Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Anhelando la lejanía por 1827kratSN

[Reviews - 54]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holi~

¿Alguien vivo?

Jajajja yo se que me abandonaron desde hace fechas, pero bueno, yo seguiré con esto ^^

¿Alguien se preguntaba por qué Tsuna odia tanto a Hibari?

Chan, chan, chan.....

XD

 

 

Siete días  de relajación en Italia. Lambo no podía pedir mejor cosa que esa, puesto que se estaba divirtiendo con las rabietas de Reborn, las burlas de Haru, las risas de Xanxus y el estrés de Squalo. Siete días en donde sonreía plenamente no solo porque Ricardo ya era historia sino porque en Japón todo estaba listo para su llegada. Su queridísimo prisionero era bien tratado por Tsuna y no tenía apuro en interrogarlo, de sus manos G no escaparía, la propia I-pin lo había certificado con sus llamadas rutinarias de la noche. Pero las cosas eran un poquito diferentes para un Tsunayoshi que vivía en Japón

 

 

Días antes…

 

 

Tsuna se la pasaba en calma, con su rutinario andar, siendo informado permanentemente del estado de G y de las acciones de los Inakgakai en sus territorios. Alaude empezaba con las visitas a Giotto, regulares y que volvían a su hermano una cosita feliz que destellaba gentileza y paz. Tsuna no quiso contarle a Giotto que Alaude solía acostarse con Hana, tampoco le contó que él mismo obligaba a la azabache a prostituirse como una mera venganza. Esos detalles negros de su existencia, se los guardaba para sí mismo o para sus hermanos de corazón, porque era innecesario involucrar a ajenos.

Nana siempre llegaba con Skull para que jugara con los demás niños y las cosas mejoraban con cada día. Iemitsu se había vuelto un abuelo siempre dispuesto a cuidar de los pequeños, un consentidor de peso. Un abuelo a tiempo completo, una lucecita que después de tantos años de tragedias por fin brillaba sin impedimentos. Tsuna no volvió a dejarlos trabajar porque era innecesario, esa ciudad era su nuevo imperio, su reino ideal y el dinero que producía les generaba ganancias bien guardadas para el futuro de los herederos

 

 

-sabes, podríamos ir al parque de diversiones – Skull era todo un mar de ocurrencias sin siquiera dar aviso, y con ello los demás niños lo seguían

-nunca he ido a uno – sonreía Mukuro observando a los más grandes – quiero ir, le diré a Oka-chan  

-yo también – Kazuya levantaba su mano en apoyo a la idea, y con ello los demás niños exigían lo mismo. Era caótico cuando Fon y Fuuta se unían a los otros

-ara, ara… entonces hay que decirle eso a Tsuna – Nana era la cómplice en eso – y al abuelo, iremos como una familia

-¿puedo ir oto-san también? – el pequeño Kazuya miraba expectante a su abuela, sus ojitos brillaban en una pregunta muda por autorización y la castaña sabía de los problemas que acarreaba ese pedido

-¿por qué no se lo decimos eso a tu oto-chan? – sonreía con ternura – seguro que se lo piensa –

-¿decirme que? – Tsuna ingresaba con una bandeja de bebidas, que los niños ansiosos veían como si de depredadores se trataran – ¿hambre, pequeños? – reía al verlos asentir en grupo

 

 

Nana dejó que los más jóvenes se distrajeran para, con calma, apartarse junto con Tsuna. Ella intentaría convencer a su hijo de que ya era el momento de poner las cartas sobre la mesa. Con calma, paciencia, haciéndole entender a su hijo menor que las cosas podrían ir mejor si bajaba la guardia un poco y dejaba que Kazuya conviviera con ambos progenitores. Tsuna la escuchó sin interrumpirla, mirando a su madre que ya mostraba la edad en su cuerpo, los mechones blancos le quedaban tan bien, le daban un toque tierno que se acentuaba cuando estaba rodeada de pequeños. Tsuna… él jamás podía negarse a esos pedidos tan insistentes y que llevaban razones detrás. Por eso simplemente asintió, recibiendo a cambio un abrazo cálido de su madre, una sonrisa de Kazuya y de los demás. Había tomado la mejor decisión. Pero claro, esa salida a un centro de diversiones, podría ser aprovechada para otra cosa también. Matar dos pájaros de un solo tiro no estaría mal.

Nana e Iemitsu se llevarían a los niños al parque de diversiones un día en específico, con ellos irían también Giotto y Alaude, así que no había problemas y como si fuera poco, mandaba a Ryohei con ellos para darles protección. Además, los trabajadores del parque de diversiones también tenían cámaras por todos lados. El parque en la costa fue expresamente autorizado por los Blood Rose para su construcción, en pocas palabras, Tsuna era uno de los dueños de ese lugar. Tenía a varios subordinados repartidos por las instalaciones así que no había riesgo de algún incidente. Toda la ciudad estaba  resguardada por los yakuza cuyo símbolo era una rosa con espinas negras, pero siempre ponían seguridad extra por si las dudas

 

 

-¿no iremos con ellos oto-chan? – Kazuya se acaba  de despedir de los que en dos autos se distribuían para la salida familiar

-Kazuya – sonrió Tsuna arrodillándose frente a su hijo – nosotros iremos mañana

-pero quería ir con ellos – hacía un leve puchero cristalizando sus ojitos y Tsuna sintió un poquito de culpa al no habérselo dicho antes los planes que tenía

-¿sabes que tu padre quería ir también? – sonrió abrazando a su pequeño y besándole las mejillas

-¿Oto-san? Pero casi nunca viene aquí – protestaba con tristeza, se aferraba a su padre en protesta muda, en ocasiones el pequeño se guardaba las cosas para sí mismo – además… ustedes nunca están juntos

-hay cosas que los adultos complican, ¿sabías? – cargó a su niño para volver dentro de su casa, lo besaba constantemente y le daba cariño como siempre hacía – pero a veces lo piensan mejor y hacen acuerdos bastante agradables

-¿cómo cuáles? – decía triste abrazándose a su padre, haciendo un puchero

-le dije a Kyoya que querías al parque de diversiones

- ¿qué dijo?… ¿iré con él? – su expresión cambió de repente. Mirando al castaño con ilusión

-si – sonrió sintiendo el abrazo fuerte y emocionado de su hijo – y también iré yo

-¡¿en serio?! – la mirada emocionada de su pequeño hizo que Tsuna riera sin pensarlo siquiera – ¿todos? ¿Iremos todos?

- iremos, ya lo llamé – sonreía juntando lasmejilla de su hijo y la suya – dijo que si… por eso, deja de estar triste y sonríe mi niño. Mañana iremos con tu padre a divertirnos… en familia

-¡viva! ¡Ya quiero que sea mañana!

 

 

Para Tsuna fue difícil aquello, pero ya no había vuelta atrás, lo supo desde que Kyoya le trajo a G atado y amordazado. Una parte del pacto se dio, la otra debía cumplirse por igual y esa era su convivencia sin excusa alguna. Tsuna sabía que Kazuya merecía tener una vida en familia, pero por muchas variadas razones no podía facilitarle aquello, al menos no con Kyoya, porque lo odiaba. Era así de simple, desde cierto punto de su vida lo odiaba más que a nada en esa vida… excepto G, pero a él ni le tomaba en cuenta porque quería olvidarse de la parte negra de su existencia. La porción de sus días marcada por unos dueños sádicos que ahora mismo planeaba destruir poquito a poquito. Pactó la salida con Kyoya con las condiciones ya establecidas previamente, respeto a sus decisiones, si es que se sentía incómodo se iría y que el resto de fin de semana Kazuya iría con su progenitor a la mansión de los Inagakai, simple

 

 

-¡oto-san! ¡Oto-san! – el pequeño azabache era quien más disfrutaba con todo eso. Feliz de la vida se soltaba del castaño y corría en dirección del hombre que esperaba de pie cerca de la entrada a aquel lugar

-Kazuya – el azabache se arrodillaba para recibir en brazos a su pequeño retoño, a su lucecita de felicidad – mi pequeño – dulzura despedía en cada acción, era la forma de tratar a su familia

-vamos – Tsuna solo se había quedado observando la forma en que esos dos se saludaban, pocas eran las veces que lo había visto, contadas con sus dedos y ahora que la presenciaba se sentía… un poquito nostálgico. La mirada cálida de Kyoya era la misma que veía hace tantos años atrás, cuando eran novios y se encontraban o despedían. Hermosos ojos azules que devoraban su alma… Tsuna terminó por sonreír ante esas memorias, lindas y que guardaría en un cofre, porque eran innecesarias ahora – ¿a donde iremos primero?

-que elija Kazuya – la voz imponente de Kyoya se mostraba plena, ocultando la emoción que le daba tener a esa persona que tanto buscó, al fin cerca… con una pared que aún le tocaba derrumbar y las penas que le carcomían al igual que las culpas – será mejor así – miró a Tsuna un segundo, lo notaba tenso, impenetrable, lejano pero juraba que quitaría la expresión neutral de ese rostro hermoso que tanto anhelaba tener entre sus manos

-¡quiero ir a los juegos de habilidad! – Kazuya ignoraba la tensión entre sus padres, solo desbordaba felicidad porque un sueño que poseía se llevaba a cabo. Salir con ambos padres como si fueran una familia normal era el deseo de todo pequeño

 

 

Kazuya era la única conexión que esos dos tenían, se notaba de lejos, pues el pequeño tomaba la mano de sus padres con cada una de las suyas. Tsuna a un lado, del otro Kyoya, el primero sin sonrisa, sintiendo la mirada ajena clavarse en su cuerpo hasta el punto de darle incomodidad, pero la ignoraba. El otro, perdiéndose en los detalles que le brindaban, Tsuna seguía siendo el mismo por fuera, cuerpo esbelto, figura definida, delicada, angelical y dulce. El azabache aun recordaba esas sonrisas hermosas que quería volver a ver y que ahora le eran ajenas… porque no eran dedicadas para él, sino para el pequeño niño que tenía por hijo

 

 

-vamos cariño, tu puedes – Tsuna se reía al ver como su hijo trataba de encestar una canasta para ganar un premio. Lo apoyaba de lejos con una sonrisa, porque su niño estaba creciendo cada vez más – ¡vamos Kazuya!

-¿no lo ayudarás? – Kyoya se atrevió a acercarse un poco en esa ocasión, pues Kazuya estaba entretenido y Tsuna parecía más accesible. Medía la tensión en el ambiente para dar cada paso, debía respetar a Tsuna o tendría malos resultados

-no intentes nada raro – sonrió Tsuna al ver que su niño fallaba el primer tiro, pero en vez de desanimarse tomaba la pelota de nuevo e iba por el segundo intento

-solo quiero charlar Tsunayoshi

-Sawada-san para ti

-deja eso de lado – suspiró por la negativa – deja de forjar esa pared entre nosotros

-está bien – sonrió al ver la fortaleza de su hijo, ignorando la mirada de Kyoya – te dejaré llamarme Tsuna cuando estemos con Kazuya, sino él podría percibir algo raro entre nosotros y no quiero eso

-Tsuna, tenemos que hablar de nosotros

-es tan orgulloso como tú – sonreía Tsuna al ver a su pequeño ir por el tercer intento – una razón para jamás olvidarte. Se parece a ti en diferentes formas

-eso me da una esperanza – admiraba la sonrisa definida de su castaño y suspiraba. Tsuna ni lo miraba, dolía

-desaparécela – sonrió mirándolo de frente a Kyoya por primera vez – porque un nosotros, ya no existe Kyoya – habló antes de ir por su hijo y alentarlo para que intentara de nuevo. Pagando otra ronda de tiros para el deleite de su pequeño retoño

 

 

Tsuna se la pasó pendiente de su niño, evitando siempre quedarse a solas con Kyoya, era vergonzoso aceptar que esa presencia aun le causaba ciertas reacciones en su cuerpo. Mínimas pero las había, emociones que le costaron años dejarlas atrás, pero aún estaban ahí en ocasiones. Kyoya no agobiaba a Tsuna, respetando el pedido de su amado castaño, pero sí intentaba al menos hacerle plática, de saber cosas que vivieron en ese tiempo alejados. Pero siempre eran cosas básicas, no había oportunidad de profundizar y lo entendía, porque los errores anteriores eran heridas latentes que no sanarían con facilidad.

Mientras el día transcurría el ambiente entre ellos se iba haciendo más calmado, más agradable y la razón era Kazuya. El pequeño siempre involucraba ambos padres en sus locuras, en su goce en el parque de diversiones, los tomaba de la mano y riendo los arrastraba a cada atracción posible. Tsuna adoraba ver a su hijo tan feliz, destellante de brillo y eso se contagiaba en él, reía, jugaba, saltaba, abrazaba a su hijo y en cierto punto la tensión se rompió con Kyoya. En cierto momento las cosas cambiaron, tal vez fue después del almuerzo, cuando el menor quería ir a jugar por el parque divisorio entre la zona de residencias y las de los centros nocturnos en Kushiro. Tsuna tomó la mano de Hibari arrastrándolo junto con Kazuya, sin notar la emoción que Kyoya tenía con ese simple contacto

El azabache se la pasaba viendo a su niño reír, así como el cambio progresivo que Tsuna mostraba, hasta el punto en que ya los tres estaban recostados en el parque mirando las nubes, como si fueran una familia normal, en un día de descanso normal, como si ningún problema hubiese parado su linda relación. Los años de separación, los problemas, las cosas estúpidas que hizo se borraron y solo quedó ese momento, en donde tenía a Tsuna a su lado, hasta podía percibir el aroma ajeno como en los tiempos lejanos. Mucho más que eso, ver a Kazuya mostrando la perfecta combinación entre él y Tsuna era como un trofeo, era un sueño que le llenaba de todas las formas posibles. Kyoya sonreía, sinceramente, amplia y llena de emoción mientras besaba la mejilla de su pequeño niño y se atrevía a mirar a Tsuna,  acercándose para tocarle la mejilla… pero se detuvo antes de alcanzar su objetivo porque su pequeño… tenía hambre. Mejor dicho todos tenían hambre

Una comida en familia que a Kyoya le supo a gloria, porque tenía la oportunidad de ver cosas que pocas veces vio. La habilidad de Tsuna para tratar con su hijo era una de ellas. Tsuna siempre estaba pendiente, si Kazuya regaba algo, él de inmediato lo limpiaba para no formar un desastre. La forma como Tsuna besaba la mejilla de Kazuya cuando se comía las verduras, de cómo el castaño acariciaba los cabellos del pequeño con sutileza y sonreía con orgullo al ver a su hijo terminar con todo. Kyoya siempre supo que formar un hogar con el castaño sería un honor, lo confirmaba en ese momento, y a la vez se odiaba por no haber hecho las cosas mejor y perderse de todo eso, pero estaba por reparar todo. Quería tener a Tsuna y Kazuya consigo, a su lado, darles su cariño… todo

 

 

-es un niño espléndido – Kyoya estaba sentado junto a Tsuna, cuando ya cansados sólo dejaron que Kazuya entrara a la sección de pelotas de colores que había en medio de un centro comercial cercano – hiciste un gran trabajo

-gracias – sonrió con orgullo – pero no lo crié solo, mis padres, mis hermanos me ayudaron – sonreía con emoción al saludar de lejos a su hijo con un gesto de la mano

-Tsuna… gracias por permitirme estar con ustedes dos

-fue el trato

-no lo considero como tal… es algo que alguna vez debía pasar y que podría seguir

-cuando quieras, sólo llama, pactaremos algo pare… - el castaño sonreía ampliamente, estaba relajado y emitía esa calidez que era natural… pero algo mató el momento

 

 

Tsuna sintió un jalón apresurado que no predijo y el impedimento para hablar se daba. Sentía la calidez sobre sus labios, una calidez que extrañamente reconocía y sólo pudo quedarse estático sin decir o hacer algo. Kyoya había visto su oportunidad, las cosas estaban calmadas, Tsuna no parecía negarse a la cercanía y simplemente lo hizo, era perfecto. Lo besó porque necesitaba sentirlo de cerca, tal y como lo hacía cuando eran novios, cuando todo estaba bien. Deslizó sus labios sobre los contrarios, lo abrazó por la cintura, empezó a guiarlo en el movimiento que los llevaba a una demostración emocional. Tsuna tenía un sabor dulce, lo probó sin prisas en un beso calmado, donde solo sus labios se acoplaban

Una mordida, una muy fuerte, fue la respuesta que Kyoya recibió. Tsuna se mantenía sereno ante el accionar, inicialmente correspondió, quien sabe por qué pero solo segundos después lo detuvo. Empujó al mayor lo suficiente para mirarlo y darle entender que fue el peor error que cometió, pero el otro pareció simplemente ignorar la advertencia. Kyoya no se alejó, sin importarle que su labio punzara volvió a besarlo, esta vez un poco más ansioso, saboreando esos labios de caramelo. El castaño enfureció por tal atrevimiento, lo volvió a morder y de un empujón lo apartó con brusquedad. Su puño cerrado se abrió, porque dar pelea de verdad no sería bueno. De refilón vio a su hijo concentrado en los juegos y aprovechó para abofetear al atrevido acompañante que tenía. Un golpe que resonó en el lugar y que dejó roja la mejilla de Kyoya

 

 

-¿qué te pasa? – su voz estaba cargada de enfado mientras sus ojos se encontraban con los de Kyoya

-Tsuna… deja de negar que sientes algo por mí, aun

-eres idiota definitivamente – suspiró con pesadez  

-has disfrutado este día tanto como yo

-me reí, jugué, me sentí pleno… con mi hijo – recalcó con dureza mientras lo miraba furioso y lo mantenía alejado evitando el contacto con sus manos. Cada que Kyoya se acercaba, él se alejaba – ¿acaso no entiendes?

-me mientes, porque te aferras al odio… pero aún me amas – prosiguió sin apartar la mirada, su castaño debía perder esa fuerza en algún momento

-maldito sea tu ego dolido – gruñó furioso levantándose y alejándose hacia un lugar fuera de la vista de su hijo, sintiendo como el otro lo agarraba y lo jalaba a una sección apartada para abrazarlo – ¡suéltame!

-yo te amo Tsuna – susurró antes de intentar besarlo de nuevo, lográndolo a pesar del rechazo, abrazándolo… pero temblaba. Tsuna tembló en cierto momento y eso lo asustó lo suficiente como para soltarlo de inmediato

-joder – una nueva bofetada fue lanzada, varios recuerdos le surcaron la mente y eso le dolía mucho – aléjate… no vuelvas a besarme, ¡no vuelvas a tocarme!... ¡no vuelvas a…!

-Tsuna

-si tantas ganas tienes de desatar tu pasión – decía con asco – llámame y te daré a la mejor prostituta de mi zona roja – se limpió los labios con fuerza, se estremeció al verlo acercarse nuevamente pero mantuvo su postura

-Tsuna, escúchame – suplicó

-¡no! ¡Tú escúchame a mí! – dijo mirándolo con rabia – ¿crees que después de todo lo que me hiciste te recibiré así como si nada?

 -eso no… tú sabes que yo no…

-Kyoya – sonrió con ironía – te detesto y sabes muy bien por qué… si alguna vez sentí amor por ti y quise recuperarlo… después de lo que me hiciste, ESO se fue al infierno… no te me vuelvas a acercar de esa forma

 

 

Tsuna se alejó con rapidez, encaminándose en dirección a su hijo. Lo hizo ignorando los pedidos de Kyoya para que se detuviera, respirando profundo para calmar el temblor de su mano derecha, tratando de borrar los traumas y demás, volviendo a su porte sereno de siempre. “Mi niño, puedes ir con tu padre… te veré en tres días, pórtate bien. Ahora tengo que volver a trabajar” Tsuna le dio esa explicación a su pequeño Kazuya, abrazándolo, besándolo como siempre, sonriendo mientras le decía todas las cosas que tenía que hacer y al final miraba a Kyoya con decepción. “eres idiota… lo acabas de arruinar” fue lo que le susurró a Kyoya cuando se despidió, y a paso firme se fue del lugar, porque nunca podría perdonar aquello… porque sus recuerdos estaban presentes y Kyoya no merecía consideración

 

 

Recuerdos de su odio…

 

 

Tenía casi ocho meses de gestación cuando decidió buscarlo. Tsuna aceptaba que era lo correcto, que Kyoya lo buscó con empeño incluso arriesgando todo al invadir la mansión de los Tonakai. Lambo le había dicho que los sentimiento no se borraban tan fácilmente, que fuera cuidadoso pero que si deseaba dar una segunda oportunidad, lo hiciera y probara qué tanto odio o amor le tenía su antigua pareja. Tsuna lo citó, con ayuda de algunas personas, para ser exactos de I-pin, quien llamó a Hibari y acordó una reunión. Tsuna estaba nervioso pues su vientre era la muestra clara de que un pequeño ser se mantenía creciendo y lo haría durante un tiempo más… probaría qué tanto amaba Kyoya. Debía ser fuerte, tanto como lo había sido hasta ese momento

 

 

-voy a quedarme aquí – I-pin junto con Lambo sonreían deseándole suerte, ellos quedarían lejos del lugar, en el auto estacionado para transportarlos cuando todo acabara

-Ey, pase lo que pase no pierdas la firmeza – sonrió Lambo besando la mejilla de Tsuna

-claro, confío en Takeshi y Ugetsu – sonrió el castaño, pues esos dos lo protegerían, aunque pensaba que nada raro podía pasar. Tsuna tomó la decisión de dejar a ambos guardaespaldas fuera de aquel lugar… ingresó solo… a pesar de que sus guardias personales protestaron. Tsuna quiso entrar solo, porque debía evaluarse a sí mismo. Dejando al par de jovencitos en la puerta trasera, se adentró a paso calmo

 

 

Esperó con paciencia en esa bodega de no sé dónde. I-pin dijo que allí negociaban a veces porque era calmado y tenía espacio suficiente para escapar si era necesario .Tsuna veía la oscuridad dentro del lugar a pesar de que era media tarde, se quedó en una esquina, suspirando y meditando cada posible respuesta. Se tensó al escuchar como alguien entraba, quería verlo de lejos para saber qué tanto lo odiaba… estaba dolido, resentido por las mentiras y demás. Odiaba a los yakuzas, su gran amor le había escondido que era uno de ellos… por eso creía que odiaba a Kyoya. Odiaba a todos los de su clase, más porque lo obligaron a formar una familia nueva… lo obligaron a convertirse en lo que más odiaba, un yakuza, pero lo hacía sólo  para protegerse de todo, para proteger a los bebés de la familia… a la criatura que venía en camino

 

 

-sal de una vez, I-pin – la voz potente de Kyoya resonó en aquel lugar y Tsuna tembló. Lo amó tanto que aún se estremecía con esa voz, le traía recuerdos dulces y amargos – ¿no querías hablar? – Tsuna se aguantó las lágrimas pues llegaron los recuerdos de la información que le dieron y que confirmó con el tiempo. Kyoya era un jefe Yakuza, uno de esos seres que odiaba… Kyoya era uno de ellos, dolía repetir aquello mentalmente – ¡I-pin!

-no está – habló con calma mientras se armaba de valor para enfrentarlo. Tsuna respiró profundo para darse confianza, seguridad – ella no está, vine en reemplazo

-Tsuna – lo dijo con tanta emoción que el corazón del castaño saltó de felicidad y se sentía culpable  – Tsuna… Tsuna sal de ahí, te he buscado como loco, ¿por qué te fuiste? – reclamó al vacío tratando de encontrar el origen de esa voz

-… - el castaño salió con temor, mostrándose pleno, con aquel bultito que destacaba. Su rostro sereno, serio, analítico – no pedí ser salvado – dijo con frialdad admirando esos ojos azulados que le gustaban tanto, pero que ahora le daban una mezcla de sensaciones

-Tsuna – susurró admirándolo por completo, pero centrándose en ese rostro, era su castaño, era su pequeño

-¿te doy asco? – dijo de forma seria al ver como el azabache hacia una leve mueca cuando admiró su vientre hinchado. Dolió, dolió ser visto con repulsión aunque sea por un segundo – no lo niegues porque lo acabo de ver – acarició su vientre con calma, reconfortándose a sí mismo

-a ti es a quien amo – dijo acercándose para acariciar la mejilla del castaño, quien se crispó como reflejo… un reflejo ante el toque de cualquiera – Tsuna… te extrañé tanto – susurró acercándose con calma, mirándolo directamente

-¿te molesta?... si, te molesta – afirmó para luego sonreír falsamente al sentir como Kyoya chocaba contra su vientre cuando se acercó demasiado – aléjate entonces – advirtió empujándolo con firmeza

-Tsuna, entiende que te busqué por mucho tiempo, por Dios… te quiero conmigo

-me mentiste – dijo alejándose del azabache y mirándolo a los ojos – ¿crees que eso no me dolió, Kyoya?

-lo hice para protegerte – dijo enfadado al ver el desprecio en esa mirada – ¿crees que fue fácil escucharte siempre quejándote de los yakuzas mientras estaba a tu lado?

-si te fastidiaba escucharme… pudiste irte – le escupió cada palabra con odio, le dolía ver esa miradita llena de… de asco momentáneo cuando los ojos de Kyoya se clavaba en su vientre

-no lo hice porque te amo Tsuna. Puedo repetirlo las veces que quieras para que me creas – hablaba evitando desviar su mirada de aquel iris chocolate

-al menos debiste decirme que tenías hermanos, que I-pin era una de ellas – dijo con furia – ¡te amaba y todo lo que supe de ti era mentira!

-¡te protegía desde las sombras! – se alteró desesperado al ver como esa mirada destellaba resentimiento. Kyoya quería besarlo, tenerlo en sus brazos, al fin sentirse en paz – sabía que estabas siendo protegido, te vigilé desde las sombras y me enamoré de tu sonrisa. Después no pude evitar acercarme por medio de Kusakabe… quería verte a salvo, quería llevarte conmigo opero tu odiabas a los de mi clase… ¿cómo iba a rebelarte eso? ¡Me ibas a odiar y eso no lo podía aceptar!

-y terminé siendo el objetivo de venganza en contra tuya. Torturado cada noche por un hombre asqueroso que disfrutaba de tenerme a su servicio – dijo con rabia – porque quería vengarse del Yakuza que le fastidiaba… debiste alejarte y dejarme en paz

-¿te arrepientes de lo nuestro?

-me arrepiento de haberte abierto mi corazón sin conocerte lo suficiente – dijo con rabia, sus lágrimas brotaron solas – pero te amaba… hubiese aceptado todo lo que tú eras. Pero cada cosa que me decías era mentira, cada cosa que admiraba no existía… ¡sabías que lo que más odiaba eran las mentiras y me envolviste con ellas! – Tsuna apuntaba a Kyoya con su dedo, lleno de rabia, no dejaba de mirarlo… pero… estaba solo dolido… se dio cuenta que no lo odiaba, que solo quería desahogarse un poco, gritándole todo lo que se guardó por meses

-lo hice porque no quería que te alejaras – susurró acercándose y tomando la mano del castaño para besarla como en muchas ocasiones lo hizo. Observando el pánico en aquel muchacho que alejó su mano en cuanto pudo – ¿qué te hicieron? – preguntó pues el castaño actuaba con temor al sentir el toque ajeno

-cosas que no quiero recordar – dijo alejándose un par de pasos controlando el temblor de sus manos

-vuelve conmigo – habló con calma mirando a esos ojos chocolates, que aun con miedo seguían mostrando firmeza y resentimiento – Tsuna… ven conmigo

-¿y por qué no ves mi vientre? – reclamó pues percibió en todo ese tiempo que la mirada de Kyoya evitaba esa parte en su cuerpo, el vientre que albergaba a su hijo – ¿no deberías primero preguntarme algo diferente?

-te quiero conmigo

-por lo que escucho tu no pretendes que mi hijo me acompañe – Tsuna sonrió al ver que Kyoya le desagradaba esa frase. Se reía de su propia ingenuidad – tengo el vientre lleno… ¿qué harás con eso?

-es el hijo de G – dijo con serenidad, apretando sus puños y mirando el vientre

-es mi hijo – refutó indignado al ver esa mirada azulada llena de… de… rencor y odio hacia el pequeño ser que aún no nacía – es MI hijo y… no importa quién sea el padre

-es un recordatorio de lo que te ocurrió allá… en esa mansión

-¿me llevarás contigo, aun con este hijo a cuestas? – Tsuna miró a Kyoya con detenimiento, veía la ira en esos ojos azules… la ira, el rencor, ¡la negativa! – no lo harás, ¿verdad?

-es el hijo del desgraciado que te hizo daño

-responde con claridad, Kyoya – el castaño frunció su ceño y apretó los puños – con este niño, ¿me aceptarías?... ¿serías capaz de aceptar al hijo de G? ¿Al hijo que yo llevo en el vientre?... ¿aceptarías a MI HIJO? – reclamó respuesta mirando directamente a Kyoya

-no – lo dijo de inmediato y sin vacilación – no podría hacerlo – vio como el castaño mostraba su mirada aguada – pero… podrías…

-ES MI HIJO – dijo indignado y con el corazón hecho trisas. Tsuna pensó que… pensó que el amor superaría cualquier cosa. Se planteó la posibilidad de aceptar que seguía amando a Kyoya… ¿y ahora qué? – ¡es mi sangre y no lo dejaré! – dijo dolido… nunca se imaginó ese rechazo. Su pecho punzaba y el dolor se esparcía por todo su cuerpo

-ese niño no fue creado con amor, fue tu calvario, fue tu daño. Es tu herida

-¡ES MI HIJO!

-verlo te recordará las torturas – Kyoya hablaba con verdad y a veces eso dañaba más que las mentiras – no aceptaré a ese hijo… eres tú quien me importa… solo tú – Kyoya mantenía su voz firme, no cambiaría de opinión

-¿entonces qué sugieres? – dijo con curiosidad aguantando sus lágrimas – ¿qué sugieres que haga con este niño? – abrazó su vientre para protegerlo, esperaba que su hijo no escuchara nada

-puedes… puedes tenerlo, pero… no lo críes – habló observando las reacciones de su castaño, las expresiones cambiantes y las lágrimas acumulándose en esos orbes, pero ni eso lo haría cambiar de opinión – no lo tengas a tu lado

-así que… quieres que lo abandone – le dolía de solo pronunciarlo

-deshazte de él – su frialdad se mostró

-no – Tsuna apretó los puños y frotó su vientre con disimulo – NO LO HARÉ

-te hará daño

-¡ES MI HIJO! ¡MI HIJO!

-¡y del tipo que te dañó! – insistió Kyoya

-¡es mi hijo! ¡No lo dejaré! Luché por no perderlo… nunca lo dejaré, sea quien sea el padre… es mi hijo y solo mío – habló con amargura

-¡ENTONCES DEBISTE ABORTARLO! – Kyoya le gritó perdiendo la paciencia y agarrándole de los brazos con fuerza

-¡no me toques! – se quejó Tsuna tratando de zafarse, no quería mancharse de esa mugre sin corazón

-¡debiste dejar que ese niño no naciera! – Kyoya levantó su voz,  lo zarandeó un poco para hacerlo entrar en razón – es un sufrimiento eterno, es tu condena, tu castigo, ¡ENTIÉNDELO, TSUNA!

-estás loco – se quejó agarrando la camisa del azabache, llorando con amargura – ¡es mi hijo! ¡Es un inocente! ¡¿Cómo demonios quieres que lo abandone o desearle muerte?!

-te llevaré conmigo… pero sin el pequeño – dijo decidido mirando al castaño y con la dolorosa sensación de destrozar a Tsuna pero era necesario, así lo creía – no dejaré que ese niño interfiera entre nosotros

-¡cállate! – se alejó con rapidez bofeteándolo sin fuerza pues solo quería huir de allí. Su niño no merecía escuchar eso, su hijo jamás merecería ese destino – no vuelvas a decir eso

-¡sabes que digo la verdad! – lo siguió con desesperación y enfado entremezclados

-¡cierra la puta boca! ¡Es mi hijo y se queda conmigo! ¡No lo abandonaré!

-Tsuna, te vienes conmigo – dijo agarrándolo y no le iba a dar opción a escapar

-¡aléjate! – Forcejeó zafándose por fin – tú y tu maldita familia pueden irse al infierno porque yo no voy con ustedes… sádicos, asesinos, crueles, seres sin corazón

-ya basta, Tsuna – lo zarandeó con furia, sentía rabia por G, sentía rabia por ese niño… sentía rabia porque Tsuna no entendía nada

-estafadores, malditos… ¡quieres matar a mi bebé!

-¡basta! – lo abofeteó con fuerza, cansado de la discusión – sabes que es lo mejor, ¡te vienes conmigo pero ese niño no! ¡Reacciona! ¡Esto es lo mejor!

-maldito, ¡puedes irte solo! – Tsuna le escupió en la cara con rabia

-¡TE TRATARON COMO A UNA PUTA! ¡TE VOLVISTE UNA RAMERA! – le gritó abofeteándolo por el descaro de faltarle el respeto – ¡NO TENDRÉ CONMIGO AL HIJO DE UNA PUTA! – lo empujó contra la pared cercana y lo miró con desdén – ¡ESE NIÑO TE TACHA COMO UNA PUTA!

-a mi hijo no lo tocas – lloró abofeteándolo con fuerza y usando una de sus uñas para herirlo en la mejilla

-¡te haré entender! – dijo fuera de sí, sintiendo la rabia surgir después de cansarse en un vano intento de convencer a Tsuna del fatal error que cometía. El estrés, la decepción, la ira, la desesperación de no tener a Tsuna… perdió la cabeza y su puño se movió solo. Un puño que entrenó por años, que forjó para usar con quien se le oponía, se movió por inercia, lleno de furia, lleno de rencor, su cuerpo… estaba encendido. Cuando volvió en sí, veía la sangre de Tsuna recorrer aquel rostro que adoraba. La nariz sangrante y una marca roja en su pómulo, el labio partido y las lágrimas brotando de aquellos ojos cerrados en pánico – Tsuna… - susurró al entender lo que hizo

-ALÉJATE – gritó con fuerza mientras con sus manos protegía su vientre pues veía el puño levantado de Kyoya amenazándolo y temía que esta vez se dirigiera a su vientre – NO MATARÁS A MI HIJO – sollozó con fuerza. Poco le importó ser golpeado varias veces en su rostro y pecho, pero su vientre… su vientre no sería dañado. Nunca dejaría  que eso pasara

-Tsuna – susurró descendiendo su puño y observando el pánico, escuchando los gritos de Tsuna… ¿qué hizo? – Tsuna… espera yo… - su puño ardía y eso solo le mostraba que no estaba en una pesadilla. Acababa de destrozar lo que más amaba

-infeliz – sollozó al darse cuenta que el hombre que amó solo era una fantasía. Al sentir como ese brazo soltaba su hombro y dejaba de aprisionarlo, se escapó. Tsuna sentía sus piernas temblarle y su adrenalina subir, la sangre que salía de su labio y nariz le ahogaban. No supo cuántas veces lo golpearon y solo corrió. Sosteniéndose de las paredes con pánico a caerse y perder a su niño… a su hijo, a su todo – ¡AYUDA! – gritó y ahora se arrepentía de dejar a sus guardias personales tan lejos… no debió confiar en Kyoya, no debió haber confiado en ese mentiroso.

-¡TSUNA! – se alarmó y lo siguió sin dudarlo, iba a… no sabía qué hizo, ni que iba a  hacer – ¡Tsuna, espera! – sentía sus nudillos arder y ahí se dio cuenta que no midió su fuerza, veía las gotas caer de sus propias manos y eran rojizas. Kyoya se asustó y se acercó al castaño pero no llegó a alcanzarlo

 

-¡TSUNA! – una cabellera negra y una plateada aparecieron – ¡TSUNA! ¡QUÉ PASO!

-ayúdame – sollozó Tsuna aferrándose a los brazos de un Hayato que apenas escuchó un grito de ayuda corrió dentro del lugar al igual que Yamamoto, a la vez que daban aviso a los otros reyes – Lambo… I-pin – sollozaba con fuerza, en desesperación porque el dolor en su cuerpo se propagaba y el pánico no lo dejaba identificar en qué lugar estaba herido – ayuda

-¡QUIETO O ESTÁS MUERTO! – cuatro hombres rodearon a Kyoya de inmediato. El azabache estaba furioso así que se lanzó al ataque, sin importarle nada. Quería a Tsuna, quería explicarle, pedirle perdón… ¡algo!

-¡Tsuna! ¡Tsuna, por Dios! – Lambo llegó jadeando y tomando a Tsuna en brazos para que Hayato hiciera lo demás

-¡a un lado! – gruñó I-pin quien entró de en medio de todos y a puño cerrado golpeó a Kyoya en el rostro haciéndolo retroceder. Solo bastó ver el estado de Tsuna para entender que su onii-san perdió el control – ¡qué crees que haces, hijo de puta! – la hermana estaba a nivel del Hibari, la riña iba para largo – ¡QUIÉN TE CREES MALDITO IDIOTA! ¡TSUNA ESTÁ EMBARAZADO, MALDITO!

-lo siento – lloró Lambo al ver la sangre en el rostro lloroso de su hermano mayor – no debí dejarte solo, no debí dejar que entraras sin protección… no debí confiar en Kyoya…. Maldito sea el Hibari – Lambo abrazó a Tsuna protegiéndolo hasta que llegara Bianchi – no debí confiar en ese tipo… perdóname

 

 

Un caos eso fue. Koyo cargó a Tsuna y se lo llevó apresurado hasta el auto. Lambo golpeó a Kyoya cuando los demás lograron detenerle, le gritó mil y un insultos y le escupió en la cara. I-pin salió herida pues peleó a puño limpio con su hermano y después dejó el trabajo a sus subordinados. Una pelea en la cual el único perdedor fue Kyoya, quien no solo quedó golpeado y sangrante… sino que perdió lo que más amaba por una simple rabieta, de perdición en la furia. Dañó a su pequeño castaño, a quien protegió con esmero durante tanto tiempo… dañó a su tesoro y lo hizo sufrir más que nadie en esa vida. Se perdió en su desesperación por tenerlo cerca y hasta lo acusó de ser una ramera, le hizo daño… mucho daño. Se arrepintió pero eso no servía de nada porque el daño estaba hecho. Él mismo se golpeó contra la pared cuando lo dejaron solo, perdido en su desesperación trató de perseguir a los autos de I-pin pero no valió la pena, los perdió casi de inmediato

Él nunca supo que Tsuna se desmayó, pero con empeño protegió a esa vida en su interior porque era importante y valiosa. Kyoya no supo que Tsuna lloró aun dormido y su corazón se rompió en mil pedazos. Él no supo que ese pequeño ser a quien quiso dar en adopción, abandonarlo, desearle muerte de forma cruel… era en realidad hijo suyo… al menos hasta que el castaño decidiera decirle. Kyoya no supo que causó el odio y resentimiento de toda una familia, él no supo… que Tsuna lo amó tanto como para estar dispuesto a irse a vivir juntos, para criar a su hijo. Kyoya no supo que el corazón de Tsuna tomó todo el amor y lo volvió amargura y odio, él no supo… que tenía un problema de ira muy grave y por eso, perdió lo mejor de su vida 

 

 

 

 De regreso a mi hogar…

 

 

 

La sucesión, la fiesta, la comida, todo fue perfecto y Lambo lo supo con solo ver la sonrisa de Squalo. Disfrutó de cada cosa hasta el último minuto en donde ya estaba en el aeropuerto. Se sentía libre, pleno, feliz y… acosado. Su blanca nube se vio arruinada por una sola cosa, porque cuando regresaba con Haru, Koyo y Ugetsu a Japón, alguien más también lo hacía. Reborn era como una de esas plagas difíciles de quitar, o como esas sanguijuelas que se aferraban con fuerza, también como lamprea que se aferraba a un pez enorme para alimentarse. Como fuere hasta tomaron el mismo vuelo, el viejo sí que no se daba por vencido

I-pin los recibía en el aeropuerto en ese día, se abrazaban, y para rabia de Reborn, se besaron también. Un beso simple que Lambo le dio a su querida hermanita y esposa, fijándose que estuviera en el ángulo correcto para que Reborn lo viera y rabiara. Era divertido e I-pin era su aliada en esas bromas, la adoraba definitivamente. “¿Cómo estuvo mi esposito amado?” claro que Haru le contó sobre el secuestro momentáneo de Lambo, así que I-pin feliz de la vida ayudaba a arruinarle el día a Reborn. Pero había algo que jamás, jamás dejarían de lado y era un asuntito personal que tenía pendiente. Una cosa que Lambo estaba ansioso por realizar

 

 

-su actuación es tan fingida que me asquea – Reborn no se aguantó y jaló a Lambo para que se separara de I-pin, aprovechaba el aeropuerto donde ese par de guardaespaldas no podían sacar sus armas

-espera, ¡suéltame joder! – se quejaba Lambo alejándose del patilludo – ya no estoy para jugar, así que nos vemos Reborn

-claro que no, mocoso. Aún tenemos muchas cosas de las que hablar – el mayor no dejó al otro escapar, no lo dejaría, no ahora que estaba a punto de estallar de los celos… hasta Reborn se sorprendió de pensar aquello, pero meditaría luego. Ahora solo quería sujetar a su mocoso y llevárselo

-perdón pero tengo mejores cosas que hacer

-¿cómo qué?

-como ver a G – sonreía I-pin mientras se encaminaba a la salida con todos siguiéndole – adiós Reborn~

-iré, así que mejor se aguantan mi presencia – hasta tenía un tic en su ceja por el enfado

-no me molesta, después de todo… es el pacto, ¿no? Convivir un poco no nos hará daño – ironizó Lambo, pero eso nadie le iba a arruinar. Simplemente ignoró a Reborn y se fue

 

 

Reborn pensó que iría a casa de los Blood Rose, saludar a los pequeños de la casa, una bienvenida color de rosa, puesto que sabía que Lambo era una madre abnegada. Pero no, en esta ocasión fue diferente… porque en verdad se dirigían a donde estaba G. Reborn mandó a pedir su propio auto, el mismo que lo esperaba en la puerta del aeropuerto, se dio el lujo de exhibir su flameante adquisición a pesar de la situación. Según supo, G estaba en el territorio de los Blood Rose, y Reborn siguió los autos de los mencionados hasta una zona apartada. Mientras conducía llamó a alguien de confianza, a Colonello, para que le sirviera de apoyo si es que acaso quería escapar con Lambo a cuestas. Y al final allí estaba, en una zona de edificios entre los cuales no había gente transitando. Lambo, I-pin, Tsuna y Haru, todos estaban en la entrada cuando Reborn salió de su auto, los vio discutir, pero al final cuando él se les unió todo terminó y en silencio adentraron en ese lugar

Lambo lideraba el camino entre pasillos que se parecían entre sí. El ojiverde ni siquiera se molestó en saludar a Colonello adecuadamente, simplemente le dio una leve reverencia antes de entrar al edificio y el rubio simplemente se quedó junto a Reborn sin decir nada. “¿qué rayos es este sitio?” bueno el silencio no iba a durar por siempre y Colonello habló cuando ya estaban delante de una puerta que se abría con código de seguridad. Pero no tuvieron respuesta alguna, mucho menos cuando todos prepararon sus armas apuntando a cualquiera que estuviera en la habitación

 

 

-bien, desde aquí… solo entraremos Lambo y yo – Tsuna miró a los presentes e hizo una seña con su mano para que Ryohei empujara a los demás afuera

-ni lo pienses – Reborn se escabulló hasta estar junto a Lambo y lo miró con decisión – somos aliados, esto es parte del acuerdo

-convivencia – se burló el ojiverde mirándolo con seriedad – esto no abarca el pacto, ahora vete

-si es G, si lo hace

-sabes… no quiero discutir – Lambo se frotó el puente de la nariz, miró a Tsuna en un pedido mudo y sonrió – si quiere entrar que entre pero nadie más

-también entraré – I-pin ni siquiera pidió permiso y se adentró primero, los demás en cambio fueron impedidos. Demasiadas personas en ese lugar, no sería bueno

-¿qué diablos es esto? – se quejaba Reborn al sentir como si esa habitación amplia no hubiese tenido ventilación un tiempo considerable, tal vez dos días

-bienvenido a mi paraíso – esa risita y voz hizo que Reborn chasqueara la lengua y Tsuna se tensara un poquito – ¿no les gusta?

-te ves bien – sonreía I-pin mientras encendía las luces y mostraba el cuarto en plenitud.

 

 

Una cama normal, una puerta que daba al cuarto de baño, no había ventanas, ni agujeros que dieran luz natural, había un escritorio, unos libros, hojas, lápices, un juego de cartas tirado en el suelo, algunas sillas y un espejo, lo básico para que una persona viviera. Y allí en el fondo alguien estaba haciendo origami, sentado en un rincón pero que se levantaba de inmediato y les daba frente con esa sonrisa retorcida. G se veía en mal estado, tal vez el encierro no le sentó bien y Reborn se burló del mismo. El Tonakai había caído demasiado bajo, suponía que Daemon estaba peor. Reborn juraba redoblar gente y esfuerzos para encontrar al maldito

 

 

-¿a qué debo tan honorable visita? – sonreía con prepotencia acercándose a I-pin que era la más cercana

-G-sama – se burlaba Tsuna mirándolo y saludándolo con la mano – ¿mi señor se la está pasando bien?

-de maravilla… Tsuna te juro que cuando te castigue… rogarás piedad – G ironizaba mientras también brindaba amenazas a un Tsuna que parecía sin afectarse

-qué rudo – se burlaba I-pin mientras veía con asco la habitación – todo tiene tu maldito aroma

-G… ¿dónde?… ¿dónde está? – Lambo hablaba con calma, mirándolo directamente y mostrando seriedad

-mira, pero si es el hermoso Lambo – Reborn quiso golpear al maldito, pero alguien se le adelantó

 

 

Pocos pasos con rapidez bastaron para que Lambo se acercara a G. Lo hizo de tal forma que el otro ni siquiera pudo evitar el golpe sin aviso. Un puño cerrado, con suficiente fuerza, con venganza y odio, se estampó en el rostro de G, de tal forma que cayó de espaldas y el suelo lo acogió con dureza. Lambo no se detuvo en eso, agarró los cabellos del pelirrojo y azotó el rostro del mencionado contra en suelo varias veces. Nadie dijo nada y Reborn se quedó estático al ver la violencia salida de su mocoso. Lambo no esperó más y a puño cerrado castigó al pelirrojo, quien un poco aturdido, apenas pudo separarse e intentar defenderse. Una patada directo al estómago lo dejó sin aire y la misma dosis en su rostro lo hizo golpearse contra la pared

 

-¡¿dónde?! – Lambo habló con firmeza y rabia mirando al pelirrojo sosteniéndose el estomago

-jamás pensé que te pondrías atan agresivo… dulzura – sonrió aguantándose el dolor de su vientre

-¿Dónde? – Asestó un golpe más en el rostro del pelirrojo y escuchó la risa del mismo – ¿dónde está?

-la jodida perra se  cree valiente – sonreía G mirando a Lambo e intentando golpearlo, pero antes de que hiciera algo, el pie de Lambo se incrustaba en su estómago haciéndolo arrodillar en el suelo

-¿dónde está? – repitió con furia agarrándole el cabello largo y elevándolo para verlo – ¡¿DÓNDE?!

-puta

-no aprendes – sonrió el Bovino con malicia. En parte lo estaba disfrutando

 

 

Lambo no se detuvo ahí, seguía la agresión que G apenas respondía. Reborn fue detenido por I-pin cuando intentó intervenir, pues Lambo había sido golpeado también por aquel cretino. Pero el ojiverde no necesitaba que lo defendieran, por el contrario, necesitaba a alguien quien lo parara, pues sin reparo alguno sacó un puño de acero, o también llamada manopla, colocándosela con rapidez y asestando en el rostro de G haciendo que la sangre brotara con rapidez. La agresión solo se ponía peor con el pasar de los minutos. Lambo no paraba mientras repetía una y otra vez “¿dónde está?” sin siquiera poner atención  a los demás en esa habitación

 

 

-joder… golpeas fuerte… y yo si fuerzas – se reía G con malicia mientras escupía la sangre acumulada en su boca

-¡¿dónde está?! – insistía Lambo ya jadeando por esfuerzo. Limpiándose el sudor de la frente cuando veía al otro reírse

-detente Lambo – Reborn sabía que algo debió pasar con su mocoso para que se desatara de esa forma, pero prefirió solo disfrutar del espectáculo ante el Tonakai – lo matarás

-¿tanto te frustra que no responda? – se reía G parándose, sosteniéndose de la pared – pues púdrete

-responde o te matará – Tsuna suspiraba mientras alistaba algo entre sus manos, tal vez otra manopla

-no me matará – sonreía G mirado como alguien entraba y le cedía algunas cosas a Tsuna – porque me necesita, ¿no es así cariñito?

-responde antes de que me decida a torturarte – amenazó I-pin deteniendo a Reborn y negando, porque Lambo debía desahogarse

-¿la extrañas? – sonreía G mirando a Lambo – es tan linda, es bella

-¿dónde está?

-nació en la cuna de una puta – el pelirrojo  sonreía con viva burla mientras se tocaba el tatuaje del rostro, los golpes tal vez lo dañaron – ¿te dolió perderla? Dime cómo se siente – amaba hacer rabiar al Bovino, un pequeño pago por quitarle su imperio

-¡cállate! – exigió Tsuna a sabiendas de que cada palabra dañaba a Lambo un poco más. Lambo estaba parado, con la mirada fija en G, apretando sus puños, sin emoción en el rostro

-sabes, yo no te quité nada… porque no era tuya, era mía, lo sabes bien… tú solo eras un instrumento con la que se creó… pero nada más

-¿DÓNDE ESTÁ? – Lambo ya se cansó de solo escucharlo, agarró a G y lo arrojó con todas las fuerzas que tenía. Temblaba por la ira, por el rencor ante esa familia – ¿DÓNDE ESTÁ?

-no te lo diré – un golpe en su rostro lo hizo tambalearse y caer junto a la cama, aun así G reía

-¿DÓNDE ESTÁ? – gritaba con desesperación acercándose con furia y dándole una patada en el rostro – ¿DÓNDE ESTÁ?

-NUNCA TE LO DIRÉ – G explotó en risas adoloridas mientras disfrutaba de la ira en esos iris verdosos

-¡DIME DÓNDE ESTÁ MI HIJA!… ¿DÓNDE?

-es mi sobrina también – reía G desde el suelo – no te diré donde la dejé. Es mi sangre, se criará bajo MI ideología, bajo MI apellido

-ES MI HIJA – Lambo volvía a la agresión porque quería liberar un poquito de su frustración – NO ES NADA TUYO… ES MI HIJA, SOLO MÍA… Y SI TENGO QUE TORTURARTE DÍAS, LO HARÉ CON GUSTO… PERO DE AQUÍ NO SALDRÁS VIVO… ¡JAMÁS!

-lo vale

-¡¿DÓNDE ESTÁ MI HIJA!? – gritaba con frustración justo antes de ser sostenido por I-pin, porque también se le estaba pasando la mano con el maltrato

 

 

Reborn se quedó en silencio tras escuchar las protestas de Lambo para que lo soltaran. Miraba a G reírse a pesar de estar casi inconsciente. Miraba la furia de Lambo y las lágrimas arruinado ese rostro… y lo entendió. La razón de los Blood Rose para pedir que les trajeran a G y Daemon con vida era… una hija que le fue arrebatada al Bovino. Una hija que parecía ser también hija de Daemon. Ahora podría decir que descifró la actitud arisca del ojiverde, después de todo había sufrido dos pérdidas dolorosas

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Bueno, esto será el último problema que.... esperen, falta uno y ese inicia el final de esta historia 

Wow, pensé que me tardaría más, pero bueno señores... ya falta poco... para el final 7u7

¿Ustedes creen que Lambo sigue enamorado de Reborn? 

¿Merece Kyo perdón?

¿por qué me gusta hacerlos sufrir mucho? Eso si puedo responder, porque así el final se me hará más dulce. En mi sentido XD, desde mi perspectiva 

Buenos no les canso más y agradezco a los sobrevivientes de esta masacre.

Muchos besos~~~~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).