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Inteligencia Artificial por Sickactress

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Saitama mantenía los ojos cerrados, caminando de espaldas en sentido contrario a su discípulo y concentrado en no apresurar su impaciente conteo. La apresurada huida del cyborg era inconfundible para sus oídos mientras éste escapaba a ocultarse de él. Sin necesidad de abrir los ojos, Saitama conseguía visualizar el extenso camino que debía recorrer para dar con su objetivo; el cual se moría por verle… El punzante tacto de los escombros bajo sus pies y la sensación de las brasas carbonizando la ciudad alrededor de su cuerpo, le permitía un placentero panorama.

Genos se desplazaba a toda velocidad, perdiéndose en una irreconocible ciudad Z. Los segundos corrían sin interferir su frustrante análisis en las edificaciones; las condiciones de éstas eran deplorables, siendo poco prometedoras para un disimulado refugio. Esquivando pesados escombros y sobrepasando profundas perforaciones que obstaculizaban su escape, Genos sólo podía esperanzarse en que el vanagloriado poder de Saitama no opacara su raciocinio.

– El tiempo se agota… no puedo seguir escapando. Debo encontrar un refugio. – Se apresuró a ocultarse, ignorando que Saitama atendía a la repentina usencia de sus pisadas.

Saitama dejó de caminar en reversa, concentrando dos dedos en su sien derecho y rememorando las condiciones de su traumatizante juego del terror: si veneraba las habilidades de Genos, hacía la siguiente búsqueda aún más elaborada; pero si éste volvía a dirigirle una desafiante mirada, neutralizaría cualquiera de sus funciones restantes. Y contando…

– diecisiete, dieciocho, diecinueve… veinte – dijo, abriendo los ojos, saboreando cada segundo de desventaja –. Listo o no, allá voy… – continuó con una escalofriante sonrisa.  

Saitama recorrió su obra maestra con indiferente mirada, poco concentrado en lo pintoresco que lucía una ciudad en completa devastación y cenizas. Con una leve inclinación y extendiendo los brazos hacia atrás, dio un potente impulso; el suficiente para mantenerlo en el aire y decidirse por una de todas las tentadoras direcciones que lo conducirían a Genos. Desde el cielo, la ciudad se veía como un laberinto; uno donde se destruyeron las paredes para facilitar el recorrido, por supuesto. El cuerpo de Saitama descendió, aún indeciso por donde comenzar.

– Ahora entiendo el porqué de su insistencia en regresar… – dijo rascándose la cabeza. – El lugar está hecho un maldito alboroto. Supongo que tendré que recurrir a esto. –  apretando un puño.

Silenciosamente escondido en la oscuridad de una engrosada e inmensa caja fuerte, Genos se encolerizaba intentando reparar su inservible propulsor. Maldecía inmensamente que siempre fuera a destruirse una de sus extremidades al punto de ponerle en serios aprietos. De tratarse de cualquier monstruo misterioso, pensó que no le haría falta. Sin embargo, frente a Saitama…

– Vamos… vamos, funciona. Porquería… inútil… – pero sólo una lamentable llama fue su mejor hazaña en los últimos tres días. – Debe ser una broma… – dijo agotado de todos sus fracasos.

Sin más, reposó su cabeza en el frío metal. Si bien el cuerpo de un cyborg no sufría de agotamiento, eso no significara que tres días de consecutiva persecución no fueran a fatigarlo. Una hora de sueño sería suficiente para él, pensó. Sin embargo, frente a las amenazas de Saitama, Genos había aprendido que veinte segundos de ventaja podrían ser los más valiosos.

– ¿Puedes verme…? – desenvainando una escalofriante sonrisa – Sé que puedes. Lo sé porque aún no he tocado ese desgraciado artefacto tuyo de rastreo – dijo Saitama con total desprecio.

Genos permaneció en silencio, negando a las provocaciones de Saitama mientras atendía su inservible armadura por enésima vez. A falta de paciencia e instrumentos; sobre todo por su ineficiencia ante la falta de sueño, apenas y podía concentrar una estrategia sobreponiéndose a la paranoica idea de que Saitama diera el punto final a toda una duradera persecución.

– Genos… sólo lo haces más difícil, no quiero tener que romperte, amigo. Sólo quiero verte. –

Al otro lado de la calle, Saitama esperaba inútilmente alguna alteración por parte de Genos, levantando el largo del asfalto de un solo tirón como si de una ligera alfombra se tratara. Fuera de espantar al cyborg como una escurridiza rata, Saitama veía aborrecido los vehículos y escombros volar sobre su cabeza; incrustándose en las edificaciones más cercanas.

– Qué extraño… juraría que lo escuché correr en esta dirección… – dijo pensativo, agudizando aún más su audición como quien no quiere la cosa. – Veamos… si yo fuera Genos… –

–… no tengo tiempo para esto… ¡funciona! – rugió para sus adentros, sacudiendo su aún inútil propulsor, explotando en irritación. – Es imposible… incluso si pudiera dispararle, no podría igualar el poder de Saitama Sensei… – percatándose del repentino silencio…

Genos se apresuró a recopilar información de su sistema de rastreo, pero fue demasiado tarde para él cuando apenas las pudo visualizar para sí. El enguantado brazo de Saitama perforó el engrosado metal detrás de él, aprisionando el cuello del cyborg, rodeándolo con el antebrazo.

– peek-a-boo… – anticipó a decir Saitama, antes de tirar violentamente de la mecanizada estructura de Genos; perforando con él, la estructura del edificio y las demás que lo esperaban.

El cuerpo de Genos perforaba todo a su paso mientras veía la imagen de Saitama distorsionarse a la distancia. Distintos establecimientos cedieron a su paso, para finalmente golpear contra un automóvil en llamas, al otro lado de la cuadra. A penas hubo recuperado la compostura cuando percibió la presencia de Saitama de pie frente a él; mirándolo desde lo alto.

– Te vez cansado – levantando su mentón para examinarlo. – Cómo odio verte tan… cansado –

Podría tratarse del agotamiento mental, que Genos estuviese sufriendo en ese momento, lo que le hizo reaccionar de forma involuntaria pero vengativa. El puño de Saitama se cerró sobre el suyo anticipando un contundente golpe por parte del cyborg; deformando la única esperanza de Genos ante sus ojos; eso, si hubiese alcanzado a reparar a tiempo su desbaratado propulsor.

– No estás siendo nada cortés, Genos. – dijo presionando su muñeca, obligándole a ponerse de rodillas frente a él – Después de permitirte vivir conmigo ¿es así como me lo agradeces? –

– Ya… terminó con todo el planeta… Sensei. ¿Qué necesitas… de mí…? – poniendo resistencia.

– Entretenimiento, amigo… – respondió Saitama, desvergonzado –. Nadie mejor que tú, puede amortiguar uno de estos – levantando un puño frente a su nariz. – y vive para contarlo… –

– Usted… – comenzando a rabiarse – ¡¿Usted espera que yo resista ser su saco de arena?! –

– Hombre, eso sólo dependerá de ti – objetó, soberbio –. Ahora, levántate… – exigió inflexible.

Un trozo de escombro se partió en el puño de Genos ante la frustrante idea de ser el juguete de su maestro. Saitama observaba detenidamente los movimientos del cyborg. Unió ambos puños sobre su cabeza mientras Genos levantaba su pesado blindaje del suelo. Sólo deseaba dar un respiro, sólo uno. Físicamente era insensible, pero ciertamente estaba mentalmente agotado… en sus límites. Genos consiguió ponerse de pie, sin poder enderezarse por completo, al ser enviado a rebotar contra el suelo cuando Saitama martilleó su espalda colosalmente.

– ¿Qué esperas…? – demandó, Saitama –. Creí haberte ordenado que te pusieras de pie. –

Ante la demora, Saitama se inclinó frente a Genos, tomándolo nuevamente por el mentón; examinando, inútilmente, rasgos en su neutral rostro que pudieran manifestar alguna lesión interna en el cyborg. Sólo Genos era consiente de haber sido agitado poderosamente en los últimos tres días, causándole graves daños a su salud... por así decirlo.  

– Vamos, Genos, como el perro que siempre fuiste. Arrodíllate extendiendo los brazos… –

Incluso si la integridad de Genos se negó sólo al principio, Saitama propinaba una cadena de golpes sobre su armadura al borde del quiebre cada vez que Genos hacía el menor movimiento para enderezarse o arrodillarse como le había exigido. El retumbar en su armadura le causaba un terrible sacudón a su cabeza y los vértigos se hicieron presentes en Genos quien por un corto segundo sólo podía pensar en lo mucho que deseaba volver a casa. Saitama detuvo los golpes y se inclinó frente a él en cuclillas a verlo muy de cerca, Genos sólo veía pixeles por todas partes.

– ¡Detente…! – manifestando graves daños a su sistema y extremidades – No… más… –

– Sí… eso te gustaría que hiciera. Sólo por eso te daré no 20 sino, 15 segundos para que desaparezcas de mi vista antes de que vaya por ti. – Dejándole caer sobre el hormigón. –

– No puedo… – tambaleante, manifestando centelleantes cortocircuitos en sus extremidades.

Saitama esperó el momento preciso para dar inicio al escalofriante conteo. Como en la mayoría de los casos, la voluntad de Genos siempre estaba a su disposición; sin embargo, su sistema se encontraba seriamente dañado. Los segundos transcurrirán mientras Saitama se entretenía con la escena de Genos cuando su cuerpo se descascaraba ante cualquier movimiento. El cyborg apenas y había conseguido inclinarse un poco cuando el conteo acabó.  

– Vaya, eso es decepcionante. No es tu mejor record hasta ahora, debo decir. –

– Quiero… ir a casa… – desvariando totalmente.

– Genos ¿verdad…? – bromeó, indiferente, sólo para confirmar que Genos a penas y tenía un hilo de conciencia cuando asintió inofensivamente. – Maldición, creo que esta vez me excedí. –

El brillo en los ojos de Genos parpadeaba, amenazando con apagarse para siempre. Saitama hizo una resignada mueca a medida que depositaba al cyborg contra la pared; sabía que no faltaba mucho para que eso sucediera. Entonces Genos sintió el desnivel al ser levantado por el cuello; Saitama casi desgarraba la piel artificial de sus mejillas, al hundirlas entre sus dientes.

– Sensei… no puedo… soportarlo… –

– ¿Sabes…? Fue divertido al principio pero te diré: ¡¡Yo no soy tu maestro!! – Escupiendo sus palabras cerca de su rostro – ¿Te quedó claro…? –

– Sí, sen… – interrumpiéndose a sí mismo al hablar, viendo la intimidante expresión de Saitama cuando supo lo que iba a decir. – Sí… –

– Me llamarás por lo que soy, Saitama. Vamos, repítelo. Quiero oírte decir mi nombre. –

– S-sai…tama, Saitama… – al borde del colapso – Saitama sens… ¡Saitama…! –

– Heh… ¿Intentas burlarte de mí…? Tal vez el miedo que produje en ti no fue el suficiente. –

En otras circunstancias, los habitantes de ciudad Z habrían atestiguado los inconfundibles estruendos de los golpes y el desmembramiento sufridos en el cuerpo de Genos ante el inflexible castigo de Saitama. Ahora resultaba bastante ligero, pensó Saitama al ver que Genos sólo poseía la mitad de su torso y su despellejada cabeza. Tomó al muchacho por la nuca, arrastrándolo a un borde de la vereda; brindándole sus últimas atenciones a su estructura, intentando ser amable con él. ¿Por qué? por la misma razón por la que se detuvo de golpearlo: Genos ya no podía hablar aunque tampoco podía pensar en siguiera intentarlo…

– Para serte sincero, nunca comprendí el porqué de tu incondicional interés hacia mí. Podría creer que quizá te obsesionaste con mi poder o inclusive que te enamoraras de mi – vaciló sus palabras, intentando sonar gracioso, pero en realidad sonada igual de escalofriante –. Me he entretenido tanto cambiando esa absurda forma de pensar tuya. –

Genos no podía sentir el temor, pero sí podía pensar en ellos. Si no fuese porque es totalmente insensible al dolor, estaría muy aterrado ahora; tal vez perdiendo el control de sus esfínteres en el momento en que Saitama penetraba en su coraza, desprendiéndole su núcleo en su pecho.

– Sorprendente… – dijo después de soltar un silbido de asombro. – Es una lástima que tu corazón no palpitara. Me habría entretenido con los pulsos acelerados de él. Naturalmente, todo suele oírse tan apresurado a este nivel. – enfatizando la situación actual en la que se encontraban.

Saitama se detuvo en la luz del núcleo, distraído por lo hermoso que se veía en realidad; aunque se mostraba parcialmente interesado en destruir el núcleo de Genos, aplastándolo en un puño hasta permitirle a las grietas de éste irradiar la luz de su interior. Entonces, sólo por el placer de querer hacerlo, se decidió por protagonizar una peculiar escena, en lugar de destruirlo.

– Destruirlo… sería demasiado sencillo – dijo aún distraído en los colores del núcleo –. Una luz que se apagó ante tus ojos. Pero aplastar tu cabeza… – sugirió con extasiada voz.

Con sumo cuidado, giró el cuerpo de Genos, obligándole a morder el borde de la acerca. Genos no podía comprender lo que sucedía, o lo que hacía. Sólo estaba seguro de una cosa: era su fin.

– Es temor… – colocando un pie sobre su cabeza – Lo que siente por mí, es temor… no respeto ¿no es así…? – haciendo una ligera presión sobre ella. – Lo sé… puedo olerlo a la distancia y tú, apestas a que estas realmente aterrado… Genos… –

Una incomprensible lágrima se deslizó por la mejilla de Saitama. En sus últimas acciones sentía que su cuerpo se ponía cada vez más rígido y un golpe de emociones lo golpeó en lo más profundo. Y aunque aún no podía controlar sus movimientos, algo dentro de él suplicaba porque todo este cruel escenario no fuese real; viéndose a sí mismo, propinarle un contundente pisotón.

– ¡¡¡GENOS…!!! – gritó enderezándose de golpe sobre el futón, sintiendo una nauseabunda sensación en el estómago. Buscó a Genos desesperadamente con la mirada; aún sumergido en los estragos del sueño, dudaba de la veracidad de que sólo se hubiese tratado de una pesadilla.

– Eso es escalofriante, Saitama – reaccionó King, estremeciéndose de sólo pensarlo.

Ambos héroes se encontraban en un supermercado, muy cerca del departamento de King, realizando las compras de la semana. Saitama sostenía la lista de descuentos en la mano, haciendo los cálculos que naturalmente Genos se esmeraba en hacer por él. No tenía idea de lo que estaba haciendo, los precios superaban el límite que se había trazado en gastos para el día mientras relataba a King los sucesos en su pesadilla; obviando por mucho los detalles y el desagradable sentimiento de superioridad experimentado.

– Luego de eso descubrí que Genos luchaba lejos de aquí… contra un monstruo eléctrico o algo por el estilo – dijo arrastrando las palabras mientras volvía a realizar los cálculos.

– Pero eso fue tan sólo una pesadilla ¿o no? Eso quiere decir que no tiene ningún significado –

– mmm… – distraído en las cuentas, que volvían a salirse del límite – ¿eh...? ¿Sobre qué, King? –

– Me refiero a tu reacción sobre Genos a punto de morir en tus sueños. – dijo aborrecido de los malos cálculos de Saitama, arrebatándole los descuentos para hacerlos por él.

Sin la molesta distracción de realizar sus cálculos, Saitama comenzaba a prestarle mayor atención a su conversación con King; cuando de pronto una anciana y encorvada mujer, cubierta de pies a cabeza por una suave franela rubí, tropezó intencionalmente con él. La anciana se aferró a su brazo, temblorosa pero exigente en su agarre, provocándoles una extraña impresión.

– Los sueños son realizaciones disfrazadas de tus reprimidos deseos… – dijo con apesadumbrada voz, recorriendo su mejilla con su temblorosa mano. – Son los deseos de tu inconsciente… –

– ¿Qué quiere decir, anciana? Yo no intenté matar a mi discípulo – afrontó Saitama con disgusto.

– Pero lo harás… – refutó delineando las líneas en su mano con leve excitación. – Algún día… –

– Muy bien, ya fue suficiente. – reprendió el guardia de seguridad detrás de ellos. La anciana se giró a ver al uniformado para luego seguir su camino. – No den mucha importancia a lo que diga, se ha esmerado en “pronosticarle la suerte” a todo el que se interponga en su camino –.

– uh, no importa… – dijo Saitama, no sintiéndose convencido de ello.

Lo cierto es que Saitama se lo había tomado personal, pero pronto ésta sensación desapareció cuando King le tendió la cuenta de lo que gastaría comprando los descuentos del folleto. King sacó su consola del bolsillo, paciente a que la incómoda tensión desapareciera. Pronto Saitama se veía como niño en dulcería al ver que las compras iban mejor que en días anteriores.

– Saitama. Me pediste que te acompañara porque Genos aún no ha vuelto a casa ¿verdad? –

– No estoy preocupado – dijo Saitama intentando sonar indiferente al caso.

– No mencioné que lo estuvieras – replicó en tono sarcástico – ¿Hace cuánto que se fue? –

– mmm… desde ese día que jugamos videojuegos con Champo en mi departamento. –

– ¡¿Tanto tiempo?! – gritó de la impresión, rescatando, a tiempo, que su consola no resbalara de sus manos – Saitama, han pasado cerca de tres semanas… ¿qué hiciste desde entonces? –

– No mucho en realidad… El ataque de monstruos ha disminuido mucho últimamente. –

– Ahora que lo mencionas, tienes razón – recordando que los ataques de monstruos no eran tan frecuentes como antes, sobre todo hacia él – ¿Estaría Genos encargándose por su cuenta? –

– Lo ignoro. No siempre consigo comprender a ese muchacho – dijo totalmente despreocupado.  

– ¿No tienes idea de donde pueda estar? ¿Por qué no vas a buscarlo? – insistió King, más para fastidiarlo con sus preguntas que por sentirse preocupado por el cyborg. – ¿Estará bien…? –

– ¡¿Qué crees que soy, su novia?! Él se autoproclamó mi discípulo, puede irse cuando quiera. –

– Ya veo… – viendo que Saitama casi aventaba los productos dentro del cesto – estás molesto –

– No, no estoy molesto y tampoco me interesa. Él puede cuidarse sólo y yo también ¿ok? –

– Es lo que diría una novia cuando ya no recibe la atención de antes. – mirando a otra dirección.

– Disculpa, doki doki love ¿quién…? – dijo Saitama, atajando a las provocaciones de King.

–… eso fue un golpe muy bajo. – dijo King con la mirada ensombrecida por la vergüenza.

– Tú comenzaste… – sonríe entretenido – Me pregunto si fui demasiado duro con él. –

– Tal vez sólo algo distraído. Genos cuida más de ti que de sí mismo, además. –

– Poner atención no es precisamente mi fuerte, King. Pero tienes razón. Tal vez algo le esté sucediendo a Genos. – dijo a sabiendas de que ya lo sospechaba desde el término de su misión.

– Si es sobre el último ataque; en una siguiente reunión, en la Federación de Héroes, escuché que iban a catalogarlos como monstruos de desastre nivel dios si no mejoraba la situación. –

– ¡¿Es en serio?! – dijo totalmente incrédulo – Sé que eran devastadores por afectar a todo el planeta y eso… pero Genos hubiese podido fácilmente contra ellos sin mi ayuda. – apremió.

Saitama terminó de llenar el cesto y juntos se dirigieron a la sección de revistas. En el transcurso, la imagen del rayo cayendo sobre Genos revivía el recelo que sentía por ese monstruo cuando estuvo a punto de matar a su discípulo. Sin mencionar que los estragos de su pesadilla influyeron en gran magnitud sobre sus acciones al quitárselo de encima a tal punto de intuir que perdería los "Bienvenido Sensei" al regresar a casa luego de la auto-encomendada misión.

En la sección de revistas R-18 para adultos, Saitama cogió la primera que encontró a la vista para no pretender que sólo se encontraba ahí de pie esperando a King que, a diferencia de él, sí sabía con exactitud lo que buscaba en esa sección. En lo personal, lo suyo eran los mangas pero, tras pasar las primeras páginas, las revistas R-18 no estaban tan mal, pensó.

– Tal vez me lleve una de éstas, sólo pare leerla claro – dijo desviando la mirada hacia la revista que King sostenía a su lado –. ¿Novias virtuales…? suena algo idiota… – regresando a su revista.

– ¿En serio esperas que crea que sólo te llevarás esa para “leerla”? – dijo King, esquivando a las provocaciones de Saitama. Ciertamente las novias virtuales le parecían geniales… no idiotas.

– Cuando se trata de ellas, no comprendes de bromas pesadas –

Al otro lado del supermercado, excesivamente apartado de la sección de revista para adultos, sin que Saitama y King se percataran de ello, un grupo de ladrones ingresaron al establecimiento, armados hasta los dientes, saqueando a todo lo que se le pusiera en frente. Los héroes, por otro lado, compartían la misma revista mientras discutían los perfiles de las novias virtuales.

– Ella es un extraterrestre, King, una porrista extraterrestre. – dijo Saitama, intentado que King entrara en razón, disimulando su atención en una novia androide muy semejante a Genos.

– Sus cualidades parecen ser las mejores en cuanto a novias, Saitama. Es dulce, cariñosa… –

– Suena a que terminara aventándote un florero o algo… – leyendo el siguiente perfil – ¿Por qué no “Cinnamon”? en la siguiente página. Tiene un perfil muy interesante. –

– ¿Debería decir que te gustan atrevidas y dominantes, Saitama…? –

– Tal vez sea sólo por el tono de su piel. El color canela hizo que se me abriera el apetito. –

– Eso sí no me lo esperaba. Pensé que te gustaban… ya sabes, más domésticas y complacientes hacia su “desarrollador” – señalando a la androide de la página anterior. –

– Intentas involucrar la broma de champo sobre que Genos es mi esposa, ¿no es así? –

– Tal vez… – reteniendo su sonrisa – Quien diría que Genos se volvería tan popular. –

– Cuando se entere que usaron sus rasgos para una novia artificial, se autodestruirá. –

Entonces ambos héroes se echaron a reír con las revistas en las manos, ignorando que afuera la situación no era para nada agradable. Todos los compradores, al igual que el gerente del establecimiento, estaban arrodillados sobre el suelo con ambas manos sobre la cabeza.

– ¡¡No quiero que nadie haga el menor movimiento o le perforo la cabeza con esto!! –

– ¿Estos son todos los que encontraron? – preguntó el líder, un sujeto alto uniformado de sargento. Era un mercenario de mala muerte.

– Aquí tenemos a una bruja, dice que hoy no será nuestro día de suerte – bromeó el encapuchado, empujando a la anciana al suelo junto con el resto.

– ¿Es así como tratas a tu abuela, imbécil? – dijo el líder, señalándole con el arma y silenciando las carcajadas del resto. – Ve a asegurarte de que todos estén aquí ¡rápido! – rugió, exigente.

El encapuchado, quien resultaba ser el más joven e inexperto de la banda de mercenarios, se apresuró a adentrarse aún más al supermercado; siendo atraído por el seductor color rosa que decoraba la entrada a la sección de revistas R-18.

– Entonces, King… ¿ya te decidiste por cuáles? Esto comienza a aburrirme en serio. –

King desvió la mirada hacia Saitama, encontrándose con que alguien apuntaba hacia su cabeza con un fusil M16A4, convenientemente identificado del videojuego Call of Duty. Un silencio se hizo en la habitación, mientras Saitama mantenía la mirada fija en King; quien parecía hacerle gestos coquetos con los ojos o algo por el estilo, haciéndole sentir muy extraño.

– King, hombre, no soy de ese tipo. Deja de parpadearme de esa manera ¿quieres? –

– Vaya, tu amigo el calvo en serio es muy estúpido… – advirtió en tono preocupado, el sujeto encapuchado a sus espaldas.

– Él sólo está pasando por un mal momento con su “compañero” de cuarto. – se excusó, King.

– No quiero perder buen material, King. No me obligues a… –

– Suficiente de estupideces… – interrumpió el ladrón – Los quiero contra la pared, ahora. –

– Ya te dije que no soy de ese tipo. – intervino Saitama, aventándolo al otro lado del local.

Al instante, el grupo de ladrones mercenarios apuntaron hacia la sección de revistas R-18. La luz de los láseres que rodeaban los veinte o dieciocho matones dispuestos a dispararles, señalaban distintas partes de sus cuerpos sobre sus ropas. King y Saitama levantaron las manos mientras discutían ruidosamente puesto que Saitama, de cierta manera, lo había arruinado totalmente.

– ¡Tenías que aventarlo hacia afuera ¿no es así?! – molesto porque le apuntaran aún más a él que a Saitama. – ¡¡Tengo por lo menos treinta láseres encima!! –

– ¡¡La próxima vez que entremos a una tienda R-18, me aseguraré se estar lejos de la puerta!! – afrontó, Saitama en tono sarcástico – ¡Y no son treinta, tienes unos… diecisiete! –

– ¡¡Qué afortunado!!

– ¡¿Cómo esperabas que entendiera “hay un sujeto apuntándote en la cabeza” si me estas mirando como las novias artificiales de las revistas?! – gritó Saitama escondiendo sus compras.

– ¡Son virtuales, no artificiales! – le corrigió – ¡Y por supuesto que no estaba coqueteándote! –

– ¿eh…? ¿Cuál es la diferencia entre una virtual y una artificial? – preguntó Saitama con interés.

– Pues… en cuanto artificiales, entiendo que te refieres a las muñecas de tamaño natural. Ya sabes, cuando estás realmente “desesperado” – explicó King, con total naturalidad.

Sin darse cuenta de ello, una amena conversación dio inicio entre ellos, ignorando que los láseres sobre sus ropas habían desaparecido y el área estaba totalmente despejada allá afuera. Cuando salieron de la tienda de revistas, dieron con la sorpresa de que toda la primera sección del supermercado yacía calcinado, los muros carbonizados y los mercenarios desmayados

 – Todos parecen estar a salvo. – dijo King, impresionado – No creerás que fue… –

– Sí, King – interrumpió Saitama, caminando hacia la salida – Genos estuvo aquí… –

–… ¿Qué harás ahora? –

– Nada – cortante, observando el daño – Pagaré por la revista y me iré a casa… –

Ambos héroes pagaron por la mercancía R-18, las cuales terminaron por regalárselas debido a la emoción del momento, para luego separarse fuera del establecimiento y tomar caminos diferentes. Saitama atravesaba la calle, ignorando que la anciana le apremiaba con la mirada. 

Notas finales:

¡Hola, hola!

Hasta aquí llega el siguiente capitulo, espero que les haya gustado n_n Como resultó ser un poco más largo, corregiré los errores que encuentren, después. Si tienen algunas criticas constructivas para que pueda mejorar mi escritura, estoy abierta a todo tipo de comentarios. Pero por favor, no me hagan bullying... TwT 

¡Gracias por leer! Nos vemos en un proximo capitulo, chau chau ^w^


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