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Los títeres rebeldes por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

Un poquitín tarde pero aquí está ya el capítulo. Perdón la demora respondiendo reviews, prometo tenerlos todo con respuesta para el siguiente capítulo.

XIX.

Aquel club de strippers había sido el primer lugar ostentoso que había entrado Patrick. Boris y los demás habían insistido que podían tirar un poco la casa por la ventana en honor al graduado, porque creían que era el único título académico que Patrick conseguiría. Así que Patrick se vio arrastrado por Boris, Ger y Luke al club de strippers más famoso de la ciudad.

La música era fuerte, un poco vulgar para Patrick, pero todo se hizo más ameno con unos cuantos tragos. Incluso podía coquetear un poco con las strippers sin sentirse incómodo por el hecho que no sentía ninguna atracción por ellas. Se limitaba a hablar con ellas. Jamás le hubiera sido infiel a Caleb. Aún y cuando ninguno nunca hubiese usado la palabra “noviazgo” para describir su relación.

De pronto todas las luces del lugar se habían apagado a excepción de una en un escenario. Una voz anunció que había alguien que iba a casarse la próxima semana y era su última oportunidad para divertirse. Aparecieron unas chicas con poca ropa y obligaron al hombre subir al escenario. Patrick no supo reaccionar al ver a Caleb allí, con las chicas que se sentaban en su regazo, y ponían sus pechos cerca de la cara de este. De pronto todo parecía demasiado irreal para él. Las manos de Caleb de vez en cuando no podían contenerse tocaban a las chicas de la misma forma que le habían tocado a él. Patrick se sintió sucio, usado. No había amor en esos toques, que eran iguales a los que Caleb regalaba. Solo había deseo, lujuria, nunca un sentimiento demasiado profundo. Se sintió desechado de la misma forma que Caleb iba cambiando de mujer poco a poco; pero no pudo soportar cuando una de las chicas le besó en boca, y este le correspondió. Ni siquiera sabía si eso era permitido, pero allí estaba Patrick contemplando todo sin saber qué hacer.

Minutos después logró ver a Caleb que salía del lugar y Patrick irreflexivamente le siguió; lo vio afuera del parqueo fumando. Patrick solo había tomado su teléfono y esperó que el otro contestase.

—Hey nuevo bachiller. ¿Qué tal estuvo la ceremonia?

—Aburrida. Creí que lograrías llegar aunque sea a ver como recibía el diploma —había dicho Patrick con una voz que sonaba demasiado tranquila para su estado actual.

Desde donde estaba podía ver a Caleb fumando distraído mientras hacía una cara de hastío—Lo siento, Patrick. Sabes que me hubiera gustado ir, pero tenía cosas importantes que hacer.

—Lo sé, cosas de adultos ¿verdad? De esas que nunca puedes decirme porque solo soy un niño que no entiende las cosas.

—Patrick…

—No, no.  Está bien. Comprendo. ¿Qué haces ahora?

—Estoy de turno en el hospital. Me llamaron de emergencia para suplir a alguien. Ya sabes cómo es esto ¿verdad?

—Sí, siempre trabajas duro para salir adelante. ¿Quieres que vaya a hacerte compañía?

—No, estoy exhausto. No te preocupes.

—Comprendo. Puedo imaginarte fumando un cigarrillo, de esos que nunca me dejas probar porque dices que soy muy pequeño para esas cosas, pero lo suficientemente grande para follar contigo — respondió mientras se iba acercando a Caleb sin que este lo notara. Su voz era impasible pero sus manos temblaban, llenas de rabia, una que parecía nunca haberse ido, solo parecía haberse acumulado durante esos meses—. Te veo poniendo una cara de fastidio al escuchar mis palabras, y preguntándote porque sigues con ese niño que no sabe nada. Te pasas una mano por la cara hastiado intentando tranquilizarte porque el sexo es bueno entre ellos. El mocoso puede ser una puta molestia, pero ha aprendido a darte el placer que necesitas. Uno que ninguna mujer puede darte porque no tienen un pene que clavarte en el culo para hacerte chillar de placer.

—¿Patrick? —exclamó confundido mientras volteaba a ver todos los lados, hasta que al fin le vio venir entre una de las sombras que proyectaba el lugar—¿Q-qué haces aquí?

Patrick solo bajó su celular con lentitud. Sus sentidos se iban nublando. Solo estaba una voz en su cabeza diciéndole que era un idiota. El más grande de la historia—Creo que esa pregunta debería de hacerla yo, porque estás demasiado lejos del hospital.

—Patrick…

—Vas a casarte —no era una pregunta. Era una afirmación—. ¿Planeabas decírmelo? ¿O simplemente iba a seguir siendo tu puto amante?

—Patrick, escucha: yo lo hice por nosotros. Maggie, Maggie es la hija del dueño del hospital. Iba a casarme con ella, así tendría un mejor puesto, podría darte más cosas y…

—Yo nunca te he pedido nada.

—Pero sé que las quieres, ¿crees que me gusta verte robando por allí? —Patrick abrió la boca para protestar—. No creas que te he creído un solo segundo que ya no te juntas con los vagos de tus amigos. Sé que aún los ves y que esos regalos que me das no vienen de dinero ganado dignamente.

—¿Y el tuyo si va a hacerlo? —preguntó dolido.

—Es diferente, nadie va a salir herido nunca por eso.

—Claro que sí —protestó Patrick. Prácticamente le estaba diciendo que tenía que aceptar el hecho que tendría que compartirlo toda la vida—. Caleb… ¿qué planeas hacer cuando te pida un hijo? Tú ni siquiera…

—Ya se lo he dado —exclamó—. Está embarazada. ¿Por qué crees que vamos a casarnos?

Patrick sintió como el aire le iba abandonando poco a poco—¿Por qué? ¿Por qué no simplemente cortaste conmigo?

—Patrick….Patri…—dijo intentando acercarse, pero el menor retrocedió con violencia. Los pies de Patrick apenas coordinaban por el alcohol y por la rabia—. Me gustas, tienes que creerme, pero no tienes nada que ofrecerme además de sexo.

Los ojos de Patrick pronto empezaron a arder, pero el orgullo le impidió que las lágrimas que empezaban a asomarse cayeran—Y-yo iba a trabajar duro…—se quejó con voz chillona.—Q-quería…—Él siempre había querido ser alguien lo suficientemente bueno para poder caminar al lado de Caleb sin que este se avergonzara de él.

—Trabajar duro no sirve en este mundo. Solo mira tu abuelo: toda una vida trabajando duro y no pudo sacarte de ese lugar que dices detestar. Mira tu madre, aprendió por el lado fácil. Salió embarazada de ti y ahora tiene a tu padre pasándole dinero cada mes, uno que termina siendo solo para sus lujos.

—¡Cállate! —gritó furioso—¡No tienes derecho a hablar de mi familia como si los conocieras!

—Pero claro que los conozco, aún sin que me los hayas presentados. Es obvio que odias a tu madre por abandonarte; a tu padre porque ni siquiera te ve como un hijo, solo como la fuente de un gasto extra cada mes. Sé que amas a tu abuelo lo suficiente como para querer que forme parte de esa vida que te estabas inventando acerca de nosotros. ¿En verdad creías que iba a aceptar eso?

—Cállate, Caleb —susurró con voz temblorosa—. Cállate porque si no…

—No puedes ofrecer nada, Patrick. Excepto problemas, pero si tan solo te portas bien yo podría ayudarte. Darte un bonito apartamento donde vivirías con tu abuelo. Nos veríamos de vez en cuando, y…

—¿Me harías follarte? ¿Crees que soy una especie de prostituta? ¿Aca-acaso creíste que iba aceptar follarte a cambio de lujos? —¿Tan desesperado se veía acaso? Se preguntó asimismo.

—¿Qué pensabas hacer exactamente, Patrick? Tus notas apenas fueron lo suficientemente aceptables para graduarte. No quieres ir a la universidad. No tienes ambiciones. Ni metas.

—Es-eso tú no lo sabes —nunca le había escuchado. Nunca había prestado verdadera atención a sus palabras por lo que nunca notó que había algo más detrás de ellas. Un sentimiento escondido. Una ilusión.

—¿Qué vas a hacer cuando Gabriel muera? —otra bofetada a su persona—¿Planeas quedarte solo?

—Yo…

—Tus amiguitos vagos no van a tardar de estar en la cárcel. Y si no te cuidas vas a tener el mismo destino. El vago ese de Luke tuvo suerte que no lo declararan culpable por aquel robo de hace unos meses, pero parece que no aprenden. ¿Quieres el mismo destino?

—No, yo…

—Pero no cambias. A este paso vas a terminar solo, muriéndote de hambre en algún sucio lugar que odiarás o en una prisión, pero si te portas bien y no te quejas, te ayudaré a que no termines siendo un vagabundo.

—Y-yo no necesito tu ayuda…—exclamó furioso—¡Ni tuya, ni la de nadie para salir adelante!

—Patrick, ese orgullo tuyo no va a llevarte nunca a ningún lado. Hasta ahora lo poco que has alcanzado es porque otros te han dado su ayuda, aunque sea a regañadientes, por como dices que es tu madre, esta te hubiera dejado en un orfanato si tu padre no hubiese aceptado su trato.

Fue lo último que Patrick recuerda con claridad de esa conversación. Después de eso todo fue borroso. Solo estaba consciente que sentía el corazón en la garganta, que gritaba furioso. Su cuerpo temblaba, pero sentía que sus puños caían firmes en el rostro de Caleb. Recordaba haber sentido la sangre del otro. Sus gritos, los del resto de personas intentando separarles, de cómo sus propios nudillos sangraban por la fuerza que le había puesto a los golpes. Quería lastimarlo a un nivel más alto de lo que él lo había hecho, quería hacer que pagara cada una de sus palabras.

Él quería demostrarle que no necesitaba la ayuda de nadie. Quería hacerle ver que era un idiota por cómo actuaba con él, quien solo había querido que lo quisiera aunque sea un poco. No recuerda en qué momento Caleb dejó de poner resistencia y solo quedó inconsciente bajo sus manos, tampoco recuerda en qué momento llegó la policía, pero estaba seguro que no debieron pasar más de algunos minutos porque aún estaba sobre el cuerpo inconsciente de Caleb cuando unas manos lo obligaron con brusquedad a ponerse de pie, para esos momentos su cuerpo pesaba demasiado, y las esposas no aliviaron la sensación de opresión.

El resto de esa madrugada es un recuerdo borroso. Recordaba que le tomaron las huellas dactilares, le pedían por algún documento de identidad, pero él insistía que no tenía porque aún no tenía los dieciocho. Recordaba que le quitaron el móvil, el poco dinero que tenía, los zapatos, porque tenían cintas y no podían dejarlo entrar con ellos a las bartolinas, y después lo arrojaron a una celda con las personas que durante toda su vida había detestado y que estando allí junto con ellos no encontró mayor diferencia entre él y ellos.

¿Y si estaba condenado a ser como ellos? Patrick se quedó en el rincón más cercano a los barrotes, sintiéndose abrumado por todo lo que estaba sucediendo. Solo estaba allí en silencio viendo todo, como si fuera un extraño de la escena. Casi podía sentir que estaba fuera de las bartolinas viéndose allí sentado patéticamente en ese sucio rincón.

Poco a poco todo se fue calando en él hasta hacerle comprender que estaba en una bartolina, tal como Caleb había predicho, tal como él había negado fervientemente. Empezó a reír solo porque no sabía cómo procesar la ironía de la situación, que él quien había robado miles de veces, que había pasado con onzas de marihuana para consumo personal frente a policías jamás le hubieran detenido y como por pelearse con su…lo que fuera…había terminado allí.

Se quedó en silencio pensando en todo, en nada a la vez. Pasó una hora y poco a poco empezó a aceptar que quizás su destino siempre había sido terminar allí. Nadie se preocupaba por él, después de todo. A nadie le importaba si se pudría en la cárcel. Quizás si terminaba allí al fin cumpliría las expectativas de los demás. Después de todo nadie nunca tuvo fe en él en primer lugar. O eso creyó.

Pasaron unas cuantas horas más, pronto vio en el reloj que marcaban las cinco de la mañana, y mayor fue su sorpresa cuando notó que un policía abría la puerta que dividía las bartolinas con la parte delantera de la delegación y por ella entró la persona que menos quería que lo viese en ese lugar.

—Patrick…

Su mundo se derrumbó verdaderamente cuando vio a Gabriel entrar al lugar con ojos cargados de temor; al ver en Gabriel la preocupación genuina cuando lo vio en ese lugar, el cómo sus ojos gritaban que eso debían ser un error, pero que Patrick sabía que no era así.

—Patrick, hijo ¿estás bien? —dijo mientras con la dificultad de los años se agachaba hasta su altura y ponía una mano en su mejilla—Patrick, mírame. ¿Te lastimaron? Tienes sangre en tu camisa. ¿Estás herido?

Los labios de Patrick temblaron al notar aquella innegable preocupación por él. Al notar que a pesar que ya debieron explicarle a su abuelo lo que había hecho, él aún se preocupaba por él—Vete—murmuró—. Vete, abuelo—No merecía que lo viera así. No merecía causarle ese dolor a la única persona que aún se preocupaba por él. Su abuelo no tendría que estar allí, y menos por alguien como él. Cuando se vio reflejado en los ojos de Gabriel: él detrás de los barrotes, supo que en verdad había tocado fondo.

—Voy a sacarte de aquí hijo —dijo mientras presionaba más su mano contra la mejilla de Patrick, pero este rápidamente apartó porque se sentía demasiado impuro como para que su abuelo lo tocase. Le dio la espalda, pero aún sintió la mano de Gabriel en su espalda—. Todo va a estar bien.

No, quería decirle Patrick. Nada estaba bien—Ve-vete… no vuelvas…—dijo con voz temblorosa. — Déjame aquí…—Allí donde pertenecía. Allí donde no volvería a hacer que se levantase en la madrugada preocupado por él. Allí donde ya no podría causarle más dolor porque él simplemente ya no sabía para que servía la vida—¡Vete, abuelo! —gritó al sentir aún la mano en su espalda— ¡Déjame aquí! —No tenía idea que estaba haciendo, porque estaba vivo o si algún día llegaría a encontrar todas esas respuestas.

Gabriel retiró su mano con lentitud, y luego de unos minutos salió de allí. Patrick alzó la mirada un poco y solo vio a unos hombres mirándole molestos por haberle despertado con sus gritos y a otro poco que vomitaba en unas cubetas. Intentó sonreír un poco porque finalmente estaba donde debía, porque estaba finalmente solo, pero lejos de sonreír solo sintió como su mandíbula temblaba y las lágrimas empezaban a caer. Se maldijo por estar llorando porque no tenía ningún derecho. Había sido su culpa. No había medido las consecuencias. Mordió su labio con fuerza.

Al fin estaba solo, y se sorprendió que no había mucha diferencia a como se había sentido gran parte de su vida. Giró su rostro hacia donde su abuelo había estado hacía unos minutos y la soledad le caló profundo, porque jamás se había sentido tan solo.  Fue entonces que se percató que incluso aun cuando Caleb estuvo a su lado esa soledad no había desaparecido. Se intentó convencer que quizás estaba destinado a vivir así el resto de su vida: Solo, pero el pensamiento le hizo sentir que se ahogaba—N-no…—susurró de repente lleno de pánico.—A-abuelo…—Era verdad, no había demasiada diferencia de esa soledad que experimentaba ahora, con la que había sentido por años, pero aún no estaba listo para afrontarla por completo.—A-abuelito…—No cuando aún le quedaba una persona que aún se preocupaba por él.—Abu-abuelito regresa…—Sollozó desesperado mientras su mano se aferraba a los barrotes—No me dejes…

Su cabeza tocó los barrotes y se quedó allí llorando con las pocas fuerzas que le quedaba. Patrick odiaba llorar, lo odiaba con todo su ser, porque siempre lo asociaba con el pasado que quería olvidar. Odiaba llorar porque le recordaba las veces que lloró frente a Daniel, o su llanto por las noches cuando su madre se iba con otro hombre, y las veces que iba donde sus abuelos y lloraba porque su padre no lo quería; ni siquiera cuando se había fracturado el brazo había llorado, pero allí estaba llorando desesperado porque ya no tenía idea porque seguía vivo. Había tocado fondo por una persona que no valía la pena y de paso había lastimado a la única persona que aún se preocupaba por él. Se sentía tan perdido en esos momentos que ya no tenía ni idea que hacer para salir de ese agujero.

Patrick no recordaba en qué momento se quedó dormido allí donde estaba, con su cabeza contra los barrotes, pero cuando despertó aún sentía el rastro de sus lágrimas en su rostro. Alzó la mirada confundido y solo vio al tipo de la limpieza trapeando. Recordaba haber visto a los policías curiosear su teléfono, reírse entre ellos. Patrick había intentado ignorarlos, pero sabía que habían encontrado las escasas fotos con Caleb o los mensajes. Sea lo que fuere ya no tenía sentido.

Patrick recordaba también como dos de los que se encontraban en las bartolinas pronto empezaron a pelear, y como los policías solo intervinieron hasta que empezaron a ver sangre; del como la celda se iba haciendo más y más pequeña por la cantidad de reos que llevaban; del como él seguía en su rincón con sus manos abrazando sus rodillas sin tener la más remota idea que hacer; del hambre que sentía pero que estaba seguro que a nadie le importaría.

Las horas habían pasado lentas hasta que el reloj marcó las cuatro de la tarde, y vio a uno de los guardias abrir la puerta de las bartolinas en las que él se encontraba, diciéndole que fuera a ver  si aún estaban sus zapatos con el resto de decomisados y que se los pusiera. Patrick no los había encontrado, era de esperarse, eran casi nuevos. Tuvo que conformarse con otros que no tenía idea si eran de alguien que aún estaba adentro de las bartolinas y fue guiado hasta la parte delantera de la delegación de policía donde Gabriel estaba esperándolo, se veía exhausto. Era obvio que no había descansado ni ningún solo momento desde que dejó el lugar. Pero tenían un semblante aliviado al verle salir de ese lugar.

Gabriel lo había abrazado con una fuerza que Patrick no creía que aún poseyera, y solo escondió su rostro en el hombro de su abuelo. Avergonzado por los errores que había cometido, por los problemas causados. Quería decir lo siento, pero sabía que eso no solucionaba nada, pero en verdad lo sentía, pero creía que no estaba el derecho de decirle nada a la persona que estaba abrazándolo.

—Vamos a casa hijo —le había dicho con seguridad y cariño. Haciendo que el nudo en la garganta de Patrick fuera mayor, porque aún tenía un hogar, a pesar de los problemas que causaba. Recuerda que le hicieron firmar unos papeles y le habían advertido que tendría que presentarse en los tribunales cuando llegase el citatorio.

Patrick había asentido a todo en silencio. Cuando quisieron devolverle el móvil y el dinero los rechazó. No quería nada que le recordara a Caleb o a esa noche. Recordaba que su abuelo había salido primero de la delegación y que Patrick se había hecho a un lado para dejar pasar a alguien que parecía tener prisa, cuando sus ojos se encontraron con los de la persona no sintió nada. Ni siquiera al ver a Caleb con unos hematomas en el rostro y con una férula en la nariz. Ninguno dijo nada al otro. Él nunca preguntó que hacía allí, pero la respuesta fue obvia cuando a los días llegó un documento diciendo que todos los cargos habían sido retirados.

—Y esa fue la última vez  que le vi —Terminó Patrick con voz distante. Había sido difícil contar aquello sin mencionar a sus padres—. Hasta este día…

Los recuerdos le habían absorbido nuevamente, hasta le parecía que se estaba viendo de nuevo en esa bartolina una vez más. Casi había olvidado que estaba contándole todo a Neil.

—Gracias por decirme algo tan privado.

Patrick sonrió un poco—Gracias por no dormirte mientras me quejaba de mi vida.

Neil negó con la cabeza—Lamento que Caleb no resultara ser la persona te mereces…

Patrick sonrió amargamente—No. Resultó ser la persona que me merecía en esos momentos.

Neil le miró con tristeza—Debió haber sido difícil haberlo visto hoy. No sé cómo te debes sentir. En especial si aún sientes algo por él.

Patrick suspiró—No. Ya no siento nada por él. Quizás si no lo hubiese visto ahora probablemente nunca me hubiera dado cuenta de ello.

—Ya te dije que no debes actuar conmigo —exclamó Neil.

Patrick negó—Es en serio, Evans. Sé que por cómo estaba es difícil de creer, pero una vez me calmé me di cuenta que en realidad no me sentía mal por lo que hubo y por cómo terminó. Me sentía mal por porque siempre supe que aquello no era real. Aquello no era genuino y aun así quise seguir adelante. Y supongo que solo fue la triste realización que siempre fue un estúpido.

—Pero si seguiste adelante es porque creías que lograrías que te quisiera o…

Patrick se encogió de hombros—Supongo que seguí porque nadie se había fijado en mí de la manera en que quería que las personas me vieran. Sé que Caleb no me veía como yo quería, pero era lo más cercano, y pues nunca he creído que esa patraña del amor verdadero sea para mí y por eso supongo que me conformé.

—¿Eh? —exclamó Neil—¿Por qué?

—No lo sé. Solo me es difícil creer que hay alguien allá afuera para mí. Que va a aceptar toda la mierda que tengo encima y que va a ser para toda la vida.

Neil le miró con cierta tristeza—Ojalá encuentres a alguien que te demuestre lo contrario— Porque te mereces a alguien que te vea a diario y sepa lo afortunado que es al tenerte. Sin embargo, no fue capaz de decir lo último en voz alta.

Patrick sonrió un poco al escuchar aquello—Sí, ojalá…—sin mucha convicción, pero no quería contradecir a Neil.

—¿Y qué pasó después?

Patrick se encogió de hombros—Había tocado fondo. Supongo que solo tenía la opción de intentar volver a subir. Aquella noche me cambió, conseguí mi trabajo en construcción gracias a mi abuelo, y luego empecé a plantearme cosas que nunca había considerado realmente y poco a poco tomé las decisiones que nos trajeron hasta este momento.

—Estoy feliz que esas decisiones te trajeran hasta aquí —admitió Neil.

Patrick se estremeció un poco ante la forma que Neil le miraba—Yo también estoy feliz que por primera vez mis decisiones me llevaran a algo bueno —dijo en un susurro.

No recordaba algo bueno que le hubiera pasado en mucho tiempo, que no estuviera relacionado con Gabriel, y de pronto allí estaba Neil a su lado. Patrick seguía sin entenderlo, pero Neil seguía allí a pesar de conocer todo lo malo, porque según él no tenía nada bueno que ofrecer, y el ver que pronto Neil se estaba convirtiendo una constante en su vida hasta cierto punto le aterraba.

—¿Ahora soy algo bueno en tu vida? Antes no decías eso…

Patrick río un poco mientras se iba acercando a él—Eso es porque no has vuelto a destruir ninguna de mis maquetas. Así que no lo arruines —susurró.

—Jamás… —le aseguró Neil mientras se acercaba al otro.

Neil… —susurró inconscientemente. Hacía mucho se habían quitado los cinturones de seguridad para mayor comodidad, por lo que alcanzar el rostro de Neil fue fácil. No entendía porque su cuerpo siempre parecía sentir una especie de atracción por el de Neil, pero sabía que no era algo puramente sexual. No era ese instinto primitivo, era algo más, buscaba algo más de él ¿pero qué era?

Su corazón palpitaba con una fuerza casi dolorosa cuando su mano se posó en la mejilla de Neil con una delicadeza que jamás había sabido que estaba dentro de él. Notó la sorpresa del otro. Aquellos ojos café brillaban aún más en la oscuridad. Esos ojos que desordenaban sus ideas. Nunca se había permitido contemplarlos durante tanto tiempo. De pronto su mundo solo era Neil con sus ojos, esos jodidamente hermosos ojos. Patrick no podía dejar de contemplarlos. De contemplar a Neil, porque de pronto Neil ocupaba todos sus pensamientos.

El cerebro de Neil se quedó en blanco apenas sintió el tacto de Patrick, contuvo el aliento al sentir el pulgar de este delinear su labio inferior, y de pronto el único pensamiento en su cabeza era: Anda, déjame demostrarte que te mereces a alguien que no te rompa el corazón. Déjame ser la persona que te mereces. Déjame intentar reparar tu corazón—Pat…—susurró Neil antes de acortar distancias, y entonces supo que estaba perdido apenas sus labios tocaron los de Patrick. Su cuerpo se estremeció lleno de sorpresa, porque aquello no debía saberle también. Aquellos labios rozando tímidamente los suyos no debían provocar semejante felicidad.

Ambos estaban demasiado nerviosos como para intentar profundizar el beso, pero aquello estaba bien, porque Neil necesitaba asimilar todo lo que estaba sintiendo, y porque Patrick jamás había besado de esa forma. Jamás había sentido solo la necesidad de tener unos labios que le reconfortaran en silencio, de solo sentir ese roce que lograba tranquilizarle y de llenarle de felicidad al mismo tiempo. Hasta  antes de ese momento, todos sus besos habían sido profundos, cargados de sexualidad y de muy pocos sentimientos, pero allí estaba por primera vez besando a alguien de esa manera. Besando con unos sentimientos que no comprendía, y que tampoco quería comprender.

De pronto el tiempo parecía ser verdaderamente relativo para ellos, porque aquello parecía una eternidad que ambos llevaban esperando. Rompieron el beso lentamente, pero aún Patrick sentía la mano de Neil en su mejilla. Unieron sus frentes, ambos con los ojos cerrados, solo escuchando la respiración del otro.

Aquello parecía más una ilusión, una que quedó rota cuando escuchó unos golpecitos en el vidrio y provocó que Patrick se separara de Neil, quien bajó el vidrio rápidamente, aún demasiado confundido como para procesar lo que sucedía. La imagen de una policía no tardó en aparecer, quien los alumbró con una pequeña linterna—¿Algún problema señor?

—No, oficial, ninguno. Tuvimos que aparcarnos porque el auto estaba calentando un poco, pero el nivel ya volvió a la normalidad —exclamó con normalidad Neil mientras señalaba el tablero de la camioneta, quién no comprendía como podía hablar después de ese beso—. Creo que mañana tendré que llevarlo al taller para ver qué sucede porque nunca calienta.

—Ya veo. Si la camioneta ya está bien, deberían seguir su camino. Es peligroso que estén en un lugar tan desolado a estas horas de la noche.

—En seguida. Buenas noches, oficial, y gracias por su preocupación —agradeció Neil con una sonrisa a la que no podían hacérsele más preguntas. Volvió a subir el vidrio y encendió el automóvil—. Creo que debemos irnos…

—Sí. Además ya es bastante tarde —exclamó Patrick mientras miraba el reloj que indicaba que pasaba de las doce.

—Sí, mejor vámonos —dijo mientras volvían a la carretera—. No vaya a ser que tu abuelo se despierte y no te vea allí.

Neil puso música y aquello fue la pauta para saber que ninguno de los dos tenía que hablar si no sentía que debía hacerlo. Llegaron al edificio de Patrick y ambos mantuvieron la mirada fija en la calle desierta. Hasta que Patrick intentó abrir la puerta, pero Neil le tomó la muñeca con rapidez.

Ambos se miraron confundidos unos segundos—Y-yo…—soltó Neil—Yo…—sus mejillas se sonrojaron al mirar los labios de Patrick—Te lo agradezco…—dijo torpemente—Por dejarme entenderte mejor.

Patrick asintió un poco más relajado—Está bien, supongo que quería contártelo.

—Gracias, bue-bueno…supongo que te veré en la universidad… ¿verdad? —preguntó con cierto temor.

—Sí, además mañana tienen ensayo, así que llegaré por allí para empezar a montar la escenografía. ¿Te parece bien?

—Sí, sí. Perfecto. Entonces hasta mañana —pronunció con cierta ansiedad.

—Hasta mañana, Ne…Evans…—exclamó antes de abrir la puerta del automóvil—. Descansa.

—Tú también…

***

Danny estaba profundamente dormido en el sofá de la sala cuando escuchó la puerta abrirse violentamente, se sobresaltó al ver a su dueño subir las gradas con toda rapidez. El Husky rápidamente fue hasta el cuarto de su amo, al cual lo encontró acostado con la cabeza hundida en la almohada. Danny se subió a la cama y se acostó a un costado de Neil, haciendo que este sintiera su calor. Era la forma de Danny de hacerle saber que estaba allí.

Al poco tiempo sintió la mano de Neil pasándose por su lomo— Joder, Danny creo que la he cagado por completo —exclamó con una sonrisa avergonzada—. He besado a Patrick y ahora…ahora no sé qué hacer porque en verdad me gusta…

***

Patrick estaba acostado en su cama pasando su pulgar por sus labios. Había besado a Neil, pensó abrumado, a Neil. Quien era su amigo. Intentó convencerse que había estado en un estado rayano en lo patético y sensible, y que por eso no había pensado con claridad, pero no podía obviar que no era la primera vez que había sentido la necesidad de besar a Neil. Aunque era la primera vez que cedía a semejante impulso.

Intentaba convencerse que era uno de esos momentos de estupidez, pero sabía que no era cierto, pero estaba casi convencido que Neil no le gustaba. No era para nada el tipo de persona con la que se acostaría, porque sabía que Neil no se merecía semejante trato. Neil no se merecía ser follado y desechado. Neil se merecía a alguien que hiciera que esa sonrisa, que ya no encontraba odiosa, estuviera presente en todo momento. Neil merecía a alguien que lo tratase como si fuera lo mejor que le hubiera sucedido en la vida. No que lo tratase como un simple revolcón.

—En los problemas que me meto yo solo —murmuró derrotado.

Besar a Neil, acostarse con Neil, querer a Neil. Todo sonaba demasiado problemático, pero aun así una parte de su mente no dejaba de procesar la posibilidad—Fue un error, un impulso —murmuró convencido que la falta de sexo le estaba pasando factura. Se planteó la posibilidad de acostarse con el tipo de medicina que tanto le seguía, solo para desahogar sus necesidades carnales, pero pronto Neil y el resto de problemas actuales pasaron a segundo plano.

Patrick no había sido del todo sincero con Neil con respecto a su pasado. Al final de aquel día no solo Gabriel había ido por él a la delegación de policía. Patrick cerró sus ojos y de pronto volvía a verse en el pasado.

No había sentido nada al ver a Caleb en de la delegación, pero si se llevó una sorpresa al ver que su abuelo lo guiaba a un Mercedes donde un hombre de mala gana los esperaba. Nadie dijo nada durante el trayecto hasta el apartamento. Patrick creyó que todo terminaría una vez que se bajara del auto, pero con desconcierto vio que su padre se bajó del automóvil y los siguió hasta el departamento. No supo cómo reaccionar cuando apenas cruzó la puerta fue recibido con una bofetada que le hizo girar la cara, confundido vio la expresión furiosa de una madre a la que no había visto en meses. De pronto la casa se encontraba sumergida en gritos que se dedicaban sin ninguna contemplación unos padres que no había visto juntos en años; culpas aquí, culpas allá, y luego vino la parte difícil.

—¿Es verdad lo que esa gente dijo? ¿Qué te has peleado con tu novio? —preguntó su padre furioso.

Patrick apartó la mirada, solo para recibir otro golpe en su mejilla cuando respondió:—Sí…

—¿Eres gay?

—No es obvia esa respuesta —preguntó con mordacidad, solo para ganarse otro golpe.

—¡Lo que me faltaba… un hijo gay!

—Técnicamente no soy tu hijo, llevo el apellido de ella —le había dicho molesto—. Legalmente nada nos une.

—Tengo un deber contigo, hasta que termines la universidad, pero a este paso creo que es más fácil que termines en la cárcel.

Patrick le miró furioso—Nada te obliga…

—¡Claro que sí! ¡Esta mujer! —exclamó indignado Robert.

—Ella ya no tendrá nada que ver en esto. Con el que tendrás que tratar de aquí en adelante es conmigo. Ya que seré un adulto.

—Y mira qué clase de adulto estás a punto de ser. ¿Ahora cada semana tendré a Gabriel en mi oficina diciéndome que te metieron preso por pelear con un grupo de locas? ¡¿Ahora también mi dinero se irá en pagarte la fianza?! ¡Nada barata si me permites decir!

Aquello dolió por alguna razón. Patrick no entendía por qué las palabras de la persona más inconstante de su vida aún dolían—Lamento todos los problemas que te he causado hoy, pero pronto cumplo dieciocho. Cualquier acción que ella tome ya no importará porque seré mayor de edad —le recordó Patrick molesto—. Si tanto pesar te causa verme pues te ahorro el dolor y no me des ni mierda.

—¡¿Así me pagas haberme mantenido tantos años?! ¡¿A dónde crees que vas a terminar sin mi  dinero?!

—¡Yo no te pedí nada! ¡Yo nunca te he pedido nada! —le gritó furioso. Estaba harto que le dijeran que no llegaría a ser nada sin el dinero, ni la ayuda de los demás—¡Vete! ¡No quiero tu maldito dinero! ¡Me las voy a arreglar sin ti!

—¡Patrick! ¿Qué crees que estás haciendo? —exclamó horrorizada su madre.

Patrick la miró lleno de odio. No era tonto, parte por la que le decía eso a su padre era para perjudicar a Catherine. Después de todo la que había gozado de la manutención los últimos años había sido ella. La única a la que perjudicaría sería a ella—Este hombre nunca quiso ser mi padre y yo no voy a seguir obligándolo. Por mí puedes irte, y olvidarte que existo. Total tú nunca has existido para mí.

—¡Bien! ¡Me largo! ¡Lo que menos necesito es tener un hijo pandillero y encima marica!

Patrick no lo dio a demostrar, pero aquellas palabras le dolieron en lo más profundo. Hasta ese entonces jamás se le había ocurrido que alguien de su entorno iba a rechazarlo solo porque le gustaban los hombres, aun cuando sabía que era la realidad más común. Vio a su padre salir de allí vociferando y a su madre salir detrás de él.

Patrick se quedó justo donde estaba hasta que su madre volvió a entrar furiosa, dispuesta a abofetearle una vez más, pero esta vez le detuvo—A mí no me vuelves a poner una mano encima —exclamó furioso. Esa mujer que estaba allí probablemente nunca se había interesado en él.

—¡Mira lo que hiciste! ¡¿Ahora qué crees que vamos a hacer?!

Patrick había soltado la mano de su madre y había salido a su cuarto, se puso de rodillas y se agachó para alcanzar una caja de metal la cual tomó furioso, y la sacó de allí. Volvió a la sala y la tiró sobre la pequeña mesa de madera, furioso haciendo que se abriera mostrando varios billetes de a veinte y de a cincuenta—¡Allí tienes! A ti solo te importa el maldito dinero, tómalo y deja de joderme la vida. Vete de una maldita vez y no vuelvas. ¡Pero deja de pretender que te importé alguna vez! —gritó furioso antes de volver a su cuarto y cerrar la puerta furioso.

Se había puesto una almohada encima intentando no escuchar los gritos de su madre, y a Gabriel intentando controlarla. Cerró con fuerza los ojos hasta que los gritos no se escucharon más. No supo cuánto tiempo pasó antes que escuchara la puerta de su habitación abrirse. Patrick se quitó la almohada con cierto temor, y vio a Gabriel dejar una bandeja de comida en el escritorio.

—Pensé que tendrías hambre —Patrick apretó sus labios con fuerza antes de sentarse en la cama y tomar la bandeja y empezar a comer en silencio—. Tu madre se ha ido.

—No debiste llamarla.

—Catherine era la única que sabía cómo localizar a Robert. Había ido en dos ocasiones a buscarle al trabajo, pero nunca estaba —Patrick asintió mientras terminaba de comer—¿Es verdad, Patrick? ¿El hombre por quien te arrestaron era tu pareja? —Patrick apretó los labios sin atreverse a mirar a su abuelo—. Patrick, responde.

—Si te digo que sí… ¿Vas a echarme de la casa? —de pronto el pánico lo invadió. ¿Y si la única persona que se interesaba por él de pronto lo odiaba solo porque no podía ser “normal”?

—No, hijo, jamás podría hacerte eso.

—¿Entonces por qué quieres saber? —quiso sonar molesto, pero solo se escuchó desesperado.

—Porque quiero comprenderte, para ayudarte.

— Sí —susurró—. Era mi pareja, o al menos eso creía. Tenía una novia, iba a casarse y yo no sabía. Cuando me enteré…—sintió los brazos de su abuelo rodearle.

—Hijo, debiste decirme antes que te habías enamorado de alguien.

Enamorado. Esa palabra no era la adecuada para describir lo que sentía por Caleb, pensó, pero no quería dar explicaciones a su abuelo—Lo siento, abuelo, por todo…Y-yo te juro que no sé qué me pasó…y ahora…ahora no sé qué hacer —oficialmente no tenía padre. Su madre se había ido y probablemente no volvería hasta que su nuevo novio se aburriera de ella. De repente la vida que había llevado parecía tan errónea, pero no sabía qué hacer para cambiarla.

—Por ahora descansa, hijo, ya veremos que hacemos. No tienes que pasar por esto tú solo.

—Lo siento, solo te causo problemas. ¿No sería mejor que me echaras de la casa?

—No digas tonterías, Patrick. Cometiste un error, pero estás arrepentido ¿verdad?

—Sí —susurró, pero sabiendo que no había sido solo un error.

—De acuerdo. Ahora ve a bañarte, y luego deja que te cure tus manos —Patrick miró sus nudillos estaban a carne viva por los golpes que le había dado a Caleb—. Ya veremos cómo solucionamos todo ¿De acuerdo?

—Ok.

Los siguientes días, Patrick apenas salió de su habitación. Pasó una semana hasta que fue capaz de salir a la calle, pero se sentía un extraño en ese lugar. Habló con su abuelo y ambos estuvieron de acuerdo que estaría bien si conseguía un empleo. No ganaría lo que conseguía robando de vez en cuando, pero estaba de acuerdo con eso. De alguna manera tenía que retomar el rumbo que había perdido.

Las primeras semanas era difícil, el trabajar tan duro por tan poca paga, pero ver la sonrisa aliviada de su abuelo y el orgullo que veía en sus ojos cuando llegaba de las construcciones y con unos cuantos billetes ganados dignamente hacían que la paga le pareciera suficiente.

Pasaron unas semanas más hasta que Patrick se atrevió a confesarle a su abuelo que quizás, solo quizás le apetecía probar seguir estudiando. Arquitectura le había confesado, aún con ciertos sentimientos encontrados porque era la misma profesión de su padre; pero su abuelo se alegró con la noticia. Buscaron información, pero la única universidad a la que aún podía aplicar era Gastrell con un presupuesto fuera de su alcance. Patrick le había dicho que podía esperar un ciclo para aplicar a una universidad más barata, pero Gabriel se había negado rotundamente diciéndole que seis meses después fácilmente podría haber cambiado de opinión y que no debía desaprovechar ese momento. Si Gastrell era la única universidad a la que podía aplicar a esas alturas debía ser por algo.

Los días siguientes Patrick estudió en cada momento en los que no estaba trabajando. Estudiaba de día, de noche, de madrugada porque sabía que sus notas no eran exactamente impresionantes y que si quería tener una oportunidad de entrar a Gastrell tenía que compensar sus bajas notas con una nota casi perfecta en el examen de admisión.

Para cuando llegaron los resultados Patrick sentía que de alguna forma las cosas empezaban a normalizarse en su vida. Cuando vio el 950/1000 en aquel papel sintió que tal vez la vida le estaba dando otra oportunidad, que tal vez no estaba condenando a esa vida para siempre. Gabriel no cabía de orgullo al saber que su nieto iría a Gastrell, a una universidad que jamás siquiera se dio el lujo de pensar para él, para su hija y mucho menos para su nieto.

Pero la felicidad se vio bastante mermada por la realidad, la gente no podía vivir de sueños. Patrick lo sabía bien, por eso cuando empezaba a atrasarse en las cuotas, una parte de él quería volver a irse por el camino fácil de escabullir sus dedos por los bolsillos de varios niños ricos de Gastrell, pero la imagen de su abuelo preocupado yendo a buscarlo a las bartolinas era lo único que lo detenía. Por lo que buscó formas un poco más honestas y fue así que terminó entrando al equipo de fútbol; siempre había sido bastante decente, a su parecer, en el fútbol. En la escuela era el deporte que mejor se le daba, y si no hubiera estado ocupado delinquiendo con Boris y los demás estaba seguro que hubiese sido jugador del equipo de su escuela, pero la realidad era otra; pero eso no impidió que entrase al equipo y que pronto la mensualidad no fuera tan asfixiante.

Los días pasaban, y a ojos de Gabriel su nieto volvía a ser el Patrick de antes, pero la verdad es que Patrick de vez en cuando deseaba ver a Caleb. No entendía por qué, puesto que estaba consciente que el tipo era un completo imbécil, pero extrañaba la falsa imagen que se había creado de él. El tener a alguien con quien hablar abiertamente de lo mierda que podían ser unos días, de algunas materias y uno que otro compañero de clases, de cómo a veces se sentía fuera de lugar en un lugar como Gastrell, o quizás de como a veces le iba mejor de lo que esperaba en alguna materia y como eso lo llenaba de un cierto orgullo que jamás había pensado sentir. Del como evitaba a toda costa a su hermano. El cual no había visto en años, pero que sabía que daba clases en esa universidad, para su desgraciada, y  rogaba que nunca fuera a darle alguna materia porque sabía que no soportaría verlo sin que los recuerdos de su infancia volvieran a su mente.

Fue así que Patrick inconscientemente cada vez que tenía la necesidad de buscar a Caleb terminaba teniendo relaciones con alguien en cualquier lugar, solo necesitaba olvidarse de ese impulso de querer verlo, y la única forma que había conseguido hacerlo desaparecer era enrollándose con alguien, el quien no importaba realmente, con tal que le hicieran olvidarse de Caleb. Pronto Caleb dejó de importarle, solo era una sombra que de vez en cuanto aparecía para robarle el sueño alguna noche, pero el hábito de buscar a alguien cada vez que sentía que la vida era demasiado frustrante y que parecía quererlo tumbar, se había quedado impregnado en su ser.

Hasta ahora, hasta que Neil había aparecido—Neil…—susurró un abrumado por lo que acababa de vivir—¿Y ahora qué demonios voy a hacer? —susurró antes de quedarse profundamente dormido. 

Notas finales:

¿Y bien? ¿Que tal? ¿Ha valido o no ha valido la espera? ;) Otra cosa antes que se me olvide. Por motivos de fuerza mayor no habrá actualización hasta el día lunes 6 de junio. Lamento tener que dejar de actualizar una semana, e inclusive pensé que esta semana no podría publicar, pero dije que sería de mal gusto no hacerlo y había prometido que en Mayo vería la luz todos estos capítulos así que meta cumplida. ¡Gracias por leer! Nos vemos el otro mes que ya va a ser. 


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