escena sin decir nada, era claro lo que pasaba allí… esos eran los pequeños de los que Stella le habló pero… había algo que no concordaba, eran tres pequeños y Stella dijo que solo esa mujer castaña y Tsuna tenían vientres… entonces, ¿podrían ser dos de esos pequeños hijos ya sean de Tsuna o de la otra mujer?... “gemelos” pensó de inmediato… pero algo estaba mal con todo eso y era que…

 

-oto-chan, ¡quiero que me cargues! – uno de esos pequeños tenía unos  hermosos  ojos verdes pero su cabello… su cabello era azulado

-claro mi pequeño – sonreía Lambo al momento de cargar al infante en sus brazos – vamos a casa

 

Reborn se detuvo entonces, miraba a los mocosos que no sobrepasaban los cinco años, dos de ellos tenían la mirada rojiza pero el cabello castaño, concordaban con la combinación de genes entre G y Tsuna o incluso esa mujer castaña, pero el que estaba en brazos de Lambo no… ¡no podía ser verdad! Lo entendió entonces, ese debía ser hijo de…

 

-pero irán con Tsuna, yo los alcanzo después, debo hablar con alguien antes – y sin decir más cedía al niño a los brazos de Tsuna

-vámonos entonces – reía el castaño tomando las manos de uno de los pequeños castaños y empezando a caminar. Los otros mayores simplemente tomaron de la mano a la más pequeña y siguieron con su diario andar

-tengan cuidado… - Lambo se despidió de ellos y luego como si nada pasara, regresaba hasta estar al frente de Reborn y soltar un – si… es mi hijo y el de Daemon – el mundo podía caerse pero la tensión entre esas dos personas no hubiese desaparecido nunca

-pude notarlo sin que me lo dijeras – le gruñó ocultando la furia que sentía en esos momentos, supuso que esa era la principal razón para que Lambo escapara cada vez que estaba a punto de tenerlo en sus manos nuevamente

-pues parecía que tratabas de negarlo – bufó mientras se quitaba el sombrero y dejaba su cabellera ondear libre – así son las cosas Reborn… tengo un hijo, Tsuna y Haru también, todos son herederos de los Tonakai y nos instalamos aquí para alejarnos de los bastardos que los quieren recuperar

-los tengo bajo mi poder… G y Daemon morirán con una sola orden que dé

-¿y qué? ¿Esperas que lo agradezca y me lance a tus brazos? – el ojiverde frunció su ceño ante la sola idea – te equivocas

-llevo buscándote mucho tiempo y volverás conmigo

-no… no iré, soy libre de hacer lo que me venga en gana, y el hecho de que tengas al desgraciado que me violó incontables veces no cambia nada – habló con calma con la seguridad de que nadie conocido lo escucharía, la calle estaba desolada por el momento

-volverás conmigo, Lambo

-¿y aceptarás a mi hijo? – se reía con ganas al ver el rostro del mayor, serio, frunciendo el ceño – eso me responde todo… no eres un buen hombre que aceptará el hijo de otro, lo sé muy bien

-¿cómo diablos quieres que reaccione? te escapaste en cuando pudiste, no supe nada de ti durante cinco malditos años y ahora resulta que cargas con el hijo del bastardo que…

-¡es mi hijo! – respondió de inmediato – quieras o no… ¡es mi hijo!... y no volveré contigo por el simple hecho de que te conozco Reborn… no quiero que mi hijo sea despreciado por ti ni por nadie

-no me conoces, vaca estúpida

-vuelve a llamarme así y te quedarás con la gana de seguir platicando – amenazó Lambo apuntándole con el dedo y con la expresión más seria que hasta ahora mostró

-no te hagas el valiente ahora, mocoso

-no me hago nada – protestó inmediatamente sintiendo su sangre hervir – te dejaré en claro un par de cosas Reborn. Primero, puedo defenderme solo, así lo he hecho hasta ahora y lo seguiré haciendo… Segundo, si Kyoya, quien era el más enamorado de Tsuna, que daba su vida por él – dijo exagerando tus expresiones y soltando las palabras con  burla – prefirió marcharse dejando a Tsuna con lo que él llamó “bastardo”… ¿qué debería esperar de ti?

-no me compares con el idiota de Hibari Kyoya

-solo es un ejemplo Reborn, porque sé que el Hibari era más comprensivo que tú… yo no quiero que veas a mi hijo como un bastardo, ni que me tengas pena, ni ninguna de esas porquerías… así que ya tienes lo que querías, ya me viste, ya sabes que estoy bien y ya entiendes que tengo un hijo de cabello azulado… puedes irte – chasqueó su lengua antes de darse la vuelta para irse

-no te irás – detuvo a Lambo del brazo y lo jaló hacia él – hablas mucho y no dejas a los demás opinar

-¡suéltame de una maldita vez o estarás en problemas!

-no te irás de nuevo Lambo, me perteneces y no pienso dejarte ir – sin que el menor lo impidiera fue cargado al hombro como en otras ocasiones el azabache hizo

-maldición... ¡cuántas veces te he dicho que no me gusta que me hagas esto! ¡Suéltame, ahora! – pero a pesar de que se removía no lo bajaron, por el contrario el mayor caminaba a paso constante

 

Pero con los pataleos y reclamos del ojiverde, llamaron la atención, no dieron aviso, no fue muy ruidoso  pero en menos de cinco minutos Reborn estaba rodeado por muchos hombres y algunos armados con escopetas, amenazantes y exigiendo que se bajara a Lambo, pero claro, Reborn no era de amedrentarse y se negaba a hacerlo

 

-soy su esposo, tengo derecho a llevármelo –

-¿esposo? No mientas, Lambo está casado con I-pin – se quejaba uno de los habitantes – ¡bájalo ahora!

-es mío, a un lado si no quieren que los mande al infierno – habló con prepotencia, preparado para acabar con todos pero…

-esto… jajaja – la risa de Lambo detuvieron el inicio de la pelea, todos mirándolo como si estuviera loco – esto es un deja vu… jaja…hiciste lo mismo… que con Lancia-san – se reía golpeando la espalda de Reborn intentando nuevamente que lo soltara

-pero ahora al menos estas vestido

-¡oye! ¡No tienes por qué decir eso en frente de todos! – al fin pudo bajar del hombro de Reborn y se alejó para estar seguro

-¿qué dije?… ¿qué te desnudabas para otros? – sonrió al ver la furia en esos ojos verdes y a los pobladores confundidos, tratando de procesar la información

-¡muérete, idiota! ¡Era desnudo artístico, imbécil! – le apuntaba furioso y los demás solo miraban la escena – ¡y lo hacía porque estaba en problemas económicos!

-tú tienes la culpa por recordármelo y agradece que no le hice nada grave a ese malnacido

-Lancia-san era un buen hombre, nunca me faltó al respeto como cierta persona que estoy viendo – le reclamaba como un niño a cualquier adulto

-¿qué te hizo este hombre? – preguntó alguien, pues la curiosidad era mayor

-te refieres a secuestrarte y hacerte el amor hasta en el…

-¡DESGRACIADO! – se quejó después de haberle tirado uno de los peces que uno de los que intentaban defenderlo traía – ¡pervertido de mierda! Sabes… ya no pienso quedarme aquí a escuchar las sandeces que salen de tu boca… ¡PÚDRETE!

-me las pagarás, mocoso – gruñó el azabache después de sentir como ese pez resbalaba por su rostro – ¡¿y ustedes que miran?! – le gruñó para empezar a seguir al ojiverde con un aura oscura rodeándolo

 

A pesar de insultos, de amenazas, de las discusiones, allí se hallaba Reborn siguiendo a un Lambo que enfadado no estaba dispuesto a detenerse. Tampoco es como si Lambo planeara quedarse en ese pueblo por más tiempo, no después que medio mundo se enteró de sus “deslices” de juventud, los mismos que Reborn se atrevió a gritarle en el camino, ¡que se joda el viejo pervertido! Maldito el día en que se enamoró de ese sensual azabache de patillas que por alguna razón lo arrastró entre los árboles, cuando estaba a medio camino que lo llevaba a su casa. Claro que Lambo intentó zafarse, pero con su boca cerrada por la mano de Reborn y el hecho que fuese más pequeño le dio al mayor la ventaja de doblegarlo y llevarlo al interior de ese bosque verde y lleno de árboles. Pero de algo le debía servir el trabajar de sol a sol cargando mercadería sin descanso

 

-¡que me sueltes! – con fuerza golpeó las costillas del azabache, se zafó y le propinó un golpe que no llegó pues solo ocasionó que perdiera el equilibrio, cayendo a la pequeña bajada y llevándose con él al azabache que presumía de ser su esposo

-ves lo que ocasionas, mocoso idiota – doloroso, esa era la definición de esa situación, sumamente dolorosa y extraña… en medio del bosque, lleno de follaje alrededor, con Lambo encima de su cuerpo y en una posición extraña

-es tú culpa por querer secuestrarme o algo por el estilo – intentó levantarse pero claro, no iba a ser tan fácil. Bastó un par de forcejeos para ahora estar debajo del azabache con sus manos sujetas a cada lado de su cabeza y con las piernas de Reborn sobre las suyas impidiéndolo cualquier golpe bajo – genial, sin escapatoria

-escúchame mocoso porque no volveré a repetirlo – suspiró mirando la fedora que estaba lejos de su alcance

-¿qué me vas a decir? ¿Qué tendré que irme contigo? ¿Qué me deberé doblegar a tu voluntad porque me diste la oportunidad para escapar de esa mansión? – se removía pero no lograba nada – no quiero escuchar

-te casarás conmigo y aceptaré a tu hijo – silencio nada más que silencio, un incómodo silencio donde los ojos verdes y los negros no se desconectaron – ¿entendiste?

-no me jodas – frunció su ceño indignado – esas son promesas cursis que se leen en los libros, ahora quítate de una buena vez

-nunca sigues órdenes – se quejó el azabache y antes de que el chiquillo protestara le cerró la boca, y de qué forma –alguien debe obligarte – una vez más junto sus labios, con ansias de aquel contacto, sintiendo el forcejeo inicial del mocoso para que después simplemente colaborara

 

Así era siempre, así era Reborn, hacía lo que quería y lo hacía bien. Con exactitud, con las acciones exactas, todo bien planeado, todo a su gusto y Lambo… Lambo era a quien buscó por años, el mocoso que removía su corazón. Le importaba poco tener que convivir con otro mocoso más, la recompensa final era aquel muchachito que tenía ahora debajo de su cuerpo. Quien con timidez correspondía al beso forzado en un principio, el mismo Lambo que con duda entreabría sus labios para autorizarlo a seguir un poco más. Reborn siempre se recriminó pensar que ese chiquillo era lindo, pero ahora lo certificaba, con las mejillas rojas y los ojos cerrados con fuerza, suspirando cuando se alejó, aun no podía respirar mientras se besaban

 

-aun eres un mocoso

-di algo más y te morderé la lengua – se quejó removiéndose incómodo pero no protestó cuando de nuevo lo callaron con el mismo método. Sintiendo la lengua del mayor guiarlo en aquellos movimientos, sintiendo como lo invadían sin problemas y que él mismo colaboraba sin fijarse incluso que sus manos quedaron libres

-te haré pagar por huir estos años – gruñó mordiendo el labio del jovencito y dejándolo moverse con libertad, colocándose entre las piernas de aquel muchacho y colando sus manos por entre la ropa

-no te debo nada – y a pesar de eso rodeó el cuello ajeno con sus brazos y dejó que de nuevo su aliento fuera robado. ¿Para qué negar lo innegable? amaba a ese vegete de cualquier forma y aunque sonara raro… adoraba sus arrebatos como aquellos en donde… – ¿no puedes aguantar un poco? – se quejó al sentir como cierta parte de la anatomía del mayor se rozaba con su intimidad

-no – fue la única respuesta que dio antes de descender a morder ese cuello y acariciar cada porción de piel que solo en sueños vanos y lujuriosos había tocado – te dije que pagarás – iba a dejar desbordar sus pasiones en ese mocoso que tenía aprisionado debajo de él

 

Las lágrimas del menor se desbordaron poco después, dolor, desesperanza, miedo, recuerdos… todo y nada, combinado en un lugar, plasmado en una acción y esa era abrazarse a Reborn y susurrar un “no te alejes” simple, dulce a la vez. El azabache de patillas correspondió a ese contacto, un abrazo que reflejaba todo, entendió sin necesidad de palabras que nunca debió dejar ir a ese chiquillo, tal vez si hubiese mandado al demonio su deber familiar y se hubiese quedado con el adolescente de brillante sonrisa y hermosos ojos todo habría sido diferente. Había que recuperar el tiempo perdido… y allí iban a comenzar

 

 

Después de desahogar en ese lugar la necesidad de sentir el calor contrario y terminar discutiendo porque Lambo tuvo un arrebato de recato, en donde insultaba la lujuria y el arrebato del mayor. Se encaminaban a la que Lambo y Tsuna llamaban su casa, humilde pequeña y con flores en macetas variadas. Las risas de los niños dentro de casa daba a conocer que era una familia grande, enorme para algunos. Lambo se detuvo antes de dar los últimos pasos, suspiró pues no estaba seguro de nada. Iba a decir algo, rebelar alguno de sus pensamientos irritantes que por su cabeza pasaban pero…

 

-¿sentarás cabeza, Lambo? – ambos individuos sorprendidos regresaron su vista, una mujer parada a unos pasos de ellos – ¿No me saludarás?

-¿oka-san? – su impresión no cabía en su rostro, pues al ver a la mujer anciana con aquellos ojos expresivos y esa sonrisa amable que conocía desde que tenía memoria, le causó un shock – pero cómo…

-yo te encontraré en donde sea – sonreía acercándose un poco – soy tu madre y te cuido donde estés

-y eso da miedo – reía y aun así se acercó a abrazarla – bienvenida

-tu padre también estará feliz de verte

-¿oto-san?... ¿dónde está? – sonreía feliz de la vida, pues nada podría ser mejor que… - pero él… él murió – se estremeció al recordarlo

-todavía no me llega la hora – esa voz le causó escalofríos, veía a ese hombre de avanzada edad a unos pasos

-ve y abrázalo – su madre le empujó pero el no quiso tocarlo, lo veía, sin marca, sin manchas rojas… sin nada y así no era como lo recordaba

-hijo mío – su padre lo abrazó y estaba frío, demasiado como para una persona normal y ahí vio algo más que le heló la sangre – a pesar de que me dejaste muriéndome… estoy aquí contigo

-falto yo, hermanito – reía Lampo acercándose y allí Lambo entendió que eso era… - me alegro que seas feliz

-vamos mocoso… la boda es pronto – la voz de Reborn lo aturdió, intentó irse, intentó huir a su hogar en donde sus tres hijos estaban… no, eran cinco… cinco hijos

-Tsuna abre… maldita sea, ¡abre! – pero forzando la puerta no ganaba nada

-no huyas – sintió la mano fría de su padre en su hombro  y giró con miedo. No era su casa, no eran sus padres, no había hijos, no había nada

-mi padre está muerto, lo vi caer sin vida y con una cicatriz en su rostro – se alejó como pudo – mi hermano me odia, mi madre me ama pero trató de venderme… Reborn jamás me pediría matrimonio… ¡esto es una pesadilla!

 

 

 

Y casi instantáneamente… todo cobró sentido…

 

 

 

-GYAAAA – un solo golpe duro y un poco sordo, donde la madera acunó a un jovencito que asustado por aquella escena, digna de una pesadilla, aun le atemorizaba – ¡QUE HORROR! – se limpiaba el sudor de la frente

-Lambo… ¿estás bien? – la compañera en aquella cama se asustó y aunque adormilada se levantó y localizó al caído – Lambo… ¿qué pasó?

-una pesadilla… una horrenda pesadilla – dijo levantándose y mirando a la despeinada I-pin que le tendía la mano para ayudarlo

-jajaja… déjame adivinar, ¿de nuevo esa cursilería con Reborn? – se removía entre las cobijas sintiendo su estómago doler debido a la risa, hasta el sueño se le fue

-sí, y no me lo recuerdes – se peinaba los cabellos y refrescaba su mente

-¿en dónde fue ahora? Si no recuerdo mal, la otra vez fue en una casa en la playa

-fue en un pueblo junto al mar… y no te burles, es horrendo – se estiraba agotado admirando que afuera aún estaba oscuro

-tu consciencia te delata, estás enamorado de ese hombre~ – I-pin seguía riéndose a pesar de que Lambo le lanzó la almohada para acallarla

-oto-chan… ¿Qué pasó? – una pequeña voz ingresó a la habitación – gritaste

-no pasa nada – sonrió cargando al pequeño Fuuta – tuve una pesadilla

-¿quieres que duerma contigo? – sonreía con inocencia y después bostezaba y casi al instante un llanto llamó la atención de ambos –está llorando… iré a ver

-tu quédate con mamá – sonrió Lambo – yo me encargo – dejando a su hijo mayor en brazos de la pelinegra salió a oscuras hacia la habitación de alado

-será mejor ir a ver a Fon, seguro también se despertó – reía I-pin tomando la mano de su pequeño Fuuta y encaminándose a la habitación de su hijo menor

 

En una de las cunas un bultito se removía  con lagrimillas en sus ojos, lloraba buscando atención. Lambo miraba al pequeño ser con una sonrisa, lo tomaba en brazos con cuidado, como si fuera un cristal y sentía como alguien más ingresaba a la habitación porque donde uno se despertaba, los demás le seguían y en menos de cinco minutos todos en casa estaban de pie, abriendo sus ojos y colaborando con lo que se puede

 

-ya no llores bebé, despertarás a todos – susurraba mientras lo acurrucaba en sus brazos y besaba sus mejillas – déjalos descansar porque son días difíciles – y como si fuera una orden el pequeño ya solo gimoteaba levemente bostezando y haciendo muequitas – muy bien cariño… ahora vamos a darte de comer

-¿te ayudo? – sonreía una castaña recién llegada

-¿puedes ver al otro pequeñito?... con el pequeño escandalo se puede despertar – sonreía Lambo – yo me encargo de esta cosita – hablaba con ternura jugando con las manitas del bebé

-si… debo dejar que Tsuna-san duerma un poco más – sonreía acercándose a la siguiente cunita

-cuidar de estas cositas… es duro – se reía Lambo quien ya se dirigía a la cocina – no llores, pronto estará tu biberón

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

¿Cómo estuvo?

¿Merezco review?

XD

Bueno como extra confesaré que este iba a ser parte del final inicialmente, bueno al menos hasta antes de que las cosas que me sugerian las empaquetara en un champú jajajaja

¿Han escuchado del relleno? jajaja, éste fue mi "relleno" en esta historia, me divertí mucho haciéndolo ^^

 

Yo sigo organizando las expliaciones del caso, de la trama futura y escribiendo los siguientes capítulo ^^ 

 

Ya saben, cualquier duda, crítica, alguna anécdota, jejeje, lo que gusten, será bien recibido en un review. Muchas gracias por los reviews que me han dejado hasta ahora, adoro recibirlos porque me inspiran, me alientan a seguir, y me ayudan a darme ese empujoncito para seguir escribiendo 

 

Nos veremos en el siguiente capítulo, o mañana en el fic "Sin darme cuenta, seduje a mi guardián"

Muchos besos~

Bye-bye~


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