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Anhelando la lejanía por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi!

 

Me disculparía por la demora pero he tenido razones importantes para eso, así que no creo que sea buena idea. Bueno, bueno, muchas querrán matarme por el capítulo anterior muajajajaja, soy malvada, un poquito

 

Ya dejandose de cosas, quiero mencionar a una persona especial, shi... armó un plan macabro y fue el review número 50! Witch Mix, gracias por esos reviews que me mataron de risa, deus, como los disfruté. Pero como decía, fue su macabro plan... ¿por qué? porque me dio una idea. El review número 50 merece un trato especial, ¿no es verdad? No siempre se recibe un 50avo review, así que si... ella me dio ideas, tomé una y la aplicaré, está decidido, eso en honor a su review cincuentón. Para más detalles leer las notas finales jajajaa

 

No les canso más y les dejo con el siguiente capítulo, que me costó un montón terminar y espero no tener fallas 

 

Bueno, bueno, disfruten de todo~

 

Lo único que tenía en claro Reborn, era que ese video conseguido en la mansión de los Tonakai, mostraba parte de las torturas que su mocoso sufrió. Drogado y violado… ¿qué maldito enfermo grababa esos actos de barbarie? Solo ese hijo de puta. Si llegaba a ver a maldito de Daemon le arrancaría los ojos solo por tener la osadía de ponerle un dedo encima a Lambo. Juraba que lo iba a encontrar, lo juraba y lo iba a hacer… juraba que… esos cinco años de insistencia darían frutos. Los cinco putos años más largos de su asquerosa vida, con complicaciones diarias, con descubrimientos falsos o pistas sin fundamentos, ¿y Lambo? Pues el mocoso desapareció como si fuera humo

Reborn recordaba lo que pasó después de esa infiltración exitosa, la decepción mezclada con enfado cuando se encontró con que los mocosos huyeron antes de que ellos lograran encontrarlos, luego la desaparición de G y Daemon, peor no podía haberle ido. Las investigaciones que realizaron en el lugar y  a los capturados, solo botaban los diversos maltratos de los dos donceles y de la otra chica, hasta ahora sin importancia, sufrían. También se enteró que I-pin se fue de casa ese mismo día, junto con otros miembros de los Inagakai, al final la conclusión era obvia… I-pin organizó todo desde fuera y adentro los donceles supieron seguir instrucciones para defenderse solos. Lo único bueno que sacó de eso, fue hallar el cadáver de Ikuto, fue una pequeña satisfacción personal dejarle el cuerpo muerto a Yuriko, que sin fuerzas lloraba desconsolada. Esa mujer fue su prisionera hasta que se aburrió,  luego simplemente la dejó en medio de las montañas más inhóspitas de Japón y poco le importaba si vivió o murió, aunque seguramente el frio de esos lugares la mató con crueldad.

Viajó a arreglar sus problemas con su padre, tirándole en la cara el sello que guardaba como muestra de pertenencia y vínculo con su familia, con ello renunció a toda esa asquerosa vida como Stracci. Peleó con Xanxus porque era un idiota y al final… terminó viviendo en Japón. Mientras buscaba a Lambo también seguía haciendo sus trabajos sucios con Colonello y Stella, quienes lo ayudaban en esa búsqueda… pero después de cinco años, ya estaba harto y si encontraba alguna información la seguía sin dudarlo… porque no iba a renunciar a ese mocoso idiota, no señor, el mocoso debía pagarle tantas atenciones y mamársela cada noche si fuese necesario, pues llevaba en abstinencia largo tiempo. Una mujer de vez en cuando no lo satisfacía en absoluto… odiaba admitir que solo el mocoso le quitaba todo ese deseo carnal contenido…  por eso lo iba a encontrar y hacerle el amor hasta que se hartara  

Ahora mismo estaba siguiendo un rastro, aunque dudaba que esa zona fuera la que Lambo eligiera como escondite. El distrito de Kushiro en Hokkaido  era una zona próspera, al menos se había vuelto así desde hace algún tiempo. Una ciudad remodelada y con una zona de diversión nocturna tan grande que podías perderte, aunque extrañamente a tan solo cinco minutos en auto, empezaban las zonas residenciales. Enormes departamentos y casas hermosas, un bello lugar, donde aseguraban que la ley la tenía la policía… pero que en el bajo mundo la paz descrita se le adjudicaba al nuevo líder de esa área, quien hacía todo eso por tener un paraíso para él solo, eso poco le interesaba. Alguien le dijo que un muchacho con las características de Lambo paseaba en las mañanas por allí y en las noches recorría las calles de ese sector rojo… a pesar de lo absurdo que sonaba Reborn fue allá, no le gustaba ni un poco pensar que Lambo estuviera allí, pero más valía verificar

Reborn esperó la noche mientras veía el techo de la habitación que rentó, había dormido unas tres horas debido al agotador viaje desde Namimori, y cuando al fin la oscuridad envolvía la ciudad se levantó. Se duchó y arregló con su mejor traje, se quitó la fedora porque quería tener la mente fresca para verificar que la información era falsa. A paso lento caminó por las calles, viendo como las residencias y hoteles se perdían a cada paso que daba. Un parque amplio dividía esas zonas, en la noche estaba bien iluminado y las parejas paseaban tomadas de las manos, era como uno de esos cuentos cursis. Pasadas un par de calles más que constituían un centro comercial ya cerrado, podía apreciar que las luces brillantes empezaban a dar muestra de los sitios de diversión nocturna, restaurante con temáticas, karaokes al principio, bares después, cuando te acercabas al centro los burdeles empezaba a aparecer, compartiendo sitio estaban los hoteles de amor, y los locales de hosts que nunca podían faltar en esas zonas. En verdad era como si la nueva Kabukicho naciera allí, un lugar vistoso, agradable y hasta parecía costar mucho. Preguntó en diversos bares y demás,  se tomó unas copas mientras paseaba, admiró algunos restaurantes llenos de gente, y por último… se internó en la zona más roja del lugar, en los antros y hoteles de amor. Caminó por allí viendo a la gente emparejarse y hacer uso de cualquier buen lugar, recibió ofertas y publicidad. Suspiró cansado cuando ya las 11 de la noche llegaba, nuevamente una pista falsa, ¡cómo odiaba eso!

 

-¿Reborn-san? – el mencionado se detuvo en medio de la calle al reconocer esa voz – jajaja... si es usted, querido Reborn-san

-Lampo – gruñó Reborn pues de las personas que menos quería encontrar ese peliverde era el primero… espera – ¿por qué tinturaste tu cabello?

-al fin llega – bufó Lampo mostrando una sonrisa maliciosa – pensé que se había muerto, me cansaba de esperarlo – reía al ver la impresión del azabache de patillas

-responde

-porque mi señor me lo ordenó – decía mientras se arreglaba los mechones de color negro que ahora tenía – ¿algún problema?

-si… debería matarte por haberte llevado lo que es mío – se acercó con el ceño fruncido y con ganas de partirle la cara al malnacido

-¿acaso le da rabia que me parezca a su querido Lambo, ahora más que llevo el cabello negro? – sonreía malicioso a sabiendas que sus palabras eran verdaderas

-ya quisieras – se quejó el patilludo, aunque de verdad le molestaba ver una imagen parecida a la de Lambo, excepto por el tatuaje de relámpago y esos ojos azules asquerosos – Lambo es más bello y pulcro que tú

-puede ser – sonrió sin inmutarse mientras se acomodaba el cabello, llevaba una yukata tradicional como las que usaban las prostitutas antiguas, el obi atado en la parte delantera lo demostraba – pero aun así soy muy amado por aquí

-¿acaso terminaste siendo una puta? – dijo con burla al ver aquel vestuario

-la mejor, el dinero llega solo y vivo con lujos – ni siquiera se inmutó por los calificativos, llevaba suficiente tiempo en ese empleo como para acostumbrarse

-pero te abres de piernas a cualquiera – lo miró con asco – una vil peste como tu merecía eso y más

-no tuve opción – Lampo sonrió mientras saludaba con su mano a algún tipo que por allí pasaba – culpado de traición por los Vindice y los Tonakai, pues… al menos aquí puedo seguir vivo y con ciertos lujos

-¿cómo llegaste aquí?

-si quiere puedo contarle muchas cosas, claro, si me invita una copa – sonrió guiñándole un ojo

-vete, asquerosa puta – Reborn estuvo dispuesto a irse pero…

-yo sé en dónde está el chicuelo que usted busca~ – sonrió al captar la atención del azabache – yo sé muchas cosas, y con el debido pago... puedo decirle lo que desea

-te has convertido en toda una ramera, Lampo –

-si no quiere… me voy – sonrió el ojiazul empezando a caminar en dirección contraria, saludando con la mano a los que por allí pasaban y sonriendo con amabilidad para captar a algún interesado en compartir su lecho, ese era su trabajo

 

Reborn vio a Lampo alejarse, su orgullo quedaba de lado cuando tenía la oportunidad aunque fuera solo una mentira por verificar, de saber en dónde estaba Lambo. Así que antes de que esa rata se fuera con algún cliente, lo agarró del brazo y se lo llevó a un restaurante cercano, lo que fuera que tuviera una sección privada para hablar. Lampo solo se reía al ser arrastrado, sabía que no iban a ser gentil con él, pero poco importaba, si tenía una mínima oportunidad de fastidiar a su hermanito querido… lo haría,  y de qué forma lo iba a hacer

 

-habla

-soy la sombra del rey que se muestra en la oscuridad  por eso no lo encontrabas – sonrió divertido, le gustaba usar analogías – la reina es cruel, demasiado en ocasiones, terminé así por venganza

-no me interesa lo que te pasó – frunció su ceño y golpeó la mesa – dime lo que quiero saber

-debería importarte, pues… ¿quién crees que me obligó a quedarme aquí?

-no te creo nada, maldita basura

-esto es propiedad de los Blood Rose, lo sabias, ¿no? – Reborn solo le miró feo así que siguió – ¿quién crees que es el líder… mejor dicho, los líderes?

-nadie sabe – dijo con seriedad, ahora se daba cuenta de eso, siempre se hablaba de esa recién formada familia Yakuza pero nadie sabía quién la lideraba, los rumores decían que era un hombre rico sin corazón

-pues que imbéciles son – Lampo sonrió con malicia – los reyes tienen nombres conocidos por ti – se acercó y susurró – I-pin, Haru, Tsuna y… Lambo, ¿quién más que ellos?

-puedo creer que I-pin sea dueña de esto… pero los otros

-han cambiado porque sufrieron mucho – Lampo sonrió mirando a un camarero y pidiéndole los tragos más caros – en parte yo colaboré – reía divertido – y mira como terminé… el Lambo que tu adorabas ya no existe, estás desperdiciando tu tiempo

-¿dónde está? – no se iba a tragar ese cuento

-aquí

-dónde

-trabaja en los bares y en los clubs de hosts

-dónde – insistió enfadado golpeando la mesa y quitándole la bebida al ojiazul

-justo en el centro hay un club de hosts que reconocerás en seguida, es el más grande y brillante, la reina está allí

-si me mientes… te mataré

-Lambo no te dejará matarme, él quiere tenerme con vida… soy inmune – sonrió con prepotencia – ve y comprueba… pero si no consigues nada, puedes venir conmigo… puedo ser un reemplazo

-así que te ofrecen como una ramera profesional

-tengo curiosidad por saber lo que veía Lambo en ti, querido Reborn – sonrió con dulzura, imitaba a su hermanito a la perfección

-no hagas eso – frunció su ceño al ver esa expresión

-¿fingir que soy él? Ya te lo dije… soy una sombra – Lampo se levantó mostrando sus uñas bien cuidadas y pintadas de colores chillones – búscame para divertirte un poco – sonrió despidiéndose y saliendo con paso elegante – te haré un descuento y puedes llamarme como tu pequeño amor, no tengo problema alguno

 

 

Reborn quiso matarlo, matarlo dos veces, matarlo mil veces porque le causó una serie de reacciones que no quería. Primero… ver al hijo de puta de Lampo fue un golpe brutal porque era el culpable de toda esa desgracia que duraba más de cinco años. Segundo, que se viera como Lambo, le jodía la existencia, quería arrancarle esa cabellera tinturada para su placer personal. Tercero… que le contara que Lambo era uno de los reyes de la zona y que aparte trabaja en esa clase de lugares era simplemente inaceptable porque el mocoso era solo suyo. Y cuarto… ver a Lampo sonreír con tanta amabilidad, cerrando sus ojos y posando de la manera en que Lambo lo hacía antes, fue… un shock, le produjo añoranza de aquellos días, ¡estúpidas memorias que le jodían la existencia!

A paso firme salió del lugar después de pagar la cuenta, poco le importaba gastar lo que debía gastar si lograba obtener una pequeña pista. Y la tenía, así que meditando cómo diablos iba a secuestrar al mocoso siguió… aunque no fue difícil. El plan era sencillo, entrar, mirar a Lambo, cargarlo al hombro como siempre y sacarlo de allí. Y si era mentira, pues regresar, agarrar al mentiroso, torturarlo un poco y dejarlo en un callejón desolado o venderlo en el mercado negro, lo que le trajese mayor satisfacción.

Cuando el azabache de patillas llegó, observó al lugar, muchos clubes de acompañantes en esa calle, pero uno destacaba. Se veía a simple vista colorido, de grandes magnitudes y detalles de buen gusto. Un doncel, una mujer y un hombre se hallaban en la entrada dando volantes, coqueteando un poco, recibiendo a los clientes que llegaban con elegancia y trajes formales. Destacaba el lindo adorno en las puertas de ingreso, una rosa roja con espinas negras, lindo detalle para el sitio, el mismo que no tenía letrero con el nombre del lugar. Cuando se acercó, la mujer sonrió con dulzura, dándole la bienvenida e invitándolo a pasar para tener buena compañía y excelentes licores y bocadillos. “El secreto” así se llamaba el lugar, hasta daba risa pero no dijo nada e ingresó con curiosidad

El sitio estaba dividido en secciones, pero las entradas eran simplemente tres puertas individuales que daba a un mismo sitio, en el cual los acompañantes te recibían en grupo con una sonrisa. Mujeres, hombres, donceles, estaban a elección, escogías uno y este te llevaba a la sección adecuada para tu diversión. Era un lugar distinto, claramente sin discriminar preferencias, las mesas separadas adecuadamente para no molestar a los clientes adjuntos. Adornos de todo tipo, elegantes asientos y mesas de madera fina, adornos de cristal, copas llenas de vino u otras bebidas que eran llevadas por los mismos acompañantes de algún lado a otro. Sonrisas amables, cálido ambiente, bellas personas y iugh… se estaba sintiendo extrañamente rodeado por un color de rosa debido a todas esas personas que parecían enamoradas unas de otras, ¡qué asco!… pero suponía que así era el negocio, la clientela llegaba constantemente y según parecía, había secciones en el segundo piso. Pura asquerosa farsa y el personaje que le interesaba… ni rastro

 

-bienvenido, aquí complaceremos sus caprichos, bebida y buena compañía. Puede elegir a quien desee, será un placer complacer a alguien como usted – sonreía una muchacha con dulce sonrisa

-si prefiere lo acompañaré yo – sonreía un sonrojado doncel de cabellera platinada y finas facciones y…

-busco a Lambo – dijo sin siquiera mirarlos, los que lo recibieron se quedaron callados sin saber qué hacer, mirándose unos a otros en pánico

-disculpe… pero no hay ningún Lambo en este lugar – se atrevió a contestar una de las chicas 

-no mientas niña, dile a tu jefe que quiero verlo – se quejó Reborn

-si no sabes, aquí se tratan con pseudónimos – esa voz hizo que el azabache de patillas sonriera dándose vuelta y encontrándose a una mujer de larga cabellera negra atada a en una coleta alta y vestida con un vestido de color rojo que entallaba su figura – tranquilos, yo lo atiendo – sonrió y los demás acompañantes seguían recibiendo a los que llegaban

-no pensé verte trabajando en este lugar I…

-soy Sara – sonrió antes de que el otro completara el nombre – es un placer verlo, Reborn-san

-no me hace gracia – se quejó frunciendo el ceño – ¿dónde está?

-si no requiere de un servicio de acompañantes, puede irse de inmediato – I-pin hizo un ademán con su mano y dos hombres se acercaron de inmediato, los de seguridad seguramente – no vuelva querido cliente, pues su simple presencia me molesta

-¿crees que me iré así porque si? – gruñó al ver al par de idiotas que suponían lo iban a escoltar a la salida – dime en dónde está o el caos en tu negocio empezará

-no lo quiero cerca de este lugar, puede salir por sus propios medios o yo lo echaré – I-pin hablaba con dureza, mostrando la altivez que la caracterizaba ahora

-inténtalo mocosa

-como se atreve a tratar así a nuestra señora – gruñó un peliblanco que molesto se preparaba para atacar

-Ryohei, sin escándalos – se quejó I-pin un poco apurada por deshacerse del estorbo pero… fue tarde

 

 

Reborn vio que algunos de los que allí estaban, se giraron hacia una sección del local, las escaleras del segundo piso, mientras cuchicheaban y sonreían. I-pin se alteró un poco y los de seguridad intentaron detener a Reborn pero fue tarde, porque con agilidad el azabache se alejó de ellos y se encaminó hacia esa persona. La misma que con un yukata de color blanco con adornos en dorado descendía con gracia, el cabello largo agarrado en una coleta alta, los mechones rizados caían por sus hombros y un par de estos, por su rostro. Un leve maquillaje denotaba sus facciones, sus labios delineados con un brillo sutil, sostenía un abanico que ondeaba con suavidad y… ¿qué diablos hacía ahí, Lambo? ¡SU LAMBO!… lo veía caminar con delicadeza, paso a paso se adentraba a la sección en donde los donceles atendían las mesas. Reborn se acercó a paso firme, lo iba a tomar en brazos y pedir explicaciones después, pero… esos dos tipos le impidieron el paso y una mano femenina lo tomó de hombro

 

-salga ahora mismo – exigió I-pin con molestia

-I-pin ni siquiera tú me detendrás

-Lambo es mi responsabilidad ahora, largo de aquí – insistió I-pin acercándose al oído de Reborn – no dejaré que lo dañes más

-mocosa idiota – bufó – tu no me vas a impedirme nada

 

Iban a pelear, iban a discutir y armar escandalo como el par de cabezas duras que eran, pero no pudieron armar su show puesto que alguien se les adelantó. Apenas discutieron unos minutos, solo intercambio de miradas duras, de insultos, de reclamos pero fue el tiempo suficiente para que eso ocurriera. Alguien gritó, hubo un par de insultos de voces masculinas, todos regresaron a ver lo ocurrido y… se quedaron boquiabiertos, pues el acompañante considerado el ángel del local se volvía demonio… ¡un demonio armado!

 

-viejo asqueroso, atrévete a tocarme de nuevo… y perderás la cabeza – el azabache de risos y potentes ojos verdes, tenía en sus manos lo que quedaba de la botella que rompió en una de las mesas y ahora la sostenía por el cuello, dirigiendo el lado roto hacia el desafortunado… filoso vidrio roto y brillante cerca de la garganta del tipo atrevido

-eres una puta y te quejas – bufó el que estaba siendo amenazado, sus mejillas rojas denotaban lo ebrio que estaba – tu lindo trasero es la tentación de cualquiera… firmes músculos y…

-error, un muy grave error – Lambo sonreía mientras presionaba el vidrio trizado contra la garganta del tipo, lo calló apretando un poco más y dejando que la sangre saliera. A la vez los amigos del tipo querían defenderse… pero claro, ¡no contaban con el nivel de compañerismo de cada trabajador del lugar!

-un insulto más y estás perdido – gruñó uno de los donceles allí presentes, quien como los demás tenían botellas en manos, algunos usaban unos cuchillos usados para cortar pan que nadie supo de donde salieron, todos en defensa del ojiverde que sonreía con malicia haciendo retroceder al pervertido

-quien no acepte las políticas de este lugar puede irse ahora – Lambo levantó su voz ganándose varias miradas – jamás se tocará al anfitrión a menos que este lo apruebe, las relaciones más allá de una buena atención están prohibidas dentro de este local, quien se pase de listo con la integridad física de un empleado será echado a patadas, los escándalos están prohibidos – sonrió alejando la botella del asustado maldito

-nos encargaremos desde aquí – sonreía uno de los chicos anfitriones quienes tomando del brazo de los causantes de ese alboroto, los guiaban a la salida – disculpe, ángel-sama – los demás reverenciaban a Lambo y él sonreía en respuesta

-disculpen este pequeño incidente – Lambo tomó de nuevo el control de su carácter explosivo y suspiró antes de sonreír con amabilidad hacia la clientela – pueden seguir disfrutando de sus actividades, una vez más… me disculpo por este mal momento…  ¡una ronda a mi nombre! – sonreía devolviendo el ameno ambiente y la calma que se necesitaba en su establecimiento

 

 

I-pin se reía bajito cuando la escena acabó, sabía que Lambo actuaba siempre así, defendiéndose como si fuera un animalito salvaje, pero que Reborn se haya quedado sin palabras si le hizo gracia, no sabía por qué el patilludo no hablaba pero le daba igual, lo iba a sacar de allí. Dio una orden y sus guardaespaldas agarraron ambos brazos de un Reborn que se quedó prendado de la imagen dulce que Lambo desprendía mientras sonreía a cada cliente en esa sección, para sacarlo de allí a rastras. Pero claro, aquel hombre de bravo carácter primero mataría a esos dos atrevidos y después armaría escandalo para llevarse a Lambo. I-pin era ruda, más o menos, solo actuaba como un escudo forzado a proteger a una doncella, pero claro, la doncella no era delicada y frágil, todo lo contrario… era Lambo, un doncel de carácter endemoniado

 

 

-Reborn – susurró Lambo al darse cuenta del pequeño lio y reconocer al hombre que algunos años atrás compartió su lecho

-maldición – bufó I-pin bajito antes de darse vuelta y ver a Lambo – lo sacaré de aquí, ve a atender al siguiente cliente

-¿a quién echarás, Sara? – se quejó el patilludo ganándose una mirada molesta de parte de la chica – atrévete… esto no es asunto tuyo, apártate, mujer idiota

-no quiero escándalos – se quejó Lambo acercándose como si nada, mostrando así que su yukata estaba un poco abierta en la parte superior, mostrando parte de su cuello y hombros, una porción de su clavícula denotaba como seduciendo a alguien, cosa que no le agradó nada al mayor de los azabaches

-Lambo… ¡vaca estúpida! ¡no tienes idea de lo que yo… - pero no terminó de levantar sus demandas porque una bofetada lo tomó desprevenido. El autor era un sonriente ojiverde que era protegido por dos fortachones y una chica con facciones chinas que se reía bajito al ver aquello, ¡falla a su orgullo!

-atrévete a insultarme una vez más – Lambo hablaba con calma y sonriendo como si nada – te arrepentirás

-te voy a…

-si quieres al menos tener unos cinco minutos de mi atención – el ojiverde advirtió con seriedad – no te atrevas a insultarme nunca más

-hago lo que quiero

-pues bien… no perderé mi tiempo – sonrió antes de darse vuelta y saludar con su mano a un recién llegado, dirigiéndose a una mesa reservada y atendiendo al cliente. Lambo estaba ignorando por completo a un azabache que con una venita saltando su cuello iba a explotar en tres segundos  

-qué pena – se burlaba I-pin – usted mismo se condenó a ser ignorado

-quieres problemas niña, apártate o acabaré con todo tu arsenal de inútiles guardaespaldas y me llevaré a la vaca estúpida

-Reborn-san, haga las cosas correctamente o Lambo jamás aceptará verlo – sonrió I-pin acomodando su cabello y tomando una de las copas de licor que un trabajador llevaba – aunque pensándolo bien… mejor  haga un escándalo y Lambo se alejará solo, eso me conviene y me ahorra trabajo – sonrió cediéndole el paso

-así que quieres apartarme… pues supongo que estos cinco años de supuestos o falsos destinos son cosa tuya

-¡bravo!… ganó la lotería – reía I-pin, obviamente ella hizo todo eso para proteger a su hermano

 

Reborn se hubiera quedado charlando pero claro, eso sería darle gusto a la mocosa de cabello negro. Así que mejor pidió a un doncel de compañía, una botella de alcohol, tomó asiento y se quedó allí, vigilando, viendo como Lambo se desenvolvía en ese campo laboral. Se aguantó todas las ansias asesinas que le carcomían el alma, pues cinco años… ¡cinco putos años! de seguir a un ratón de ojos verdes le traían este resultado, verlo al fin. Jamás en su vida aceptaría que estaba más contento que en cualquier ocasión en toda su existencia, saltaría en un solo pie, reiría de forma natural y le daría dinero a los pobres, pero claro… eso sería exagerar y antinatural para él, así que solo se quedó allí, sonriendo al ver que Lambo se negaba a que un cliente se le acercara mucho.

Reborn estaba feliz, mucho a decir verdad, pero también estaba molesto y es que SU mocoso, el chiquillo que le robó la atención y los sueños eróticos, coqueteaba con los hombres en la mesa que atendía. Lambo sonreía como colegiala, guiñaba un ojo de vez en cuando, bebía con ellos y demás… Reborn gruñía furioso… ¡Lambo debería hacer esas cosas con él y solo con él, con nadie más! todas esas expresiones le pertenecían, todo Lambo era suyo, todo ese mocoso debía estar solo para él, a su disposición. El acompañante en su mesa estaba tenso pues suponía que el aura que emitía no era la mejor, pero solo quería a alguien que le llenara la copa y le sonriera, para matar el tiempo y no aburrirse porque de ahí no se iba a ir hasta que el mocoso hablara con él, así que… ya iba con la cuarta botella cuando vio que los clientes del ojiverde se despedían dejando un par de regalos en lindos paquetes con un moño cursi que Lambo aceptaba con una sonrisa pero nada más, sin acercamientos, sin besos de despedida, una reverencia respetuosa y ya… esos tipos deberían estar locos como para pagar solo por admirar a ese… ¿cómo lo llamaban? ¿Ángel-sama? ¡Qué ridículo sonaba!… aunque, ¿a quién engañaba? Lambo era bello, a pesar de que ahora tenía 26 años, no perdía ese encanto juvenil. A pesar de toda la porquería que Lambo pasó, era lindo y amable, atractivo y de una figura delicada acentuada por la vestimenta tradicional que usaba. El pervertido tenía razón… ese trasero tentaba a cualquiera para que lo  apretaran con fuerza… y eso le recordó que… ¡debió salir detrás del maldito que se atrevió a tocar a SU LAMBO! partirle la cara hasta deformarlo, pero eso no importaba ahora

 

-podrías dejar de mirarme, es estresante – se quejó Lambo cuando pasó junto al azabache de patillas

-¿cinco años y eso me dices?

-sígueme – fue la única orden que Lambo dio y por única vez Reborn obedeció sin rechistar, como si un buen cachorrito fuera

-Lambo, no quiero que hables con este hombre – le interrumpió el paso I-pin

-tranquila, solo serán cinco minuto – sonrió con amabilidad, entendía la preocupación de su hermana

 

Y Reborn sonrió altanero antes una molesta I-pin, quien parecía no negarse a las palabras de Lambo y simplemente obedecía. ¿Qué poder tenía Lambo sobre los demás?... Reborn caminó viendo cada paso grácil que el ojiverde daba, disfrutando del movimiento de ese trasero firme que apenas era opacado por la tela abundante, esa belleza no se perdió con los años. Caminaron por el lugar hasta las escaleras y subió en silencio, lo seguía porque sabía que alterarse solo lo llevaría al fracaso, pero Lambo parecía no querer decir nada cuando ingresó al segundo piso en donde mesas grandes acunaban a un grupo de empresarios que festejaban en privado, el tercer piso era su destino. Lambo al fin le iba a hablar pues se puso frente a frente pero claro… otro imbécil tenía que interferir. Un chico joven de buen porte y elegancia, bien uniformado, traje intacto y demás, quien se acercó a Lambo susurrándole no sé qué, pero el rostro de Lambo se deformó en una  mueca de preocupación que no le gustó nada

 

-¿ya se lo dijiste a I-pin?

-sí, Lambo-sama… ¿debo decirle algo más?

-bien, dile que Haru ya llamó al médico, iré de inmediato y si quiere ella me puede seguir

-claro, iré de inmediato

 

Reborn quiso protestar y demás, pero Lambo simplemente le dio orden de esperar y no tuvo tiempo de reclamar cuando lo vio desaparecer detrás de una puerta. Furioso era poco, Reborn estaba indignado por ese trato pero se mordió el labio y esperó, tan solo cinco o diez después el ojiverde salía en ropa casual, jeans, camisa de machas de vaca y sin maquillaje ni nada, simple, como lo era de más joven y aun así se veía atractivo, ¿o solo era el efecto de no verlo desde hace años? De todas formas lo siguió fuera del local, sin decirse nada y ya se estaba cansando… ¡que puta broma era esa!

 

-si quieres explicaciones sígueme – sonrió Lambo al ver el enfado de su antiguo amante y sin más se metió a un auto que acababa de llegar

-mocoso – gruñó en extremo enfadado pero aun así acató la orden. Lambo iba a pagar caro  por tratarlo como un perrito faldero, ¡vida jodida!

 

Lo que tenía que hacer para tener al chiquillo de nuevo en su cama, en su vida, en su casa, en su corazón le iba a costar. No quería aceptar que amaba a ese chiquillo, que lo buscaba con desesperación, no lo diría en voz alta pero sus acciones eran lo suficientemente claras, ¿o no? Pues no iba a hacer más claro que eso, así que se joda el mundo, de sus labios no saldrían un montón de boberías inútiles y cursis, solo acciones ¡por dios, no entendían sus intenciones! Así que tomando el primer taxi, porque dejó su auto en el aparcamiento del hotel, siguió al auto lujoso que usaba Lambo, cabe decir que le gustó ese detalle, un fino detalle brillante, un auto hermoso y de clase.

Al extremo de la zona roja seguían conduciendo, el ojinegro se alivió pues salieron de esa zona asquerosamente chillona. Entonces analizó lo dicho por Lambo en voz alta, un médico, tal vez alguien de su familia se enfermó, Tsuna o esa mujer que se llamaba Haru, quien sabe. Así que… ¿iban a casa del mocoso? Eso sería excelente, una referencia de a dónde ir después, además que obtendría  algunas explicaciones del caso. Ingresaron a la zona residencial, en el centro de todo, un edificio no muy alto, sencillo, no muy lujoso, perfecto para el mocoso y hasta para I-pin. Se bajó para seguir a Lambo, quien en silencio dejaba a sus guardaespaldas en la planta baja y subía con Reborn en el ascensor, sin decir nada, simplemente mirando como los numeritos cambiaban hasta llegar al quinto piso y bajar de ese cubículo

 

-¿hasta cuándo vas a fingir que te cortaron la lengua?

-Cállate y mantente callado mientras entramos a mi casa, solo te bastará mirar un poco para deducir todo – habló con serenidad mientras iba hasta la puerta y tocaba el timbre

-me las pagarás

-no me amenaces o te arrojo fuera de mi edificio – amenazó Lambo sin rastro de duda

-¿qué te pasó? – estaba admirado, esa falta de emociones en esos ojos era extraña

-¿en serio no lo sabes? – dijo antes de ver a quien le abría la puerta. Un alto hombre de cabello negro, con ojos azulados sonreía como bienvenida y Reborn quiso matarlo cuando Lambo abrazó a quien lo recibió y charló cosas a susurros – bien… Reborn quédate atrás, solo observa y no hables, esto es asunto mío y agradece que te doy la oportunidad de entrar a mi hogar

 

 

Reborn aceptó, no podía creer que hasta ese momento había aceptado todo sin rechistar, pero bueno. Al entrar a esa casa-departamento lo entendió, un pasillo un poco largo lo llevó a una sala amplia, era un pent-house, una cocina bien equipada, un comedor bien cuidado, un pasillo que mostraba varias puertas, unas escaleras hacia un segundo piso, simplemente hermoso y elegante. Dos familias de clase media podrían vivir allí con comodidades necesarias. Cuadros en los muebles, no distinguía a las personas pues eran muchas en los retratos, algunas fotografías estaban solo Lambo y Tsuna, otras I-pin y los niños y demás.

 

 

-¡oto-chan! – esa voz era inconfundible, era Fuuta quien ahora con unos 10 años se mostraba todo maduro y vivaz – que bueno que llegaste – se abalanzó a Lambo como cuando era pequeño, eso no había cambiado – Fon esta con el doctor ahora, ¡vamos!

-ya voy – sonrió el ojiverde – pero tranquilo, seguro Haru está con él, pero Fuuta corrió escaleras arriba con desesperación

-¡papi! – esa voz impresionó a Reborn quien alejado, cerca de la entrada, admiraba como el azabache desconocido para él, entraba como en su casa e iba a la planta alta para perderse por el pasillo y a la vez veía una sombrita correr con prisa salida de no sé dónde – ¡llegaste!

-Muku-chan – sonreía Lambo cargando al pequeño que se lanzaba a sus brazos, besó la mejilla del niño, quien feliz se abrazaba al mayor – ¿te portaste bien?

-sí, ayudé a oka-chan a cuidar de Fon cuando se sintió mal – hablaba contento como cualquier infante que bordeaba los cinco años. Reborn se quedó quieto mirando al chiquillo… cabello azulado, heterocromía, un iris azul y el otro rojo, el peinado… el peinado que asemejaba al que usaba Daemon excepto que este tenía el cabello partido en zigzag y asemejaba a una piña… ¿eso era la razón por la que Lambo huyó?

-¿y Kazuya? – sonrió Lambo ya subiendo las escaleras con el pequeño en brazos

-está arriba con oto-chan – y Reborn ahora estaba confundido… ¿papi? ¿oto-chan? ¿oka-chan?... con curiosidad subió, se dio cuenta que el azabache que respondía al nombre de Ugetsu, lo seguía para vigilarlo con disimulo… ¡pero al diablo! ¡Quería saber que sucedía en esa casa!

-gracias al cielo que llegaste – Tsuna salió de una de las puertas, se veía preocupado y alterado – Fon quiere verte, no se queda tranquilo – Lambo, después de saludar y platicar un poco, dejó al niño en el suelo quien se aferró a la mano de Tsuna, el ojiverde desapareció en una habitación y….

-¿quién es usted? – el pequeño Mukuro se fijó en el hombre  y Tsuna se tensó al verlo, apenas y se dio cuenta del invitado – ¿es amigo de papi?

-Mukuro, ve adentro, averigua que tiene Fon y me cuentas – Tsuna envió al pequeño dentro de la habitación y con una sonrisa el peliazul se fue sin decir nada – ¿qué hace aquí? – ese castaño… sí que se veía diferente, más duro y sin rastro de fragilidad, y con una cabellera larga como la de Lambo… ¿se pusieron de acuerdo, o qué?... aunque el castaño solo tenía una porción de cabello largo, asemejando a una coleta larga, lo que conservaba todo ese estilo revoltoso intacto

-Lambo me trajo, y ya entiendo las cosas que quería saber – dijo mirando por donde el niño desapareció – es hijo de Daemon

-aléjese, manténgase al margen – habló el castaño con seriedad, ni rastro de la amabilidad de antes – lo quiero lejos de mi familia

-no me ordenas nada, chiquillo

-¡oto-chan! – un niño salió de la misma habitación y se aferró a la mano de Tsuna – vamos, oka-chan dice que el médico ya sabe qué tiene Fon – la voz calmada, los ojos chocolate y los negros cabellos… ¿Y ese?

 

Reborn se confundió, pero bueno, no sabía el pasado de los Tonakai, así que pudo parecerse a algún antepasado, ¡pero lo importante era seguirlo y averiguar más! Al ver como el pequeño tiraba de Tsuna para entrar a la habitación, los siguió. Vio a una mujer castaña quien acogía a Mukuro en sus brazos, a Lambo sosteniendo a un Fon de 7 años con las mejillas rojas entre sus brazos, sentado en su regazo, a Tsuna cargando al pequeño de nombre Kazuya. I-pin llegó poco después uniéndose a todos y abrazando a Fuuta entre sus brazos a expectativa de lo que decía el médico. El pronóstico fue simple, una infección en la garganta que necesitaría reposo y medicamento, una familia feliz y un pequeño que sonreía al ser besado por Lambo… ¿era raro tener celos de ese pequeño? Reborn también quería tener a Lambo cerca de él… aunque por otras razones. Todo fue como una de esas películas llenas de amor familiar y demás, felices noticias, cosas sin sentido, recetas, despedir al médico y… después ver a Lambo dejar a la familia para acercársele. Reborn de nuevo fue impedido de hablar y al final fuer guiado a la sala y escuchó…

 

 

-ya te habrás imaginado cómo fueron las cosas, así que ahora vete

-no jodas Lambo, tenemos que hablar

-es la única explicación que daré – dijo sin duda alguna

-Lambo, no seas infantil, te he buscado cinco malditos años y…

-y nada – habló Lambo – ahora soy yo el que te abandonó, no te quejes y vete

-no me iré – bien, ya aguantó mucho, era hora de poner al mocoso en su lugar

-Asari, por favor – Lambo ni siquiera miró al azabache de patillas y subió al segundo piso

 

 

Reborn sintió el cañón de un arma en su frente, gruñó e iba a responder pero sintió el filo de una espada en su costado, no vio al otro azabache de ojos avellanas que estaba a su lado “es mejor que se vaya en silencio, si los niños se enteran créame que Lambo-sama no le hablará jamás” discutió un rato pero al final accedió a irse, pues ellos tenían razón. Reborn conocía  lo cabeza dura que era su mocoso, debía ir con calma y después triunfaría, pero por ahora quedaría allí, ya sabía dónde vivía y trabajaba, algo haría, por ahora… debía calmarse

 

 

El conflicto interno…

 

 

 

Cierto azabache esperaba como todos los jueves la confirmación de su cita en el fin de semana. Una llamada que como siempre no pasaba más allá de una confirmación, pero esa voz… la esperaba con ansiedad, solo escucharlo le traía paz, porque esa voz… le pertenecía a la persona que buscó con empeño pero a la que no podía acercarse más

 

-mañana a las 8, ya sabes las condiciones –

-Tsuna…

-soy Sawada-san para ti – la seriedad en esa voz lastimaba, pero…

-esperaré – dijo y escuchó el tono que denotaba que el otro le colgó

 

Hibari no protestó, no podía porque él mismo fue quien se ganó ese trato. Cometió un error enorme, tal vez para cualquiera que escuchara pensaría que no fue nada y es perdonable pero no… Tsuna era especial y lo que le hizo, era imperdonable, por eso no decía nada y aceptó cada condición cuando se enteró de eso. Es más… debería sentirse agradecido de que al menos podía ver a su hijo

 

 

Flashback

La segunda vez…

 

 

Los meses después de invadir la mansión de los Tonakai pasaron y Hibari estaba desesperado. Había visto a Tsuna solo una vez después de eso y se ganó el odio del castaño por su imprudencia, después de verlo con aquella barriguita… era un idiota y se lo recriminaba. Ahora lo estaba buscando como loco, pero no había rastro, la vez anterior fue el propio castaño quien lo buscó ¿y ahora?... ¿qué iba a hacer si Tsuna nunca más lo buscaba de nuevo?

Se iba a volver loco si no lo encontraba, los meses pasaban, las cosas se ponían peor, quería verlo, quería pedirle disculpas por ser tan impulsivo en esa ocasión y… se odiaba a sí mismo. Estaba volviéndose loco e iba a hacer tonterías pero su luz llegó. Un mensajero tocó su puerta literalmente, pues estaba en un hotel en no sé qué ciudad en donde estaba buscando rastros y alguien llegó. Un muchacho de cabello plateado que fumaba un cigarrillo, tenía cadenas y anillos de plata, usaba ropa un poco gótica y se veía rudo. Pero claro, él era Hibari Kyoya y lo iba a morder hasta la muerte por el simple hecho de interrumpir sus depresivos pensamientos pero…

 

 

-Tsunayoshi-sama me mandó – eso bastó como para detenerlo instantáneamente – dijo que quiere verlo en esta dirección, a esa fecha y a esa hora, si llega tarde… se puede ir al infierno

-mocoso atrevido – gruñó

-yo solo cumplo órdenes, friki de las peleas

-¿quién eres?

-un fiel a Tsunayoshi-sama – fue lo que el muchacho dijo antes de tirarle el papelito e irse – y no se olvide de ir solo, cualquier fallo y Tsunayoshi-sama ordenará que le pateemos el trasero

 

 

Kyoya se olvidó del muchachito problemático y recogió el papel, era la letra de su castaño, una dirección, una hora. Dos días de espera y casi podía sonreír, de no ser porque sabía que no sería un encuentro agradable, además… ¿lo perdonaría? ¿O solo sería una cita para mandarle al demonio y que se joda la puta vida? Sea como fuere, era una oportunidad única que no desaprovecharía.

Estuvo media hora antes de lo acordado, era un restaurante que estaba cerrado, no había nadie y se quedó fuera del lugar vigilando, quería ver que alguien ingresara. Kusakabe lo acompañaba pero obviamente iba a entrar solo, no quería intrusos en esa plática. A la hora exacta el mismo chico que le entregó la nota apareció detrás de la puerta de vidrio y cambió el letrero de cerrado por uno que recitaba las palabras “friki de las peleas”. Kyoya frunció su ceño disgustado al ver la sonrisa burlona de ese muchacho que…. ¿Cómo demonios entró? ¿Llegó antes que él? Pero ni corto ni perezoso ingresó. Kusakabe se quedó fuera con dos hombres más por si algo pasaba

 

 

-puntual, al menos eso me anima – esa voz resonó en el vacío restaurante. Un castaño estaba sentado en la única mesa en el segundo piso del lugar, tenía una copa de vino en las manos de la cual no bebía, solo la removía con distracción

-Tsuna…

-soy Sawada Tsunayoshi para ti – ni siquiera lo miró, seguía en su entretenimiento

-¿por qué actúas así? – Kyoya reclamó pero su voz no tenía la potencia de un reclamo, simplemente fue seco. Se quedó admirando al castaño que llevaba un pantalón negro y una camisa blanca, una corbata de tono naranja adornaba el aspecto del muchacho del que se enamoró y que ahora ni siquiera lo miraba – Tsuna yo…

-vuelve a llamarme Tsuna y me iré – amenazó mirándolo por primera vez, pero esa mirada ya no era dulce ni comprensiva, ya no era brillante, no tenía rastro de la ingenuidad que antes tenía – soy Sawada-san para usted… segundo Inagakai, Hibari Kyoya – hizo una seña para que el azabache se sentara y el mayor se sintió como un idiota

-perdón – fue lo único que dijo admirando como el ceño de Tsuna se fruncía notablemente y chasqueaba su lengua – yo fui un idiota y…

-poco me importa – levantó su voz mientras dejaba la copa en medio de la mesa de madera fina – siéntate de una buena vez y cállate – gruñó

-¿te vas a seguir portando como algo que no eres? – se acercó con rapidez y golpeó la mesa, el castaño estaba tranquilo, como si no pasara nada – Tsu… - pero se calló al escuchar varias balas colocarse en la sección correcta en diferentes armas

-tranquilos, dejen al Inagakai enfurecerse… ¡que muestre su verdadera forma! – dijo Tsuna con su rostro sin expresión y allí Kyoya se dio cuenta, eran tres hombres, uno en un agujero en el techo, uno por las escaleras de subida y un último salido de una de las puertas del lugar. Estaba tan centrado en Tsuna que olvidó lo básico – sigue así y nunca me volverás a ver Hibari-san – gruñó Tsuna apuntando una silla con su dedo – ahora siéntate

-hum – no dijo nada y se quedó mirando al castaño pero el otro simplemente se quedó callado mirándolo. Los hombres que le apuntaban desaparecieron – ¿de qué quieres hablar? porque supongo que mis disculpas no las aceptarás

-lo que me hiciste hace meses… quedó atrás – Tsuna al fin habló, se veía dolido y Kyoya no lo culpaba – es otra cosa, es algo que te concierne

-¿qué es?

-podrás ver a tu hijo si cumples con las siguientes condiciones – Tsuna respiró profundo antes de seguir – primero…

-espera… ¿hijo? ¿Qué hijo?

-su nombre es Kazuya – Tsuna lo miró con seriedad – cumplió cuatro meses ayer, anota todo porque no pienso repetirlo

-ese hijo es tuyo y de ese maldito de G

-¡es mío! – Tsuna tiró la copa lejos y miró a Kyoya – y tuyo… – su mirada se llenó de rabia – aunque no te guste, es problema tuyo si me crees o no – dictaminó

-mi hijo… nuestro hijo – susurró sin creérselo, pero sabía que la mirada de Tsuna no reflejaba mentira – pero… tú mismo me dijiste que era hijo del…

-olvidé que me creías una puta… esas fueron tus palabras, ¿no es cierto? – dijo con rabia mientras se acomodaba el cabello – poco me importa, pero no te quitaré el derecho de convivir con tu hijo

-¡me mentiste! – reclamó el azabache con indignación – ¡debiste decírmelo! Eso habría evitado muchas cosas y…

-… - Tsuna sacó una fotografía reciente y la colocó en medio de la mesa – ¿dime si no es tu hijo? – el pequeño tenia los cabellos negros, era obvio de quien heredó eso – sabes… no digas nada, problema tuyo si no me crees

-mi hijo – Kyoya sonrió al ver la foto, un bebé que dormía en una cuna blanca en totalidad, tomó la fotografía en sus manos con emoción, olvidando todo lo referente al problema que le carcomía el cerebro – pero…

-ya me cansé – gruñó Tsuna – ¿crees que los jueguitos de “se me olvidó la protección… no pasa nada… nos casaremos” y bla bla, bla no tuvieron consecuencias? Luché mucho por proteger este hijo así que…

-quiero verlo ahora

-tu no me ordenas nada – bufó molesto – mi Kazuya es pequeño, es mío y tú… solo lo verás bajo mis condiciones

-Tsunayoshi basta de juegos, tenemos un hijo y…

-primero – Tsuna levantó su voz y Kyoya calló porque este asunto le interesaba – lo quiero a salvo, puede morirse medio Japón pero mi hijo no debe tener ni un solo rasguño. Segundo, alguien de mi confianza irá a dejar a mi niño hasta tu mansión, se quedará vigilando de lejos y te dará tu espacio, solo estará allí para alimentarlo, cambiarlo y demás… no quiero que ninguna de tus putas sirvientas lo toque, solo tú que eres su padre, o tu hermano que es su tío, nadie más

-¿no confías en mí?

-no – dijo cortante – yo decido cuando lo ves y por cuanto tiempo, yo decido si puedes salir de la mansión con mi hijo o no

-¿es todo? – accedió con tranquilidad

-no usarás a mi hijo para acercarte a mí – dijo mirándolo directamente prediciendo ese asunto – ese juego no te va a funcionar. Nunca intentarás tocarme de nuevo, no insinuarás nada porque obviamente no quiero ni mirarte por más de una hora

-no seas infantil

-No me busques – dijo ignorando lo dicho por el mayor – no intentes buscarme y saber en dónde demonios vivo, si lo haces me iré… si te veo cerca de mis dominios me llevaré a mi hijo y te mandaré a la mierda. En pocas palabra no quiero ver ni un solo pelo de ti a mi alrededor – veía la furia de Kyoya y sonrió con satisfacción – que feo se siente que te desprecien, ¿no es verdad? Bien… esos son los términos, si quieres este sábado llegará un miembro de mi familia con el niño hasta la puerta de tu mansión – Tsuna se levantó y dio la espalda, ya no tenía más que decir – te llamaré y…

-¡espera! – le importaba una mierda los guardias y agarró al castaño abrazándolo con fuerza, sintiendo en seguida como el cuerpo delgado se estremecía y se negaba a quedarse quieto – Tsuna espera, perdóname… tenemos un hijo, por favor reacciona y quédate a mi lado

-¿rogando? – Tsuna se reía mientras apretaba aquella fría arma en las costillas del azabache – un Hibari rogando – dijo con burla apretando la navaja y logrando que el azabache lo soltara un poco

-Tsuna – sentía el dolor en su costado, y la sangre empezaba a resbalar en gotas pequeñas

-no quiero dejar a mi hijo sin su padre, así que mejor me sueltas – habló con serenidad, pero su voz sonaba profunda y tétrica mientras empezaba a incrustar el metal en la piel haciendo que la sangre brotara un poco más rápido – apártate de una maldita vez – empujó al azabache y levantó la navaja apuntándole al cuello – no me toques, Hibari Kyoya

-no serías capaz – dijo acercándose para él mismo dirigir la daga a su cuello, tomando la muñeca del castaño para que apretara bien el arma

-ya maté a uno, ¿qué mal haría acabar con otro? – sonrió al ver la impresión de los demás – pero mi hijo no me perdonaría, así que…

-a un lado – le dijo al chiquillo de plateada cabellera que le apuntaba desde un costado, se había acercado a paso lento – eso no es asunto tuyo

-suelta a Tsunayohi sama, ¡ahora! – gruñó Hayato y Kyoya vio como los demás apuntaban también – o no será lindo lo que pasará

-no me amenaces niño – dijo pero Tsuna empezó a reírse bajito

-supongo que quieres ver a tu hijo, alguien te lo llevará el sábado a las 10 de la mañana – Tsuna se dio vuelta y se alejó – quietos todos, quiero que Kyoya sufra… darle muerte es ser piadoso y eso… ya es ajeno para nosotros

 

Hibari lo vio desaparecer y poco a poco los demás también, corrió para alcanzarlo pero fue imposible porque le apuntaban mientras el castaño abordaba un auto, lo demás fue predecible. Se quedó solo, viendo a los autos alejarse, con un nudo en la garganta, ansiedad contenida y furia que trataba de controlar

 

 

Fin del flashback

 

 

Aun recordaba cuando vio a su hijo por primera vez, en brazos de alguien que fue como un ángel llegado del cielo, al menos así lo vio porque era la persona menos esperada. Un rubio de ojos azules que asemejaba la apariencia de su castaño amor. Giotto le cedió al pequeño con una sonrisa ese día. Kyoya sonrió al recordar la impresión en Alaude, quien no sabía ni cómo actuar al ver a Giotto en su puerta, tampoco los vio interactuar pues sus ojos solo estaban en ese bultito de cabellos negros que se removía entre sus brazos. Nunca había cuidado de un bebé, pero aprendió ese día, pues su hijo llegó a su vida como una pequeña luz de esperanza.

De ese día solo recuerda las muecas que vio del pequeño en las cuatro horas que le fue permitido verlo, cuando vio a Giotto partir con su hijo… lo siguió, eso era obvio, pero claro… la advertencia de Tsuna fue verdadera. A medio camino fue detenido por al menos diez hombres que le cortaron el paso, Tsuna en la mitad de todos ellos para reclamarle tamaña osadía. Discutieron un buen rato, el castaño estaba furioso porque sus condiciones no fueron respetadas. Se alejó, Tsuna ese día desapareció por un mes entero.

Kyoya aprendió que el castaño cumplía promesas y que no daba segundas oportunidades. Después de aquello lo buscó con desesperación, hasta que se lo encontró en una calle, se interpuso en el camino del castaño y rogó… rogó porque lo dejara ver a su hijo, lo hizo sin importarle que lo vieran porque… era su hijo y de su castaño, era la única cosa que los unía y… fue la primera vez que sus lágrimas le ganaron, sentía desesperación y miedo.

Un Hibari llorando, rogando y temeroso de la respuesta de un castaño que ahora parecía ser otro… fue suficiente como para apelar a una tercera oportunidad. Y ahora… allí estaba, ansioso porque llegara el día de visita para ver a su pequeño Kazuya, cuyos ojos le gustaban pues eran los mismos de Tsuna cuando lo conoció, puros, inocentes, alegres, vivaces. Un pequeño niño amoroso y amable, ese era Kazuya. Pero a partir de ahí solo progresó con su hijo, Tsuna era inalcanzable, ningún progreso o acercamiento y en ocasiones hasta parecía alejarse más

 

 

 

Pretendientes…

 

 

 

Un hombre de finas facciones transitaba por allí, culto, elegante, fuerte, varonil… Ricardo Arcobaleno conocido por ir a cierto club de host llamado “el secreto” y solicitar siempre al “ángel” del lugar. Llegaba en su auto, lo dejaba en la puerta del lugar, iba asolo y los que ahí trabajaban ya lo conocían, así que le daban la mejor mesa, apartada en la planta baja. Le servían el licor de siempre y lo dejaban con al menos dos acompañantes donceles para que la espera no sea tan exasperante y causara algún tipo de molestia o estrés en el cliente exclusivo del lugar

 

 

-hoy ha llegado temprano – Lambo aparecía esta vez con un traje semiformal, ignorando a cada mesa cercana y concentrándose en el cliente que despedía elegancia

-¿no me recibirás como se debe? – frunció su ceño al ver a Lambo sin su hermosa vestimenta tradicional, sin maquillaje y sin nada

-a ti te recibo como me plazca – respondió sentándose como cualquier hombre, dejando su cuerpo libre en el sofá y frunciendo su ceño – ni con amabilidad, ni buena vestimenta, tampoco con una sonrisa

-¿sigues enojado conmigo?

-¿por qué me secuestraste y trataste de sacarme de la prefectura? – dijo irónico mientras tomaba una copa de licor y la bebía – claro que no… disfruté mucho del paseo

-no te enfades, pequeño Lambo – hablaba divertido al ver el enfado del pequeño – vine a disculparme correctamente

-Ricardo-san, puede arrodillarse y lo pensaré, no es la primera vez que me hace esto – miró al mencionado con furia – no es agradable y estoy cansado de su comportamiento. Es un buen cliente, es agradable y culto, lo he atendido con gusto y una sonrisa, pero ahora no lo haré más

-Lambo, sabes que no me puedes rechazar – sonrió con malicia – un problema con un Stracci no te conviene

-ni puta idea – Lambo se puso de pie ante el asombro de todos, pues jamás lo escucharon en esa faceta – pero ya tengo problemas con un Stracci, me vale una mierda si te tengo de enemigo a ti también… ahora vete – ordenó y los hombres encargados de seguridad se prepararon – tiene prohibido entrar a esta prefectura

-no me vas a sacar – sonrió Ricardo sin molestarse por ese comportamiento, es más le gustaba un poco… un salvaje al que dominar – sé bueno y vuelve donde perteneces

-yo no soy un objeto – retó Lambo y Ricardo intentó agarrarlo pero…

 

-él es mío – esa voz hizo que Lambo frunciera el ceño, ¿cuántos idiotas más tenía que aguantar esa noche? – ¿qué haces aquí, Ricardo? – la profundidad de su voz chocó con los oídos del mayor, quien ya tenía unos mechones canosos debido a la edad

-hijo mío – reía Ricardo con burla – ¿qué haces aquí? Y deja de tocar a mi futuro amante – decía pues Reborn abrazaba a Lambo por los hombros como protegiéndolo, sin fijarse que el ojiverde tenía sus puños apretados debido a la furia

-¡amante tus bolas! – gruñó Lambo harto de ver la discusión por saber quién era su dueño – dos Stracci, ¡¿acaso la vida me odia?! – dijo apartándose de Reborn – los quiero fuera de mi negocio, ¡ahora!

-momento vaca estú…

-imbécil – Lambo había lanzado un par de botellas hacia los dos azabaches y los miraba con furia – par de idiotas, se largan, ¡AHORA!

-no me echarás – dijeron Ricardo y Reborn al mismo tiempo

 

 

Lambo tuvo suficiente de eso, así que se dio media vuelta y sus guardias se encargarían de sacarlos, pero claro, hablaba de los Stracci y ellos no se iban a amedrentar. Excepto cuando Lambo volvió con una escopeta y les apuntó, amenazó su integridad física y el bienestar de sus traseros. La fierecilla se mostró esa noche y los demás clientes sabían que no era buena idea quedarse, así que se fueron en silencio. Esa noche el club de acompañantes cerró temprano y fuera de este lugar de confort, dos hombres se veían como queriendo matarse

 

 

-¿qué haces aquí, viejo?

-lo mismo digo, hijo mío –

 

 

Siguieron discutiendo por varios minutos, diciéndose las verdades y algo más. Ricardo aclaró que se llevaría a Lambo con él, porque fue quien intentó comprarlo en el mercado negro desde el principio y mandó a marcarlo con ese tatuaje que se denotaba en el brazo del ojiverde, pero que los Vindice le traicionaron y le quitaron su posesión. Reborn le dijo que él había sido el primer amante de Lambo y se jactaba de ser el dueño de la virginidad del jovencito, además de ser el único en verlo gemir de placer innumerables veces. Discutieron sus vidas, sus deseos, su odio por aquel que dejó a Lambo en custodia como ramera y… Lambo les disparó en los pies para mandarlos al diablo pues el griterío se escuchaba en todos lados. Lo típico en líos amorosos, aunque el invitado de esa noche… no lo era tanto

 

 

-no pensé ver a dos escorias en este lugar, ni a mi bar preferido… cerrado – Ricardo y Reborn regresaron a ver al recién llegado

-¿Xanxus? – dijeron a la par, era una situación tan cómica que no les hacía gracia. Se miraron con odio un segundo después de su habla sincronizada

-son padre e hijo, hasta parece un mal chiste – frunció su ceño y admiró las puertas del club cerradas

-¿qué haces aquí? – refutó Ricardo con furia, esto estaba muy concurrido

-vengo a mi cita con unas buenas piernas – dijo con burla acercándose a tocar la puerta del local

-no te abrirán – dijo Reborn riéndose de la estupidez de su hermano pero

-¡Xanxus! – Tsuna y Lambo salieron a la vez lanzándose a los brazos del pelinegro de cicatrices y dejando a los otros dos con la boca abierta, ¡qué puto universo era ese! – casi se me olvida la cita – reía Tsuna empujando al pelinegro dentro del local

-adiós, bola de idiotas – Lambo sacó su lengua a modo de insulto para el par de azabaches que sin entender nada lo miraban, después azotó la puerta y desapareció

-pensarán cosas raras – se reía Xanxus subiendo las escaleras

-es tu culpa Xanxus – reía Tsuna escuchando los reclamos de afuera, pero obviamente no iban a dejar entrar a ese par de idiotas Stracci

-VOOIIII, tardaste bastardo – esa voz hizo que Lambo se riera con ganas

-ahí están esas bonitas piernas – decía el recién llegado apretando las piernas y el trasero de su amante cuando lo abrazo y cargó al hombro

-jódete jefe bastardo, ¡bájame de una puta vez! – se removía pero no había forma de que lo soltaran

-dejen sus amoríos para su casa – I-pin salió del segundo piso mirando a los cuatro recién llegados – tenemos negocios que tratar, lo demás lo resuelven en su cama y no en mi establecimiento

-entonces acabemos rápido – dijo Xanxus dejando a Squalo en el suelo y sentándose en el sofá a la vez que agarraba la copa ya servida y bebía el alcohol – ¿qué me proponen?

-pensémoslo bien – sonreía Lambo sentándose en frente de la pareja, pues Squalo fue agarrado y sentado en el regazo del pelinegro sin opción a quejarse pues lo entretenían con un buen licor – quiero a Ricardo acabado

-¿venganza por casi violarte? ¿Y comprarte? ¿Y no sé qué cosas más? Basura rencorosa – se reía Xanxus

-¡cállate o no te ayudaremos a derrocarlo! – se quejó I-pin mirándolo con rabia, no habían sido meses muy calmados que digamos – me jode que te parezcas tanto a él

-no es mi culpa – gruñó Xanxus – lo quiero ver lejos de los Stracci, esa familia será mía y mi reina estará a mi lado – se burlaba de un Squalo que intentaba golpearlo

 

Ahí estaba su extraña relación beneficiosa, originada desde que salieron de la mansión de los Tonakai y le debían un pequeño favor anterior a Squalo. Nadie se esperaba que el amante del segundo Stracci los hubiese estado ayudando desde las sombras con gente bajo su mando, así que era una deuda de lealtad que saldar, aunque nunca pidieron esa ayuda desde un principio

 

 

 

Reemplazo…

 

 

 

Reborn quería matar a medio mundo en ese momento. Desde que pasó lo de Xanxus llevaba insistiendo en hablar con Lambo y el mocoso se negaba,  es más… desaparecía cuando lo iba a ver. Según sabía, ni Ricardo tenía la dicha de ver al “ángel” del lugar, a lo mucho llegaba hasta medio sector rojo y lo echaban a patadas, eso le calmaba el mal humor, ¡pero ese no era el punto! Claro que los conflictos empezarían si las cosas seguían así pero al parecer a los Blood Rose les valía muy poco lo que ocasionaran con esos desplantes. Pero ese no era el problema, el principal inconveniente era el mocoso, el maldito mocoso que se escabullía como gusano y en vez del ojiverde estaba una castaña vivaz y alegre de nombre Haru, quien lo atendía cada vez que Lambo se excusaba

 

 

-¿qué relación tienes con el mocoso? – al fin se hartó, eran ya dos semanas, ¡dos putas semanas!

-¡hahi!… es mi cuñado – sonrió divertida al ver el ceño fruncido del azabache, tal vez algunos años atrás se hubiese ido corriendo por el miedo pero ahora… después de tantos problemas que enfrentar, después de tantas desdichas con los enemigos y demás… aprendió a enfrentar todo con calma y diversión

-no bromees, mujer idiota – todos en esa familia eran unos seres molestos y que interferían en sus planes, quería ahorcarlos en manada

-bueno… si va a tratarme así creo que deberé echarlo del establecimiento – dijo con calma pero su aura denotaba furia – o vetarlo del distrito, depende de Tsuna

-no te atrevas mocosa, a menos que quieras que una guerra doble empiece. Ricardo y yo contra ustedes, un mar de sangre y…

-no me amenace señor Arcobaleno – dijo Haru con seriedad – este es mi dominio, este es mi reino – susurró – no le conviene que yo me enfade, se lo aseguro

-a quien le tendría un poquito de cuidado es a Lambo, a ti no

-que divertido – sonrió la chica bebiendo su último trago – ¿me pregunto qué pasará si Tsuna o I-pin se enteran de que usted ha estado amenazando a la gente de los alrededores para que le dijeran información sobre Lambo?… yo de usted me prevengo

-estás jugando con fuego niña

-disculpe Reborn-san, pero yo no soy el ángel de la familia, sufrí menos que ellos, pero soy tan fuerte como cualquiera que ha vivido los horrores de este mundo – lo miró con seriedad – usted deme una excusa y yo… pues tomaré medidas

-¿cómo qué? – nunca en su vida se enfureció tanto, ¿qué creían que era?… ¿un tipo cualquiera?

-pues… quién sabe – se acercó al azabache como a cualquier otro cliente y susurró – arruinar su transporte para cierto cargamento de armas a la frontera con la prefectura ocho en el sur. Colonello es bastante precavido… pero yo tengo mis fuentes.

-jugar con los negocios de otros es poner las manos al fuego con ganas de entrar al infierno – reclamó sin inmutarse, pero sorprendido porque se suponía que ese negocio estaba bien camuflado

-pues usted no hará nada porque Lambo jamás se lo perdonaría, es más… puedo decirle algunas cosas que sé y Lambo se negaría a verlo… se negaría a dejarlo entrar en la prefectura… se negaría a ir a una cita que está pactada para dentro de un mes – sonrió Haru mostrando un papelito

-mientes – la miró con desconfianza, obvio no iba  a caer en ese juego

-¡hahi!... yo no miento, esta es su letra – sonrió Haru acercándole el papelito, el cual Reborn reconoció en seguida e intentó agarrarlo, pero la chica fue más rápida – bien, pero retrasaré la cita – sonrió la castaña – usted me ha tratado del asco y yo fui gentil… esto… es mi pequeñita venganza

-espera – la agarró del brazo y la acercó – pacta esa puta cita para dentro de dos días

-creo que no – esa voz hizo que Reborn soltara a la muchacha y mirara al frente – ya vi lo que tenía que ver, Reborn

-al fin te apareces – se levantó de inmediato e intentó agarrarlo pero…

-iba a hablar contigo hoy – sonrió el ojiverde – pero no me gusta tu actitud con mi familia, así que… bueno, para otra será – y sin decir más se fue… ¡mocoso del demonio!

 

 

Obviamente Reborn lo siguió, armó escándalo, gritó cosas y terminó siendo amenazado por todos los empleados que portaban cuchillos como la última vez. Un par de armas le apuntaban, un castaño se reía al ver la escena y al final… por amenaza del propio Lambo abandonó el lugar. No era bueno atacar al rey en su reino, ofenderlo era como condena de muerte y no sé qué cosas, ese día lo aprendió… además entendió que Lambo solo lo estaba probando, jugando y que terminaría cediendo si se portaba bien… así que aguantaría… ¡al diablo! ¡No se iba a aguantar nada! Caminó por los lugares cercanos al club de acompañantes, buscó una entrada pero no fue fácil, es más, lo descubrieron en un intento vano de entrar por la parte trasera. Le impidieron la entrada en locales cercanos que usaría como puente para infiltrarse en “el secreto” y demás. Así que… al final la advertencia estaba clara, o esperaba… o esperaba, ¡Lambo la iba a pagar caro!

Furioso como estaba se puso a pensar en la vida, en la jodida vida que arruinó hace ¿cuánto? ¿Cómo once años? ¿Más o menos? Le importaba muy poco, lo único que quería esa noche era un licor tan tóxico para que le amortiguara la furia que sentía. Se metió en un bar, uno que parecía lujoso, se sentó en la barra, pidió lo más fuerte y caro que hubiese. Se quedó allí bebiendo y devorando los bocadillos salados, maldijo entre dientes durante mucho tiempo, hasta le daba pereza ver la hora… en momentos como este desearía no tener tanta tolerancia al alcohol, pues solo estaba aceptablemente mareado y eso no le satisfacía en nada

 

 

-un gusto verlo, Reborn-san – y llegó quien menos quería ver, aunque se lo topaba muchas veces por las calles porque el gusano de Lampo trabajaba en ese sector permanentemente – parece que no fue un buen día para usted

-vete Lampo, o soy capaz de desquitar mi furia contigo

-querido – sonreía el ojiazul llamando la atención del bar tender – dame una copa, la de siempre, gracias – y entre sonrisas era atendido con la mayor de las sonrisas. Reborn se sorprendió la primera vez, pero ahora sabía que el idiota tenía paso libre en los bares y demás, porque se le descontaba de su sueldo a fin de mes… que puto trámite sería ese

-una puta con barra libre – se burló mientras consumía el resto de su botella

-adivinaré… Lambo te sacó a patadas de su local porque trataste mal a algún miembro de su enorme familia – sonreía el ojiazul al ver la molestia del azabache de patillas – así que fue eso, le diré una cosa… eso sucede a menudo, muchos fueron vetados por eso… aunque me sorprende que Lambo aguantara a Ricardo tanto tiempo, después de todo lo que le hizo

-¿qué sabes de eso? – dijo observando como el ojiazul traía puesto ropa ajustada al cuerpo, un pantalón de cuero y una camisa blanca pegada con sugerencia

-yo hice los trabajitos para Ricardo – sonrió al ver el interés de Reborn – el tatuaje yo lo supervisé. Ricardo me pagó bien por aquel trámite… ya debes saberlo, Ricardo estaba tratando de comprar a Lambo hace años. Y su obsesión ha llegado a extremos, le ha propuesto matrimonio unas tres veces, llega con regalos lujosos, coquetea como perro en celo. Le ha mandado mano unas cuatro veces y siempre termina en escándalo – mientras más decía Lampo… Reborn más furioso se ponía – hasta hay rumores que una vez se acostaron porque Lambo quería que lo dejase en paz… aunque claro, Ricardo es un Stracci y tú eres su hijo, debes saber que no se rinde fácil y le gusta tener bajo su dominio a lo que él considere suyo

-mataré al hijo de puta – gruñó dejando todo allí y saliendo a paso rápido. Su mente estaba cargada de frustración, estrés, rabia, planes macabros pero sobre todos… rabia

-si quiere saber más… charlemos en otra ocasión – sonreía despidiéndose y siguiendo su camino pero… nunca se esperó lo siguiente

-me desquitaré contigo hoy – le tomó cinco segundos tramitar esa idea, poco le importaba las consecuencias… ¡ahora solo quería mandar al diablo a todo el mundo y desquitarse con algo!

-¡hey! ¿Qué te pasa?... no seas brusco – se quejó el ojiazul cuando fue arrastrado – maldición, ¿qué pretendes? Tengo un cliente en media hora, déjame en paz Stracci de mierda

-¡te callas! – lo tomó de los hombros y lo zarandeó un poco – hoy vienes conmigo… cierras el pico y te comportas

-si quiere información solo invíteme una copa, pero otro día – se zafó del agarre y sonrió – hoy tengo otras cosas que hacer. Maldición, me dejará marcas y eso no es bueno… la política es tratar bien a la mercancía

-bien, ¿cuánto cuestas?… te dije que hoy estarás a mi disposición

-hum… ¿reemplazo? – Lampo se reía bajito al ver la expresión de Reborn – ¿es en serio?... ¿tanto te afectó el rechazo de mi hermanito?

-el sexo frena el estrés, servirás por ahora – habló con seriedad tomando la quijada del ojizaul y levantándolo – ¿No me dijiste que actuarías como mi mocoso para mi disfrute?

-¿debo llamarte sensei? – bromeó al sentir que las cosas iban en serio. Jamás desaprovecharía algo así… Reborn era como la manzana prohibida para él y bueno… eso le gustaba – ¿y mirarte inocentemente como lo hacía Lambo? – sonrió con inocencia, se iba a divertir esa noche, ¡al diablo con su cliente! Esto era mil veces mejor

-tus ojos me molestan – dijo frunciendo el ceño, de verdad que el parecido era increíble, se iba a desquitar con ese reemplazo

-me conservo bien, no se preocupe, aparte de mis ojos nada más es distinto a su pequeño Lambo… tengo que complacer a mis clientes predilectos después de todo – dijo con tono sensual, poco le importaba el castigo… venganza, es venganza, iba a restregarle en la cara a Lambo que Reborn fue suyo también

-jamás serás como él… solo eres una puta sin gracia – y a pesar de eso… iba a llevárselo a la cama, ¿estaba loco? No… solo estaba despechado, un poquito

-¿y me quiere follar como si fuera su pequeño mocoso? – Lampo sonrió con malicia – no hay problema… ya he sido reemplazo de Lambo muchas veces, todos lo quieren en su cama – encendió a la fiera, de eso estaba seguro… ¡se iba a reír en la cara de todos los reyes!

 

 

Lampo dejó de quejarse, sabía que no iba a ser tratado como a una joya pero no le importaba, un Stracci era un Stracci… si se parecía a Ricardo sería bastante interesante. Fue ingresado en el primer hotel de la calle, al menos era uno de lujo y bastante agradable, después fue arrojado en la cama con brusquedad y sin poder siquiera asimilarlo, tenía al otro encima de su cuerpo besándolo como si no hubiese mañana, ¡pero que fogosidad era esa!... La única orden que recibió fue “no me mires con esos asquerosos ojos tuyos”  sonrió, de verdad que la situación le daba risa. Hace tiempo que aprendió ese oficio, mejor dicho que le obligaron a aprender ese oficio, así que sabía cómo actuar, recatado al principio, como si de un adolescente se tratase. Corresponder torpemente a los besos del Stracci que le mordía con brusquedad, dejarlo fantasear con la otra persona y escuchar el nombre de Lambo susurrado en su oído.

Sentía esas manos quitándole la tela que lo cubría, gimió sinceramente al sentir aquellos dedos fríos tocar su piel, joder que sabía dónde tocar, ¿eso le gustaba a Lambo? Pues su hermanito era muy idiota al dejar escapar a un hombre así. Cerró sus ojos para no molestar a su “dueño” esa noche, susurró el nombre del contrario con dulzura, como lo haría cualquier amante ingenuo, se estremeció cuando quedó totalmente desnudo... wow eso era desesperación. No supo cómo demonios se perdió entre las sensaciones y hasta le daba rabia saber que ese hombre le hacía el amor pensando en otro… porque en ocasiones era demasiado delicado al tocarlo. Pero cometió un error y fue verlo directamente a los ojos, pues encendió la furia en el mayor, “te dije que no me miraras con esos ojos” sintió un escalofrío al ver esos ojos negros llenos de rabia y resentimiento, frustración y algo más que no reconoció. Fue ahí donde la dulzura se acabó, sus manos fueron atadas en la cabecera de la cama hasta que le dolieron, se quejó pero aun así no hubo compasión. Las mordidas en su piel dolieron y le hicieron gemir en una mezcla entre el placer y el pánico pues sentía la fuerza de aquellas manos apretando sus piernas.

Se estremecía ante el tacto, cerró sus ojos cuando sintió como se ponía entre sus piernas… no lo preparó, era obvio pues lo hizo enfadar y mató el encanto de momento. Lo vio usar un condón y escuchó un ronco “no se con cuantos te acuestas… una zorra es una zorra, no me arriesgaré” esas palabras fueron dichas con tanto rencor que sintió dolor en su pecho. Qué irónico, pensó que ya no le dolía nada. Sintió sus manos desatarse, fue puesto en cuatro y penetrado de una sola vez, dolió horrores y jadeó con fuerza mordiendo las sábanas, sus lágrimas resbalaron y Reborn parecía disfrutarlo. Agarre fuerte, movimientos rápidos… solo era un desahogo y Lampo lo sabía, escuchaba los jadeos del Stracci en su oído, la mordida en su cuello, el susurro de un nombre que no era el suyo, en ese momento lloró… jamás le había dolido tanto ser un reemplazo… ¿qué tenía Lambo para que los hombres lo buscaran insistentemente? ¿Qué tenía esa fiera del demonio que atraía a tantos?

Jadeó al sentir su próstata ser estimulada con fuerza, se arqueó de placer y de dolor a la vez, Reborn no fue amable… Lampo ya no era tratado con amabilidad… solo era sexo y nada más. Debería estar acostumbrado y aun así… sentía envidia, una maldita envidia que crecía desde que tan solo era un niño… Lambo tenía algo especial, Lampo lo supo desde que el más joven  cumplió los diez años. Tal vez por eso era tan hijo de puta con su hermanito, para borrarle ese algo especial que él quería tener. Derramó lágrimas al sentir cercano tu orgasmo, gimió alto al sentir los estremecimientos, escuchó los gruñidos del mayor y se corrió de forma dolorosa pues el otro seguía embistiéndolo con fuerza. Algo se resbaló por sus piernas… dolió, dolió cuando sintió la última estocada y cuando salió de él dejándolo recostado y con la respiración agitada “esto solo es el principio, Lambo” el ojizul lo supo desde el principio, ese hombre era un imbécil como los demás… solo lo buscaban como reemplazo, y así sería siempre… se lo merecía y terminó sonriendo pues al menos… iba a restregarle eso en la cara al ojiverde, le iba a dar lujo de detalles de todo, mentiría un poco pero lo importante era… jugar con las posesiones ajenas… que se joda su querido hermano menor cornudo

 

 

 

Verdad desconocida…

 

 

 

Después de unos días desahogando sus frustraciones con el doble de Lambo, se sentía un poquito más calmado, lo suficiente como para no armar escándalos en “el secreto” y pensar con claridad. Jamás pensó que follarse a Lampo le aliviara las ansias, pero es que era tan parecido a su mocoso que valió la pena… aunque después se sentía una basura peor que Ricardo que se follaba a vírgenes que compraba bajo encargo. Como sea, ojos que no ven… no le afectaba a nadie.

Esa mañana viajó a esa zona, a los dominios de Namimori, iría de visita hasta su antiguo aliado, como medio de amenizar las cosas iría a informarle al Hibari donde estaba cierto castaño conejo que se escabullía muy bien. Quería armar escándalo en Kushiro para tener la oportunidad de ver al mocoso y acordar alguna cita en pocos días, quien sabe y podría chantajear a Tsuna para que todo se volviera un pacto de paz. Algo se le ocurriría al charlar con cierto carnívoro revoltoso, incluso podía volverse el nuevo proveedor de armas en esa familia. El azabache de patillas era un hombre de negocios, improvisaría si es que alguno de sus planes no salía bien

Fue recibido por un Alaude que de cierto modo se veía ansioso, platicó amenamente con él e incluso lo vio relajarse y olvidar cualquier asunto alejado al negocio que estaban tratando. Obviamente los suministros de buena calidad eran tentadores, mucho más cuando los proveedores de esa zona estaban decayendo en buena mercancía, además eran antiguos socios, eso ayudaba a la confirmación de diferentes acuerdos y…

 

 

-hemos llegado – esa voz hizo que Reborn se girara con curiosidad pues su aliado perdió la concentración

-bienvenido – sonreía Alaude disculpándose con el invitado pero el recién llegado tenía prioridad… ¡momento! ¿Alaude podía sonreír? – me alegra que llegaras, Giotto

-me adelanté un poco, lamento interrumpir pero Kazuya se me escapó entre los pasillos – sonreía en forma de disculpa sonrojándose levemente por la mirada de Alaude, una llena de cariño y de comprensión, jamás se acostumbraría a eso… aunque le gustaba

-¡tío Alaude! – el pequeño azabache de mirada chocolate fue reconocido inmediatamente por Reborn que se paró para admirar la escena y dejar que su mente trazara las diferentes hipótesis y llegara a la conclusión final – ¡me alegra verte! ¡Vine hoy para jugar con oto-san y practicar contigo! – decía bajándose de los brazos del rubio de cabello alborotado para lanzarse a los brazos de Alaude, quien contento lo recibió sin reclamo – oto-chan dijo que podía quedarme el fin de semana, ¡hay tiempo!

-es un placer, mi nombre es Giotto Sawada – Giotto con formalidad se presentó al desconocido, quien, con la mirada fija en el niño y en el recién llegado, entendió todo y se enfadó

-ustedes… ese niño estaba en casa de Lambo – dijo con seriedad mirando al rubio heredero de los Yakuza Inagakai – ¿puedes explicarme eso?

-¿conoce a mi hermano? – Giotto se veía confundido por las palabras de ese hombre – mi hermanito Lambo – sonrió explicando – yo soy hermano de Tsuna, y el tío de Kazuya, solo vine a la visita semanal de mi sobrino hacia su padre

-¿padre? – esa información llegaba demasiado rápido a la cabeza de Reborn, claro que sabía todo sobre Tsuna y los antecedentes de este pero todo estaba cuadrando tan armoniosamente que solo pensaba en una sola cosa “traición” – no me digas que ese niño es hijo de…

-sí, Reborn-san… es hijo de Kyoya – explicó Alaude imaginándose las barbaridades que el Arcobaleno ya maquinaba en su mente, aunque no estaba tan errado – y de Tsuna… y si… viene de visita cada semana desde que tiene como unos cinco meses, no recuerdo bien

-creo que llegué en mal momento – dijo Giotto volviendo a cargar al pequeño Kazuya que sin entender el asunto solo miraba todo con tranquilidad – esperaré a Kyoya en la otra habitación, los dejo charlar

-ese hombre tiene patillas raras – Kazuya mató la tensión y se ganó una mala mirada de Reborn – es como el señor del cuento que papi cuenta, un hombre serio de patillas rizadas que adornan un rostro bien pulido, orgulloso y… maldito porque viene desde la infernal Italia –

-cariño… creo que metes leña al fuego – decía Giotto viendo el enfado del tal Reborn, pero a la vez le daba risa lo que el pequeño decía

-pero papi Lambo siempre dice eso… que a pesar de que es malvado es muy bello también y un poco dulce cuando quiere – dijo Kazuya con inocencia y eso reír a Alaude, pues de un momento a otro el azabache de patillas sonrió con gloria

-así que eso dice el mocoso – al menos eso disminuyó su ira

-lo siento… debo retirarme, creo que Kyoya ha llegado – Giotto huyó del tenso ambiente, después preguntaría quién era y porqué ese hombre estaba allí

 

 

Reborn no se quedó allí como imbécil, solo siguió a ese rubio pese a las protestas de Alaude. Vio la escena más cursi que haya pensado en su asquerosa vida, debió ser porque jamás tuvo una buena relación con su padre, no tenía hijos y por eso… ver al mocoso lanzarse a los brazos de Kyoya y que este le sonriera besando las mejillas del pequeño le pareció la mayor asquerosa escena amorosa de su existencia. Bueno no tenía que ser genio como para saber que los Inagakai estuvieron en contacto con los Blood Rose o al menos con Tsuna desde hace varios años… lo que conducía a que se sintiese indignado y traicionado por sus antiguos colegas, ¡pues nunca tuvieron la puta decencia de decirle nada! ¡Incluso podían haberle ahorrado esos cinco años de búsqueda! ¡Eso se las iba a cobrar!

 

 

-hay una razón para no avisarte – Alaude leyó los pensamientos de Reborn y discutió – las condiciones de Tsuna eran claras… sin tratar de buscar el lugar donde se encontraba instalado, caso contrario Kazuya nunca conocería a su padre

-y debo suponer que Kyoya aceptó como estúpido – bufó furioso al ver como Kazuya llamaba “oto-san” al azabache mayor, que feliz de la vida le ponía atención arrodillándose y acariciando la cabeza del chiquillo

-incluso ahora no sabemos dónde está, pues la entrada a la prefectura de Kushiro está prohibida para nosotros – dijo con serenidad

-y supongo que no puedes ir a secuestrar a Giotto para tenerlo en tu cama cada vez que se te antoje – palabras duras, furia desmedida, ese era Reborn

-más te vale jamás volver a decir aquellas cosas junto al nombre de Giotto o te arrepentirás – Alaude no se quedó callado

-un Yakuza defendiendo a su gran amor, que decente eres – dijo con burla – acepta que solo quieres fallártelo y ya

-lo amo – dijo sin temor alguno, enfrentando al azabache de patillas – al igual que usted ama a Lambo – dijo mirando al azabache – aunque lo oculte con toda esa tanda de palabras sucias y groseras, se muere de amor por ese muchacho y es por eso que aún no hace estupideces y espera con paciencia… ¿o me equivoco?

-no te incumbe – fue descubierto, pero claro, lo iba a negar hasta la tumba

-Tsunayoshi nos amenazó con alejarse completamente y llevarse a Kazuya y a Giotto… supongo que Lambo le dijo algo parecido

-¿quieres saber dónde vive?

-¿y arriesgarme a que no nos deje ver a Kazuya? No gracias – se quedó mirando como el pequeño azabache jalaba a Kyoya a dentro de la mansión y Giotto riéndose tomaba las cosas que traía para Kazuya y los seguía

-iremos a pactar un negocio… iremos con esa excusa, buscaremos al líder del territorio para un pacto de paz, no creo que Tsuna se moleste por eso

-la prohibición es para Kyoya… yo… iré, quiero ingresar a ese sector

-¿arriesgando el amor de tu rubio médico? Que valiente – se burló

-es hora de arriesgarse. Kazuya ya es mayor como para exigir ver a su padre y Giotto está lo suficientemente sano como para salir solo – Alaude ya había estado pensando que todo eso desde hace tiempo, Reborn solo le dio un pequeño empujón

-eso quiere decir que vendrás como un verdadero líder – sonrió con malicia – excelente

 

 

Eso iba a ser el inicio de una investigación exhaustiva puesto que había muchos huecos e inciertos en esos cinco años. Ambos líderes lo sabían, existían cosas que aún no sabían, como por ejemplo… el paradero de G y de Daemon, nunca encontraron esos cuerpos ni rastros de aquellos, no sabían si estaban vivos o muertos. No sabían cómo esos cuatro llegaron a la cima de Hokkaido, no sabían cómo demonios lograron formar una fortaleza de tamañas magnitudes. No sabían por qué Ricardo rondaba esos lugares y ¡porqué demonios Xanxus era tratado como rey por los dos donceles! Sea como sea… lo iban a averiguar

 

 

 

Doble cara…

 

 

 

Giotto se quedó en casa junto con Kazuya, siempre era así… mientras estuviera en la mansión de los Inagakai su deber era no alejarse mucho de Kazuya, aunque le daba todo el espacio para que Kyoya jugara con su hijo. Así que al final, tras darle un beso a Alaude, lo vio partir junto aquel hombre de patillas que calzaba en la descripción que su hermanito Lambo le dio… aquel hombre que amaba y que odiaba a la vez

 

 

-¿crees que Tsuna se vengue de mí solo porque Alaude fue a Kushiro? – dijo Kyoya cuando Kazuya se durmió en sus brazos y podía charlar con Giotto – sería normal – suspiró al ver cómo la tarde caía, ya eran varias horas desde que ese par se fue, ya debieron haber llegado

-lo hará… lo tomará como una afrenta contra sus condiciones – el rubio hablaba con tristeza – pero ni tu ni yo podemos retarlo… porque…

-la vida lo ha hecho cruel – dijo con desánimo – pero no dejaré que me aleje de Kazuya – el azabache acunó en sus brazos a su pequeño hijo, quien entre sueños suspiraba

-lo sé… y te ayudaré con eso, pero Tsuna guarda mucho rencor, aunque no sé los detalles – sonrió

-es mejor que no lo sepas – se mantuvo impasible tratando de no recordar aquella ocasión

 

 

Reborn sonreía mientras conducía hasta esa zona con Alaude como su copiloto, no hablaron de nada y solo siguieron la ruta correspondiente. No fue difícil, es más… se le hizo muy raro no ser revisado antes de entrar a la zona roja, pues últimamente lo hacían. Supuso que fue un error de guardianía, le costaría caro pues los reyes del caos llegaron, no exageraba, ya estaba dentro, esa noche… quería respuestas y nada más. Al llegar al centro del lugar se bajaron y Reborn dirigía al rubio hacia la zona exacta, al “secreto” pero… lo que vieron jamás se lo esperaron

 

 

-¡Alaude-sama! ¡Ayúdeme! – una pelinegra de cabellera un poco larga, como hasta media espalda suplicaba con la mirada y se arrodillaba en frente del rubio. Apenas la vieron, ella empezó a correr en su dirección con desesperación, incluso sin importarle el traje tradicional que portaba… y que por alguna razón, estaba sucio

-Hana… ¿qué haces aquí? – Alaude la reconoció, era fácil pues esa muchacha estuvo en su casa desde que era una niña, al menos hasta que…

-¡ayúdeme, por favor! – lloraba, la mujer llevaba un kimono tradicional de las geisha mostrando parte de sus hombros y espalda, tentador maquillaje arruinado por las lágrimas, era todo sumamente raro – solo usted puede, ¡por favor!

-desapareciste de casa con I-pin – dijo al recordar el suceso mirando a la chica que con desesperación negaba – eres la…

-¡no! – dijo con desesperación tirando del pantalón del rubio y mirándolo suplicante – no es verdad yo no… yo no

-corriendo como una rata y aferrándose a lo primero que ve para salvarse – la única mujer Inagakai, al menos hasta hace unos años, llegaba con paso elegante. Un traje fino con pantalón la hacía ver altiva y pulcra – a mi onii-sama querido – sonrió al verlo y saludando con un movimiento de su mano – y a mi antiguo sensei – amplió su sonrisa al verlos, esa noche sí que estaba de buen humor y de buena suerte – que afortunada me siento

-señor… por favor, ¡sálveme de I-pin-sama!

-vuelve Hana – sonrió I-pin con malicia y la chica en el suelo tembló notoriamente – o te irá mal, ya te lo he dicho muchas veces

-señor, haré lo que sea, por favor – suplicaba asustada escuchando los pasos de I-pin acercarse – ¡le daré hijos! ¡Seré vientre de alquiler!... no importa… seré su amante, su esclava ¡lo que sea! ¡Mataré por usted!

-que desagradable – habló Reborn apartando  a  la mujer de una patada leve – no deberías dejar que te toque una ramera – pero Alaude solo veía sin mostrar un poco de compasión

-¡por favor!

-¿no la vas a ayudar? – sonrió I-pin parándose en frente de todos, con sus dos guardaespaldas detrás de ella – fue tu amante después de todo, Alaude – dijo con mofa y rabia, asco también

-es la traidora, ¿no? – Alaude miró la sonrisa de su hermanita y suspiró… ya lo sabía pero pensó que la mataron desde hace años

-buena deducción onii-sama – sonrió I-pin mientras sacaba un pequeño control de entre su chaqueta

-yo no… yo no lo traicioné, ¡ayúdeme, Alaude-sama!

-cállate zorra – I-pin apretó un botoncito de aquel aparato y en seguida la chica se lanzó al suelo. Gritos que hicieron que la gente cercana se asustara y se alejara como si supieran lo que pasaba y no debían molestar. Hana estaba gritando adolorida mientras se contraía, espasmos recorriendo su cuerpo con insistencia mientras se apretaba el collar negro, sus uñas clavadas en el cuero pero el dolor no cesaba. El collar con filos brillantes y gruesos adornos que estaba en su cuello – me repugna el solo verte… Hana

-estas siendo muy cruel, I-pin – criticó Alaude y aun así no hacía nada, I-pin debía tener alguna buena razón

-eso parece divertido – sonreía Reborn al ver que la chica agitada se dejaba de retorcer y lloraba de dolor – ¿un collar de entrenamiento para perro? Jajaja… buena idea

-por favor – sollozaba Hana. I-pin se acercó a la chica pisoteándola con su zapato sin rastro de emoción alguna

-¿qué hizo? – Alaude veía a su hermana sin inmutarse

-planear desde la muerte de nuestros padres hasta la captura de Lambo y Tsuna – sonrió I-pin viendo la impresión de ambos hombres – y ahora paga caro, muy caro… eso es lo que se merece un traidor

-¿una ramera exclusiva como Lampo? – Reborn se acomodó la fedora y vio a la chica

-¡tilín, tilín!... ¡bingo! – sonreía I-pin agachándose para agarrar los cabellos de Hana y levantarla para observarla – vuelve a tu burdel, puta barata

-no… ya no – suplicaba la aturdida joven pero solo fue lanzada a los brazos de uno de los guardaespaldas que la levantó para empezar obligarla a caminar

-bueno… yo me retiro – la mujer líder miró a los dos hombres – mejor se van antes de que Tsuna los vea porque él no es tan piadoso… o Lambo puede llegar, quien sabe… incluso Haru

-fui el afortunado – Tsuna arribaba al lugar con tranquilidad, usando ropa casual y observando con seriedad a los recién llegados – más les vale tener una buena excusa para invadir mi territorio… en especial usted Alaude… Kazuya no volverá a su casa – dijo antes de dirigirse a Hana

-por favor – suplicó Hana pero solo recibió una dura bofetada de parte del castaño

-dale otra dosis para que aprenda, I-pin – el castaño parecía más furioso de lo normal mirando de forma seria a la mujer que estaba siendo torturada

-claro hermanito – sonrió I-pin apretando el botón para casi de inmediato ver a la chica retorcerse en el suelo, gritando como loca

-quiero a mi hijo mañana temprano – Tsuna miró todo con la mayor de las calmas y cuando la chica terminó su calvario se paró para enfrentar a Alaude – dígale a Giotto que parta a las 8 de la mañana

-tu hijo se quedará en mi casa, es mi sobrino

-y yo soy su padre – dijo el castaño mirándolo con seriedad – sabía las condiciones y a pesar de eso lo veo en mis dominios… lástima… me arreglaré con Kazuya después

-vengo a tratar un lazo de paz – Reborn había admirado todo en silencio, pues le interesaba saber qué tanto había cambiado ese castaño, tal vez le daría una pequeña muestra de lo que le esperaría con Lambo – y Alaude se une al negocio también

-no me interesa – dijo Tsuna partiendo con los guardias, quienes arrastrando a la mujer de los cabellos ni se inmutaban por las miradas de las demás personas en esa zona

-pero suena bien – I-pin miró a los hombres parados enfrente de ella – apelaré al buen juicio de Tsuna en la noche – sonrió con malicia mientras se acomodaba los cabellos atados y suspiraba mirando al cielo – los veré mañana en la frontera… me agrada tener aliados en caso de desastres… por ahora… me marcho señores – la chica a paso firme se apartó,  unos guardias y demás trabajadores se encargaron de cortar el paso de Alaude y Reborn como muestra de que por esa noche, nada más seria dicho… la cita era mañana

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

¿Merezco review?

Shi.... espero que les haya gustado. Ahora discutamos algunos temas. Primero está el review cincuentón, wow... fue muy grato recibir ese review, porque bueno... es 50, un número grande. Así que como dije le daré el derecho de tomar una de sus ideas y colocarla en el fic sin opción a protestas. No les diré cual es la idea, adivinen~~~

Pero ahora que me pongo a pensar, me dije, ¿por qué no hacer esto tradición? Bueno la cosa es esta, quien me deje el review número 100 (aunque dudo que suceda, nunca he tenido un review número 100) podrá dejarme su idea, la tomaré y aplicaré, claro, sin que se interponga en la idea del review 50, shi... esto es chantaje muajajaja, porque me preveo de lo que me pedirán

Acabado con esta emocionante ocasión. Debo decir que hay muchos huecos, muchas dudas y shi... se resolverán más adelante. Tengo preguntas~~

¿Cómo estuvo el capítulo?

¿Qué piensan del cambio de Tsuna, Haru, Lambo e I-pin (aunque ella no cambió tanto, creo)?

Los nuevos integrantes de la historia ya están, ¿que opinan de ellos?

¿fue un capítulo largo? Espero que si, me tomó como cinco horas revisarlo bien, pfff, un lío 

 

Muchas gracias a todos los que leen este fic, los que dejan reviews y demás ^^ . Responderé a los mismos en un tiempito libre que tenga muajajajaja

Señores sigue el desmadre, así que hasta la próxima

 

Se despide su querida y odiada a la vez, Krat!

Bye bye~

Besos~


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