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Inteligencia Artificial por Sickactress

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El sujeto uniformado de rojo extendió el brazo y detuvo el rio de magma con la palma de su mano; a su alrededor, los edificios amenazaron con desmoronarse, al igual que insignificantes piezas de dómino, en cualquier momento. Genos percibió el chasquido metálico de las armas del muerto en vida, y lo detuvo posando una palmada en su hombro. Como estratega, el ciborg supuso que una acción apresurada podría detonar las aberraciones del enemigo; pero claro… había olvidado que ése monstruo de aspecto humano había venido hasta aquí por su cabeza. Y sólo por su cabeza.

 

Por otro lado, Zombieman, confiando en su excelencia con el revólver, empuñó su arma y apuntó al enemigo, entre los ojos. Valiéndose de su experiencia como tirador profesional, el muerto viviente determinó puntos críticos en las estructuras de los edificios, donde irían a rebotar sus municiones y de esta forma manipular la dirección de sus disparos a su conveniencia. Confundir a su adversario les daría unos valiosos segundos de ventaja, aunque tenía la corazonada de que éste sujeto de rojo no podría salir con vida si le disparaba en la sien o si le perforaba el corazón.

 

– Esto termina ahora – Apretó el gatillo, sin vacilaciones; ignorando un susurrante “Espera” por parte de Genos, avistando un suave movimiento de muñeca de su oponente – ¡¿Pero qu…?!

 

El rio de magma que escoltaba al sujeto de rojo los rodeó a una velocidad insuperable, y del aro que se hubo formado emergieron no menos de ocho leguas de fuego que se extendieron hacia el cielo. La ilusión de que ambos héroes serían devorados por una gigantesca flor carnívora, los llevó a reaccionar de inmediato. Frustrado, Zombieman se reservó las armas y Genos rodeó su cintura; de un impulso que dejó un cráter en la superficie bajo sus pies, atravesaron las afiladas puntas de la flor antes de que los encerraran en una inmensa esfera de fuego. ¡Muerte segura!

 

Los pétalos de la gigantesca flor permanecieron cerrados en lo que Genos seguía ascendiendo verticalmente por los aires. A lo lejos, la paranoica gracia de Tatsumaki por destruir monstruos los llevó a apreciar un escenario apocalíptico. Como si de quitarse un molesto mosquito de su linda cabellera se tratara, Tatsumaki comenzó a enloquecer y a devolver golpes de energía hacia cualquier dirección; como si no supiera exactamente a lo que se estuviera enfrentando… como si no pudiera percibir al sujeto escondido en la humareda que comenzaba a anochecer al cielo sobre sus cabezas. El brillo de sus poderes era increíble; y sin embargo, estaba perdiendo…

 

– Debemos ir y rescatarla – Zombieman intuyó que la peli verde luchaba bajo la peor de todas las dificultades mentales, olvidando que también se encontraban en monstruosas dificultades.

 

– Primero debemos encargarnos de una molestia – sugirió Genos, cuando ya hubo alcanzado su altura máxima. Sus cuerpos comenzaron a descender y Zombieman desenfundo sus armas.

 

– ¡¡Genos, cuidado!! – advirtió Zombieman, siendo perforado por extensas barras de magma en sus piernas, cuello y hombro, hiriéndolo en gravedad – Ugh… demonios… – Sufrió en silencio.

 

En su descenso, la gigantesca flor extendió sus preciosos pétalos, expulsando púas de fuego en dirección a los héroes. Zombieman, fiel a defender el núcleo expuesto de Genos, se interpuso entre ellas y la estructura del ciborg; recibiendo un sinfín de disparos incandescentes en todo el cuerpo. De un débil impulso, el malherido héroe se las arregló para expulsar a Genos de los aires, y ambos golpearon lados opuestos de la incendiada avenida. Genos, quien se desprestigiaba a sí mismo por el vanagloriado poder de Saitama, despreció incalculablemente que Zombieman actuara como su niñera; pero debía admitirlo… de no ser por él, ahora mismo estaría muerto.

 

Del centro de la gigantesca flor emergió el cuerpo de un hombre musculoso, de aspecto rocoso, extendiendo los brazos con imponente elegancia. Genos y Zombieman se vieron en la obligación de recurrir a las débiles estructuras de las edificaciones para defenderse del domador de fuego.

 

– ¡Cúbrete y no te muevas hasta que yo lo diga! – rugió Zombieman, desvariando entre la vida y la muerte, en la dolorosa regeneración de sus heridas. Las explosiones al otro lado de su refugio no cesaron y sólo pudo vaticinar las imprudencias de Genos – ¡Y aléjate de su zona de disparo!

 

Genos, demasiado orgulloso para seguir órdenes, reprimió cualquier impulso imprudente y fue a refugiarse en la débil estructura del edificio más cercano, y esperó. Con notable sufrimiento en su fruncido rostro, Zombieman sintió la lenta restauración de sus cauterizadas heridas, en lo que cotizaba las decadentes municiones que le quedaban. Su visión se tornó borrosa y gris, junto a la humedad en su espalda a causa de un frío sudor por el malestar en su cuerpo, y totalmente sordo al explosivo estruendo que sacudía el suelo. De lejos, el expuesto núcleo de Genos, el cual le sonreía con su celestial luz, suplicaba por su ayuda. Zombieman juraba poder oírla rogándole porque él la resguardara del peligro y porque defendiera la vida de su imprudente portador.

 

– ¿Por qué… tardan tanto en sanar? – sufrió desmesuradamente, comenzando por convulsionar.

 

Dignos oponentes. Esos proyectos de hombre no podían ser humano, pensó Zombieman, quien comenzó a creer en espectros fantasiosos y divinos… a causa de ese ser a quien se había referido como una cosa. No importaba cuanto lo intentase, sus ataques parecían inservibles contra él. Estaba furioso. Seis balas rodaron de entre sus largos dedos, en su esfuerzo por sobreponerse y envolverlas en las palmas de sus manos. Zombieman las apretó con digna reverencia en un puño, rozando la piel de sus labios sobre el contorno de sus dedos; susurrándoles por piedad. Porque el brillante destino para el que fueron creadas las guiara a su objetivo y porque su afectado orgullo de héroe se tranquilizara y no interfiriera en una deliberada toma de decisiones.

 

– ¿Rezarle a las balas en medio de una guerra? – Se escuchó la adolescente y cretina voz de un individuo a quien Zombieman creía conocer – Las balas deberían rezarte a ti, no tú a ellas.

 

– Metal Bat – admiró Zombieman, muy lejos de sentirse aliviado por su presencia debido a una repentina ambición por ser el único héroe, regresando las balas al cargador de su única arma.

 

– No descargues tu enojo conmigo – dijo, percibiendo el profundo desdén de Zombieman sobre su persona –, no eres el único frustrado aquí: nuestras fortalezas son inútiles ¿Puedes moverte?

 

Zombieman desvarió en indecisión respecto a la frase “no eres el único frustrado aquí”, mientras Metal Bat le tendía una mano para ayudarle a levantarse del suelo. Como héroes de clasificación S, era malditamente frustrante que sus habilidades se vieran ridiculizadas por un sólo oponente. Como si toda la experiencia de combate por la que tuvieron que pasar, no fuera suficiente. ¿No habían enfrentado en el pasado un poder igual de descomunal? Como fuera, poco importaba cuando el deseo de ser vanagloriado atravesaba sus venas heroicas como un venenoso néctar. Juzgando por la expresión en el rostro de Metal Bat, el sentimiento era recíproco. Era otra forma de decir que el hecho de que hubiera más héroes en el epicentro de la catástrofe, los rivalizaba.

 

– ¿Por qué no estás muerto? – preguntó, de repente, atravesando a Metal Bat con la mirada.

 

– ¿Qué tipo de pregunta es esa? – confrontó Metal Bat, dando a conocer lo mucho que le había costado llegar hasta aquí, tras ser aventado por Tatsumaki – ¿Por qué tú no estás muerto, eh?

 

–…exacto – razonó, sintiendo que la claridad mental le invadía paulatinamente, asomándose a observar que el monstruo dejó de atacarlos repentinamente a ellos… sólo a ellos – Era tan obvio.

 

– ¿”Obvio”? – espetó Metal Bat, impaciente por salir del refugio e ir con todo a batear la cabeza del volcánico individuo – Sé más claro ¿quieres? Allá afuera me topé con un monstruo en llamas; hice estallar un maldito hidratante y el muy bastardo evaporó todo al menor contacto.

 

– De acuerdo… eso pulveriza todos mis planes, pero aun así necesitaré el poder de tu bate – dijo, haciéndose de un neumático para dejarlo rodar por la autopista, atravesando el campo de visión del monstruo. El neumático… fue derretido – Tendremos que ser endemoniadamente veloces.

 

– Te escucho – demandó Metal Bat, reprobando tanta palabrería enigmática de Zombieman.

 

Al otro lado de la calle, escondido en una galería de vestidos para novia, Genos analizaba el daño en su estructura. Los disparos de la incandescente flor se habían detenido, pero le había causado un terrible daño a su sistema. Antes de que pudiera escuchar la advertencia de Zombieman, de salir de su zona de disparo, había intentado contraatacar al enemigo por su cuenta… poniendo en peligro el núcleo expuesto en su pecho: su única fuente de vida. Si bien su incompleta coraza mostraba señales graves de deterioro por el magma, sus carbonizadas autopartes no denotaban daños suficientes; sin embargo, aquel ultimo impacto, a causa de sus imprudentes actos por ser un héroe solitario, lo llevaron a ser una inútil figura de acción de tamaño real. Estaba devastado.

 

Su sistema básico de localización estaba muerto y no había forma de identificar a los otros tres que lo llevaban persiguiendo. Aunque, si se detenía a pensar un poco, ellos sólo parecían esperar pacientemente a que saliera de su escondite. Recordó que los monstruos solían tocar a la puerta de su casa y perseguirlo hasta que sus cuerpos desfallecieran de cansancio. ¿Qué hacía diferente ésta situación? ¿Por qué no había monstruos rodeándolo y pisando sus talones? Ciertamente era un duro contrincante el que esperaba por él, allá afuera, para asesinarlo. El sujeto de rojo bien podría acercarse y exterminarlo… ¿a qué venía la demora? ¿O qué era lo que quería de él?

 

– ¡¡Genos!! –  vociferó Zombieman, llamando la atención del monstruo incandescente y la de un ciborg desentumecido – ¡¡Cuando diga ahora!! – Esperó la señal de Metal Bat – ¡¡AHORA!!

 

El impulsivo muchacho que corría más riesgo de morir de entre los tres, pero no por eso el más débil, salió de su escondite con solemne actitud y con el fornido bate entre las manos, golpeando violentamente sobre el hormigón de la autopista, levantando una densa capa de polvo, tierra y escombros. Una monumental rajadura se extendió por el largo de la calle, encaminándose por debajo de la llameante flor carnívora, drenando los incendiarios desperdicios que alimentaba la combustión del danzante de fuego. Todo sucedió a la velocidad de un segundo, antes de que el ciborg pudiera abandonar su inestable refugio tras el bramido demandante de Zombieman.

 

Cuando Genos entró a escena, encontró los edificios consumiéndose por el fuego, pero el rio de magma había desaparecido por el subsuelo. Entonces, entre el crujido de las llamas, estalló un disparo; dando aviso a Metal Bat para que se dirigiera al centro de la ciudad. En lo que el joven héroe se retiraba a una velocidad impresionante, el proyectil de Zombieman rebotó sobre la fina hoja de su Katana, el cual aún perforaba el cuello del adversario, deslizando el mangó por el otro extremo de esa cauterizada herida. Como si hubiese formado parte del premeditado plan, Genos apresuró a rescatar la Katana en pleno vuelo, admirando la destreza de Zombieman por salir del campo de visión del enemigo y dirigirse al centro de la ciudad, donde Tatsumaki se encontraba.

 

– ¿Puedes explicarme, de una maldita vez, lo que fue “obvio” para ti? – preguntó Metal Bat, con impaciencia, a esperas de que Genos apareciera y el monstruo lo persiguiera – Espero asesinarlo.

 

– Con “obvio”, me refería a la persecución – respondió Zombieman, haciendo a un lado algunas pequeñas piedras, en lo que esperaba a que Genos les hubiese seguido el paso – No dirás que todo este asunto es normal; incluso para ti, Metal Bat, que eres un héroe de clasificación S.

 

– ¿Qué tiene que ver conmigo, con Genos o contigo? – replicó Metal Bat, comenzando por oír la carrera de dos individuos que debían ser Genos y el sujeto de rojo – Ahí vienen…– apretó el bate.

 

Con la Katana en mano y totalmente ciego por su inútil sistema de localización, Genos corrió en la misma dirección que Zombieman, siguiendo las “migajas de pan” que el zombi dejó para él: cartuchos de balas, completamente vacías. Cuando éstas dejaron de delinear el camino, Genos deslizó las rodillas por el pavimento, dejándose llevar por la velocidad de su carrera, en el preciso instante en que un poderoso bate arremetiera contra su persecutor, enviándolo de regreso de un solo golpe, perforando las estructuras que yacían debilitadas por el siniestro.

 

La imprudente señal de una bomba a punto de explotar pronunció un definitivo peligro para Genos, quien escapó tan rápido como su títere cuerpo robotizado pudo concebirlo. Metal Bat la recibió con mucho gusto y la golpeó muy lejos en la misma dirección que el monstruo, con una maliciosa sonrisa en los labios. La detonación fue catastrófica y resonante, exponiendo el calibre de la artillería de Zombieman, cuando el muerto viviente elevó por los aires esa químicamente modificada granada, con una potencia comparada a una tonelada de TNT.

 

– ¡¡TOMA ESO!! – vitoreó Metal Bat, sintiéndose, de lleno, extremadamente poderoso.

 

– Espero que sea suficiente, nos hacía falta recuperar algo de tiempo; sin embargo… – Entonces se giró hacia Genos, recordando las palabras claves del ciborg cuando dijo que ésta era su pelea.

 

Las posibilidades de que el sujeto de rojo regresara eran altas, por lo que el grupo de héroes se apresuró a regresar al centro de la ciudad. En el transcurso, mientras atravesaban el incendio de la ciudad por encima de las azoteas, Genos opto por exponer sus conjeturas a Zombieman y a Metal Bat, quienes le escucharon con suma atención y un tanto desorientados ¿Cómo creer que éste sujeto de tez morena venía sólo por Genos? Hasta ese momento Metal Bat estimó que se enfrentaban a otra invasión de monstruos de diferentes clasificaciones, no había deliberado en que todos ellos se repartían unilateralmente a los héroes. Y si lo que decía Genos era correcto, sobre la demente iniciativa de medir los poderes de los héroes en batallas suicidas, ¿a cuántos monstruos pudo haber derrotado el ciborg, para que le antepusieran este imponente reto?

 

– Pero no te sientes completamente seguro de lo que estás diciendo ¿o sí? – indagó Metal Bat, intentando hacerse una idea del impetuoso desarrollo del ciborg – Entiendo que los monstruos quieran destruir héroes, nos sucedió en el pasado; pero no comprendo el objetivo de todo esto.

 

– Con certeza puedo decir que tampoco tengo la menor idea de lo que está pasando, pero no necesito pensarlo demasiado si recuerdo la escala de poder de los monstruos a los que me he enfrentado. Todo este tiempo, ellos estuvieron buscando héroes de alto nivel – asintió Genos.

 

– ¿Pero por qué ese afán de encontrar a los héroes más poderosos de la asociación y no la de destruirnos a todos masivamente? – razonó Metal Bat, colérico – No tiene maldito sentido. Sólo se limitan a enfurecernos, atacando indirectamente con los civiles. Buscan ser asesinados. Y no soy benevolente ¿tienes idea de a cuantos he molido hasta perder contra mi último asediador?

 

– Esas actitudes suicidas no pueden considerarse normales en los monstruos – dijo Zombieman, muy de acuerdo a las palabras de Metal Bat – Les sorprendería saber cuánto valoran sus vidas; la aprecian más de lo que nosotros, los héroes, no atreveríamos a admitir. Ruegan por vivir.

 

– ¿Y luego qué? – consultó Metal Bat a Genos, sintiéndose inexplicablemente exhausto – ¿Ellos sólo nos abandonan después de haber perdido contra el más fuerte? ¿Nos creen débiles?

 

– Eso es algo que aún no he logrado determinar – refutó Genos, percibiendo un cambio brusco en la atmosfera, a medida que se acercaban al centro de la ciudad – Tal vez sí somos débiles.

 

– O tal vez sólo no hemos superado las expectativas en cuanto a nivel de pelea – dijo Zombieman

 

El grupo de héroes silenció en ese momento. ¿”Expectativas”? Metal Bat sólo enfureció cada vez más, mientras seguía haciéndose un lío en la cabeza. Se encontraban en medio de un abrasador incendio, brincando sobre estructuras débiles y siendo asechados por monstruos poderosos que hacían a un lado sus más feroces ataques, con un simple soplido. Sí, así era como se sentía… y no les hacía gracia en lo más mínimo. Pensar que los héroes eran piezas de un ridículo juego de búsqueda, comenzaba a afectarle físicamente. Entonces… en medio de un impetuoso vértigo, la idea de que varios monstruos sucumbieran a ellos, con tal de medir sus fortalezas, fue aún más estúpida que antes; pero traía consigo una detonante observación, algo que habían ignorado. 

 

– ¿Qué sugieren…? – afrontó Metal Bat, ocultando en lo posible el malestar de su cuerpo – Que alguien los ha enviado a nosotros con intenciones de estudiar nuestra resistencia – Sintió morir.

 

En ese entonces, Zombieman, enteramente incrédulo, ignoró las certeras conjeturas de Metal Bat… sin saber que más tarde lo lamentaría con insufrible dolor. No fue él en ese momento, fue el cambio brutal en la densidad del ambiente lo que lo llevó a precisar del básico funcionamiento de Genos, ignorando por completo a Metal Bat, para corroborar que algo no andaba bien en el ambiente. Muy aparte de que Genos era una enorme figura de acción, que  el factor curativo de Zombieman comenzaba a alentarse y Metal Bat, de pronto, lucía extremadamente enfermo.

 

¿Cómo saldrían de esta sin desfallecer en el intento?  

 

El epicentro de la batalla era una dimensión espesa y carente de aire cuando llegaron. Sobre sus cabezas sobrevolaba Tatsumaki, con el rostro tan contraído que dolía ver el descomunal uso de sus poderes. Su pequeño cuerpo yacía envuelto por nubes de humo y cenizas, su ceñido vestido tenía rasgaduras por donde sobresalían hilos de sangre y flotaban en el aire de forma incorpórea, como pequeñas y deformes burbujas. Metal Bat, afectado por un ambiente nada habitable para el ser humano, cayó rendido de rondillas al suelo, sufriendo la inesperada descomposición de su cuerpo y un intenso vértigo que lo llevó a vomitar a los pies de sus amigos. En lo que Tatsumaki rugía dolorosamente por encima de sus cabezas, Zombieman auxilió al joven héroe; cuando, de pronto, Pri-pri-prisoner, héroe extravagante de clasificación S abiertamente homosexual, azotó brutalmente sobre puntiagudos desperdicios de tierra, desde una desconocida dirección.

 

Aquella señal fue el detonante de sus temores e irreflexiones; y Zombieman, en un acto paternal que desconocía hasta ese momento, envolvió a Metal Bat en sus brazos, y tiró de Genos para que se resguardara a su lado. Al igual que explosivos asteroides espaciales, un sin número de héroes llovieron del cielo y plasmaron brutalmente el contorno de sus cuerpos sobre la solidez de la superficie. Tras una densa capa de polvo, Genos avistó los rostros de los héroes. Los conocía muy bien… y no les tenía el menor respeto; no porque los despreciara del todo, sino porque, a éstas alturas, ya deberían darle importancia a medir el nivel crítico de los monstruos, de acuerdo a la clasificación a la que pertenecían ¿Qué demonios hacían héroes de clase B en este lugar?

 

La respuesta llegó de forma inmediata, tras el azote del rostro de Tatsumaki contra el suelo, la cual causó una onda expansiva de tal magnitud, que de no ser por Zombieman, habría arrastrado a Metal Bat con el resto de los cuerpos que salieron despedidos en imprecisas direcciones. Todos y cada uno de ellos, habían descendido al núcleo del infierno, cuando persiguieron al sujeto de azul. Lo más probable es que hubiesen tratado de apoyar a Tatsumaki; o, en el peor de los casos, llevarse la gloria de una batalla que de todas maneras iban a perder. Metal Bat, desconcertado por expansión de los poderes de Tatsumaki, se recompuso de inmediato, mortalmente agotado y enfermizo, y se aferró a su bate en un acto de desesperación y rabia: héroes yacían al borde de la muerte y a penas conseguía moverse del suelo. Sin embargo, la presión atmosférica cambió paulatinamente… y sus comprimidos pulmones dejaron de torturarle al respirar.

 

– ¿Puedes levantarte? – consultó Zombieman a Metal Bat, mientras revisaba la sombrosamente musculatura de Pri-pri-prisoner, el único héroe que no salió despedido por los aires.

 

– ¿Tú también… pudiste sentirlo…? – gimoteó Metal Bat, recuperando lentamente el aire; como si hubiese colgado de una cadena que envolvía su cuello, mientras pesas tiraban de sus tobillos.

 

– Estuviste excepcional – apremió Zombieman, reconociendo las capacidades de Metal Bat para mantenerse con vida en un ambiente endemoniadamente hostil – Pudiste haber muerto. 

 

– Pues… – Se levantó del suelo, apoyado en su reforzado bate, para luego adoptar la presumida e insolente pose que tanto le caracterizaba – dudo ser el único que ha entrenado para volverse más fuerte – Apuntó a Genos; quien se reunía con ellos cargando a Tatsumaki en brazos.

 

Fue sólo un corto minuto de tranquilidad, cuando los héroes se recompusieron de sus heridas y socorrieron a Tatsumaki y Pri-pri-prisoner, antes de que el suelo comenzara a temblar ante el sordo ruido de unas pisadas. Totalmente desconcertados, Genos, Zombieman y Metal Bat, se dieron con una descomunal sorpresa. Habían experimentado las capacidades de sus oponentes, sus magulladuras eran evidencias de ello: El de amarillo guardaba una desmesurada fuerza bajo la manga; y el rojo podía manipular las llamas a placer. El sujeto de azul… probablemente vuele por los aires, pero el sujeto de verde… tenía la capacidad de incrementar su tamaño hasta ser un inmenso rascacielos de treinta niveles de alto. En sus hombros, totalmente intactos y como si no hubiesen sufrido lesión alguna, estaban “amarillo” y “rojo”, con una expresión carente de sentimientos y emociones. Ante la composición del dilema, Metal Bat… enloqueció.

 

– Tiene que ser una broma… – sonrió Metal Bat, llevándose ambas manos a la cabeza en una mezcla de angustia y miedo por lo que pudiera suceder – ¡¡Es una maldita pesadilla!! – rugió.

 

– ¡Tienes que tranquilizarte! – demandó Zombieman, como si temiera que la explosión de Metal Bat provocara la furia del enorme titán – Sin el apoyo de Tatsumaki, esto será mucho más difícil.

 

– Estaba tranquilo hasta que dijiste eso último, gracias – respondió Metal Bat; cuando una “bala de cañón” impactó violentamente cerca de él, causándole un desgarro en la pierna derecha.

 

– ¡¡METAL BAT!! – rugieron Genos y Zombieman cuando un brazo emergió de la tierra y apretó por el cuello al adolescente héroe, arrastrándolo a las profundidades a una insuperable velocidad.

 

El cuerpo de Metal Bat fue absorbido por un angosto túnel de roca y tierra, siendo las plantas de sus pies lo último que verían los estupefactos héroes, antes de que ésta se cerrara y les impidiera ir a su rescate. Zombieman se apresuró a excavar, con vagas esperanzas de poder evitarle a Metal Bat un destino cruel; cuando entonces, sin oportunidad de escape, la piel de su abdomen, cuello y muslos internos escocieron impetuosamente por unos tentáculos de magma que lo envolvieron; alejándolo de Genos, Tatsumaki y Pri-pri-prisoner hasta asestarlo dolorosamente contra el puño del acorazado sujeto de amarillo, que no manifestó señal de haberse inmutado para infundir poder alguno. Zombieman sufrió los peores estragos de su vida de un contundente golpe en la boca de su estómago, en lo que caía al vacío con heridas cauterizadas que tardaban mucho más en regenerarse que antes. Cada vez más… difícil de sobrellevar esta situación. ¿Qué debía hacer?

 

– ¡¡Espera, espera!! – intervino Saitama, a mitad del diálogo de Zombieman, distorsionando la paz en la sala de cuidados intensivos. Los héroes se giraron a verle con desdén – ¿Qué sucedió con Genos después de eso? ¡¡Estaba completamente solo con Pri-pri-pri-pri-pri…!! ¿Cómo se dice…?

 

– ¡Es Puri-puri-prisoner, tarado descerebrado, cabeza de bombillo! – Rabió Tatsumaki, aventando barras de cereal a Saitama, por haber interrumpido el relato de Zombieman – ¡¡Ahora, cállate!!

 

– ¿Acabas de llamarle “Puri-puri-prisoner”? ¿Su sobrenombre no es Pri-pri-prisoner? – Consultó Zombieman, como si hubiese vivido engañado toda su vida – “Puri-puri-prisoner…” – susurró.

 

– Bueno… no lo sé, ¿eso es importante? – dijo Tatsumaki, secamente, apurando a Zombieman a que terminara de contarles todo lo que había sucedido en el centro de la ciudad. 

 

– ¿En serio quieres saber todo lo que nos ha sucedido? – Preguntó Metal Bat a Tatsumaki, algo desmoralizado por lo inútiles que fueron sus ataques – No sé tú, pero es lamentable oírlo.

 

– ¿”Lamentable”? ¿Qué fue lamentable? – refutó Zombieman, ahora más enérgico y recompuesto que antes, defendiendo la disposición que tuvo Metal Bat en el centro de la ciudad – Nadie lo fue.

 

– ¡¡Yo sólo quiero saber qué fue lo que sucedió con Genos!! – La bulliciosa voz de Saitama quebró la tensión entre Zombieman y Metal Bat, pero no debilitó el conflicto que sostenían sus miradas.

 

– ¡¡Y a mí no me interesa lo que le haya pasado a tu sirviente de hojalata!! – sentenció Tatsumaki.

 

– Aquí vamos de nuevo – suspiró Mumen, aborrecido, desviando la mirada de los niños revoltosos hacia Metal Bat; quien lucía un tanto desmoralizado y molesto en lo que tiritaba nerviosamente la pierna izquierda; la otra, se encontraba lesionada – ¿Si comprendes la gravedad de lo que pasó?

 

– Por supuesto que sí, yo estuve ahí – gruñó Metal Bat, con profundo desdén y resentimiento.

 

– Entonces no tienes nada de qué lamentarte – dijo, como si hubiese estado ahí para presenciar el castigo que tuvo que sufrir – El enfado no le hará ningún bien a tu cuerpo, intenta relajarte.

 

Tras unos consistentes segundos en lo que llevaba sosteniendo la mirada de Zombieman, Metal Bat asintió a duras penas, como un adolescente a quien regañan por ser demasiado duro o injusto consigo mismo. El dolor en su pierna derecha lo llevó a apoyarse de la camilla, no se suponga que pueda mantenerse de pie por su cuenta, las enfermeras aún seguían sorprendidas por su fuerza de voluntad, pero tal vez el joven héroe no había caído en cuenta del desgarro muscular hasta el preciso momento en que Zombieman relató esa increíble historia. Haciendo a un lado los pliegues de su bata, descubrió su amoreteado muslo; tan difícil de ver, que silenció la rabieta de Saitama y Tatsumaki cuando lo presenciaron. Zombieman sintió una mezcla de enfado y compasión por él, había motivos para hacerlo. Genos tenía un cuerpo insensible y Zombieman sólo pudo supervivir gracias a su factor curativo; que Metal Bat se encontrara en el lugar equivocado, en el momento equivocado, y pudiera despertar luego de sufrir el mismo destino que ellos… era un milagro.

 

– ¿Es necesario que conozcamos todos los detalles? – preguntó Metal, tras un corto silencio en el que sus amigos héroes intentaban hacerse una idea de lo mucho que debió dolerle la colisión.

 

– Tal vez si resumieras un poco la historia, Zombieman – sugirió Mumen, inclinándose a coger una barra de cereal, del aire – Algunos comienzan a ponerse muy tensos por aquí – Señalo la gran sala.

 

– Sólo puedo relatar la historia desde mi punto de vista… si en algún momento Genos y yo tuvimos que separarnos, es poco lo que puedo detallar – dijo Zombieman, cogiendo una barra de cereal…

 

Genos permaneció quieto, de pie frente a dos hombres fornidos de tez morena y ojos encendidos en rojo escarlata, sosteniendo a Tatsumaki en brazos y custodiando el cuerpo inerte de Puri-puri-prisoner. Al otro extremo de la plaza, la cual había perdido todo rastro de su belleza a causa de la destrucción, Zombieman yacía sujeto a una estatua con forma de ángel, aprisionado de brazos y piernas con cadenas ardientes, olfateando su propia carne calcinada. La hiriente sensación en su cuerpo carbonizado, sin embargo, pasó a un segundo plano, dado que la situación actual de Metal Bat era desconocida y comenzaba a cuestionarse si volvería a verlo con vida. Con inmenso temor, Zombieman se retorció en lo que avistó el andar de Amarillo y Verde hacia Genos, rogando por la vulnerabilidad del núcleo expuesto del ciborg. Genos, en cambio, permaneció inmóvil, imponente y sin ninguna intensión de retroceder. Si había visto la línea de tiempo de su vida, antes de cambiar su cuerpo mortal a una máquina, Zombieman no lo sabía; lo que sí estaba claro, era que Genos ya había perdido el afán de hacerse a un lado y de pelear… con gusto, recibiría lo que le correspondía.

 

– ¡¡GENOS!! – vociferó Zombieman, cuando la estructura mecanizada del ciborg fue rasgada por la cintura, por la vigorosa fuerza del sujeto de amarillo. Fue una actitud cruel para él, porque todos sus esfuerzos para mantenerlo con vida acababan de desvanecerse como la espuma – ¡¿Por qué?!

 

Las injurias no se hicieron esperar entre los labios de Zombieman, lo que causó un efecto negativo en el enchaquetado de rojo. Cuando la estructura de Genos golpeó la tierra, partido a la mitad, al lado de Puri-puri-prisoner, Zombieman fue obligado a golpear el rostro contra el asfalto, a causa de su vulgar vocabulario, para luego ser aprisionado nuevamente contra la estatua. Tatsumaki, sumida en su inconciencia, no pestañeo ante el golpe que se dio contra el suelo, al resbalar de los brazos de Genos… pero bueno, a pesar de la gravedad de sus heridas, un golpe en la cabeza desde esa altura parecía inofensiva a comparación de la violenta colisión de antes. Sin embargo, el sordo ruido del desplome inmutó a Puri-puri-prisoner, quien abrió los ojos lentamente, víctima de una terrible jaqueca. Ver el cuerpo desmembrado de “Genos Baby” le partió el corazón, pero avistar el cuerpo tendido de una indefensa Tatsumaki despertó en él un instinto maternal y la resguardó.

 

– Apresúrate y llévatelos de aquí – balbuceó Genos, con voz robotizada y monótona – El enemigo no irá a ninguna parte sin mí; pero si permanecen aquí, puede que no sobrevivan. Así que váyanse.

 

– Pero... – Puri-puri-prisoner no comprendía las palabras de Genos: veía diferentes todos grises a su alrededor y una malsana sensación en sus parpados le impedía mantenerse del todo despierto, pero no pretendía dejarlo solo con esos monstruos a quienes había intentado enamorar – Genos…

 

– Obedece, no pierdas el tiempo – dijo, sin ninguna emoción en el tono de su voz, aunque bien le haría vociferar que todos desaparecieran de su vista – Yo me encargaré de Metal Bat, por ahora encárgate de Tatsumaki y Zombieman, y busquen al resto – Sí… joder, deseaba rugir sus palabras.

 

Zombieman no quiso dar crédito a lo que estaba observando; era insano y ridículo. Comprendía a la perfección ese sentimiento de aceptar tu destino y rendirte ante él, porque sabes que nada de lo que hagas cambiará lo que podría suceder… pero no se había hecho la idea de que Genos fuera a considerar ese camino. Las flameantes cadenas siguieron carcomiendo las carnes de su cuerpo, mientras Genos seguía insistiendo en la desbaratada idea de que debía resolver esto por su propia cuenta. Sorprendentemente, a pesar de la brutalidad con la que habían sido tratados, Amarillo y Verde no avanzaron hacia el ciborg mientras el cuerpo de Tatsumaki se encontraba a su lado, en los brazos de Puri-puri-prisoner. ¿Es que Azul no había sestado el rostro de la peli verde contra el suelo, dejándola peligrosamente al borde de la muerte? Todo era confuso y lo fue aún más cuando el ciborg reconoció algo de humanidad en la mirada de sus verdugos. Ambos, prendidos en los rasgos faciales de Tatsumaki, como si acabaran de recordar algo muy distante de esta actualidad.

 

– No puedo hacerte eso – sentenció, mirando a ambos monstruos con profundo resentimiento.

 

– Maldición, no hagas esto ahora – Genos en serio comenzaba a impacientarse, el drama de Puri-puri-prisoner había llegado en el peor momento, mientras los monstruos seguían observándolos como animales experimentales – Lárguense y eviten que más héroes se acerquen a este lugar.

 

– Ella… – Una engrosada voz intervino en la discusión de héroes, provocando un estremecimiento en Puri-puri-prisoner y desconcierto en Genos. El sujeto vestido de verde, susurró un –: Pelé…

 


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