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Inteligencia Artificial por Sickactress

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VI

 

La senil mirada de un hombre de capacidades intelectuales superiores, era apresada por tres monumentales pantallas como linces a su presa. Emme desvió la mirada hacia su maestro, quien demostraba completo interés a las imágenes que se reflejaban en sus dilatadas pupilas. Los acontecimientos en el trascurso de la semana, ciertamente fueron devastadores; sin mencionar que parte de ellos habían tocado a su puerta, en busca de su ahijado Genos; o eso sospechaba.

 

– Doctor – Entibió las manos del anciano, con una dulce taza de té – tiene que ser paciente, Genos es poderoso gracias a usted. Sé que regresará vivo, aunque yo no lo deseo así – bromeó.

 

Pero su sonrisa desapareció; al igual que la cálida bebida en manos de Kuseno, quien volvió a depositarlo sobre su escritorio a enfriarse otro poco más. En otras circunstancias, Kuseno habría refutado a sus comentarios; sin embargo, la tranquilidad cambió a ser un bien muy codiciado. Incluso Emme, quien se refugiaba en el sótano junto a su maestro y su desprecio a la humanidad, resguardados por colosales muros, sentía lastima por aquellas personas que tenían la desdicha de vivir los desastres al más rojo vivo. No era para menos que Kuseno velara por su protegido.

 

– “Testigos afirman que la serpenteante criatura descendió de los cielos, perforando las tribunas del susodicho coliseo; una considerable cantidad de personas continúan desaparecidas.”

 

– “¡No logro enfocar nada! ¡¿Alguien puede oírme?! ¡¡No logro enfocar nad…!!”

 

– “Ante los televidentes, los desgarradores gritos del camarógrafo, quien apuntaba hacia una dirección desconocida, fueron alarmantes segundo antes perderse la transmisión en vivo.”

 

– “La ciudad entró en pánico, esta tarde, cuando espesos cúmulos de humo, que se extendieron sobre nuestras cabezas, despidieron gigantescos tentáculos que arrasaron con todo a su paso.”

 

– “¡¿Pero qué está pasando?! ¡Todo apunta a que los monstruos se dirigen a ciudad Z causando destrozos por doquier! ¡Héroes, si aún estamos transmitiendo, manténganse alerta!”

 

– “Durante las últimas semanas, el ataque de monstruos se ha intensificado desmesuradamente; la federación de héroes no pretende justificar la repentina deficiencia de los héroes.”

 

– “¡Como pueden ver, el suelo está hirviendo a nuestro alrededor! ¡Héroes organizados tuvieron que subdividirse para abarcar toda el área! ¡¡Y los monstruos parecen no tener fin!!”

 

Emme retrocedió, frustrada por fallarle a su maestro; Kuseno no le prestaría atención ni aunque se ganara un sermón por sus maliciosos comentarios hacia el bienestar de Genos. Las inmensas pantallas sometían a su maestro a un sinfín de crudas imágenes y comentarios sobre la gravedad de los interminables ataques de monstruos misteriosos. Las personas comenzaban a perder las esperanzas de vivir una vida tranquila y las autoridades locales no estaban entrenados para manejar este nivel de pandemonio. Kuseno, al igual que la federación de héroes, se vio en un gran lío al no poder detectar el origen de éstos; lo volvían paranoico y no sabía cómo aportar.

 

– Sin mencionar que los destrozos anteriores siempre superan al del ataque anterior… – musitó Kuseno, sumido en un trance provocado por la falta de comprensión. Temía por Genos.

 

– “Como reporteros, nos sentimos comprometidos y nos exponemos a grandes peligros. A veces los puntajes son los suficientes… pero no pueden pagar lo justo por nuestras vidas”

 

Aquellas fueron las últimas palabras de quien transmitía en una zona muy habitada de ciudad Z que acababa de ser destruida. Ante la cabreada mirada de Saitama, se extendía un distinguido panorama donde su pesadilla parecía realizarse. Estructuras debilitadas, senderos perforados y cielos oscurecidos lo estremecían con violencia y lo hostigaban en extremo. ¡Estaba furioso!

 

– ¡¡Todo esto es un maldito LÍO!! – vociferó Saitama, acentuando aún más la voz al término de la oración, producto de un contundente puño que desapareció a cientos de centinelas enemigos.

 

Esa misma tarde, mientras Saitama aprovechaba un delicioso udon en un lugar muy apartado de la ciudad, inmensos tentáculos que emergieron del cielo, devastaron con casi todo a su paso: altos rascacielos, antenas de televisión, etc. Todos fueron succionados y elevados al cielo, desprendiendo considerables proporciones de escombro sobre los indefensos y atemorizados ciudadanos; incluyendo a aquellos disparatados pero fieles seguidores del ficticio Cthulhu.

 

Ahora, Mumen, King y Saitama se enfrentaban a una oleada de centinelas que los rodeaban hasta el cuello. Explosiones masivas y terremotos se extendieron en medio de la batalla. King, quien conducía una reluciente motocicleta de la cual se sentía muy orgulloso, mantenía total contacto con Mumen, quien se encargaba de dirigir un equipo de rescate conformado por héroes clase C que, para su “buena suerte”, se encontraban en el epicentro de la catástrofe.

 

– ¡Aún no te rindas! – rugió Mumen Rider, héroe clase C y ciclista de gran corazón, quien a pesar de su cruel desventaja, permanecía al lado de Saitama, salvando vidas – ¡¡Ya casi terminamos!!

 

– ¡¿Con qué fin o propósito?! – Levantó una completa estructura, lanzándolo muy lejos fuera de la atmosfera; estaba infectado de escurridizas criaturas – ¡¡Siempre aparecen en otro lugar!!

 

Tosiendo por la fatiga y la espesura del humo que los rodeaba, pero a la expectativa de alguna otra víctima que necesitase su ayuda, Mumen no discutió el tema. Lo cerró por completo. Estaba muy preocupado porque King pudiera movilizar a los sobrevivientes, como para negar lo que era evidente ante sus ojos. Pero aún con veloces centinelas robóticos golpeando sus nudillos, no iba a darse por vencido; ni aunque sus músculos estuvieran acalambrándose en ese momento.

 

– Sí, bueno… – Mumen intentó buscarle el lado positivo al asunto, pero por donde girara a ver, todo se desmoronaba, como si hubiese golpeado el panorama con la mirada – Ok, está duro.

 

– ¿Duro en un momento como este? – consultó indiferente, aunque con socarronería en su tono de vos. Frunciendo el entrecejo, Saitama intentó divisar algo que se aproximaba en el cielo.

 

– No me refería a esa clase de “duro” – dijo entre risas, ajustando sus googles para luego levantar el intercomunicador a la altura de su rostro; la voz de King parecía turbulenta y distorsionada.

 

De pronto, lo que parecía ser el zumbido de incontables turbinas, elevó la mirada del ciclista, dirigiéndola hacia donde Saitama entornaba la mirada para una mejor percepción. Mumen quedó boquiabierto. El recubrimiento de nuevos androides reflejaba las llamas de los incendios y amenazaban con llover del cielo, brillando como estrellas fugaces. Sí, claro, “estrellas fugaces”.

 

– ¿Disculpa, me decías? – encaró Saitama, cruzado de brazos y dirigiéndole una escalofriante sonrisa; Mumen no supo cómo responder, estaba impactado – Es lo mismo de siempre…

 

– Cada vez se pone más… ¡¡duro!! – rugió Mumen, impulsado de furia, enfatizando esa clase de “duro” ya que, podría decirse, los centinelas los llevaban “cogiendo” desde hace un buen rato.

 

Empeorando su situación, los centinelas comenzaron a descender a la velocidad de un disparo, amenazando con colisionar como asteroides. Mumen se situó al lado de Saitama, con una firme disposición a pesar de sus dolorosas laceraciones. Los héroes clase C cuidaban de las víctimas y King los transportaba por los subterráneos, por lo que ningún centinela debía tocar el suelo.

 

– ¿Cuál es el plan? – dudó Mumen por un segundo, los centinelas se acercaban como bolas de fuego, pero no les temía – A esa velocidad… si tocan el suelo, llegarán con los sobrevivientes.

 

– Estoy pensando, estoy pensando… – En realidad su mente estaba en blanco, todo lo que sabía hacer era golpear, pero eran demasiados – Será mejor que avises a King y se marchen, Mumen.

 

– Ni hablar, no pienso abandonarte – dijo, Mumen, apretando ambos puños y manteniendo una posición de pelea debido a la proximidad de los centinelas; el sufrimiento valdría la pena.

 

Mumen, quien había acompañado a Saitama en la mayoría de sus batallas, guardaba una de sus sospechas, con demencia. No se había percatado de ello, sino hasta que determinó algunos detalles claves como el hecho de que algunos monstruos, como éstos centinelas y los bichos raros, perseguían indefinidamente a Saitama. No obstante, las otras indescifrables criaturas, como el ataque de los escalofriantes tentáculos del cielo, parecían tener un destino diferente.

 

Saitama, por otro lado, parecía ensimismado en sus pensamientos, desconcentrado y sin poder desarrollar una buena estrategia. El apocalíptico escenario lo tenía sumido en los vestigios de su condenada pesadilla; sobre todo por lo cruelmente constantes que fueron los últimos días. Si bien antes no se alimentaba como era debido, ahora no dormía adecuadamente y comenzaba a debilitarse considerablemente aunque, gracias a su vanagloriado poder, no lo aparentase.

 

El erótico ronroneo de una Harley Davidson, aproximándose a sus espaldas, los despertó de sus pensamientos, trayéndolos de regreso a la triste realidad de que sus bolsillos no podrían pagar una máquina sobre ruedas como esa. La Asociación de Héroes pagaba muy bien a los héroes de clase S y King no reparó en gastos en esa convención de Comic-Con donde subastaban nada más y nada menos que una mejorada imitación de la motocicleta de El Depredador.

 

– ¡¿Qué estamos esperando?! – preguntó King, espantado por lo que bajaba del cielo; no había salido del subterráneo por nada del mundo – ¡¿Pero qué hicieron?! – indagó, acusadoramente.

 

Al término de sus palabras, Mumen rugió una advertencia que apenas pudo ser audible por sus héroes acompañantes. Uno tras otro, los centinelas impactaron contra el suelo; estallando todo a su alrededor, dejándolos sordos y ciegos. Los escombros comenzaron a elevarse a su alrededor y pronto sus antebrazos comenzaron a ceder ante el castigo de las detonaciones. King encendió la motocicleta y Mumen subió a la parte trasera, aún sorprendidos por la ausencia de Saitama.

 

– ¡¡Sólo mira esos cráteres!! – advirtió, Mumen, con un tono de voz que parecía maldecir al responsable de colosal destrucción – ¡¡Es probable que hayan perforado el subsuelo!!

 

– ¡¡DESCUIDA!! – King luchaba por mantener la estabilidad de su codiciado “bebé” mientras esquivaba la lluvia de centinelas; los videojuegos eran la ley – ¡¡Los sobrevivientes están fuera!!

 

King, cuyo ritmo cardiaco golpeaba bajo el pecho por el pánico que le recorría en ese momento, estaba viviendo el peor nivel en el “simulador de motocross”. A su alrededor, edificaciones se derrumbaban y centinelas los perseguían, pero King no vaciló. Sus mejores destrezas los llevaron a atravesar incendios, sobrevolar cráteres profundos y deslizarse por alcantarillados.

 

– ¡¿Consigues ver a Saitama en algún lado?! – bramó, King, casi perdiendo el equilibrio cuando uno de los androides atentó contra ellos, aferrándose a su motocicleta – Rayos, es pesado…

 

Mumen, con la santa paciencia hecha añicos, se giró sobre el asiento, sosteniéndose lo mejor que pudo para evitar caer. Con el fruncir de sus dientes, tiró del extremo de un pesado maso de concreto, quebrándolo en la cabeza de uno de los centinelas. Como si eso no fuera suficiente, aligeró el peso para King y, de un salto, se aferró a la espalda del siguiente que los perseguía.

 

– ¡¡Intenta seguirnos el paso y ve lo más rápido que puedas!! – bramó, Mumen.

 

– ¡¿Qué estás haciendo?! – vociferó, King, estrellando a otro de sus metalizados asediadores contra un autobús escolar, propinándole una suertuda patada – ¡¡Vuelve de inmediato!!

 

Con dificultad, Mumen perforó en los hombros del centinela, controlando su dirección de vuelo, más no su velocidad; éste luchaba por quitárselo de encima. King observó todo con horror en su mirada, pero extrañamente el hecho de que uno de sus amigos estuviera en peligro, sumado al miedo que sentía de quedarse sólo en esa situación, encendió el valor en él y volvió por Mumen.

 

Siendo elevado a los cielos, a una velocidad sorprendente, Mumen determinó la extensión del área; dibujando una enorme sonrisa en el rostro, no tanto de alegría, sino de estrés. ¡¿En qué estaba pensando Saitama?! Con un golpe de suerte, atinó a ver a King, brincando sobre los escombros y patinando sobre un puente colgante que ya se encontraba lo suficientemente alto.

 

– ¡¡King!! – advirtió Mumen, inclinando la dirección del centinela, directo a la motocicleta.

 

Con determinaciones suicidas, King se dirigió al punto de encuentro, dispuesto a recibir la caída de Mumen, aún si eso le costaba las quemaduras de la detonación de ese androide. Como ya había leído entre las líneas de su discreta advertencia, Mumen brincó lo más lejos que pudo, a sólo un par de metros sobre suelo antes de que estrellara al centinela contra el concreto.

 

– ¡¿Acaso estás loco?! – King se dirigió a Mumen, como si de castigar a su hermano menor se tratara, por su repentina actuación – ¡¡No vuelvas a hacer eso, casi me matas del susto!!

 

– ¡¡King, no vas a creer en donde estamos!! – Mumen aún vacilaba de la impresión – ¡¡Estamos en el cielo ¿entiendes? Saitama elevó todo este pedazo de tierra!! ¡¡Tenemos que salir de aquí!!

 

– ¡¡Ah, voy a matarlo!! – rugió y aceleró a toda su capacidad.

 

Sin necesidad de perder el tiempo recorriendo avenidas que ya no iban al caso, tomaron un solo rumbo en línea recta. Para su buena suerte, Saitama había anticipado algunas cosas, aquellos eran los gajes de vivir sólo luego de ser abandonado por alguien tan considerado como Genos. Cuando por fin visualizaron un borde con un abismo descomunal; una revelación se les presentó King y Mumen, asintiendo que acababan de experimentar el Fin del Mundo cuando saltaron a diestra y siniestra al vacío, siendo rescatados por una gran nave de la Asociación de Héroes.

 

Sobre sus cabezas, la inmensidad de Saitama era perseguido por más y más centinelas; lo más probable es que aquellos fueran los que aún se encontraban en tierra firme. Entonces una onda expansiva agitó todo a su alrededor, causando turbulencias en la nave y expandiendo el cumulo de nubes ennegrecidas por los incendios. Cortantes trozos de metal fueron expedidos mientras Saitama regresaba la colosal porción de tierra, a donde pertenecía, como un rompecabezas.

 

– ¡¡Saitama!! – rugieron al unísono, por donde lo vieran, él los había abandonado; aunque de todas maneras, no darían crédito a eso por la amistad que se tenían – ¡¡MALDITO LOCO!!

 

– ¿Qué? – dijo indiferente aunque un poco culpable por haber olvidado avisar antes de actuar; y no viceversa – Yo aún me pregunto a dónde demonios se metieron los otros héroes.

 

Mumen y King desenvainaron una sonrisa. Podrían culpar a Saitama por su grave metida de pata al andar desconcentrado por la desaparición de Genos, pero lo cierto es que se sentían llenos de vida por la agresiva experiencia. Extasiados por el esfuerzo físico, decidieron dejarlo pasar, al menos por ésta única vez y recostaron sus cabezas en las mullidas almohadas. Con un centenar de contusiones y heridas leves, el trío de héroes se encontraba en una habitación de la clínica.

 

– ¡Bien, lo siento! – Entornó los ojos – Pero sí se los advertí… cuando ya estaba bajo el subsuelo.

 

– Eso ya lo sabemos… – asintió Mumen, secundado por King, para luego soltar un suspiro; se había excedido mucho allá arriba, pero había visto el progreso de su entrenamiento, al fin.

 

Lo que quedaba de ciudad Q, podría descansar el día de hoy, advirtió Mumen, pero Saitama no le escuchó; no se sentía para nada convencido. Viajar de ciudad en ciudad no era complicado para él; pero si de lugares mucho más apartados hablábamos, entonces sí, el asunto se agravaba considerablemente. Los monstruos aparecían en distintos puntos aleatorios, incluso fuera del continente, para recorrer alarmantes distancias hasta llegar a ciudad Z; era un caos total.

 

– ¿En qué piensas? – dijo Mumen con un tono demandante. No eran tan “cercanos” como lo era con King, pero ambos bien sabían lo mucho que se estimaban, quizá Mumen más que él.

 

– Pienso… – meditó, Saitama, con un escalofrío recorriendo por su espalda – Estaba pensando en que el desastre de mañana superará al de hoy. Y si no estoy en el epicentro en ese momento…

 

– Saitama – interrumpió King, sacándolo de sus pensamientos; sospechando que las inquietudes del héroe, giraban en torno a sus “limitaciones” – que no te atormente, nadie podría llegar.

 

– Podría si tuviera a Genos conmigo – refutó abatido, aunque notablemente encolerizado; sus palabras no fueron nada más que el impulso de decir lo que guardaba dentro. Antes de que Mumen pudiera darle algún consuelo, anticipó a decir – ¿Aún hay avistamiento de monstruos…?

 

Encendió el pequeño televisor, esforzándose por disimular su enseriada mirada, disfrazándola con una totalmente indiferente. Mumen y King se miraron, asintiendo en que lo mejor sería dejar a Saitama sólo, al menos hasta que el torbellino cesara en su interior. De pronto, el ruido del plástico control remoto, rebotando en el suelo, rompió el silencio. Saitama se apresuró a recogerlo y aumentó el volumen del televisor; los héroes quedaron pasmados con las imágenes.

 

– No es posible… – balbuceó Saitama abandonando la habitación, despavorido e ignorando las advertencias de Mumen y King, quienes no podían moverse por sus lesiones.

 

Plataforma numero treinta, era ahí el lugar a donde quería llegar. Desesperado, Saitama no perdió el tiempo con el elevador, en su lugar, corrió por las escaleras; llegando mucho más rápido que cualquiera. El alarmante letrero de CUIDADOS INTENSIVOS, ardía en rojo y, como temía, estaba atiborrada de los héroes más poderosos de la asociación: los de clase S. Y aunque había escuchado ese nombre entre la lista de heridos, no había rastro de Genos en la habitación.

 

Sin el requerido permiso del personal, Saitama ingresó al recinto; siendo desaprobado por las incontables enfermeras que no conseguían alejarlo de los pacientes. De todos los que habían sido golpeador y desfigurados, sólo pudo reconocer el rostro de Tatsumaki, hermana mayor de Fubuki, y aunque no era muy grato conversar con ella, bien sabía que valía la pena escuchar sus quejas. Siendo una mujer muy orgullosa, estaba seguro que ella no se resistiría a maldecir al monstruo que la minimizó a ser atendida en una clínica. Esperaría afuera a que despertara.

 

 

Notas finales:

¡Hola a tod@s!

 

Hasta aquí llega este capitulo, espero que les haya gustado mi perspectiva de King y Mumen. Muchas veces los he leído como personajes débiles o secundarios, pero creo que incluso así de débiles, se pueden hacer grandes hazañas y ¡hasta hacer un gran equipo! ^o^

 

Ahora, sé que me demoro mucho en publicar y eso u_u de verdad lo siento. Como expliqué antes, éstas son ideas frescas, lo único que tengo para apoyarme son mis notitas que guardo desde hace uff... y no he podido plasmar. 

 

Esta idea, por ejemplo, la tengo escrita en mis notas desde antes que acabara la primera temporada de One Punch Man. Así de desordenada voy... lo siento. No puedo decirles cuando volveré a actualizar, pero me comprometo a no dejar el fanfic, es todo lo que éste panda puede ofrecer. Ya hasta avancé las notas con el final XD pero falta mucho para ello ^u^

 

¡¡Nos leemos en un siguiente capitulo!! Chau chau ^w^


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