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Anhelando la lejanía por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

Bueno señores, si siguen por aquí, les traigo un capítulo más largo que los anteriores... porque me desaparecí, pero al parecer ya volvió mi inspiración, espero que siga así

 

Tsuna miraba por la ventana, el cielo en la mañana siempre era hermoso. Le recordaba cuando era niño y se despertaba temprano para poder ver el amanecer antes de irse a la escuela. En ese entonces jamás pensó que terminaría de esa forma, siendo un yakuza a quien no le temblaba la mano al disparar con tal de defenderse o de defender a su familia. Sintió el cálido abrazo de alguien y sonrió dejando que siguiera ese día, olvidando que la sangre de algunos seres humanos se derramó por su causa. Tenía hijos, hermanos, padres, tenía de todo y solo por ellos seguía sin perder la cabeza

 

 

-sigues pensando cosas sin sentido, cariño~

-solo en mi infancia – Tsuna sonrió cuando sintió el peso extra en su cuerpo, los brazos rodeando su cuello y al poco tiempo alguien estaba sobre su espalda

-pues debió ser muy bonita porque sonreías. Haru adoraba vivir con su familia-desu – sonreía la castaña, quien besaba la mejilla de Tsuna

-todos adoramos los días felices – el castaño mostraba felicidad mientras empezaba a dar vueltitas con Haru encima

-bueno, bueno… par de tórtolos – se reía Lambo al encontrarlos así en la habitación – muevan sus traseros porque nos toca hacer el desayuno

-¿I-pin aún no se levanta? – la voz dulce de Haru resonó como un reclamo, un ligero puchero se mostró adornando sus facciones

-No. Sigue dormida en mi habitación – sonreía Lambo mientras se acercaba para jalar a Haru y dejar al castaño libre – ayer vino de madrugada, debe estar cansada, así que nosotros somos las mamis por ahora – reía para empezar bien el día

 

 

Si tan solo las cosas fueran así siempre, podrían presumir que eran una familia normal, pero no era así de simple. Mucho menos cuando vivían en un edificio de su posesión total. Donde en las plantas bajas vivían sus mejores subordinados. Donde los edificios adjuntos tenían familias mezcladas entre normales y mafiosos. Donde la prefectura entera era su casa. Donde la paz que ellos instalaron se basaba en ejecuciones personales por crimines verificados, en vez de acudir a un juez. Mucho menos si ellos hacían sus propias leyes y  las aplicaban con mano dura. Eran yakuzas, sus palabras eran ley y hacían lo que se les diera la gana, pero siempre pensando en el bien de todos o al menos de la mayoría.

En el desayuno, donde Hayato y Takeshi se unieron como siempre, Tsuna le platicó a su hijo que su padre estaba haciendo algo para compensar uno de sus malas acciones, y que si todo salía bien, el siguiente fin de semana podría volver a ir a visitarlo sin problemas. I-pin se tragó todos sus comentarios acerca de esa mala decisión solo por ver esa sonrisa emocionada en el rostro de Kazuya, quien ya hacía planes que comentaría con su padre después. Los demás fue como siempre, exceptuando que… Bianchi llegó y no vino sola, sino con Giotto y dos enfermeras más. La doctora llegó solo para una cosa y solo una, día de revisión, así que fue un caos en la casa. ¿A quién le gusta los médicos? Pues a nadie y los más pequeños no colaboraban, en especial Mukuro que era quien odiaba las revisiones más que a nada. Aunque con Giotto generalmente se portaba bastante bien, claro, si no lo veía usar bata blanca

Bianchi esa su doctora especial, no solo atendía cosas básicas cuando no tenía emergencia en el hospital. Era su obstetra más talentosa, vio a los más pequeños nacer y por supuesto, era la tía de Hayato, aunque el peliplata le decía one-san y ya. Era simplemente perfecta en lo que hacía, y no solo en el ámbito médico, sino en otras variedades que I-pin solía explotar con emoción. Servía para muchas cosas y por problemas de la vida, se quedó con los Blood Rose

 

 

 

Bianchi… subordinada… el inicio

 

 

 

I-pin estaba sentada en una sala amplia, un hotelito sencillo en Hokaido, sin lujos pero agradable. Bebía vino en una copa y esperaba a su invitada. Estaba usando un vestido de vuelos, de color azulado y llevaba todo su cabello suelto, un mechón cubría la mitad de su rostro, llevaba lentes oscuros a pesar de estar bajo techo. Miraba por la ventana hasta que uno de sus subordinados le informara que lo que esperaba al fin arribara. Se había escapado de la mansión de los Inagakai, porque estos asuntos eran solo suyos, sus hermanos no debían interceder en sus planes para salvar a Lambo y Tsuna. No ahora que tenía cosas planeadas y en proceso unas cuantas más

 

 

-I-pin-sama… ya está aquí – fue el joven Shouichi quien ingresaba con una sonrisa para dar la noticia

-hazla pasar – sonreía con malicia. Esa charla iba a ser interesante, después de todo estaba a punto de probar su propia fuerza de voluntad y su porte amenazante

-es un placer conocerla – aquella voz ligera, despreocupada, hizo que I-pin se relajara por completo, raro en ella pero si… se sentía un poquito más segura al escucharla

-siéntate y preséntate, resume todo porque no tengo paciencia – I-pin no la miraba, seguía perdida en la hermosa vista de la ventana

-Bianchi Osuma, tengo varios reconocimientos en medicina, una de las mejores sin ser…

-me interesa muy poco eso, no presumas de cosas que ya sé – al fin la miraba, se quitó las gafas de sol y posó sus ojos negros en los verdosos de aquella mujer – graduación, diplomas, estudios, estoy consciente de todo lo que tiene que ver contigo

-entonces, ¿qué más podría decirle? – ni una sola duda en su voz, la mirada dura como si hubiese sufrido muchos golpes en esa vida. Bianchi era pelirosa, de piel clara, sus facciones delicadas pero en una faceta neutral, sin emociones

-tienes reputación de ser la mejor cirujana especializada en obstetricia y ginecología, una inminencia joven… pero, ¿por qué Irie-kun te recomendó?

-tengo asuntos que resolver con los Tonakai, supongo que es por ello – Bianchi tomó asiento en frente de aquella mujer cuando ésta se lo autorizó

-¿cuáles? – la curiosidad era nata en la azabache, así que se desataría en preguntas

-mi sobrino me fue arrebatado por esos malnacidos

-¿y te vas a meter a la boca de lobo?

-ya cambié mi nombre y demás… me las estoy jugando todas – y a pesar que su voz era neutra, una pequeña mueca de enfado se hacía presente

-¿tanto rencor? ¿Por qué?

-asuntos personales

-no me sirves… vete – ordenó I-pin mientras soltaba un suspiro resignado

-¿por qué la señora me dice eso? – la ojiverde no se movió de su lugar, no lo haría… porque al fin y al cabo no tendría otra oportunidad como esa

-los sentimientos nublan la mente

-entonces debería criticarla a usted – la enfrentó a pesar de que sabía que a una yakuza jamás se la contradecía, al menos si querías mantenerte viva y completa

-sabes que puedo ordenar desaparecerte, ¿no? – I-pin frunció su ceño y apretó la copa que tenía en sus manos

-estoy aquí para mostrar mis habilidades, estoy dispuesta a todo… pero no dejaré de defenderme señora. La vida ya me ha tratado mal, digamos que el miedo se me ha ido del cuerpo

-sigues sin agradarme – con la copa vacía le apuntó al rostro. No percibía miedo en las expresiones de Bianchi, era interesante – y lo que no me agrada lo lanzo lejos

-protegeré a los dos pequeños donceles en esa casa, además hay algo en mi favor

-¿tratas de ganar mi interés? Pero tu cara me da agriera – I-pin se levantó dispuesta a irse

-señora… los Tonakai ya contactaron conmigo – confesó puesto que siendo la mejor especialista del país era solo cuestión de tiempo, si esa familia tenía a un doncel en estado la llamarían a como diera lugar

-entonces, ¿por qué me buscas?... ya estás adentro, defiéndete sola – la azabache enduró todavía más su voz, la miró desafiante e incluso hizo sonar el tacón contra el suelo

-es por eso que vine aquí, no puedo hacerlo sola – Bianchi se levantó para mirarla de frente, no iba a perder esta enorme ayuda, no perdería esta oportunidad

-¿qué quieres?

-que me ayude a sacar a mi pequeño sobrino… al que debería llamar mi pequeño hermano – se acercó a la mujer para mirarla de frente y mostrarle su decisión

-juegas en una cuerda floja, niña – golpeó las mejillas de esa mujer con un poco de fuerza – jugar con una yakuza es apostar tu vida – agarró el mentón y la miró de frente. I-pin mostraba su porte amenazante, ya le había funcionado con varios de sus subordinados, pero esa mujer era fuerte, mirada tranquila… era perfecta y aun así todavía no le convencía

-mi vida es lo único bueno que tengo

-¿y tú sobrino? – la soltó mirándola con desprecio

-él no me conoce, ni yo a él – la doctora sabía que el peor error sería mentir, así que le abrió su corazón a esa mujer que parecía gozar con el terror que infundía

-entonces, ¿por qué lo quieres sacar?

-porque la sangre pesa

-¿qué estas dispuesta a hacer?

-a darle información sobre esos muchachos… a los que busca. Planear un escape, infiltrarme, cuidar en silencio de esos dos y… - la oferta sobrepasaba los límites, ¿qué más quería esa mujer?

-¿qué quieres de mí? – acomodó su cabello logrando que su mirada se volviera más dura de la que era

-cuando quiebre a esos bastardos, saque a mi sobrino también… sáquelo con vida y entréguemelo – habló con súplica, por primera vez en la noche su mirada era un tanto temerosa

-¿solo por eso me vas a ayudar? – sonrió de medio lado

-le cedo mi vida

-bien – I-pin la miró con seriedad mientras jugaba con uno de los mechones pelirosas de la doctora – así que me das tu vida a cambio de la de tu hermano o sobrino… lo que sea que represente ese muchacho para ti – se acercó tomándola del mentón y levantándolo – digamos que te creo… – besó la mejilla de la mujer y ninguna reacción en ese rostro, ni un ápice de miedo, asco, lo que fuera… solo un poquito de súplica – ¿qué harías si te doy una orden en contra de tus principios?... si digo… envenena a uno de esos idiotas, por ejemplo

-primero mi ética médica – I-pin la miró extrañada – yo no asesino… yo salvo vidas

-entonces no me sirves – la soltó como si tuviera sarna  y se dispuso a salir de aquella habitación

-le facilitaré mis conocimientos en venenos, pero si tengo que salvar la vida de alguien… lo haré – le cortó el paso para seguir la conversación, no podía perder… tenía que haber algo… tenía que hacer lo que fuera para servirle a esa mujer, la tercera líder de los Inagakai

-buenas bases… entonces te pongo a prueba – la miró con desprecio

-¿qué quiere de mí? – tragó duro esperando la respuesta, largos segundos que parecían eternos, vio el dolor y la furia en esos oscuros orbes… tuvo miedo, sus manos sudaban y…

-en cinco días te meterás a esa casa, no sé cómo pero lo haces. No sé qué métodos uses pero atenderás a los donceles de nombre Tsunayoshi y Lambo… me importa una mierda como lo hagas pero quiero una ecografía de ambos – habló levantando su voz y acercándose al rostro de la chica una vez más

-me pide imposibles – pues a pesar de que la contactaron, el hecho de atenderlos, de sacarles una ecografía o lo que fuese… y salir con esa información, era asunto aparte

-hazlo y te ayudo, falla y te quiebro la linda clínica que tienes – I-pin habló cerca del oído de la chica, cuando se alejó, de nuevo la palmeó en la mejilla izquierda con un poco de fuerza

-trato hecho señora – Bianchi sonrió al fin, sea como fuere lo iba a lograr, además su preciada clínica y seguramente sus pacientes… sufrirían las consecuencias

-así me gusta – sonreía divertida – entonces te veré en cinco  días, cariño

-¿quiere que les pase un mensaje a esos dos?

-claro que no… tú serás su doctora personal, compórtate como una y dame información cuando lo pida. Cuando necesite que actúes... te lo diré… mientras tanto no me conoces, no me has visto, no sabes mi nombre, no sabes el nombre de mi familia, no sabes qué relación tengo con esos dos… no sabes nada, ¡ME ENTENDISTE!

-si – aunque el último grito la asustó un poco, tenía una sonrisa triunfante, incluso le temblaban las manos pero ya estaba cerca de recuperar lo que era suyo, el legado de su hermana mayor

 

 

I-pin salió de allí dejando a Irie para que atendiera a su amiga. El mismo pelirrojo quien abrazaba a su neutral amiga, le daba la bienvenida a su equipo, porque después de todo si te salpicas de esa negrura… jamás podrás limpiarte. I-pin había triunfado una vez más, con una sonrisa salía de ese lugar caminando por las calles, respirando el aire puro de su tierra, de su dominio, de su vida, estaba segura que el plan iría como esperaba, faltaba poco, faltaba solo una confirmación… rogaba porque Lambo fuese fuerte, que esperara y tenía la seguridad de que Tsuna lo ayudaría a mantenerse firme. Sacó el celular y contactó con el otro perro que tenía para usarlo de carnada… eso se ponía interesante

 

 

-Lampo, cariño, vil y asqueroso

-¿qué quieres?

-¿recuerdas que te tengo a mis pies? – la azabache disfrutaba de escucharlo rezongar como un perro que defiende su territorio pero no quiere pelear a la vez

-si

-busca un negocio nuevo con los Tonakai, adéntrate en esa casa. Cuando lo logres platica con Lambo, tráeme alguna cosa interesante de esa mansión pero no le digas nada acerca de mi

-a la orden~ - la voz de Lampo era fastidiada, obviamente no le gustaba que I-pin fuera su dueña

-tienes quince días – sonrió con malicia, esperando el reclamo

-¡estás loca! – se quejó de inmediato

-chau… y recuerda, es eso o te quito mi territorio para que camines con tranquilidad – I-pin disfrutaba de controlar a su ex maridito porque… se estaba vengando por todos los días de incertidumbre y dolor que le causaron

 

 

 

Dejando de recordar, empiezan a confiar en el Hibari

 

 

 

Tsuna miraba los días pasar por su ventana cada mañana, trabajaba en el bar en las noches y dudaba si en verdad estaba pasando por eso. Nunca se imaginó estar allí, en su auto, después de acordar últimos detalles con uno de sus aliados para ir a Italia. Los cuatro reyes se irían de visita a ese lugar, pero no sería por placer y por esa razón ahora mismo había decidido algo junto con Haru. Llegó a casa cansado, fue recibido por sus hijos, con un beso por cada uno de ellos, con todos, Mukuro, Kazuya, Fon, Fuuta incluso Skull. Tsuna les sonreía y jugó un rato con sus niños hasta que la cena estuviera lista. Adoraba todo eso, mucho más si era fin de semana y su hijo Kazuya rebosaba de alegría y emoción, ahora que podía ir con… Kyoya. Tsuna no estaba muy feliz que digamos pues debía ir a donde los Hibari para charlar de algo de vital importancia

Como siempre Giotto estaba allí para su rutinaria vigilancia a la visita que Kazuya hacía a Kyoya, pero esta vez Skull lo acompañaba también. A pedido de Alaude, el pelilila también iría de visita, todos sabían que era para interactuar con su futuro hijo adoptivo. Tsuna se reía al ver la emoción de Giotto ahora que tenía vía libre de ir y venir con Alaude pues Tsuna se suavizó un poco y accedió a eso por el momento. Todo lo demás que fue discutido en aquella reunión, se daría cuando G o Demon estuvieran en manos de los Blood Rose. Sabía que Reborn o que Kyoya, lograrían traerle a cualquiera de esos hijos de puta con tal de acercarse a ellos, es más, el día anterior el propio Kyoya le confirmó que atacarían el martes en la noche, que todo estaba listo. Al menos eso le alegraba un poco y como confirmación… la noche anterior Lambo tuvo un cliente especial, el mismo que lo hizo sentarse en sus piernas y le susurró un  montón de cosas al oído. Tsuna se reía bajito al recordar aquello, pues Lambo casi deja agujerado a Reborn por pasarse de listo con aquellas manos juguetonas

 

 

-¿oto-chan? ¿Por qué te ríes? – Kazuya había visto la expresión de su padre, así que con curiosidad le preguntó aquello

-es… por… una broma que recordé – Tsuna se recompuso como pudo para mirar a su hijo y a su hermano – lo siento, pero es de adultos, no lo entenderías

-¿de adultos? ¿Entonces puedo saberlo? – Giotto miró a su hermano menor tratando de no reírse pero falló y terminó haciéndolo. Al final contagió a todos de a poco

-Lambo tiene un pretendiente con manos ligeras – se explicó Tsuna en voz baja cerca del oído de su hermano y Giotto empezó a reírse también

-dime, ¿qué paso?

-digamos que ahora una munición dorada lleva el nombre

-¿de quién?

-de Reborn – Tsuna terminó de reírse y Giotto solo se tensó, la vez que vio a ese hombre se sintió intimidado – tranquilo… Lambo sabe cómo comportarse y Reborn… bueno… se divierte con eso

 

 

Bromearon un poco más antes de que el chofer les avisara que habían llegado. Giotto vio a su hermanito respirar profundo alistándose para salir del auto, por los vidrios polarizados Giotto vio a Alaude y a Kyoya en la entrada de la mansión. Pasaron a los parqueaderos y los niños emocionados salieron a prisa sin medir su entusiasmo ya estaban corriendo por allí. Skull más que Kazuya pues nunca vio una mansión al estilo japonés. Giotto les pidió comportarse pero eran niños, no podía simplemente detenerlos. Antes de salir, el rubio mayor apretó la mano de su hermanito para darle confianza y le sonrió

 

 

-gracias – sonrió Tsuna dispuesto a salir, con porte elegante y el fino traje que usaba

-Tsuna, tranquilo, solo es una visita – sonrió Giotto antes de salir del auto

 

 

Kazuya se lanzó a los brazos de su padre como siempre, y el azabache lo besó en la mejilla con cariño. Tsuna vio eso desde el auto, era la primera vez que lo veía directamente y le pareció tierno, muy tierno por parte de Kyoya haberse suavizado de esa forma. Después estaba Alaude que con cortesía saludó a Skull, quien correspondió con una enorme sonrisa halagando la enorme casa y eso que solo estaban en la entrada. Giotto sonreía abrazando a su hijo y con paso firme aunque calmado se acercó a saludar a Alaude como se debe, un beso casto y una sonrisa amable. Tsuna se reía al ver la mueca de asco que hacían los dos menores, pero eran niños nada más, esas cosas aún no se les daba bien. Así que dándose un último respiro, abrió la puerta sorprendiendo a los demás, pues no esperaban una persona más en esa visita

 

 

-oto-san… oto-chan vino conmigo hoy – sonrió Kazuya. Kyoya no cabía en su asombro, mucho más cuando la puerta se abrió y de allí salía Tsuna

-lamento llegar sin aviso, pero ha surgido algo – el castaño vio a su hijo sonreír y eso le provocó una leve sonrisa también

-también es la primera vez que vienes, ¿no es verdad, tío Tsuna? – Skull se acercó con rapidez y lo tomó de la mano arrastrándolo dentro – vamos a ver que hay… la casa del novio de oto-chan es enorme, ¡tenemos que investigar!

-Skull, tranquilo – se reía Giotto deteniendo a su hijo – Tsuna no está aquí para quedarse, deja que resuelva lo que vino hacer

-Sawada-san – Alaude habló cortando la palabra a Kyoya, porque sabía que si no lo detenía algo imprudente saldría de labios de su hermano menor – supongo que es muy importante como para que nos honre con su visita

-lo es – habló Tsuna con calma – debo hablar con su hermano menor un momento –

 

 

Kazuya fue dejado con los demás, además que Skull insistía en conocer todos los lugares de esa enorme mansión, cosa que el pequeño Kazuya tomó con entusiasmo y en poco tiempo dos niños paseaban con apuro entre los cuartos. Giotto se quedó con Alaude vigilando que nada pasara con los traviesos  niños, mucho más con Skull, quien inquieto siempre se metía en lugares donde no debía, generalmente hallando agujeros que nadie sabía que existían. Era gracioso de cierta forma. Mientras eso pasaba, Tsuna miraba a Kyoya y agradecía por el té que las sirvientas sirvieron en la habitación donde podrían charlar en paz, ellas le decían que disfrutaran de la plática, aunque Tsuna no estaba del todo convencido. Un incómodo silencio se dio en la habitación. Tsuna disfrutaba del aroma del té y lo bebía con calma… claro que lo hacía a propósito para matar de ansias a su acompañante, digamos que se le pegaron las malas mañas de Lambo

 

 

-no has venido solo por el té… Tsunayoshi

-cuantas veces le debo decir que no diga mi nombre – se enfadó frunciendo su ceño

-antes te encantaba

-escuche lo que diré porque no lo repetiré – Tsuna ignoró el comentario y habló con calma – la siguiente semana dejaré a Kazuya a su cuidado Hibari-san, se quedará aquí hasta que yo regrese de un viaje que tengo que hacer

-¿a dónde vas?

-no es de su incumbencia

-lo es, porque eres la mami de Kazuya

-evite la denominación “mami” – el castaño miró a Kyoya con seriedad – soy tan hombre como usted y merezco el mismo trato que uno. Soy el “padre” de Kazuya al igual que usted

-confundirás a quien te escuche – comentó Kyoya

-¿le da miedo que piensen que usted fue quien llevó al niño en su vientre? – dijo con una sonrisa burlona – sería divertido ver las expresiones de quien piense que usted estuvo debajo de mi cuerpo

-estuve debajo, tú me cabalgabas con placer –Kyoya  sonrió con malicia – gemías mi nombre sin parar… deberíamos volver a esos tiempos

-cinco días a lo mucho – dijo Tsuna arrojando la taza de té a un lado y escuchándola romperse, se levantó sin decir más y salió – Kazuya estará bajo su cuidado, Giotto vendrá si lo desea, eso es todo – habló antes de cerrar el fusuma con suficiente fuerza para romperlo y se fue

 

 

Tsuna estaba indignado, no solo porque el idiota del Hibari menor se creía superior en cada palabra que decía, sino que también podía notar la burla, la inferioridad que le era dirigida, todo lo negativo que esa mirada azulada representaba. Nunca antes se dio cuenta de cómo lo veía Kyoya… la misma mirada de G, aunque todos dijeran que exageraba, nadie más que Lambo podía entender el significado de una mirada de ese tipo. Una mirada con un brillo de malicia, disfrutando de una imagen mental con tonalidad sexual en todo sentido. Kyoya solo lo veía como aquel que engendraría a sus hijos, no como a un igual y eso le molestaba. Tsuna se recriminó muchas veces por no notar aquello tan evidente antes, pues suponía que el amor se dejó ciego en ese entonces.

Salió de esa sección de la mansión a paso firme, enfadado como nadie tenía idea. Cuando sintió los pasos de Kyoya detrás de él, se apresuró un poco más pues no quería charlar de nada. Se topó con Alaude primero, cuando veía esos ojos azules más claros que los del menor de los Hibari, sentía envidia de Giotto. Esos ojos lo veían como a un igual, lo veían con dulzura y cuando Giotto era admirado… despedía amor infinito, sin rastro de malicia, lleno de amor, de respeto. Tsuna sonreía al verlo pues sabía que su hermano mayor estaría seguro al lado de Alaude, estaría bien y eso era lo que valía la pena, lo demás no importaba, sus problemas eran ajenos a los de su hermano mayor. Con una sonrisa se despidió de su hijo, de su sobrino, de su futuro cuñado y de su hermano, volvió al auto y se fue. Tan tranquilo como se suponía que debía estar

 

 

 

Reborn… mi amor… un cero y nada más

 

 

 

Lambo estaba en el bar, atendiendo a su cliente leal de los miércoles cada quince días. Con una sonrisa, le servía una copa cargada, ese día vestía yukata pues al hombre de cincuenta años le gustaba. Recibió un regalo esa noche, era diferente a los demás, demasiado diferente si lo veías bien. No siempre alguien te da un retrato tuyo hecho con vidrio colorido… era un… vitral, uno muy hermoso del tamaño justo para ser colocado en lugar específico, en una de las ventanas del establecimiento. Venía en un paquete tan bien cuidado que Lambo se quedó sin palabras al verlo

 

 

-pensé que esto solo… se veía en las iglesias católicas de Europa – el ojiverde sonrió al tocar con sumo cuidado el vidrio

-si conoces al artista adecuado todo es posible – sonrió el hombre mostrando una sonrisa amplia al ver la ilusión del ojiverde, quien fascinado tocaba los detalles con cuidado – tócalo sin miedo, no se romperá, te lo aseguro

-debió costarle una fortuna

-digno del ángel del lugar – sonrió tomando la mano de Lambo  y besándole delicadamente el dorso – es un pago por estos años en los que me has acompañado en los buenos y malos momentos

-puede agradecerme, pero no hacía más que mi trabajo – sonrió el mencionado, dejando que el hombre le acariciara la muñeca – pero… no puedo aceptar algo así… es demasiado señor Okomura

-no es nada – se reía levemente mientras lo soltaba y levantaba su mano para que uno de los camareros que pasaba le dejara una botella más de coñac – recíbelo con una sonrisa. No tengo otra intención, sé muy bien que nunca has aceptado ninguna de las propuestas de una relación de algún cliente

-señor Okomura, lo conozco desde hace tres años, cada quince días, los miércoles… lo conozco bien. Usted… ¿me quiere decir algo? – Lambo entristeció al pensar en aquello, le dolía rechazar a alguien como aquel hombre

-venía a ofrecerte un compromiso, iba a pedirte que te cases conmigo – sonrió aquel hombre que ya mostraba algunas arrugas alrededor de sus ojos y frente, expresiones marcadas hasta cierto punto

-sabe que lo rechazaré

-y aun así venía a pedirlo – sonrió con amabilidad – pero he visto a aquel hombre de las mesas de allá – dijo admirando al azabache lejano que reposaba en una de las mesas bebiendo con entusiasmo y sin platicar con e doncel que lo acompañaba. El host solo le servía una copa cuando era necesario – te mira tan intensamente que…

-no le haga caso – bufó Lambo pues era verdad, hasta él que estaba de espaldas podía sentir la miradita de Reborn – está aquí solo para molestarme

-y aun así tu mirada a cambiado desde que llegó – sonrió el mayor de esa mesa – ¿fue algo tuyo en el pasado?

-si – Lambo respondió con sinceridad – pero ya no más… y aun así, debo disculparme pero no aceptaré su oferta de matrimonio

-te ofrecería el cielo Lambo, y lo cumpliría – miró con cariño al menor, con ternura y por un momento Lambo se imaginó a Reborn viéndolo así, que idiota era – te daría todo porque me miraras con un poquito de la dulzura que ahora me muestras, una mirada ilusionada

-lo lamento – sintió vergüenza y desvió su mirada. Le estaban proponiendo matrimonio y él solo pensaba en otra persona

-no te preocupes, mi ángel – sonrió acariciándole la mejilla. Okomura era uno de los pocos clientes, a los cuales Lambo le permitía tocarlo de esa forma – pero deberías darle una oportunidad, se ve que está siendo serio… y que tú sientes aunque sea una pisquita de interés todavía

 

 

Lambo no supo cómo responder a eso, la verdad ese hombre era tan observador que daba miedo en ocasiones. Pasaron una media hora juntos, el mayor se despidió besándole el dorso de la mano, diciéndole que al siguiente día alguien especializado vendría a instalar el vitral y después se fue mostrando una sonrisa. Lambo se quedó observando el vitral un poco más, era su retrato y era muy bello, le gustó mucho ese obsequio y con una sonrisa tonta pidió a sus empleados que lo ayudaran a subirlo al segundo piso. Estaba feliz, muy feliz a decir verdad. Okomura siempre fue muy delicado al tratarlo. Lambo suspiró pesadamente al recordar que venían a pedirle matrimonio, hasta le dio pena rechazarlo pues era una persona tan gentil… que… se sentía una puta en ese momento. Sonreía con calidez a todos, pero solo a algunos de sus clientes les permitía tocarlo, Okumura era una de esas excepciones y se sintió doble puta porque muchas veces las declaraciones de aquel hombre las tomó a broma. Jodida vida, ¿Por qué no se enamoraba de alguien así para empezar? Dios, quería a Lancia ahí para que le dijera las palabras correctas y hacerlo sentir mejor consigo mismo, lástima que solo lo viera algunos fines de semana

 

 

-¿se puede saber qué haces aquí y no atiendes mi mesa? – y para rematar esa voz. Lambo frunció su ceño al escucharlo

-cliente-san… váyase a la mierda – Lambo se hallaba sentado en las gradas hacia el segundo piso, suspirando mientras jugaba con un tabaco entre sus dedos

-mocoso idiota

-sigue así y no iré a tu mesa ni hoy, ni nunca – lo amenazó

-muévete vaca estúpida, es hora de que me sirvas – estaba enfadado. Vio la interacción de Lambo y ese viejo, no le gustó nada y lo peor es que… vio cada caricia y sonrisa amable

-¿ya tienes a G? – Lambio vio al mayor jugar con sus patillas y suspiró – entonces lárgate, no quiero verte

-no me hables así mocoso

-en primera… soy el ángel en este lugar, usa el pseudónimo. En segunda, sigo enfadado por lo del otro día – el ojiverde no lo miraba, seguía entretenido con si cigarrillo y en sus meditaciones depresivas – en tercera… si no tienes a G vete a la mierda Reborn

-siempre has sido así – tomó la muñeca de Lambo y lo jaló hasta juntar sus cuerpos, lo rodeó con su brazo e impidió que escapase – terco

-¿podrías soltarme? tu aroma me marea – dijo removiéndose aunque cuando Reborn lo abrazó totalmente, se envolvió en el perfume del café y el cigarro… junto con el de la bebida, ron si no se equivocaba… en parte le trajo recuerdos – suéltame o armaré escándalo

-odias los escándalos – Reborn le acarició los cabellos y lo pegó a su pecho, hundiendo su nariz en esos rizos y ahora largos mechones negros. Reborn estaba celoso, por eso hacía eso, para sentir que Lambo aun le pertenecía

-suéltame – suspiró pero la verdad estaba hasta cómodo así – si te atreves a mandarme mano… te mandaré al carajo con un hueco en medio del…

-¿qué te dio ese tipo? – sus celos salieron a flote

-¿celoso? – sonrió Lambo cerrando sus ojos y disfrutando del perfume

-ja… nadie más que yo te puede satisfacer, Lambo – susurró cerca del oído del menor

-te crees demasiado – enfadado empujó al azabache y lo miró con rabia – no quiero a alguien como tú a mi lado

-mientes mocoso

-quiero alguien que me trate bien, y tú no eres esa persona – era como si su consciencia hablara, que irónico – además… estoy muy bien con Okomura-san… hasta me ha pedido matrimonio – se zafó del agarre en su brazo y a paso calmo se alejó

-tu no saldrás con nadie que no sea yo, me oíste

-no soy nada tuyo, qué te importa lo que haga – Lambo estaba furioso, mucho más consigo mismo que seguía anhelando el toque ajeno, por más absurdo que sonara

-me perteneces

-si tú sales con otras personas, si te acuestas con mujeres solo por estrés… ¿por qué yo no? – lo enfrentó

-porque eres mío, Lambo. Te lo demostraré – pero antes de que hiciera algo, Lambo empezó a reírse

-yo soy libre, Reborn – sonrió limpiándose las lagrimillas – y tú también, así que me da igual con quien te acuestes

-¿seguro? Porque noto celos en tus palabras – sonrió con burla admirando esas joyas verdes que eran los iris de Lambo

-¿celoso? – miró al mayor y sonrió – ¿de quién? De la zorra que se te ofrece por la calle, ¿celoso yo?... ¿de Lampo que ha estado en tu cama también?

-te lo dijo – Reborn frunció su ceño y miró la leve decepción el mirada verdosa

-estás en mi territorio, yo sé lo que pasa aquí, Reborn… aunque déjame decirte que lo de Lampo fue muy bajo… usar a mi reemplazo me dio asco… eres un pervertido vejete de mierda – dijo antes de salir con su clientela – vete. No pienso atender a un viejo con el lívido en las nubes – a paso rápido salió de ese pequeño espacio, agarró una copa de alcohol fuerte y fue a la siguiente mesa a atender

-me las pagarás maldito – habló Reborn con rabia refiriéndose a Lampo

 

 

El azabache de patillas, salió de allí a paso constante consciente de que Lambo no lo iba a atender. Reborn sabía que Lampo no era de fiar, que soltaría la lengua y lo peor es que lo vio venir y no lo impidió, por el contrario, disfrutó de cada noche junto al reemplazo de su mocoso. Vio ese odio en la mirada verdosa, ahora… se estaba arrepintiendo de sus arrebatos con el mayor de los Bovino. Maldito el día en que decidió follarse a la maldita sombra de su mocoso… maldita la hora en que se despechó, maldita la hora… en que se fue dejando a un Lambo de quince años

 

 

 

Pero el plan era… contra Ricardo…

 

 

 

Lo planearon bien, eran dos semanas desde que iniciaron con aquello, 30 de abril y era decisivo, la fecha era buena, así que los cuatro estaban listos. Kazuya ya se quedó en casa de Kyoya. Fon, Mukuro y Fuuta con Nana e Iemitsu. Skull con Giotto, quienes irían de visita a donde Alaude. Estaría todo bien durante el viaje, cada detalle fue analizado cuidadosamente. Los cuatro reyes llevaban maletas, cada quien con su respectivo guardaespaldas, quienes fueron cambiados en estos días, pues dispersarían sus mentes maestras y buenos subordinados. Hayato con Tsuna, Ugetsu con Haru, Koyo con Lambo y Shoichi con I-pin. En casa se quedaban Takeshi, Ryohei, Kyoko y Tai, los mejores de su tipo, estaban encargados de la familia mientras los demás estaban ausentes. No les sería difícil, pues también estaba Enma, Dino que se unió desde el primer año de fundación y por supuesto, eran los dos mejores administradores que había.

Después de las despedidas y demás, los cuatro reyes partieron, de dos en dos, cada quien con su guardaespaldas. Tomaron diferentes vuelos, iban camuflados como cualquier turista y al final, allí estaban, en los aviones, platicando amenamente mientras comían algo. Un vuelo largo y cansado, dos de ellos hicieron escalas para al final, en un hotel rendirse en las camas dispuestas, hastiados hasta la medula de estar sentados. Se ducharon, alistaron y durmieron, así de simple hasta el siguiente día, donde todos se reunieron en una casa en el centro. Cada uno llegó a diferente hora, y fue recibido de la misma forma por su anfitrión

 

 

-escoria, llegas tarde

-muérete Xanxus – bufó Lambo quien era el último – no me acostumbro a tu horario y tengo sueño, ¿sabes?

-me importa un carajo Lambo – Squalo habló después – vamos, revisaremos el mapa una última vez antes de ponernos en acción de reconocimiento. Ricardo estará allí en dos días, no nos queda tiempo para errores

-lo sé –

-listo – sonrió Haru – quiero este edificio, yo lo cubro

 

 

Ricardo tenía negocios por todos lados en Italia, analizaron uno por uno, aprendiéndose el horario de Ricardo e infiltrando información de la agenda estricta. Estaban en Florencia donde había suficientes edificios que podrían usar para el plan, era una ciudad concurrida así que no había problema en lo que pasara, nadie los encontraría. Todo fue un caos esos días, estábamos listos para el ataque, Ricardo caería el día planeado y lo iban a disfrutar con frialdad, despacio, viéndolo caer poco a poco. Se reirían al verlo entrar en desesperación y de solo pensarlo muchos de los presentes sonreían con malicia

 

Xanxus  salió por las calles, era el día de la verdad, sonreía mientras mordía el pan de esa mañana que compró en su tienda favorita, en conjunto con un queso espectacular. Miraba las calles sin prestar mucha atención, buscaba con la mirada solo a una persona  y con las singulares patillas que se cargaba no sería difícil de hallar. Pronto lo hizo, era perfecto simplemente… el plan perfecto

 

 

-te ves enfadado, escoria

-cállate Xanxus – bufó y pasó de largo, no le importaba lo que el otro le dijera, lo único que tenía en mente es que Lambo viajó, sin decirle nada, sin decir cuando volvería, y después se entera que Tsuna igual pero que ese castaño a menos tuvo al decencia de avisarle a los Inagakai – ¿Dónde y cuándo?

-hoy en tres horas, primero debemos arruinarle el negocio de la mañana, luego el de la tarde y al final el golpe nocturno, será divertido

-muévete que no tengo tu tiempo

-pero si estás aquí es porque te interesa – Xanxus sonrió con altanería mientras se colocaba junto a su hermanito menor – ¿o no?

-solo vine por diversión

-así que quieres matar a Ricardo tanto como yo

-esto es venganza

-¿por mamá? – obviamente el menor no le respondió – pues en la noche… tal vez te de una motivación más – sonrió Xanxus y no dijo nada más, dejando a Reborn con la duda

 

 

El primer negocio a destruir fue fácil, Reborn se encargó de eso, solo bastó con amenazar a uno de los socios, al que él mismo le proveía de armamento y todo estaba listo. En la habitación conjunta, él y Xanxus se divertían escuchando los reclamos de Ricardo porque el negocio no se concretó. Los hijos de ese hombre querían reírse a todo pulmón, pero eran muy machos como para hacerlo y solo mostraban una sonrisa burlona. Estaban esperando a que todo se calmara para irse de una puta vez.

Cuando ya no escucharon los gruñidos de su padre salieron a paso lento y Xanxus le invitó a Reborn a su departamento para beber algo, platicar, o más bien pelearse… o mejor, no decir nada y simplemente beber para matar el tiempo. Al final hicieron ambos, bromeando como cuando eran niños porque gracias al cielo Squalo no estaba allí, y sin ese doncel gritón, Xanxus era simplemente un patán mal hablado que tenía en la cabeza dominar el mercado que Ricardo tenía en sus manos. Simplemente dos hombres con sueños y con deseos de sexo con un buen partido, al que ya habían elegido. Xanxus se burló de Reborn porque no podía hacer que Lambo lo atendiera, presumía que el ojiverde era muy pegado a él y que tenía lindo trasero, obviamente exageró muchas cosas e inventó otras, todo para ver a su hermanito rabiar

Cuando Reborn se hartó y con la furia a tope por los comentarios obscenos de Xanxus sobre el lindo trasero de Tsuna y de I-pin, se fue. Prometió encargarse del segundo negocio junto con algunos subordinados de Xanxus y se liberó de la pesada compañía de su hermano mayor. Aquellos mencionados subordinados, eran un rubio aficionado a las cuchillas y un afeminado ser que tenía la voz chillona cuando se emocionaba, adicto a las peleas y en especial a usar el Muay Thai. Aunque Reborn debía aceptar que eran buenos en lo que hacían, en una hora terminaron de destrozar el cargamento de cocaína que el viejo pensaba dejar en el puerto. Para ser exactos, dejaron fuera de servicio a todos los custodios, condujeron la camioneta como locos y la chocaron en una esquina despoblada. Era una perdida millonaria, pero lo valía si Ricardo se ponía rojo de la furia, finite… venganza es todo, aunque Reborn solo estaba degustando su furia con cualquier porquería que se le presentara, al final estaba más liviano y su cabeza ya no le dolía

Y al final de la noche, venía el plato fuerte, al menos eso le dijo Xanxus, porque de verdad esperaba que fuera bueno o su viaje no habría servido de nada. ¿Qué haría Ricardo esa noche? Fácil, follarse a otro doncel virgen toda la puta noche, mancillando una mente pura, que asco le daba a Reborn saber que su madre vivió con ese cretino por décadas, pero bueno, su madre tuvo la culpa de todo. Sin más que hacer acompañó al ojirojo, nada perdía. Ambos hermanos miraban ese hotel de unos diez pisos en la zona más elegante de Florencia, rodeado de edificios más altos, más pequeños, había de todo. Los pisos estaban adornados de cristalería fina, los vidrios bien limpios daban una buena vista del interior, donde se mostraban mesas de restaurante en el segundo y tercer piso. La planta baja bien mantenida, con todos en traje recibiendo a los que se hospedarían en ese hotel de lujo, las habitaciones en los pisos superiores. Todo muy elegante y a la altura del hijo de puta que tenían por padre. Ellos subieron a la sección de restaurante para hacer algo de provecho. Los ventanales daban muestra de la pequeña plaza, con piletas que mostraba imágenes de colores, simplemente hermoso. Adentro un ambiente que despedía grandeza, calidad y riqueza, así era todo y junto con Xanxus pidieron un plato exclusivo y comieron en paz, en silencio

 

 

-suelta lo que vas a hacer de una maldita vez – gruñó Reborn cuando ya terminó su cena. Su reloj marcaba las diez de la noche y ya estaba cansado de esperar que el otro hablara

-ponte esto – Xanxus le extendió un pequeño dispositivo, como aquellos audífonos que usan para escuchar música, solo que este se conectaba a un aparatito pequeño – enciéndelo y dime qué escuchas

-más te vale que sea bueno – se quejó pero aun así se puso aquella cosa y la encendió. Xanxus le mostró el suyo y luego lo ocultó con un mechón de cabello, cosa que Reborn también medio intentó puesto que en esa parte su cabello no era tan largo

-señor, probando, probando… reporten sus puestos, faltan cinco minutos para el inicio de la operación – una voz serena femenina se escuchaba de fondo, Reborn solo seguía escuchando – aquí alcón uno, listo. Aquí rata, listo. Aquí tiburón, maldito jefe más te vale estar listo voii… listo – después de eso Reborn solo sonrió con malicia, asique era una operación bien planeada, eso le estaba gustando – confirmado, jefe… Xanxus-sama, todo está listo y en posición

-lo disfrutarás, Reborn – sonrió el ojirojo, acercando su dedo a uno de los botoncitos de ese aparato y confirmando – escorias, más les vale hacerlo bien – dijo sin importarle que junto de él había más gente

-que valiente – dijo mirando a todas las personas a su alrededor – ¿no te da miedo tener algún infiltrado con la lengua floja?

-todas estas escorias son contratadas mías, nadie de aquí escuchará nada de lo que digamos – sonrió Xanxus viendo alrededor y de verdad, los demás seguían con sus cosas, como si los dos no existieran

 

 

Tan solo diez minutos después ya se daba la señal de que la presa ingresó. Xanxus estaba más que tranquilo, solo esperando, pues su línea de ataque no era esa, lo que a él le interesaba era cuando dijeran “señor, está listo, puede empezar” y eso no tardó. A paso calmado Xanxus junto con Reborn tomaron el ascensor, subieron al último piso y con paciencia fueron a la habitación que les indicaron por aquel aparatito en su oreja, donde varias voces se comunicaban entre sí. Tocaron, entraron y en seguida sintieron a dos hombres apuntado a sus cienes, claro que esos dos hermanos desenfundaron sus propias armas y se defendieron, pero había alguien más en esa habitación

 

 

-¿qué demonios significa esto? – gruñó Ricardo, mostrando su ceño fruncido, sus ojos verdes llenos de rabia, su impecable traje sin corbata, la misma que se hallaba en el suelo junto a un chico que inconsciente estaba en desparramado en el suelo, aunque aún estaba vestido, eso significaba que le dañaron el plan a Ricardo

-padre – se reía Xanxus mientras tenía en la mira a los dos guardaespaldas del mayor – ¿acaso ibas a hacer una orgia con ese muchachito?

-qué asco – bufó Reborn mirando al mayor quien solo lanzó una especie de gruñido

-¿a ustedes qué les interesa lo que yo haga? – aunque la verdad aquel muchachito en el suelo, lo atacó con un cuchillo cuando lo iba a empezar a desvestir. Lucharon un poco y el mayor lo dejó inconsciente. Finalmente llamó a sus subordinados porque eso le olía a trampa del enemigo, pero al ver a sus hijos se lo estaba pensando – ¿qué hacen ustedes dos?

-¿qué crees, papá? – se burló Reborn

-señor, ¿qué hacemos? – dijeron los dos subordinados fieles a Ricardo al mismo tiempo, pero no pudieron ni siquiera pensar cuando los vidrios de la habitación se rompieron. Dos ventanas se derramaron en pedazos a la vez, dos sonidos casi imperceptibles, dos quejitos y al final dos cuerpos caían al suelo sin vida. Los guardaespaldas estaban muertos y la risa de Xanxus se hizo presente

-¿así que ustedes…? – Ricardo no tuvo que pensarlo, disparó a diestra y siniestra con su propia arma. Logró que Xanxus y Reborn se ocultaran en las habitaciones adjuntas, tomó las armas de los recién fallecidos y empezó a huir – traicionaron a su padre, ¡morirán por eso! – gruñó antes de que las puertas del ascensor se cerraran y que Xanxus se despidiera de él con la mano

-que empiece la cacería – sonrió Xanxus y vio a Reborn a pocos pasos

-¿qué fue eso? – Reborn admiró los vidrios una vez más y analizó el disparo lejano

-mis francotiradores, te protegerán el culo así que solo disfruta – reía fuertemente mientras se dirigía al contrario de donde estaba el ascensor – vamos hermanito idiota, por el ascensor de empleados

-cómo sabes que…

-señor – esa voz femenina se dio en el oído de ambos sujetos a través del manos libres que llevaban – el ascensor se detendrá en el quinto piso, puede perseguirlo por ahí, tenga cuidado

-tengo a esas basuras de mi lado, no me vengas con que tenga cuidado – bufó molesto mientras seguía al ascensor de empleados y Reborn lo seguía

-¿quiénes son tus guardaespaldas a distancia?

 

 

Pero Xanxus no le respondió, solo se reía con malicia, así que Reborn solo decidió disfrutar, amaba esas cacerías porque no tenía nada más en qué entretenerse. Bajaron al quinto piso y vieron las puertas cerradas de las habitaciones, cada uno escogió un pasillo y siguió. Según Xanxus nadie estaba hospedado, todos fueron despachados y el edificio era su centro de juegos para capturar a Ricardo, matarlo y hacer lo mismo con los veinte subordinados que según sus informantes estaban repartidos por el hotel, desde el quinto piso hacia abajo. Eso sería divertido. Abrieron las puertas de una patada, una a la vez, verificando que no hubiera nadie dentro. El primer disparo en ese pasillo se dio, Xanxus fue el afortunado y esquivó la bala con agilidad, disparando dos en recompensa. Pronto se le unió Reborn y empezaron a agujerear lo que pudieron. En resumen, destrozo

 

 

-¿por qué demonios se rebelan contra su padre?

-porque ya estas viejo, tomas malas decisiones y yo tomaré tu puesto – respondió Xanxus

-viejo, me has hecho la vida imposible, ¿quieres más excusas? – contestó Reborn, la verdad era simple

-pues les mostraré mocosos, que más vale el diablo por viejo… que por diablo

 

 

Allí se quedaron esos tres, disparando sin cesar, intentando matarse. Tenían tres pisos para jugar a las escondidas, al gato y al ratón o como quisieran llamarlo. Xanxus ordenó que nadie le quitara la diversión y que ellos dos matarían a los subordinados que ayudaban a Ricardo a escapar de cada piso, para ir descendiendo uno por uno mediante las escaleras de emergencia. Era como un juego, cada piso se abría solo cuando los subordinados estuvieran todos muertos y solo Ricardo permaneciera de pie. Xanxus se reía como maniaco, Reborn respiraba la adrenalina del momento y disfrutaba el doble. Había olvidado como sentirse joven y al borde de la muerte al mismo tiempo. Xanxus le superaba con apenas un año exacto, pero ninguno de los dos aparentaba la edad que tenían, eran como dos adolescentes divirtiéndose en juegos peligrosos nuevamente y el anciano era a quien debían derribar para un jaque mate

Cuando estaban en el tercer piso, las cosas se complicaron, habían diez oponentes en ese piso, más el hijo de puta de Ricardo que no le temblaban las bolas para usar a sus subordinados como escudos y salvarse de una bala. Las armas automáticas ahora eran un puto problema, porque hasta una metralleta traían. Y aun así nadie les quitaba la diversión a esos hermanos. Reborn mató a uno de un disparo en la cabeza, lo pateó hasta que golpeó a otro y ambos cuerpos rompieron una ventana y cayeron al vacío. Xanxus usaba dos automáticas y acabó con cuatro en un cerrar de ojos, se acomodó el mechón que se cayó en medio de su rostro y sonrió satisfecho. Según sus cuentas solo quedaban seis

 

 

-¿lo disfrutas, Reborn? – preguntó Xanxus mirando a su hermano aflojar su corbata pues tenían calor debido al ejercicio

-cállate y sigue, Xanxus

-eso pensé – se reía con malicia – no hemos visto a la rata, ¿dónde estará?

-Xanxus-sama… Ricardo logró ir al tercer piso, dos de sus guardias se sacrificaron con la puerta electrificada para dañar el sistema y abrir la puerta bloqueada

-malditas escorias, más les vale que no salga de allí – bufó Xanxus

-Ey, alguien que se encargue del resto de malditos de este piso, nosotros vamos tras Ricardo – ordenó Reborn

-Reborn – esa voz detuvo al azabache que estaba a punto de salir – agáchate – en su oído resonó esa vocecita tan conocida

-que… demo

-¡que te agaches! – sin saber porque, le hizo caso. El azabache de patillas dobló su cuerpo y sintió la ráfaga de una bala sobre su cabeza, escuchó el quejido del maldito que lo iba a atacar por detrás. Se giró con rapidez, viendo el arma apuntándole, la mancha roja en la frente del sujeto y después lo vio caer al suelo

-Xanxus, dime que… - pero escuchó la orden para que se mantuviera en el suelo y vio a Xanxus agacharse también. Escuchó tres detonaciones, vidrios rompiéndose, quejidos y al final silencio total

-camino despejado – la misma voz femenina del comienzo les dio autorización para seguir pero Reborn no estaba loco, lo escuchó, esa voz era de…

-vamos Reborn – sonrió Xanxus sin inmutarse

-dime qué demonios pasa

-¿reconociste esa voz, no? Entonces solo sígueme y no preguntes… estás en lo cierto

-ese no puede ser Lambo – dijo con furia caminando junto a Xanxus que ya bajaba las escaleras y entraba a la sección del restaurante en el tercer piso, viendo que no había nadie a simple vista

-ponte atento Reborn, aquí ya solo queda Ricardo y cuatro… sujetos – dijo viendo todo su alrededor

-son cinco señor – decía la voz neutral por el auricular

-Xanxus, dime quién demonios son tus francotiradores – exigió furioso

-que se presentes ellos mismos – sonrió con malicia mientras observaba la ventana y se acercaba a ella – escorias, repórtense… alguien ya se dio cuenta

-¡hahi! parece que por salvarle la vida nos hemos descubierto – Reborn reconoció esa estúpida voz femenina

-¡¿qué demonios hacen tú y Lambo aquí?! – dijo Reborn apretando el botoncito de aquella cosa para que le escucharan

-un gracias me sirve más – habló Lambo por la línea copada, aunque ahora estaba silenciosa – por cierto… Ricardo está oculto, no les diremos en donde porque sé que les gusta la adrenalina

-mocoso… ¡vaca estúpida que…! – Reborn sintió una bala pasar junto a él, vio el cristal trisarse por el impacto y frunció su ceño

-vuelve a llamarme de esa forma y la bala ira a tu trasero la próxima vez, recuerda que yo puedo verte y tú no a mí – lejos, en el techo de una edificación se hallaba un chico de cabellera rizada, negra y de ojos verdes puestos en la mirilla. Recostado en un lugar especial en la terraza, con la super-magnum que le dio Colonello para esta ocasión especial. El rifle especializado para francotiradores, con capacidad de disparo de mil quinientos metros, precisa para esa noche. La culata reposaba en su hombro y estaba bien puesto para soportar el impacto de retroceso en cada tiro. Silenciosa, hermosa y negra, nadie lo vería esa noche pues todo en él era de ese color

-Xanxus, maldita sea, ¡por qué no me dijiste que quien yo buscaba, era tu guardaespaldas a larga distancia! – Reborn estaba furioso, hasta se le olvidó la cacería

-y no es el único – sonreía Xanxus mientras saludaba con la mano – dos hermosos traseros más están por ahí… bien firmes y con ganas de recibir unas nalgadas bien duras

-¡asqueroso patán de mierda! ¡Espera que esto termine y te dejaré la cara irreconocible!  ¡Cuántas veces te he dicho que no me gusta que digas eso! – Reborn suspiró, ya se cansó de esa puta broma

-I-pin – susurró Reborn mientras bajaba su arma y se acomodaba la fedora mientras se acercaba al cristal y miraba a los edificios, aunque sabía que jamás los vería – alguien debía decirte eso sobre tu trasero

-Xanxus… le diré a Squalo que te deje en abstinencia. Reborn-san… un gusto salvarle la vida un par de veces – esta vez Reborn ya se lo esperó

-Tsuna… pensé que eras torpe para estas cosas – otra detonación rompió un cristal y un sujeto cayó al suelo al otro extremo de donde los hermanos estaban – ¿fuiste tú?

-es estúpido preguntar lo que es obvio – Tsuna habló con calma y Reborn no se lo podía tragar, ¿era en serio?

-¿por qué demonios?

-te dije que cuando atrapáramos a Ricardo te lo diría – sonrió Xanxus que empezaba a caminar en aquella sala ahora vacía al igual que el resto de ese hotel – y si no te lo dije… pues ahora te enteras, concéntrate en lo importante

 

 

Tsuna, I-pin, Haru y Lambo, estaban bien posicionados, cada uno con el rango perfecto de visualización, no había ángulo muerto en los tres pisos bajos, ni en las habitaciones del hotel, rodeaban todo. Estaban armados con munición infinita, por exagerar un poco, aunque no la usarían ni la cuarta parte, porque ellos apuntaban, disparaban, acertaban y ya. Detrás de cada uno su guardaespaldas, también vestido de negro para ser invisibles en la noche, vigilaban los alrededores, el ingreso a esa zona y demás, por asegurar a sus respectivos reyes. Las super-magnum de color negro, no reflejaban la luz, eran invisibles en la noche, la mirilla era precisa, las balas suficientemente largas como para dar en el blanco con precisión, solo esperaban con calma su siguiente objetivo. Además no estaban solos, Xanxus tenía subordinados por todas partes. Reborn y Xanxus estaban solo jugando, y ellos como francotiradores solo aseguraban la vida de los dos Stracci que sucederían al puesto de jefes. Su mirada fija en los alrededores, simplemente esperaban, tenían en la mira a todos los sujetos en ese piso, ahora eran cuatro subordinados y un Ricardo oculto en la barra de bebidas, así que solo esperaban que uno por uno cayera, y si alguno de los herederos corría peligro eliminaban la amenaza sin chistar. Si su campo de visión era afectado, el otro lo cubría y bajaba los pisos necesarios para de nuevo poder ver todo con precisión, esos cuatro estaban bien coordinados y sus guardaespaldas eran la conexión entre ellos.

Reborn estaba molesto, confundido, lleno de preguntas, pero sobre todo molesto, así que disparó sin chistar logrando sacar a los que estaba escondidos. Mató a dos, su hermano a los otros dos, dispararon a Ricardo pero este huyó al primer piso y si seguían así saldría a la planta baja sin problemas, así que ambos corrieron detrás de la rata que era su progenitor. Lo acorralaron en el primero piso, intercambiaron balas, casi se matan entre ellos un par de veces pero al final, estaba dicho. Reborn fue quien apuntó a la nuca de Ricardo, Xanxus lo amenazaba al frente, pusieron el cañón en la parte de atrás de la cabeza que mostraba algunas canas y el juego terminó. Fue rápido, sin palabras intercambiadas, pues era innecesario hacerlo porque alguien iba a morir y todos eran demasiado orgullosos como para disculparse. Ricardo había caído, los demás bajo el mando del antiguo líder fueron baleados, y los hermanos bajaron con calma a la planta baja. Esposaron a Ricardo como a un vil criminal, lo hicieron arrodillarse en frente de ellos dos y de los pocos subordinados cercanos

 

 

-mis propios hijos me han traicionado – Ricardo habló mientras miraba a los mencionados con rabia. Su frente estaba perlada de sudor por la carrera y adrenalina en ese hotel, su ropa estaba desarreglada y llena de polvo por los escombros, vidrios y demás que las balas alcanzaron a su paso – que desgracia me da la vida

-te lo mereces viejo de mierda – bufó Xanxus demasiado molesto mientras alguien le daba un vaso de ron y lo tomaba. Se limpió el sudor y miró a su padre sin pisca de piedad

-bien, ya está... ¿y ahora qué? – dijo Reborn quien se acomodaba el traje, la fedora y bebía una copa de vino que le facilitaron

-¿me matarán? Tanto es su ambición… pero ahora, ¿quién tomará el puesto? – el ojiverde mayor trataba de generar discordia entre los hermanos, era básico si al menos quería crearse una oportunidad de escapar

-Xanxus lo hará – habló Reborn con mucha calma – yo no quiero nada de esta porquería de familia

-y sí… te mataremos, pero primero rendirás cuenta por tus putas acciones… así que se paciente padre y espera – el ojirojo se tronaba los dedos sin mirar al que ahora estaba esposado

 

 

Reborn no entendió aquello, su hermano mayor decidió tener secretos ese día, callado y esperando alguna cosa extraordinaria que fuera a pasar. Así que mientras jugaba con sus patillas decidió calmarse y esperar, pues Xanxus le dijo que los cuatro reyes venían en camino desde sus puestos de francotiradores. Ricardo se reía y decía un montón de incoherencias, Xanxus ni caso le hacía. Cuando llegó Squalo, el ojirojo se concentró en el peliplata, besándolo en la mejilla, acariciándole el cabello y dejándolo para que se riera de la desgracia del Arcobaleno mayor. Reborn poco esperó para ver a aquellos cuatro, con ropas negras pegadas al cuerpo, un cinturón que portaba un arma, municiones, aun cargaban los rifles especiales en la espalda y detrás de cada uno venía un subordinado. Cada rey, mejor dicho líder de Blood Rose, llegó sin decir nada y de la misma forma empezaron a ceder las municiones, armas y equipo a los subordinados de Xanxus, quedando solo en aquella ropa que entallaba su figura. Reborn se fijó en Lambo, el mocoso que se desató el cabello y que se veía malditamente sexy con esa ropa pegada al cuerpo de color negro. Los demás le importaban un carajo, solo quería saber qué demonios hacia allí Lambo, pero fue ignorado por el mencionado quien solo veía al caído Ricardo… al arrodillado, cansado y destronado Ricardo Arcobaleno

 

 

-también vienes a ver mi caída… mi ángel – Ricardo sonrió al ver a Lambo acercarse a paso calmado

-desde aquí no me interesa – habló Tsuna y Haru lo apoyó – el resto está en sus manos, cumplimos con nuestra parte – junto a Hayato, Ugetsu, con Haru siguiéndoles los pasos, salieron del lugar, a donde seguramente tenían un auto esperándolos y luego hacia donde se hospedaban

-genial, se fueron – sonrió I-pin cuando los castaños se fueron, se quedó mirando a Squalo y a Lambo – pueden darle con todo – Reborn no se esperó que Squalo se lanzara sobre Ricardo casi de inmediato, golpeándolo a puño cerrado con rabia, refunfuñando cosas varias entre dientes. La sangre brotó de los labios del mayor de todos, la ceja del viejo se rompió y solo Xanxus pudo agarrarlo, cargarlo y alejarlo antes de que lo matara

-así que… ahora tú estás en el suelo retorciéndote de dolor – Lambo vio a Ricardo con rabia y caminó rodeándole. Hizo una seña con su mano y Koyo rápidamente levantó al mayor de los Stracci y le agarró los cabellos para que mirara a Lambo

-ni así de enfadado se te quita lo hermoso – Ricardo sonrió con malicia – ¿qué quieres de mi? – pero como respuesta recibió solo una bola de saliva directamente al rostro. Lambo le escupió con rabia

-maldito bastardo, hijo de puta – le dijo con rabia y a puño cerrado lo golpeó. Koyo detenía al antiguo líder Stracci para que su jefe se desquitara con calma – mereces sufrir todo lo que me hiciste. Lo que le has hecho sufrir a todos los donceles vírgenes que pasaron por tu cama – le escupió de nuevo y se alejó un poco

-¿me vas a explicar? – Reborn se colocó junto a I-pin y soltó aquello

-cállate y escucha – Reborn quiso insultarla hasta que vio las lágrimas de Lambo surgir de repente

-así que… vienes por venganza, por eso te juntaste… con mis dos traidores hijos – soltó adolorido, pues los golpes le dolían, la sangre de su nariz brotaba y jamás pensó estar en esa situación – ¿tus lágrimas son por mí? – el mayor sintió la bofetada de Lambo y solo pudo reírse

-es de ustedes – Lambo se limpió las lágrimas y se alejó unos pasos hasta que la risa y los gruñidos de Squalo lo detuvieron

-VOOOIII, lo mataré, ¡lo mataré! BASTARDO, HIJO DE PUTA… NOS QUITASTE A NUESTROS HIJOS… MERECES LA PEOR DE LAS TORTURAS – Squalo gritaba con rabia, y Xanxus logró detenerlo antes de que fuera a desquitarse con Ricardo

-así que eso era – se reí el ojiverde mayor cuando Koyo lo soltó y cayó de rodillas al suelo – sus hijos… el hijo bastardo de Xanxus y tu bastardito… mi ángel – Reborn se quedó sin palabras al escuchar aquello. Empezó a analizar las cosas que se decía, ¿hijos? ¿No eran solo de Squalo? ¿Qué tenía que ver Lambo en esto? ¿Por qué era el último en enterarse de estas cosas?

- ¿hijo? ¿De qué habla? – la voz de Reborn al fin surgió y al mirar a Lambo este solo mostró una sonrisa melancólica – ¿un hijo de Daemon?

-es cierto, tú no lo sabes – sonrió Squalo viendo a Reborn – ¿sabes porque queremos matar a tu padre?

-explícate

-mató a mi hijo cuando estaba en mi vientre – soltó Squalo con rabia, un poquito más calmado aunque seguía cerca de Xanxus quien no le soltaba el brazo – tu estúpido padre mató a mi hijo gestante, el hijo de tu hermano, ¡tu sobrino murió por culpa de tu padre! – gritó con rabia – y no fue el único…

-cálmate Squalo, ya habrá tiempo para desquitarse – Xanxus controlo la rabia de su amante, quien lo forzó a quedarse quieto

-no fue el único hijo que mató – sonrió Lambo volteando a ver a Ricardo – se llevó a mi hijo también – soltó con rabia, su ceño fruncido, su labio inferior temblándole levemente debido al dolor imborrable de esa pérdida  

-el bastardito de Daemon – se reía Ricardo sin importarle ya nada, solo quería desquitarse con alguien, y si debía hacerlo con su ángel caído, lo haría – te liberé de una carga Reborn – miró a su hijo que se mantenía sereno y callado – deberías agradecerme… igual que tú, Xanxus. El hijo de una puta no sirve para nuestra familia

-cállate, escoria

-dos bastardos, los asesiné porque nuestro linaje debe ser limpio

-sabes una cosa – Lambo se acercó un poco a Ricardo y reunió fuerzas basadas en rabia para seguir hablándole – ¿sabías que el hijo que me quitaste pudo haber sido tu nieto? – Lambo miró a Ricardo con serenidad – porque cuando yo llegué con los Tonakai no era virgen… porque yo era amante de Reborn y tú lo sabias – dijo con rabia apretando los puños y apuntándole directamente con su dedo índice – PUDISTE HABER MATADO A TU NIETO… AL HIJO DE TU SEGUNDO HIJO – le gritó a Ricardo y apuntó a Reborn sin siquiera mirarlo un par de segundos

-¡¿cómo que mi hijo?! – al fin levantó su voz, la palabra hijo lo despertó de su pequeño letargo. Un hijo… ¿su hijo? ¿Era eso siquiera posible? ¿Lambo pudo haber estado esperando un hijo suyo? No sonaba tan descabellado después de todo Tsuna llevó al hijo de Hibari y lo hizo pasar por hijo de G hasta que escapó de los Tonakai – ¡¿llevabas un hijo mío?! ¡Responde Lambo!

-no le creas, solo intenta ponerte en mi contra – contradijo Ricardo – el hijo que le hice abortar debía ser de Daemon

-quien sabe – se reía Lambo, su amargura se escondía en la gracia que le daba los reclamos de Reborn, de las burlas de Ricardo – ¡porque Ricardo lo mató antes de que yo pudiera aunque sea calcular fechas! – dijo con rabia, pensando en esa posibilidad. Nunca tuvo síntomas, no sabía cuándo fue concebido, pudo haber sido el hijo que Reborn quería para atarlo a un matrimonio o una familia… pudo haber sido de todo, pero ahora ya solo era un recuerdo – pudo haber sido tu nieto… pudo haber sido hijo de Daemon… PERO ERA MI HIJO, MATASTE A MI HIJO – le gritó e intentó dispararle con el arma que aún no entregaba, pero I-pin lo detuvo a tiempo, arrebatándole el arma, inmovilizándolo y obligándolo a salir – ESPERO QUE SUFRAS, ¡HIJO DE PUTA!

-afuera Lambo, ni tú ni Squalo se mancharán las manos, ya tuvieron suficiente – decía I-pin con autoridad, empujando al ojiverde fuera

 

 

Reborn estaba furioso, se venía a enterar cosas que debieron contarle antes de hacer toda esa maldita misión suicida. Le gritó a su hermano que le explicara todo, se frustró con las risas de su maldito padre y le dio una patada que lo dejó inconsciente. Maldijo a medio mundo y exigió explicaciones apuntándole a su hermano mayor, quien fue el más cercano. Squalo le gritó un montón de cosas explicándole más o menos lo que aconteció, al menos lo hizo hasta que algún subordinado de Xanxus lo tomó en brazos y se lo llevó. Ese día, Reborn entendió que pudo haber tenido un hijo con Lambo y nadie se lo informó, que los demonios guiaban las acciones de Ricardo. Pero las dudas seguían ahí, ¿qué cosas pútridas hizo Ricardo? ¿Qué demonios le hicieron a Lambo? ¿Qué demonios planearon todos estos años? ¿Qué paso exactamente? ¿Cuándo paso? Todo eso y más. Era un mundo de incógnitas que quería averiguar.

Al final I-pin y Xanxus dijeron que entre los tres darían tortura y muerte a quien dañó a sus tesoros y aceptó. Los ayudaría porque según supo, I-pin sabía la historia de Lambo, porque según lo que supo Ricardo era un hijo de puta que le quitó herederos a los Arcobalenos. Tal vez no solo dos, tal vez más, talvez tenía crímenes que le importaban más de lo que pensaba, sea lo que sea, se iban a encerrar en un almacén con objetos de tortura y gozarían en sacarle las verdades y los arrepentimientos a Ricardo. Solo ellos tres porque los demás, debían ser protegidos, porque no debían mancharse de esa mugre… porque la venganza era su arte

 

 

 

Todo ese caos concluyó esa noche en un Lambo que no habló con nadie en el transcurso al hotel, que se metió en el baño que ya le prepararon. Con Tsuna como su acompañante, se desahogó en lágrimas, aunque el castaño no supiera qué pasaba, y asumía que era por lo mismo de siempre. Las lágrimas por la misma razón por la que se auto castigarían, aun sin haber hecho nada malo. Al menos no sin razones poderosas o algo así, porque en ese mundo si eras bueno morías en dos das y nada más

 

 

-¡no podemos seguir así! – se quejaba el castaño con la voz temblorosa – Lambo… reacciona

-si no aguantas entonces lárgate Tsuna, ¡me importa una mierda estar aquí solo! – decía agarrando el filo de la bañera y apretándola con fuerza, mientras su rostro mostraba dolor y su labio inferior temblaba constantemente, sus dientes castañeando sin control

-jo… joder, no… no me iré, solo digo que esto… ¡¡es demasiado!! – se quejó agarrándose del filo, justo al lado de Lambo y respirando profundo tratando de no gritar – nos moriremos si seguimos así

-entonces te callas y te vas – le amenazó hundiéndose más en el tina llena de hielos que estaban usando ese momento. Hielos que empezaban a desprender el frio ambiente que invadía esa bañera

-he dicho que no te dejaré flagelarte solo – protestó el castaño sintiendo las agujas en su cuerpo producidas por el intenso contacto con el agua congelada – ¡maldita sea!

-cállate y vete o… cállate y acompáñame… tú… tú elijes – decía entrecortadamente mientras su cuerpo empezaba a temblar ya, tratando de sacar calor mediante movimiento muscular

-nos dará hipotermia

-cállate, Tsuna

-no podemos hacer esto, cada que matamos a alguien… Lambo

-¡que te calles!

-deberíamos tomar responsabilidad de esas muertes

-eso hacemos aquí – el ojiverde derramaba finas lágrimas al recordar lo sucedido ese día, no soportaba las muertes, mucho menos la pérdida de un hijo, se deshacía en dolor, un silencioso dolor

-pero de otra forma, maldita sea – se quejaba el castaño soportando el temblor de su cuerpo y sintiendo la hipotermia aparecer poco a poco – nos… nos moriremos congelados si seguimos así

-me vale una mierda – gruñó Lambo manteniéndose firme en no salir de allí

 

 

Así era la forma en que el Bovino pagaba cada muerte que daba. No importaba como fuera, si él mataba a alguien, en la noche terminaba de esa forma, y Tsuna lo acompañaba siempre, sin excepción. Lo hacían desde hace años, cuatro para ser exactos. Era el castigo por ser asesinos, por llevar las manos manchadas, pero al final, cuando ambos se acurrucaban juntos entre las mantas cálidas, temblando hasta que ganaban calor, se sentían en paz, mucho mejor, y sin culpas en sus almas. Esa noche no fue diferente, solo una cosa cambió. I-pin no estaba para cuando ellos salieran, la azabache les daba chocolate caliente, cuidándolos para que ganaran calor poco a poco, pero ese día solo estaba Haru… porque I-pin estaba mandando al demonio a Ricardo

 

 

 

Horas…

 

 

 

Los gemidos adoloridos de alguien adornaban el lugar con iluminación leve. Aquel que estaba siendo torturado se mantenía encadenado al suelo, sin movilidad absoluta. Alrededor había agua, a lo lejos una batería con cables y terminales no estaba siendo usados o tal vez ya se acabó el uso. Lejos, había herramientas de todo tipo, sangre chorreaba por el cuerpo casi desnudo en totalidad. En ese momento una aguja era retirada por una mano femenina, no era cualquier aguja, era una gruesa, larga, como de quien quiere hacer daño pero no tanto para hacer un sangrado que produjera muerte. Eran las agujas utilizadas para las perforaciones en los oídos, incrustabas en profundidad causaban dolor incontenible

 

 

-así que, tú eras las de los rumores – sonrió Xanxus al ver a I-pin relamerse los labios cuando sacó la aguja y las unía a las otras diez que sacó con anterioridad, una de ellas se la clavó en el pulmón al objeto de tortura

-son rumores – I-pin contestó sin inmutarse. Sus pasos resonaron apenas, aun llevaba puesto el uniforme de francotirador, y se sentó en una de las sillas, mientras se acomodaba el cabello – solo son rumores

-pues no parece – Reborn había presenciado esa mirada fría, dura, molesta de I-pin. La había visto disfrutar de cada doloroso grito de Ricardo, quien jadeaba sentado en el piso, con el cuerpo sangrante. Cada aguja fue incrustada con precisión, con dureza, incluso una agujeta también hirió un costado de Ricardo

-ustedes le han hecho más daño físico que yo – I-pin vio como los hermanos golpearon, cortaron, electrocutaron a Ricardo. Le pareció algo barbárico pero no dijo nada, pues de ella era la última de  turno por sorteo

-así que… – Ricardo se reía y después tosía la sangre acumulada en su boca – planearon todo entre ustedes… pero a ti, mujer de mierda… no te he hecho nada

-Lambo es mi hermano – habló con serenidad – no de sangre, de corazón… pero es mi hermano al fin y al cabo. Le has acosado durante años, intentaste abusar de él en el pasado, le hiciste abortar un hijo y has formado parte de sus traumas, ¿aun dices que no me has hecho nada? – se reía I-pin mientras buscaba entre su ropa algo especial

-maldito, hijo de puta – gruñó Reborn al recordar aquello, no tenía idea que Lambo había abortado un hijo y que hubo una posibilidad de que fuera suyo… un hijo que su padre asesinó – creo que tu turno acabó I-pin – Reborn tenía intención de matar a su padre de una vez pero el cañón en su cien lo detuvo, I-pin era rápida

-ni lo pienses – la pelinegra apartó el cañón y de nuevo se acercó a Ricardo – ustedes violentos hombres de mierda – miró al par de hermanos y les lanzó un beso – tuvieron su tiempo, es el mío ahora

-¿qué planeas? – dijo Xanxus riéndose, pues si, ellos al ser hombres se desquitaron con violencia, pero I-pin no había golpeado a Ricardo más de tres veces y solo habían sido bofetadas, ella era más sutil pero a la vez más temible

-¿qué haces? – Reborn miró a I-pin sacar una jeringa y un frasquito de entre su ropa y preparar una inyección con cautela – no lo mates

-calladito son más atractivos – dijo riéndose mientras se arrodillaba junto a Ricardo – oye… peste – sonrió al ver la mirada de Ricardo que ahora solo tenía un ojo, ya que el otro había sido dañado tan severamente que ya ni se abría – ¿alguna vez has sentido la picadura de un escorpión venenoso?

-me encanta esta mujer – se reía Xanxus mientras en su silla miraba como la muchacha clavaba sin cuidado la aguja y procedía a regar un poco del líquido. Ricardo se retorcía enseguida para empezar a gritar, aunque con orgullo se mordía el labio para calmar su agonía y no darles el gusto de verlo pedir piedad

-a mi… me está asustando – se burló Reborn observando la serenidad con que I-pin hacía las cosas – mucha belleza desde que la conocí, no pensé que tuviera estos gustos – se reía al ver a I-pin incrustar la aguja en otra parte del torso de Ricardo, inyectar y cambiar de lugar a las piernas, brazos, cuello, varias picaduras que al final lograron que Ricardo empiece a llorar y gritar con desesperación

-sufre, hijo de puta – sonrió I-pin alejándose a paso calmado y colocando la jeringa y el resto del frasquito encima de las agujas que había usado – ya acabé – dijo sin mirar el resultado de lo que hizo – mátenlo como se les dé la gana

-¿ya te vas? – Xanxus la miró ignorando los ruidosos gritos de Ricardo – vamos te acompaño a la salida

-que caballero – se burlaba la azabache

-escucharlo nos dará jaqueca – dijo Reborn levantándose y junto a I-pin, quien recogió sus cosas en una bolsita, caminaba a la salida – pero, ¿por qué te retiras tan rápido?

-porque Tsuna se va a Japón y quiero despedirlo – I-pin salió de allí sin siquiera respirar agitadamente por esfuerzo alguno – ustedes se encargan de su padre y sus negocios. Cuando sea el momento… nos veremos de nuevo – sonrió I-pin mirándolos con seriedad

-¿Lambo se quedará? – Reborn ya planeaba muchas cosas, la principal era hablar con el mocoso

-Squalo les dará algo de despedida – cortó Xanxus, le hacía mucha gracia dejarle a su hermanito con las dudas en la mente – está muy agradecido aunque no diga nada, pero supongo que estará enfadado porque no lo dejé venir a ver

-que dulce – se reía I-pin viendo a Xanxus – y si – miró a Reborn y sonrió – Lambo se quedará por aquí, pero yo también lo haré. Los que se van son Haru y Tsuna… así que no puede acercarse a mi hermano, Reborn-san

-ya veremos

-un placer verlos – dijo I-pin antes de alejarse – Ricardo dejará de gritar en diez minutos, estará aturdido pero no morirá – avisó mientras veía a Irie, quien la esperaba en un auto afuera, le hacia una señal con la mano y este le abrió la puerta – pero espero que no me den problemas en el resto de días que permaneceré en Italia – I-pin les guiñó un ojo a los hermanos antes de ingresar al auto y retirarse. Le encantaba jugar con esos dos

 

 

Los hermanos se miraron entre sí por unos minutos, discutieron un rato de la forma en que matarían a Ricardo. Ambos habían perdido a sus hijos por la avaricia de su padre, así que planeaban hacerlo sufrir hasta el último momento. Cada uno tenía sus opiniones, una bala, dejarlo desangrarse, cortarle las venas, ser devorado por animales, pero al final se decidieron por algo tradicional. Unos zapatos de cemento y arrojarlo en medio del mar para que no dejara rastro, fue bastante típico, pero especialmente cruel pues se ahogaría en desesperación. Al acordar aquello, regresaron a donde el condenado aun gemía adolorido, el plan era torturarlo un rato más antes de dar el gran final

 

 

 

El cautivo

 

 

 

Tsuna regresó a Japón porque le avisaron que su encargo ya estaba preparado. Haru lo iba a acompañar en todo, así que se unió al regreso. I-pin y Lambo por su parte se quedarían en Italia realizando negocios con los Stracci, ayudando a Xanxus a tomar control de la familia y otras cosas varias. Así fue la decisión momentánea entre esos cuatro, quienes después de su misión tenían más planes y menos pesos en sus hombros

Según la llamada que Tsuna recibió, Hibari había capturado a G con ayuda de Colonello y Stella, así que el pacto previsto fue abrir fronteras, que Tsuna conviviera con Hibari, que Lambo lo hiciera con Reborn y que Giotto podría recibir visitas de Alaude, así que todo estaba saliendo bien. Tsuna llegó a Japón con cansancio, retomando las cosas cotidianas en su vida. Estaba ansioso, no porque ya tenía a quien deseaba, sino porque… quería tener a Kazuya de nuevo a su lado

 

 

-¿estás listo? – Haru miraba Tsuna quien salía de darse una ducha relajante, vistiendo el típico traje negro. Ella misma ya estaba lista para salir. Habían dormido apenas cinco horas, pues a Japón llegaron a media tarde, pero la entrega estaba planeada para la noche, tenían tiempo

-sí, vamos – la casa sin niños se veía tan vacía, pues aun no avisaban a nadie que llegaron – llamaré a Hibari para que se aliste y traiga el encargo

-sí, ya llamé a los demás también. Tardaremos un poco en preparar el lugar donde lo hospedaremos hasta que Lambo regrese

 

 

Así se hizo, Tsuna llamó a Hibari para que preparara el paquete, después se fueron a arreglar un par de asuntos en un lugar alejado de la ciudad. El sitio era usado como un conjunto de fábricas de diferentes tipos, desde artesanales hasta multinacionales. Los Blood Rose incentivaban a la industria para hacer crecer la economía del lugar, era normal para ellos tratar en esas cosas, pero un edificio de esos era especialmente usado para negocios turbios que obligatoriamente tenían que administrar. No les gustaba, pero no tenían opción, sin negocios como esos su estatus caía en picada. Los enemigos aumentaban y necesitaban estar fuertes. Las reuniones más importantes se daban allí, el pago de grandes mercancías de contrabando, así como las negociaciones para ampliar el puerto a nivel internacional, y con ello aumentar la profundidad del mismo. En aquel edificio especial había un subsuelo usado solo para mantener toda la discreción posible, y allí… iba a quedarse G cuando llegara

 

 

Kyoya agarró al maltratado G que apenas capturó hace unos días. Lo encontró vagando en los barrios bajos en la prefectura de Sapporo, estaba bien acompañado. G formaba parte de una banda desconocida de asesinos a sueldo, cayó bastante bajo como para ser uno de los líderes caídos de los Tonakai, pero era excelente disfraz cuando tenías al hijo menor de los Stracci, a los Inagakai y a los Blood Rose pidiendo tu cabeza en bandeja de plata. Fue una intervención rápida en conjunto con los aliados de Reborn, no le costó casi nada. Un ataque sorpresa, Kyoya lo golpeó hasta hacerlo caer, los demás mataron al acompañante, no dejaron testigos, lo vendaron, amordazaron, lo metieron a un auto y luego a una habitación del que no había salido hasta ese día. Kyoya no quería escucharlo así que le puso cinta en la boca, tampoco quería verlo, así que tenía una bolsa y lo empujaba, sonriendo al verlo esposado. Ese día fue acompañado solo con Kusakabe, quien sin decir nada lo ayudaba. Kyoya podía estar sereno, serio pero escondía la mayor de las satisfacciones de su vida. Ahora con el trato pactado y la entrega a escasos momentos de darse, no solo podría pasar más tiempo con su hijo, sino que Tsuna se añadía al trato. Esta vez no iba a desaprovechar la oportunidad de tenerlo a su lado nuevamente… conquistaría a Tsuna a como diera lugar

Cuando llegó al sitio indicado fue recibido por un peliazul de porte serio, de cabello largo  y que usaba lentes. Le indicaron el camino y lo siguió sin chistar, Kusakabe iba detrás de él empujando al prisionero. No había gente a los alrededores de aquel edificio y eso le pareció perfecto. Aquel hombre que los dirigía se detuvo en un intercomunicador diciendo que habían llegado y que bajarían de inmediato. El ascensor, luego un pasillo, parecía que estaban bien equipados, aunque la seguridad era mínima, al menos eso le pareció a Kyoya, pero cuando se fijó mejor las cámaras eran apenas visibles. Un hombre de traje lo recibió en el piso correcto, informaba algo por el manos libres que poseía y... estaba equivocado, cada paso que daban era visto, la seguridad era buena, al menos tecnológicamente

 

 

-buenas noches, Hibari-san – sonreía aquella castaña quien lo recibió. Detrás de ella habían dos azabaches que portaban unas katanas, reconocía a uno de ellos, el más joven que siempre acompañaba al peliplata altanero. Al ver a los dos guardaespaldas de la castaña dedujo que debían ser familia pues eran idénticos, solo el color de ojos cambiaba, incluso parecían medir lo mismo – por aquí por favor

-Tsunayoshi, ¿dónde está?

-¿cuántas veces le he dicho que no me llame por mi nombre?… eso diría Tsuna-san – sonreía Haru para molestar al invitado mientras caminaba al frente de ellos, guiándolos en aquellos pasillos, hasta quedar en un cruce

-no juegues

-no lo hago – sonrió la castaña – podemos perdernos si no los guio, como se debieron dar cuenta, este lugar subterráneo es bastante amplio, lleno de pasajes, y si no los conoce, nos podemos perder

-¿dónde está?... responde herbívora – insistió el azabache de mirada afilada

-primero… ¿en verdad es el que buscamos? – dijo señalando al que estaba esposado

-¿dudas de un Inagakai?

-no, solo quiero matar tiempo en una conversación amena – sonrió Haru – pero como veo que no le hace gracias, pues bueno – suspiró y aplastó el botón de un celular, espero dos tonos y colgó – allí está por quien lloraba

 

 

Pasos elegantes resonaron desde uno de los pasillos. Hibari se mantenía en porte sereno sin demostrar la emoción por verlo nuevamente, con solo verlo le bastaba por el momento. Tsuna se mostraba en traje negro, corbata, camisa banca inmaculada y como si fuera una sombra, o alguna de esas esposas antiguas, venía ese peliplata de unos veinte años, que tenía un cigarrillo entre los labios, aunque no estaba prendido. El chico rebelde venía formalmente vestido, intacto y a tres pasos detrás de Tsuna, era alto, tanto como una cabeza por encima de Tsuna, perfecto para ser el guardián constante de tan bello ser. Y eso a Hibari le pateaba el hígado, porque no soportaba que nadie este junto a SU herbívoro, mucho menos ese crío que le daba mala espina

 

 

-¿por qué lleva una bolsa en la cabeza? – no hubo saludos, solo frases directas, no estaban allí para negociar o algo, estaban allí para terminar con el encargo impuesto

-porque no me apetece ver su maldita cara – el mencionado se removió incomodo, tal vez reconociendo aquella voz que hablaba aparte de Hibari

-quítasela – ordenó el castaño y con una orden en forma de mirada dura de Hibari, Kusakabe hizo caso. Los de la katana, estaban listos para desenvainarlas, Haru se mantenía serena tocando el arma escondida en la parte de atrás de su falda – las esposas también, lo quiero libre

-Sawada-sama… ¿no cree que es muy arriesgado dejarlo libre? – habló Kusakabe con preocupación pero solo recibió una mirada dura de Tsuna. Una mirada que jamás vio, y que le recordó la vida horrenda que llevó ese castaño en manos de G, tal vez quería vengarse

-¿qué harás? – Kyoya miró al castaño pero este lo ignoró por completo, y en vez de eso se quedó mirando como las esposas eran sueltas y la bolsa retirada. La mirada rojiza se conectó con la mirada chocolate. G tenía algunos golpes en el rostro, magulladuras, la ropa sucia, parecía no haber sido tratado como a un antiguo líder. Fue empujado por Kusakabe para que se adelantara dos pasos

-Dos pasos delante de mí – ordenó Tsuna y G fue empujado por la propia Haru para que cumpliese, todos se quedaron observando la escena. G se frotaba las muñecas aun con aquella cinta en la boca, se acomodó el cabello mostrando aquel singular tatuaje que atravesaba su rostro. El pelirrojo miró a Hayato, su antiguo subordinado, el peliplata retrocedió dos pasos más para darle espacio a su jefe actual – al parecer no pensó verme de nuevo – el castaño se acercó al pelirrojo y todos se alistaban para un ataque rápido, G solo se quedó mirando al castaño. Tsuna levantó sus manos hacia el rostro del más alto, acarició las mejillas de G que sin saber qué diablos hacer se quedó quieto, además estaba rodeado así que más le valía quedarse quietecito por el momento. La cinta fue retirada con calma, con suavidad como solo Tsuna podía hacerlo

-Tsuna… ¿qué pretendes? – habló observando al castaño tan cerca y se quedó prendado de la dulce sonrisa que el castaño le dio de repente

-G-sama – habló Tsuna mientras sus manos se posaban en las mejillas del mayor – me costó mucho encontrarlo – sonrió con ternura y obligó al pelirrojo a inclinarse. Con suavidad innata de cualquier buen amante, Tsuna hizo que el otro posara la mejilla en su hombro. Los brazos de Tsuna rodearon el cuello del mayor, la una mano posándose en la espalda y la otra en los cabellos rojizos – bienvenido – los labios del castaño formaron una fina curva, una sonrisa como pocas

 

 

Nadie dijo nada al presenciar aquello. Un abrazo era lo último que todos esperaron que Tsuna hiciera, pero allí estaba, sonriendo con G entre sus brazos, las caricias leves en el cabello eran notorias. La furia de Hibari apareció de inmediato, no entendía qué demonios pasaba pero él no trajo a G para que su castaño lo abrazara. Kusakabe apenas pudo frenar el movimiento de su jefe, a la vez que una katana era posada en frente de los dos miembros de los Inagakai. Haru sonrió aunque también estaba sorprendida, pero no dejaría que nadie en aquel lugar levantara una sola arma. Volvió la calma y miraron, todos los ojos posados en aquella imagen donde la sonrisa de Tsuna era sutil, pero impactante a la vez. Ni G se movió de su sitio, permaneciendo como el castaño le dejó, dejándose abrazar por el más bajito

 

 

-Tsuna – cuando G reaccionó y notó la dulzura de las caricias en su cabeza, sonrió con emoción – Tsuna – repitió mientras correspondía al abrazo, enterrando su rostro en el cuello del más pequeño, rodeando la cintura del castaño con sus brazos, pegándolo a su cuerpo, disfrutando del aroma del pequeño

-vamos, le mostraré su habitación – Tsuna aflojó su abrazo y el mayor hizo lo mismo irguiéndose para ver al castaño. Aquella sonrisa era la misma que hace tiempo Tsuna le mostraba, la expresión también. Acarició las mejillas del castaño y asintió – pensé que lo tratarían de mejor forma, pero ya veo que no fue así

-¿dónde está tu yukata? No me gusta que uses traje, tu figura no destaca – habló el pelirrojo, como un leve regaño hacia el castaño

-lo lamento, G-sama – Tsuna se rascó la mejilla levemente – pero si no aparento dureza puedo perder el respeto de mis subordinados, no me arriesgaré a eso

-vamos entonces, te cambiarás de inmediato

-sí, G-sama – sin decir nada más se dio media vuelta ignorando a todos. Hayato por su parte reverencio a G y dos pasos detrás de este, empezó a seguir a Tsuna y al pelirrojo por el pasillo

 

 

Se marcharon pero no fueron solos, detrás de estos Ugetsu y Takeshi corrieron a dar alcance. Hibari se quedó de piedra un momento, ¿qué demonios pasó allí?  ¿Tsuna solo lo usó para buscar a G? ¿Qué diablos sentía Tsuna por G? ¿Por eso pidió solo con un mínimo daño? ¿Porque quería proteger al malnacido que lo violó? ¿Porque lo estaba buscando? Kyoya quería matar a medio mundo y luego pedir explicaciones. Esto no tenía sentido alguno

 

 

-no sé a ustedes – Haru se había quedado con ellos viendo la escena – pero esto… no me lo puedo creer

-¿acaso no lo sabía? – preguntó Kusakabe y la muchacha negó

-estoy más sorprendida que ustedes – dijo pero después se reía bajito – que joda… yo me voy a ver qué pasa – a paso presuroso empezó a perseguir a Tsuna y a los demás. Hibari y Kusakabe también lo hicieron, pues aún tenían fe de que esto fuera una simple broma

 

 

El pasillo era amplio, así que fue fácil estar a distancia prudente y ver qué pasaba adelante. G iba altivo sintiéndose poderoso siguiendo a un castaño que platicando de cosas absurdas, como que le fue muy difícil hallar a su señor porque desconfiaron de sus intenciones, guiaba a los demás. Veían la sonrisa del castaño que al poco tiempo se detuvo. Tsuna abrió la puerta e invitó a pasar a G mostrando una sonrisa dulce y buenos modales. El mencionado lo hizo sin vacilación, confiando en la sonrisa del castaño que lo siguió poco después, adentrándose en aquel cuarto

 

 

-¿en serio te creíste eso? – la voz de Tsuna ya no fue gentil, G reaccionó muy tarde cuando Tsuna ya lanzó el primer golpe al rostro y lo hizo retroceder dos pasos

-qué demonios, ¡Tsuna!

-aquí te quedarás por un tiempo – Tsuna había desenvainado su arma tan rápido que los demás apenas se dieron cuenta, aunque Hayato estaba de lo más tranquilo, simplemente esperando que su jefe terminara

-así que me vas a disparar sino cumplo… muéstrame entonces – G dio un par de pasos hacia Tsuna, sabía que el castaño le tenía pavor, pánico pero…

-¿miedo? – sonrió el castaño tras dar el primer disparo, uno que rozó en el brazo de G y que resonó con fuerza en los pasillos – mancillaste al Tsuna que conociste, lo volviste pedazos y de esos pedazos… quedó lo que ves aquí, ahora – sonrió mientras salía de la habitación

-maldita sea, Tsuna. ¡Qué significa esto!

-agua, comida, baño, subsiste con eso – dijo antes de cerrar la puerta de acero, y accionar la cerradura eléctrica presionando algunos botones. Las risas de los guardaespaldas comenzaron, Haru se abrazó a Tsuna y empezó la divertida escena

-en serio me lo creí por un momento – se reía la castaña – G-sama, bienvenido – imitó al castaño

-Tsunayoshi-sama… ¿qué hago con los invitados? – de pronto Hayato se puso serio y Tsuna miró a los dos azabaches que estaban a pocos pasos

-gracias, el pago está hecho, pueden retirarse. Mañana en la mañana pueden empezar a permitir el paso a ambos territorios. Las visitas de Reborn empezaran cuando vuelva Lambo y en cuanto a lo de Kazuya, pactaremos la salida en otra ocasión, Hibari-san – Tsuna sonrió con sutileza

-ahora supongo que debemos irnos – sonrió Haru jalando al castaño – a celebrar~

-herbívoro, ¡vuelve!... tenemos que hablar

-lo siento, pero de aquí no pasará – Yamamoto se puso en frente, Ugetsu de igual forma y en menos de un minuto cinco hombres más apuntaban a Kusakabe y a Hibari – mi jefe ha dicho que lo trataran en otra ocasión, así que es mejor que se retire en calma

-maldición… esto no se queda así… Tsunayoshi

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

¿Gustó?

Yo aquí haciéndoles sufrir cada vez más, pero vale la pena, de a poco las cosas se van arreglando porque los culpables caen uno por uno

¿qué pasará después?

¿Cómo será la convivencia con Kyoya?

¿Kazuya unirá a sus padres?

¿Lambo aceptará que sigue enamorado de Reborn?

¿cómo pagará G?

Esto y más, en el siguiente capítulo

Bye bye~


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